16 23 DE MAYO DEL 2010 FAMILIAS POR EVA MELÚS MADRESOLA.COM Una pareja única POR GEMMA TRAMULLAS Andy y Mónica tienen síndrome de Down, son novios y conviven en un piso en Barcelona. Se enamoraron en 1992 y viven juntos desde el 2001. No hay más casos como ellos en España. FERRAN NADEU ndreu Trias Trueta, Andy, es hijo del político catalán Ramon Trias Fargas. El 22 de octubre de 1989, su padre falleció repentinamente en una tarima de El Masnou, mientras pronunciaba un discurso. Hasta entonces, dice Andy, se lo habían dado todo hecho. Su padre y su madre, Montserrat Trueta, crearon bajo su inspiración la Fundació Catalana Síndrome de Down (FCSD). Pero aquel día, él tomó conciencia de que podría quedarse solo, de que tenía una vida que vivir al margen de la de sus padres. No hace tanto que la esperanza de vida de las personas con trisomía 21 es tan alta como para sobrevivir a sus progenitores. El proyecto personal de Andy empezó a cobrar forma cuando conoció a una chica de su misma edad y número de cromosomas, Mónica Flores. A los 20 años ya había tenido algunas novias, pero aquello era distinto. «Ya no podría vivir sin ella», asegura. Mientras, Mónica juega ruborizada con su anillo, el que Andy le regaló para sellar su unión. «Túuuu, no me pongas roja», le dice. Desde el 10 de febrero del 2001 viven juntos en su pisito del Eixample. A acia las ocho de la tarde se avecina en casa «la hora tonta». Es aquel momento en el que te cae encima todo el cansancio del día, pero aún tienes que hacer la cena y, antes, lavar los platos, porque no queda ni una sartén disponible. A las ocho y media Paula debería estar cenada y a las nueve, en la cama. Eso me repito todos los días. Y todos los días ocurre algo que me impide cumplir el plan. ¡Estaría listo el Ejército con muchas mujeres así! En dos días se acababan las guerras por llegar tarde al combate. A mi cansancio se suma el acelere de Paula que, de puro agotamiento, monta un cirio por cualquier cosa. La polémica está servida: H –Mamá, voy a ver la tele. –Ni se te ocurra, Paula. Son las ocho y en diez minutos cenamos. –¡Joooo! Pues la veo solo un ratito, hasta que me llames para la cena. –Ni un ratito ni nada, que luego no hay forma de que la apagues. Además, yo no puedo lavar los platos, Oye Paula, ¿qué te parece si jugamos un ratito a fútbol y luego ponemos la mesa? Familias sobreprotectoras Su caso es único. De las 50 personas que atiende el Servicio de Apoyo a la Vida Independiente de la FCSD, Andy y Mónica son la única pareja con síndrome de Down. No hay otra en toda España ni posiblemente en Europa. «Es difícil saberlo, pero nosotros solo tenemos noticia de parejas compuestas por una persona con síndrome de Down y otra con discapacidad intelectual», explica Pep Ruf, coordinador del servicio. Ninguna alteración impide a las personas con síndrome de Down enamorarse o tener una relación. No tienen, a pesar de alguna opinión infundada, una sexualidad distinta ni más difícil de reprimir, pero produce cierta incomodidad o sorpresa verlos como adultos emparejados. En nuestro imaginario son niños grandes. «Las familias tienden a sobrepoteger muchísimo. Que digan que son novios hace gracia; si hay sexo, mal; que se casen es un gran problema y que quieran tener hijos es la hecatombe», explica Ruf. Andy y Mónica se sienten privile- Efectos del ‘factor XY’ Andy y Mónica se preparan un «pupurri», como llaman a la leche con galletas, en la cocina de su piso. giados, aunque no lo tuvieron fácil. Andy trabaja en Cosmocaixa haciendo fotocopias y repartiendo correo. Mónica, como administrativa en la FCSD. Ambos tenían ingresos propios y se querían, pero a las familias les costó asumirlo y confiar en que pudieran arreglárselas solos. «Mi padre lloró mucho y tenía miedo», dice Mónica. «La mía dijo que podía llamarnos cada día para recordarnos que teníamos que ir a trabajar. ¡Eso me dio mucha rabia!», añade Andy. Sin embargo, las familias acabaron por tragarse sus reservas y les ayudaron a encontrar piso. Desde la FCSD, les ayudan en cosas como elaborar un presupuesto semanal o hacer algunas comidas. Ahora, aseguran, sus padres no volverían atrás. Sus conflictos de convivencia son habituales en otras casas, pero en la suya suele haber alguien que intenta resolverlos. Andy bromea sobre la barba del educador, que le insiste EL OTRO ‘ARMARIO’ El cine descubre el amor ‘invisible’ La directora novel Alexandra Codina siguió a su prima Mónica todo un año mientras preparaba su boda con David, con síndrome de Down como ella. El documental Monica and David acaba de ser premiado en el Festival de Cine de Tribeca y ya tiene un distribuidor americano. Las familias de las personas con síndrome de Down están sacando del armario el amor Down a través del cine. Julio Medem, padre de Alicia, que también tiene síndrome de Down, produjo Yo también, una historia de amor protagonizada por Lola Dueñas y Pablo Pineda, primer licenciado español con trisomía 21. en que se afeite, y en el comedor cuelga un papel que solucionó, más o menos, el reparto de tareas. «Yo hago unas tortillas a Andy que se chupa los dedos y él me ayuda mucho. Es buen entrenador», dice ella. «Si veo algo que no hace bien, se lo explico», aclara él. ¿Y al revés? «Sí», contesta, tímida, ella. No tener hijos La pareja ha descartado tener hijos. «¡No! ¡No estoy preparada», exclama Mónica con cara de susto. «Ahora ya lo tengo descartado, pero sí hubo un momento en que le dije a mi madre que me haría ilusión ser padre. Al final me convenció de que no era buena idea. Para nuestra salud no es recomendable», explica Andy. En su defecto, han apadrinado un niño de Madagascar que se llama Lila. Están bien así. H hacer la cena y poner la mesa. Tengo manos, no una varita mágica. Mientras yo cocino, tú pon la mesa. ¡Plam! Ya estamos. El portazo de turno. Voy hacia la habitación de Paula hecha un basilisco, sin soltar la sartén enjabonada que estaba a punto de enjuagar. Pero hete aquí que se cruza en mi camino un ejemplar del género masculino, género que durante muchos años ha estado ausente de nuestro hogar. Mi novio, vaya. «Oye Paula –le dice en tono sosegado a través de la puerta cerrada–. ¿Qué te parece si jugamos un ratito a fútbol y luego ponemos la mesa». Ella asoma su naricilla y contesta: «¡Vale! Yo soy Messi y tú del Madrid. Yo y mi sartén enjabonada observamos el animado peloteo del pasillo. Estoy tan descolocada que me da por imitar las retransmisiones de Joaquim Maria Puyal: «Messi avança des de mig camp, Messi dribla a Ronaldo, Messi xuta y ¡gooool! ¡Més i més i més!». Y así un buen rato. Hasta que se me ocurre mirar el reloj. ¡Las nueve! A la porra con las previsiones. H