Programación Diocesana 2005-2006 Diócesis de Orihuela-Alicante • La formación de los laicos en la Diócesis de Orihuela-Alicante 6 L A formación DE LOS laicos EN LA DIÓCESIS DE ORIHUELA-ALICANTE CONSEJO DIOCESANO DE PASTORAL ORIHUELA-ALICANTE 1 2 Índice Presentación .................................................................................... 5 I. Introducción ................................................................................. 7 1. Primeros asuntos sobre los que trabajó el Consejo ................. 7 2. La formación ¿para qué?: «Para ser en el mundo testigos creíbles de Jesucristo» ............................................... 7 3. Es una orientación general ....................................................... 8 4. ¿Cuál es el perfil de la Iglesia que nos ofrece el evangelio? ............................................................................... 8 II. Objetivo de la formación .......................................................... 11 1. Punto de partida: vocación y misión ....................................... 11 2. Formación continua para afrontar las nuevas situaciones ............................................................................. 11 3. La formación para construir la identidad cristiana. Integral ................................................................................... 12 4. «Buscando la unidad de vida» ............................................... 13 III. Destinatarios de la formación ................................................. 15 1. Todos los cristianos ................................................................ 15 2. Diversos niveles de conciencia cristiana ................................ 17 IV. ¿Quién forma?.......................................................................... 18 1. Dios, el primer educador. Jesucristo. La Iglesia ..................... 18 2. La parroquia, sacerdotes-religiosos-laicos, la familia, la escuela ............................................................................... 18 3. Grupos, asociaciones y movimientos ..................................... 19 3 V. Procesos de iniciación y formación de los laicos ................. 20 1. Previos.................................................................................... 20 2. Iniciación................................................................................. 21 3. ¿Dónde desarrollar este proceso de iniciación? .................... 21 4. Potenciación de elementos parroquiales y diocesanos ya existentes .......................................................................... 22 5. ¿Cómo favorecer el nacimiento de grupos eclesiales? .......... 23 6. Una segunda etapa es el «Proceso de consolidación» ......... 25 7. Prioridades para el proceso de «consolidación» .................... 26 8. Proceso de «Formación Permanente» ................................... 27 VI. Asociaciones, Comunidades y Movimientos de Apostolado Seglar en la vida y misión de la Iglesia Diocesana ............... 29 1. El asociacionismo ................................................................... 29 2. Consideraciones sobre su necesidad..................................... 29 VII. Prioridades para la puesta en práctica de este documento ................................................................................ 31 VIII. Bibliografía ............................................................................. 32 Anexo 1 .......................................................................................... 35 Anexo 2 .......................................................................................... 43 4 Presentación H a sido oportuno esperar la aparición del Directorio Diocesano de la Iniciación Cristiana. Porque es objetivo preferente al que debemos prestar interés creciente, con mayor razón en estos momentos de su nacimiento y primeros pasos. Comenzamos un camino que nos exige esperanza, pasos seguros y posibles, un trabajo común, convicciones compartidas. Damos, en parte considerable, un vuelco a un camino de años, para plantar un proceso, que nació en las primeras comunidades y doy, con la presencia del Espíritu, una generación de «hombres nuevos», los creyentes en Jesús, testigos excepcionales, que cambiaron la historia. Si esto es verdad y prioritario, también es cierto que no anula o elimina otras iniciativas o para su consolidación se redacta este documento, que estudió y aprobó el Consejo Diocesano de Pastoral. En la introducción de este texto se describe su historia y el momento en que nace. Se habló, con anterioridad, de la necesaria presencia de los laicos en la vida pública y se concretó en un texto del Consejo Diocesano de Pastoral. Se reflexionó sobre la participación y corresponsabilidad de los laicos. Estas dos realidades nos llevaron a esta pregunta: ¿Dónde están los laicos necesarios? Habrá que formarlos. Y habrá que seguir formando a los que ya se sienten responsables. Este documento recuerda con fuerza esta necesidad imperiosa y decisiva. No hace más que recoger la enseñanza del ChL y del CLIM, para las Iglesias de España. Y es bueno que en todos nosotros suscite esta honda preocupación, de primera línea para realizar hoy el servicio de Jesús y de su Evangelio. 5 Si el documento urge, como ineludible, la formación de laicos adultos, asociados como forma privilegiada, ofrece, además, datos para la esperanza. Podemos dar esa formación, porque debemos darla. Pero, además, tiene la ventaja no de inventar, sino de recordar y sintetizar un cuadro de principios aplicables, un método contrastado y un ámbito, que es la Iglesia de Orihuela-Alicante y son los cristianos de esta Iglesia. La propuesta del proyecto de formación es diocesana, responde a necesidades sentidas, crea cauces, pone insistencia, unifica criterios, propone una meta común, forma para hacer, con la ayuda del Espíritu, adultos militantes, creyentes enteros testigos, asociados. Y todo esto es de agradecer. Es cierto que exige esfuerzo y convencimiento. Jesús dedicó horas a formar. Pero no cualquier manera de formar es igualmente legítima y se nos invita a no perder el tiempo en iniciativas coyunturales, efímeras, improvisadas. Victorio Oliver, Obispo 6 I. Introducción 1. Primeros asuntos sobre los que trabajó el Consejo Los primeros asuntos sobre los que trabajó y reflexionó este Consejo Diocesano de Pastoral fueron dos campos concretos de la acción evangelizadora: la animación misionera de la religiosidad popular y la presencia de los cristianos laicos en la vida pública. De esta manera el Consejo aportaba sugerencias para reforzar el objetivo del pasado Plan Diocesano de Pastoral: Potenciar la acción misionera de todas las comunidades de la Diócesis. En un momento posterior el Consejo reflexionó sobre La participación y corresponsabilidad de los laicos en la vida de la Iglesia, queriendo recordar que el clima en el que se debe desarrollar la misión es la comunión, una comunión hecha de participación y corresponsabilidad. 2. La formación ¿para qué?: «Para ser en el mundo testigos creíbles de Jesucristo» Cada día más, nuestra Iglesia Diocesana, ha ido adquiriendo una conciencia más clara de la necesidad de que los laicos, como respuesta a su bautismo, desarrollen adecuadamente su vocación y su misión. Los laicos no pueden cumplir su misión de ser en el mundo testigos creíbles de Jesucristo, sin una formación adaptada a la realidad de nuestro mundo y a la tarea evangelizadora de la Iglesia. El trabajo del Consejo Diocesano de Pastoral nos permitió descubrir que no es posible la misión evangelizadora de la Iglesia, si los laicos no están formados. Para que los laicos puedan desempeñar satisfactoriamente su misión en la sociedad y en la Iglesia necesitan una fuerte experiencia de fe y una formación 7 adecuada. Por lo cual, cerramos este ciclo con una reflexión y unas sugerencias sobre la formación de los laicos. De esto vamos a tratar en las líneas que siguen. 3. Es una orientación general El Consejo Diocesano de Pastoral presenta ahora este documento: LA FORMACIÓN DE LOS LAICOS EN LA DIÓCESIS DE ORIHUELA- ALICANTE. No lo pretende decir todo sobre los laicos y su formación. Es una orientación general para la formación de los laicos en nuestra Diócesis. Se ha expresado anteriormente: la formación es una tarea urgente y vital. Por eso los elementos que contiene son básicos y suficientes, que puedan servir de ayuda para realizar proyectos concretos de formación. Además este documento no ofrece los materiales concretos de formación. Pues ya son abundantes los materiales formativos que existen y que han venido siendo utilizados por los grupos, movimientos y asociaciones. Lo que tratamos de descubrir ahora es qué procesos formativos necesita hoy cuidar con especial interés nuestra Iglesia de Orihuela-Alicante, para desarrollar adecuadamente, cuanto antes, la vocación y la misión de los laicos. Más adelante se indicarán algunas sugerencias. 4. ¿Cuál es el perfil de la Iglesia que nos ofrece el evangelio? No olvidamos un momento muy especial en nuestra vida diocesana. Fue el curso pastoral 2001-2002, con la «recepción» del Proyecto de Iglesia Diocesana. Se nos recordó que los cristianos confesamos y afirmamos que el «arquitecto» de la Iglesia es Jesucristo, y que nos trabaja el Espíritu Santo. Por eso queremos ser fieles al proyecto de Jesús1: 1 Carta del Obispo para el inicio del Curso Pastoral 2001-2002. 8 a) Una Iglesia que es misterio El que «llama y envía» es Dios. Por eso, desde esta clave de misterio la formación no es sólo una realidad humana, tiene como protagonista principal a Dios Padre, a Jesucristo y a su Espíritu que anima la Iglesia madre y maestra, como bien nos recordó ChL2. La formación debe ayudar a poner de manifiesto el protagonismo de Dios en su vida. Por otra parte, la Iglesia, que conoce, ama e imita a Jesucristo para vivir en él la vida trinitaria y transformar con él la historia3. Una Iglesia cuya meta es la santidad: «Todos los cristianos, de cualquier clase o condición, están llamados a la plenitud de vida cristiana y a la perfección del amor»4. Una Iglesia dispuesta a vivir desde la Bienaventuranzas. b) La Iglesia es comunión La Iglesia como comunión nos permite reconocer que un verdadero proceso formativo sólo se puede dirigir al individuo en el contexto de la comunidad. «Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión…; antes de programar iniciativas concretas, hace falta promover una espiritualidad de la comunión, proponiéndola como principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano…; significa, ante todo, una mirada del corazón, sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado»5. En este contexto de comunión el laico buscará: en la oración, el diálogo permanente con el maestro y contemplar el rostro del Padre; en la celebración de la Eucaristía, el «centro y culmen de la vida cristiana»; en el Sacramento de la Reconciliación, la fuente de donde mana toda su fuerza y su impulso evangelizador6; y 2 3 4 5 6 ChL, 61. NMI, 29. LG, 40. NMI, 43. NMI, 32.37. 9 en «la escucha de la Palabra» y el «anuncio de la Palabra», la concreción en cada momento de su actuar como discípulo. c) La perspectiva de la Iglesia como misión nos ayuda a comprender que la formación no es un fin en sí misma. Que el creyente se forma para la misión, donde el hombre llega a ser cristiano y donde alcanza su plenitud en Cristo. Lumen Gentium 31 nos recordó el campo de acción de los laicos, su misión: «tratar de obtener el Reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios». Así los laicos prestan su servicio eclesial de modo peculiar en el mundo, el vasto y complejo mundo de la política, de lo social, de la economía, de las ciencias y de las artes7, siendo en él fermento evangélico. Por tanto, la Iglesia está en el mundo y al servicio del Reino, para que pueda entrar en nuestro mundo. Una Iglesia que se expresa siempre por la Caridad, atenta a los nuevos retos8 que se le van planteando. Y esto, tanto desde la acción oficial o visiblemente comunitaria (pastores, Cáritas, posicionamientos o posturas comunitarias), como desde la acción personal individual (acompañada comunitariamente) en las iniciativas y plataformas sociales, culturales, económicas o políticas que puedan incidir en un mundo mejor, más justo, humano y fraterno. Una Iglesia que siga teniendo signos proféticos en la sociedad. 7 8 CLIM, 27. NMI, 51-53. 10 II. Objetivo de la formación 1. Punto de partida: vocación y misión ¿Cuál es, por tanto, el punto de partida, lo que da sentido a toda formación y a todo proceso formativo? Lo aclara bien ChL 58: «Dios me llama y me envía como obrero a su viña. Me llama y me envía a trabajar para el advenimiento de su reino en la historia. Esta vocación y misión personal definen la dignidad y responsabilidad de cada fiel laico y constituye el punto de partida de toda obra formativa». Una vez, pues, que se descubre la propia vocación y misión la formación aparece como un deber y un derecho de todos9. 2. Formación continua para afrontar las nuevas situaciones Por otra parte, la sociedad en la que está inserta nuestra Iglesia local de Orihuela-Alicante está experimentando cambios acelerados, que suponen un verdadero reto a nuestra capacidad evangelizadora. Entre ellos se pueden citar: • La creciente descristianización de nuestros pueblos, barrios y ciudades. • El materialismo, que olvida la dimensión espiritual del hombre. • El fenómeno creciente de la inmigración, el turismo y el ocio. • La precariedad laboral. • La crisis de la familia. • El escaso diálogo fe-cultura, con la irrelevante presencia de los laicos en el mundo de la cultura, la educación, la economía, la política y los medios de comunicación social. 9 ChL, 63. 11 Por ello la formación ha de considerarse como un proceso de crecimiento y aprendizaje continuos. Las nuevas situaciones sociales e históricas deben ser «desentrañadas» para descubrir en ellas la voluntad de Dios sobre nuestra vida. La construcción del Reino de Dios exige respuestas siempre nuevas a situaciones nuevas. El Plan de Dios se nos revela a cada uno sólo a través del desarrollo histórico de nuestra vida y de sus acontecimientos y, por tanto, sólo en el día a día10. La formación de los laicos debe ahondar, y ayudar a descubrir la voluntad del Señor en las circunstancias históricas en que está viviendo. Se concluye, pues, la necesidad de la formación para todos, que permita asumir responsabilidades como miembro de la comunidad eclesial y ciudadano de la sociedad civil, solidario con los hombres y testigo del Dios vivo. Una persona con capacidad para no huir del mundo y con capacidad para no vaciar su fe estando en él. 3. La formación para construir la identidad cristiana. Integral En todo proceso formativo se ha de tener muy claro: a. Que no se busca sólo adquirir conocimientos o saberes, sino también desarrollar actitudes y métodos de trabajo personal y comunitario, para el desarrollo de su específica vocación. b. Que se ha de ayudar a construir la identidad humana y cristiana en sus varias dimensiones (integral): afectivavivencial, teológica, eclesial-comunitaria y apostólica. La formación, por tanto, edifica una personalidad específica, y capacita para afrontar los retos que se le plantea a la Iglesia. 10 Guía Marco de formación de Laicos, Conferencia Episcopal Española, p. 1. 12 c. Que debe ayudar a que el laico construya su mundo personal, afectivo, descubriendo la llamada de Dios, para afrontar sus compromisos en la historia. d. Que debe alcanzar un conocimiento sólido del mensaje cristiano y de la cultura de nuestro tiempo. e. Que debe impulsar a la acción trasformadora de personas, ambientes y estructuras. f. Que se han de tener muy en cuenta, por tanto, sus circunstancias históricas concretas, el día a día en el que vive el laico. g. Que la formación tiene que ser acorde al nivel de compromiso de acción del laico, a sus responsabilidades y al ambiente en el que trabaja pastoralmente. 4. «Buscando la unidad de vida» En palabras de Juan Pablo II en ChL11: «Los cristianos han de buscar aquella unidad con la que está marcado su mismo ser de miembros de la Iglesia y de ciudadanos de la sociedad humana». Buscando la «unidad de vida», se evitará la fractura entre fe y vida. Esta última afirmación se convierte en un objetivo ineludible que conduce por necesidad a la formación de un laicado adulto y corresponsable. Lo que se busca ante todo es que el laico no viva dos vidas paralelas, la denominada vida secular (familia, trabajo, relaciones sociales, compromiso político y cultural) y la denominada vida espiritual. En otras palabras que se llegue a una armonía fe-vida, fe-cultura. Este objetivo nos conduce a la formación de un laico adulto y comprometido, en diálogo permanente entre la fe y la vida. Se debe por tanto garantizar, en nuestra Iglesia particular, una catequesis de inspiración catecumenal y que los planes iniciales de formación de cualquier movimiento, asociación o pa11 ChL, 59. 13 rroquia integren en su proceso la conversión personal y su desarrollo en una progresiva configuración con Cristo, una integración eclesial y compromiso misionero. Así mismo se debe concretar un serio plan de formación para formadores. Se promoverá de manera eficaz la asimilación de los valores de la cultura local (historia-tradiciones-manifestaciones de religiosidad popular) para conseguir la síntesis entre la fe y la vida de cada cristiano laico, encarnado en su tiempo y en su espacio concreto12. Esta realidad encuentra en nuestra Diócesis un cauce eclesial privilegiado: los Planes Diocesanos de Pastoral. Son ellos los que articulan eclesialmente la vocación y misión de los creyentes. 12 Sínodo 1987, prop. 42. 14 III. Destinatarios de la formación 1. Todos los cristianos Los destinatarios de la formación son todos los cristianos, vinculados de hecho a la Iglesia, en cualquier nivel de comprensión y de vivencia. Son los bautizados con alguna conciencia de su identidad creyente y eclesial, de la Diócesis de Orihuela-Alicante. No lo son los alejados o los no creyentes. Éstos precisan una nueva evangelización para la que es imprescindible un laicado adulto y comprometido. Si lo que se pretende es conseguir un laico, adulto y comprometido, ahora vamos a aclarar desde el principio los términos: a) Laico: «Con el nombre de laicos se designan los fieles cristianos, a excepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso, aprobados por la Iglesia. Es decir, los fieles que, por estar incorporados a Cristo mediante el Bautismo, constituidos en pueblo de Dios y hechos partícipes a su manera de la función sacerdotal, profética y real de Jesucristo, ejercen por su parte la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo»13. Ellos son los destinatarios de este proyecto de formación. Es en la eclesialidad de comunión donde el laico construye su personalidad eclesial y expresa su identidad. b) Adulto: Es el cristiano que busca progresivamente realizar de un modo más pleno su identidad cristiana, es decir, «configurarse con Cristo y, como él, conocer y cumplir la voluntad del padre, guiados por el Espíritu Santo»14. Es el que se descubre a sí mismo 13 14 LG, 31. ChL, 57. 15 en un proceso de conversión permanente y de permanente inserción apostólica en el mundo. El creyente adulto es el que busca modelar su persona según el ser, sentir, pensar y actuar arraigadamente cristiano y eclesial. c) Comprometido, corresponsable (militante): Según ChL 19 y 21 el cristiano corresponsable es: • El creyente que ha alcanzado a vivir la experiencia profunda de la paternidad de Dios, y que anuncia a Jesucristo como salvación de los hombres y del mundo y que descubre la historia de la liberación humana y la historia de la salvación como única historia. • Es el hombre de memoria y esperanza en la promesa de unos cielos y una tierra nuevos, cuyo cumplimiento anhela, anuncia y anticipa. • Que se empeña en transformar la sociedad, según el espíritu del Evangelio, y de liberar a los oprimidos. A la vez que comprometidos en su propia conversión personal y en la edificación de la Iglesia. • Y que llega a ser un contemplativo, testigo de la acción del Espíritu en la historia y un comprometido con esa acción y esa historia, a través de su participación en la vida social y política15. A continuación se hace necesario establecer la distinción de los diversos procesos formativos y las características que presenta cada uno de ellos. 15 Guía Marco de la formación de Laicos, Conferencia Episcopal Española, pág. 19. 16 2. Diversos niveles de conciencia cristiana Como dentro del laicado se dan diversos niveles de conciencia cristiana, se tendrán también que distinguir diferentes etapas del proceso formativo: a. Laicos comprometidos en la evangelización del mundo y en la transformación de la realidad desde el espíritu de las Bienaventuranzas. b. Laicos dispuestos a profundizar íntegramente su fe. No vinculados a un grupo, movimiento o asociación, pero dispuestos a incorporarse en un proceso madurativo de su fe, profundizando en su vocación y misión en cuanto laicos. c. Laicos en proceso de iniciación. Reconocen, de alguna manera, el sentido que la fe proporciona y perciben, aunque sea vagamente, que les compete alguna responsabilidad en la misión de la Iglesia. Por tanto, los destinatarios son todos los fieles laicos de la Diócesis de Orihuela-Alicante (los laicos comprometidos, los laicos dispuestos a profundizar en su fe y los laicos en proceso de iniciación), los miembros de las comunidades parroquiales, los miembros de los Movimientos y Asociaciones de Apostolado Seglar. 17 IV. ¿Quién forma? 1. Dios, el primer educador. Jesucristo. La Iglesia El Padre, que ama y educa a sus hijos, es el primer y gran formador de su pueblo. Esta obra educadora se revela y cumple en Jesús, que actúa desde dentro del corazón de cada hombre gracias a la presencia del Espíritu. La Iglesia madre está llamada a tomar parte en esta acción educadora divina. Los laicos son formados en la Iglesia y por la Iglesia, en una recíproca comunión y colaboración de todos sus miembros: sacerdotes, religiosos y laicos. Educadora es, sobre todo, la Iglesia Universal, en la que el Papa desempeña el papel de primer formador de los laicos, «confirmando en la fe a sus hermanos», enseñando a todos los creyentes los contenidos esenciales de la vocación y misión cristiana y eclesial. Después, en las Iglesias particulares, el Obispo de cada una de ellas tiene la responsabilidad personal con respecto a los laicos, a los que debe formar mediante la Palabra, la Eucaristía, los Sacramentos, la animación y guía de su vida cristiana. 2. La parroquia, sacerdotes-religiosos-laicos, la familia, la escuela Dentro de la Iglesia particular actúa la parroquia, a la que corresponde la formación más inmediata y personal de los laicos. Dentro de la parroquia las pequeñas comunidades eclesiales de base pueden ser una ayuda notable. Los sacerdotes y religiosos deben ser capaces de favorecer la vocación y misión de los laicos. Así mismo, los laicos pueden 18 y deben ayudar a los sacerdotes y religiosos en su camino espiritual y pastoral. La familia cristiana constituye la escuela primigenia y fundamental para la formación en la fe. También son lugares importantes de formación las escuelas y universidades católicas, en el desarrollo de la vocación y misión de los laicos. 3. Grupos, asociaciones y movimientos Así mismo, los grupos, las asociaciones y los movimientos de Apostolado Seglar tienen su lugar en la formación de los laicos, pues tienen la posibilidad de ofrecer una formación profundamente injertada en la misma experiencia de vida apostólica. 19 V. Procesos de iniciación y formación de los laicos 1. Previos Antes de poder desarrollar las diversas etapas del proceso formativo es conveniente señalar algunas acciones que deberían tenerse en cuenta de una manera especial, sin las cuales la formación de los laicos fracasaría: 1. Formar a sacerdotes, seminaristas y miembros de vida consagrada para que acompañen debidamente a los laicos en su proceso formativo. Para convocar y reunir a la comunidad; para reconocer y promover los carismas y responsabilidades de los laicos; para impulsar la acción misionera de la comunidad y la presencia de los laicos en la vida pública. 2. Sensibilizar al clero de la prioridad y fecundidad de esta tarea. 3. De todas las sugerencias formativas, que se dé una información actualizada. 4. Despertar la conciencia de la necesidad de formación en todos los miembros de nuestras comunidades cristianas, en todos los laicos. 5. Para garantizar el proceso formativo habrá que dedicar tiempo y esfuerzos. 6. Promover un protagonismo real de los laicos en los diversos procesos de formación de los mismos laicos. 7. Promover el «acompañamiento personal», sea por sacerdotes o religiosos, sea por laicos, para cuidar la dimensión personal de la vocación y misión del laico. 20 2. Iniciación Para poder asumir un determinado proceso de formación de laicos es necesario tener creyentes. Por lo cual primero tiene que darse lo que se llama un proceso o etapa de iniciación. ¿Cuál es el objetivo de este proceso? Hacer brotar los elementos que forman la identidad cristiana (el descubrir en cada momento la voluntad del Señor sobre nuestra vida), que son: 1. Aproximación a la persona de Jesús, que haga surgir un deseo de seguirle. 2. Una experiencia de Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, y del alcance de esta experiencia. 3. Orientar esta experiencia hacia todas las dimensiones de su vida cotidiana. Conseguir, en definitiva, la coherencia fe-vida. 4. Incorporación a la comunidad eclesial y crecimiento en niveles de participación, corresponsabilidad e identificación con la misma. 5. Participar activamente en las celebraciones comunitarias de la fe, fundamento de una espiritualidad cristiana. Alimentando la fe con la Palabra de Dios, los sacramentos, la oración personal y comunitaria. 6. Estas realidades harán brotar un proyecto personal de vida cristiana, que incluya la realidad personal (oración, conocimiento vivo de Dios, etc.) y la realidad eclesial y social, es decir, que pueda ponerse al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia. 3. ¿Dónde desarrollar este proceso de iniciación? Los procesos formativos han de ser muy sencillos y han de tener lugar en el seno de la comunidad eclesial o parroquial más cercana, donde se ha de cuidar especialmente la acogida. En 21 esta primera etapa resulta vital el ambiente de un grupo, de la parroquia. En el campo de la «iniciación» de laicos, no todas las iniciativas tienen la misma capacidad para hacer vivir la configuración con Cristo. Parece justo pensar que el lugar adecuado y eficaz para un proceso de iniciación y, por supuesto, de consolidación en la Fe, son los pequeños grupos o comunidades eclesiales. Favorecerlos supondrá disponer de un espacio en el que crezcan todas estas dimensiones que se han enumerado en el apartado anterior. Al señalar la importancia de estos grupos no se está cuestionando la validez de otras iniciativas, ya existentes, o que se pudieran poner en marcha en la Diócesis. Se deberían, pues, establecer los cauces para un catecumenado sistemático, que permita una profundización en todas las dimensiones de la fe cristiana. 4. Potenciación de elementos parroquiales y diocesanos ya existentes Se debe, además: a. Aprovechar y ahondar, mediante una seria revisión, la formación habitual ya existente a nivel parroquial y diocesano: catequesis parroquiales, las procedentes de los Catecumenados, de la Acción Católica o de los Movimientos de Apostolado Seglar y de los Movimientos vinculados a la Vida Consagrada. b. Revitalizar las celebraciones litúrgicas, para que puedan ser lugar donde se renueve y actualice la experiencia de Dios, y donde se desarrolle la actitud de escucha a su Palabra y a la vida. c. Una adecuada catequesis presacramental y sacramental, con motivo de bautizos, primeras comuniones, bodas, funerales, etc. d. La acción caritativa y social, esencial a la comunidad cris- 22 tiana, se convierte en un testimonio hacia fuera y hacia adentro de la comunidad eclesial. e. Ejercicios Espirituales, Cursillos de oración y de espiritualidad laical. En los que se pongan de manifiesto las dimensiones de la vida del creyente. f. Que la formación básica o de iniciación se lleve a cabo con materiales sencillos, con una metodología práctica y activa. g. Aprovechar la religiosidad popular (fiestas patronales, novenas, Semana Santa…) para formar en lo esencial de la fe con objetivos concretos y progresivos y también para suscitar procesos de conversión personal y de la formación posterior. 5. ¿Cómo favorecer el nacimiento de grupos eclesiales? Una vez hecha esta enumeración nos podemos plantear ahora: ✔ ¿Y cómo favorecer el nacimiento y desarrollo de esos pequeños grupos o comunidades eclesiales, como lugar eficaz para un proceso de iniciación y de consolidación en la fe? ✔ ¿Qué estilo concreto darle a estos grupos para que sirvan como espacio adecuado en la formación de los laicos? ✔ ¿Qué hacer? ✔ ¿Qué elementos garantizar para que ayuden a crecer a los laicos? • En primer lugar, es necesario concienciar a los cristianos de la necesidad de pertenecer a una comunidad o grupo de talla humana donde se pueda orientar adecuadamente la vida según la voluntad de Dios, un lugar donde se pueda realizar un discernimiento comunitario. —Cuidar la figura del acompañante. Sea sacerdote o laico. Su labor resultará vital para garantizar el equilibrio de todas las dimensiones de la vida creyente. Tiene que 23 ser alguien con una vivencia fuerte de su vocación. ¿Cuál es su perfil?16 —Capaz de escuchar, con la mente libre de prejuicios, la rica y compleja historia de cada uno. —Actitud de aceptación y de acogida incondicional a las personas que se le confían. —Talante para desarrollar una pedagogía de la paciencia y de la esperanza, respetando los ritmos de los acompañados/as y las decisiones que les corresponden con sus indecisiones y retrocesos. —Una personalidad equilibrada e integrada que, viviendo su fe y su vocación con coherencia, muestra su autenticidad a los acompañados. —Una sensibilidad contemplativa para leer en la historia y en la vida los signos del paso y de la presencia de Dios. —Un estilo de desprendimiento y descentramiento al estilo de Jesús, que muestra a los otros caminos sin retener y subyugar a las personas. • En estos grupos no puede estar ausente nunca la misión evangelizadora que compete al laico, personal y comunitariamente. La vida ordinaria de los miembros del grupo (en la familia, en el trabajo, en el barrio), debe ser acogida como el lugar donde el creyente vive su misión en el mundo; esta realidad se verá iluminada permanentemente por la Palabra de Dios. • Dentro del grupo, ayuda de singular manera la concreción (anual) de un proyecto de vida que recoja los elementos que desea cuidar para conseguir (a nivel personal y comunitario) el desarrollo de su identidad humana y cristiana. • Estos grupos han de valorar de manera especial la celebración de la Eucaristía y de los sacramentos para el fortalecimiento en la Misión. • La pertenencia a un grupo o comunidad eclesial debe pro16 Salvador A. García San Emeterio, El Acompañamiento, un ministerio de ayuda, Paulinas 2001, pág. 66. 24 • • • • mover la corresponsabilidad de los laicos en la vida y misión de la Iglesia. No se debe descuidar en ningún momento la inserción de estas comunidades en la vida de las parroquias y de la Diócesis. Estos grupos deben asumir como propios los Planes Diocesanos de Pastoral, como instrumento de comunión con la Comunidad Diocesana. Sin esta comunión se desvirtúa el sentido de dichas comunidades. Mediante una seria participación en la vida de estas comunidades cristianas se ha de posibilitar y orientar la presencia de los cristianos en la vida pública (política, realidad social, economía, cultura, ciencias, artes, comunicación social, vida internacional), sabiendo impregnar todas las realidades del espíritu del Evangelio, promoviendo una nueva cultura y civilización de la vida y la verdad, de la justicia y la paz, de la solidaridad y el amor. Estos grupos permiten encontrar un ámbito eclesial de discernimiento comunitario. El creyente, ayudado por diversas experiencias iniciales de fe, se va sintiendo enviado a recorrer un proceso formativo, movido por la necesidad y urgencia de profundizar en aquello que, de verdad, le construye y le facilita una mejor realización de sí mismo, de sus compromisos, de su vocación. 6. Una segunda etapa es el «Proceso de consolidación» Para conseguir un cristiano adulto y corresponsable tiene que darse un proceso por el que se suministre al creyente los conocimientos, la comprensión, los instrumentos de profundización, las actitudes y las prácticas para que logre una verdadera madurez cristiana. Una adecuada formación permite integrar co- 25 rrectamente la contemplación, la celebración y la acción en las condiciones reales de su vida. En el Proceso de formación del laicado o consolidación se dan diversas áreas formativas: • Área bíblica (AT y NT). • Área sistemática. —Cristología. —Eclesiología. —Sacramentos. —Escatología. —Teología del laicado: vocación y misión en el mundo, el laicado en una eclesiología de comunión, el laico en el magisterio de la Iglesia, el laico en el mundo. • Doctrina social de la Iglesia: criterios de actuación éticocristiana en la vida pública y socio-política, cauces de discernimiento y de compromiso cristiano en la secularidad. 7. Prioridades para el proceso de «consolidación» a. Apoyar el desarrollo de los movimientos de Apostolado Seglar, especialmente la Acción Católica que cuenta en su haber con una rica experiencia en la formación de laicos. Procurar que todos los movimientos de Apostolado Seglar acojan y desarrollen la formación que ofrece la Diócesis. b. Atender preferentemente a los pequeños grupos y comunidades eclesiales como espacio comunitario adecuado para el desarrollo armónico de la personalidad cristiana en las circunstancias de su vida. El grupo, la comunidad, ayudará a que el laico pueda construir su mundo personal, afectivo y sentimental y a descubrir la huella de Dios en la historia, y su pertenencia eclesial. c. Reconocer que el campo prioritario del Apostolado Seglar 26 d. e. f. g. h. i. j. k. l. es la familia como «escuela primigenia para la formación de la fe»17. Procurar convenientemente que los procesos formativos de cada comunidad, grupo o movimiento busquen vivir la vocación y la misión que brotan de la llamada de Dios. Promover «la revisión de vida» para que el laico con esta metodología activa, desarrolle su vocación bautismal en la realidad concreta. Favorecer en las comunidades un constante conocimiento de la realidad social y de los retos que plantea. Promover de manera sencilla y eficaz el conocimiento de la Palabra de Dios para que pueda ocupar, personal y comunitariamente, la centralidad que le corresponde, «a partir de una renovada escucha de la Palabra»18. Que en las vicarías se generalice la «Escuela de Agentes de Pastoral», como cauce idóneo y habitual para la formación de los laicos en nuestra Diócesis. Catequesis de adultos y procesos formativos de inspiración neocatecumenal. Ofrecer ayudas pedagógicas para el fomento de la lectura de los documentos del Magisterio. Estimular el acceso al Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Favorecer la formación especializada en nuestras facultades o en universidades civiles, de aquellos laicos que han de asumir responsabilidades formativas y de acompañamiento en grupos, asociaciones de laicos, o responsabilidades de organización pastoral. 8. Proceso de «Formación Permanente» Toda formación comienza por una fase básica, atraviesa di17 18 ChL, 62. NMI, 39. 27 versas etapas y finalmente queda abierta a una formación permanente. El interés se dirige ahora hacia la continua profundización de la propia identidad y misión creyente y eclesial. El acento está en el carácter sistemático de la formación. Esta formación debe acompañar al laico en su proceso vital cristiano y en las actividades apostólicas o ministeriales que realiza. Ahora se concretan algunas ofertas formativas a modo de sugerencias: a. Planes de formación permanente de los Movimientos de Acción Católica y de otras Asociaciones y Movimientos de Apostolado Seglar. b. Cursillos concretos y específicos de formación permanente al hilo de las demandas de los colectivos interesados, o de acontecimientos sociales y eclesiales de relevancia. c. Aprovechamiento de conferencias, charlas, encuentros... que habitualmente se celebran en la Diócesis. Entre los cuales merecen especial atención los Cursillos de Formación de enero. d. Cursos que se programan en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas, que pueden ser aprovechados por laicos con un cierto nivel formativo. e. Cursos y actividades organizados por los movimientos especializados, asociaciones, de ámbito diocesano. 28 VI. Asociaciones, Comunidades y Movimientos de Apostolado Seglar en la vida y misión de la Iglesia Diocesana 1. El asociacionismo El asociacionismo eclesial es «signo de la comunión y de la unidad de la Iglesia de Cristo»19. Por otra parte, el fenómeno asociativo expresa la naturaleza social de la persona y la búsqueda de eficacia operativa y el medio más adecuado para influir culturalmente en una sociedad pluralista y fragmentada. No hay contradicción entre «apostolado personal» y «apostolado asociado». 2. Consideraciones sobre su necesidad Éste no es el lugar apropiado para la descripción detallada de todos los Movimientos y Asociaciones de Apostolado Seglar, ni de recordar los criterios de eclesialidad20 de los mismos, sí es oportuno presentar una serie de consideraciones sobre su necesidad: a. Se ha de promover el asociacionismo como expresión y cauce eficaz de comunión y corresponsabilidad. De esta manera, los fieles laicos participan responsablemente en la misión que tiene la Iglesia de llevar a todos el Evangelio de Jesucristo como manantial de esperanza para el hombre y de renovación para la sociedad21. 19 20 21 AA, 18. ChL, 30. ChL, 29. 29 b. Las comunidades han de facilitar la inserción en pequeñas comunidades eclesiales, asociaciones y movimientos apostólicos. c. Las comunidades han de animar a todos a asumir sus responsabilidades en la vida de la Iglesia y de la sociedad civil. d. Las comunidades deben despertar en el conjunto del laicado la conciencia de que el apostolado asociado es exigencia de la comunión y misión de la Iglesia. 30 VII. Prioridades para la puesta en práctica de este documento Se establecen a continuación unas pistas o prioridades para hacer operativo este documento. No pretenden ser ambiciosas, sino adecuadas a nuestra situación y a los objetivos que nos hemos marcado como Diócesis. 1. Que cada parroquia, o pequeña comunidad eclesial, que cada asociación o movimiento, dedique al inicio de cada curso un momento especial a perfilar su propio proceso formativo atendiendo a las indicaciones de este documento. 2. Llevar a cabo una revisión sobre si los actuales procesos formativos, existentes en las comunidades, asociaciones y movimientos, responden a la formación que los laicos de la Diócesis de Orihuela-Alicante necesitan hoy para hacer frente a su misión. Para ello se elaborarán como ayuda unas sencillas fichas sobre los aspectos más significativos de este documento. 3. Que se establezca urgentemente un «Plan de formación para formadores», en una primera etapa. Con especial atención al «acompañamiento» de esos procesos de formación. 4. «Atender a la formación de pequeñas comunidades eclesiales» dentro de las parroquias. Segunda etapa. 5. «Favorecer la presencia de los Movimientos de Acción Católica y las Asociaciones de Apostolado Seglar en las parroquias». Tercera etapa. 31 VIII. Bibliografía Textos del Magisterio de la Iglesia que fundamentan la prioridad de la formación de los laicos. Del Concilio Vaticano II: —Constitución dogmática sobre la Iglesia (Lumen gentium, LG): núms. 31, 33, 36. —Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual (Gaudium et spes, GS): núms. 1-3, 62. —Decreto sobre el apostolado de los laicos (Apostolicam actuositatem, AA): núms. 1-2, 28-33 —Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia (Ad gentes divinitus, AG): núms. 25-26. De Pablo VI: —Sobre la evangelización (Evangelii nuntiandi, EN): núm. 44. De Juan Pablo II: —Sobre la familia (Familiaris consortio, FC). —Sobre los fieles laicos (Christifideles laici, ChL): núms. 32, 5763. —Al comienzo del nuevo milenio (Novo millennio ineunte, NMI): núms. 46, 52. De la Conferencia Episcopal Española: —Los católicos en la vida pública (CVP): núms. 184, 188. —La verdad os hará libres (LVL): núms. 53-54. —Los cristianos laicos, Iglesia en el mundo (CLIM): núms. 51,61, 66, 70-88, 121. —La Pastoral obrera de toda la Iglesia (POTI): núms. 20-24, 30. —La Iglesia y los pobres. La caridad en la vida de la Iglesia. 32 De la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar: —Guía Marco de Formación de Laicos. —El apostolado de los laicos. Materiales de reflexión. Del Consejo Diocesano de Pastoral: —La animación misionera de la religiosidad popular. —La presencia de los cristianos laicos en la vida pública. —La participación y corresponsabilidad de los laicos en la vida de la Iglesia. De la Acción Católica: —El proyecto formativo de la Acción Católica. Otros: —P.I.D. (Proyecto de Iglesia Diocesana) Programación Diocesana 2001-2002. 33 34 Anexo 1 INTRODUCCIÓN { { Religiosidad popular. Dos documentos anteriores Historia documentos Consejo Diocesano de Pastoral Básicamentel Xtnos. y vida pública. Con una finalidad: potenciar la acción misionera. { En esta línea el documento sobre formación { para ser testigos creíbles de Jesucristo; sin laicos formados no hay evangelización. No ofrece materiales concretos de formación. Sólo una orientación general de ayuda para planes concretos. En el marco del Proyecto de Iglesia Diocesana { 35 Iglesia misterio. Iglesia comunión. Iglesia misión. OBJETIVO DE LA FORMACIÓN PUNTO DE PARTIDA: Vocación y misión del laico. FORMACIÓN CONTINUA { FORMACIÓN PARA CONSTRUIR LA IDENTIDAD CRISTIANA FORMACIÓN PARA LA UNIDAD DE VIDA • La Iglesia inserta en una sociedad cambiante. • Las nuevas situaciones sociales retos a la evangelización. • Necesidad de formación al hilo de los cambios continuos. { { • Actitudes y métodos de trabajo personal y comunitario. • Ayuda a formar una personalidad cristiana integral. • Para descubrir la llamada de Dios al hombre. • Procura un conocimiento sólido de la fe y de la cultura. • Para impulsar la transformación (persona, sociedad e Iglesia). • Desde lo concreto del día a día. • Acorde al nivel del laico y sus necesidades. • Unidad vida secular y vida espiritual. • Proceso catecumenal de conversión a Jesús, la Iglesia y el compromiso. • Asimilación cultura local leída y vivida desde la fe. • Con un cauce concreto: el Plan Diocesano de Pastoral. 36 DESTINATARIOS NO SÍ Los alejados y no creyenyes. Los cristianos vinculados a la Iglesia. { PARA CONSEGUIR UN SUJETO CRISTIANO REAL • LAICO: miembro «ordinario» del Pueblo de Dios que es la Iglesia con una vivencia desde la vida secular. • ADULTO: busca configurarse con Cristo, cumpliendo la voluntad del Padre, guiado por el Espíritu Santo. • COMPROMETIDO: empeñado en transformar la sociedad, en su propia conversión y en la edificación de la Iglesia. { • LAICOS COMPROMETIDOS. DESDE DIVERSOS NIVELES DE CONCIENCIA CRISTIANA • LAICOS DISPUESTOS A PROFUNDIZAR SU FE. • LAICOS EN PROCESO DE INICIACIÓN. 37 ¿QUIÉN FORMA? DIOS - JESUCRISTO - EL ESPÍRITU SANTO LA IGLESIA IGLESIA UNIVERSAL - IGLESIA PARTICULAR (El Papa) (Obispo) PARROQUIA (sacerdotes, religiosos, laicos) Familia Grupos Escuela Asociaciones Universidades católicas Movimientos 38 PROCESOS DE FORMACIÓN DE LOS LAICOS PREVIO INICIACIÓN CONSOLIDACIÓN FORMACIÓN PERMANENTE 39 PROCESOS DE FORMACIÓN DE LOS LAICOS PREVIO { • Formar formadores (sacerdotes, seminaristas, religiosos, laicos). • Sensibilizar sobre la prioridad de la formación: sacerdotes, laicos. • Dedicar tiempo y esfuerzo. • Promover el protagonismo laical. • Impulsar el acompañamiento personal de laicos. 40 PROCESOS DE FORMACIÓN DE LOS LAICOS { OBJETIVO: proceso inicial de la fe (Jesús, Dios, fevida, incorporación Iglesia, proyecto personal). DÓNDE: comunidad eclesial (parroquia y pequeños grupos o comunidades eclesiales). INICIACIÓN • Catequesis y catecumenados, AC, mtos. y asociac. apostolado seglar, mtos. vinculados vida cons. • Revitalizar celebraciones POTENCIACIÓN litúrgicas. DE LO YA • La acción caritativo-social. EXISTENTE • Ejercicios espirituales, cursillos oración y espiritualidad seglar. • Aprovechar la religiosidad popular. CÓMO FAVORECER EL NACIMIENTO DE GRUPOS ECLESIALES { { • Concienciar necesidad pertenecer grupo o comunidad. • Cuidar la figura del acompañante. • Presencia de laicos comprometidos. • Proyecto de vida. • Inserción en la vida eclesial. • Presencia de los cristianos en la vida pública. 41 PROCESOS DE FORMACIÓN DE LOS LAICOS {{ { Hacia una madurez cristiana: conocimientos, actitudes, prácticas, integración de oración-celebración-acción. PROCESO Diversas áreas formativas: bíblica, sistemática (teología del laicado), Doctrina Social de la Iglesia. CONSOLIDACIÓN • Apoyar mtos. ap. seglar y esp. AC. • Atender pequeños grupos y edades ecle. • Reconocer la familia como campo prioritario. • Instrumentos: RV, conocimiento realidad social y de la Palabra de Dios. • Instituciones: Escuela Agentes de Pastoral, catequesis adultos, Instituto Superior Ciencias Religiosas. PRIORIDADES 42 Anexo 2 Primer cuestionario (Sobre todo el documento) Trabajo personal 1. Leemos todo el documento ayudándonos de los esquemas. 2. Formulamos dos o tres cuestiones que necesitamos aclarar. 3. Valoramos globalmente el documento, razonando la respuesta (sería bueno indicar un elemento positivo y un elemento negativo o una laguna que encontramos en el documento). Puesta en común 1. Compartimos los puntos 2 y 3 del cuestionario. 2. En el punto 2, después de recoger la aportación de cada uno, procuramos entre todos resolver las cuestiones planteadas. 43 Segundo cuestionario (Sobre la primera parte: objetivo, destinatarios y sujeto) Para grupos que ya tienen plan de formación y lo revisan 1. ¿En qué medida la formación es una ayuda para vivir tu vocación y misión específica como cristiano o cristiana seglar? 2. La formación ¿tiene en cuenta los cambios continuos de la sociedad? ¿Cómo? 3. ¿De qué manera ayuda a construir tu identidad cristiana y a fomentar la unidad de vida? 4. ¿Trabaja la formación que vivas tu ser cristiano con talante laico, nivel adulto y estilo comprometido? ¿Con qué estrategias? 5. ¿Tiene en cuenta el plan formativo los diversos niveles de conciencia cristiana que tienen las personas que entran en un proceso de formación? ¿Qué recursos se utilizan? 6. ¿Quién asume la responsabilidad directa de la formación? ¿Cómo se asegura la fidelidad del proceso formativo a las orientaciones de la Iglesia, que es quien en definitiva forma? 44 Segundo cuestionario (Sobre la primera parte: objetivo, destinatarios y sujeto) Para grupos que no tienen plan de formación 1. ¿Cuál de los tres objetivos indicados para la formación te parece más importante? ¿Por qué motivos? 2. ¿Consideras que los cristianos o grupos que no han vivido un proceso formativo lo experimentan como una laguna personal o que no sienten necesidad de formación? ¿Cuál de los tres objetivos resulta más difícil de comprender por un cristiano no formado? 3. ¿Cómo puede un plan de formación ayudar a madurar como cristiano hasta vivir con un talante laico, un nivel adulto y un estilo comprometido? 4. ¿Y qué diferencias se deberían plantear a la hora de formar a cristianos con distintos niveles de conciencia: laicos en proceso de iniciación, laicos dispuestos a profundizar su fe o laicos comprometidos? 5. ¿Quién puede asumir la responsabilidad de formar? ¿Cómo se asegura que la formación es fiel a las orientaciones de la Iglesia? 45 Tercer cuestionario Para grupos que ya tienen plan de formación y lo revisan 1. ¿Qué pasos se dan en el plan de formación para formar formadores, concienciar sobre la prioridad de la formación, promover el protagonismo laical y acompañar personalmente? ¿Se dedica tiempo y esfuerzo a este momento previo? 2. ¿Cómo se trabaja en la formación inicial los diversos elementos indicados: conciencia de necesidad de pertenecer a un grupo o comunidad, figura del acompañante, proyecto de vida, inserción en la vida eclesial, presencia en la vida pública, etc.? 3. ¿Cómo se trabaja durante la consolidación de la formación los diversos elementos que debe integrar: conocimientos, actitudes, prácticas y equilibrio de la oración-celebración-acción? 4. ¿Se abordan las diversas áreas formativas: bíblica, sistemática (particularmente la telogía del laicado) y Doctrina Social de la Iglesia? ¿Cómo se hace? 5. ¿Se utilizan instrumentos probados como la revisión de vida y el conocimiento social y de la Palabra de Dios? ¿Con qué frecuencia y de qué forma? 6. ¿Disponéis de un plan de formación permanente posterior al plan de consolidación? ¿Qué experiencia tenéis del mismo? (Lo que habéis hecho y una valoración del resultado.) 46 Tercer cuestionario Para grupos que no tienen plan de formación 1. Indica uno o dos elementos que te parezcan más difícil de llevar a la práctica, y razona su elección: a) De los elementos indicados en el proceso previo. b) De los indicados en el proceso de iniciación en el apartado «cómo favorecer el nacimiento de grupos eclesiales». c) De las prioridades señaladas en el proceso de consolidación. d) De las propuestas que aparecen en el proceso de formación permanente. 2. En el proceso de consolidación se indican dos aspectos (la madurez cristiana y las áreas formativas): ¿cuál de los dos aspectos te parece más difícil desarrollar? ¿Por qué? 3. ¿Cómo se puede introducir el tema de la formación, tal como el documento lo plantea, en tu grupo, asociación o movimiento? ¿Qué pasos vais a dar? 47