que posiblemente remite «pinaster», recorre toda la cuenca septentrional mediterránea, aunque nuestro autor lo niegue.) Se muestra, sin embargo, tajante, en la contraposición de notas distintivas que le permiten discriminar entre «pinus» y «pinaster». (Vimos que «pinus sylvestris» no era más que la versión espontánea de «pinus sativa».) En esa voluntad de rigor, de aportar las propiedades características, con una finura extraordinaria a veces, rompe con la tradición inmediata de Brunfels, Fuchs o Tragus. Belon aporta, por primera vez, una sistemática razonada de las plantas que integran el conjunto de las coniferas; dicho de otro modo, ofrece un tratado. Compara «pinaster» con «Pinus», árbol éste común y que supone conocido por todos. Su método sigue siendo, todavía, en muchos aspectos, comparativo. En cuanto a ramificación, ambos lo son en abundancia; en cuanto a la altura, «pinaster» es menor, si bien se aproxima al grosor y a la altura de «pinus»; en cuanto a la corteza, lisa, aunque el tronco hundido; las ramitas, fácilmente dominables para cestería; el porte general es de seta terminada en punta aguda, forma piramidal inconfundible cuyas ramas superiores se espesan en una suerte de círculo, conoidal por tanto; posee el verde más resplandeciente; estróbilos cónicos, blandos, rubios y de sabor agradable, muy apreciados por las aves y por los campesinos; fascículos pentafoliares . Por ser, pues, muy parecido al pino, pero diferir más que la mera variedad silvestre se le llama «Pinaster». Sus paisanos llaman, al «Pinaster», «Elf»: «Nomine omnes a nostris incolis proprio cognominantur. Pinastrum enim Alevo vel Elvo vocant.» La comparación con «Pinus» le da pie para confeccionar una suerte de cuadro sinóptico de las coniferas en lo relativo a diversos caracteres. En razón de la forma de las ramas: «Abies», «Cedrus magna», «Sapinus» y «Larix» extienden lateralmente las ramas como los brazos salen del tronco, mientras que «pinaster, pinus y picea» los levantan irregularmente . (Los tres últimos van asociados en la disposición de las ramas.) En razón de las pinas: «Picea», «pinus», «sapinus» y «abies» fructifican, al segundo año, en el extremo de las ramas ; también echa frutos en el extremo de la rama «pinaster», pero sus conos son más blandos . Singular, entre todos, los rasgos, es su haz pentafoliar y su fruto, ayuno de hojas que lo ciñan . Por último, «pinaster» es el último árbol que abandona las cumbres de los m o n t e s . Recapitula su doctrina sobre el «pinaster» a través de la descripción del ejemplar real que existe en Fontainebleau, nacido de semilla, como es la forma usual de las coniferas . (A modo de inciso, y a propósito de ese «árbol de la vida» (Thuia occidentalis), aconseja Belon no hacer demasiado caso de las cosas de historia natural que se cuentan del «nuevo mundo» .) Los caracteres que avalan su naturaleza de «pinaster» afectan al tronco, corteza, ramas (disposición cruciforme), hojas (en fascículos de cinco o seis) . Y, con una lógica naturalista aplastante, él mismo cultiva y obtiene réplicas del «pinaster» de rey . 132 133 134 135 136 137 138 139 140 141 142 143 "Larix" 144 Aunque Belon es el primer autor que acomete sistemáticamente el estudio de las coniferas, se había producido una larga disputa, cuyos ecos él recoge en torno a la existencia o no de ciertas pináceas en Grecia. Se levanta la cuestión a propósito de la traducción de Teofrasto y de la tradición pliniana. Ruellius, por ejemplo, recuerda ya cómo, para algunos, pythos designaba en la Historia plantarum también al alerce y comprendía a buen seguro la pícea, especie muy afín . Belon, que niega, lo veremos en seguida, que el alerce crezca en Grecia, negará a fortiori que pueda darse ese sentido a ningún término de Teofrasto . La tradición había ido acumulando otros errores relativos a «Larix»; en particular, una supuesta incombustión, citándose a ese propósito el testimonio de Julio César, quien mandó proteger su castro con madera de ese árbol. Los franceses llamaban en su tiempo al alerce, y lo siguen llamando, «mélèze» . Por ser «larix» una conifera que ha visto, la dibujará. En las páginas introductorias anuncia algunas 145 146 147