Tema 8. La economía del período de entreguerras: la crisis de 1929

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Tema 8. La economía del período de entreguerras: la crisis de 1929 y la Gran Depresión.1.- Los antecedentes de la crisis: la gran prosperidad de los años 20 y sus bases ficticias.Ya hacia 1914 los EEUU, como consecuencia del gran desarrollo que alcanzó en el país el Gran
Capitalismo Industrial (ver tema 5), se habían convertido en la 1ª potencia mundial y habían alcanzado
una gran prosperidad económica.
Pero la I Guerra Mundial acrecentó dicha prosperidad: durante ella los EEUU fueron los
principales proveedores del mercado ilimitado que suponía Europa en guerra, lo que incrementó
extraordinariamente su capacidad industrial y agrícola. Así, si en 1914 los EEUU debían a Europa unos
3.000 mill. $, en 1918 la situación se había invertido y Europa debía a los EEUU cerca de 14.000 mill.
$.
Tras la guerra la prosperidad norteamericana continuó aumentando, dado que los EEUU fueron
los encargados de la reconstrucción europea, por lo que las economías europeas pasaron a depender de
la americana. De esta forma, hacia 1925 los EEUU producían más del 50% del total del hierro, carbón,
petróleo, acero, cobre y algodón del mundo; y sus reservas de oro habían aumentado de 1.800 mill. $
en 1914 a 4.500 en 1928, lo que suponía la mitad del oro acuñado en todo el mundo, y convirtió al
dólar en la moneda básica para los intercambios mundiales, sustituyendo a la libra esterlina..
Toda esta prosperidad se debía no sólo a la guerra, sino a una larga serie de factores
estructurales: sus inmensas riquezas naturales, la posesión de un amplio mercado interno, la adopción
de todas las más avanzadas innovaciones técnicas, la existencia de un potente mercado exterior (Europa,
por la reconstrucción; e Hispanoamérica, gracias al imperialismo yankee).
A esta gran prosperidad es a la que se ha dado en llamar “los felices años 20": años de bienestar
y optimismo en los que se extendió entre los norteamericanos la creencia de que “todo va mejor en el
mejor de los mundos”.
Sin embargo tal prosperidad descansaba en buena medida sobre bases ficticias:
En primer lugar existía un enorme desequilibrio entre la economía de Europa y la de los
EEUU: frente a la gran prosperidad norteamericana, las economías europeas se debatían en la
crisis endémica, el paro obrero y la progresiva dependencia respecto al dólar. La necesidad de
capital para la reconstrucción convertía en acuciante la cuestión de las deudas de guerra: Francia
exigía a Alemania el pago de las reparaciones de guerra para, a su vez, pagar sus deudas a
Inglaterra y a los EEUU; Inglaterra esperaba el pago de la deuda francesa para hacer lo propio
con la suya respecto a los EEUU; pero Alemania, con la economía deshecha por el Tratado de
Versalles, no podía hacer frente al pago de las reparaciones (su economía se hundió y entró en
una enorme inflación); por ello los EEUU hubieron de prestar grandes cantidades de dinero a
Alemania, para que ésta pudiera pagar a Francia, Francia pudiera pagar a Inglaterra y ambas a
los propios EEUU. De esta forma la economía entera de Europa dependía, pues, de las
inyecciones de capital norteamericanas).
 En segundo lugar la prosperidad norteamericana no se basaba en un desarrollo equilibrado:
por un lado, en muchos sectores el desmedido aumento de la producción supuso la aparición de
stocks que ya no podían ser vendidos, con la consecuente disminución de los beneficios
(superproducción), lo que es evidente desde 1925; por otro lado, el desarrollo no se produjo por
igual en todos los sectores productivos: mientras las industrias básicas entraban en fase de
limitación de expansión (FFCC, textiles, minería, agricultura, ...), por el contrario eran las
industrias de consumo (automóviles, electrodomésticos, ...) las que aumentaban la producción al
máximo. Y aún por otro lado, como todo ese aumento de la producción no podía ser vendido al
contado, se generalizó extraordinariamente el sistema de ventas a plazos, con la consiguiente
falta de liquidez de las empresas y de los bolsillos de los compradores.
 En tercer lugar, y este va a ser el desencadenante inicial de la crisis, la prosperidad se basó
también en una desmesurada especulación bursátil: durante los años 20 se desarrolló en la
Bolsa de Wall Street de Nueva York uno de los más espectaculares y extraordinarios “booms”
especulativos de la historia del capitalismo. Las causas de ese auge especulativo fueron:

o 1.- Una cuestión relacionada con la psicología de masas: ante las aparentemente
ilimitadas perspectivas de crecimiento económico ofrecidas por la prosperidad, todo el
mundo, incluido el americano medio, quiso aprovecharse de ello y la mejor manera de
hacerlo era invertir en Bolsa. Además, el comportamiento de los grandes y famosos
hombres de negocios de la época, que tenían una gran influencia sobre la opinión
pública, contribuyó a extender la idea de la confianza en la situación económica y en la
especulación, tanto por craso error involuntario como por auténtico interés, ya que ellos
también eran propietarios de títulos de la Bolsa. Como ellos, las “sociedades de cartera”
(p. ej. de tipo holding) también estaban interesadas en hacer subir las cotizaciones, ya
que eran propietarias de grandes paquetes de títulos.2
o 2.- La abundancia de dinero, debida a la existencia de un sistema crediticio demasiado
fácil: los bancos comerciales obtenían dinero de los bancos de la Reserva Federal al 5%
para prestarlo a los compradores de títulos al 12% (el volumen de estos préstamos creció
desde unos 1.500 mill. $ en 1924 hasta unos 7.000 en vísperas del crack en 1929). Esto
significaba dos cosas: por un lado, que los bancos también estaban interesados en la
especulación (fáciles beneficios y posibilidades de elevar los tipos de interés); y, por
otro, que el sistema de ventas a plazos también se había extendido a la Bolsa (los
préstamos suponían un sistema de venta de títulos a plazos, con fianza en base a los
títulos ya adquiridos, que se depositaban como garantía). Todo ello supone que buena
parte de la liquidez de los bancos dependía del alza continua de los títulos.
o 3.- La continua emisión de nuevos títulos por parte de las empresas, muchas de ellas
sólo para financiar stocks.
o 4.- Inacción de las autoridades monetarias y económicas, por no poder, no querer o no
atreverse a intervenir, aun a sabiendas de la peligrosidad del auge especulativo y a pesar
de los avisos realizados por algunos técnicos en la materia, que fueron tachados de
agoreros.
o 5.- El triunfo del candidato republicano Hoover en las elecciones presidenciales de
1928, ya que se había corrido el rumor de que un triunfo demócrata habría supuesto
freno a la especulación.
El resultado de todo esto fue que la cotización de los títulos de Wall Street subió hasta alturas
insospechadas: 1924: 124; 1925: 181; 1927: 245; 1929: 381.
De esta forma llegó un momento en que la cotización de la Bolsa fue pura especulación: ya no
tenía nada que ver con la buena marcha de las empresas emisoras, ni con el aumento de los beneficios,
ya que lo que movía a los compradores de títulos no era ni el disfrute de la propiedad, ni sus rentas, sino
sólo las enormes posibilidades de rápido aumento de las ganancias por la compra-venta de títulos a
precios cada vez más altos gracias a la especulación.
La situación llegó, pues a hacerse explosiva: un globo que terminaría reventando de tanto
hincharse; y por fin reventaría en 1929.
2.- El crack de 1929 en la Bolsa de Wall Street y la depresión en los EEUU.Tras un amago en septiembre (producido por cierta alarma ante los rumores de insolvencia de
algunas empresas), el crack se produjo definitivamente en octubre de 1929. Sin que se conozca
exactamente la causa (se especula con la caída de las acciones de ciertas empresas inmobiliarias que
vendían terrenos pantanosos en Florida, y con el aumento del tipo de descuento del Banco de Inglaterra,
lo que retiraría capitales europeos del mercado norteamericano), lo cierto es que el 19 de ese mes se
produjo una baja inicial; pero el auténtico desplome de la cotización se produjo el famoso Jueves
Negro, 24 de octubre de 1929. Ese día se produjo el pánico: se pusieron a la venta 13 millones de
títulos sin encontrar prácticamente comprador, y la cotización cayó entre 12 y 25 enteros. Los bancos,
para intentar frenar la baja, compraron gran cantidad de títulos. Pero el lunes 28 se produjo el desastre:
se ofertaron 9'25 millones de títulos sin encontrar demanda; la baja de la cotización alcanzó 49 enteros;
los bancos ya no hicieron más compras. Así el día siguiente fue aún más trágico: se ofertaron 33
millones de títulos y se produjo una nueva caída análoga a la del día anterior.
Por fin la caída se vería subrayada por las ventas masivas de los títulos propiedad de los bancos.
Las bajas se aceleraron y durarían hasta 1933: el índice de la Bolsa del New York Times (Dow
Jones) pasó de 251 en 1929 (finales) a 199 en 1930, 125 en 1931 y 57 en 1932. Así, entre septiembre de
1929 y enero de 1933, 30 acciones básicas de la Bolsa bajaron de un promedio de 364'9 $ a 62'7 $ por
acción; los 20 títulos de la Deuda del Estado, de 141'9 a 28 $; 20 acciones de las compañías
ferroviarias, de 180 a 28'1 $. En definitiva, unos 50.000 mill. $ se habían evaporado como el humo.
Pero lo más importante de la crisis bursátil fueron sus inmediatas repercusiones: una
profundísima depresión económica que se extendió rápidamente en los EEUU y que va a durar hasta
1933. En este sentido, la crisis bursátil tuvo tres consecuencias directas:
 Millones de norteamericanos (antiguos especuladores) arruinados.
 Múltiples quiebras bancarias (cerraron unos 5.096 bancos, de un total de 24.000), debido tanto
a la desvalorización de los títulos de su propiedad, como a la imposibilidad de reembolsar los
préstamos hechos a los especuladores arruinados y a las empresas en crisis, y a la retirada
masiva de depósitos a la vista por parte de sus clientes.
 Atemorización de los inversores, que se retrajeron, dejaron de invertir y retuvieron su dinero: la
inversión privada cayó de 15.800 mill. $ en 1929 a 900 en 1932.
Estos tres fenómenos tuvieron, a su vez, otras tres consecuencias:
el hundimiento brutal de la demanda,
el hundimiento de los precios (deflación), especialmente los agrícolas, que ya se encontraban a
la baja desde mediados de los años 20, y
 el cierre de las fuentes de financiación de las empresas.


Así, la consecuencia final fue la quiebra de una gran cantidad de empresas agrarias,
industriales y de servicios (109.371 expedientes de quiebra entre 1929 y 1932). Ello trajo consigo una
brutal reducción de los índices de producción, que se redujo a la mitad en 1932 respecto a 1929; un
aumento exorbitante del paro (de 4'6 mill. de parados en 1929 se pasó a más de 13 mill. en 1933, lo que
suponía más del 27% de la población activa); y una fuerte caída de la renta nacional y per cápita. El
paro, la pobreza y el hambre se extendieron sobre amplísimas capas de la población norteamericana.
Hasta vísperas de la II Guerra Mundial los EEUU no alcanzarían la producción y el empleo de
1929.
3.- La internacionalización de la Depresión.La crisis, que comenzó siendo específicamente norteamericana, rápidamente se internacionalizó
y se convirtió en mundial.
El mecanismo de transmisión fue el extraordinario peso de la economía norteamericana en el
mundo, que, como ya hemos visto, se ejercía a través de su enorme participación en los intercambios
mundiales y a través de las fuertes inversiones yankees en el extranjero. En virtud de ello:
1. En primer lugar se produjo la repatriación masiva de los capitales norteamericanos
invertidos en el extranjero; ello se debió a las dificultades de los bancos norteamericanos, que se
vieron obligados a hacerlo para afrontar la crisis y hacer frente a sus problemas de liquidez. Así,
si en 1929 el capital norteamericano en el extranjero (pago de importaciones más inversiones)
era de 7.400 mill. $, en 1932 se había reducido en un 32% (unos 5.000 mill. $). Ello produjo
inmediatamente durísimas repercusiones en el extranjero, especialmente en aquellos países más
dependientes del capital norteamericano, como Austria y Alemania.
2. En segundo lugar, la simple retracción de la demanda americana produjo un fuerte retroceso de
las importaciones de los EEUU (de 4.300 mill. $ en 1929 -el 12'5% de las mundiales-, a 1.300
en 1932), lo que bastaba para iniciar u proceso multiplicador negativo en la economía mundial al
cortar las ventas de los países tradicionalmente abastecedores de la economía norteamericana.
3. Para colmo, en tercer lugar, el gobierno norteamericano, como primera medida ante la crisis,
reaccionó aumentando sus aranceles aduaneros sobre los productos de importación para
proteger su economía; en represalia, los mismo hicieron otros muchos países, que impusieron
incluso restricciones cuantitativas a la importación. Todo ello contribuyó a coartar aún más los
intercambios internacionales e hizo aparecer políticas económicas proteccionistas por las que
muchos países intentaron impulsar sus exportaciones e impedir o reducir sus importaciones. Este
intento de exportar la crisis propia a los países vecinos dio lugar a una situación totalmente
insolidaria que colapsó el comercio mundial y significó el principio del fin del librecambismo y
el liberalismo económico a ultranza, incrementando fuertemente el caos y la crisis.
La crisis se extendió a través de los tres citados mecanismos, pero no afectó por igual a todos los
países, como puede deducirse de sus índices de producción en 1932 (base 1929=100):
 Países industriales: EEUU, 53; Alemania, 53; Italia, 67; Francia, 72; R. Unido, 84;
Japón, 98.
 Países nuevos: Canadá, 58.
 Países agrarios: Polonia, 63; Hungría, 82; Rumanía, 82.
 Países no capitalistas: URSS, 183.
En los países industriales europeos fue donde la crisis se manifestó con mayor antelación, y lo
hizo a través de la retirada de los capitales norteamericanos, que creó en aquéllos enormes dificultades
financieras. Uno de los primeros países afectados fue Alemania, cuya reconstrucción se había venido
realizando a base de capitales norteamericanos, de forma que cuando éstos se repatriaron, muchos
bancos e industrias alemanas quedaron descapitalizados; si a ello añadimos las dificultades inherentes al
pago de las reparaciones de guerra y al cierre de los mercados mundiales, tenemos como resultado la
multiplicación de las quiebras de bancos y empresas y un enorme aumento del paro, que se elevó a más
de 6 millones de personas, creando una situación de pobreza que serviría de caldo de cultivo para el
nacional-socialismo.
En Inglaterra la crisis, que se inició como consecuencia de la congelación de los capitales
extranjeros que aún quedaban en Alemania, adquirió quizá menor gravedad, debido a la posesión de su
gran Imperio colonial, que la colocaba en mejor situación que otros países para resistir la crisis. De
todas formas, se advirtió una gran reducción de la producción y ascenso del paro, además de que
Inglaterra se vio obligada a abandonar el patrón oro y pasar la cotización de la Libra a un sistema de
flotación; esto último supuso la ruptura del sistema monetario internacional y, por tanto, mayores
dificultades par los intercambios internacionales.
Francia se vio más tardíamente afectada por la crisis y en menor proporción, gracias a su menor
desarrollo industrial, lo que le permitía un cierto grado de autosuficiencia y una menor dependencia del
comercio exterior. No obstante, en 1932 habían quebrado importantes empresas y el par ascendía a
300.000 desempleados.
Pero la crisis se extendió también a los países de economía primaria, los productores de
materias primas y alimentarias para el mercado mundial. La retracción de la demanda mundial de estos
productos produjo el hundimiento de sus precios, especialmente en el caso de los alimentos, cuyos
precios ya mostraban tendencia descendente desde mediados de la década de los 20. Así, los países
agrarios de Europa y América Latina sufrieron un fuerte deterioro de su relación de intercambio: los
precios de sus productos agrarios cayeron en un 50% mientras los de los productos industriales que
necesitaban sólo lo hicieron en un 30%; es decir, recibían menos dinero por sus productos que el que
habían de pagar por sus importaciones industriales. Ello supuso para todos estos países (Hungría,
Argentina, Brasil, Canadá, Australia, ...)enormes dificultades en sus balanzas de pagos, con déficit
crónicos y devaluaciones constantes de sus divisas. Todos ellos, para hacer frente a sus problemas,
reaccionaron del mismo modo: imponiendo barreras aduaneras a los productos industriales, con lo que
los países industriales se deprimieron aún más y redujeron aún más las importaciones de materias
primas y alimentarias.
En definitiva, pues, a nivel mundial la depresión se caracterizó por el hundimiento de la
demanda, de la producción y de los precios, las quiebras bancarias y empresariales, el aumento del paro,
y el colapso de los intercambios comerciales y financieros.
4.- Las consecuencias de la crisis.La depresión de 1929-33 es una crisis extraordinariamente grave y profunda debido a sus
propias características:
a) Es una crisis mundial, aunque no afecte por igual a todos los países; afectó a cada país según su
grado de dependencia respecto a la economía norteamericana: a los países aislados (URSS) no
los afectó, y a los restantes, los afectó en mayor o menor grado y a través de diferentes
mecanismos según su grado de dependencia.
b) Es una crisis de amplia intensidad; afectó con gran dureza a todas las actividades económicas y
sectores productivos (agricultura, industria, comercio, transporte, etc.).
c) Es una crisis de extraordinaria duración, la más larga de las conocidas hasta entonces, quizá
como consecuencia de la dificultad de una reactivación ante la desaparición de una gran parte
del tejido productivo y el hundimiento de la inversión.
d) Es una crisis ideológica: su existencia comenzó a poner en duda la eficacia misma del sistema
capitalista y del liberalismo económico, ya que, ante la incapacidad de la ortodoxia liberal
tradicional para aportar soluciones, parecía que el sistema era incapaz de recuperarse.
Pero la auténtica gravedad de la crisis arrancaba fundamentalmente de las durísimas
consecuencias que tuvo:
a) En lo demográfico, las consecuencias fueron serias en el ámbito del crecimiento natural y de las
migraciones:
 En lo relativo al crecimiento natural, se detuvo el elevado crecimiento típico de la
época industrial: la crisis retrajo la natalidad y, por el contrario, elevó la mortalidad. El
resultado fue una drástica disminución del crecimiento demográfico. La única excepción
fueron los países autoritarios (Alemania, Italia) cuyo crecimiento continuó por los afanes
de sus regímenes fascistas de aumentar su potencial militar.
 En lo relativo a las migraciones, la crisis supuso el cese definitivo de las transoceánicas
(los países nuevos no pueden permitirse ya el lujo de nuevas bocas a alimentar), y del
éxodo rural. Además, las penurias y dificultades de la crisis contribuyeron a aumentar
actitudes racistas y xenófobas (persecución de los judíos en Alemania, que se inicia en
1933).
b) En lo social, la crisis produjo, ante todo, un enorme aumento del paro laboral, que se abatió
sobre todos los países (40 millones de parados en los países occidentales). Pero no afectó por
igual a todos los grupos sociales: algunos (los que mantuvieron su nivel de ingresos ante la caída
de los precios -propietarios de inmuebles, rentistas, funcionarios...) se beneficiaron; pero para la
mayoría el poder adquisitivo disminuyó: los accionistas y los campesinos se arruinaron; los
profesionales liberales vieron muy reducida su clientela; los obreros, o estaban en paro o vieron
drásticamente reducidos sus salarios, y con pasibilidades asistenciales muy escasas. Así, entre
las clases proletarias la hostilidad hacia el sistema se volvió universal: el malestar social, la
agitación, la fuerza de los sindicatos y de los partidos obreros, socialistas, comunistas y
anarquistas, aumentaron.
c) En lo político la crisis trajo enormes dificultades y tensiones, tanto en el interior como en el
exterior:
a. En la política interior la crisis contribuyó al desprestigio de la democracia y, por tanto,
al auge de las tendencias políticas extremas: de izquierda (por la agitación obrera) y,
por miedo y reacción a éstas, de derecha, los fascismos o totalitarismos (Hitler llega al
poder en Alemania en 1933).
b. En la política exterior la crisis rompió la solidaridad y el pacifismo internacional que se
había mantenido desde el Pacto de Locarno; desde ahora, los egoísmos nacionalistas
acrecentarán las tensiones, que se verán, además, impulsadas por la política agresiva de
los partidos totalitarios en el poder en Alemania e Italia, hasta desembocar en la II
Guerra Mundial.
d) En lo económico la crisis trajo consigo profundos cambios en el campo de la teoría y en el
campo de la práctica económicas
a. En el campo de la teoría se produjo una revisión del pensamiento económico liberalcapitalista.
i. Hasta entonces, las teorías clásicas habían considerado una economía capitalista
sana la que poseía pleno empleo y equilibrio entre oferta y demanda; pero la
crisis ha multiplicado el paro y roto el equilibrio por exceso de oferta
(superproducción). Los economistas liberales ortodoxos consideraban que en una
situación así el principal problema, el paro, debía y podía ser atajado con una
reducción de los salarios y manteniendo el equilibrio en los presupuestos del
Estado (reducción del gasto público que mantendría una moneda sana).
ii. Sin embargo, esto sería criticado por un nuevo economista inglés, John
Maynard Keynes, quien argumentó que la única forma de contener y reducir el
paro consistía en aumentar la demanda efectiva, y, por tanto, no en reducir los
salarios. Para ello era necesario, según Keynes, lanzar a la circulación dinero
abundante y aumentar la inversión y el gasto público en grandes obras y medidas
de seguridad social. Ambas cosas elevarían el poder adquisitivo de la masa
trabajadora, estimularía la demanda, elevaría los precios y estimularía la
producción, los beneficios y la reactivación económica. Las ideas de Keynes, que
terminarían extendiéndose, suponen, junto a la presión del movimiento obrero, el
final del Capitalismo Liberal a ultranza (basado en la ausencia total de
intervención del Estado en economía) y el inicio del Capitalismo Mixto actual
(basado en la coexistencia de la libertad de funcionamiento del mercado con un
cierto grado de intervención del Estado para paliar sus posibles abusos o crisis; lo
que hoy se llama Estado del Bienestar).
b. En el campo de la práctica económica se asistió al abandono del liberalismo y el
librecambismo tradicionales:
i. Abandono del librecambismo: por un lado apareció la tendencia a la autarquía,
es decir, la tendencia de cada país a autoabastecerse evitando las importaciones,
pero favoreciendo las exportaciones. Para ello se elevaron los aranceles
aduaneros y se pusieron en práctica políticas monetarias devaluadoras (falta de
cooperación monetaria internacional), a pesar del intento de cooperación
internacional para evitar tales prácticas que supuso la Conferencia internacional
de Londres de 1933. En definitiva, se impuso la política de “arruinar al vecino”,
que favorecería a países con economía muy diversificadas, como EEUU, o con
grandes imperios coloniales, como Inglaterra, y que lanzaría a otros a la creación
de áreas de influencia económica, como Alemania, Italia o el Japón.
ii. Abandono del liberalismo: lo anterior conduce a una intervención cada vez
mayor del Estado en la economía, ya que es el único que puede mantener el
proteccionismo y actuar con energía contra la depresión (según Keynes). Así el
Estado tenderá a convertirse en empresario (obras públicas e industria bélica
contra el paro), comprador (pedidos a todas las industrias) y planificador (creador
de las bases del desarrollo tradicional).
c. No obstante, llevada al campo de las políticas económicas de los Estados, la práctica
económica resultante de la crisis dio lugar a dos soluciones o alternativas diferentes:
i. La política económica de los regímenes democráticos, de la que el ejemplo más
claro es la política del New Deal del presidente norteamericano Franklin D.
Roosevelt, a partir de 1933 (Estudiar en manual, aptdo. 5.2, pág. 169).
ii. La política económica de los regímenes totalitarios, como por ejemplo, la
desarrollada en la Alemania nazi de Hitler (Estudiar en manual, aptdo. 5.4, pág.
171).
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