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PRÓLOGO
erfecto ha tenido un gran coraje cuando ha decido dedicar su más reciente tra­
bajo científ ico al derecho f inanciero europeo. En el tiempo ha renovado la conf ianza en la creación de un derecho europeo que ha inspirado, en el marco de la ac­
tividad del Departamento de Derecho Especial de la Universidad de Santiago, las
más recientes iniciativas académicas de Perfecto, como son testimonio también las
publicaciones sobre las reformas tributarias en Europa.
Gran coraje para reunir en una visión unitaria las f inanzas y la f iscalidad de la
Unión Europea. Visión unitaria que los Tratados priman, pero que tras la desafortu­
nada convención por la Constitución Europea, por consiguiente, no hemos sabido o
querido dar. La peculiar regulación en materia f inanciera y f iscal se queda siempre
en algo diferente y sectorial, no ofrece, en efecto, el soporte del derecho comunita­
rio originario, que sería, sin embargo, necesario para crear un derecho f inanciero
europeo, a su vez unitario y coherente con el ordenamiento comunitario. La dif i­
cultad de integrar, en el Derecho f inanciero europeo, el papel de la Unión, como ga­
rante de la plena integración del mercado, autorizado como tal para vincular y po­
ner límites a la soberanía nacional en materia tributaria, con aquel papel de sujeto
político que necesita recursos f inancieros propios y, posiblemente autónomos, para
poder desarrollar los f ines y las políticas que los Tratados le atribuyen. Una escisión
entre tributación y f inanzas, presente desde el Tratado de Roma y que ha sido re­
producida en la más reciente y desafortunada convención para la Constitución eu­
ropea. Audaz, por eso, el esfuerzo de Perfecto de superar, con sabio trabajo, esta di­
visión, relacionando de manera coherente estos dos aspectos y replanteando la visión
unitaria del derecho f inanciero europeo según la tradición jurídica común de los Es­
tados europeos. Ello no signif ica que el recorrido científ ico haya sido sencillo o li­
neal, sino que, al contrario, ha requerido de un esfuerzo continuo para investigar y
para individualizar los principios que pueden inspirar el fundamento del derecho f i­
nanciero europeo.
Era necesario un método y este no podía ser otro que el jurídico. En esta disyun­
tiva descansa el valor de renovar la conf ianza en aquello que acompaña tradicional­
mente la labor del jurista. En el ordenamiento interno esto precisa de un compromi­
so consolidado y familiar, dada la precisa relación entre los principios y las reglas.
Ha resultado, después, difícil e imprevisible en el ordenamiento comunitario donde
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Perfecto ha debido ordenar las disposiciones dispersas sobre f inanzas y f iscalidad en
función de principios jurídicos y no sólo económicos, que el Tratado de Roma prima
y que luego los de Maastricht y Ámsterdam y que después la misma convención cons­
titucional ha plasmado. Sólo así ha podido y sabido rescatar a la f iscalidad de una vi­
sión únicamente instrumental, útil para la plena integración del mercado único, sin
obligación de pagar, con una falta de identidad el carácter concurrente de la compe­
tencia en materia f iscal entre la Unión y los Estados. El método jurídico se ha reve­
lado útil y ef icaz cuando se ha tratado de gobernar, gracias a un conocimiento am­
plio y profundo de la jurisprudencia comunitaria, la influencia de las libertades
económicas y la prohibición de discriminaciones a través de la imposición directa na­
cional. Ha permitido confrontar los modelos de armonización f iscal en el sector de
la imposición indirecta con las soluciones nacionales, en nombre de principios jurí­
dicos que no son y exclusivamente funcionales para someter la elección f iscal de los
Estados a la plena integración del mercado. Conseguir así integrar la f iscalidad en el
ordenamiento comunitario es un mérito importante de este libro. Consciente de va­
lorizarla como un objetivo comunitario, conectado en su evolución, no sólo al mer­
cado, sino también a la ciudadanía europea. En este sentido los principios jurídicos,
que son fatigosamente trabajados pero felizmente emergen con la aplicación del mé­
todo, constituyen la cultura que puede enriquecer al contribuyente europeo como ciu­
dadano y no sólo como operador económico o como consumidor.
No podían las f inanzas ser extrañas a la construcción de un derecho f inanciero
europeo. El esfuerzo de Perfecto de integrarla en el ordenamiento comunitario ha
debido de superar fuertes dif icultades: los ingresos propios de la Unión no pueden
superar la visión sectorial que le han conferido los Tratados quedando prisioneros
de la dialéctica entre los Estados nacionales y la Unión, midiendo el grado de auto­
nomía de la f inanciación comunitaria de la nacional, luchando por consolidar que
se destaque de la f inanciación nacional, deseando af irmar una mayor transparencia
entre la f inanciación y los servicios, aspirando a un reparto territorial que no sea el
de los Estados, sino el de los impuestos armonizados.
El coraje y la conf ianza demostrada por Perfecto se ha fundado en el esfuerzo de
encuadrar la búsqueda de la autonomía f inanciera y de los aspectos positivos que la
animan, desde una perspectiva que valore a los contribuyentes y no sólo a los Esta­
dos y donde el consenso y no sólo la responsabilidad f inanciera sean recurrentes y
difusos. La conf ianza lleva a valorar incluso los más endebles indicios jurídicos de
la evolución de los Tratados, a superar la decepción provocada, desde el punto de
vista jurídico, por la escasa originalidad del proyecto constitucional sin ambiciones
y, desde el prisma político, por la desconf ianza de una parte importante de los ciu­
dadanos europeos.
Def inir el derecho f inanciero europeo en términos unitarios, propiamente jurí­
dicos y sistemáticos, como ha hecho Perfecto, signif ica también manifestar la con­
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f ianza de que, en el plano europeo, allí donde el poder político ha fracasado en su
más elevada ambición, la constitucional, pueda en cambio alcanzar llegar al méto­
do, el jurídico, que pertenece a la más elevada y cualif icada tradición académica eu­
ropea. Su aplicación es solicitada precisamente de la variedad de contribuciones ju­
rídicas, nacionales y comunitarias que caracterizan el Derecho f inanciero europeo;
su ef icacia es resaltada por el empeño, no fácil, de una búsqueda de categorías jurí­
dicas y de principios que pertenecen al ordenamiento comunitario o han sido ela­
borados por la jurisprudencia comunitaria en los sectores específ icos de la f iscali­
dad y las f inanzas, o derivan de las tradiciones constitucionales de los Estados
miembros.
Sin este fundado conocimiento y sin esta madura capacidad, al igual que el co­
raje, que ha inspirado la labor de Perfecto, no hubiera sido suf iciente para obtener
un resultado sistemático tan claro, preciso y racional, como el que este libro ofrece.
Por ello, puede constituir un útil viático para las futuras generaciones de estudiosos
y ciudadanos que podamos considerarnos verdaderamente europeos.
ADRIANO DI PIETRO
Catedrático de Diritto Tributario
Alma Mater Studiorum Università de Bologna
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