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Noemí y Juan Manuel: ¡Únanse!
Por Daniel Samper Ospina
El uribismo hace agua y el espectáculo
es deprimente: ¿cómo creen que nos
sentimos nosotros, los uribistas de toda
una vida, los que creemos que
merecemos un subsidio agrícola, una
embajada, al menos una notaría, al ver cómo se insultan
entre sí Juan Manuel, Noemí y 'el Pincher' Arias? ¿No
merecíamos un final menos miserable?
Por eso, me permito convocar una alianza para que no
perdamos el poder. De lo contrario ganará Mockus y no me
quiero imaginar lo que sería un gobierno suyo, decente y
libre de escándalos y de politiquería: sería casi tan aburrido
como irse de puente a una finca con Rafael Pardo: ¿de qué
habla uno? ¿Qué se puede decir?
No permitamos que naufrague el uribismo. Debemos
congregarnos. Llamo a la mesura. Noemí sugiere que Juan
Manuel es un mentiroso; Juan Manuel sugiere que Noemí es
una imbécil; Noemí no se retracta de decirle ladrón al
'Pincher': señores, ¡cálmense! No peleen por eso, que todos
tienen la razón; a todos los asiste la verdad.
Mejor consolidemos nuestra alianza. Mi primer clamor es
por la unión de Noemí y Juan Manuel: ¡únanse! ¡Junten sus
ideas! Aprovechen que ambos son unos verdaderos animales
políticos, aunque Noemí sea un poco más animal que Juan
Manuel.
Desunidos nos derrotan y se nos viene la hecatombe: nos
investigan a todos. Le quitan la embajada a Édgar Perea.
José Obdulio queda desempleado. El cultivo de palma se
viene abajo. Le dan la concesión de las carreteras a
contratistas que sí las saben construir, y no a nuestros
amigos.
En definitiva, lo perdemos todo. No lo permitamos.
Llamemos a las fuerzas vivas del Partido Conservador;
rescatemos a José Galat, que se retiró a la vida académica:
ahora hace parte de la muestra de Bodies. Él mismo se donó.
Lo pusieron en el ala derecha de la exposición, con los dedos
en V, como salía en su propaganda. Traigámoslo de vuelta
para que adhiera a Juan Manuel y se sume a esa histórica
fotografía en la que, como prueba de que la suya es la
campaña de la renovación, el candidato sale acompañado del
hijo de Laureano Gómez, la hija de Mariano Ospina, el hijo
de Guillermo León Valencia y el hijo de Antonio José Amar
y Borbón, entre otros adolescentes que representan un aire
nuevo y que son contemporáneos entre sí.
Reconozcamos con valor que vamos por mal camino.
Miremos a Noemí. Ya comenzó su derrumbe. La verdad es
que sus asesores no han podido ser más torpes. Vean al
vicepresidente que escogieron. El de Santos, al menos, suma
votos: cualquiera sabe que Angelino Garzón captura el sentir
del colombiano belfo, que es casi el 38 por ciento de la
población.
En cambio, la fórmula de Noemí no podía ser más insulsa.
¿Cómo nombran a un gordito desconocido como
vicepresidente, en vez de poner a alguien que de verdad le
sea útil a la candidata? Yo habría puesto a Norberto, el
estilista. Con Norberto, Noemí hubiera neutralizado a
Fajardo, que vive obsesionado por su pelo, parte
fundamental de su pinta de arquero, ahora suplente; y el país
habría evitado que ella tuviera una costosa nómina paralela
de peluqueros y manicuristas. Con ese ahorro se podría
solucionar la crisis de vivienda social. Habría sido una
jugada responsable y hábil a la vez.
Ahora bien: Juan Manuel también me preocupa. Se le
comienza a notar el desespero. Esta semana, para no ir más
lejos, salió vestido con poncho de arriero y sombrero
aguadeño. Ya se está disfrazando de Uribe: ¿es eso de
adultos? ¿No podría asumir su temperamento de camaleón
con algo más de dignidad?
Y lo digo con cariño, porque lo quiero de verdad. Pero
pobre: está a minutos de vestirse con un frac ombliguero,
hablar con acento paisa y decir que Jorge Noguera es un
buen muchacho con tal de ganar las elecciones.
Pero no las va a ganar. Y no lo digo por su físico, con el
cual, faltaría más, no me meto: sería de mal gusto. Creo que
cualquier persona está en su derecho de someterse a una
rinoplastia, aunque habría sido más prudente no hacer
campaña en pleno posoperatorio. Era mejor esperar a
desinflamarse. No lo digo por eso, sino porque se empieza a
notar que de candidato es aun menos carismático que de
ministro.
Amigos uribistas: hacemos agua. Clamo por la unidad.
Demostremos que, juntos, somos mejor opción que los
verdes: ¿ahora resulta que el Twitter, el Facebook y demás
pendejadas de esas son más efectivas que el voto amarrado,
la prebenda y todos nuestros sistemas de hacer política?
¡Nada de eso! Sería una vergüenza que el uribismo sea
derrotado por un poco de universitarios, de intelectuales, de
ciudadanos ordinarios que no tienen ganados ni sembradíos
ni temen a la hecatombe. ¡Convoquemos, pues, a nuestros
gamonales! ¡Llamemos a nuestros caciques de provincia, a
los pastores cristianos, a los cabezas rapadas, a la gente del
Opus Dei: a todos los nuestros! ¡Invoquemos todas las
fuerzas del uribismo! ¡Todas! Juntémonos con el PIN si es
preciso; con 'la Gata', si es necesario. Y unamos la potencia
de los congresistas que los apoyan por separado, y que son
grandes gendarmes de la moral y de la ética: ¡doctor Omar
Yepes, salve la patria! ¡Trabaje con el doctor Name! ¡Doctor
Gerlein: saque esto adelante con Piedad Zuccardi!
Amigos uribistas: evitemos la derrota a toda costa. Aún
estamos a tiempo de reaccionar. Aprovechemos que somos,
antes que nada, unos reaccionarios.
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