44 – Historia de la Iglesia LA CAUTIVIDAD DE AVIÑON La Iglesia posee algunos bienes en Francia. El rey Luis XI se los había donado en el año 1229. Trasladando la corte pontificia a Francia, exactamente a la ciudad de Aviñón, el papa Clemente V inicia uno de los períodos más funestos para la Iglesia: el destierro de Aviñón. Durante este tiempo los papas sufren influjos por parte de los reyes de Francia, que casi siempre buscan exclusivamente su interés. Esta orden religioso-militar ha combatido gloriosamente en Tierra Santa, pero, después de la derrota de Tolemaida, en el año 1291, los templarios se trasladaron a Francia donde adquirieron muchas posesiones. Por medio de los cardenales, el rey Felipe el Hermoso hace notar al Papa que la orden de los templarios ya no sirve para nada. Clemente V convoca al gran maestre de la orden y le propone unir la orden de los templarios con la de los caballeros de San Juan. El gran maestre rechaza. Felipe el Hermoso —con un lujoso cortejo— acompaña a Clemente V a la iglesia de San Justo de Lyon, donde tendrá lugar la coronación. De repente se oye un grito de terror: «¡Ese muro, se cae ese muro!» Muchas víctimas quedan sepultadas bajo los escombros. Entre tanta confusión, la tiara pontificia cae por tierra. «¡Triste presagio!», murmura la gente humilde. Felipe el Hermoso aprovecha inmediatamente esta situación y ordena la detención de todos los templarios bajo acusación de rebelión y herejía. Clemente V protesta, pero el rey presenta las confesiones de 72 caballeros templarios prisioneros. «¡Han admitido su herejía, Santo Padre!», dice Felipe. «Su condena es inevitable». El rey de Francia sabe muy bien que estas confesiones han sido obtenidas con la tortura. Una vez coronado en Lyon. el papa Clemente desea partir inmediatamente para Roma. Pero se le presenta Felipe IV el Hermoso. «Santidad, ¿por qué deseáis abandonar Francia? Aquí estáis al seguro... En Italia os veréis amenazado por continuas guerras y conjuras. ¡Quedad en vuestra patria! ¡Confiad en la protección de mi espada!» El Papa cede. Felipe el Hermoso sueña con nuevos proyectos. Ante todo planea apoderarse de las riquezas de los caballeros templarios. Entonces el Papa traslada la causa de los templarios al concilio de Vienne (13111312). Felipe el Hermoso no duda en presentarse en el concilio con sus soldados armados. Y bajo el terror de la espada se suprime la orden de los templarios. «¡Sus bienes pasarán a los caballeros de San Juan para proseguir la lucha contra el Islam!», declara el Papa. Pero Felipe no le escucha y se apodera de los bienes de los templarios. 180 181 Clemente V se ve ofendido continuamente. Pero no cede cuando Felipe, animado por los éxitos que está obteniendo, pretende cancelar de la lista de los papas el nombre de Bonifacio VIII. Ni las mayores amenazas consiguen que el Papa ceda a las ambiciosas ideas del rey. Contra los cortesanos de Felipe se alzan dos caballeros catalanes, preparados a sostener un duelo como paladines de la Iglesia. Clemente V había soñado también con proclamar una nueva cruzada. Para ello había conseguido sumas ingentes de dinero, destinadas a la construcción de una poderosa armada. A su muerte, los nobles franceses se apoderan de este tesoro, olvidando la suerte de Tierra Santa. Por lo demás, Francia tiene varias preocupaciones de tipo militar. Entre ellas la de prepararse ante posibles ataques de las fuerzas imperiales. Mientras tanto llegan a Aviñón malas noticias de Italia. El emperador Enrique VII de Luxemburgo, guiando sus ejércitos, siembra desórdenes y guerrillas en Roma y Nápoles. Clemente V vive en el castillo de Montreux. Se siente cansado. Estas noticias de Roma acaban con sus esperanzas de volver a Italia. Además, ya es demasiado tarde. El Papa se siente enfermo. CONCLAVE DE LYON Enrique VII ha muerto atacado por una cruel enfermedad. Alemania es teatro de grandes luchas entre los pretendientes a la corona imperial. Consigue prevalecer Ludovico el Bávaro, que será una terrible amenaza para toda Europa y para la Iglesia, que lleva ya dos años sin pontífice. Los cardenales se reúnen en cónclave en la ciudad de Lyon. Los cristianos esperan mucho de este cónclave. Si llegara a curar de su enfermedad, tal vez encontraría el valor para abandonar Francia y volver a Italia. Por eso decide marchar a su ciudad natal, Burdeos. Allí podrá reposar. El Papa sueña con recuperar el vigor físico para poder afrontar más tarde el viaje a Italia. Pero ni siquiera conseguirá llegar a Burdeos. Encontrará la muerte en el trayecto. Así Clemente V muere lejos de Roma, y sin haber podido realizar el sueño de todos los cristianos: el retorno de la sede pontificia a Roma. El mismo Dante Alighieri escribe una carta a los cardenales. Les pide que elijan un papa capaz de trasladar la sede pontificia a Roma. La sede de la Iglesia ha sido siempre Roma y este destierro en tierras francesas está ocasionando grandes sufrimientos a los cristianos. Por otra parte la permanencia de los papas en Francia lleva consigo el estar en las manos de los reyes galos, que se aprovechan de ellos descaradamente y les dificultan la vuelta a Roma. ¿Escucharán los cardenales esta fervorosa súplica que es también la de todos los cristianos? 182 183