Dorothy Parker, una mujer excepcional

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Dorothy Parker, una mujer excepcional
El compromiso de Dorothy con las causas radicales, en lenguaje
político norteamericano, y de izquierda la llevó a participar de
las Brigadas internacionales, para apoyar la lucha de la
República española, y estuvo con su compañero y esposo en dos
oportunidades, el escritor Alan Campbell, durante los
bombardeos contra Madrid y Valencia. Fue cofundadora en los
Estados Unidos de la Liga Antinazi.
Miguel Angel Herrera Zgaib
Proyecto Política, Estética y Literatura
“Ella fue generalmente sardónica, a menudo irascible, ocasionalmente brutal en
su mirada de hombres y mujeres…Ella contó la verdad tal y como la percibía…”
John Keats, You might as Well Live (1970)
En la reciente edición de New York Books Review, del 6 de abril, tuve
oportunidad de recordar lecturas breves que había hecho acerca de Dorothy
Parker, en el tiempo que viví en New York, ya hace algo más de 20 años. Ella,
una mujer a todas luces excepcional, a quien el comentarista que reseña su
trabajos y biografías en el magazine, califica de brillante y conflictuada, coincidió
en el tiempo con la vida de Antonio Gramsci, y lo sobrepasó.
Los comienzos
Ambos, en la década de los veinte escribieron crítica teatral, uno en Turín, y la
otra en Broadway. Desde la pujante modernidad, poblada de obreros,
automóviles y causas sociales y políticas a flor de piel. Dorothy, a los 22 años,
debutó escribiendo para la revista Vogue en 1915; de allí saltó a hacer sus
críticas teatrales para Vanity Fair, durante tres años, cosechó fama, y pronto, en
1920, los productores de Broadway, consiguieron que la botaran de la revista.
Parker estaba en sus veintes, y pasó a colaborar de modo regular en New
Yorker, teniendo como editor a Harold Ross, a partir de 1925. Años después
terminaría separándose y en conflicto, comentando a manera de gossip, que él
le había pedido que escribiera con cierta indulgencia a propósito del generalísimo
Franco.
Antonio, en Turín, acompañado por Piero Gobetti, regularmente, asistía a las
presentaciones teatrales, y consignaba sus crónicas breves, en los periódicos y
revistas socialistas, en particular, lo hacía con regularidad en L´Ordine Nuovo,
primero revista, y luego diario. En particular, no pocas veces escribió estas
reseñas para su columna Sotto La Mole, que él cuajaba en sus conversaciones
de café con el intelectual y político liberal radical, Piero Gobetti.
Se reunían con una joven artista famosa. Venían al final de la función, a juntarse
en los cafetines cercanos al circuito de los teatros, en la vecindad de la mole que
conmemoraba el triunfo del proyecto de la unidad italiana, forjado por la
monarquía piamontesa, bajo la conducción del príncipe Cavour. Para Gramsci
eran los tiempos de Pirandello en el teatro moderno, y de Grazia Delendda, en
la literatura. Una autora sarda como él, a la que dedicó algunos comentarios, en
el tiempo en que Antonio era estudiante universitario, y activista socialista.
Dorothy era demoledora en sus apreciaciones sobre las obras que veía, y poco
se entusiasmaba con las puestas en escena de las obras de Shakespeare. El
registro de sus crónicas teatrales aparecieron publicadas con el título Broadway,
1918 – 1923.
Otros recuerdan también una nota que Dorothy escribiera, con acidez, sobre el
famoso coreógrafo Michel Fokine, de la compañía de Sergio Diaghileff, que visitó
New York. A raíz de su participación en Hollywood, como responsable de las
danzas para la película Ben Hur, recordando que él había trabajado con camellos
al inicio de su vida.
Dorothy fue una extraordinaria cuentista, y así quedó plasmado en la obra “Big
Blonde” (1929) que le valió el afamado premio de cuento O: Henry Award, que
ganaron otras celebridades, entre ellas Willian Faulkner, a quien ella descubrió
lúcidamente como el más grande escritor de su tiempo; y tampoco ocultó su
entusiasmo después por Ernest Hemingway, quien no le concedió ninguna
relevancia literaria, como, en cambio sí lo hiciera John Dos Passos, quien
también la acompañó en su temprano y sostenido activismo.
El giro político
“Do I look to you like someone who could overthrow the government?” Dorothy
Parker, respondiendo a la visita de los agentes del FBI.
No se equivocan los biógrafos de Dorothy Parker, quienes señalan que su
activismo político, y no se extinguió jamás, en 1927, cuando viajó de New York
a Boston, para protestar por la anunciada ejecución contra los anarquistas
italianos Sacco y Vanzetti.
Ella Incluso se infiltró en la prisión, donde se encontraban recluidos los
anarquistas inocentes, para escribir al respecto de su drama; y marchó junto con
John Dos Passos, en las protestas impotentes pero significativas de entonces,
que pedían la liberación de los procesados. Las que tuvieron eco en la Italia de
los años veinte, solo que para entonces, Antonio Gramsci se enteró estando en
la cárcel, mientras avanzaba el proceso adelantado por el fascismo con la
connivencia de Benito Mussolini, que había sido correligionario socialista años
atrás.
El compromiso de Dorothy con las causas radicales, en lenguaje político
norteamericano, y de izquierda la llevó a participar de las Brigadas
internacionales, para apoyar la lucha de la República española, y estuvo con su
compañero y esposo en dos oportunidades, el escritor Alan Campbell, durante
los bombardeos contra Madrid y Valencia. Fue cofundadora en los Estados
Unidos de la Liga Antinazi.
Nunca se probó que hubiera sido una militante del partido comunista de aquel
entonces, influido primero, por Canon, y los trotskistas, del cual fuer parte el
mismísimo John Reed, en los inicios del siglo XX, y después estuvo bajo la
conducción del reformista Browder, que influyó también en la década de los
treinta en el joven partido comunista colombiano.
Durante el macartismo, Dorothy fue visitada por el FBI, y resolvió con ironía,
señalando que ella ni siquiera era capaz de aconductar su perro, como para que
fuera a pensar que era capaz de conspirar con eficacia contra el Estado
norteamericano. Es citado su comentario recordando tal episodio, que cito arriba
en este apartado: “¿Les parezco alguien que podría derrocar al gobierno?”
Después de New York, ella vivió un tiempo en una finca en Pennsylvania en
compañía de un matrimonio, desde donde escribía, sus crónicas y comentarios
de libros, así como cuentos y poemas. A la vez que frecuentaba las tentaciones
del alcohol, vivía los desengaños del amor, y después de un aborto legal y
consentido, insistía infructuosamente, cuando menos, en dos oportunidades
para tener un hijo. Luego regresó en los años 40 a Hollywood donde escribió
algunos scripts, y entre otros, un diálogo para la película de Hitchcock,
“Saboteur.”
Durante los años 30 escribió con regularidad para New Yorker, pero su
izquierdismo la fue orillando, hasta que quedó como ensayista esporádica.
Entonces pasó a colaborar para una revista de izquierda New Masses, en 1939,
donde no se ahorró reproches y algunas denuncias con respecto a sus antiguas
colaboraciones.
Después Parker se comprometió con el movimiento por los derechos civiles, al
lado de Martin Luther King. Sus escritos, sus archivos los dejó a Martin Luther
King, y a la organización negro NAACP, que contribuyó a crear y desarrollar
Turgot Marshall, quien llegara a ser magistrado de la Corte Suprema de los
Estados Unidos.
Con el correr de los años regresó a New York, en aquellos recorridos finales fue
viendo la desaparición de sus amigos más entrañables Ring Lardner, Benchley,
Scott Fitzgerald, su hermana Helen que fue guardiana y soporte desde siempre.
Solo quedaron luego el crítico de izquierda Edmond Wilson, y a ratos, la
socialista, Gloria Vanderbilt. Hasta que terminó recluida y sola en Volney Hotel,
en Manhattan, donde encontró la muerte, aquejada, entre otras, por un severo
alcoholismo, en 1967.
Además de Big Blonde, y su críticas teatrales y de libros, quedan, entre otras
publicaciones suyas, Not so Deep as a Well (1926), Death and Taxes, con la
brillante expectativa de que se convirtiera en una gran escritora, y produjera una
gran novela. En su lugar, la gran novela, con una altísima dosis de verdad fue su
propia vida, concluida con el anonimato, y la huella de su acidez implacable
contra la impostura, y el descubrimiento de la otra cara del Americanismo con su
carga de injusticia, discriminación racial, y menosprecio por las mujeres y las
minorías, con quienes estuvo siempre a su lado.
Por lo que no es para nada gratuito, sino un honroso reconocimiento que sus
cenizas reposen en un monumento recordatorio, en la sede principal de la
NAACP, en Baltimore, después de 1967, hasta nuestros días. Antonio Gramsci,
por su parte, otro luchador contra el fascismo, falleció 30 años antes, a los pocos
meses de haber sido liberado de la cárcel, donde estuvo recluido entre 19291936. A él lo estaremos recordando, una vez más, el próximo 27 de abril, día de
su muerte, quien probablemente nunca supo de Dorothy, una compañera de
luchas a miles de kilómetros de Roma.
Edición 491 – Semana del 22 al 28 de Abril de 2016
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