Sobre los poderes del Estado, el dinero es el jerarca absoluto

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El Clarí-n de Chile
Sobre los poderes del Estado, el dinero es el jerarca absoluto
autor Gregorio Angelcos
2006-05-09 00:01:25
Desde la caÃ-da de los socialismos reales en la década de los noventa, el modelo neoliberal se globalizó en Occidente.
Se abrieron los mercados y la interacción comercial fue multiplicándose. El sistema financiero mundial penetró las
economÃ-as de la región, y la realidad social y polÃ-tica quedaron bajo la influencia determinante de la economÃ-a. Si
agregamos que dentro de este concepto está la idea de descentralizar, trasladando influencias desde el Estado hacia el
sector privado, la función pública es cada vez (en el actual modelo) menos significativa.
El rol del ejecutivo se circunscribe a crear condiciones de estabilidad social y polÃ-tica, destinadas a garantizar un cierto
equilibrio, para que los agentes del mercado puedan operar con la mayor libertad posible.
De esta manera, emergen liderazgos corporativos, personalizados en la imagen de algún empresario, de carácter
mediático serio, autoritario, con un discurso técnico, asociado a un lenguaje económico sobre indicadores de
crecimiento macroeconómico, variaciones de la moneda de intercambio (dólar), condiciones posibles dadas por los
acuerdos comerciales entre Estados, para la exportación e importación de productos, etcétera.
Este poder fáctico del empresariado sin contar con un numeroso contingente de personas, determina en medida
importante, el ritmo y las variables de la agenda paÃ-s.
Es frecuente leer declaraciones del presidente de la producción de la Confederación y el Comercio; o del presidente de
la Sociedad de Fomento Fabril, respecto a la forma como se administra la economÃ-a desde el ejecutivo. Se polemiza
con el ministro de turno, con los grupos parlamentarios y partidos polÃ-ticos que insisten en aumentar el gasto público,
para tratar de revertir la pobreza estructural que nos lega el modelo neoliberal. En fin, se trata de una polémica donde
los empresarios participan, emiten juicios de valor, calculan las dinámicas en función de los intereses de sus empresas,
y siempre exigen condiciones de excepción en el mercado para mejorar la cantidad y calidad de sus negocios. Esperan
del ejecutivo garantÃ-as casi unilaterales para alcanzar sus objetivos, como por ejemplo: las presiones ejercidas para
conseguir un régimen de flexibilidad laboral destinado en términos generales a “reducir el valor de la mano de obra―.
El criterio es, aumentar la cantidad de manufacturas o servicios, disminuyendo el costo del trabajo. De esta manera se
concentra la riqueza en el mundo empresarial y financiero; manteniéndose una polÃ-tica salarial sin variaciones a través
de los años. Esta dicotomÃ-a, favorece un crecimiento sin equidad, distanciando cada vez más, el mundo de la pobreza
del mundo de la riqueza. Además, y a pesar de los esfuerzos del Estado por reactivar la economÃ-a, no se advierte una
respuesta coherente en materia de inversión por parte de los empresarios.
Si entendemos dentro de la lógica del modelo que, el Estado debe ser un ente regulador, y que la soberanÃ-a de la
actividad económica radica en el sector privado, entonces es imprescindible establecer el nivel de responsabilidad
social y polÃ-tica de los empresarios en el paÃ-s.
Con una mirada más humana, el universo económico trasciende el marco de los negocios, y el objetivo de la
economÃ-a es en esencia, el de satisfacer las necesidades de los hombres y mujeres de una sociedad inmersa en un
territorio determinado.
Sin negar que el crecimiento económico es una exigencia de la modernidad, no puede ser este factor, el único
elemento que disminuya los niveles de pobreza, y de hecho, no lo hace la mayorÃ-a de las veces. Entonces el tema se
vincula con fuerza a factores subjetivos, sean estos valóricos o éticos, como una redistribución del ingreso, un mejor
tratamiento salarial aparcado a una cantidad menor de ganancias de un producto colocado en el mercado. Un
incremento de algunos impuestos para que sean invertidos en programas sociales. En consecuencia, el compromiso
paÃ-s es de una responsabilidad cada vez más compartida entre el sector público y el sector empresarial y financiero;
por lo que, la garantización del empleo, la salud, la educación, entre otros, involucran a estos últimos con mayor
énfasis que en el pasado.
Exigir del Estado mejores espacios legales y públicos que sean convenientes para el desarrollo de la industria, los
servicios, el comercio y el sistema financiero, sin asumir la responsabilidad pública que la realidad exige de los
empresarios, generan un estancamiento y una contradicción, que bloquea un progreso fluido, con bienestar social y
justicia distributiva.
Mientras el Estado tuvo una ingerencia más estratégica en la economÃ-a, la satisfacción de las necesidades de la
ciudadanÃ-a dependÃ-an preferentemente de este. Pero al cambiar el eje conductor del proceso económico, el
empresariado debe asumir una responsabilidad central en el crecimiento con equidad. De lo contrario, las condiciones
de vida ciudadana dependerán de los vaivenes inestables de los negocios y las privatizaciones. Sus flujos y reflujos
determinaran que los chilenos puedan o no satisfacer sus necesidades materiales y afectivas básicas; lo que legitima
una sociedad sustentada en el azar y la injusticia.
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