Ni contigo, ni sin ti. El abrazo del Koala. El enredo al que nos

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Ni contigo, ni sin ti. El abrazo del Koala.
El enredo al que nos someten nuestros políticos, cuando solo buscan su
acomodo y olvidan el fin para el que han sido elegidos, ha derivado en un bucle
en el que ninguno de los contendientes cede en beneficio del bien común. Es
difícil definir la situación sin recurrir al esperpento. Las continuas apariciones en
programas de televisión, ruedas de prensa, o en programas de radio dan la
impresión que los líderes interpretan una canción del dúo Pimpinela o mejor
aún la copla popular de «Ni contigo, ni sin ti». Si la entonamos actualizada
puede sonar así: «Ni contigo, ni sin ti; tienen mis males remedios. Contigo
porque me matan (s); sin ti porque yo lo quiero (me muero)». Se entiende algo
mejor que las declaraciones con las que nos bombardean los políticos a diario.
Ni contigo, ni sin ti; tiene solución el debate de investidura. Es igual que el
sujeto que entone la copla sea el enrocado Rajoy o el altivo Sánchez.
Entre proposiciones deshonestas y promesas de amor, con beso de tornillo
como gesto de acuerdo, analicemos quién abraza a quién. Aparquemos a
Rajoy, en un extremo del escenario, ante un espejo repitiendo de forma
convulsiva: «Yo, gané las “eleccioneeshh”», «tengo más “votooshh” que el
“señor Pedro “Sáncheeshh”» y en una evocación al maestro Gila: «Alguien… le
tomó el pelo a alguien». En el otro extremo del escenario Pedro Sánchez se
confiesa con sus mayores: «Pedro, con Podemos no se te ocurra. El abrazo
que te va a dar, morreo incluido, va a ser el abrazo del oso». El candidato se
defiende: «Pues eso, un abrazo efusivo». A coro los amortizados responden:
«No, Pedro, no. El abrazo será asfixiante, será tu fin y el fin de nuestro
partido». «Pues entonces con Ciudadanos, que Rivera de oso tiene poco». «El
abrazo entonces será el del koala», le advierten. Pide una explicación y el más
cinéfilo del grupo le explica que el abrazo de koala, en lenguaje «pagafantas»,
es corresponder simplemente con amistad a un estrujón pasional; se acepta el
abrazo, pero se complementa con unos golpecillos en la espalda con
separación pélvica incluida. ¡Qué corra el aire! Ante el desconcierto del líder sin
pareja de baile válida para obtener la presidencia, se retira al extremo opuesto
a Rajoy, repitiendo cual mantra temporal: ¡Somos ciento treinta y uno!, somos
ciento treinta y uno, somos… ¿Somos ciento treinta y uno?
Desde la concha del apuntador se oye una voz sugerente: Pedro… Pedro, solo
quedamos tú y yo... Tengo el despacho preparado… El flirteo de Iglesias está
en marcha. Rivera, entre bastidores escucha la propuesta deshonesta que
pone en peligro su acuerdo: ¿Será Pedro capaz de interpretar lo firmado como
una mera pre-alianza? ¿Dónde dijo entente, dice ahora enfrente? ¡Qué dilema!
En platea los nacionalistas descorchan cava y txakolí brindado por sus nuevos
estados en continuo aquelarre. La voz grave de Patxi pone fin a tanta
cavilación y desmadre: «Se acabó la representación, voy a poner fin a este
grotesco folletín», dice con la Constitución en la mano. Busca afanosamente y
no encuentra el artículo que aplicar. Su inacabada carrera de ingeniero
industrial no le facilita la resolución. Se apoya en el Rey, la respuesta de Felipe
VI fue concreta: «El Rey reina, pero no gobierna». Su Majestad viendo que
Patxi estaba bloqueado le aconseja que cierre el Congreso (por obras de
reforma de actualización) y que les conceda vacaciones pagadas a «sus
señorías» con el apercibimiento expreso de multa por cada declaración pública
que realizasen antes del inicio oficial de la campaña electoral a la que estamos
abocados. País…
www.juancardona.es Ferrol, 09/03/2016
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