88 – Esté seguro de lo que cree

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Esté seguro de lo que cree
Pastor Eddie Ildefonso
Para la iglesia del Nuevo Testamento, una de las batallas más grandes se peleó en el
área de la fe, y más específicamente en la esfera doctrinal. Los creyentes primitivos
simplemente no tenían los medios de escuchar y recibir sana doctrina, como lo hacemos
hoy. Por consiguiente, la batalla por su fe era cada vez mayor.
Jesús ordenó a sus discípulos que llevaran Su Palabra a un mundo espiritualmente
depravado y moribundo. Lo hicieron, pero lo que encontraron después de que el
Evangelio comenzó a extenderse fue que la oportunidad para el error había aparecido
también. Los falsos maestros llegaban rápidamente a donde los apóstoles habían
predicado. Estos maestros de doctrinas falsas exigían que las Iglesias primitivas
observaran normas y leyes que Dios mismo no exigía.
La tentación del engaño espiritual era grande, y el resultado en muchos casos fue que
creyentes espiritualmente inmaduros se “apartaron” de la verdad. El apóstol Pablo atacó
a esos “falsos profetas”, y al mismo tiempo retó a la Iglesia primitiva a mantener su
mirada puesta en una sola cosa: su fe en Jesucristo.
El apóstol Pedro hizo lo mismo al amonestar a los creyentes a “estad siempre
preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que
os demande razón de la esperanza que hay en vosotros...” (1 Pedro 3:15). En otras
palabras: “¡Estén seguros de lo que creen! ¡No tengan temor de comunicar la verdad a los
demás!”
Pedro estuvo en la vanguardia de la comunicación del Evangelio. Comprendía las
tensiones y las pruebas que enfrentaba la Iglesia primitiva. Sus dos cartas a las Iglesias de
Asia Menor, la Turquía moderna, fueron escritas con la intención de crear conciencia en
cuanto a la vulnerabilidad que acompaña a la falta de madurez espiritual. Con esto en
mente, escribió: “Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no
adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pedro 2:2).
Dios provee muchos métodos para la propagación del Evangelio. Sin embargo, hay
únicamente una interpretación de Su Palabra a la Iglesia, y ésta debe permanecer pura e
intacta frente a las enseñanzas de quienes buscan socavar el mensaje de la gracia
salvadora de Dios. La doctrina correcta lleva a la vida correcta. El conocimiento correcto
de la verdad de Dios lleva siempre a un estilo de vida que agrada a Dios.
¿Qué tienen que ver las palabras y amonestaciones de Pedro con la idea de verdad, al
aplicarlas a nuestra vida hoy en día? Todo. Las presiones que enfrentó la Iglesia del
Nuevo Testamento son las mismas que enfrentamos hoy en nuestro andar espiritual con
Cristo.
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Así como los falsos maestros se introducían en las congregaciones de la iglesia del
primer siglo, los de hoy tratan de hacer lo mismo. Satanás no ha abandonado su forma de
actuar, ni tampoco será convencido de lo contrario. Su deseo sigue siendo siempre
desanimar, desarraigar y aniquilar el plan de salvación de Dios para la humanidad. Sigue
tratando de destruir la Palabra de Dios, restándole efectividad mediante la introducción
del error y de falsas doctrinas.
Es por eso que Pedro nos advierte: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro
adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”
(1 Pedro 5:8). El aprender cómo aferrarse a la verdad de Dios es provechoso y poderoso.
Así como las palabras de Pedro fueron tomadas como una advertencia seria por la
Iglesia del Nuevo Testamento, continúan siendo las mismas para nosotros. Para poder
proteger nuestras mentes y corazones de los ataques del enemigo, tenemos que estar
arraigados y fundados en los preceptos de Dios. De esta manera, cuando se presente el
error lo identificaremos de inmediato y lo desecharemos por medio de la oración
poniéndolo en sujeción a Cristo, quien expone todo error y toda herejía.
Tal vez se esté preguntando si es posible conocer y comprender la verdad de Dios sin
la ayuda de muchos libros, cintas y sermones predicados. La verdad es que sí. Dios ha
dado las respuestas que usted necesita para cualquier problema o idea falsa que sea
motivo de preocupación. No hay necesidad de que usted se sienta confundido o abrumado
al abrir su Biblia. Jesucristo es su maestro, y por medio de la presencia de Su Espíritu Él
le enseña todas las cosas (Juan 14:26). El Señor le capacita para discernir la verdad del
error.
Sin embargo, certeza piadosa requiere de deseo y amor por la Palabra de Dios. La
disciplina tiene un papel muy importante al ir descubriendo que el tiempo que pasamos
estudiando la Palabra, es la única manera de crecer en el conocimiento y verdad.
A los creyentes primitivos que protegían sus mentes y corazones con la verdad de
Dios, les resultaba más fácil enfrentarse a las falsas doctrinas. Aprendían mucho más
rápidamente cómo lidiar con las demandas y presiones de la vida sin ser desanimados ni
inquietados por dudas recurrentes. También eran capaces de alentar a otros en la fe.
La tentación de volver a los estilos de vida del pasado comenzó a debilitarse. El
atractivo de los hábitos sensuales disminuyó cuando las riquezas de la gracia de Dios se
apoderaron de sus vidas.
Usted también puede combatir las dudas, la incredulidad, la sensualidad y el error, si
le pide al Señor que le dé la capacidad de discernir Su verdad más allá de las mentiras de
Satanás. Los errores de toda clase tienen una misma fuente: Satanás, quien es el enemigo
de su alma. Por lo tanto, es sumamente importante que usted esté seguro de lo que cree y
lo aplique a su vida.
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Jesús utilizó siempre la Palabra de Dios como la base para todo lo que hacía.
Combatió las mentiras de Satanás con la verdad de la Palabra de Dios. Él entendió quién
era, y cuál era Su misión.
Por eso, Jesús no vaciló en su fe, ni tuvo la tentación de hacerlo. La verdad de Dios le
enseña quién es usted en Cristo. También le da un fundamento eterno en el cual
descansar. Usted encuentra su mayor fortaleza espiritual en la Palabra de Dios.
El apóstol Pablo escribe: “A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la
gloria... que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27). A
muchos les resulta más fácil adoptar la filosofía de un pastor, de un amigo o de un líder
religioso, antes que tomarse el tiempo para leer y estudiar personalmente la Palabra de
Dios.
Dios quiere revelarle Su verdad. Y a pesar de que Él utiliza la riqueza de
conocimientos que ha dado a maestros y pastores, Su mayor deseo es que usted se
sumerja en Su Palabra, meditándola, memorizándola y aplicándola a su vida. Su mente
será renovada al leer y estudiar la verdad de Dios (Romanos 12:2).
Muchos de los creyentes del Nuevo Testamento venían de un estilo de vida pagano, y
por eso tenían sus mentes llenas de pensamientos e imágenes que se oponían a la pureza
de Dios. En esta mentalidad confundida estaba la adoración a dioses falsos. No obstante,
cuando aceptaron a Cristo como su Salvador, Dios introdujo la verdad a sus vidas de tal
manera que fueron transformadas. Los hábitos, las antiguas creencias y el concepto de sí
mismos tenían ahora una nueva base de conducta. Habían llegado a ser hijos del Dios
viviente y coherederos con Cristo; el amor de Dios había sido derramado sobre ellos, y
habían sido purificados y regenerados por el poder de Su Espíritu.
Pablo escribe: “Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de
vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados,
anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, quitándola de en medio
y clavándola en la cruz” (Colosenses 2:13, 14).
No hay ninguna necesidad de rituales legalistas, sino que es el amor de Cristo lo que le
constriñe. Cuando usted ama a alguien, quiere agradar a esa persona. De igual manera,
cuando su amor por Dios es grande, ya no necesitará estar sujeto por maneras legalistas.
Sólo habrá un deseo de amar y de vivir para Jesucristo. Ésta es la verdad que los falsos
maestros y profetas no querían que los primeros convertidos escucharan o supieran.
El deseo de ellos era mantener a la iglesia primitiva sujeta a las tradiciones. Pero Dios
tenía un plan superior, más amplio y más precioso. Él llamó a la iglesia a cumplir la Gran
Comisión, llevando el evangelio a un mundo perdido y moribundo. Jesús sabía que los
reglamentos, los sacrificios diarios y las formalidades no podían salvar a una persona.
Sólo la fe en Él como Señor y Salvador podía lograr esto.
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¿Qué significa para usted la verdad de Dios? ¿Sabe lo que realmente cree? ¿Tiene eso
importancia? ¿Termina su conocimiento de Dios en el punto de la salvación? Si es así,
cuando sea desafiado por falsas doctrinas o palabras que menoscaben el mensaje del
Evangelio, se verá en aprietos para discernir la verdad del error. Muchos cristianos han
sido arrastrados por el mensaje de este mundo: una tesis que niega el poder de Dios y que
coloca al hombre y a la mujer en el centro de su propio universo.
Que su meta sea llegar a ser más conocedor y más sagaz en el área de la Palabra de
Dios, de manera que cuando surjan preguntas que tengan que ver con la moralidad, usted
sabrá dar una respuesta porque tendrá la verdad. Esto es lo que hace el estar con Jesús.
Ese conocimiento nos cambia y nos da nueva esperanza y penetración en los asuntos que
a nosotros nos resultan demasiado difíciles de manejar por nosotros mismos. Esto
también afectará nuestra relación con Dios. Nadie sigue siendo el mismo después de
haber pasado tiempo a solas con el Señor.
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