72 NUEVAS DECEPCIONES

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72 NUEVAS DECEPCIONES
(En la última década y en Cataluña, han sido abandonados por sus familias
adoptivas 72 niños de edades comprendidas entre 9 y 10 años)
Cualquier persona que pretenda adoptar un niño, sabe que el interminable
recorrido que deberá realizar para conseguirlo, será duro y a veces parecerá
imposible, dada la cantidad de documentación a presentar, los protocolos de
adopción, los test que deberán pasar ambos conyugues para saber si son aptos
para responsabilizarse de un niño previamente abandonado por su familia
biológica, y un largo etcétera que permita a la Administración Pública confiar en
los candidatos a padres adoptivos.
Son varios años los que se precisan para todos estos trámites, muchos de los
aspirantes que están en lista de espera, sienten la angustia del paso del tiempo
sin tener en sus brazos al hijo deseado.
Sueñan con la realidad idílica de la paternidad, miran con avidez los cochecitos
tirados por padres felices, esperan verse pronto a si mismos en idéntica
situación, ven crecer a los hijos de sus allegados y aspiran a poder vivir algo
parecido en breve…
Cuando al fin, la adopción de produce, bien con un niño de origen español o
“importado” de otro país, la alegría es inmensa, unido a la novedad de sentirse
al fin padres, está también el aprendizaje de cómo cuidar al niño que debe
recibir atención, amor, educación…
Es una frase hecha y muy conocida la que dice: “a nadie le educan para ser
padre” y es verdad, cada uno vive su propia experiencia dependiendo de sus
principios, adaptando su manera de ser a la nueva vida que le ha sido
entregada, y como se dice en las bodas, deberá cuidar de él: “en la salud y en
la enfermedad, en la alegría y la tristeza”, porque… un hijo es para siempre.
¡Para siempre!.
Y ese niño, que ha llegado derivado de un centro de acogida, que previamente
ha sido abandonado por su familia biológica, llega con la expectativa de tener
una nueva familia, de sentirse acogido y amado, de sentir en su cuerpecito la
caricia sincera de una madre, un padre, que le darán sus apellidos y le invitan a
una nueva vida, una vida donde olvidar que fue abandonado por las múltiples
razones que hayan coincido en su breve existencia para ello.
En España, los centros de acogida de menores, cumplen unas normas de
higiene atención, salubridad… No es lo mismo por lo que pasan otros niños
llegados de China, India
o
Rusia. Todos hemos visto reportajes
estremecedores del trato que reciben los bebés en lugares como los que
menciono.
Miles de aspirantes a ser padres adoptivos, llevan adelante su objetivo cargados
de buenas intenciones, pretenden sacar del “montón de niños abandonados” al
hijo que amarán y protegerán, procurando que olvide sus orígenes.
Y, una vez conseguido su objetivo, ese por el que han luchado durante años…
¿Qué les pasa por la cabeza para abandonar al niño que fue causa de sus
sueños e ilusiones paternas?
No sé como se miran al espejo al día siguiente de dejar al niño en un centro de
acogida.
No sé que hacen con la habitación infantil que con tanto amor decoraron
cuando se les anunció la llegada del menor.
No sé que contarán entre sus familiares y amigos para justificar que ya no
tienen con ellos a “su hijo”.
Y la verdad, es que ellos, esos padres frustrados, no me importan. No me
importan nada.
Mientras ellos buscarán mil y una excusas para autojustificarse, un niño, de
nuevo abandonado, y ahora con 10 años, esperará triste en un centro de
acogida a que otros quieran hacerse cargo de él.
¿Nadie piensa en ese menor, en las consecuencias que para él tiene ser
abandonado nuevamente por los adultos?
¿Qué espera la sociedad de su reacción?
Un niño, llegado a esa edad, no tiene interés para los padres adoptivos.
Quieren un bebé para cuidarlo y criarlo a su imagen y semejanza.
¿Qué hacemos con el niño? ¿Cómo cuidamos sus heridas? ¿Qué argumentos
tenemos para mitigar su dolor?
Nuestra sociedad está enferma, muy enferma, cuando somos capaces de luchar
por conseguir la adopción y después, a las primeras de cambio, ante las
dificultades propias de educar a un menor, somos capaces de decir “digo,
donde dijimos Diego” y soltarnos como si de un lastre se tratará del que
juramos amar y cuidar.
Claro está que los padres adoptivos responsables y los aspirantes a serlo, se
quejarán reiteradamente de lo largo que es el proceso de adopción; pero 72
niños nuevamente abandonados, son justificación suficiente para que se utilice
el tiempo necesario para garantizar, el futuro de los niños a los que se pretende
adoptar.
Más información: www.emausong.es
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