Lección 8 -- Elías, un Reformador Religioso.p65

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Lección 8
Elías – Un Reformador Religioso
VERSICULO PARA MEMORIZAR: “Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la
tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra
produjo su fruto” — Stg. 5:17-18.
Desde David Hasta Acab
El reino de David fue seguido por el reinado de Salomón, su hijo. Salomón se
convirtió en el más rico y más poderoso de todos los reyes de Israel. Su sabiduría
fue tan famosa que hizo que una gran reina de Saba viajara miles de kilómetros
para hacerle algunas preguntas.
Después de la muerte de Salomón, su hijo Roboam actuó tan neciamente que
perdió la mayoría de su reino con un hombre llamado Jeroboam. Desde este momento en adelante, el reino se dividió en dos secciones. Los descendientes de
David gobernaron el reino del sur, llamado Judá. El reino de norte fue llamado
Israel y fue gobernado por una sucesión de reyes de varias familias diferentes.
Ese primer rey de Israel, Jeroboam, cometió un gran error al principio de su
reinado. No estaba deseando que su pueblo subiera a Jerusalén (que estaba en el
reino de Judá) para adorar en el templo acorde a la Ley de Moisés. Por eso, levantó
algunos becerros de oro en las fronteras del país y mandó al pueblo que adoraran a
Dios a través de ellos. Esto hizo que el pueblo gradualmente se olvidara de Dios y
de Su verdadero camino. A media que pasaron los años, cada rey de Israel a su
turno repitió el pecado de Jeroboam hasta el tiempo del rey Acab.
Los pecados de Acab fueron mayores que los de todos los reyes que estuvieron
antes de él. Añadió al pecado de Jeroboam por medio de llevar a los hijos de Israel
a la adoración de ídolos paganos de su esposa extranjera, Jezabel. El principal
dios falso era Baal (1 Reyes 16:29-33). De esta manera, el pueblo de Israel se
estaba volviendo peor en su olvido de Dios. Esta el tiempo para una reforma
religiosa, para ganar al pueblo de regreso a Jehová.
Elías y el Hambruna
El hombre que Dios escogió para dirigir esta reforma fue Elías. La primerísima
acción que Elías tomó, para hacer volver de su idolatría a los israelitas, fue decirle
al rey Acab que no habría lluvia por un período de años, excepto cuando Elías
pidiera por esto (1 Reyes 17:1). Su palabra fue tan efectiva que no llovió durante
tres años y seis meses (Stg. 5:17-18).
Tan pronto como se volvió aparente que la oración de Elías fue contestada, y
que la lluvia rehusó caer, Dios le dijo que fuera a esconderse de la ira del rey en
cierto lugar. En ese lugar, un arroyo le dio agua, mientras esperaba, y Dios hizo
que los cuervos le trajeran alimento. Cuando el arroyo se secó, Dios lo envió a
bendecir a una viuda fiel en otro país. Esta viuda esperaba morir a causa del
hambre, pero Elías le dijo que Dios continuaría reponiendo el poco alimento y aceite que ella había planeado usar para hacer el último pan para ella misma y su hijo.
Cada día que Elías se quedó con la viuda, ella encontró el poco de suministro dado
por Dios, y todos ellos sobrevivieron la larga sequía. Esta viuda parecía ser la
única en todo ese país a quien Dios deseó bendecir. Ella era aún fiel a Dios, y Dios
la recompensó (1 Reyes 17:2-16; Luc. 4:25-26).
La Disputa en el Monte Carmelo
Finalmente, Dios envió a Elías de regreso a Israel para ver al rey Acab. Cuando
el rey Acab vio a Elías, lo acusó de ser el que había traído toda la dificultad a Israel.
Pero Elías contesto, “Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre,
dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales” (1 Rey. 18:17-18).
Entonces Elías desafió a Acab para que reuniera al pueblo de Israel, y a todos los
profetas de Baal en el Monte Carmelo para una “contienda” entre Dios y Baal.
Para este momento, Acab estaba deseando ceder a la solicitud de Elías. Cuando el pueblo y todos los 450 profetas de Baal estuvieron reunidos, Elías hizo este
desafío. Sugirió que los profetas de Baal preparan dos toros para los sacrificios.
Cada grupo de profetas debía levantar un altar, colocar madera para el fuego, preparar el animal para el sacrificio, pero no poner fuego debajo de este. Luego, debían
orarle a sus dioses para que hicieran descender fuego para el sacrificio. El dios que
enviara el fuego debería ser adorado como el Dios verdadero. Los profetas de Baal
estuvieron de acuerdo, pero sus fervientes oraciones a su falso dios no trajeron el
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fuego. Elías se burló de su débil dios, y aconsejó a los profetas que oraran en voz
alta para despertarlo. Cuando se estaba acercando la tarde, Elías preparó su sacrificio. Cuando todo había sido hecho, le pidió al pueblo que empaparan el sacrificio
con agua. Luego hizo una sencilla oración y el fuego descendió de Dios. ¡Consumió el sacrificio, la madera, las piedras, el agua, todo!
El pueblo fue convencido del poder de Dios, y Elías llevó a los falsos profetas de
Baal hasta el arroyo y los mató. Después de esto, le dijo a Acab que habría una
gran lluvia ese día. Las lluvias vinieron cuando Elías oró de nuevo, y retornó con el
rey a su ciudad. Inmediatamente el rey Acab le dijo a su reina, Jezabel, esa
maravillosa historia de la disputa, pero ella no fue impresionada por sus resultados.
Solamente se enojo por la muerte de sus profetas, y le envió palabra a Elías de que
ella planeaba matarlo (1 Rey. 18:1—19:2).
¿Estaba Elías Sólo?
De nuevo, Elías tuvo que huir por su vida. Se fue lejos al desierto al monte
donde Dios había dado la ley a Moisés. Estaba lleno de desespero, y cuando Dios
le preguntó que estaba haciendo allí, Elías contestó, “... los hijos de Israel han
dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y
sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida” (1 Rey. 19:10). Pero Dios
le mostró a Elías que no estaba sólo. Le dijo, “Y yo haré que queden en Israel siete
mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron” (1 Rey.
19:18).
Elías debe haber pensado a menudo que estaba sólo en su lealtad a Dios. Ni
una viuda fiel en todo Israel pudo ser encontrada durante la hambruna. El sólo tuvo
que permanecer contra los cientos de profetas de Baal. Y aún cuando ganó la
contienda contra ellos, tuvo que huir por su vida. No obstante, Dios le mostró que
no estaba sólo. En realidad, de todas formas, Dios bendijo a Elías, y lo protegió. Ni
aún permitiría que muriera (2 Reyes 2:3-12).
Pablo, el apóstol, es otro ejemplo de esto. Tuvo que permanecer sólo en la
defensa del Evangelio en Roma, pero fue confortado con el conocimiento de que El
Señor estuvo con él (2 Tim. 4:16-18). De esta manera, si en algún momento pensamos que estamos solos en nuestro intento de vivir para Dios, deberíamos recordar
la respuesta de Dios a Elías y a Pablo, y confiar en que Dios nos bendice también
(Rom. 11:2-5).
Preguntas: Verdadero o Falso
____ 1. Roboam era el rey del reino norteño de Israel.
____ 2. Jeroboam levantó dos becerros de oro para adorarlos.
____ 3. El pecado de Acab fue mayor que el de Jeroboam.
____ 4. El pecado de Acab estuvo en casarse con una princesa extranjera.
____ 5. No llovió durante tres años y seis meses.
____ 6. Elías fue alimentado en el desierto por cuervos y palomas.
____ 7. 400 profetas de Baal se opusieron a Elías en el Monte Carmelo.
____ 8. Elías oró sólo una oración para pedir que lloviera de nuevo.
____ 9. Jezabel se agradó de que Elías hubiera matado a sus profetas.
____ 10. Cuando nos ponemos de pie por Cristo, algunas veces tendremos que
hacerlo solos.
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