Llegó a su altura al alcanzar el final de la calle

Llegó a su altura al alcanzar el final de la calle… ¡un callejón sin salida! Jimmy y los
demás estaban detrás de un viejo árbol, contemplando la casa más aterradora que ella
hubiera visto jamás. ¿Por qué se habían parado allí? Mira que había sitios…
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Vamos a
llamar a la
casa encantada.
¡Venga!
Jimmy se había inventado una historia que estaba seguro iba a asustar
a su prima y hacer que se volviese a casa.
Así que cada año
el nuevo tiene que
dejar chuches en el
sótano para que los
monstruos no se
coman a todos los
niños del mundo.
¿Sabes por
qué se vende
esta casa?
Una noche de
Halloween como la de
hoy, hace ya años, la gente
que vivía aquí se olvidó de
dejar caramelos para los
monstruos hambrientos.
¡Y los monstruos
subieron desde el
sótano y se los
comieron!
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A ver si
sabes quién
es el nuevo…
Pero… nosotros
en realidad no
vamos a entrar en
esa casa, ¿verdad,
Jimmy?
Pues claro
que no, amigo Bert.
Lo he dicho para
asustarla. Ya verás como
esa bebé se gira y se va
corriendo a casa.
Los mayores reían nerviosos y esperaban con ansia que funcionara su truco…
pero ante la sorpresa generalizada…
¡Muy bien,
listillo! ¿Y ahora
qué? ¡Tu prima
acaba de entrar
en la casa
encantada!
¡Así podemos
quedarnos hasta
más tarde y
conseguir más
chuches!
¡¿Cómo?!
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¡No me lo
puedo creer!
¡Ha
entrado!
¿Qué
vamos a hacer
ahora?
Vas a
ayudarme a
asustarla.
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Entraron de puntillas en aquella casa oscura y polvorienta. Jimmy señalaba a monstruos
imaginarios entre las antigüedades y los demás le seguían la corriente.
¡Mira, Hannah!
¡Los fantasmas
de los dueños!
¡Allí, en el
comedor!
¡Rápido!
¡Oigo a los esqueletos revolverse
en el armario!
¡Buuu, buuu!
¡Que no te coman
viva, como a nosotros!
¡Deja tus chuches… es
tu única posibilidad!
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