Derecho Hoy en la Javeriana La revista Hoy en la Javeriana presenta tres columnas de opinión sobre la reconciliación, vista desde tres esferas: la teología, la psicología y el derecho. El fin es darle una mirada amplia y desde diferentes puntos de vista a este concepto, a raíz del proceso de paz que adelantan actualmente el Gobierno colombiano y la guerrilla de las Farc, en La Habana (Cuba). Apuntes para trascender el conflicto hacia la reconciliación Julio Andrés Sampedro Arrubla* 1 Cfr. Vicenç FISAS, Cultura de paz y gestión de conflictos, Ed. Icaria Antrazyt , Barcelona, 1998, p. 244. 2 Antonio BERISTAIN IPIÑA, Paz y Reconciliación en el País Vasco, en Razones contra la violencia. Por la convivencia democrática en el País Vasco, Bakeaz, 1999, p. 98 y ss. 3 Antonio BERISTAIN IPIÑA, Paz y Reconciliación en el País Vasco, Ob. Cit., p. 98. en el lugar del delincuente, cayendo en la cuenta de su dignidad, y sufriendo con él, sintonizando con él entrañablemente»4. En tercer lugar, los victimarios-delincuentes han de reconciliarse con la sociedad, para lo cual es necesario que reconozcan haber cometido un delito y estar arrepentidos. «En cierto sentido, han de admitir la sanción. La sanción dista mucho de la venganza, pero implica, exige, reparar el mal causado»5. Enfrentar el conflicto, hacia la reconciliación, exige construir espacios que ofrezcan mecanismos para la superación del conflicto desde el conflicto mismo, para transformar las vivencias y subjetividades de sus protagonistas, especialmente el odio y el rencor, no para ignorarlas u olvidarlas, sino para superarlas mediante la verdad, la justicia y el perdón, dando visibilidad al dolor y una oportunidad a la reconciliación6. 4 Antonio BERISTAIN IPIÑA, Paz y Reconciliación en el País Vasco, Ob. Cit., p. 99. 5 Antonio BERISTAIN IPIÑA, Paz y Reconciliación en el País Vasco, Ob. Cit., p. 99. 6 Cfr. Vicenç FISAS, Cultura de paz y gestión de conflictos, Ob. Cit., p. 244; en el mismo sentido José María TOJEIRA, Verdad, Justicia, Perdón, en EGUZKILORE, Cuaderno del Instituto Vasco de Criminología, N° 12, San Sebastián, 1998, p. 251 y ss.; Rafael AGUIRRE, El Tunel Vasco (Democracia, Iglesia y Nacionalismo), Ed. ORIA, Gipuzkoa, 1998, p. 91; La Verdad, la Justicia y el Perdón frente a la victimación, en EGUZKILORE, Cuaderno del Instituto Vasco de Criminología, N° 12, San Sebastián, 1998, p. 77 y ss. Hoy la voz de las víctimas nos reclama, debemos responder a su llamada con una filosofía y una pedagogía que se basen en la importancia del otro, que comiencen en su voz, en su llamada7. Recuperar el punto de vista del otro, de los torturados, de los ofendidos, se nos presenta como la única salida para enfrentar los retos que, para la administración de justicia, supone entrar en el tercer milenio8. Este propósito debe tener como punto de partida la realización de un examen a fondo de las estructuras judiciales, de sus conceptos básicos, repensar su esencia para que sirva de fundamento a un modelo de justicia humanizado, basado en las víctimas, en los otros, en los «vencidos» *Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas. 29 7 Joan-Carles MÈLICH. Totalitarismo y Fecundidad. La Filosofía frente a Auschwitz, Ed. Herder, Barcelona, 2004, p. 35. 8 Afirma Elías NEUMAN, Victimología. El rol de la víctima en los delitos convencionales y no convencionales, Editorial Universidad, Segunda Edición, Buenos Aires, 1984, p. 43, «No puede explicarse el fenómeno criminal sin la presencia de la víctima. Será preciso su análisis e investigación, que revelan en múltiples delitos, la cada vez más tangible interacción con el delincuente, a punto tal que sin ella no puede comprenderse debidamente la conducta de este». opin ión Trascender el conflicto supone construir nuevas relaciones entre las víctimas y los victimarios, pues si lo negativo ha estado presente en la base del conflicto, las nuevas relaciones estarán en la base de la solución1. Se trata de regresar al pasado para reconocerlo y de allí mirar más al futuro dinámico y recreador en busca de nuevas formas de convivencia pacífica. Para lograr este objetivo, afirma A. Beristain2, es preciso recorrer tres etapas: En primer lugar, todos hemos de reconciliarnos con nosotros mismos. Aceptar nuestras deficiencias, nuestra menesterosidad, nuestras limitaciones y responsabilidades. «Sabiendo que no basta cumplir las leyes, que hemos de exigirnos más que lo justo, hemos de ascender hasta el perdón y la reconciliación»3. En segundo lugar, todos, incluidas las víctimas, debemos reconciliarnos con los victimarios-delincuentes, aún en los delitos más graves, sin olvidar que la justicia es un paso previo para la reconciliación. «Reconcilia eficazmente quien dialoga desde su herida ya perdonada. Para reconciliar ayuda haber sufrido, física y/o psicológicamente, ayuda ponerse Teología Algunos elementos cristianos para una reconciliación opin ión P. Alberto Múnera Duque, S.J.* 30 Me refiero a la evidente existencia histórica de un grave y profundo conflicto entre personas de nuestra sociedad en razón de planteamientos ideológicos contrarios sobre la organización y funcionamiento específicamente político, económico y social de la nación. Este conflicto ha llevado a un cruel y prolongado enfrentamiento entre las fuerzas armadas del Estado y unos significativos grupos que han tomado las armas para intentar imponer por medio de ellas sus posiciones ideológicas. Supuesta la firma de un previsible acuerdo entre las partes, la pregunta es sobre la posibilidad de reconciliación entre las personas y grupos de la sociedad que están de parte del Estado, y los grupos que lo han enfrentado con las armas, a los que se añaden los sectores de la sociedad que los apoyan. El cristianismo parte del principio fundamental de la dignidad infinita de toda persona humana, surgida de tres datos propios de la fe que lo sustenta: todo ser humano ha sido creado por Dios en Cristo; está destinado a constituirse en hijo/a suyo durante su existencia en este mundo por su incorporación a Cristo mediante la fe en Él y un comportamiento moral coherente con esta realidad; y su destino final es la posesión eterna de la plenitud de la vida misma de Dios. Basada en estos datos, la dignidad de cada persona según el cristianismo, es de carácter divino. Para los seguidores de Cristo, en esta dignidad se fundan todos los derechos humanos. marzo 2014 2014 enero-febrero El proyecto de Dios para el ser humano en este mundo, es que sea feliz y que para ello cuente con todos los recursos disponibles en la sociedad de manera que le permitan la satisfacción adecuada de todas sus necesidades en todo orden. Dada la igualdad substancial de todo ser humano, la sociedad tiene la obligación de atender esta exigencia con plena equidad. Si se presume que la causa principal que ha generado el conflicto ha sido la deficiencia del Estado en lograr la satisfacción de las necesidades acordes con su dignidad, de gran parte de la población, un proceso de reconciliación de las partes en conflicto requeriría ante todo el compromiso irrestricto del Estado para el cumplimiento de sus obligaciones en búsqueda de la mayor equidad posible en la sociedad en contraposición con lo ocurrido hasta ahora. En relación con los sectores poblacionales de parte y parte que han sufrido los dolorosos efectos de la guerra, el cristianismo aporta otro elemento indispensable para la reconciliación: según la fe que lo sustenta, la actitud propia de un hijo/a de Dios frente a su prójimo es la del amor que se expresa en varios aspectos: el perdón, la disponibilidad a la acogida del anteriormente enemigo que rechaza su comportamiento anterior y está dispuesto a una nueva relación de amistad, el compromiso en el trabajo conjunto en colaboración para lograr el beneficio común de todos. Los cristianos, seguidores de Cristo, oramos a Dios nuestro Padre que perdo- ne nuestras ofensas como perdonamos a quienes nos ofenden. El perdón efectivo no reside en el plano psicológico de sentimientos adversos que difícilmente se pueden superar, sino en los compromisos de aceptación, colaboración y servicio con el que haya sido o es adversario: “al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica, déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos” (Mateo 5, 40). Una vez logrados los procesos de aceptación mutua a pesar de los sentimientos encontrados, la verdadera reconciliación sucede cuando los antiguos adversarios se comprometen en la construcción de nuevas realidades sociales para beneficio común, en búsqueda de la equidad, de la justa distribución de las riquezas, del manejo honesto de lo público en todos los terrenos de la política, la economía y la estructura social. Estas pretensiones forman parte de los elementos auténticamente cristianos que provienen no sólo de las doctrinas oficiales del cristianismo católico en nuestro caso, sino principalmente de los compromisos vitales de fe de multitud de personas empeñadas en un seguimiento de Cristo expresado vitalmente en sus actuaciones morales *Profesor de la Facultad de Teología. Hoy en la Javeriana Psicología La reconciliación en los procesos de paz Wilson López López* más que pretender reparación económica o el pedido de medidas punitivas, desean que se atienda la verdad y la no repetición. Por estas razones, la sociedad y el Estado comprometidos con un proceso de reconciliación deben trabajar para asegurar las transformaciones necesarias en sus sistemas e instituciones de trámite eficiente, transparente de la justicia en lo local y en lo nacional, entendido que estas transformaciones pasan por el aseguramiento de las garantías del ejercicio de los derechos humanos, de todos los actores, como en los cambios necesarios en los sistemas de seguridad y protección de la vida; estos actores son indispensables en los procesos de paz, en especial, en las fases post-negociaciones y para lograr entrar en el posconflicto, pues ellos juegan un papel central en el aseguramiento de la no repetición del uso de la violencia como recurso de gestión social. Los procesos de transformación deben estar acompañados del cambio de los discursos y las prácticas culturales que generan violencia, en este sentido las pedagogías para la paz y la reconciliación pasan por trabajar con las comunidades y la sociedad en general en la evidencia de los lenguajes mediáticos guerreros y vengativos que orientan la identidad colectiva en función de un enemigo y su exterminio, en las consecuencias dañinas que para la construcción de sociedades pacíficas tienen el instalar estos discursos violentos en las prácticas cotidianas, en especial en contextos que buscan la reconciliación y evidentemente es necesario trabajar con los medios de comunicación para que cuiden el lenguaje que deshumaniza a las víctimas de un lado, que sólo presenta a un actor como responsable, que justifica la guerra como recurso. Los procesos de reconciliación exitosos, que contribuyan a construir sociedades pacíficas sostenibles en el largo plazo, no pueden darse en forma impuesta por uno de los actores que está en condición de fuerza superior, necesita de todos los actores y de la sociedad en su conjunto, supone compromisos y transformaciones reales en las condiciones generadoras de violencia, esto exige como mínimo apuestas a corto, mediano y largo plazo. En el corto plazo, la seguridad y el seguimiento para la no repetición. En el mediano plazo, acciones de cambio en los lenguajes y en las prácticas de los actores. Y, en el largo plazo, las transformaciones estructurales de las instituciones de justicia y seguridad, de los sistemas e instituciones que aseguren la equidad social (la educación, la salud, la calidad de vida, el ambiente, la distribución de la riqueza); debemos por tanto encaminar los esfuerzos a promover algunos de estos cambios si queremos un proceso sostenible de paz *Profesor asociado de la Facultad de Psicología y miembro del Grupo de Lazos Sociales y Culturas de Paz. 31 opin ión Galtung, Fisas y múltiples trabajadores e investigadores en procesos de paz han probado modelos sobre cómo se gestionan las diferencias y los intereses para escalar los conflictos en una dirección que se resuelvan por la vía armada o para des-escalarlos y así, encontrar caminos para desarrollar prácticas pacíficas de gestión de los mismos. Galtung ha planteado que para ingresar a procesos de paz después de conflictos armados de larga duración es necesario iniciar acciones orientadas a la reconstrucción, la reconciliación y la resolución; las 3 R que Galtung ha encontrado pueden darse si y sólo si, las sociedades producen acciones concretas de transformación de las dinámicas generadoras de violencia, esto implica procesos de transformación de condiciones estructurales que la sostienen. En este sentido, hablar de reconciliación sostenible es posible si hay cambios reales en las condiciones de violencia estructural, directa y cultural. Además, deben asegurarse procesos de reparación (psicosocial que partan del reconocimiento del daño) así como señales claras de compromiso con la verdad y la no repetición, estos son determinantes en los procesos de reconciliación por cuanto si se abren dudas en torno a la repetición es difícil que puedan darse procesos psicosociales necesarios para la misma como la confianza. Otro elemento determinante es la justicia en su dimensión restaurativa más que en una perspectiva retributiva. Diferentes investigaciones muestran que las víctimas directas en general prefieren salidas restaurativas que retributivas y