"Donde habite el olvido": de Bécquer a Sabina pasando por Cernuda

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"Donde habite el olvido": de Bécquer a Sabina pasando por Cernuda
Los versos, su forma, contenido y significado van mutando y heredándose de poema a poema, de
poema a canción, de generación en generación, de siglo en siglo, y se instalan en el imaginario
colectivo donde los poetas buscan ideas y trabajan con las palabras.
Joaquín Sabina es el letrista español con mayor reconocimiento en los
últimos treinta años, su originalidad siempre ha conectado con el gran
público y a todos nos ha hecho reír con sus satíricas letras o emocionar
con sus sentimentales versos. Poeta urbano, cronista de los submundos
nocturnos y lector compulsivo siempre ha bebido de la fuente de los
grandes clásicos, siempre ha luchado por acercar la poesía y el oficio de
orfebre de las palabras a la gente llana, su fama ha permitido que mucha
gente haya podido descubrir a los grandes poetas hispanoamericanos del
siglo XX como Ángel González, Cesar Vallejo, Antonio Machado,
Rafael Alberti etc, estamos sin lugar a dudas ante el Quevedo de
nuestros días, el pícaro, golfo e ingenioso trovador de sentimientos
desgarradores o historias de bares, vasos y besos.
“Donde habite el olvido” nació como verso, en particular como el 15 de la rima LXVI de Gustavo
Adolfo Bécquer, el poeta romántico del siglo XIX, donde el sevillano reflexiona acerca del destino del
hombre, donde se pregunta acerca de dónde venimos y a dónde vamos, y donde alcanza la dolorosa
conclusión de que nuestro destino es la abrumadora nada, donde habita el olvido:
RIMA LXVI
¿De dónde vengo?... El más horrible y áspero
de los senderos busca,
las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura,
los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas,
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.
¿A dónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas.
En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.
Un siglo después Bécquer era homenajeado por otro poeta sevillano: Luis Cernuda, en esta ocasión
“Donde habite el olvido” toma la categoría de título de un poema y Cernuda se refiere a ese mismo
lugar, donde el deseo no existe, como la única solución para aplacar un amor no correspondido. La
muerte en esta ocasión es una herramienta donde poder descansar del ángel terrible que puede llegar a
ser el deseo amoroso.
"Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.".
Y cierra el círculo medio siglo más tarde otro poeta andaluz, nuestro ya citado Joaquín Sabina que en
su disco más aclamado “19 días y 500 noches” se sirve del verso inicial de Bécquer y del poema de
Cernuda para llevarlo al terreno de la canción popular. “Donde habita el olvido” en esta ocasión refleja
el sentimiento de frialdad y vacío que queda en la cama una vez que la pasión amorosa ha
desaparecido tras la llegada del alba y la huída de la noche.
El día que llegó
tenía ojeras malvas
y barro en el tacón,
desnudos, pero extraños
nos vio, roto el engaño
de la noche, la cruda luz del alba.
Era la hora de huir
y se fue, sin decir:
llámame un día,
desde el balcón la vi
perderse en el trajín
de la Gran Vía.
Y la vida siguió
como siguen las cosas que no
tienen mucho sentido,
una vez me contó,
un amigo común, que la vio
donde habita el olvido.
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