105 días en la calle Desde 1965 hasta 1975, Marcelino Camacho acumuló una condena tras otra en su lucha por la conquista de libertades frente al franquismo. Ciento cinco días pueden ser un suspiro o pueden transcurrir como toda una eternidad, todo depende de las circunstancias en las que uno viva. 105 pueden hacerse eternos cuando se viven en la adversidad, o pueden transcurrir en un abrir y cerrar de ojos cuando son días llenos de felicidad. Cuando un ser humano ha pasado más de 3.652 días privado de libertad, bajo la constante amenaza de la tortura y del maltrato, por el único delito de defender sus ideas, por tener la osadía de luchar contra la injusticia social que azota a todo un país y sobre todo por enfrentarse a un régimen dictatorial y fascista que sesga cualquier atisbo de libertad en España, 105 días en la calle debieron haber transcurrido como un breve suspiro para Marcelino Camacho. cualidades que muy pocos poseen, Camacho las poseía. Quizás el origen de todo esto se halle en su propia vida. Hijo de un ferroviario de familia humilde que vivió en una de esas pequeñas casitas que se construían a pie de vía, con ese especial olor a mezcla de carbón y vapor de agua, creció en un ambiente de rebeldía donde los trabajadores del sector ferroviario y minerometalúrgico comenzaban a reclamar mejoras. Quizás fuera esto lo que marcara su vida, o quizás simplemente nos encontráramos ante un hombre que supo ver en la necesidad ajena el motivo de su lucha. Lo único cierto es que Marcelino Camacho siempre tuvo claro que “ni el trabajo, ni el pan, ni la libertad se regalan, sino que se conquistan”, y esta máxima fue su lucha continua. A pesar de esto, Marcelino Camacho Abad, fundador de las Comisiones Obreras, y primer secretario general de esta organización, siempre se sintió libre. Y es que el sentido de esta libertad reside en el significado del término, podrán privarte de libertad pero cuando la lucha es justa, cuando defiendes los derechos sociales y laborales más elementales y tu lucha fructifica, el sentido de Libertad cambia. No es estar en libertad sino sentirse Libre. Pocas personas terminan siendo personajes y escriben la historia, para eso deben de darse En el tercer aniversario de su fallecimiento, desde Comisiones Obreras queremos rendir un homenaje a nuestra historia, a nuestros principios que no serian los que son sin personas como Marcelino Camacho. Ahora, en estos momentos de crisis donde los pilares básicos de nuestra democracia se tambalean, donde la necesidad impera y las expectativas de futuro son inciertas, queremos traer al presente el mensaje que Marcelino dio a su querida esposa Josefina, cuando sabia que le faltaba poco para iniciar un viaje del que nunca regresaría “Si te caes, te levantas inmediatamente y vuelves a caminar”. “Ni nos doblaron, ni nos domaron, ni nos van a domesticar” Con estas palabras cargadas de contenido, Marcelino Camacho supo resumir el sentir de las Comisiones Obreras. La pasión y el empuje en la defensa de los trabajadores y trabajadores se expresa en cada una de estas palabras que han pasado al ideario colectivo no sólo de las Comisiones Obreras, si no de toda la clase trabajadora de nuestro país que sigue luchando por sus derechos, ahora con el mismo empuje que hace 50 años. “Los intereses de la clase obrera son los intereses de todo el país” La trayectoria de Marcelino Camacho abarca prácticamente la lucha del movimiento obrero y sindical en España. Quienes lo conocieron recuerdan de él su absoluta entrega a la lucha por los derechos de los trabajadores y trabajadoras y por la libertad política frente a la dictadura franquista. La democracia que hoy disfrutamos, es fruto del esfuerzo de luchadores que no sucumbieron a las dificultades en la búsqueda de un futuro mejor. Para Marcelino “Cuando el ser humano se organiza para defender o conquistar sus derechos, multiplica su fuerza y es menos vulnerable que cuando se encuentra solo y aislado como individuo”. Hoy en día puede parecer que los valores en el ser humano se han invertido y que ahora frente a la solidaridad, que fue fundamental en aquellos tiempos para hacer frente al régimen y conquistar derechos, impera el egoísmo, frente al sentimiento colectivo se fomenta la individualidad. Pero si el movimiento obrero existe no es por casualidad, sino por la existencia de la conciencia de pertenencia a una clase, la clase obrera, marcada históricamente por la lucha de clases, obligada a luchar siempre mientras que el sistema que gobierne a nivel mundial sea un sistema capitalista. El divide y vencerás es su lema, el nuestro: Unión, Organización y Lucha. Datos biográficos Nombre: Marcelino Camacho Abad Nacimiento: 21 de enero 1918, Soria Muerte: 29 de octubre 2010, Madrid Datos más relevantes: Marcelino luchó durante la Guerra Civil Española en favor de la República. Encarcelado por el Gobierno franquista, huyó y tras ser apresado, lo condenan trabajos forzados en Tánger. En 1944, se fuga del campo de Orán y en la ciudad argelina conoce a la que sería su futura esposa, Josefina Samper. Regresa a España en 1957 donde comienza a trabajar en la empresa Perkins, desde la que iniciaria la lucha obrera e impulsaría la organización sindical Comisiones Obreras de la que sería secretario general llegada la democracia. Simplemente Marcelino En el momento que decidimos realizar una Gaceta Sindical Especial dedicada a la figura de Marcelino Camacho en el tercer aniversarios de su fallecimiento , desde las CCOO de Huelva no solo quisimos hacer un homenaje al dirigente histórico de nuestro sindicato, sino también una lectura del recorrido y la proyección de Marcelino y una generación que se resistió al hecho de perder la guerra. Hablar de Marcelino es hablar de dignidad y de entereza tanto de él y su familia, como de la de muchos otros personajes anónimos pero igual de sacrificados que en aquellos lejanos días de plomo de la dictadura franquista, cuando quejarte - no ya rebelarte-, era sinónimo de problemas con el aparato de la dictadura. Y aún así lo hicieron con todas sus consecuencias. En aquella España azotada por la ausencia de libertad, el miedo, la injusticia, la incultura, la emigración y la falta de derechos de todo tipo, hombres y mujeres , en su mayoría trabajadores, mantuvieron vivas las brasas de la rebeldía obrera, organizaron la resistencia democrática y fueron capaces de canalizar los anhelos de Emilio Fernández, secretario general de CCOO de Huelva cambio hacia la libertad de amplias capas de la sociedad. Largos años de cárcel, malos tratos, persecución laboral, acoso y penurias familiares, represión policial y un largo listado de calamidades solo consiguieron reforzar los principios democráticos y comunistas de Marcelino y ayudaron a alimentar este gigante de la historia de nuestro país, que fue leyenda viva estando vivo. La clase trabajadora, y el conjunto de la sociedad española, tiene todavía una deuda pendiente con hombres y mujeres como Marcelino que no dudaron en jugarse su vida y su libertad por una España democrática y libre ante aquellos que erigieron sobre sangre popular un régimen genocida apoyado internacionalmente. De hecho, la democracia todavía no ha reconocido como se merece el papel trascendental desempeñado por el movimiento sindical representado por CCOO en el aterrizaje del sistema democrático. Ya nos decía Marcelino que los sindicatos éramos los hermanos pobres de la democracia. Su leyenda se agiganta con el Juicio 1001, del que este año se cumple el 40º aniversario, y su repercusión internacional que generó un amplísimo movimiento de solidaridad mundial. La figura de Marcelino y de CCOO alcanzan una dimensión internacional que pesa sobre una dictadura moribunda que a duras penas mantenía su imagen. La dictadura humillada por la dignidad de la clase trabajadora representada por un humilde obrero metalúrgico, como figura más representativa. El pueblo hecho Marcelino. Es innegable que Marcelino Camacho ha pasado por méritos propios a ser uno de los tres o cuatro personajes más importantes de la historia de la clase trabajadora española, de aquellos que sin pedir nada a cambio se han dejado la piel por una sociedad justa y solidaria. De aquellos que hace cincuenta años parieron a dolor la mejor herramienta de la clase trabajadora española, las Comisiones Obreras. En estos días de avasallamiento capitalista y de acoso al sindicalismo de clase, es imprescindible para combatir la desilusión y la resignación aferrarnos a su ejemplo y al de otros muchos que pelearon en momentos radicalmente más peligrosos. No vale hincar la rodilla, ahora tampoco. “Luchad para defender lo vuestro porque nadie lo hará por vosotros” seguido trabajo en Perkins, comenzó la nueva lucha, las detenciones y los días “junto a la cárcel de Carabanchel, íbamos todas juntas para hacer las comunicaciones que eran los martes y los jueves, siempre juntas, y hacíamos lo que podíamos para pasarles propaganda a través de una rendija”. Así de simple y así de directo. Josefina Samper, nacida en Fondón, un pueblo de la alpujarra almeriense en 1927, no duda ante la pregunta sobre el mensaje que le gustaría transmitir: “Luchad por defender lo vuestro, porque si no lo hacéis vosotros nadie lo hará”. Lo dice ella, una mujer cuya biografía está impregnada de lucha desde su más tierna infancia. Desde su activismo en Orán con tan sólo 13 años “cuando siendo una niña iba recogiendo comida para los refugiados políticos españoles o aporreando latas para avisar que llegaba la policía francesa”. Luchaba en aquella Argelia colonial a la que había llegado de la mano de su padre, dinamitero, que había tenido que salir de España en busca de trabajo. ¿Y el miedo? Sus maridos estaban presos por defender la libertad frente a una dictadura. “Claro que teníamos miedo, pero lo teníamos por ellos, porque cuando le pasábamos la propaganda no sabíamos si les había pasado algo”. Y a la semana siguiente, al día siguiente, ellas, las mujeres de los presos políticos españoles, las del Proceso 1001 y de otros tanto procesos seguían ahí. Con un objetivo claro: mantener vivo el recuerdo, tras los muros de aquellas cárceles había personas que estaban allí sólo por reivindicar sus derechos, en el trabajo y en la vida. Ellas no los abandonarían. Allí Josefina inició su acción política ligada a acciones solidarias y llena de las pequeñas heroicidades que cambian las grandes cosas como “la vez que prohibieron la entrada a un barco cargado de refugiados españoles, y los niños de Orán, entre los que se encontraba mi madre, se encargaban de llevarles la comida en barcas de pescadores árabes, y eso que ella no sabía nadar”. Nos las narra su hijo Marcel, bastón para encauzar casi un siglo de recuerdos que han configurado la esencia del movimiento obrero español. Le ayuda a rememorar el momento en el que Marcelino la llamó, “yo creía que era algo del partido y resulta que no, que era para otra cosa”, y esa otra cosa era pedirle que se casara con él. Las risas al intentar atraer imágenes que bailan en la memoria de una mujer, que sobre todo, mucho antes de conocer a Marcelino fue “militante, yo siempre he sido militante”. indignación en el recuerdo “muchas de las mujeres que veían que detenían a sus maridos se ponían como fieras, venían a mí gritando, diciendo pero qué han hecho éstos, verás cuando salgan… Y todas venían a mí, y les tenía que ir explicando lo que pasaba porque ellas no sabían nada de lo que hacían sus maridos”. Porque si los datos exactos se han escapado de sus manos para caer en la de los historiadores, lo que permanece intacta es la voluntad de lucha, la Habla ya de su vuelta a España. “Mi padre tenía claro que quería volver y en cuanto se dieron las condiciones volvimos”. Y con la vuelta a casa, tras haber con- Homenaje de CCOO Huelva a Josefina Samper Durante la entrevista, y en nombre de la Unión Provincial de las Comisiones Obreras de Huelva, del sindicato en la provincia, se hizo entrega a Josefina Samperde una ‘Caravela’, símbolo de Huelva, en agradecimiento por los años de lucha en beneficio de los derechos de los trabajadores y trabajadoras que han marcado la vida de Josefina. La rememoración de pequeñas anécdotas podría llenar cientos de páginas: La colaboración de algunos presos comunes para introducir información; los guardias que hacían la vista gorda porque “ellos sabían quienes éramos y por qué estábamos allí”; el director de Carabanchel, “el Sí, sí... un mote que le pusimos porque nos decía sí a todo y luego no hacía nada”. Y ellas seguían allí, y sus maridos seguían encarcelados por luchar por su libertad, por la de todos, mientras el dictador agonizaba. Llegó la libertad, Marcelino salió de la cárcel y continuó luchando por la clase trabajadora y por sus derechos, como siempre con el apoyo incansable de Josefina. Años después, al recibirnos para esta entrevista y tras saludarnos con una sonrisa, justo tras la primera pregunta suspira y afirma: “Qué buena persona era Marcelino”. Proceso 1001: La dictadura vs la lucha obrera El proceso 1001 fue una de las batallas más importantes de la clase obrera por la libertad sindical y democrática, por la libertad de los militantes de CCOO, organización a la que pertenecían la mayoría de presos políticos. El 1001 y sus condenas monstruosas, 162 años de cárcel, desenmascararían la liberalización que el régimen trataba de presentar ante Europa. El 24 de junio de 1972, 10 de los principales dirigentes de las Comisiones Obreras fueron sorprendidos por la policía franaquista mientras mantenían una reunión clandestina en el convento de los Oblatos en Pozuelo de Alarcón. Entre ellos se encontraba, Marcelino Camacho, que no mucho tiempo antes había salido de la cárcel y que ya intuía que no tardaría mucho en volver a ella. Con aquella detención, el tardofranquismo intentaba dar un golpe brutal a la fuerza social que más movilizaba a la sociedad española, la única con un respaldo suficiente como para hacer frente a la dictadura, las Comisiones Obreras. Sin embargo la realidad fue bien distinta ya que la repercusión internacional de la detención y el posterior proceso, convertido en una causa general contra el derecho de los trabajadores a reunirse para defender sus intereses, mostraron las vengüerzas del sistema franquista, que por entonces vivía un momento de bonanza económica y trataba de limpiar su imagen de cara al exterior. Pero los diez detenidos, durante las 72 horas que permanecieron en la Dirección General de Seguridad, no sabían nada de eso. Se mantenían a la espera de los acontecimientos, que, en una dictadura como la franquista incluía la duda y el temor por sufrir tortura, aunque, tal y como han relatado sus protagonistas “la conciencia de saber que estábamos luchando por una causa justa nos permitía mantenernos enteros”. Y tuvieron que hacerlo durante muchos meses, ya que no se celebró el juicio hasta el 20 de diciembre de 1973. Tiempo suficiente para que el bien organizado movimiento de las Comisiones Obreras lograra canalizar prácticamente a todas las fuerzas demo- Los 10 de Carabanchel Marcelino Camacho, Nicolás Sartorius, Eduardo Saborido, Francisco García Salve (Paco el cura), Fernando Soto, Francisco Acosta, Luis Fernández, Miguel Ángel Zamora, Pedro Santiesteban y Juan Muñiz fueron detenidos y condenados por la dictadura franquista. Desde el momento de la detención, los protagonistas intuyeron que alguien había dado un chivatazo. De hecho, según cuenta “los compañeros de Cataluña sospechaban que alguien había filtrado la reunión y no acudieron”. Años después, se supo que el chivato fue Diego Marco, un sujeto del que llegó a tener dos familias para poder infiltrarse. cráticas españolas, recibiendo el embite del dictador y devolviéndoselo ante la opinión pública internacional como el juicio del franquismo contra la democracia, contra los representantes de la lucha obrera que impulsaba la movilización social y el avance del país. Las mujeres de los presos, con su presencia constante ante las puertas de Carabanchel, con la movilización solidaria de los trabajadores y trabajadoras; los abogados laboralistas, muy cercanos a la labor diaria del sindicato, y que se habían distinguido por su oposición a una legislación laboral abusiva y plagada de desigualdades sociales. Los propios protagonistas lo relatan, “hasta la derecha estuvo representada, con José María Gil Robles como uno de los abogados defensores”. El día que tenía previsto celebrarse el jucio por el proceso1001, la banda terrotista ETA hizo saltar por los aires al presidente del Gobierno franquista Carrero Blanco, y “eso fue lo peor que nos podía La vida en la sexta Durante el franquismo no existía estatuto oficial de preso político, sin embargo, las luchas en muchas cárceles de España y los logros alcanzados permitieron a los 10 de Carabanchel no estar sometidos a las mismas obligaciones que los presos comunes. En Carabanchel tenían un patio propio, la posibilidad de comer en las celdas e incluso “habíamos conseguido no tener que ir a misa los domingos, algo que era obligatorio para el resto de los presos”. “La mayoría de los presos políticos estábamos en la sexta”, nos cuenta Eduardo Saborido y Francisco Acosta. Sobre Marcelino nos relatan: “Recuerdo que siempre comía aparte”, cuenta Acosta, a la vez que rememoran la lectura de la prensa, “Dedicaba gran parte del tiempo a leer la prensa del régimen para mostrar sus contradicciones y síntomas de cambio, la seleccionaba y se leía en voz alta”, afiman mientras las imagénes de aquellos años regresan: “Allí Marcelino era para nosotros como un padre, austero y siempre con la lucha sindical en la cabeza”. pasar”, relataron los sindicalistas. El tribunal y su presidente se radicalizaron y se impusieron penas entre 12 y 20 años de cárcel por un delito de reunión ilícita, y por ser dirigentes de una organización ilegal. Aquello fue un mazazo, pero la lucha continuó, dentro y fuera de la cárcel. La persistencia de las mujeres de los presos mantenía la presión social, y las batallas libradas en la propia cárcel, como la huelga de hambre que protagonizaron, seguían atrayendo la atención de la comunidad internacional. Todo ello, junto una tímida apertura del régimen ayudó a que el 11 de febrero de 1975, cuatro de ellos fueran puestos en libertad. Los otros seis, entre los que se encontraba Marcelino Camacho, tuvieron que esperar a que muriera el dictador para saborearla. Fueron liberados el 30 de noviembre de 1975 con la intuición de que su lucha, la lucha obrera había superado a la dictadura. “Ni verdades absolutas, ni dudas eternas que paralicen” Sentencias para la historia de Marcelino Camacho “Los hombres y las mujeres pasan, los trabajadores, los pueblos... permanecen” “El mayor honor para la lucha de toda una vida, es que cuando uno se está yendo las cosas vayan mejor que antes” “Los sindicatos somos los hermanos pobres de la democracia” “Si jamás juré amistad eterna, jamás juraré odio eterno, menos aún a viejos amigos y compañeros de lucha” Los giros de la historia son sorprendentes. La época de penuria económica que se vivió en la dictadura provocaba que Josefina cosiera con sus propias manos los jerseys que llevaba Marcelino y que impulsaron un moda en aquellos tiempos, significaban la época de cambio. “Los Marcelinos” se comercializaron bajo el eslogan de Un "marcelino" es el obsequio más preciado de estas merry christmas of democracy