LOS RELATOS Y MICRORRELATOS INQUIETOS de un escritor novel Autor: Alberto Ortiz Blog: www.lasletrasinquietas.wordpress.com Twitter: @letrassinalbert TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS INDICE Relatos: Abre la Puerta Billete de Vuelta Cuando los buenos ganan La Llamada Mi Adversario Noche de Luna Llena No te pares Un Deseo Microrrelatos Prólogo Este libro va dedicado a todo el mundo que quiera leerlo. Pero me gustaría hacer una especial mención a los seguidores del blog, en su mayoría compañeros de letras que tienen su propio espacio. Blogs de todo tipo, pero con un denominador común, están maravillosamente construidos, cada día me doy cuenta de la cantidad de tiempo y dedicación que la gente pone en ofrecer sus conocimientos, su arte, su pasión o su hobby. Todos ellos tienen mi reconocimiento y mi admiración. Por supuesto, también va dedicado a todo el mundo que no está metido en este “fregao” pero que disfrutan leyendo el blog, a ellos también mi más sincero agradecimiento. Como resumen de lo que aquí encontrareis, os puedo decir que hay relatos y microrrelatos que se han publicado en el blog. Pero otros que son inéditos y que se leerán por primera vez en este libro que, con mucho gusto, pongo a disposición de todo aquel que se anime a echarle un ojo. Por último añadir que espero que disfrutéis de la lectura y que como mínimo os deje un buen sabor de boca después de llegar al último relato. Un fuerte abrazo y ¡buena lectura! ABRE LA PUERTA - La habitación no está mal...es amplia, las camas parecen sucias y viejas, la tele un poco antigua...después de lo que nos han hecho esperar, creía que nos darían una habitación mejor, se quejo Alice. - Cariño, ¿que querías una suite?, ya has escuchado a Fernando, el chico de recepción, es verano, es festivo aquí en España, el hotel esta completo, y ha tenido la amabilidad de cedernos esta habitación, que en principio no estaba disponible para los huéspedes, de modo que ¡no te quejes tanto!, dijo irritado Richard. - Yo me quejo claro, y tú te conformas siempre con cualquier cosa, hay que luchar por lo que uno quiere y a veces levantar la voz para que te escuchen Richard, se enfado Alice. Ah!, y encima las toallas del baño son amarillas, Richard. - Pues no voy a bajar de nuevo a recepción, Alice, te tendrás que aguantar con tu estúpida superstición, comentó, subiendo el tono de voz en esta ocasión. -A mí me chillas, ¿no? Y no es una estúpida superstición Richard, se defendió Alice. Y es que Richard Buxton no soportaba tener que reclamar y enfadarse con la gente. A pesar de que en su trabajo trataba diariamente con la gente, y eso conllevaba más de una vez discutir con algún cliente. Pero ahora estaba de vacaciones, y solo quería pensar en disfrutar, descansar y conocer Barcelona. Tenían 15 días de vacaciones, y pensaban pasar los 15 días en España. Primero en Barcelona, y luego se desplazarían a Menorca, a casa de unos amigos. Después de las vacaciones volverían para Irlanda. Pero el comienzo de las vacaciones no empezaba bien, y ya se sabe que las cosas siempre se pueden poner peor. Alice, su mujer, entro a ducharse, mientras él se estiro en la cama. Intento relajarse, pero no pudo. Intento no pensar en nada. Pero le era imposible. ¿Porque su mujer era a veces tan irritable? Llevaban 15 años de casados, y 5 más como novios. 20 años al lado de una mujer que siempre estaba a su lado, en lo bueno y en lo malo. Era una mujer muy hermosa, y buena, pero también una mujer con un carácter muy temperamental. Quizá el carácter que a él le faltaba en ocasiones, quizá por eso dentro de las típicas discusiones de pareja, se complementaban bien, de lo que uno carecía, el otro era su punto fuerte. Empezó a quedarse dormido cuando oyó un golpe en el armario. Se incorporo de golpe. Se acerco al armario. Estaba acercando su mano a la puerta corredera, cuando sin más la tele se encendió. ¿Pero cómo era posible? Su mujer estaba en la ducha, y el estaba lejos del mando. ¿Alguna conexión que había hecho que se encendiera el televisor? Se olvido del armario, y se acerco a la tele, miro detrás del televisor e intento ajustar todos los cables correctamente. Mientras echaba un vistazo a los cables, en la tele estaban echando un partido del campeonato liguero en España. Estaban narrando el partido, cuando de repente escucho gritar al narrador ¡Fuera de aquí! ¡Estáis ocupando la habitación equivocada! Richard se volvió rápidamente, resbalo cayendo de espaldas y acabo golpeándose la cabeza contra el suelo. Se quedo unos segundos aturdidos, antes de escuchar de nuevo un golpe en el armario. Esta vez había sido más claro. No había duda…algo o alguien estaba dentro de ese armario. Asustado, Richard pensó que se estaba volviendo loco. Aun no se había incorporado del todo, cuando se oyó otro golpe en la puerta, en este caso provenía de la puerta de entrada a la habitación. Aterrorizado de miedo, Richard pregunto: -¿Quién, quién es?, dijo con voz temblorosa. -Señor Richard Buxton, soy Javier, el director del hotel, ¡abra en seguida, por favor! Fernando, el nuevo chico de recepción, ha cometido un error terrible al dejarles subir a la habitación. -¿Cómo que ha cometido un terrible error? ¿Qué quiere decir? -En los últimos meses hemos tenido varios incidentes con esta habitación, ¡¡abra por favor!! Richard reacciono y corrió hasta la puerta. No se fijo en que la puerta corredera del armario se estaba abriendo. Giro el pomo. Pero no consiguió abrir. - No consigo abrir la puerta, ¡maldita sea!, grito desesperado Richard. -No desespere señor Buxton, vamos a intentar derribar la puerta, les sacare de aquí. Al otro lado se escuchaba maldecir a Javier, el director, chillando a Fernando. Le decía que le advirtió que no habilitara la habitación a nadie, y que en cuanto esto se solucionara estaba despedido. Pero, ¿tenía solución esto? ¿y qué narices era lo que había en… -¡Richard! ¡¿Qué pasa, que son esos chillidos!?, pregunto Alice entre asustada y desconcertada. Alice había salido de la ducha, llevaba puesto una bata que dejaba entrever el sujetador rojo que llevaba puesto. A sus 40 años estaba esplendida, siempre había tenido muy buena figura y una carita angelical. Richard se giro para mirar. Y casi le da un ataque al corazón. Una figura negra y oscura, con la cara desfigurada, y que infundía asco y repulsión, y el mayor de los temores, estaba detrás de Alice. Cogió a su mujer y se la quiso llevar consigo, llevársela a una oscuridad desconocida, pero Richard se desplazo con agilidad y agarro el brazo de Alice. La tenia cogida con fuerza, pero la figura negra tiraba de ella aún con más violencia. Los estaba arrastrando a los dos. Richard intuía que si los llevaba hasta el fondo del armario sería el final. -¡No te llevaras a mi esposa!, chillo. Haciendo un esfuerzo sobrehumano consiguió tirar de los dos unos metros para fuera. Pero eso les condeno, se quedo casi sin fuerzas. Los arrastro a los dos, cuando prácticamente los tenía en el fondo del armario, Alice le dijo: - Cariño, te amo, este donde este, te llevo conmigo en mi corazón. Se deshizo de la mano que le agarraba Richard, y le empujo hacia fuera. Richard cayó fuera del armario. Antes de que la puerta corredera se cerrara tuvo tiempo de verla marchar mientras las lágrimas de sus dos preciosos ojos inundaban de tristeza la habitación. En ese instante la puerta de la habitación se vino abajo, y entraron varias personas, entre ellas Javier y Fernando. Richard intento sin éxito levantarse y mirar dentro del armario e ir en busca de su mujer. Pero el director le tenía bien sujeto. Richard se derrumbo ahí mismo. En la maldita habitación del hotel. Nunca más volvería a ver a su esposa, pensó. Cerró los ojos. Y la vio. La vio a su lado, y la abrazo con fuerza. Ella le beso en los labios, y le dijo que fuera feliz, que ella velaría por él. Y él solo supo decirle que la quería, que la quería muchísimo, antes de que esta historia tocara a su FIN. BILLETE DE VUELTA Eran las cinco y diez de la tarde cuando Sebas miró el reloj. Había llegado con tiempo de sobra a la estación de autobuses. Su hermano mayor le ayudó a bajar la maleta del coche, y le despidió dándole un fuerte apretón de manos. Su madre fue más efusiva, y se echó a llorar de nuevo mientras le abrazaba con fuerza. A él le cayeron unas lágrimas que intento secar con la manga de la camisa antes de que ella se pudiera percatar. No quería darle motivos a su madre para pensar que no estaba preparado y que se iba a venir abajo estando tanto tiempo solo, después de lo ocurrido. El pequeño Víctor (de solo 10 años) le dio un fuerte abrazo y un par de besos. - Pórtate muy bien renacuajo, y cuida de la abuela, ahora tú eres el jefe de la casa, le dijo a su sobrino pequeño. Soy el jefe, dijo impresionado Víctor. Buen viaje cariño, le deseó su madre. Muchas gracias mama, os llamo cuando llegue a Madrid. Un besito para todos, y cuidaros, se despidió Sebas mientras se alejaba de ellos. Entró en la estación con la maleta. Necesitaba urgentemente acudir al servicio. Fue directo a la puerta, sin fijarse bien en el error que estaba cometiendo. Abrió la puerta, y se encontró de bruces con una chica. Ella señalo a la imagen de la puerta, cuando Sebas se percato del error que estaba cometiendo, se giro avergonzado sin decir palabra alguna. Salió del servicio, y vio que la chica con la que se había cruzado estaba en taquilla comprando un billete. Aunque había sido un breve instante, no podía quitar de su cabeza ese rostro angelical con el que había tenido la (des)afortunada suerte de cruzarse y esos ojos claros que le miraban divertida mientras el solo sabía hacer que agachar la cabeza. Una diosa que nunca se fijaría en un mortal ni por asomo. El ya tenía billete, su hermano le había conseguido el billete de autobús que le llevaría desde su ciudad natal, Oviedo, hasta la capital, a Madrid. Entro en una sala VIP para los que adquirían un billete de Clase Superior. Unos chicos jóvenes con una niña estaban charlando animadamente. Una pareja de señores mayores estaban sentados. Ella le atusó el cuello de la camisa y él se lo agradeció dándole un beso. El hombre cruzó la mirada con Sebas y sonrió. Sebas sonrió también. Que pareja más agradable pensó, y recordó que sus padres se entendían igual de bien. Una oleada de tristeza le recorrió el cuerpo. Un golpe en la pierna le despertó de sus pensamientos. - ¡Cuidado María! Pídele disculpas al chico. Lo siento señor. No pasa nada, dijo Sebas. Se agacho, y le dijo en voz baja, pero no me llames señor, me llamo Sebas y tengo 27 años, ¿y tú? Yo 7, y me llamo María, mi mama se llama Marta y mi papa Fernando. ¿Tus papás como se llaman? Mi mamá se llama como tú, María, y mi papá…trago saliva antes de pronunciar su nombre, se llama Pedro. - ¡Tu mamá tiene el mejor nombre del mundo!, dijo alegremente María. ¡Jajaja!, yo también lo pienso, dijo al tiempo que se levantaba. Miro el reloj. Ya casi era la hora de que llegara el autobús. Mejor sería esperar ya en la parada del autobús. Se despidió de la pequeña María antes de salir de la sala. Su autobús llego puntual. Poco a poco la gente se fue aglomerando en torno a la parada. Sebas fue el primero en dejar la maleta y subir al autobús. 15B, ese era su asiento. En pasillo. Se sentó, y comprobó que los asientos eran muy cómodos. Cerró los ojos, mientras la gente iba entrando. Se quedo unos segundos relajados, sin pensar en nada. Estos días habían sido muy largos y tremendamente duros. Alguien le toco ligeramente el brazo. - ¿Me dejas pasar, por favor?, le preguntó ella. Ah, ¡Hola! Si, si claro. ¡Perdona!, contestó mientras se levantaba del asiento y se echaba a un lado para dejarla pasar. Gracias, respondió mientras tomaba asiento junto a la ventanilla. Siento lo de antes, se disculpó. Ella le miro desconcertada por un momento, pero luego pareció percatarse. No tienes porque disculparte, comentó sonriente. Me llamo Alexandra, le dijo tendiéndole la mano. Pero puedes llamarme Alex. Yo soy Sebas, dijo devolviéndole el saludo. Encantado. Estaba tomando asiento de nuevo, cuando la pequeña María pasó a su lado. - ¡Te atrape!, dijo la niña, cogiéndole del brazo. ¡Deja en paz al chico María!, dijo su madre. Sebas rió y miró a la niña. Tendrás que quedarte así, de pie, todo el viaje. ¡Ah, no, de eso nada!, se quejó la niña. Me voy con mis padres. ¡Adiós! Adiós María, dijo Sebas. Que niña más guapa. ¿Es familiar tuyo?, le preguntó Alex. ¿La niña? Oh, no, la conocí hace 15 minutos, le contestó Sebas. ¿Te gustan los niños?, le preguntó ella interesada. Sí, contesto sintiendo que sus mejillas se ruborizaban. Tengo un sobrino de 10 años y lo adoro, dijo sonriendo Sebas. Alex sacó del bolso una foto, y se la enseñó a Sebas. El autobús se puso en marcha. Era una niña de unos 5 años aproximadamente, rubita, con el pelo rizado, ojitos verdes, y una sonrisa encantadora y un parecido increíble a Alex. Si no fuera porque Alex parece ser muy joven diría que… - ¿Es tu hija?, preguntó. Si, es mi pequeña. Tiene 4 añitos. Estos días la están cuidando sus abuelos. Se llama Roxana. Es una niña preciosa, muy buena, y muy alegre, contestó orgullosa la madre. - - Eso seguro que es porque está muy bien cuidada. Se parece muchísimo a ti, dijo asombrado Sebas. En realidad quería decirle que tenía su mismo rostro angelical, pero lo único que salió de su boca fue: es muy guapa. Gracias, le respondió sonriente. Sí que lo es, sí. Y será mejor mujer que yo. A pesar de todo lo pasado, añadió, creo que hasta el momento he conseguido ser una buena madre para mi hija. Sebas se quedo un momento sin saber que decir. La azafata fue ofreciendo prensa por todos los pasajeros del autobús. Después de unos minutos de silencio incomodo, decidió echarle valor y dejar salir con libertad las palabras: - - - Seguro que sí. No te conozco, pero estoy convencido que estás siendo una madre maravillosa. Ella le miro agradecida. La gente cuando es buena de corazón se suele ver rápido…y seguro que tu hija tiene tan buen corazón como tú. Yo he cometido errores por los que espero que mi hija no tenga que pasar, Sebas, dijo ella. Elegir a las personas equivocadas puede marcarte para siempre. El padre de mi hija es un ejemplo. Cuando lo conocí no me imagine el infierno en el que se iba a convertir mi relación con él. Lo único bueno que puedo sacar de todo ello, es mi niña Roxana, comentó Alex. De los errores se aprende Alex, además tú eres joven. Un mechón de su pelo alborotado cayó en su frente y su mano se poso en la de Sebas. La azafata interrumpió ese instante que a Sebas le pareció mágico al acercarse a ellos, y les ofreció un pequeño aperitivo con bebida. Alex retiro la mano, Sebas hubiera deseado sentir el tacto de sus manos de seda durante toda una vida. La mujer les sirvió a ambos un pequeño bollo de pan acompañado de jamón dulce y algo de queso... Antes de empezar el aperitivo Alex continúo hablando: - Hace un año decidí dejar al padre de mi hija. La última vez que le arrestaron fue la gota que colmo el vaso de mi paciencia. No quería esa vida para mi…y mucho menos para mi hija. Tuvimos la niña al poco de conocernos y muy jóvenes. Lo conocí con 19 años. El tenía entonces 26 años. Un año después nació Roxana. Y al poco tiempo nos casamos. Todo fue demasiado deprisa. Y no pare a pensar lo que eso suponía. Así que después de varios años aguantando a alguien por el que ya no sentía si quiera respeto, este año por fin he conseguido los papeles del divorcio y la patria potestad de mi hija. Alex se quedo con la mirada pérdida, en su cabeza se evocaban recuerdos dolorosos. Sebas sintió el deseo de abrazarla. Cuando lo conocí, continuo relatándole, se comporto genial conmigo, era encantador. He de decir que mis padres nunca aprobaron la relación. Y no solamente por la diferencia de edad. Creo que mis padres supieron calarle antes. Yo no. Y después de un tiempo de estar casados comenzó a comportarse diferente, se ausentaba con frecuencia, se molestaba si le recriminaba su ausencia y en cambio, en muchas ocasiones, si ella llegaba tarde a encontrarse con él se violentaba de forma alarmante. A medida que fueron pasando los meses, años, su comportamiento era más agresivo, menos tolerante y más - - - violento… En fin no quiero aburrirte con mi vida, te pido disculpas si te he molestado, dijo Alex arrepentida. No te disculpes, eres una mujer estupenda, estoy convencido que tu niña y tú saldréis adelante. No necesitas a alguien como tu ex marido para ser feliz, eres…Saúl trago saliva, eres preciosa, cualquier hombre moriría por estar a tú lado. Gracias, le contesto ella, agachando ligeramente la cabeza y sonrojándose. Era increíble que una mujer tan hermosa se sonrojará, pensó que si seguía mirándola a los ojos enfermaría de placer. Y gracias por escucharme, añadió levantando de nuevo la mirada. No hay de que, sonrió él. Ella se recostó en el asiento, mientras se acababa el aperitivo. El también se termino el aperitivo, antes de quedarse dormido en el asiento. Soñó con ella. Con Alexandra. Soñó que estaban juntos. Su hija también estaba, y él jugaba con la niña al balón. Alex les observaba alegremente. Todo era felicidad. Pero en ese momento aparecía un hombre, una figura oscura que se acercaba a Alex, sacaba un arma y la disparaba. Luego se acercaba a donde estaban ellos. Sebas intentaba correr con la niña en brazos, protegerla, pero no lo conseguía, les alcanzaba y les apuntaba, con una sonrisa que haría estremecer al más bravo guerrero, se acercaba a Sebas y le susurraba al oído unas palabras que conseguían congelarle la cara. El tipo, riendo a carcajadas, le repetía si quería oírlo en voz alta de nuevo, Sebas suplicaba para que no lo hiciera, pero esa figura oscura y maliciosa disfrutaba con el sufrimiento de él y dirigiéndose al aterrorizado joven, grito a viva voz: "Yo lo mate. Fui yo, quien mato...En ese momento despertó sobresaltado. - Siento haberte despertado Sebas, pero es que no puedo aguantar más, necesito ir al servicio, dijo Alex. Si, si, perdón me he quedado totalmente dormido, le dijo. No te preocupes, siento haberte sobresaltado, ¿tenias una pesadilla?, preguntó mientras pasaba a su lado. Algo así, contesto él. Miro el reloj y se dio cuenta que se había quedado dormido casi hora y media. La pareja mayor tan encantadora que se había encontrado en la sala VIP estaban sentados unos asientos atrás de donde Alex y él estaban. El señor le dijo a su mujer algo al oído, se levanto y cuando paso al lado de Sebas dijo en voz baja: - Chico, entre tú y yo, hay cosas que no se pueden dejar escapar. Sonrió a Alex cuando ella llego a su lado y le lanzo una mirada cómplice a Sebas mientras le daba una palmadita en el pecho a Sebas, para después dirigirse al servicio. Alex miro con cara de sorpresa a Sebas. Finalmente dijo: - ¿Qué te ha dicho ese hombre para que tu cara se haya puesto como un tomate?, preguntó intrigada. Sebas se limito a sonreír tímidamente. Umm, me debes una, - - chico misterioso. Yo te he contado cosas personales de mi vida sin conocerte. Ahora te toca a ti, cuéntame algo de tú vida. ¿Yo?, preguntó desconcertado. No tengo grandes hazañas que contar, dijo evadiendo la pregunta. La cara de Alex reflejaba su descontento con la respuesta. En realidad no se me da bien hablar, me siento más seguro escuchando a los demás. Pero, tienes razón, te debo una. Alex sonrió orgullosa. Soy natural de Oviedo, pero llevo viviendo en Madrid algo más de un año. Alex asintió y le animo a continuar. Soy agente de viajes, la agencia me propuso el traslado a una de sus oficinas nuevas en la capital y acepte. Tengo 27 años y en el plano sentimental hace tres años que lo deje con mi última pareja. El autobús se detuvo en una zona habilitada para el aparcamiento de vehículos, enfrente de un restaurante de carretera. Saúl miro el reloj, ese reloj que con tanto cariño guardaría el resto de su vida, ya que era un regalo de su padre. Eran las 17:30h. de la tarde, llevan hecha la mitad del trayecto. Volvió a alzar la cabeza para mirar a Alex y se encontró con sus ojos verdes esmeralda observándole con atención. ¿Estiramos piernas? Sebas asintió. La mayoría de los pasajeros se apearon, solo unos pocos se quedaron esperando en el autobús. El conductor les avisó de que disponían de 15 minutos para regresar al bus. Les advirtió de que estuvieran puntuales pues a la hora señalada el autobús saldría sin esperar por ningún pasajero que se retrasara. - - Ves, ahora ya te conozco un poquito mejor, dijo Alex apoyándose en él, mientras cogía aire al salir fuera del vehículo. Entonces, chico misterioso, estabas pasando estos días en Oviedo con tus familiares, ¿con tus padres imagino?, continuó preguntando Alex. De hecho…si unos días con mi madre, respondió Sebas. No lo has dicho muy convencido, se percato ella. Bueno es que hace muy poco que falleció mi padre, está todo muy reciente y cada vez que lo recuerdo…me cuesta hablar de ello, comentó con tristeza. Lo siento mucho Sebas, no quería incomodarte. Vaya, mis problemas al lado de lo tuyo te parecerán una tontería, siento mucho lo de tu padre, comentó apenada. Sebas agradeció sus palabras y le ofreció entrar en la cafetería del restaurante y seguir charlando mientras tomaban un café. Se sintieron reconfortados de entrar dentro y refugiarse del aire. La chica que los atendió les llevo a la mesa un par de cruasanes y los cafés. A pesar de estar en el mes de Abril, el aire frio seguía presente y no tenía visos de marcharse en breve. Sebas poso sus manos en la taza de café caliente y se sintió reconfortado absorbiendo su fuerte aroma. Miro a Alex de reojo mientras ella tomaba un bocado de su cruasán. Se sentía con fuerzas por primera vez, desde que paso lo de su padre, para abrirse a alguien y relatarle lo sucedido. - Alex, quería contarte algo, referente a lo de mi padre. - - - - Adelante, no he quedado con nadie al menos…miro su muñeca carente de relojes que le marcasen el paso del tiempo, en las próximas tres horas, al decir esto le regalo a Sebas una amplia sonrisa, una de esas sonrisas de anuncio que suelen protagonizar artistas o guapas modelos. Te he contado que mi padre murió recientemente. Pero no te he contado cómo. A mi padre, le…trago saliva antes de continuar, le asesinaron. ¡¿Cómo!?, exclamo llevándose las manos a la boca. Esto… por Dios Sebas, que dices. Casi le caían las lágrimas a ella. Después de unos momentos de aturdimiento le cogió la mano y sintió el calor y la compresión de su semblante emocionado que le miraba con tanto cariño. Sebas sintió que nadie más podría igualar ese momento de conexión entre dos personas. ¿Cómo fue?, preguntaron sus rosados labios. Fue apenas hace 10 días, comenzó a relatar, mis padres vinieron a visitarme a Madrid, aprovechando que se acercaba Semana Santa y que yo contaba con unos días de vacaciones, se quedaron alojados en mi piso, la idea era estar todos esos días juntos y conocer la ciudad. Aún no había empezado mis días de vacaciones cuando ellos llegaron, aprovecharon ese primer día para ayudarme en casa, y salir a comprar. La voz luchaba por quebrarse pero consiguió dominarse y pudo continuar su narración de los hechos. Al día siguiente, Alex le observa con atención mientras el continuaba hablando, salieron a dar un paseo por el barrio, y a última hora del día fueron a comprar la cena de esa noche. Mi padre la espero fuera mientras mi madre hacia la compra. Alguien entro en el súper con una pistola. La cajera le dio todo lo que habían recaudado. Pero el atracador, Sebas agacho la cabeza, apretaba el puño con fuerza, ese malnacido quería más, se fijo en la cadena de oro de mi madre, una cadena que para mi madre era muy especial, pues se la regalo mi abuela que ya falleció. Mi madre intento resistirse, mi padre entro, se encaro al ladrón, y este le disparo. Después de eso, le quito la cadena a mi madre y se fue corriendo. Cuando llegaron los sanitarios fue demasiado tarde. Intentaron reanimarle sin éxito. ¿Lo atraparon? Sebas negó con la cabeza. La investigación sigue abierta pero de momento no tienen nada…creo de corazón que algún día ese tipo pagara. La vida es como un billete de ida y vuelta, y este tipo solo ha gastado la ida, sentenció Sebas. Los dos se miraron en silencio, Alex aún le tenía cogido de la mano. La soltó, se levanto para acercarse hasta él y le dio un beso cerca de los labios. Él la miro a los ojos, estaba tan cerca de esa preciosa mujer que… ¡Chicos!, grito la camarera de la estación desde el mostrador. ¿Vosotros no estabais en el autobús que está saliendo? Su dedo señalaba a la parte trasera del local, había una cristalera por la que se visualizaba el parking del lugar. El autobús estaba echando marcha atrás para partir. Sebas miro el reloj, marcaba las 17:50h., llevaban cinco minutos de retraso del tiempo estimado. Cogió a Alex de la mano y los dos salieron corriendo. El vehículo estaba a punto de incorporarse a la carretera, cuando el conductor hecho un vistazo a su retrovisor y vio aparecer dos jóvenes corriendo y alzando las manos en alto. Los dos se dejaron caer en sus asientos exhaustos. Se miraron mutuamente y comenzaron a reír. Al principio fue una risa tímida pero al poco tiempo se convirtieron en estimulantes y divertidas carcajadas. Se pasaron todo el tiempo hablando, la conexión entre ellos era completa. Sebas comprendió en ese momento lo caprichoso que podía ser el destino. La mujer de su vida estaba en ese autobús porque él había acudido a Oviedo para estar en el entierro de su padre y estar al lado de su familia, en especial con su madre, la cual aún se sentía culpable por lo ocurrido. Ella decía que si no se hubiera resistido a darle la cadena, Juan, su marido, no hubiera muerto aquella noche. En cambio, Sebas, consideraba que si no hubiera ido a trabajar a Madrid y si no hubiera dicho a sus padres de subir en esos días, su padre estaría vivo. Y ahora el destino le ponía aquella mujer ante él. Dulce, hermosa, cariñosa y sonriente. ¿Cuál era pues su lado oscuro?, se preguntaba Sebas. Si es que lo tenía…su ex marido podría ser una respuesta. ¿Y si a ella le gustaban ese tipo de hombres, personas con el carácter de su ex pareja? Puede que esa conexión que él creía tener con ella, solo fuera amistad y buen rollo por parte de Alex con él. Quizá sintiera pena por él y por eso se mostraba tan amable, puede que solo tratara de animarlo… Cuando llegaron a la estación de destino, Sebas seguía dándole vueltas al momento más oportuno para pedirle una cita, quería, desesperadamente, volver a ver a esa mujer. Alex volvió a sorprenderle al darle por iniciativa propia una nota en el que le apunto su teléfono personal y su e-mail. El se lo guardo en el bolsillo del tejano. Podría volver a ver a esa chica, tendría la oportunidad de volver a sentir el dulce aroma de su presencia. Cuando llegaron a destino, se despidieron con dos besos, y la promesa de volver a verse. Sebas se alejo del lugar sin ser consciente que la mujer tan encantadora con la que había compartido viaje estaba a punto de esfumarse para siempre, ya que al levantarse del asiento del autobús el papel con el número de teléfono y e-mail se le había caído. Entro en el metro sin saber que una vez más el destino o la mala suerte volvían a jugar en su contra. Aprovecho la espera en la estación para llamar a su madre. Le conto que había tenido buen viaje de vuelta a casa, y no puedo resistirse a contarle que había conocido a una chica muy especial. La voz de su madre sonaba tan triste que sintió la imperiosa necesidad de mirar el papel con el teléfono de la chica para no sentirse tan desgraciado y fue entonces cuando se percato de que lo había perdido. Después de revisar bien sus bolsillos supo que no volvería a verla jamás. Miro su reloj, ¿y si aún tuviera una última oportunidad?, se preguntó. Colgó a su madre con la promesa de llamarla después. Salió corriendo. Al llegar a la estación de autobuses vio a la pequeña María con sus padres. - ¡Hola!, saludo a los progenitores intentando recuperar el aliento. ¡Hola María!, dijo a la pequeña. Oye perdonad que os moleste, habéis visto a la chica que iba sentada conmigo. - Sus padres negaron con la cabeza ¡Yo si Sebas!, dijo la pequeña María, está esperando un taxi, dijo señalando con el dedo, la ves, mira ahora hay un señor con ella. Sebas miro, y la vio, y vio a alguien que la cogía del brazo. Sebas corrió hasta donde estaba ella, y la escucho decir: - ¡Déjame en paz, olvídate de mí! gritó ella intentando zafarse de ese tipo. Robert, suéltame, suplico ella. Tu eres mía, te enteras, tu y mi niña me pertenecéis, zorra, dijo el tipo, moreno, alto y musculoso. Tenía un gran tatuaje de una serpiente dibujado en su cuello. Ahora todo el mundo estaba pendiente de ellos. Sebas entro en acción: - - - ¡Te ha dicho que la dejes en paz!, grito tragando saliva cuando llego a la altura de ellos. ¿Quién es este niñato?, dijo con desprecio mirando a Alex. ¿Es tu noviete?, pregunto con cara de asco mientras la empujaba contra Sebas. Sebas la agarro y consiguió mantener el equilibrio de manera que no cayeran al suelo. Así que ya me has buscado sustituto, dijo con la cara colorada y lleno de ira y odio. El ex marido de Alex se subió ligeramente la camisa, y cogió el arma que asomaba de sus pantalones. Apunto con la pistola hacia donde estaban y disparó. Cayo al suelo sangrando. Sebas miro a Alex aterrorizado. Se agacho junto a ella. Alex intento decir algo pero no pudo. Sebas sintió el calor abrasante del arma apuntando en su cuello. Ahora te toca a ti, cabrón, le dijo. Levanta despacio. Y cuando lo hayas hecho, gírate y mira como acabo contigo. Sebas hizo lo que dijo. Le temblaban las piernas. Estaba en ese momento cerca de morir. No esperaba reunirse tan pronto con su padre. Y pensó en su madre con gran pesadumbre. Se giro aterrado pero desafiante, mirándole a los ojos, cuando se percato de algo. Ese tipo, llevaba una camisa de cuadros sin abotonar, dejando al descubierto una cadena de oro atada al cuello, y Sebas reconoció esa cadena. Era de su madre. No es posible…dijo confundido Sebas, mirando incrédulo al ex marido de Alex y…asesino de su padre. ¿Qué pasa capullo?, dijo esté, mientras observo que la mirada de Sebas no dejaba de mirar medio hipnotizado la cadena que llevaba puesta. No me jodas, espeto, que tú…que el viejo del otro día lo conoces. Que es tú papaíto. Joder, que curiosa es la vida. ¿Y cómo se encuentra tú papaíto? Me gustaría… Antes de que pudiera decir nada más, Sebas se tiro encima de él lleno de odio, cayendo los dos al suelo. El golpe que se llevo en la cabeza fue tremendo. Quedo inconsciente. Sebas se incorporo de inmediato. Recogió el arma del suelo, y le apunto. En un segundo las tornas habían cambiado por completo. Podía vengarse del asesino de su padre. Todas estas noches había soñado con encontrarse con una situación como esta. Y ahora ahí estaba, al alcance de su mano, cobrarse su justa venganza. Sabía que era un delincuente que maltrataba a su mujer y a su pequeña hija, aparte un ladrón y un asesino. ¿Por qué estaba paralizado, que le impedía disparar ya? La miró a ella, quizá necesitaba algo, una mirada, un gesto que le hiciera cambiar de opinión. Alex intento incorporarse a pesar de su herida. - - ¡No Sebas!, consiguió sollozar Alex. Lo siento Alex, le dijo el lleno de dolor. Lo siento, pero él mato a mi padre. Cerró los ojos e imagino la escena de la muerte de su padre, no puedo dejarle vivir. Sé que es el padre de tu hija, y que en el fondo aún lo quieres, pero… El no me importa. Lo digo por ti Sebas, no arruines tu vida. Te mereces ser feliz. Si le matas nunca lo conseguirás. Y…la sangre salió de su boca, no pudo decir nada más. Sebas supo en ese momento que no lo mataría. Se agacho al lado del asesino, y recupero la cadena de su madre. Que se pudra en la cárcel, dijo en voz alta. Tiro el arma lejos de su alcance. Se quedo con Alex, la cogió de la mano, y estuvo con ella así hasta que llego la ambulancia. Unos policías se llevaron en un coche policial al ex marido de Alex, al asesino de su padre. Sebas pidió acompañar a Alex en el trayecto al hospital, no se separo de ella en todo momento. Pasadas unas horas el médico salió a darle el parte. Cuando finalizo se dejo caer en el asiento de recepción del hospital, emocionado y exhausto. 6 meses después, Sebas paseaba a solas en el parque, disfrutando del día tan soleado y primaveral que hacía a pesar de estar a mediados de Octubre. Pensaba en su madre y en cómo, poco a poco, con gran entereza y coraje, estaba consiguiendo superar la perdida, aunque todos ellos llevaran en sus corazones la pena de su ausencia de por vida. El día era maravilloso, pero aún se hizo más esplendida cuando la vio llegar a ella. Una niña rubita, con el pelo rizado, ojitos verdes, y una sonrisa encantadora llego a su altura. Sebas la cogió en brazos y la dio un beso en la mejilla. - ¡Hola papi!, dijo ella. ¿Puedo llamarte así? Aunque no lo seas digo, comentó de manera inocente la niña. Claro que puedes. Me encanta que me lo llames, dijo cariñosamente Sebas. ¿Y yo? ¿Puedo llamarte papi también?, pregunto Alex. Umm, gesticulo pensativo. Dejo a la niña en el suelo y se acercó a ella, con un brazo le rodeo la cintura y la atrajo contra él, y la susurro al oído, tú me puedes llamar como quieras, y sello en sus labios un apasionado besó de amor. CUANDO LOS BUENOS GANAN - Ha sido un éxito, ¡eres la mejor!, la felicito Alicia, su agente y una de las personas de más confianza de Mar. ¿Una noche tranquila, no Raúl? ¿Tú como me has visto?, preguntó a uno de sus dos guardaespaldas. Todo bien señora, pero la noche no ha acabado, le recordó Raúl. Te he dicho que no me llames señora. Como lo vuelvas a hacer te despido, dijo Mar enseñando su lengua. Raúl sentía una especie de ansiedad cuando estaba cerca de ella, su corazón se aceleraba cuando ella le miraba con sus ojos cristalinos, transparentes como su sonrisa. Mucha gente que no la conociera pudiera pensar que debido a su éxito debía ser una mujer altiva y creída, pero estaban muy lejos de tener razón, es una mujer de carácter amable y cariñoso y eso hacía más difícil trabajar con ella. Pero él era ante todo un tipo profesional, su trabajo era protegerla, y no dejaría que sus sentimientos hacia ella influyeran. Además ella tenía novio, un novio algo violento y un músico fracasado, que además, acostumbraba a coger cogorzas importantes, pero ella le quería y contra eso nada se podía hacer. - Vamos a tomar una copa amiga, se dirigió a Alicia cogiéndola del brazo. Raúl y su compañero, Jonathan, salieron tras ellas. No fueron muy lejos ya que se quedaron en el bar del hotel. Raúl siempre estaba alerta y en ese momento tenía un mal presentimiento. Quizá fuera esa tensa calma que sintió al llegar a ese pequeño rinconcito con apenas un par de clientes en el local. Cuando llegaron a la barra les atendió un chico con acento cubano, detrás de ellos había una pareja tomando una copa. Al ver a Mar, la reconocieron y le pidieron una foto. Jonathan le dijo al oído que entraba un segundo en los servicios. A pesar de su sensación de intranquilidad, Raúl asintió, ya que no tenía sentido preocuparse por una joven pareja y un amable camarero. En ese momento Raúl advirtió que entraban en el bar dos hombres, uno de ellos silbando, el otro se atusaba su larga melena. En ese momento Jonathan salió del lavabo guiñando su ojo y antes de que Raúl pudiera reaccionar, los hombres sacaron las armas y comenzaron a disparar indiscriminadamente. Alcanzaron a Jonathan, Raúl apenas pudo ver como su compañero y amigo caía al suelo herido. Tres balas alcanzaron el pecho del camarero, matándolo en el acto. También la pareja que le había pedido la foto a Mar estaba ahora en el suelo, pronto el lugar se lleno de un ensordecedor sonido de balas. Al propio Raúl le hirieron en el brazo, pero esté reacciono, y empujo a Mar detrás de la barra del bar intentando protegerla. Su única prioridad era salvarla, pero si conseguían acercarse a ellos, no podría hacer nada, también acabarían muertos. Por debajo de la barra había un pequeño hueco por el que pudo ver a Alicia tirada en el suelo, con un gran charco de sangre a su alrededor. Raúl apretó el puño. Habían cometido una masacre, pero esto no había acabado. En cambio, las balas cesaron. - ¡Amigo, no te metas en esto! No servirá de nada que la protejas, te mataremos. La queremos a ella, déjanosla y te dejaremos marchar, grito uno de los asaltantes. Mar estaba aterrada, miró a Raúl, esté le devolvió la mirada, puso su mano en la cara de ella y con un gesto de cabeza le dijo que ni hablar, que no pensaba dejarla sola. Mar no dejaba de sollozar y Raúl le puso un dedo en la boca. Tranquila, saldremos de esta, te lo prometo. Su madre siempre le dijo que no prometiera cosas que no pudiera cumplir, pero esa situación era algo excepcional, así que se permitió el lujo de saltarse la norma. - Tic Tac. Se te acabo el tiempo, hermano. Los tenían encima, realmente el tiempo se agotaba. Aun así le dio tiempo para pensar que por el acento debían ser de origen sudamericano. Se agacho y vio que por debajo de la barra alcanzaba a ver los pies de uno de los asaltantes. Era su oportunidad. Le disparo a los pies, alcanzándole de lleno. El otro individuo comenzó a disparar contra ellos. Pero las balas se le acabaron, y necesitaría recargar su rifle. Fue su final. Raúl se levanto con rapidez y disparo al hombre, matándolo en el acto. Saltó por encima de la barra, se acerco al cuerpo del otro, que estaba tendido en el suelo con los pies destrozado. Le apuntaba con el arma. Desde el suelo intento dispararle y Raúl no se lo pensó dos veces y disparo antes de que pudiera alcanzarle. Todo había acabado. Saco su móvil y llamo a Urgencias. Te pondrás bien, ya lo veras, le dijo emocionado a su amigo Jonathan, que le tenía agarrada la mano mientras se lo llevaban en la ambulancia. Esté antes de alejarse, a pesar de la situación tan crítica en la que se encontraba, alzo su dedo en señal de victoria. Las enfermeras cerraron la puerta del vehículo dejando en el horizonte esa señal de su amigo con el dedo alzado, ¿pero…habían ganado? ¿Quién o quienes estaban detrás de ese ataque? La policía le ayudo a responder varias de sus dudas. Al menos le informaron que los atacantes eran de origen dominicano, unos individuos muy violentos con varios antecedentes por agresión. - - ¿Y con qué objetivo la han atacado?, preguntó Raúl. A saber…eso intentaremos averiguar, contestó el oficial al mando. Es guapa, famosa y con dinero, añadió el joven policía que le acompañaba, las opciones se multiplican, pero lo más probable es que quisieran secuestrarla para después exigir un alto pago por su liberación. Raúl arrugo el morro. Dos muertos y tres heridos graves, ¿no es demasiada ruido para un simple secuestro? No crea, intervino el oficial, estos tipos les importa un carajo quién o cuántos se llevan por delante, si tienen un objetivo no miran más. Una mujer empujaba en una camilla el cuerpo sin vida de Alicia. Minutos antes se habían llevado el del camarero. La pareja de jóvenes estaban graves pero vivos. Raúl apretó los - dientes intentando soportar el torrente de emociones a punto de desbocar. Caballero, dijo el policía entregándole una tarjeta suya, se ha comportado usted como un héroe y no sobran tipos con su valor. Espero podamos vernos pronto. Gracias, contestó Raúl agotado. Cuando se giro, una enfermera quiso atender-le, pero él se negó. La herida de bala había sido limpia, solo le había rozado, haciéndole una pequeña herida, y otra enfermera ya se la había desinfectado. Se acerco a Mar, junto a ella un hombre pasaba su brazo por la cintura, su novio Daniel. -¿Qué tal estas Mar?, le preguntó. -Muy nerviosa Raúl, Alicia esta...sus ojos se llenaron de lágrimas, y si no hubiera sido por ti, le miró con tanta ternura que Raúl comprendió que no podía haber nada más hermosa, eres mi ángel de la guarda, finalizó ella y le fundió en un fuerte abrazo. Raúl sintió el impulso de besarla, pero no era el momento adecuado ni la situación ideal. -Eres un héroe macho, has acabado con los dos colombianos, ahora te pedirán a ti los autógrafos en lugar de ella, dijo Daniel con una sonrisa burlona en la cara. Se acerco a Raúl, y le susurro al oído: mira los dos salimos ganando, tú te conviertes en un héroe y yo me llevo a la chica para consolar-la…si es que en esta vida no se puede tener todo, jajaja. Raúl le miró con despreció. Este le retuvo la mirada desafiante. Como podía ser de esa manera después de lo que había pasado. Él que se había quedado en la habitación toda la noche, metiéndose a saber que mierda por la nariz mientras su chica y su gente de confianza los cosían a balazos. Ya marchaban cuando cayó en la cuenta. Se dirigían al ascensor pero Raúl se interpuso. -¡Detengan a este hombre!, gritó Raúl a la policía señalando a Daniel. - ¿Qué dices Raúl, porque dices eso ahora?, preguntó desconcertada Mar. - ¿Cómo has sabido que los asaltantes eran colombianos, Daniel?, pregunto Raúl. La pregunta cogió por sorpresa a Daniel. Miro a un lado y a otro. La policía estaba cerca de ellos. Solo podía hacer una cosa, aunque eso acabara por delatarle. Sacó un arma, cogió por el cuello a su chica y la apuntó en la cabeza. -¿Qué haces Daniel?, preguntó asustada Mar. -¿Qué, que hago? Hace unos diez días me quede escuchando detrás de una puerta, oí como le contabas a la zorra de tú agente que tenias claro que me ibas a dejar. ¿Cuándo pensabas decírmelo? ¿Esperabas el momento adecuado? Mar estaba en estado de shock, apenas pestañeaba. Raúl acerco su mano al revolver, el arma pesaba poco, quizá no quedaran balas. Después de todo lo que he hecho por ti, continuó él. Deje la música por ti, cariño, y tú me lo agradeces así, dejándome tirado, Raúl apretó los dientes, el no había dejado la música por voluntad propia, si no que había fracasado como músico. Lo siento, pero tú te vienes conmigo, dijo arrastrándola fuera del local. Raúl vio como se alejaban poco a poco, no podía esperar más. Saco su arma y disparo, alcanzándole en el brazo que sostenía el arma, esta cayó al suelo. La policía aprovecho para detener-le y llevárselo esposado. Mar asustada, se quedo acurrucada en el suelo. Raúl se acerco a ella y la rodeo con sus brazos, protegiéndola. - Un momento, pidió a los policías que se llevaban a Daniel. No te vayas, por favor, le suplicó Mar. Le acarició el rostro con delicadeza. Acerco su boca a su oreja y la susurro al oído: Ahora vengo, no pienso separarme de ti nunca. Ella le miró agradecida. Se levanto y se acerco a Daniel. Los policías miraron contrariados. Raúl puso las manos en alto, quería demostrar que no tenía intención de agredirle. - Solo quería recordarte amigo Daniel, que al final el gran perdedor has sido tú. Yo consolare a la chica, espero que tú encuentres alguien que te consuele en los calabazos, guiño su ojo y se alejo dejando a Daniel gruñendo y muerto de ira. Y es que como dicen que soñar es gratis, es bonito soñar que en ocasiones los buenos también salen ganando. LA LLAMADA Sonaba uno de sus grupos favoritos en su MP3 mientras se daba un relajante baño de espuma en uno de los hoteles más altos y lujosos de Madrid, ciudad a la que había acudido por una importante reunión de su empresa. ¿Por qué?, le preguntó ella. ¿Por qué?, repitió el desconcertado, pues a pesar de haber pensado todo el tiempo en la respuesta más correcta y menos dolorosa, ver su cara llena de dolor y tristeza le rompía el alma. Porque es lo mejor. Hoy hacía un año desde que dejo a su pareja, con la que llevaba 3 años saliendo. 1 mes después de dejarla, sufrió un terrible accidente de automóvil que le costó la vida. Aún le costaba superar ese trágico suceso, no había podido rehacer su vida amorosa, y solo su trabajo hacía que por momentos olvidara esta desgracia, y a Marisa, la mujer con la que años atrás compartió momentos inolvidables. El teléfono de la habitación sonó, se levantó de la ducha y cogió la toalla. Se cubrió y se dirigió veloz al teléfono. - - - ¿Diga?, Nadie contesto al otro lado de la línea. ¿Diga?, repitió, obteniendo el silencio de nuevo como respuesta. ¿Me escucha, hay alguien ahí?, preguntó, esperando una respuesta que no llego. Colgó el auricular. Se fue tranquilamente de nuevo a la ducha imaginando que se habían equivocado de habitación. Empezó a secarse, cuando de nuevo el teléfono sonó. ¿Quién diantres será?, pensó mientras se anudaba de nuevo la toalla por la cintura. Descolgó el auricular de nuevo. ¿Dígame? ¿Es Recepción? ¿Quién está ahí? Oiga estoy escuchándolo respirar, así que o dice algo ahora mismo o voy a recepción y… Hola Marc, dijo la voz al otro lado del teléfono. Esas dos palabras le golpearon con fuerza, sintió un repentino y doloroso ataque en el pecho, y el teléfono inalámbrico cayó al suelo, haciéndose añicos. Las piernas empezaron a flojear también, y se dejo caer en el sofá del salón. Se estiro, la cabeza le daba vueltas y el blanco techo de la habitación parecía tornarse a negro. Pasado unos segundos de aturdimiento, intento tranquilizarse. No podía ser real, no podía ser que alguien que no está en este mundo llame por teléfono, es imposible. Sería alguien que se ha equivocado, alguien que tiene una voz similar a la que tenía Marisa. Si, se dijo a sí mismo, eso tenía sentido. Se puso de pie, cogió el teléfono hecho añicos del suelo, y lo poso en su base. Miro su móvil y vio que estaba prácticamente sin batería. Lo cargaría más tarde. Se vistió para prepararse para bajar a recepción y pedirles si le podían facilitar algún nuevo teléfono para la habitación. Pero ocurrió algo fuera de lugar, algo tan inesperado como inexplicable, algo que solo existía en las películas, en los libros o en los sueños. El teléfono, roto y hecho añicos, comenzó a sonar de nuevo. No era posible, no al menos desde un punto de vista lógico. Pero el teléfono sonaba y sonaba. Cuando Marc tuvo el valor de coger el teléfono, acerco su mano temblorosa al oído y pregunto: - - ¿Quién es? Hola Marc, soy Marisa. No, trago saliva y el pecho le oprimía la respiración, no puede ser, concluyó. Te parecerá imposible. Pero soy yo. No intentes entenderlo, aún no estás preparado para ello. Pero solo te diré que pocas veces se concede una oportunidad de este estilo, y que no tenemos mucho tiempo. Pe…pero tu estas…oh por favor, esto no es real. Lo único que es real es que tú estás en peligro, Marc. Si pudiera volver atrás jamás volvería a coger ese coche pero hay cosas que ya no se pueden cambiar. Coger el coche fue el error más grande de mi vida. Puedo hacer algo que compense mi terrible equivocación. De algún modo que no te puedo explicar tengo una opción de salvar mi alma. Aún puedo redimirme, pero para eso necesito tu ayuda, si tú te salvas me ayudaras a mí. Marc se quedo en silencio durante unos segundos, no sabía cómo reaccionar ante tal historia, pero… ¿alguien sería capaz de gastarle una broma de semejante magnitud? Desde luego nadie que le conociera o le quisiera lo haría. Más, sabiendo cómo había sufrido ante su perdida. De algún modo esa llamada era real, mágica e inexplicable, pero real. - - - Marisa yo…empezó a llorar, pronunciar esas palabras resultaba tan duro, yo lo siento mucho… No lo sientas Marc. Como te he dicho no tengo mucho tiempo. Si quieres seguir con vida, debes despertar y salir de la habitación. Dentro de unos minutos alguien picara a tu puerta. Hay gente interesada en que no firmes el acuerdo para la empresa. Han enviado a alguien para impedir que mañana asistas a esa reunión. A las 03:25 vendrá un tipo, un hombre peligroso y con una orden clara: eliminarte. Marc miró el reloj, y vio que eran las 03:15, si lo que decía ella, si esto estaba ocurriendo de verdad, tenía 10 minutos para salir de la habitación. ¿Quieres decirme que alguien quiere matarme?, eso es una locura Marisa. No puede ser real, esto no puede ser real, no dejaba de repetirlo moviéndose intranquilo y asustado. Dentro de nada despertare y todo habrá sido un sueño. Tiene que serlo. Marc, intento cuidar de ti, aún te quedan cosas maravillosas por vivir, pero tienes que confiar en mí. Marc AHORA despierta, por favor. Marc despertó del sueño sobresaltado. Todo había sido un sueño. No podía ser de otra manera. Se incorporo en la cama, empapado de sudor. Miró el teléfono y comprobó que este estaba en perfecto estado. Que sensación más extraña. Le había parecido tan real… Comprobó la hora en su reloj de pulsera, las 03:30 y nadie había ido a molestarle. Si no hubiera sido producto de su imaginación, el teléfono estaría roto y alguien habría picado a la puerta cinco minutos antes. Fue al baño a despejarse un poco. Se sentó al váter y comenzó a reír. I supo que fuera o no real lo que había vivido, ese sueño era una señal, la señal es que tenía que comenzar a superar lo de Marisa, y empezar a vivir la vida, no podía condenarse por perpetuidad. Abrió el grifo del agua y lo dejo correr durante unos segundos, inmerso en sus pensamientos, cogió la toalla y se seco la cara. Al mirarse en el espejo comprobó que en el baño había un reloj de pared. Este marcaba en ese momento las 03:25 y entonces recordó que siempre llevaba el reloj con cinco minutos de adelanto. Y en ese instante alguien golpeo en la puerta. La toalla se le escapo de las manos. Salió del baño y pregunto en voz alta: - - ¿Quién es?, preguntó alterado. De recepción, dijo una voz. Es un poco tarde, ¿no les parece? ¿Qué quieren? Lo sentimos caballero. Sabemos que no son horas. Pero es un asunto que debemos tratar con usted personalmente. Hay un problema…con su tarjeta. Si me abre se lo explicare, hay gente ya durmiendo…abra por favor. Deme un minuto por favor, se excuso Marc. Miro alrededor de la habitación. ¿Qué podía hacer? Abrió el cajón de la mesilla, y cogió su móvil. Llamaría a la policía. Pero el móvil estaba sin batería. Cogió el teléfono de la habitación y llamo a recepción. - Buenas noches, le saludo una amigable voz, al habla con Jaime de Recepción del hotel Madrid Sol Ro… ¿Han enviado a alguien a mi habitación? El hombre tardo unos segundos en reaccionar. Caballero es de madrugada, dijo extrañado, como voy yo a enviar a nadie a estas… ¡Ayúdenme, por favor! Necesito ayuda. Me encuentro en peligro. Estoy en la 1105. Disculpe. Por favor no tengo tiempo. Manden a seguridad, llamen a la policía, lo que quieran pero ¡ayúdenme! La puerta se abrió de golpe. Marc se escondió a tiempo. El personaje que se adentro en la habitación tenía el pelo rubio y una cicatriz que le cubría gran parte del costado derecho de su cara. Era muy corpulento, Marc vio un pequeño tatuaje en la mano de su brazo izquierdo en forma de estrella. Se ajusto sus gafas de pasta, las cuales no hacían que el tipo pareciera menos peligroso de lo que en si ya representaba sin ellas. Este se adentro en la habitación, dejando detrás de sí un boquete en la puerta tras la brutal patada que le había propinado. - No me ponga las cosas difíciles señor Martínez, o se arrepentirá, dijo amenazante. No es nada personal amigo, es una cuestión de trabajo. Uno elige ser policía, bombero, librero…o pueden elegir hacer lo que ya hago, eliminar objetivos. Y usted es ahora mi objetivo. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Marc. El sicario miro debajo de la cama, pero no estaba allí. Marc que antes de esconderse tras la ducha cogió el móvil, volvió a intentar encenderlo sin éxito, maldiciendo que estuviera sin batería en un momento tan delicado. Esperaba que en recepción se dieran prisa, el hotel tiene su propia seguridad ¿pero acudirán? ¿Esperaran a que llegue la policía? Si era así le quedaba poco tiempo de vida. - Hábleme de usted Sr. Martínez. Es usted un buen hombre o un mal bicho. No es que me importe mucho, no cambiaría su porvenir, pero es por intimar un poco antes de…bueno antes de acabar con usted. En ese instante abrió el armario esperanzado de encontrarle ahí. Se puso furioso. Se acerco al baño. Se acabo, no puedo perder más tiempo, caballero. La luz del baño se encendió. Marc cogió el mango de la ducha con todas sus fuerzas. Una sombra se proyecto sobre la cortina. Una sombra tan corpulenta como peligrosa. Y llevaba algo en su mano. Marc aposto todas sus cartas a que eso era una pistola. La sombra se acercó cada vez más. Apoyo sus manos sobre la cortina, decidió a conocer y a destrozar a su víctima cuando el teléfono volvió a sonar. Ese instante de distracción del sicario fue vital para Marc. Estampo con todas sus fuerzas el mango de la ducha contra la silueta que estaba detrás de las cortinas. El golpe fue duro y seco, tanto que hizo caer al asesino al suelo. La pistola salió disparada y aterrizo cerca de la mesilla de noche. Intento salir a toda prisa de allí, pero un brazo se alzo desde el suelo, le sujeto la pierna y el también cayó al suelo. Se golpeo con fuerza la mandíbula al caer. A pesar del tremendo golpe, se revolvió y vio por primera vez el rostro de su asesino, ensangrentado por el golpe que Marc le había propinado. Marc intento zafarse de él. Pero le tenía cogido con fuerza. Marc soltó una patada con su pie desnudo al rostro del sicario, consiguiendo escapar de sus garras. Corrió hasta la mesilla, cogió el arma y apunto con ella al sicario. - ¿Por qué? ¿Qué queréis de mí? ¿Quién te ha contratado?, preguntó a chillidos Marc. Suelta eso, si no sabes utilizar un arma, no apuntes a nadie con ella, dijo este mientras se levantaba y se dirigía hacia Marc. ¡No te muevas! ¡Voy a disparar!, grito Marc, pero el sicario le quito el arma con rapidez. Primera lección novato, quita el seguro a un arma. Segunda lección: Si dices que vas a disparar, dispara, dijo este levantando el arma a la cabeza de Marc. Tercera lección: MUERE. Marc cerró los ojos, segundos después la bala salía disparada del arma, hiriendo mortalmente a su víctima en el pecho. Marc abrió sus ojos al tiempo de ver como el asesino caía desplomado al suelo. Se giro sin saber que sorpresa le quedaba por deparar aún el día, cuando vio a un par de policías detrás de él. Ellos le habían salvado... o quizá, pensó, debía de decir que quien le salvo fue ella, su mirada estaba fija en el teléfono. - Gracias, consiguió articular antes de sentirse tan agotado que caía desplomado en el suelo. El sonido del teléfono le despertó. Estaba en la habitación. Se sentía mejor, excepto por su mandíbula. Miro el reloj, eran las 12h. de la mañana. Respiró hondo antes de coger el teléfono. Era de recepción. - - Señor Marc, ¡buenos días!, ¿Cómo se encuentra? ¿Recuperado ya del susto, verdad?, le pregunto Javier, el director del hotel. No. De hecho creo que aun me tiemblan las piernas. Pero bueno, yo estoy bien, el acuerdo se cerrara hoy. La verdad es que es increíble de lo que es capaz la gente, señor Marc. Suerte que consiguieron llegar hasta él responsable de todo esto. Todo por venganza, además tanto usted como yo solo somos empleados, estoy seguro de que usted es el primero en sentirse mal cada vez que tiene que comunicar un despido. A veces hacemos cosas que no debemos, pero es fácil equivocarse y dejarse llevar por impulsos irracionales, sentenció Marc. Pero…estará usted conmigo en que hay límites, le espeto Javier. Sí, por supuesto. Marc agradeció a Javier su llamada. Este le preguntó si quería alargar su estancia algún día más, pero Marc le contó que ya era hora de volver a su ciudad, a su casa. Cuando colgó el teléfono, este volvió a sonar. - - ¿Dígame, Javier?, pregunto Marc. No hubo respuesta. Al cabo de unos segundos, Marc dijo: ¿Eres tú, Marisa? Al final todo salió bien, contestó ella. Marisa, ¿Por qué?, le preguntó. ¿Por qué?, repitió ella. Porque quiero. Porque podía. Y porque era la única manera de salvarte a ti y a mí. Ahora soy libre. Es difícil de explicar, no trates de comprenderlo. No sé cómo es posible esto, pero gracias. No por esto solamente. Gracias por los años que pase a tu lado, si pudiera regresar atrás en el tiempo… Shhh, Marc, se feliz, hazlo por mí, por favor. No intentes cambiar el pasado, disfruta del presente, cuando sea tu día tendrás tiempo de hacer balance. Nunca te olvidare, dijo él al tiempo que las primeras lagrimas le caían por la cara. Adiós Marc, se despidió Marisa en paz. Hasta siempre, dijo él mirando la foto que aun guardaba de ella en su cartera, antes de dar por finalizada esa llamada que guardaría en el cajón de sus recuerdos para toda la eternidad. MI ADVERSARIO Mi mente me susurraba que lo dejara ir, me aconsejaba dejarlo estar, sugería, tal vez, que yo no sería capaz de lograrlo, simplemente que no podía vencerle. El cerebro puede ser muy traicionero y convincente, cuando no tienes la seguridad y la determinación de conseguir ganar a tu adversario. Pero si te sientes fuerte, si crees que no hay obstáculo capaz de bloquear tu camino, cuando tu corazón palpita con tanta fuerza que te grita: ¡adelante!, simplemente no puedes detenerte. Consciente que no había marcha atrás, me armé de valor y le dirigí una mirada retadora. Este, frio como el acero, mantuvo una postura impasible, aunque de su cuerpo expulsara bocanadas de aire caliente, impaciente por comenzar la batalla, deseoso de entrar en la pelea. El tiempo pareció detenerse, los relojes dejaron de marcar la hora y el ambiente pareció ensombrecerse. Mi puño izquierdo se cerró con fuerza, mi mano derecha agarro con fuerza una de sus extremidades y apreté con ganas, intentándolo asfixiar. Mi enemigo resistió el ataque, se libró de mí y me asestó un certero golpe en la cabeza. Me retiré aturdido antes de seguir peleando. Con un sencillo movimiento me había noqueado. Mi rival sonrió, sabedor de su superioridad, y permaneció tranquilo e imperturbable. Esperaba de nuevo que yo atacara, él prefería que yo llevara la batuta de la batalla, para una vez cuerpo a cuerpo lanzarme su certero guantazo. Antes de iniciar la contienda sabía que no iba a ser fácil, así que debía mantenerme tranquilo y pensar con inteligencia mi siguiente movimiento, pues, de lo contrario, no lograría vencer. El público, impaciente, comenzó a silbar, no les gustaban los tiempos muertos. Querían ver chicha. Unas gotas de sudor inundaron mi rostro, sentía la boca tan seca como un embalse en plena sequía y un tic nervioso se adueñó de mi ojo. Intentaba serenarme pero me era difícil, la gente vociferaba, profiriendo insultos hacia mí persona y yo, por momentos, me mantenía paralizado de miedo. Mi oponente reía a carcajadas, todo esto le resultaba tremendamente entretenido. Yo cada vez me iba haciendo más pequeñito al tiempo que él, ya parecía un gigante. Por mi mente sobrevolaba la idea de la retirada. Pero pensé en la gente que me seguía, los que confiaban en mi triunfo y supe que esa idea no me la podía permitir. Entonces a modo de revelación, paso silbándome junto al oído derecho un objeto lanzado por unos enfurecidos espectadores. No alcancé a ver quién o quienes habían hecho salir volando la pieza que rozo mi oreja pero observe que era una bombilla. ¿Por qué me habían lanzado esto?, me pregunté molesto. Pero entonces, me di cuenta que no lo habían lanzado para hostigarme, sino, todo lo contrario, era para ayudarme. Me habían dado la clave para vencer. Que podía significar un objeto así: Luz, ideas e imaginación. Y como me había llegado: volando. Ya lo tenía. Lo que tenía que hacer para vencer era, sencillamente, hacer lo que mejor se me daba, dejar volar mi imaginación. Suerte que siempre llevo conmigo una pequeña libreta de notas y un bolígrafo, eso me ayudó a anotar mi estrategia de ataque. Anote todo lo que salía de las entrañas de mi cerebelo, el hemisferio derecho de mi cerebro estaba exprimiendo y sacando todo el jugo a dos de sus mejores alumnos, la creatividad y la imaginación. Mi enemigo ya no sonreía, al contrario, su semblante había cambiado, percibí su miedo. Era mi momento. Me acerque a él y me senté enfrente suyo, dejando a un lado de la mesa el bolígrafo y la libreta donde había anotado mis movimientos. Abrí mi mano derecha, dejándola caer en el ratón inalámbrico, para después proceder a acercar el cursor hasta el programa de textos y abrirlo. No demoré ni un momento en comenzar a teclear las letras del teclado, llevando en un viaje frenético al documento, regocijándome por la certeza de mi victoria. Quizá embriagado por el éxito momentáneo, me deje llevar inconscientemente por un aura de superioridad y una cierta relajación que fue aprovechado por mi oponente para contraatacar. Luchaba sin descanso por recuperar terreno. Pero no le iba a dejar. Hoy no. Tras un momento lleno de dudas, decidí asestarle el golpe definitivo. Me desplacé con mi silla giratoria unos metros, pulse el botón de encendido, quise volver al punto de origen pero en ese instante una de las ruedas de la silla se quedó atascada. Haciendo un último esfuerzo, me puse en pie y cuando estuve enfrente de la pantalla, con gran seguridad y decisión, le di a imprimir. Y vencí. Cuando supe que todo había terminado, me levanté orgulloso y alcé mis puños en señal de victoria. Había logrado vencer al contrincante más feroz al que puede enfrentarse un escritor, mi adversario es conocido con el nombre de: folio en blanco. NOCHE DE LUNA LLENA El sol entró por la terraza de mi habitación, en el hotel donde pasaba mis vacaciones. El vacío que sentí en mi corazón al despertar hizo que notara un súbito dolor de pecho. El día anterior me había despertado igual de solo, pero no tenía esa sensación de falta, esa sensación incomoda que atenaza cuando sabes que alguien importante se ha ido de tu vida. Me vestí, desayuné, y me fui a dar un madrugador paseo por la playa. Me senté en la arena, y los recuerdos invadieron mi cabeza. La vi allí sola, era una mujer preciosa. Morena, alta, ojos verdes, y una encantadora sonrisa que iba regalando a todo aquel que conversaba con ella. Era la hora de cena, y no había ninguna mesa libre. Le eche valor, y le pregunte si le importaría que me sentara con ella. Ella aceptó como mejor sabía, con su encantadora sonrisa. - Me llamo Raúl, dije, al tiempo que le ofrecía la mano para saludarla y me sentaba en la mesa. Encantada. Yo soy Marina, dijo ella devolviendo el saludo con su mano dulce y suave como la seda. Y fue la cena más inolvidable y mágica que recuerdo, y la conversación con ella fue estupenda. Me habló de su trabajo, de su vida, de su familia…yo también. Le confesé que hacía 1 mes que había dejado a mi pareja con la que vivía desde hace 2 años, y con la que mantuve una relación de 7 años. Ella me confesó a mí, que se había casado con un hombre al que había amado, pero por el cual a día de hoy solo sentía un gran respeto y cariño. Hacía poco que se habían divorciado. Nos sentimos muy cómodos hablando el uno con el otro y fuimos descubriendo que teníamos muchas cosas en común. Los dos somos personas muy familiares, tenemos un año de edad de diferencia, nos gusta la playa, ir al cine, salir a cenar con nuestras respectivas amistades, solo había un problema. Un problema que haría que la perdiera. Después de la cena, decidimos dar un romántico paseo por la playa, y nos sentamos a contemplar la luz que emitía esa noche la luna. Una inolvidable noche de luna llena, acompañado de una encantadora y preciosa mujer. Parecía que todo el mundo hubiera conspirado para que esa noche fuese perfecta. Nos sentamos en la húmeda arena de la playa, y me pregunto: - - ¿Es posible conocer a alguien una noche, y que te parezca que la conoces de toda la vida? Tengo la sensación que tú y yo estábamos destinados a conocernos, dijo ella mirándome con esos ojos verdes que brillaban bajo la luz de la luna. Esta mañana no lo hubiera creído posible, le conteste. Ahora estoy empezando a cambiar de opinión. ¿Así? ¿Y a qué se debe?, pregunto juguetona. A tí, dije mientras clavaba la mirada en sus ojos. Ella acerco su cabeza a la mía, sus pequeños y rosados labios se acercaron a los míos, y entonces no esperé más y la besé. No sé cuánto tiempo pasamos sin separar los labios, pero sí que sé que fue una sensación tan intensa y agradable que supe que quería que esa mujer pasara el resto de su vida a mi lado. Aunque creo que lo supe incluso antes de besarnos, mientras dábamos el paseo por la playa, y la luna se reflejaba en sus ojos. Después de dar un último paseo por la playa, nos dirigíamos al hotel, cuando me dijo con cara disgustada, que era imposible que lo nuestro funcionara. - Ya te he dicho que soy de Argentina, Raúl. Es imposible que funcione, aquí tienes a tu familia, amigos…no puede ser. A veces las cosas más maravillosas no están hechas para uno, y tú y yo tenemos que seguir con nuestro camino. Además mañana sale temprano mi vuelo, y…nos ha faltado tiempo para seguir conociéndonos, Raúl. Lo siento. No supe que decir. La abracé con fuerza, y la di un último beso de despedida, antes de que ella entrara en la habitación 1105, y yo me fuera para mi desierta habitación 1207. Ya está. Se acabó. Pero decidí que al menos se fuera con un buen recuerdo de nuestro encuentro. Prepare una nota en una hoja de cuartilla expresando lo feliz que me había sentido esa noche, y le dibuje una rosa roja, poniéndole una nota debajo del dibujo que decía: “Siento que no sea de verdad, soy un hombre de limitados recursos”, rematándolo con una cara sonriente. Doblé el papel en cuatro partes, me acerqué a su habitación, y lo pasé por debajo de su puerta. Luego volví a mi cuarto, y me eché en la cama. Entonces pensé que quizá nunca vería el papel, se levantaría dormida y con los nervios habituales de revisar que estuviera todo en la maleta, saldría deprisa de la habitación y nunca sabría de la existencia de la nota. El cansancio me pudo y me quede dormido. Y aquí estaba, yo solo, viendo como los primeros valientes madrugaban y daban los primeros paseos por la playa. Un chico joven de origen marroquí se le acercó vendiendo rosas. Ayer me hubiera hecho más falta, pensé para mis adentros. Raúl negó con la cabeza. Quizá en otra ocasión amigo, le respondí. - - Chica dijo que tú querías comprarle una como esta, ella pedirme que venga a decírtelo, dijo el chico con ciertas dificultades para expresarse con el idioma. ¿Chica? ¿Qué chica?, pregunté. La que tienes detrás de ti señor, contesto él. Me giré y ahí estaba ella: ¡Marina! Pero tú, el vuelo… ¿Qué haces aquí? Bueno…pude aplazar mi vuelo y he decidido alargar mis vacaciones. Si el destino ha querido que nos conociéramos…démosle esa oportunidad, dijo sonriente. Me acerque a ella y la besé de nuevo en los labios, como la noche anterior. Pero me detuve unos instantes sintiendo que no era igual que la noche anterior…era aún mejor y decidí quedarme pegado a ella, encadenado a sus labios. ¡Ey amigos! muy bonito amor y eso, pero comprar rosa a mí, ¿o qué? NO TE PARES Me detengo un momento, posando durante unos segundos mis manos sobre mis rodillas, solo para coger algo de aire y continuar huyendo de mis captores. No puedo alcanzar a verles, pero intuyo que están cerca, soy su preso y no me van a dejar escapar tan fácilmente. Sin dejar de correr, intento recordar cómo he llegado a estar en esta situación, pero no alcanzo a recordar más allá del momento en que he despertado atado a la cama de un viejo y abandonado hospital. He conseguido deshacerme de las cuerdas que me maniataban manos y pies, abandonar el edificio y salir huyendo descalzo. Llevo puesto una horrible bata de enfermo, y mi cuerpo huele a rancio y sucio. No tengo ni la menor idea de cuánto tiempo llevaba secuestrado, pues antes de salir he visto mi cara demacrada y una incipiente barba que no tenía. Me he adentrado en el descampado que había tras el hospital, y esta anocheciendo. Tengo la sensación que es un huida contrarreloj y que me queda poco tiempo para salir de ahí con vida. Absorto en mis pensamientos, tropiezo con una rama y caigo de bruces al suelo. Oigo unas extrañas voces que se acercan donde yo permanezco caído en el suelo. Intento levantarme pero me cuesta mucho, finalmente haciendo un gran esfuerzo consigo ponerme en pie y echar a correr de nuevo. Veo una fuerte luz blanca fuera del alcance de los altos y tenebrosos arboles que cubren todo el valle. Cuando llego a el la luz es casi cegadora pero me detengo a tiempo de caer en un precipicio con una altura de unos 100 metros. Miro atrás y veo que se acercan a mí las sombras y las figuras alargadas de la gente que me secuestro. Cuando se acercan más a mi posición, un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Hay 4 figuras. No son humanos, eso seguro. Tienen una altura de unos 3 metros, todo su cuerpo parece un grueso fideo negro. Las manos son muy largas, y los pies…casi no tienen pies. Se acercan a mi cada vez más. Echo el pie atrás y casi resbalo y caigo precipicio abajo. Una de las figuras me hace un gesto inequívoco de que me acerque hacia ellos. Una voz en mi interior me dice que no vaya, que salte. Miro de nuevo abajo y trago saliva. Estoy pensando que saltar es una locura, pero algo en mi me pide a gritos que lo haga, que no me pare. Si me quedo parado me alcanzaran y me llevaran de nuevo con ellos. Una de las figuras ya ha llegado hasta mi posición y me coge el brazo con fuerza. Intenta arrastrarme con fuerza, y decido golpearle con todas mis fuerzas. Sin pensármelo dos veces, salto, girando mi cuerpo para ver la cara de horror de las figuras ante mi locura. Abro los ojos y me encuentro de nuevo en el hospital. Estoy de nuevo atado, ¿o no? Miro bien y veo que no, que estoy conectado a un montón de tubos, pero no estoy atado, no hay ninguna figura extraña y si unos hombres normales y corrientes con batas de doctores. De pie mis padres me miran con lágrimas, pero parecen lágrimas llenas de ilusión. Las pestañas me pesan toneladas, y hacen que mis ojos se cierren y caiga en un profundo sueño. - ¿Mama? ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy? Acabo de despertar y me encuentro aturdido. Estas en un hospital cariño. Pero tranquilo te pondrás bien hijo mío, me contesta emocionada mi madre. ¿Qué me paso?, pregunto. - - - Te caíste desde un precipicio mi amor, me contesta visiblemente nerviosa al recordarlo. Tienes mucha suerte de estar vivo…eres muy fuerte, añade. Recuerdo que me seguían unas figuras, que yo iba descalzo, me secuestraron, ¿no? Cariño descansa, me dice con suavidad. Nadie te secuestro ni nadie te seguía. Volvías tarde de trabajar y te quedaste dormido al volante. Llevas tres semanas en coma. Tres semanas…me quedo de piedra al escucharlo. Pero…yo…a mi me seguían…yo viví eso, no puede ser…no sé qué decir, que pensar. Aunque es cierto que cuando te sacaron del coche, ibas descalzo, las bambas quedaron en el coche, me dice algo extrañada, pero en ese momento tú ya estabas inconsciente. Estoy cansado mama, debo confundir cosas, le digo. Descansa, me da un beso en la mejilla y veo como se aleja de la habitación. Creo que por esta vez he escapado de la muerte, digo a la habitación vacía. Creo que si me llego a parar no lo hubiera conseguido. UN DESEO Fue entonces (en el año 1964), cuando se escogió a Francisco Jareño para la realización del nuevo proyecto, les explico el guía. La reina Isabel II…, el joven castizo continuó animadamente su exposición del relato sobre la construcción de la Biblioteca Nacional pero Jaime ya no aguantaba más, no podía continuar escuchando porque necesitaba acudir al servicio con urgencia. Con gestos le pidió permiso a su profesora de cuarto curso, a la que está le respondió con un breve movimiento de cabeza, negándole a ir. Jaime hizo caso omiso, se quedó en la parte de atrás del grupo y en un descuido de la profesora, bajo rápido las escaleras del piso de arriba, de dos en dos, al llegar a la planta de abajo, un guardia con un feo uniforme negro y algo mayor para la profesión le llamo la atención. Jaime saco la lengua y se mofo de él. Abrió la puerta del lavabo pensando en lo feliz que sería sin normas, sin gente que se las impusiera. Se sintió bastante aliviado cuando pudo desinflar su vejiga. Estaba saliendo del aseo, cuando alguien o algo le empujo hacia dentro. Cayó al suelo con estrépito, golpeándose su joven trasero. Aún dolorido miro enfrente pero no vio a nadie. Se puso de pie y noto que no pisaba en suelo firme. Un libro con las páginas abiertas yacía bajo sus pies. Lo cogió con ambas manos; pesaba bastante, y hojeo todas las hojas sorprendido de encontrarlas en blanco, todas. Qué raro, pensó, casi 1.000 páginas de un libro con todas las hojas vacías. Las tapas estaban encuadernadas con una llamativa encuadernación rustica de color burdeos, y con unas letras en dorado tanto en la parte posterior como en el lomo. El título rezaba “PIDE UN DESEO”. Jaime sonrió maliciosamente mientras pensaba en ello. Tener lo que quisiera, que nadie le dijera que no a nada. Mejor aún, que todo fuera suyo. Todo para él solo. Estaba harto de que le trataran como a un niño sólo porque tuviera 10 años. Sabía lo que quería…o al menos él creía eso. Sin previo aviso el libro pareció cobrar vida, se abrió por la mitad, y empezó a avanzar como por arte de magia, a gran velocidad, cuando llego al principio se detuvo. El corazón de este joven estudiante casi se le sale de su sitio. En la primera página del libro empezaron a aparecer las primeras letras impresas y decía: Jaime, el joven escolar, cogió el libro con ambas manos y le sorprendió lo pesado…pide un deseo decía el título…el chico pensó en hacer desaparecer a todo el mundo…estaba alucinando, el libro describía sus pensamientos, sus acciones, todo lo que hacía o pensaba. Jaime tiro el libro al suelo, asustadísimo. Salió a paso ligero de los lavabos pero con precaución de no recibir un nuevo empujón y con miedo de quien podía estar haciéndole todo eso. Pero esta vez nada le hizo retroceder, y se encontró con la desierta planta baja de la Biblioteca Nacional. Tenía un aspecto tétrico y lúgubre. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. Subió las escaleras de tres en tres esperando encontrar a sus profesores y compañeros de colegio pero se encontró con que no había nadie. Miro en las diferentes salas de la biblioteca pero tampoco. ¡Es una broma, verdad!, chilló aterrado, ¡pues no tiene gracia! Escucho un golpe fuerte y seco. Se puso la mano en el pecho, el corazón le iba a mil. El ruido procedía del piso de abajo. Bajo las escaleras poco a poco, aterrorizado, apoyando con fuerza la mano en la barandilla como si eso fuera a salvarle de algún tipo de criatura extraña que pudiera aparecer en ese momento. Estaba arrepentido por su egoísmo, quería cambiar su deseo, no quería estar solo, la soledad está sobrevalorada, pensó en ese instante. Cuando llego al final de las escaleras se encontró con el libro. Estaba de pie, en el primer escalón. Se mantenía erguido como si fuera un perfecto equilibrista. Jaime miro a un lado y a otro, deseoso que alguien lo hubiera dejado allí, ojala fuera una broma pesada que le querían gastar todos sus compañeros, su profesora, el viejo guardia al que había sacado la lengua... Cogió de nuevo el pesado libro con sus manos, abrió por la segunda página del libro y se encontró leyendo las últimas líneas: La próxima vez, chaval, tendrás que pensar mejor lo que quieres, le hablo el libro, porque a veces ocurre, que los deseos se cumplen y luego, el chico trago saliva, no podía creer que el libro le estuviese hablando, digamos, que puedes arrepentirte. Espero que te diviertas estando solo en el mundo, tienes 1.000 páginas por delante para pasártelo ¡pipa! Luego, volverás a tu vida normal. No te olvides de la página de agradecimientos y recuerda: los años no pasan en balde, así que, aprovecha tu tiempo al máximo. Una gran y enigmática sonrisa apareció dibujada en el libro. MICRORRELATOS ESTOY AQUÍ Pablito, ahora no puedo jugar, tengo que hacer los deberes. Cuando acabe podemos dar una vuelta por el jardín y jugar al columpio, le propuse. Al cabo de unos segundos mamá entro en la habitación con la merienda. Pablito acercó su cuerpo rígido a mi oreja izquierda, y me susurro algo al oído. —Mamá, me preguntaba por qué estás tan... —no me atrevía a preguntarle con claridad a mama, lo que Pablito me había pedido que le dijera. —Hijo mío, dijo ella acercándose a mí y acariciando con ternura mi alborotado pelo de rizos. Su cuerpo comenzó a temblar, y supe antes de que levantara mi mirada y viera sus bonitos ojos color miel, que estaba llorando de nuevo. La abracé con todas mis fuerzas. Pablito nos abrazó a los dos. Cuando se calmó, me miró con ojos vidriosos, y me contestó—. Le echo de menos. —Lo sé… pero el está aquí. —Cariño, Pablito se fue para siempre, sé que para ti es muy duro también pero tenemos que hacernos a la idea. —Te quiero mamá y siempre estaré contigo. Estaba saliendo ya de la habitación y se giró: —Gracias Adrián. La miré y dije: —No, mamá, yo no he dicho nada. —Ella me miro desconcertada—. Ha sido Pablito. Microrrelato publicado por Underbrain Books en el libro: Ilustrofobia. El libro explora desde fobias hasta los miedos más infantiles o extraños con que la sociedad moderna nos ha bendecido. Javi de Castro solo ante el peligro y armado con un lápiz ilustra cada uno de los microrrelatos. Contiene microrrelatos de Julio César Álvarez, Bill Jiménez, Raúl Calvo, Marc Rodríguez Vera, Haplo Schaffer, Iván Repila, Rubén Guallar, Santiago Eximeno, Ricard Millàs, Alberto Ortiz, Elena Román, Vic A. Jade, Óscar Pérez Varela, Raquel de Diego, Hugo Camacho, Raúl Deamo y Patricia Enderica Espinosa. Prólogo y edición coordinada por Bouman ÚLTIMA DECISIÓN Estoy harto, no voy a seguir con esta vida de mierda, dijo en el despacho de su jefe, uno de los criminales más duros y sanguinarios del país. Este se levanto de su silla, y miro a sus 5 secuaces reunidos ahí, saco un arma del cajón y le apunto a la cabeza, sonrió y luego añadió: Me caes bien, no seré muy cruel con tu mujer y tu hijita. Este se abrió la chaqueta para dejar al descubierto su cuerpo lleno de explosivos y sonriendo por última vez, añadió: Lo sé. Microrrelato publicado a través del II Concurso de microrrelatos titulado “Bocados Sabrosos” y organizado por ACEN (Asociación Cultural de Escritores/as Noveles). DESPIERTA Pluma, tinta y papel. Me disponía a escribir cuando sucedió todo. Tenía en mi mano la pluma, cuando esta inexplicablemente cobro vida, y empezó a escribir por sí sola. Una sola palabra se repetía sin cesar: Despierta, Despierta...Las hojas se acabaron pero la pluma continuó escribiendo en la mesa del escritorio. Desperté del extraño sueño justo a tiempo de huir de mi casa en llamas. Microrrelato publicado en el libro Pluma, Tinta y Papel, dentro del concurso que organizo Diversidad Literaria con el mismo nombre. El microrrelato aparece en su primera edición. UNA ROSA BLANCA He conocido a otra mujer, cariño. Nunca podré olvidarte y tú has sido lo más bonito que me ha pasado en mi vida. Pero tengo que pasar página…las lágrimas comenzaron a caer por su rostro. Nunca llegare a amarla como a ti, pero intentare ser feliz a su lado. Se agachó, la besó y le entregó una flor, una rosa blanca, su preferida. Se alejó sin dejar de mirar la lápida de su esposa. ME LLAMO EDUARD Me llamo Eduard, soy un hombre de 30 años, natural de Barcelona, y acabo de perder a mi hijo de 6 años. Nunca me separo de él, pero estábamos comprando en el supermercado de debajo de casa cuando, sin darme cuenta, he dejado de verlo. Salgo a la calle y solamente veo a gente extraña. Un señor se me acerca y me pregunta si estoy bien. - Sí, gracias caballero, pero busco a mi hijo de 6 años. - Ya…soy yo papa, yo soy tu hijo. - Oiga mi hijo tiene 6 años, usted es un poco mayor para tener 6 años, caballero. - Papa tengo 47 años, ya no te acuerdas. Reflexiono y por un fugaz momento veo con claridad lo avanzado de mi enfermedad, luego… - ¿Oiga, quien es usted?, preguntó al desconocido. - Soy tu hijo, papa. - Que susto me has dado hijo, dame la mano y no te vuelvas a separar de mí. Él obedece; es buen chico, de mayor será una gran persona sin duda, me coge de la mano con ternura y cariño, y entonces veo con claridad lo obvio. Que él nunca se separara de mí. Una sonrisa ilumina mi rostro como si fuera un niño, sonriente, feliz y sin preocupaciones. Microrrelato que me gustaría dedicar con especial cariño a mi abuela Encarna, que desgraciadamente sufre esta enfermedad y en general también se la dedico a todas las personas y los familiares que sufren o que tienen algún familiar en idénticas condiciones. MIS LIBROS AUTOPUBLICADOS: Vuelta al Pasado: A la venta en Amazon Enlace directo a Amazon.es: https://www.amazon.es/dp/B00IW3OD4G SINOPSIS: ¿Si pudieras volver al pasado, que te gustaría cambiar? La persona a la que le formulan esta pregunta es un hombre sumido en un profundo caos emocional. Un cumpleaños, el de su sobrino Daniel, le hará salir de su desoladora y triste rutina. Todo transcurre con normalidad hasta que cuatro encapuchados irrumpen en la fiesta. Su única intención es llevarse lo que han venido a buscar. Algo fácil y rápido. ¿Qué puede suceder? Pues pasa que a veces ocurren cosas extrañas. Todo se vuelve negro y al despertar, se dan cuenta, que están lejos, muy lejos de casa... Un viaje en el tiempo, una lucha sin tregua por sobrevivir y una esperanza de volver al presente que se agota. ¿Serán capaces de cambiar su destino? ¿Podrán volver al presente? Si quieres conocer la respuesta a todos estos interrogantes y vivir una apasionante aventura, en la que nuestros personajes tendrán que aprender a vivir en un mundo que solo conocían a través de los libros, no puedes dejar de leer esta explosiva historia. Atrévete a dar una: Vuelta al Pasado. Back to the Past (la versión en Ingles de Vuelta al Pasado): A la venta en Amazon Enlace directo a Amazon.es: https://www.amazon.es/dp/B00LDWTX52 LIBROS RECOMENDADOS: (A la venta en Amazon) • VÉRTICE / Autora: Julia Ojidos Núñez / Blog: www.juliaojidos.wordpress.com • CUANDO YA TE HABÍAS IDO / Autor: Rafael Alcolea / Blog: www.rafaelalcolea.blogspot.com.es • CARTA DEL DIABLO / Autor: Kevin Cooper / Traducción: Susana Prieto BLOG DE SUSANA: www.mibliotecaebook.wordpress.com • RABIA DE VIDA-RABIA DEBIDA / Julia Santibañez /Blog: www.palabrasaflordepiel.com