LAS POLÍTICAS ACTIVAS DE EMPLEO EN EL ÁMBITO

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La Revisión de las Políticas Activas de Empleo.
Dolores Liceras Ruíz, secretaria confederal de Empleo de CCOO
1. ¿Qué son las políticas activas de empleo?
Son las que “cualifican” a los trabajadores y trabajadoras; las que los hacen
“más empleables”. No crean empleo, ni es éste su objetivo. Se ocupan de que
los demandantes de empleo estén en las mejores condiciones para encontrar
un empleo. Son políticas de oferta, en contraposición a las políticas de
demanda, que son las que actúan sobre el tejido productivo y sobre la
inversión productiva para crear actividad económica, empresas y puestos de
trabajo.
Ambas actuaciones son complementarias y se debe actuar sobre las dos. En
nuestra normativa sobre políticas activas de empleo el nexo de unión entre las
políticas de oferta y las de demanda pretenden ser los Agentes de Desarrollo
Local y las Iniciativas Locales de Empleo, pero en la práctica no hay muchos
resultados satisfactorios.
Cuando hablamos de políticas de empleo también deberíamos incluir la
intermediación laboral, en la medida en que es el último eslabón de la cadena
de la “empleabilidad”, el encuentro entre oferta y demanda de empleo, aunque
los poderes públicos no la incluyen como política activa. Esto ya es un síntoma
del problema que representa la falta de conexión entre políticas activas y tejido
productivo.
2. ¿Por qué hablar de políticas activas de empleo ahora?
Más allá de porque son una pieza clave dentro de la Estrategia Europea de
Empleo, y últimamente del tan divulgado concepto de flexiguridad1, porque en
España se ha incrementado sustancialmente la oferta en los últimos 10 años,
gastamos ya mucho dinero, aunque sabemos poco de su eficacia. La
transferencia a las Comunidades Autónomas (CC.AA.) ha sido clave en esa
extensión.
El aumento cuantitativo, que sin duda es positivo, no se está traduciendo en
una mayor calidad y eficiencia. Los Servicios Públicos de Empleo (SPE) no
lideran la coordinación de los gestores de los programas y acciones, ni la tutela
de los usuarios. Los usuarios, sólo una parte de las personas desempleadas,
perciben la oferta de políticas activas de empleo como acciones puntuales, no
ordenadas en un plan de actuación individualizado y con sentido.
Por todas estas razones, en el Acuerdo para la Mejora del Crecimiento y el
Empleo2 comprometimos al gobierno a analizar lo que hay, evaluar su utilidad,
proponer cambios. Este compromiso tenía sentido dentro de un Acuerdo en el
1
En la comunicación de la Comisión Europea sobre Flexiguridad, COM (2007) 359 de 27 de junio, se
señalan cuatro componentes de la flexiguridad: las disposiciones contractuales, las estrategias globales
de aprendizaje permanente, las políticas activas del mercado laboral y los sistemas de seguridad social.
2 Se firmó el 9 de mayo de 2006 por el gobierno, las organizaciones sindicales CCOO y UGT y las
organizaciones empresariales CEOE y CEPYME. El Parlamento lo transformó en la Ley 43/2006, de 29
de diciembre.
1
que habíamos hablado de calidad del empleo y establecido medidas de
regulación laboral, medidas a favor de la igualdad laboral entre mujeres y
hombres, medidas económicas a favor de la contratación indefinida. Por tanto,
las políticas activas de empleo, la modernización de los SPE y la
intermediación laboral cerraban el círculo, al contemplar una buena parte de los
elementos que influyen en el empleo.
Son buenas intenciones que hasta ahora no se han materializado, ni siquiera
con el inicio de una discusión sistemática. Creo que por tres razones. Los
gobiernos siempre tienen otras prioridades políticas más “vistosas”. A los SPE
les falta capacidad para liderar este debate. Los beneficiarios de las políticas
activas, los trabajadores y trabajadoras, esperan muy poco de las políticas
activas de empleo y de sus gestores, los SPE3.
Y sin embargo, quienes tenemos alguna responsabilidad al respecto no
deberíamos conformarnos con esta situación. Además, podemos empezar a
estar en una coyuntura económica y para el empleo diferente, que las va a
hacer más necesarias.
En los últimos 10 años se ha creado mucho empleo -5 millones más de
ocupados, 3 millones son mujeres y casi otros tantos son personas
inmigrantes. Mucha gente ha podido “trabajar de cualquier cosa”. Esa gran
oferta de empleos, que han tenido pocos requerimientos de formación y de
cualificación, que han sido “empleos baratos”, ha tapado la necesidad de tener
políticas activas más eficaces.
Pero esto puede estar empezando a cambiar. Se está produciendo una menor
actividad en la Construcción y una caída del consumo interno, que han sido los
dos motores del crecimiento económico y del empleo en España. A su vez, la
Industria y los Servicios de más valor añadido, aunque puedan tomar el relevo,
y ojalá sea así, no generan el mismo empleo, ni en cantidad (son sectores más
intensivos en capital que en mano de obra), ni en calidad (demandan más
formación y cualificación). Por tanto, quienes encontraron empleo de “cualquier
cosa”, mayoritariamente las mujeres, los jóvenes sin titulación y la población
inmigrante, pueden perderlo y no son fácilmente intercambiables en las
actividades de más valor añadido.
Son además trabajadores y trabajadoras que no han generado muchos
derechos de prestaciones por desempleo, precisamente por los empleos
precarios que han tenido. O les acompañamos en la búsqueda activa de
empleo para su reinserción laboral, o no tienen otra red de protección. O
ponemos a funcionar a los SPE, o no estaremos a la altura de las demandas
sociales.
3. Qué políticas activas queremos
3
Una encuesta hecha por el SPE andaluz ejemplifica la falta de credibilidad de los usuarios en los SPE
como instrumento para la reinserción laboral. Los usuarios demandaban, en primer lugar, no hacer cola,
en segundo lugar buen trato, en tercer lugar una rápida gestión la prestación por desempleo, y en uno de
los últimos lugares estaba la oferta de un empleo.
2
a) Hay que concebirlas como un servicio integrado a la persona concreta, en
función de sus necesidades, a fin de conseguir el objetivo convenido.
El itinerario individualizado es la “madre del cordero”. Es lo que permite
trazar un plan de actuación y hacer un seguimiento. Lo debe hacer el SPE,
que lo diseña y lo tutoriza. Es un compromiso entre el SPE y el
demandante. Con obligaciones mutuas. Permite al SPE conocer las
características del demandante y estar en condiciones de poder satisfacer
las demandas de las empresas. Es una responsabilidad del SPE y son ellos
quienes lo deben realizar, no lo subcontratan, aunque sí subcontraten
normalmente las actuaciones que conforman el plan de actuación.
Hay que cambiar la situación actual, en la que a un mismo demandante
incluso se le hacen varios itinerarios. Cada una de las entidades que
desarrolla un programa le hace una entrevista al demandante. Las acciones
de orientación establecen un itinerario. Pero, ¿para qué vale todo esto? La
información no se registra en el SPE para que forme parte del currículum de
la persona; ni la entidad desarrolla el itinerario, sino sólo la acción que ha
concertado con el SPE; ni hace un seguimiento posterior porque no forma
parte del programa concertado.
b) La segunda cosa que les debemos pedir a las políticas activas es que
tengan conexiones, que se tenga en cuenta su posible complementariedad.
Porque hasta ahora, las distintas actuaciones son compartimentos
estancos. Cada una de ellas es un objetivo en sí mismo, desvinculado del
objetivo último de inserción laboral, el curso de formación, la acción de
orientación, el programa concreto.
Esto es así porque los SPE, más que prestar un servicio a la persona,
diseñan programas de oferta (norma rígida) para colectivos específicos
(agrupación amplia de personas), que gestionan entidades colaboradoras
(más o menos especializadas) que se tienen que ajustar a la norma de esa
acción concreta y no salirse de ese marco.
CCOO sabemos que hay que contar con esta realidad y, por tanto, no
propugnamos que desaparezcan las entidades que colaboran con los SPE
en la gestión de las políticas activas, ni que éstas dejen de atenerse a una
norma concreta, ni que las actuaciones no se codifiquen en programas.
Pero la única manera de darle sentido a todo esto es la primera actuación
de los SPE: que fijen el plan de trabajo, que le hagan un seguimiento y que
conozcan las características del demandante para poder ofrecer un buen
servicio de colocación a las empresas.
c) Éste es el otro requerimiento. Para que las empresas circulen sus ofertas
de empleo por los SPE éstos le deben dar una respuesta inmediata y
adecuada. Sólo así los SPE aumentarán sus niveles de intermediación, que
son muy bajos, tanto en cantidad como en la calidad de las ofertas que
gestionan.
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d) Los SPE deben identificar las prioridades: atender también a las personas
que tienen más posibilidades de salir del desempleo y no sólo a los que
cobran prestación o a los más difíciles. No deben ser sólo el servicio de las
situaciones más marginales. Con estas últimas personas hay que definir
actuaciones específicas y más conexión con los servicios sociales.
También deben definir las prioridades formativas, para que éstas no
dependan sólo de las decisiones de las entidades que imparten formación.
El elevado nivel de fracaso escolar y la baja proporción de personas con
formación profesional hacen que la formación para el empleo sea una pieza
clave. Pero hay que identificar bien las necesidades en los ámbitos
territoriales concretos. Porque cuando la formación no tiene aplicación en el
mercado de trabajo se queda en consumo individual, no es inversión social.
Se puede dar la paradoja de que teniendo todavía importantes déficit de
formación para el empleo, estemos invirtiendo en cursos que se agotan en
sí mismos (pensar cuáles).
e) Por último, los SPE deben coordinar a los gestores y evaluar los resultados
de las acciones que se desarrollan.
En esta Jornada se va a hablar de Pactos Locales. Para ellos vale también
todo lo dicho en esta intervención sobre las políticas de empleo. Deben
ponerse en juego políticas activas (inversión en las personas) y también
medidas para mejorar el tejido productivo local y crear empleo de calidad
(inversión productiva). Tiene que haber un liderazgo claro de la Administración,
yo diría que autonómica, porque no todos los agentes son iguales. La
Administración coordina, tutela y evalúa.
El primer trabajo a realizar sería conocer todas las actuaciones que se
desarrollan en el ámbito concreto del pacto y los agentes que las gestionan,
porque desafortunadamente nadie suele tener ese mapa. Después habrá que
ordenarlas, darles sentido y ver qué nuevas cosas se deben hacer. Los SPE se
ocuparán de diseñar un plan de actuación para las personas que se han
identificado como objetivo prioritario en el plan, y en base a la oferta de
medidas. Las entidades gestoras, las corporaciones locales o insulares, los
sindicatos, las organizaciones empresariales, etc., desarrollan, ordenadamente,
las acciones previstas, que deben comprender tanto las dirigidas a las
personas, como las dirigidas a generar o mejorar el tejido productivo.
En este último sentido, el liderazgo de la Administración autonómica es clave
para que esté implicada no sólo el área de empleo, que se ocupa de las
políticas activas, sino también el área de economía o la de política sectorial,
que son las que se ocupan de la inversión productiva.
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