Montserrat recuerda al cardenal Anselm M. Albareda en el 50

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El P. Josep Massot ha hecho un repaso de la trayectoria de uno de los
miembros más ilustres que ha tenido la comunidad benedictina a lo largo de
su historia
Montserrat recuerda al cardenal Anselm M.
Albareda en el 50 aniversario de su muerte
Durante casi 25 años fue Prefecto de la Biblioteca Vaticana, escribió la
"Historia de Montserrat", la primera obra de divulgación pensada con
criterios modernos de historiografía; defendió
los derechos y la personalidad de Cataluña
Montserrat, 1 de octubre de 2016.
La comunidad benedictina de
Montserrat ha celebrado hoy una
jornada en recuerdo del cardenal
Anselm M. Albareda (1892-1966),
monje de Montserrat, cuando se
cumplen
50
años
de
su
fallecimiento. "Es uno de los
miembros más ilustres que la
comunidad de Montserrat ha tenido
a lo largo de su historia casi
milenaria", ha afirmado el P. Josep
Massot durante la conferencia que
ha impartido en la Sala San Mauro
del Monasterio, en la que ha hecho
un rápido repaso de su trayectoria y
en la que han estado presentes miembros de la comunidad benedictina, además de los familiares
del P. Albareda. Al finalizar el acto académico, el P. Abad Josep M. Soler ha presidido la misa
conventual del Monasterio, celebrada en recuerdo del cardenal Albareda.
En la homilía, el P. Josep M. Soler ha repasado brevemente la biografía del cardenal Albareda.
Reproducimos a continuación una parte de la misma:
El cardenal Alselm M. Albareda se licenció en teología en el Pontificio Ateneo de San Anselmo de
Roma. Después, primero en esta misma ciudad y luego en Friburgo, se especializó en historia y
perfeccionó sus conocimientos de paleografía, diplomática y archivística. De regreso a Montserrat,
fue archivero; se dedicó a estudiar la historia de los monasterios catalanes y a divulgarla, por lo
que inició la colección "Catalonia Monastica", como antes había hecho con "Analecta
Montserratensia". A partir de sus investigaciones, dejó bien establecido que el fundador de
Montserrat fue el Abad Oliba, que envió monjes de Ripoll. También ofreció una nueva visión bien
documentada del paso de San Ignacio de Loyola por Montserrat, aportando datos nuevos sobre
su estancia en la montaña y sobre algunas fuentes de los Ejercicios ignacianos. Fue destacable la
publicación de la bibliografía sobre la Regla benedictina. El nombre del P. Anselm M. Albareda ha
quedado, sobre todo, ligado a su "Historia de Montserrat" que, a pesar de no ser una obra
científica sino de divulgación, es, respecto a nuestro monasterio y santuario, la primera obra
pensada con criterios modernos de historiografía y de la que se han ido haciendo ediciones
actualizadas hasta nuestros días. Varias veces, durante la dictadura de Primo de Rivera, fue
acusado ante la nunciatura de Madrid y ante la Santa Sede de catalanista y separatista por el
hecho de defender los derechos y la personalidad de Cataluña. Incluso tuvo que exiliarse durante
un tiempo.
El Papa Pío XI, que antes había sido bibliotecario y valoraba la obra del P. Albareda, lo llamó a
Roma en 1936 para nombrarlo Prefecto de la Biblioteca Vaticana. Lo fue casi durante 25 años,
bajo los pontificados de Pío XI, Pío XII y san Juan XXIII, a quien había conocido durante los
tiempos que Roncalli era nuncio en París y con el que tenía una relación muy cordial de amistad.
En la Biblioteca Vaticana trabajó ingentemente para reorganizarla y modernizar las instalaciones.
Durante la segunda guerra mundial, pudo salvar numerosos fondos de bibliotecas y de obras de
arte, entre otros los del monasterio de Montecasino; a la vez que ayudó y salvó a muchas
personas perseguidas. En 1951, el Papa Pío XII le dio el título de abad de Santa María de Ripoll y
recibió la bendición abacial en esta basílica montserratina de manos de su superior en la Vaticana,
el cardenal Eugenio Tisserant. San Juan XXIII quiso premiarle su labor y lo elevó al cardenalato
en 1962. A continuación le hizo arzobispo titular de Gissaria. Era el tercer cardenal que Montserrat
daba a la Iglesia romana a lo largo de su historia. El cardenal Albareda participó en la primera
sesión del Concilio Vaticano II, en cuya preparación había colaborado, y tuvo un papel activo en el
ámbito de la liturgia. Participó, también, en el cónclave que eligió a Pablo VI.
Miembro numerario de la Pontificia Academia de Ciencias, el P. Albareda también fue miembro
correspondiente de la Academia de Buenas Letras de Barcelona, del Instituto de Estudios
Catalanes, de la Real Academia de la Historia de Madrid, de la Société des Bollandistes de
Bruselas, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid y de la Maioricensis
Schola Lullística de Palma. Sus restos reposan en la cripta de Montserrat, donde fue enterrado el
23 de julio de 1966, junto al sepulcro del abad Marcet y de los restos de los monjes que fueron
asesinados durante la guerra civil. Siempre nos quedarán el ejemplo de su fidelidad a la Iglesia y
al país y su trabajo incansable e insustituible en el campo de la historia de Montserrat situada
dentro de la historia de Europa y de América.
Departamento de Prensa y Comunicación de Montserrat
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