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SANACIÓN EMOCIONAL
Por Paul Whyte, Manhood Magazine
Traducción: Laura E. Asturias
[email protected]
Manhood Magazine
Mi decisión de concentrarme en desarrollar trabajo sobre los hombres y las emociones se derivó de una experiencia que tuve hace 10 años. Los detalles han sido modificados para garantizar confidencialidad, pero la
historia va más o menos así: Yo estaba orientando un grupo de hombres y mujeres en el proceso de intercambiar apoyo efectivo. Había un hombre en el grupo -- un hombre común y corriente -- que sobresalía no por
poseer algo único sino porque sus luchas eran tan comunes a tantos otros hombres.
Yo había estado hablando al grupo sobre cómo el permitir la expresión de emociones, risa, llanto o temblores
podía ser utilizado para sanar sistemáticamente las tensiones de la vida. Había demostrado esto con algunas
de las mujeres del grupo.
El hombre que ya mencioné dijo de repente, "Puedo ver que este trabajo resulta útil para estas personas. Pero
¿qué pasa si no sientes nada? ¿Cómo puedes trabajar en algo que ni siquiera sientes?" Él insistía en que era
una tarea imposible, pero al ser motivado accedió a probar.
Le pregunté cuándo había empezado esa sensación suya. "En párvulos", respondió.
Le pregunté cómo eran las cosas entonces. "Me sentía muy solo",contestó y, sorprendentemente, las lágrimas
empezaron a rodar por su cara.
Le pedí que no teorizara sino que se mantuviera simplemente hablando y recordando esa época. Pareció feliz
de continuar el ejercicio pero necesitaba mantenerse centrado en lo que yo le había pedido; de lo contrario,
empezaría a teorizar y dejaría atrás las emociones.
Escuché con atención y afecto todo lo que él estaba diciendo para percatarme de cuáles de sus comentarios
podían venir con lágrimas y le pedí que hablara más sobre esas partes de su historia. Después de 20 minutos
se sentía muy satisfecho consigo mismo.
Fue obvio para todo el grupo que él estaba funcionando perfectamente en esta área. Le resultaba fácil llorar.
Había pasado 20 años pensando que algo se había roto dentro de él, que algo se había perdido. Durante la
mayor parte de su vida, había sobrellevado la autoimagen de un hombre defectuoso, sin emociones. Y le
habíamos demostrado que estaba
equivocado.
Su actitud entera se iluminó. Las lágrimas terminaron y sus brazos y piernas empezaron a temblar levemente.
Su expresión era de asombro -- era como un niño con un juguete nuevo. El proceso había sido fácil y nada
doloroso. Sus sentimientos siguieron fluyendo y sintió que estaba sanándose fácilmente.
Le seguí pidiendo con mucha ternura que continuara hablando sobre la época de párvulos. Cada vez que él
hablaba, empezaba a temblar. Cuando cambiaba el tema, los temblores desaparecían. Le pedí que persistiera
y así empezaba a recordar de nuevo. Él estaba muy impresionado. Después guardó silencio durante un
tiempo conforme asimilaba lo que había experimentado
casi espontáneamente. A juzgar por lo que dijo, nadie, desde párvulos, había escuchado lo que él decía, nadie le había dado la atención afectuosa que necesitaba para empezar a manejar sus sentimientos. Simplemente se había congelado en su aislamiento y se había sentido abandonado. Nadie le había ayudado sino
hasta ese momento en el grupo.
Por supuesto, el inicio del proceso de sanación es diferente para cada hombre. Es crucial tener una sensación
de verdadera seguridad antes de que un hombre se atreva a empezar el camino. A este hombre, quien
después se convirtió en mi amigo, le tomó un año o dos antes de ser capaz de sanar fácilmente sus viejas experiencias con personas nuevas en este tipo de trabajo. El no estar familiarizado con el simple proceso de
hablar a partir de sus propios sentimientos y permitir que éstos sanaran entre risas, lágrimas, temblores o su-
dores, significaba que él necesitaba estar con hombres que habían rescatado plenamente su habilidad de sanar. Le
tomaría algún tiempo a alguien que había estado profundamente separado de la facilidad con que los niños
muy pequeños expresan sus emociones.
Desde ese incidente, estoy convencido de que es la calidad de la atención y la habilidad de pensar en un
hombre lo que determina el tiempo que él necesitará para descubrir su propio proceso de sanación. Una vez
que tal vínculo ha sido establecido y un hombre adquiere este conocimiento de sí mismo, cualquier persona
que le ame y le escuche podrá hacerlo.
Al trabajar en grupos basados en el intercambio de apoyo efectivo, usualmente iniciamos haciendo que los
hombres simplemente hablen, permitiéndoles descubrir, a menudo por primera vez en su vida, lo que es que
alguien les escuche. Y dado que la diversión es esencial para el trabajo con hombres, lo que comúnmente
sigue es la risa. Sin embargo, cuando hay una crisis, como una muerte en la familia, una separación, un divorcio o algún otro trauma, los hombres pueden pasar directamente al llanto.
El siguiente gran reto para los hombres es descubrir cómo pueden moverse a través del temor y superarlo -un reto que es posible una vez que la seguridad ha sido establecida.
En realidad, sin embargo, no importa cuál emoción sea un hombre capaz de enfrentar. Las lágrimas no son
más importantes que los temores, la cólera o la risa. Todas están conectadas. Es algo parecido a deshacer
una pieza de ropa; cualquier hilo que hales hará que la pieza se deshaga. Cada persona tiene un camino por
recorrer que es propio, y las razones para recorrerlo a menudo sólo se nos aclaran cuando ya estamos caminando. Por esto es tan importante respetar nuestras opciones internas, generalmente intuitivas, al compartir
nuestras historias.
Después de largos años de trabajo con muchos hombres en una red establecida, he descubierto que cada
hombre que ha persistido en este esfuerzo ha profundizado su vida y su expresión emocionales en una forma
que abarca todo el espectro de su potencial humano. Pero la persistencia es la clave. Al mismo tiempo, no hay
necesidad para presionar o acelerarse. El saber escuchar pacientemente a un hombre hace que de él salgan
las tensiones de toda una vida. Y conforme un hombre deja salir esas emociones, comienza a descubrir quién
realmente es.
------------------------------------------------------------------------------------------------------------* Paul Whyte, consejero especial sobre Hombres y Emociones, relata la historia de cómo se involucró
en este trabajo y subraya la necesidad de que a los hombres se les escuche con paciencia y que se establezca un lugar seguro para que puedan empezar a sanarse a sí mismos a través de sus emociones.
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