La respiración

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TEMA 14.
LA RESPIRACIÓN.
La respiración es un proceso innato; podernos decir que la vida empieza con el primer
llanto. Con el llanto se rompe la dependencia respiratoria de la madre. Por lo tanto, la
respiración es el primer comportamiento independiente del niño.
La respiración va sufriendo una serie de cambios y/o alteraciones que van modificándola.
Es susceptible de ser educada y entrenada como medio para mejorar el rendimiento en las
actividades físicas y, sobre todo, es importante como instrumento de conservación y mejora
de la salud. La adquisición o refuerzo de unos buenos hábitos higiénicos en el ámbito
respiratorio pueden persistir durante toda la vida.
Durante los últimos 20 años, ha aumentado la preocupación por los posibles problemas
asociados con la práctica del ejercicio en un ambiente contaminado. El aire de muchas
ciudades está contaminado con pequeñas cantidades de gases, partículas que no se
encuentran de modo natural en el aire que respiramos. Cuando el aire se estanca o cuando
se produce una inversión de temperatura, algunos de estos contaminantes alcanzan
concentraciones que dificultan significativamente el rendimiento deportivo. Los
contaminantes que más preocupan son el monóxido de carbono, el ozono y los óxidos de
azufre.
El monóxido de carbono (CO) es un gas inodoro que entra rápidamente en la sangre
cuando es respirado y puede resultar letal. La afinidad de la hemoglobina por el monóxido de
carbono es aproximadamente 240 veces mayor que su afinidad por el oxígeno, por lo que la
hemoglobina se combina perfectamente con el monóxido de carbono. Los niveles de
monóxido de carbono en sangre son directamente proporcionales a los existentes en el aire
inspirado.
El ozono (O3) es el oxidante fotoquímico más común. Produce muchos trastornos
subjetivos cuando su concentración en el aire inspirado es alta. Los trastornos más comunes
son la irritación de los ojos, la rigidez en el pecho, la falta de aliento, la tos y las náuseas, y
afecta especialmente al conducto respiratorio. El incremento de las concentraciones de
ozono produce reducciones en la función pulmonar.
El dióxido de azufre (S02) es otro de los contaminantes que preocupa. Produce irritación
del conducto respiratorio superior y de los bronquios.
Adquirir o conservar una buena técnica respiratoria es esencial si queremos mantener o
recuperar la plena eficacia de nuestra respiración. Para empezar, debemos deshacernos de
los hábitos negativos que afectan a la técnica respiratoria, como son: inspirar por la boca, la
retención involuntaria de la respiración, la extensión y retracción forzada del abdomen al
inspirar y espirar intensamente e inspirar con una intensidad excesiva.
En la adolescencia, muchos alumnos se inician en el consumo de tabaco, vicio que
afecta directamente a la respiración. Como primera consecuencia nociva para la salud,
destacamos la destrucción del epitelio ciliado, que tiene la función de limpiar el aire
inspirado; este epitelio es reemplazado por densas vías de alquitrán. La enfermedad más
extendida causada por el tabaco es la bronquitis crónica, relacionada con la "tos del
fumador" y el esputo, que conduce a la obstrucción de los bronquios. Otras patologías
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relacionadas con el tabaquismo son el cáncer de pulmón, el enfisema, el infarto de miocardio
y los trastornos circulatorios en los miembros inferiores.
El fumador pasivo también sufre las consecuencias del tabaco. El humo inhalado
sobrecarga y daña el sistema nervioso, al igual que ocurre con el monóxido de carbono, que,
como ya hemos dicho antes, puede resultar mortal.
No fumar o fumar menos no sólo es una autoprotección, sino que con ello se contribuye
a la protección del medio ambiente y a la reducción de la contaminación atmosférica. Los
daños producidos por el tabaco sobrepasan a los causados por cualquier otro influjo externo
sobre los órganos respiratorios.
El cuidado de la respiración lleva implícito habitar espacios bien aireados y
acondicionados, así como evitar aquellos cargados de humo, gases tóxicos, polvo u hollín.
BASES PSICOFISIOLÓGICAS
Aparato respiratorio
Los órganos respiratorios forman un sistema global compuesto por varias vías
respiratorias, los pulmones, los músculos respiratorios y los músculos auxiliares. Las vías
respiratorias comienzan en la nariz, cuya función es calentar, humedecer y limpiar el aire;
muchas veces, la cavidad también actúa como puerta de entrada y salida de aire. A
continuación, se halla la faringe, que se bifurca en tráquea y esófago; en ella, los alimentos
se separan del aire, que pasa a través de la laringe (donde se hallan las cuerdas vocales) a
la tráquea. Antes de llegar a los pulmones, la tráquea se divide en dos bronquios que entran
cada uno en un pulmón; en el pulmón, cada bronquio se divide en bronquios lobulares y,
posteriormente, en bronquios segmentarios.
Los pulmones se dividen en lóbulos: el derecho presenta tres lóbulos y el izquierdo, dos
lóbulos; a su vez, éstos se dividen en alvéolos, donde se realiza el intercambio de gases en
la sangre. El pulmón está cubierto por la serosa pleural y es un órgano esponjoso
atravesado por los bronquios, que conducen el aire para renovar el que contienen los
alvéolos. Esta renovación requiere la expansión y la retracción periódica de la caja torácica,
en las que intervienen el mismo pulmón, el esqueleto del tórax y los músculos respiratorios
gobernados por el sistema nervioso.
Los bronquios y los alvéolos están incluidos en el seno de un tejido conjuntivo que
también engloba los vasos de esta región, cuya misión es conducir la sangre hasta los
alvéolos para que intercambien los gases con los del aire que contienen éstos.
Musculatura de la respiración
La función respiratoria está asegurada por la musculatura de la respiración; distinguimos
entre músculos inspiradores y espiradores.
- Los músculos inspiradores principales son el diafragma y los intercostales externos.
• El diafragma separa la cavidad torácica de la abdominal; consta de un tendón central
y una parte muscular que se inserta a nivel esternal, costal y lumbar. Posee una
doble cúpula y está algo deprimido en el centro por el peso del corazón. Está
perforado para permitir el paso de varias estructuras, como la vena cava y el esófago,
y está inervado por los nervios frénicos C3_4_5. Durante la inspiración, el diafragma
se contrae y desciende empujando las vísceras hacia la cavidad abdominal.
• Los músculos intercostales externos se originan en el borde inferior de la costilla y se
dirigen oblicuamente hacia abajo y adelante, terminando en el borde superior de la
costilla subyacente. Estudios electromiográficos han demostrado que sólo actúan en
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la inspiración forzada, mientras que en la inspiración tranquila basta la acción de los
músculos escalenos.
Los escalenos representan la musculatura intercostal en la región cervical. Son
importantes en la inspiración, dado que levantan las dos primeras costillas y, por
consiguiente, amplían la parte superior del tórax.
El pectoral menor eleva la 3, 4 y 5 costilla.
El pectoral mayor eleva las seis primeras costillas.
El serrato mayor y el gran dorsal actúan como músculos auxiliares de la respiración.
Los músculos espiratorios: los principales son los abdominales y los intercostales
internos, que actúan como auxiliares.
• Los abdominales se dividen en: recto mayor del abdomen, oblicuo mayor y oblicuo
menor. El recto mayor, que se origina en la cresta del pubis y los ligamentos que
cubren el frente de la sínfisis púbica, se fija en los cartílagos de la 5°, 6ª y 7° costilla.
El oblicuo mayor y el oblicuo menor tienen sus inserciones en las costillas, la parte
anterior de la pelvis y la línea alba, y sus fibras siguen direcciones opuestas. Están
inervados por nervios diferentes, lo que hace posible la contracción segmentaria de
esta musculatura. Su función es tirar hacia abajo de la caja torácica y disminuir su
diámetro anteroposterior. Empujan el contenido intestinal hacia arriba.
• Los intercostales internos disminuyen la dimensión longitudinal de la cavidad pleural.
La espiración de pequeña amplitud se realiza por la relajación de los músculos
inspiradores. Los abdominales intervienen en la espiración de gran amplitud.
Mecanismos de regulación de la ventilación
Los músculos respiratorios están bajo el control directo de neuronas motrices, que a su
vez están reguladas por centros respiratorios (inspiratorio y espiratorio) localizados dentro
del tronco cerebral (en el bulbo raquídeo y la protuberancia). Estos centros establecen el
ritmo y la profundidad de la respiración enviando impulsos periódicos a los músculos
respiratorios.
No obstante, los centros respiratorios no actúan solos en el control de la respiración; su
regulación también está determinada por los cambios químicos del cuerpo. Determinadas
áreas sensibles en el cerebro responden a cambios en los niveles de dióxido de carbono y
de H+. Cuando estos niveles aumentan, se envían señales al centro inspiratorio ordenándole
incrementar la eliminación de dióxido de carbono y de H+. Además, los quimiorreceptores en
el arco aórtico y en la bifurcación de la arteria carótida común son principalmente sensibles a
los cambios en la PO2 (presión de oxígeno) de la sangre, pero también responden a los que
se producen en la concentración de H+ y de PCO2.
Además de los quimiorreceptores, hay otros mecanismos nerviosos que influyen en la
respiración. La pleura, los bronquios y los alvéolos contienen receptores del estiramiento.
Cuando estas áreas están excesivamente estiradas, esta información es transmitida al
centro espiratorio, que responde abreviando la duración de una inspiración, lo cual reduce el
riesgo de hiperinsuflación de las estructuras respiratorias.
Hay muchos mecanismos de control que intervienen en la regulación de la respiración.
Un estímulo tan sencillo como es una alteración emocional o un cambio brusco en la
temperatura de nuestros alrededores puede tener un cierto impacto.
Todos estos mecanismos son esenciales. El objetivo de la respiración es mantener unos
niveles apropiados de gases en la sangre y en los tejidos, y mantener un pH adecuado para
la función celular normal. Incluso cambios relativamente pequeños en cualquiera de éstos, si
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no se controlan cuidadosamente, pueden dificultar la actividad física y poner en peligro la
salud.
Bases psicológicas y culturales
El acto de la respiración supone una armonía y libertad de movimientos que marca la
propia personalidad e identifica una cultura. No se ciñe a la toma de O2, sino a todo lo que
ello significa. En unas culturas se ha valorado de forma superflua y en otras ha merecido una
especial atención espiritual y vivencial.
Es imposible hablar de la cultura oriental sin dedicarle especial atención a la respiración,
a la concentración mental y al control de la cintura abdominal que permite modificar a
voluntad la presión del abdomen y del tórax. La respiración propia de la cultura oriental
permite que las tres fases de la respiración se realicen correctamente. El abdomen es una
zona de gran importancia en el ámbito fisiológico y con una gran carga de connotaciones
espirituales. Está situado en el centro del cuerpo y en él se encuentran el diafragma, los
órganos de la reproducción y el centro de gravedad. Es una zona cuidada y valorada por
esta cultura. A través de la respiración se establece la relación más directa con la naturaleza:
tomar de ella y devolverle lo que es suyo.
En nuestra cultura, en cambio, no hay control de la musculatura en la respiración
abdominal. El abdomen, muchas veces, es una zona a esconder, a oprimir, una zona
infravalorada debido al concepto de estética de la sociedad actual. Tenemos un concepto de
belleza basado en la demostración de fuerza que generalmente aboca en crispaciones y
desequilibrios musculares, y que, a nivel abdominal, esta rigidez impide la movilidad normal
del diafragma.
Hay otro desequilibrio cultural que merece la pena señalar. En la cultura oriental, la
inspiración se relaciona con la supervivencia y la espiración, con la vida. En la occidental, la
inspiración, con tener o poseer y la espiración, con ceder; esto provoca unos desequilibrios
musculares y unas respiraciones superficiales y de escasa amplitud.
Impulsos respiratorios naturales
Hay una serie de acciones que implican al proceso de la respiración, que actúan
regulando y dando profundidad a la respiración; pero, por condicionantes culturales, muchas
veces, tratamos de inhibirlos. Se trata de la tos y el estornudo, el bostezo, el suspiro, la risa y
el llanto.
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Tos y estornudo: el reflejo de la tos se inicia por un irritante que toca la superficie
de la glotis, tráquea o bronquios, se transmite un impulso nervioso al bulbo y se
produce una fuerte contracción de los músculos respiratorios, creando una
presión alta en los pulmones. Las cuerdas vocales se cierran y, de pronto, se
abren y permiten que salga aire de los pulmones de forma explosiva, expulsando
de las vías respiratorias sustancias extrañas. Constituye uno de los procesos de
limpieza más significativos de las mucosidades.
El estornudo es muy semejante a la tos; es desencadenado por irritantes en la
nariz. De ahí parten los impulsos al bulbo y, posteriormente, vuelven al aparato
respiratorio. Se produce una inspiración profunda, seguida de una espiración
brusca, el velo del paladar tapona el paso entre la cavidad bucofaríngea y la nariz
y se limpian las vías nasales.
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Bostezo: se trata de un movimiento reflejo que actúa sobre la inspiración y la
espiración. A una inspiración profunda y sostenida le sigue una espiración
pausada, que suele ir acompañada de estiramientos de la musculatura
esquelética.
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El bostezo produce un efecto equilibrador de la tensión del cuerpo, tanto de la
hipertensión como de la hipotensión. Equilibra la relación entre CO2 y O2 en la
sangre y elimina tensiones físicas y psíquicas.
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Suspiro: se caracteriza por una acentuación de inspiración, apnea y espiración. A
una inspiración rápida, enérgica y amplia le sigue un intervalo de apnea y una
espiración profunda y distendida. Se estimula la respiración y se impulsa el flujo
de sangre venosa hacia el corazón.
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Risa y llanto: desde el punto de vista fisiológico la risa se produce por medio de
impulsos respiratorios cortos que van separando y juntando las cuerdas vocales.
Constituye uno de los mejores ejercicios respiratorios y es un gran tonificante;
imprime profundidad a la respiración y da elasticidad al diafragma.
El llanto libera y relaja, posteriormente ayuda a conciliar el sueño.
MECÁNICA DE LA RESPIRACIÓN Y FASES O TIPOS DE LA MISMA
Mecánica de la respiración
La respiración determina el intercambio de gases entre el aire y la sangre. Podernos
distinguir dos procesos respiratorios: la respiración externa o pulmonar, en la que se produce
el intercambio de gases entre los alvéolos y la sangre, y la respiración interna o celular, el
intercambio de gases entre la sangre y las células.
Los pulmones, con todos los alvéolos (recordemos que están cubiertos de tensoactivo o
agente surfactante que evita que se colapsen) cubren una superficie que puede alcanzar
hasta 130 m2.
Una vez el aire llega a los alvéolos a través de las vías respiratorias, se produce un
intercambio de gases gracias a las diferencias de presión: el oxígeno, con mayor presión en
los alvéolos, pasa a la sangre y el dióxido de carbono, con mayor presión en la sangre, pasa
a los alvéolos para ser eliminado con la espiración. A nivel celular ocurre lo mismo, una vez
el oxígeno se encuentra en la célula, se combina fácilmente con carbohidratos, grasas y
proteínas.
Durante la inspiración, hay un aumento de capacidad torácica producida por una
contracción del diafragma, que desciende. La presión intratorácica disminuye con relación al
aire externo y a la cavidad abdominal; esto tiene dos consecuencias:
- Entrada de aire a través de la tráquea a los alvéolos pulmonares: los pulmones,
unidos a la caja torácica a través de la pleura, se extienden hacia los lados y hacia la
cavidad abdominal, ya que el tejido pulmonar es elástico y extensible. El pulmón es
insuflado.
- Acelera la circulación venosa de retorno hasta la pared alveolar, con lo que se
asegura la circulación sanguínea pulmonar.
Al espirar, los músculos inspiratorios se relajan, el diafragma se abomba hacia el interior
del tórax, el esternón y las costillas descienden y el tejido pulmonar se encoge con
elasticidad. Esto da lugar a un aumento de la presión interna, con lo que el aire fluye hacia el
exterior.
Entre la inspiración y la espiración hay un periodo de apnea o intervalo respiratorio.
Por medio del contenido de CO2 y O2 en sangre, se regula la respiración. La respiración
está controlada por el centro respiratorio situado entre el bulbo y la protuberancia.
Al final de la respiración, no se consume todo el 02 que llega a los pulmones. El aire
inspirado contiene un 20% de O2 y un 80% de N2; el espirado, un 16% de O2, 4% de CO2 y
80% de N2.
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Distribución del aire en los pulmones: exploración funcional
La exploración funcional de la respiración nos da cierta información sobre la función
respiratoria. Para ello, se utiliza un espirómetro, aparato que registra la entrada y salida de
aire de los pulmones. Estas técnicas han adquirido un desarrollo notable, tanto en el campo
sanitario como en el deportivo.
La exploración funcional de la ventilación comprende el estudio de los volúmenes y de
las capacidades de ciertos índices obtenidos durante una espiración forzada, de la
distribución del aire, de la valoración de resistencias y de pruebas broncodinámicas (ver
tema 7).
Fases de la respiración o tipos de la misma
La respiración completa consta de tres fases:
Clavicular: con ella se garantiza la ventilación de los segmentos apicales de los
lóbulos superiores, tanto derecho como izquierdo.
Torácica: la ventilación ocurre en toda la zona media-bastante amplia-del pulmón.
Determina el aumento del diámetro anteroposterior del tórax.
Abdominal: garantiza la ventilación de los segmentos basales de los lóbulos inferiores
de ambos pulmones.
Lo correcto es considerar estas tres fases de forma global y no considerarlas de forma
aislada. Por lo tanto, en una respiración normal, el aire se debe dirigir a las tres zonas para
que todas ellas estén bien ventiladas y exista el intercambio gaseoso. De no ser así, la zona
que no esté correctamente ventilada tendrá la posibilidad de acumular mucosidades con el
consiguiente peligro.
Es importante concienciarse de las tres fases de que consta la respiración completa y
correcta, así como también es importante adquirir hábitos respiratorios saludables que
permitan realizar actividad física de manera óptima y eficaz.
Cuando la respiración no es completa y la ventilación es escasa en uno o varios sectores
pulmonares, hablamos de tipos respiratorios. Cabe distinguir entre respiración torácica y
respiración abdominal, según qué músculos actúen predominantemente y según, como
hemos dicho antes, qué sectores se ventilen principalmente. Estos tipos respiratorios son
característicos de un grupo de población. Los niños presentan una respiración abdominal
que, por evolución ontogénica y condicionantes culturales, deriva en torácica alta típica de
mujeres y torácica propia de los hombres.
Respiración y actividades aeróbicas
Para obtener el máximo partido y la mayor eficiencia en la adaptación funcional al ejercicio,
es necesaria una buena educación respiratoria. En condiciones normales, la adaptación
respiratoria no es nunca un factor limitante de la capacidad y aptitud aeróbica de esfuerzo.
Sin embargo, en las espirometrías de esfuerzo que se obtienen en el transcurso de ejercicios
aeróbicos intensos, se comprueba una tendencia a la retención de aire en los pulmones, es
decir, insuficiente actividad espiratoria. En estas condiciones hay una tendencia a respirar
"hacia arriba", se incrementa la capacidad residual funcional y disminuye el volumen de
reserva inspiratorio, llegando a comprometer los niveles de volumen corriente. Esta situación
conduce inevitablemente a la fatiga. Puede subsanarse por medio de una buena educación
respiratoria que potencie la espiración.
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En el entrenamiento aeróbico se ha intentado lograr una mejora en el rendimiento a través
de la modificación del ritmo respiratorio. Un ejemplo bastante conocido y muy extendido en
la práctica popular de carreras de larga duración es la división de la inspiración en dos
tiempos, seguida de la espiración también en dos tiempos, de forma que se realiza el
siguiente ritmo: inspiración-inspiración-espiración-espiración. Distintos estudios han
comprobado que esto no es efectivo.
Respiración y postura
La respiración influye en el mantenimiento de una postura correcta. El diafragma es el
músculo de la respiración más importante y se halla situado aproximadamente en el centro
del cuerpo. Si existe una buena movilidad del diafragma, se favorecerá la postura óptima.
El enderezamiento se produce desde el centro; se logra mediante la formación progresiva
del corsé respiratorio, que ha de ser considerado como un soporte elástico. El centro de
gravedad está situado en L2-3, aproximadamente a nivel del diafragma, basta con un ligero
desvío del centro de gravedad (cdg) para que varíe la postura, la tensión y la respiración. De
ahí la importancia de tomar conciencia del cdg a través de la respiración, a fin de evitar
posturas decaídas o excesivamente erguidas que se reflejan en el ámbito muscular con una
serie de desequilibrios y crispaciones.
Algunas técnicas de tratamiento de desequilibrios musculares, como la técnica Méziéres, se
basan en el estiramiento muscular apoyándose en la respiración.
Otras técnicas de tratamiento de deformidades de columna se basan en el autoestiramiento,
para dejar posibilidad de movimiento al diafragma, y en el moldeamiento de la columna a
través de una respiración dirigida de forma asimétrica (deformidad escoliótica) o de forma
simétrica (deformidad cifótica).
Respiración y relajación
La respiración es la primera técnica de relajación que se debería aprender y practicar con
corrección, ya que es la base para aprender y practicar correctamente otros métodos de
relajación.
El que estemos respirando continuamente no implica que no necesitemos un aprendizaje y
una corrección de todos aquellos defectos que hemos ido adoptando con el paso del tiempo.
Generalmente, el defecto está en que no se completa el proceso, dejando con ello unas
zonas sin ventilar, movilizando de forma deficiente e incorrecta la caja torácica y los
músculos que intervienen en la respiración.
Debernos tomar conciencia de nuestro proceso de respiración. Para ello, tenemos que
prestar atención y realizar el proceso de forma consciente. Se puede comprobar el ritmo de
la respiración adoptando una posición relajada y en decúbito supino, apoyando una mano
sobre el abdomen y otra sobre el tórax, así podemos darnos cuenta si realizarnos una
respiración completa o, por el contrario, se queda contenida y acortada. Continuando en esta
posición, se realizan respiraciones lentas, pausadas y profundas, tomando el aire por la nariz
y espirando también por la nariz; el aire debe llenar toda la caja torácica, incluida la zona
inferior, con lo cual notaremos que el abdomen se hincha como consecuencia del descenso
del diafragma.
En el deporte se producen unos beneficios con la práctica de la respiración consciente:
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Hay una mejor oxigenación, lo cual aumenta la capacidad de resistencia en la
práctica de una actividad física
La respiración profunda promueve una adecuada distribución y uso del oxígeno y de
la energía general del cuerpo.
La práctica de ejercicios sencillos de respiración es buena para situaciones de estrés
y nerviosismo antes de pruebas o competiciones.
El aprendizaje de una buena y completa respiración ayuda al individuo a descansar
después de la práctica de una actividad tísica.
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La ejercitación diaria ayuda a descansar y mejora la concentración.
Dificultades respiratorias en el ejercicio
Durante el ejercicio, nuestra respiración está regulada de manera que se maximice nuestra
capacidad de rendimiento. Sin embargo, esto no siempre ocurre así. El ejercicio puede ir
acompañado por muchos problemas respiratorios que dificulten el rendimiento:
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Disnea
La sensación de disnea (respiración corta) durante el ejercicio presenta mayor frecuencia en
individuos con mala condición física que intentan hacer ejercicio a niveles que elevan
sustancialmente sus concentraciones arteriales de dióxido de carbono y de H'. Ambos
estímulos envían señales fuertes al centro inspiratorio para incrementar el ritmo y la
profundidad de la ventilación. Aunque la disnea inducida por el ejercicio es percibida como
una incapacidad para respirar, la causa subyacente es una incapacidad para reajustar la
PC02 y los H+ de la sangre. A pesar de un fuerte impulso nervioso para ventilar los
pulmones, los músculos respiratorios se fatigan fácilmente y son incapaces de restablecer
una homeostasis normal. Esta alteración en el ritmo respiratorio se puede dar en cualquier
tipo de ejercicio o actividad, incluso se puede observar cuando se está aprendiendo alguna
técnica de relajación, y suele desaparecer cuando ésta ya se domina.
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Hiperventilación
La anticipación o angustia por el ejercicio, así como algunos trastornos respiratorios, pueden
ocasionar un repentino incremento de la ventilación que rebasa la necesidad metabólica de
oxígeno. Esta sobrerrespiración recibe el nombre de hiperventilación. En reposo, la
hiperventilación voluntaria reduce el PC02 normal de 40 mmHg de los alvéolos y de las
arterias hasta alrededor de 15 mmHg. Cuando los niveles de dióxido de carbono caen,
también lo hacen los niveles de H+, por lo tanto, el pH de la sangre aumenta. Estos efectos
reducen el impulso ventilatorio. Dado que la sangre que abandona los pulmones está casi
siempre saturada con oxígeno al 98%, un aumento de la PO2 alveolar no aumenta el
contenido de oxígeno de la sangre. Así, después de la hiperventilación, disminuye el deseo
de respirar y la capacidad de contener la respiración ha mejorado; esto es consecuencia de
la descarga de dióxido de carbono, no del incremento de oxígeno en la sangre. Si esto se
lleva a cabo durante unos segundos, la respiración rápida y profunda puede provocar
mareos e incluso pérdida de la conciencia. Este fenómeno revela la sensibilidad de la
regulación por el aparato respiratorio del dióxido de carbono y del pH.
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Esta maniobra de hiperventilación previa al ejercicio se utiliza en algunos tipos de
actividades, especialmente en las inmersiones bajo el agua. Es un ejemplo claro de la
alteración del ritmo respiratorio que sucede en dos fases: primero, una hiperventilación y,
posteriormente, una apnea prolongada. Es cierto que la hiperventilación antes de la
inmersión reduce el deseo de respirar, pero no incrementa las reservas de oxígeno. El
oxígeno de la sangre puede llegar a niveles críticamente bajos antes de que el nadador
sienta la necesidad de subir a la superficie a respirar por una acumulación de dióxido de
carbono. Estas prácticas pueden provocar que el buceador pierda la conciencia antes de
experimentar el deseo de respirar.
Patologías respiratorias relacionadas con la actividad física: el asma
Una parte importante de la población presenta problemas de asma. Es una patología que
implica al sistema respiratorio y que, además, puede desencadenar una crisis durante la
práctica deportiva o después de la misma, principalmente debido al cambio del ritmo
respiratorio y condicionada por las condiciones ambientales de temperatura y humedad.
El asma en el ejercicio aparece en el momento de realizar un esfuerzo o, con mayor
asiduidad, cuando éste cesa. Determinados deportes son mejor tolerados que otros, siendo
importantes las condiciones de humedad y temperatura en la aparición de estas crisis; un
ejercicio concreto será bien tolerado en una atmósfera caliente y húmeda, pero no en una
fría y seca.
En esfuerzos de cierta intensidad se advierte una determinada hiperventilación con
respiración bucal, resultando imposible la respiración nasal. Se constata un enfriamiento y
pérdida de agua en los bronquios. Ambas reacciones causan un broncoespasmo.
Hay deportes que generalmente son bien tolerados, como la marcha, la natación, el
cicloturismo, el golf, y en los deportes de equipo se tendrán que evitar las posiciones de los
jugadores expuestos a los esfuerzos más intensos. La natación es particularmente
recomendable. El microclima de la piscina, con una atmósfera caliente y húmeda en la
superficie del agua, previene el broncoespasmo inducido por el ejercicio. Por otra parte, la
natación permite dosificar bien el esfuerzo y controlar mejor el trabajo respiratorio. También
proporciona flexibilidad al tórax. Sin embargo, deberá evitarse en caso de intolerancia al
cloro o aparición de eczema. El submarinismo está claramente contraindicado.
La equitación deberá evitarse debido a la posible sensibilización alérgica por la proximidad
con el caballo.
Ésta es una enfermedad que causa cierta ansiedad en el sujeto que la padece y en su
entono familiar. Se teme que la actividad física sea mal tolerada y agrave la enfermedad.
Muchos padres procuran dispensar a sus hijos de la asignatura de Educación Física y esta
actitud es a veces compartida por los profesores de Educación Física, que prefieren evitarse
problemas. Es evidente que durante una fase evolutiva de la enfermedad, en especial
durante el ataque de asma, el alumno no podrá practicar ninguna actividad deportiva. Hay
que evitar una actitud superprotectora que aísle al niño de su entorno y es muy importante
que el asmático practique deporte, siempre teniendo presente un tratamiento preventivo bajo
prescripción médica y una correcta reeducación respiratoria.
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