El contexto social D. Enrique Miret Magdalena*. Enrique

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El contexto social D. Enrique Miret Magdalena*.
Enrique Miret Magdalena es teólogo.
El cambio.
El español solo tenía un anhelo hace años: el cambio en los diferentes niveles humanos
(político, implantando una democracia; social, implantando una justicia más igualitaria,
económico, instaurando mayor solidaridad; religioso, dando amplio margen a la
libertad). Sin embargo, hoy se siente defraudado: las ilusiones del periodo último del
franquismo sólo en pequeña parte se han cumplido. La radicalidad de aquellos tiempos
de inconformismo social, político y cultura ha sido sustituido por la moderación, que
cambia los nombres, pero menos las realidades.
La ilusión de la democracia: existía la creencia de que con su llegada y de forma
automática, todo mejoraría notablemente. Pero la democracia no es un sistema político
social, sino un medio para implantar nuevos sistemas en libertad; que en “en vez de
recurrir a la violencia corpórea, la sociedad civilizada recurre al voto” (G. Rensi).Pero
este voto tiene que tener un contenido satisfactorio y eficaz para que se realice el
cambio verdaderamente.
Surgen con este proceso en nuestro país nuevos problemas imprevistos. 1) la dificultad
de dar eficacia a la burocracia política, 2) el egoísmo poco solidario de los grupos
corporativos, 3) desintegración de ciertos valores, como la familia que no encuentra su
forma adecuada de futuro; o la cultura que está aun nivel más bajo y no se renueva
suficientemente, 4) la atadura a los hábitos mentales y sociales adquiridos en el
franquismo que retrasan el cambio real, 5) la dificultad de encontrar soluciones
originales, el desempleo, la escolarización, la falta de participación de la juventud, la
ausencia de una ética cívica, la carencia de verdadera crítica en profundidad, sustituida
por el chismorreo anecdótico a nivel político y social, la falta de ideales que sirvan de
motor en los diferentes campos de actividades sobre todo para la juventud...
El cambio deseado tiene entonces 3 condiciones de éxito: 1) un proyecto social común,
resultado de un funcionamiento democrático eficaz y respetuoso con las minorías, que
esté en consonancia con los Acuerdos Internacionales sobre Derechos del niño y del
adulto 2) una transformación del individuo por medio de una amplia educación a todos
los niveles ( escolar, familiar, medios de comunicación social) 3) una legislación y
estructuración de la sociedad que se base en
motivaciones
más sociales (
cooperación, ayuda mutua, solidaridad).
El papel de la cultura.
Centrándonos en la segunda condición, diremos que el cambio se producirá en la
enseñanza. El ejemplo de la Institución Libre de Enseñanza en España ( D. Manuel
Bartolomé Cosío), y de la educación radical- socialista en la Francia de primeros de
siglo ( Alain el gran educador), debían ser un modelo a realizar en todo el ámbito
educativo. Se hace necesario, para encontrar la libertad que conduce a una sociedad más
humanamente satisfactoria, la culturización. Unamuno decía que España, para alcanzar
mayor libertad y conseguir una sociedad más satisfactoria en la connivencia de todos los
ciudadanos, lo que necesitaba era más cultura. Lo mismo que años antes había señalado
también Ángel Ganivet.
Pero cultura no es llenar al niño o al adolescente de datos, convirtiéndolo en un
almacén más o menos organizado: es mucho más. Es un verdadero cambio de
mentalidad, abriéndose al futuro y a los demás. Por eso el pensador H. Butterfield decía
que un nuestro época, llena de nuevos problemas sociales y humanos por resolver, hacía
falta “un nuevo gorro de pensar” porque el anterior se había quedado estrecho. La
cultura es, por tanto, lo que decía Edouard Herriot: “ lo que queda, después de haber
olvidado lo que se aprendió”. Es el poso que consigue una cabeza bien hecha, que
permita abordar los problemas nuevos con mentalidad nueva y encontrar así soluciones
que, de otro modo, con las ideas y modos de pensar de otras épocas no encontraremos.
En España hay, por falta de cultura, una dificultad para desarrollar nuestra democracia
incipiente. No hay nada más que leer las estadísticas de lectura del Ministerio de
Cultura: el 60% de los españoles no leen ningún libro al año, y nuestros periódicos
tienen unas tiradas menores que en cualquier otro país de Europa. Lo que ha ocurrido
entre nosotros es que en pocos años hemos cambiado de traje, se ha desarrollado nuestro
aspecto exterior y nuestras costumbres anticuadas se han asemejado a las de cualquier
otro país de Europa. Pero ¿ha cambiado nuestro interior? ¿ hemos desarrollado unos
nuevos valores humanos profundos? Creo que no. No han entrado ideas importantes que
se hayan convertido en convicciones que sustituyen la disciplina externa que teníamos
en el franquismo; y rotas estas barreras externas, hemos quedado en una situación
<<anómica>>, como describió Durckheim a principios de siglo, analizando el proceso
que estaba ocurriendo en nuestra sociedad contemporánea, proceso que en España se ha
retrasado, pero que por fin llegó también. El mal está en que detrás de esas barreras no
había nada; la disciplina escolar o social en la que estaba estructurado nuestro país, al
ser superada por la nueva situación democrática, desveló un lamentable vació interior,
por que la disciplina no ha conseguido educar sino reprimir.
Una sociedad necesita normas racionales que engendren criterios personales, no unas
normas arbitrarias que ni educan ni desarrollan convicciones, sino que mantienen
represadas nuestras reacciones elementales, sin una verdadera inhibición consciente de
lo que sea un valor negativo y desarrollando a la vez unos valores positivos. Y ahora,
tras este proceso <<anómico>> , se encuentra el español inerme como un barco que
hubiese perdido el timón y se encontrase sin rumbo y a merced de los embates externos,
generalmente producidos por las influencia de los grupos de intereses a través de la
propaganda, la publicidad los medios del comunicación social.
Los cuatro problemas del cambio.
Para conseguir el cambio real, encaminándonos hacia metas positivas podemos caer en
cuatro errores: 1) la inflación legislativa, 2) la demagogia de la masa; 3) el innatismo o
genetismo atribuido a nuestras tendencias; 4) y por reacción ante ese fatalismo
hereditario, la teoría contraria del ambientalismo, creyendo que no podemos escapar de
la influencia exterior.
1) En España ha sido endémico el mal de la inflación legislativa de normas dadas por el
Estado o los estamentos locales. Las antiguas Leyes de Indias, tan progresista para la
época que fue nuestro Siglo de Oro, han sido un ejemplo de nuestra ineficacia legalista.
De aquellas leyes, en tiempo de Felipe II, se decía por quienes iban a responsabilizarse
de la marcha política y social de América: “se acatan, pero no se cumplen”. Otras
veces, en tiempos actuales, el fárrago legislativo hace tan complicado el funcionamiento
de nuestra Administración Pública, que es una rémora para el cambio. Y no se produce
ésta a fuerza de nuevas leyes, también complicadas y numerosas, sino con esquemas
más amplios y concisos, que permitan una flexibilidad sin demérito de la idea principal.
Un ejemplo es la Constitución Americana que está en vigor y es eficaz, sin necesidad de
tener que se modificada sustancialmente desde el siglo XVIII. Ha servido, esta
Constitución de los Estados Unidos, para las más diversas situaciones políticas y
sociales concretas ¿Por qué? Porque, en vez de incluir detalles minuciosos, da las dos
vías fundamentales para la marcha moderna de un país.1) una declaración precisa de los
derechos humanos y libertades básicas, y 2) un procedimiento democrático para la
confección de las leyes que concreten los principios anteriores.
El proceso del cambio no puede confiar ni el cambio sólo del individuo, pues así el
cambio nunca llegará a extenderse a nivel social suficiente (es la pretensión inmovilista
de la derecha política tradicional, según Simone de Beauvoir); ni el cambio de las
estructuras meramente externas, que es lo que un izquierdismo ingenuo querría como
solución. El problema está en esa estructura intermedia, que no es ni la individual ni la
colectiva exageran: es lo que se llamaría “mentalidad inconsciente” de los grupos
humanos que se produce a nivel psicológico, y que es la gran rémora par el cambio de
una empresa, de un grupo social o de aquellas asociaciones que resultan ineficaces y por
eso s quieren modernizar. Mientras no cambie esa mentalidad, de nada valen reglas,
normas y propósitos externos por inteligentes que parezcan.
Por eso, un gobernante tan inteligente como Confucio decía que los que dirigen deben
gobernar por el ejemplo más que por las leyes; y el agudo Lao Tsé señalaba un dato de
observación común: “cuantas más leyes, más ladrones”, porque en la confusión
legislativa los honrados no saben ya lo que les corresponde hacer; y los pícaros, en la
profusión de leyes, encuentran siempre alguna salida sutil.
La masa indiscriminada no es la democracia. La multitud por sí misma tiende a rebajar
sus posibilidades intelectuales porque lo único que le caracteriza es la resta de las
cualidades individuales, lo que es común a todos, que es siempre lo mínimo. Su nivel
mental es menor que el de sus componentes, porque no se suman sus cualidades, sino
que se restan hasta encontrar lo que es común. Es lo que decía Unamuno, a propósito de
la tentación demagógica de quienes dirigen: “es preferible sacudir las entrañas o
cabezas de 4 semejantes, que se aplaudido por 4 millones de necios”. Es preciso que un
grupo pueda desarrollar su capacidad de reflexión y de crítica personal, y no se sienta
ahogado cada uno en su individualidad, pues el conjunto sólo se enriquece con la suma
de cualidades espontáneamente desarrolladas y tenidas en cuenta. Es muy importantes
no olvidar esto en una clase escolar: es preciso estimular la creatividad de cada uno, en
vez de aplastar la originalidad de los que sobresalen por su iniciativa. En este momento
la admiración por los test – particularmente los de inteligencia- hace que sólo
seleccionemos a los conformistas, con la sociedad presente, desechando a aquellos que
destacan, y que serían los únicos que podrían, con sus ideas nuevas y su ingenio
espontáneo, encontrar soluciones a los callejones sin salida en que está metido el mundo
actual. Fomentar este espíritu crítico profundo es lo más contrario a la superficialidad
con que la masa ve las cosas fijándose solo en sus insignificancias, más que por sus
elementos importantes. Los árboles no nos dejan ver el bosque. El educando debería
seguir el consejo de Jean Guitton, que recomendaba “tener siempre en la mesilla de
noche un libro de quien piensa de distinta manera que nosotros para estimular nuestra
reflexión”. Otro hombre ejemplar en esto fue le catedrático de física Esteban Terradas,
que escuchaba a todo alumnos que el interrumpiera en clase, y le contestaba con el
máximo respeto dándole la importancia que la merecía esta colaboración crítica. Highet,
el especialista de la educación, recuerda que “los buenos profesores se enriquecen con
las intervenciones de los alumnos y las estimulan”.
No nos olvidemos que el gran salto cultural, social y político que dio la Europa
moderna, se debe a la crítica que introdujo el pensamiento independiente en el siglo
XVI y XVII: Descartes fue el filósofo de la crítica con su duda metódica, que ha
marcado toda la cultura actual.
Pero no nos hagamos ilusiones, en este siglo de las multitudes y de la presión ejercida
por los grupos, el hombre se inclina a la sumisión y la obediencia, los experimentos de
Ach y de Milgram lo demuestran ampliamente. La crítica profunda ha sido sustituida
por la influencia de los <<media>>.
Otro error que está latente en la mente de muchos es el que corresponde a aquel antiguo
dicho: genio y figura, hasta la sepultura, que plasmó literalmente nuestro novelista Juan
Valera en el pasado siglo con una atractiva novela que sin embargo era todo un sofisma.
Porque el genetismo o innatismo de las cualidades psicológicas está de capa caída en la
ciencia actual. Los trabajos de antropólogo A. Montagud, y sus múltiples seguidores
han desbancado al <<criminal neto>> de Lombroso, y el <<hombre herencia>> de
algunos científicos excesivamente biologicistas en su consideración de lo que es el
hombre. Watson fue el primero que, con sus experiencias y experimentos, superó la idea
de las cualidades innatas. Y hoy, los estudios y aplicaciones de Alberto Machado sobre
la inteligencia, lo demuestran palmariamente. Es una ingenuidad traer a colación las
listas genealógicas del profesor Ribot, a principios de siglo, sobre los músicos y los
guerreros por herencia: los hechos no demuestran que eso sea verdad, sino lo contrario,
pues encontramos multitud de artistas de la música o de famosos guerreros que no
tienen antecedentes genéticos. Tenemos a Mozart, Haendel, Gluck y tantos genios que
sus progenitores nada tuvieron que ver con la música.
Lo mismo se diga del mito del <<hombre agresivo>> del Darwin popular (desmentido
por él mismo en su segunda obra sobre la evolución del hombre), o del zoólogo
Desmond Morris, o del abogado aficionado a la antropología R. Ardrey. Las más
diversas corrientes de la sicología actual superan este simplismo de la herencia
psicológica. Los discípulos de Freud, Fenichel y Kris, demostraron que no existe un
instinto agresivo (tanatos, o instintos de la muerte) y etólogos como k. Lorenz o
neoconductitas como Harlow, tampoco creen en la fatalidad de la herencia psíquica.
Podemos, por tanto, concluir:
a. La agresión física << no es una invención biológica, sino cultural>>.
b. La herencia proporciona el sustrato biológico, pero no predetermina totalmente
el comportamiento (Eysenck).
c. Ni la fisiología, ni la sicología han podido demostrar la necesidad interna
dimanante de un proceso biológico, en el caso de la agresión (A. Montagud).
d. La agresión no es un comportamiento constante y universal en el mundo animal
(Van Rillaer) y los” animales no suelen ser violentes, excepto si necesitan el
alimento o en grandes aglomeraciones” (A. Montagud).
e. La actividad predatoria motivada por el hombre, es excepcional en el hombre; la
agresividad de competición es siempre un comportamiento adquirido; y los
demás tipos de comportamiento agresivo, o bien son resultado del aprendizaje (y
por tanto susceptible de ser transformados por la socio. Cultura) o son una
respuesta elemental o un estímulo doloroso (H. Laborit). “la agresividad de
competición parece ser el tipo que se encuentra en los hombres”(id.).
Los mismos innatistas piensan frecuentemente que la agresividad “puede
sublimarse” (k. Lorenz) por el deporte, la investigación científica competitiva, el
humor, o se puede “influir en la conducta futura” (Eysennck). La catarsis fue
idea de Aristóteles y del primer Freud, después Freud habló de <<sublimar>>; y
a él le han seguido psiconalistas (Menninger) y pensadores ( Guardini).
Es un error identificar <<instinto animal>> con <<conducta humana>> (A.
Montagud), “el hombre no tiene instinto sino capacidades o pulisones, pero
deben convertirse en habilidades por el aprendizaje” (J. Huxley, R.J. Barnet, A.
Rapoport); “hay que desterrar –por eso- la palabra instinto de los asuntos
científicos” (S.A. Barnett).
f) La evolución no se produce por lucha de individuo a individuo o grupo a
grupo, sino contra la inclemencia de la naturaleza (A. Montagud y kluekhom,
ahora; y antes: Kropotkin, Alfred Esprines y Karl Kessler).
g) La anatomía cromosónica XYY en vez de XY, solo aplicable al 3,5% de
criminales violentos (A. Montagud, Kessler).
Las glándulas encodrinas (F. Hacker) no influyen decisivamente en la
agresividad criminal.
h) No existe el instinto territorial en primitivos ( Radcliffe-Brown; Dr. L. R.
Hiattt), como causa de la agresión tal como Ardrey enseñó equivocadamente.
Por tanto, las influencias ambientales pueden cambiar las conductas aun contra
la influencia innata (A. Montagud), porque el aprendizaje social y cultural es
decisivo para desencadenar la agresión y acostumbrar a ella (A. Montagud, Dr.
Deets).
La teoría contraria, mucho más aceptable hoy, el ambientalismo no tiene tampoco
razones para ser interpretada en forma absoluta. La influencia del ambiente es muy
importante, pero no única ni decisiva.
Los estudios más actuales sobre determinismo y libertad, llevan a la conclusión de que
existe siempre un factor de indeterminación en todo ser humano, que puede cambiar el
rumbo de las influencias sociales, aunque muchas veces sea difícil abstraerse de ésta. El
propio marxismo, con su teoría de la alineación social, ha sabido matizar el
determinismo. La teoría del materialismo histórico, bien comprendida, no lleva a una
determinismo social, sino “a una alineación relativa de la que el hombre, en último
extremo, puede salir con su propia voluntad” (R.Garandy).
Libres a pesar de todo.
El estudio de los delincuentes y su proceso evolutivo hacia la delincuencia por el
psiquiatra de la Universidad de Lovaina, Etienne de Greef, demuestran visiblemente lo
que digo.
El Dr. León Grinber ha recordado que algunos de los más grandes psicoanalistasAbraham y Jones - averiguaron que en el niño va manifestándose “la existencia de una
culpa a aparición muy temprana” (M. Klein) . y que se diferencian además dos clases
de culpas distintas tras ese sentimiento interior: la depresiva y la persecutoria. Esta
última es las características de los delincuentes juveniles, y aquella de los inadaptados.
Los menores que han tenido fuertes carencias familiares por abandono, explotación,
maltrato o indiferencia, proyectan sobre el mundo externo su desilusión y rabia; y se
produce, como consecuencia, la conducta antisocial. “Y cuando se sienten incapaces de
experimentar la culpa depresiva y – por tanto- de reparar y quedarse en paz consigo
mismos de haber hecho la reparación” ( L. Grinberg), suponen un peligro social.
Para evitarlo, hemos de compensar positivamente esos fallos y carencias internas,
compensación que le llevará a reconstruir poco a poco su liberación interior, y ,
después, a la resolución de su problema de violencia proyectiva. Cuando el menor
asume su responsabilidad y repara con una conducta social adecuada, se encuentra en
vía de salvación.
Freud descubrió que estos sentimientos ocultos de culpa son tan complejos que, a
veces, nuestros niños se hacen malos para que se les castigue y, cuando se les ha
castigado se encuentran tranquilos y satisfechos. Y en la mayor parte de los criminales
adultos “podría entrar esta motivación del crimen, y aclarar muchos puntos oscuros de
la psicología del criminal, y dar así a las penas una nueva base psicología
completamente nueva”. Reik (1925), que tenía una buena preparación en derecho penal,
va todavía mas adelante, y cree que “el castigo sirve para satisfacer la necesidad de
castigo inconsciente que impulsó al individuo a comete el acto prohibido”. Sin embargo
esta idea, puede ser legítima en algunos casos, no se puede generalizar.
Aichhorn, el gran especialista pionero en la reeducación de menores delincuentes,
afirmaba, según su experiencia, que “la fuente de muchos comportamientos asociales
se encuentra en los sentimientos de culpabilidad inconsciente”. Por eso es tan peligroso
psíquicamente el olvido o la ocultación de este sentido de culpabilidad que lleva dentro
de sí mismo el menor, y que- al no reconocerlo- puede producirle reacciones externar
violentas o reacciones internas neurotizantes.
Siguiendo esas ideas y experiencias concluye el hoy el Dr. Glasser, especialista
norteamericano en el tratamiento de menores delincuentes, que “en ningún momento
conviene que la irresponsabilidad sea justificada en los que cometen un delito”. Por eso
nunca debemos censurar a otros por la irresponsabilidad del paciente, no hay que buscar
la culpa en otros, sino es uno mismo, porque inconscientemente la llevamos dentro de
nosotros mismos, por muy oculta que esté. De lo que se trata es que reconozca su
actuación responsable, aunque esta responsabilidad esté atenuada. Partiendo de ello
debería aprender el joven una nueva manera de vivir y de motivarse, distinta de la que
tenía antes, El conocimiento de sus necesidades más íntimas y su satisfacción, por
caminos más normales, le inducirán prácticamente a dejar su conducta anterior, sea la
de un alcohólico, drogadicto o delincuente; y lo hará efectivamente si aprende a sustit uir
sus motivos negativos de antes, por otros nuevos más prácticos y sociales, que debe
aprender de modo práctico, vivencial y concreto. No olvidemos tampoco algo que se
tiene poco en cuenta a la hora de reeducar a estos menores: << todas las razones que
expliquen a un alcohólico por qué bebe, no le inducirá a la abstención>>, (id). El
cambio se producirá sólo por miedo de las etapas que dijimos antes: reconocimiento de
su responsabilidad; satisfacción diferente de sus necesidades internas y que están mal
orientadas hoy hacia el vicio o el crimen; y aprendizaje de nuevos motivos que
reconstruyen la propia vida de modo más social.
William James rechazó todo determinismo, hace casi 100 años. Y –después de un
período de auge del determinismo estricto “apenas podrá encontrarse a nadie hoy día
que tenga nada bueno que decir del determinismo estricto”, señala el profesor Paul
Edwards de la Universidades de Nueva York. Lo que sí ha estado en boga en estos
últimos años, es el << determinismo moderado>>.Hace siglo lo propugnaron Hobbes y
Hume; mas tarde Stuart Mill, y hoy Schlick, Ayer, Stevenson y Nowell – Smith.
Saliendo de la alineación.
El sicoterapeuta vienés Víctor Franck, desde su práctica como especialista en
problemas psíquicos, ha planteado esta cuestión de la libertad y voluntad en neuróticos
y sicóticos, lo mismo que en las personas normales. Y cuenta su experiencia sobre la
debilidad o la fuerza de voluntad. La debilidad esta compleja cualidad humana se da
solamente cuando uno no se propone una finalidad clara; o no fija toda su atención ella,
sin ninguna duda ni vacilación. Hace tres cuartos siglo el perspicaz William James
observó esto mismo: la voluntad está en la atención persiste a los medios que conducen
al fin que uno se propone. Pero si no hay finalidad, o la atención no se pone de modo
constante y sin veleidades sobre los medios, no se obtendrá ningún resultado positivo.
Franck hace también otra observación y reflexión propias de su experiencia con sus
enfermos drogadictos. El usuario del LSD cae en un estado de intoxicación que dura
unas pocas horas y va acompañado de una serie de fenómenos sensibles que son
peculiares de esta droga. Primera experiencia notable: el que toma el ácido lisérgico.
Por ejemplo- se siente como un <<autómata, marioneta o títere>> ¿Qué quiere decir
precisamente esta experiencia del adicto a ésta?: << que no se siente libre>> cuando
están bajo sus efectos, que nota una especie de camisa de fuerza que los robotiza, a
diferencia de la experiencia que recuerda cuando no estaba bajo los efectos de la droga.
Esta experiencia nueva de no libertad lleva a la conclusión de que, al sentir esa vivencia
negativa, es que tuvo ante la experiencia de la libertad y la vivió realmente; y ahora
puede comparar una con otra. Por eso concluye Franck en tono más o menos
humorísticos: “si sucede lo que dice ciertos filósofos acerca del hombre, o de su
voluntad; que no es libre, lo que necesita este filósofo es intoxicarse para convencersea través de la nueva experiencia de sentirse una marioneta de sus representaciones
sensibles producidas por la droga- de esta realidad. Es decir, que en el plano de la
normalidad, vivió antes lo que hoy no vive con la droga: la libertad”.
Lo que ocurre ciertamente es que << mediante el sentimiento de responsabilidad, las
perturbaciones del psiquismo pueden tomar la dirección de nuestra conducta>>; y la
<< observación de los enfermos de espíritu, débiles mentales y desequilibrados, nos
muestra que el mecanismo de libertad continua imperturbablemente, exactamente,
como una función ciega y así, lo que llamamos irresponsabilidad no implica que un
individuo no posee el sentimiento de responsabilidad, sino que este sentimiento
funciona al servicio de un psiquismo definido>>. Así se concluye que el criminal no es
un inadaptado, sino que “por un acto criminal se adapta a lo que parece lo mejor en
una situación determinada” (Dr. De Greeff). Otra razón también se puede alegar: el
éxito del método de sugestión, preconizado por Couté, que lo aplica teniendo en cuenta
el afán de curación que tiene a veces el enfermo psíquico, <<prueba más que nada el
sentido, la eficacia, y la necesidad de la noción de libertad y de responsabilidad >>
que para curarse tienen estos enfermos.
Ni siquiera el hombre deja de ser libre en la doctrina que propugna el marxismo. Nadie
está –según ésta corriente materialista dialéctica- predeterminado por el destino. Las
fuerzas que nos presiona disminuyen de hecho la libertad, pero no la anulan.
Para ser libre, para usar de la posibilidad de la libertad, es preciso actuar según las leyes
conocidas del mundo objetivo; y para eso, es necesario manejarla con habilidad, con
inteligencia. De ahí que “el individuo es más libre cuando amplia sus conocimiento”
(A.A. Smirnov – sicología, Méjico, 1962), porque conocerá mejor las leyes de las cosas
y tendrá más posibilidades de elegir, según se amplíen estos conocimientos. Hemos de
ser conscientes, previsores, conocen las consecuencia de los diferentes actos que
podemos adoptar como conducta, y eligiendo entonces estas posibilidades
(S.L.Rubinstein), manejando y dirigiendo hábilmente las leyes que influyen sobre
nuestros actos. Somos como los empleados de la estación ferroviaria que pueden dirigir
el tren hacia una vía o hacia otra, cambiando la dirección al mover la aguja que lleva el
ferrocarril por un carril por otro, y sin más esfuerzo que dirigir nuestra atención en un
sentido o en otro.
Aunque haya algunos crímenes que sean producto patológico claro, éstos son los
menos. El <<delincuente nato>> no existe; ni tampoco la mayoría de los que comenten
delitos son tan anormales que puedan ser considerados como enfermos. Según Heuyer
solamente el 10% pueden ser calificados así. Pero de lo que no cabe la menor duda es
que, en estos delitos graves, y sobre todo en los gravísimos, juegan los resortes
psíquicos anormales, poco corrientes en la mayoría de los hombres porque no tienen la
importancia impulsiva ni la fuerza que ha llegado a adquirir en ese tipo de delincuentes;
y estos resortes son la clave de su actuación delictiva.
Debemos saberlo porque a muchos criminales, que cometen estos actos extremos, no
sólo habría que tratarle por de un proceso reeducativo y de reinserción social, sino que
deberían ser tratado como a enfermos. Estos casos “un fenómeno social y patológico”
(Dr. Zilboorg). Y si otros no han llegado a caer en ellos, es porque “mucho tiempo antes
de que la situación se haya vuelto irreversible, tiene el interesado que se destruye y se
desvía y tomas las medidas susceptible de reanudar los lazos de la relación simpático
con otros, y así reencarnarse en el juego social” ( E. De Greef). Concluye este
profesor de Lovaina que “el asesino es quien se ha dejado arrastrar, sin esfuerzo de
compensación, a una situación en la cual el homicidio se convierte en la solución de su
problema”.Podemos, si queremos, identificarnos o no con estos reflejos que nos
conducen al abismo. Pero si no saben compensar esas reacciones de un modo inteligente
y práctico s dejará llevar el pre-delincuente por es pendiente, para terminar- como el
caso estudiado por el Dr. De Greef- en la opción de <<matar o volverse loco>>.
Un homicida de su mujer, estudiado por el Dr. De Greef, se sintió otro al cabo de varios
años de cárcel; y casi sin darse cuenta, y por un exceso evolutivo interior inconsciente,
se normalizó totalmente. Su mujer era un monstruo de todos los defectos que hacen
imposible al convivencia, y no tuvo el marido el valor de romper y rehacer su propia
vida; vacilación que le llevó a lo peor, y le condujo poco a poco por esa pendiente
interior a la actitud antihumana de matar a su mujer, cediendo a sus reacciones
negativas que, paso a paso, le llevarían a la solución falsa de su problema interior,
decidiendo mata a su mujer. Nunca será más verdad el dicho que << lo mejor es
enemigo de lo bueno>>: hemos de saber calibrar nuestras fuerzas, no actuar sino con
arreglo a ellas, sin querer aguantas más de lo que podemos aguantas, porque las
reacciones negativas que se pueden producir después son muy graves.
Para terminar hagamos una breve reflexión sobre el << el silencio afectivo>>, que se
va incubando en muchos hombre y mujeres de hoy, en una sociedad como la nuestra,
que es solo una <muchedumbre solitaria>> (Riesman), en la cual no existe una
verdadera comunicación humana satisfactoria,. Ese Silencio afectivo produce fácilmente
un estado latente de agresión, que nos hace peligrosos, porque proyectamos sobre
nuestro prójimo los males que padecemos nosotros internamente.
Los datos sociales negativos.
La situación del mundo actual es muy negativa, especialmente para la juventud
España está entre los 10 países con mayor índice de delincuencia (Dr. Pedro R. David,
Asesor ONU 1984). Existe el descenso de delincuencia adulta en algunos países, pero
aumentan en todos los actos delictivos juveniles. En Japón descienden la delincuencia
adulta, y en Bulgaria también. Se estaciona en Suiza. En USA y Filipinas aumenta. EL
modelo policial cooperador y preventivo disminuyen en Japón, y el sistema rígida la
aumenta en USA (El País- VI-1984).
Un tercio de los detenidos en España menores de 20 años cometen el 66% de los delitos.
El 70% de los jóvenes delinquen contra la propiedad, y actúan en grupo. Los jóvenes en
general comenten el 75% de los delitos como en América Latina.
Los jóvenes muy conflictivos menores de 16 años son 200, y 2000 los que producen
inseguridad ciudadana. Sólo el 10% son chicas. La mayoría de los jóvenes no son
reincidentes, que es lo que los convertirá en delincuente (W.J. West); y en Inglaterra
solo reinciden el 25% de los jóvenes que delinquen (Hays), En España reinciden los
menores en proporción del 22% al 25%.
El 5% de los que se escapan de sus casas, no aparecen. Mayor proporción de delitos
juveniles por orden de más a menor: Sevilla, Barcelona, Madrid y Valencia. Hay
organizaciones que inician a los menores (Ya- abril .1984). En Madrid y Barcelona está
el 75% de la delincuencia nacional (policía española). Contra la propiedad, el 87%.
Descienden los homicidios de menores; se mantienen las violaciones, y aumentan
mucho los atracos y robos a mano armada. De 1975 a 1979 decreció respecto al
precedente quinquenio. En 20 años hasta 1981 los delitos de menores aumentaron el
44%, y la población de menores el 38%. También aumentan los delitos entre los 16 y 21
años (Profesor Barbero Santos).
En los Tribunales de Menores se encontraban, a finales de año, 22.000 jóvenes
tutelados por delincuencia y 18.000 protegidos sin haber cometido actos delictivos, en
ambos casos se trata de jóvenes menores de 16 años.
El incremento en España es fácilmente demostrable así tenemos que las detenciones
juveniles 100% de 1976 a 1982; el mismo porcentaje para adultos. El 60% de menores
de 25 años en paro, 250.000 niños abandonados. En Madrid 50.000 jóvenes de 14 a 16
años no están en la escuela o asisten irregularmente.
El fracaso escolar 50%, y en algunas zonas 80% (Canarias) (Ya septiembre 1984).
En el mundo había en 1975, 738 millones de jóvenes entre 15-25 años y 300 millones
sin empleo (ya junio 1984- UNICEF). Hay 500 millones de personas que pasan hambre;
1.500 millones de subalimentados, principalmente en el tercer mundo (Asia, América
Latina, Africa, Oceanía). En Europa y Usa sobrealimentados en cambio.
Dos de cada tres hombres no puede ser atendidos sanitariamente. Y 1.200 millones no
tienen agua potable. Existen 800 millones de adultos y dos jóvenes de cada cinco que no
saben leer ni escribir ni calcular. Sufren el paro 300 millones de adultos (Datos de T.C.
Marzo 1984).
Aumento de la población mundial así tenemos 4.100 millones en 1975; 4.800 en 1984;
6.350 en el 2.000...
Los defectos de nuestra sociedad.
La sociedad actual es una sociedad del consumo por el consumo, que es grandemente
frustrante.
Promete más que da (propaganda, publicidad) y hace desear inconscientemente lo que
conviene a los grupos de intereses. Es la “ilusión de la libertad”, que está siempre
inducida (Dr. Rodríguez Delgado). “La técnica publicitaria que domina a las masas, en
manos de los grandes y los funcionarios (K. Lorenz) es la que engaña al ciudadano
actual”.
La injusticia social produce pobreza; pero la pobreza objetiva no es causa principal de
frustración, ejemplos la India, África, USA en el siglo pasado; pero que conduce al
suicidio y a la droga, o al delito por evasión o por “muerte emocional” según K. Lorenz
a la “criminalidad lúdica” según Pinatel, o por deseo de experimentar pasiones fuertes,
según Van Rillaer; la desigualdad subjetiva, más que objetiva, lleva al resentimiento,
porque la “perpetua compasión es una de las recetas más segura para la desdicha del
hombre” (J. Schoote); igual que ocurre en las empresas (P.Drucker) ya que “lo que
interesa al inconsciente es que yo sea un poco diferente de los demás, per que los
demás no sean tan diferentes de mi” ( A. De Waelhens).
La horizontalidad olvida las complejas necesidades íntimas del hombre: la seguridad,
la amistad, la auto estima, la auto realización, la creatividad, porque una vez satisfecho
el nivel inferior, pide la satisfacción del siguiente, ya que existe una jerarquía de
necesidades humanas (Maslow). En Suecia están satisfechas las necesidades materiales
por un amplio desarrollo económico, pero es donde más suicidios hay, y también existe
la violencia, el delito y la droga. Una sociedad que sólo mira la cantidad, y olvida la
calidad, es insatisfactoria: el modelo << la fabrica>>, “el adulto solo sabe de
números” (St.Exupery), “las matemáticas conducen a unas acciones de combate” (R.
Musil).
Perspectiva pesimista. 1) problemas ecológicos, y de consumo de materias primas
preocupante; la desaparición de los bosques, el problema del agua potable y de la sed:
“la devastación del espacio vital natural destruye el respecto del hombre a la belleza”
(Lorenz). 2) la guerra nuclear (50.000 cabezas nucleares que pueden destruir en pocas
horas la tierra; 3) la crisis económica sin salida con los sistemas actuales; 4) la crisis
política de las utopías y del cambio (cambio superficial para que no cambie nada,
Watzlawick); 5) el despilfarro nacional, sin ayuda a otros países, necesidad de aplicar el
criterio “en caso de necesidad todas las cosas son comunes” (Monseñor Pildain en el
Vaticano II).
La competencia salvaje en la economía, en lo social y lo profesional “la competencia
de la humanidad consigo mismo”. (K. Lorenz).
Los medios violentos (tortura estatal, guerras, secuestros, atracos, robos, violaciones...
como camino de todo éxito.
El placer por el placer, el hedonismo de la sociedad del antidolor; “el progreso
tecnológico y farmacológico... conduce a la intolerancia del desagrado y al
aburrimiento” ( K.Lorenz).
El egoísmo inmediato impide la reciprocidad en que se basa toda sociedad satisfactoria
(Lenin) y evolucionada (Montagud, Kluckhem).La necesidad de vivir en grupo en la
“muchedumbre solitaria” (Riesman) “conduce a la toxicomanía por identificación
grupal”. (K. Lorenz).
La solución por la educación.
Pero preguntamos ¿qué es educar? Creo que nadie mejor que el gran educador francés
de la primera mitad de este siglo, Alain, puede contestar a esta cuestión. En sus
Pensamientos sobre la educación>> dice lo siguiente: “educar es darle al hombre a
conocer su poder de autogobernarse, para no creer sin pruebas”. En una palabra,
educar es ayudar a que el hombre se haga así mismo un hombre maduro, un hombre
autónomo, un hombre independiente, un hombre-hombre.
Para ello hay que contar con los educadores; pero el director de la Escuela
Internacional de Ginebra, que cuenta con 2.2.50 alumnos de ochenta nacionalidades,
René-Francois Lejeune, observa que “ha habido más educadores profesionales después
de la última guerra mundial, que hubo ante en toda la historia de la humanidad”.
La cosa puede parecer exagerada, pero por muy chocante que resulte, es un hecho que
estamos en una educación de inflación en el mundo presente, sobre todo en el
desarrollado, en cuanto al número de educadores profesionales formados como
máquinas para cumplir externamente una función.
El resultado ha sido insatisfactorio, porque nunca ha habido en la historia de la
humanidad mayor crisis en el campo de la educación de la que hay ahora.
El educador no se improvisa, ni se forja con un espíritu burocrático, o con un espíritu
académico de corte exteriorista.
El educador tiene que vivir el afán educativo, el conocimiento intuitito de los
educandos, y tener sensibilidad para aceptar en sus palabras y en sus caminos
reaccionando adecuadamente a las realidades de la vida, siempre en contacto con la
clase y con sus alumnos. Si no es así, la calidad educativa nunca jamás será
compensada, sino agravada, por la cantidad de profesionales formados en una maquina
universitaria de producir enseñantes de modo casi automático.
Y lo que dice Alain es justamente lo contrario de lo que hoy se hace en la escuela: no se
tiene como meta fundamental enseñar a autogobernarse, ni proponerse alcanzar un
verdadero espíritu crítico, sino ser carne de cañón de los medios audio visuales, y de la
moda del grupo.
Lo que no tiene duda, además, es el fracaso en educación de los procedimientos
mecánicos propiciados por el conductismo, que no hacen sino repetir los antiguos
modelos disciplinarios de los colegios de otros tiempos tan criticados hoy con razón.
Aunque lo hacen de modo sutil y envuelto en el lenguaje científico materialista de
<condicionamiento operante>. Lo que consiguen estos métodos, es identificarse con
esta sociedad automatizada para conseguir robots y no hombres conscientes.
Un ensayo a considerar, es el PEC de USA, que iniciaron en 1965-1970 los Hermanos
de las Escuela Cristianas en San Louis (Missouri). Trabajan con jóvenes y adolescentes
de hasta 16 años considerados como <<duros>> y <<conflictivos>> que han cometido
delitos. Se inspiraron inicialmente en el profesor Bandura; luego e un plan de psicología
humanista práctica, fuera de todo formalismo oficial. Su base es la educación personal y
profesional. Las clases son de 12 alumnos con el mismo profesor, y parten de centros
reales de interés (coches, motos, perros, África, deportes...) El enlace con la familia es
fomentado para beneficiarse del papel del padre ( maduración racional) y de la madre(
socialización cooperadora y práctica).La reincidencia en delitos era de 26% contra el
60% por otros métodos de reeducación específica (M. Segura); el camino indirecto
(W.James, David Katz) es mas eficaz con estos muchachos conflictivos que los sistemas
sofisticados de reeducación. Y este camino indirecto es el de la cultura.
Un hombre completo.
Llegamos al final preguntándonos por una verdadera reforma de la enseñanza, como
propugnó la Institución Libre de Enseñanza a finales del siglo XIX y principios del
veinte.
El muchacho tiene diversos niveles de necesidades a cubrir (Maslow); necesita una
educación humanista, que evite convertirlo en un robot de la automación. Se trata de
dominar y usar a la ciencia y la técnica, no de que estos se apoderen de él.
El hombre, una vez satisfecho en un primer nivel de necesidades, necesita cubrir otros
niveles: la amistad, el auto desarrollo, la estima, la creatividad...
Por eso, porque el medio no favorece el cumplimiento de estas necesidades, el joven se
siente frustrado aunque haya alcanzado la satisfacción del primer nivel material. Es lo
que ocurre en los países escandinavos tan desarrollados desde el punto de vista
económico. social. Allí no hay más que horizontalidad, no se favorece la elevación ni se
da nada que trascienda lo puramente material, por eso se siente frustrada la juventud, y
desemboca otra vez en la delincuencia, la violencia, la droga o el pasotismo.
Hay, pues, que reformar nuestra enseñanza. Y no se trata sólo como ahora se hace, de
mejorar los métodos de enseñanza con una didáctica llena de aliciente técnicos (medios
audio visuales, computadora etc...), se trata de dar los contenidos que pueden preparar a
esta juventud para insertarse satisfactoriamente en la sociedad del futuro, y encontrar
unos caminos humanos positivos. Decía hace casi 100 años Unamuno que más
importante que el <<cómo>> es el <<qué>> en la enseñanza.
Pero surge un problema: ¿Cuál es el <<qué óptimo? Para eso necesitamos un <<para
qué>>. En una palabra: necesitamos unos ideales que ahora no tenemos y, sobre todo,
que no tiene la juventud. Sin ideales no podemos desbrozar el futuro, ni sentirnos
humanos porque- como decía Allport- “lo que distingue al hombre del animal, es que
aquel tiene metas de largo alcance”. Pero ahora carecemos de estas metas en nuestra
achatada sociedad.
Ni la droga, ni la violencia se desarraigarán, sino encontramos ideales: algo por lo que
luchar y sacrificarse. Hace años lo decía el economista suizo Wilhelm Ropke, gran
propugnador de la pequeña y mediana empresa y de las relaciones personales en la
economía, según el modelo tan eficaz en Suiza, que evita todo colosalismo y
masificación.
Este ideal tiene que una utopía, pero una utopía realista como pedía el pensador
socialista Ernst Bloch. Así se podrá encontrar el <<que>< de la enseñanza, el contenido
adecuado que pueda preparar al niño, al adolescente y al joven para construir una
sociedad humanamente mejor y más satisfactoria.
Esta enseñanza desarrollará no sólo la instrucción, sino la formación de la personalidad
para no convertirlo en un autómata de la propaganda comercial o política, sino en una
persona consciente y con criterios. Y así tampoco podrá caer ya en la pura evasión del
inadaptado o marginado, sea delincuente, drogadicto, violento o simplemente pasota.
Con un cuadro de valores adquiridos personalmente, aflorará una juventud nueva, que
pueda construir una sociedad más humana, más justa, más libre y más culta, cosa que
no hemos sabido hacer los mayores.
La escuela no será ya la proyección de la sociedad actual que no nos gusta; sino la
escuela pera el futuro, que pueda atraer a la niñez, adolescencia y juventud. Escuela que
no se parará a los 14 años, dejando un <<gap>> de ociosidad no querido entre esa edad
y la de 16 años, que es cuando legalmente se puede trabajar. Aprovechará esa espacio
de tiempo para un aprendizaje social y profesional, que sea práctico par el joven y le
haga que no desvincule entre la inteligencia y la obra manual; sino que vea que ambas
son necesarias par un buen desarrollo personal y –además- cuando se incline
definitivamente por el mundo profesional intelectual, no se habrá apartado del otro
mundo de la profesión manual, y de este modo los miembros de la sociedad estarán más
compenetrados entre sí porque conocerán sus actividades directamente.
Que estos es una utopía, ciertamente es verdad. Pero merece la pena luchar por ella, y
acercarse lo más posible a su consecución, aunque nos quedemos a mitad de camino.
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* Enrique Miret Magdalena autorizó verbalmente este artículo.
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