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¿Por qué no querían hablar de Jesús de Nazaret?
LOS APOLOGISTAS DEL SIGLO II
Hubo en el siglo II / III unos intelectuales cristianos que intentaron
presentar a los intelectuales greco-romanos de su tiempo la doctrina de
los cristianos sin hablar ni de Jesús, ni de su muerte y resurrección. Ni
¡del Reino de Dios!
Son los que agrupamos bajo el nombre de “apologistas”. Vivieron en
ambiente urbano y se muestran como autores del siglo XX / XXI: las
palabras recibidas ya no sirven, el Jesús presentado en los evangelios ya
no puede ser presentado a una cierta cultura de su tiempo, una cultura
que quería desembarazarse de toda aquella serie de dioses que morían y
resucitaban.
Subrayo la frase “una cierta cultura de su tiempo”, porque no podemos
esquematizar este tiempo (siglos II y III), convirtiéndolo en una cosa
monolítica.
¿Cómo podían ellos en el siglo II / III ridiculizar los mitos griegos para
presentar a continuación otros mitos semejantes?
¿Estamos nosotros dispuestos en el siglo XX / XXI a renunciar a
nuestras narraciones evangélicas de nacimiento, muerte y resurrección,
para presentar a una cierta cultura de nuestro tiempo nuestra manera
de vivir en nuestro mundo aunque Dios no existiera?
A finales de la primera mitad del siglo XX, en medio de los horrores de
la Segunda Guerra Mundial y des de una cárcel alemana, un cristiano, el
pastor protestante Dietrich Bonhoeffer, recuperaba intuiciones de
siglos pasados y nos urgía a “vivir con Dios etsi Deus non daretur” (como
si Dios no existiera, aunque Dios no existiera).
En estos años del siglo XXI, otro cristiano, el jesuita Roger Leaners,
nos invita a “vivir en Dios sin Dios”.
¿No seguían las huellas de los apologistas?
Taciano
Atenágoras
Itinerario recomendado: Recordar
¿Existieron cristianismos
sin Jesús de Nazaret?
Teófilo
Anónimo
Minucio F.
Nos honran con su presencia, ocupando las sillas de la FILA 0, los por todos conocidos:
José Antonio Pagola:
A mi entender, el giro que necesita el cristianismo actual, la autocorrección decisiva, consiste
sencillamente en volvernos a Jesucristo, es decir, centrarnos con más verdad y más fidelidad
en la persona de Jesucristo y en su proyecto del Reino de Dios.
Jon Sobrino:
Necesitamos recuperar a Jesús de Nazaret. Sin alguien como Jesús de Nazaret, no vemos fácil humanizar a este mundo, aunque aceptamos sinceramente la nube de personas, tradiciones
religiosas, y no religiosas, humanizadoras, fuera del evangelio
Rafael Aguirre:
Es preciso volver a lo más radical y originario de la fe cristiana. La personalidad de Jesús, su
mensaje, su impacto histórico, plantean cuestiones que a nadie deja indiferentes. Y es, por eso
y con toda razón, patrimonio de la humanidad.
José Mª Castillo:
Jesús llevó a cabo la revolución más asombrosa que se ha producido en la historia de las tradiciones religiosas de la humanidad.
Leonardo Boff:
Jesús adquiere en cada época una nueva imagen. El marco definitivo de su vida y de su misterio está todavía abierto. Hoy, en la experiencia de fe de muchos cristianos de América Latina,
Jesús es visto y amado como un Libertador.
José Mª Díez-Alegría (quien más de una vez ha compartido mesa en mi casa):
Finalmente pienso que la Iglesia católica en su conjunto ha traicionado a Jesús.
Roger Garaudy, (el grito de un marxista):
Hombres d’e iglesia, devolvednos a Jesús
Fiòdor Dostoievski (y la exigencia del Gran Inquisidor):
Ya no tienes derecho a añadir una sola palabra a lo que dijiste en otro tiempo. ¿Por qué has
venido a molestarnos? Porque nos molestas, y lo sabes muy bien... [...] ¿Por qué, pues, vienes
a molestarnos? [...] Vete y no vuelvas más... ¡nunca más!
Pere Casaldàliga, (amb qui el novembre del 1985 vaig compartir habitació a la seva
casa de Sao Felix do Araguaia):
¡Creo en Jesucristo y le adoro! Le amo. Creo en este Amigo que me presentaron mis padres, la
Iglesia: Dios hecho hombre.
Taciano y su Discurso a los griegos.
A los que queráis examinar con detalle nuestra doctrina, yo os haré una exposición sencilla y completa
(XXX).
Y Taciano en esta “exposición completa”
 no utiliza nunca las palabras “Jesús”, ni “Cristo”,
ni siquiera el nombre de “cristiano”
 dedica mucho espacio a hablar del Logos, el poder creador del universo, primogénito del Padre,
por quien el mundo fue hecho, pero ningubna
mención de la encarnación de este Logos.
 la resurrección de los muertos no está fundamentada en la resurrección de Jesús
 la vida eterna se consigue por el conocimiento de
Dios, no por ningún sacrificio expiatorio de Jesús
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Atenágoras y su Súplica a favor de los cristianos
dirigida a los emperadores Marco Aurelio y Comodo
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se describe a sí mismo como uno de los “nosotros llamados cristianos”
este “nosotros” tiene una doctrina de la cual los profetas dan testimonio
a los emperadores no les recomienda la lectura de los evangelios, sino la de los
libros de los profetas:
habla del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
a pesar de pedir perdón por “exponer nuestra doctrina de una manera tan detallada” (XI), en ningún momento de los 37 capítulos dice que este Verbo o Hijo
se haya encarnado en Jesús de Nazaret ni nos dice una sola palabra sobre la vida
del Salvador
Cita frases o sentencias que encontramos en los evangelios, pero en el texto no
hay ninguna referencia a los evangelios ni nada que indique que son sentencias
procedentes de un Jesús de Nazaret, o de un maestro fundador del grupo
No dice nada de la muerte y resurrección de Jesús, ni de sacrificio ni de expiación
La vida eterna se consigue por una sola cosa: el conocimiento de Dios y de su
Verbo
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Teófilo de Antioquía y su A Autólico
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Ya al principio de su obra se confiesa
cristiano y se gloría de llevar este nombre.
 ¿Qué significa este nombre? “Nos llamamos cristianos porque estamos ungidos con el aceite de Dios”.
 A pesar de esta confesión no menciona
nunca ni a Jesús ni a Cristo y no hace
ninguna referencia a un maestrofundador.
 Los cristianos tienen sus doctrinas procedentes de Dios a través del Espíritu
Santo.
 Los evangelios (sobre los cuales demuestra un buen conocimiento) son
considerados a la par que los profetas:
todos ellos inspirados por el mismo espíritu, el espíritu divino (3, XII).
Los evangelios no son un registro de las palabras y hechos de Jesús.
Habla del Verbo de Dios, que es también su Hijo, pero no de la encarnación.
Defiende la resurrección de los muertos, pero no habla de la resurrección de Jesús, a pesar de la provocación de Autólico: “Muéstrame un hombre muerto que
haya resucitado”.
La salvación se consigue por la obediencia a los mandamientos de Dios.
No habla nunca de una muerte sacrificial redentora.
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La carta a Diogneto
Del texto se deduce que era un personaje no cristiano, culto,
de alto nivel social, “extraordinariamente interesado en instruirse sobre la religión de los cristianos” y que lleva a cabo
esta indagación con “mucha inteligencia y cuidado” (I, 1)
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El autor anónimo afirma que en los últimos tiempos Dios envió el Lgos, su Hijo,
a la tierra, pero no proporciona ni tiempo, ni lugar, ni ninguna identificación de
esta encarnación.
El Hijo revela a Dios, pero no es presentado como un maestro humano.
El nombre “Jesús” no aparece nunca.
Encontramos alusiones a una “expiación”, pero la descripción de este acto expiatorio está basada en la Escritura.
Ningún detalle del evangelio es mencionado, ni se trata de la muerte del Hijo
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No se habla de la resurrección
Los cristianos,
alma del mundo
La autenticidad de los dos últimos capítulos, en
donde encontramos una referencia a los apóstoles,
ha sido cuestionada
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Un text d’Alfredo Fierro
Marco Minucio Felix y su Octavio
"La más fascinante de todas las
apologías", nos dice Earl Doherty; una
defensa de la fe cristiana que nos puede
dejar boquiabiertos.
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En este debate el nombre de Cristo o el
nombre de Jesús nunca sale, aunque la
palabra "cristiano" aparezca a menudo
 No hay ninguna alusión al Hijo o Logos
 Al defender la resurrección de los cuerpos
y el futuro premio o castigo no hace
ninguna referencia a la propia resurrección
de Jesús.
 El autor (un cristiano) incluye la figura y
elementos centrales de la fe cristiana (la
persona y la crucifixión de Jesús) dentro
de una letanía de ridículas calumnias, sin
indicación alguna -ya sea por el lenguaje o
por el tono- que esta referencia a un hombre crucificado debe ser mirada de
manera diversa a las otras acusaciones.
El autor considera la acusación de adorar un hombre crucificado como una más
de "estas y otras indecencias" que irá refutando.
Su respuesta a esta acusación es un total desdén sobre todos aquellos que
pudieran llegar a creer que un criminal crucificado, un mortal, pudiera ser
considerado como un dios.
No hay ningún indicio de que la cruz tenga para Minucio un significado sagrado
o de que necesite una defensa en un contexto cristiano.
Un apologista hace afirmaciones que contradicen rotundamente e incluso
condenan ideas que estarían en el corazón de sus propias creencias y devoción
personal.
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Reprende a los griegos por lamentarse y adorar dioses que son asesinados y llega
incluso a ridiculizar la idea de dioses que se procrean ellos mismo, que incluiría
la idea de un dios engendrando un hijo. En otro lugar desdeña a aquellos que son
suficientemente crédulos para creer en milagros realizados por dioses.
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Un texto de Adolf von Harnack en La esencia del cristianismo (1900)
Un texto de Alfredo Fierro en Después de Cristo (2012)
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