XXIV Capítulo General Informe del Superior General octubre de 2009 Introducción Mis queridos cohermanos: 1. Tengo el gusto de presentarles un informe que espera poder ayudarles a llevar adelante la importante tarea del Veinticuatro Capítulo General de la Congregación. Esta tarea consiste en examinar en profundidad y fortalecer con fidelidad y osadía la vida apostólica y la mi‐ sión de la Congregación en todo el mundo. La labor que tenemos ante nosotros requiere que actuemos con valentía, pero también con humildad. Un Capítulo General que intenta hacer demasiado terminará haciendo poco, o tal vez nada. 2. Bajo la orientación del Espíritu Santo y unidos por la caridad pastoral, trabajaremos jun‐ tos para examinar cuidadosamente el estado de la Congregación y para comprobar si se mantiene fiel a la voz de Dios, que nos interpela sin cesar desde el mundo y desde la Iglesia (cf. Constitución 108). Finalmente, debemos dar una clara visión sobre la orienta‐ ción del futuro de la Congregación y votar a un Superior General y a su Consejo para que la ejecuten. Si nuestro trabajo no ayuda a los Redentoristas a aceptar las exigencias de nuestra vida apostólica con más alegría y de forma más generosa, el XXIV Capítulo General no habrá cumplido plenamente con su deber. 3. El Gobierno General ha preparado gran cantidad de material para ayudar a los miembros de este Capítulo a cumplir con la tarea que tienen ante sí. Ustedes han tenido una amplia opor‐ tunidad de leer el Conspectus Generalis C.Ss.R. y el Informe del Gobierno General al XXIV Capí‐ tulo General. Doy por supuesto que ustedes también han estudiado cuidadosamente el Ins‐ trumentum laboris así como los Informes de las seis Reuniones Regionales Precapitulares. Las exposiciones regionales durante esta primera semana del Capítulo han ayudado a aumentar nuestra percepción sobre el estado de la Congregación y sobre nuestras futuras posibilidades. 4. Les agradará saber que el propósito de este Informe no es repetir toda la información que ustedes ya han recibido. Lo que pretendo hacer es retomar las tres principales preocupacio‐ nes del último Capítulo General y añadir una cuarta situación sobre cuya urgencia pido su atención. Tales cuestiones figuran también de forma destacada en el actual Instrumentum laboris. Expondré mi personal forma de entender cada uno de estos cuatro temas y, antes de concluir el Informe, propondré a su deliberación algunas recomendaciones concretas. 5. Creo que, hace seis años, el XXIII Capítulo General puso un serio interés en estas tres pre‐ ocupaciones: la reestructuración de la Congregación, el significado de nuestra consagración y la importancia de la formación. Tras observar con ustedes estas tres áreas de nuestra vida apostólica, querría añadir algunas observaciones respecto a la crisis económica que ac‐ tualmente afronta la Congregación. Obviamente, la elección de estos temas ha sido selecti‐ va, pero no caprichosa. Podemos ver en esas cuatro áreas los principales desafíos que afronta nuestro Instituto y, al mismo tiempo, podremos también conectar estos mismos temas con nuestro actual trabajo y con el trabajo del anterior Capítulo General. Natural‐ mente, tras esta presentación tendré mucho gusto en aclarar mejor dichos puntos y tratar, de la mejor forma que pueda, cualesquiera otras cuestiones que ustedes quieran plantear. Informe del Superior General al XXIV Capítulo General 2 I. Reestructuración para la misión 6. Hace seis años, el XXIII Capítulo General dedicó una parte muy importante de su reflexión al tema de la reestructuración de la Congregación. Esta reflexión dio como resultado un man‐ dato detallado al Consejo General, que puede encontrarse en el número 11 de las Orienta‐ ciones aprobadas por dicho Capítulo. Tengo el gusto de poder informar que el Gobierno Ge‐ neral tuvo gran éxito al dar los diferentes pasos que pedía dicha decisión. Durante todo el sexenio, la Comisión para la Reestructuración ha trabajado en estrecha colaboración con el Consejo General en la ejecución de dichos pasos contenidos en la Orientación 11. Como re‐ sultado, las Reuniones Regionales de 2006, así como las demás reuniones que han tenido lugar últimamente durante el presente año, se vieron enriquecidas con informes prácticos y con una variedad de propuestas que han alentado la actual reflexión sobre la reestructura‐ ción. La Congregación tiene una deuda de gratitud con los Padres Juan Manuel Lasso de la Vega, Cornelius Casey, Guy Pilote, Ulysses da Silva, Larry Kaufmann y Brendan Kelly por su sabio y generoso servicio. Sus seis años de análisis y recomendaciones suponen una inesti‐ mable aportación a la labor de este Capítulo. 7. Permítanme abordar brevemente los avances positivos sobre la reestructuración que se han realizado durante los últimos seis años. Primero, la Comisión para la Reestructuración proveyó a la Congregación de seis principios que le sirvieran de orientación, principios que fueron comunicados a los cohermanos y debatidos en las Reuniones Regionales. En mi opinión, estos principios ayudarán al Capítulo a desarrollar su posterior reflexión y llegar a decisiones basadas en un sólido fundamento de valor eclesiológico así como de inspiración en el carisma de la Congregación. Este Capítulo General debe aprobar tales principios co‐ mo elementos esenciales de una visión para el futuro. 8. En segundo lugar, la experiencia del último sexenio permitirá que este Capítulo examine los puntos fuertes y débiles de las nuevas estructuras que han aparecido desde 2003. En‐ tre estas estructuras está la Provincia Sanctus Clemens, que está basada en el concepto original de unir Provincias existentes en una nueva Unidad dotada de un gobierno central así como de determinados grados de autonomía regional. Está también la federación en‐ tre las Provincias de Munich y Viena que se inauguró a comienzos del presente trienio. Se están dando colaboraciones entre diversas Unidades que han permitido nuevas iniciativas o reforzar actividades pastorales existentes como la asociación entre la Provincia de Can‐ berra y Vietnam, o la Provincia de Cebu y la Viceprovincia de Manila. El compromiso de la URB (União dos Redentoristas do Brasil) con nuestra Misión en Surinam y la decisión de transferir la responsabilidad sobre Cuba de la sub‐Región Sur de América Latina y el Caribe a la sub‐Región Norte son ejemplos en los que un grupo de Provincias ha aceptado asumir la responsabilidad de la misión ad gentes. 9. Los superiores de la Congregación en África y Madagascar prefieren hablar de "estructurar" antes que de “reestructurar”; es decir, la mayoría de las Unidades en la región está tratando de consolidar una especie de organización que respalde nuestro trabajo misionero en una era postcolonial. En noviembre de 2006, tras la iniciativa del Gobierno General, la Reunión Regio‐ nal de África y Madagascar incluía por vez primera a los Superiores Mayores de las Provincias madre de las Unidades africanas juntamente con los Superiores de la Provincia, de las cuatro Viceprovincias, de las dos Regiones y de las cuatro Misiones que existen en ese continente. Es‐ ta Reunión fue el primer intento de establecer una Red para África y Madagascar. Los partici‐ pantes propusieron algunas importantes recomendaciones respecto a una nueva estructura: Informe del Superior General al XXIV Capítulo General 3 la Comisión para África y Madagascar, además de pedir una mayor colaboración en la forma‐ ción inicial y la creación de un Fondo para África y Madagascar. Mientras estas recomendacio‐ nes aguardan aún su plena implementación, una nueva vía se ha abierto a la Congregación. 10. En suma, se han establecido en favor de la misión nuevas estructuras entre las Provincias y las seis grandes Regiones de la Congregación que revelan una mayor colaboración entre las Unidades. Aunque existe una importante diferencia entre las Regiones respecto al gra‐ do y calidad de dicha colaboración, se ha puesto, no obstante, la primera piedra sobre la que este Capítulo pueda construir, si es que así lo decide. 11. Más adelante me referiré a algunos progresos hechos en el ámbito de la colaboración in‐ terprovincial en el área de la formación inicial y continua. Ahora, sin embargo, me gustaría presentar algunas áreas en las que la Congregación ha fracasado en su esfuerzo por imple‐ mentar la Orientación 11 del último Capítulo General o por llevar delante de otro modo sus intentos de promover la reestructuración para la misión. Un análisis de estos contratiem‐ pos puede proporcionar una valiosísima información para las decisiones de este Capítulo. 12. El Consejo General no logró implementar le petición de la Orientación 11.4 del XXIII Capítu‐ lo General que pedía la creación ad experimentum de nuevas estructuras durante el sexe‐ nio que ahora termina, estructuras tales como delegados regionales o sub‐regionales en previsión de una reestructuración más completa y sujeta a la evaluación de este Capítulo General. El mayor obstáculo fue el recelo de que la creación de tales delegados pudiera comprometer el papel de los Consultores Generales. Aunque lamento que este Capítulo General no pueda evaluar la experiencia que se hubiera tenido sobre los delegados regio‐ nales, me siento satisfecho porque la idea ha madurado y puede ser estudiada en varias de las propuestas que se contienen en el Instrumentum laboris. Ustedes decidirán si el tema sobre un nivel de autoridad intermedio o regional ha adquirido fuerza como idea a la que le haya llegado su momento. 13. El gobierno de la Congregación falló en su intento de implicar eficazmente a la mayoría de los cohermanos en una seria reflexión sobre la reestructuración. La frecuente consulta a los cohermanos que pedía la Orientación 11 (cf. 11.5) no se dio, al parecer, en muchas Unidades y, por consiguiente, la Congregación perdió la oportunidad de promover una amplia concientización de sus miembros. Esta es la impresión que se ha sacado en las Visi‐ tas generales durante este sexenio. En la mente de muchos cohermanos, la idea de la re‐ estructuración parece haberse antepuesto al tema del sexenio; de hecho, un importante número de cohermanos creyeron por error que la reestructuración era el tema del último sexenio. Las Visitas revelaron, además, que los cohermanos no estaban bien informados sobre el proceso a seguir o las razones que lo motivaban. Frecuentemente, la documenta‐ ción que la Comisión para la Reestructuración o el Gobierno General habían enviado a la casa (vice)provincial no fue recibida por las comunidades locales. Por consiguiente, hay un permanente miedo y una percepción entre los cohermanos de que la reestructuración significa sólo forzar fusiones y llevar a cabo una innecesaria burocracia. Otra idea equivo‐ cada es que la reestructuración se dirige a “otros”, principalmente a aquellas Unidades que han sufrido un descenso de miembros. 14. Permítanme que llame su atención sobre otros dos obstáculos que han impedido el proce‐ so de reestructuración. Uno ha sido la ambigüedad existente respecto a la misión de la Congregación. El primer principio orientador que propuso la Comisión para la Reestructu‐ Informe del Superior General al XXIV Capítulo General 4 ración fue que "la Reestructuración es para la misión"; la misma formulación aparece en el tema de este Capítulo. Por más verdadera y necesaria que sea dicha formulación, existe el riesgo de que pierda su fuerza y de que se convierta en un eslogan vacío de contenido si los Redentoristas no están seguros de lo que representa la "misión". Lo que se propone como algo misionero puede ser en realidad mera subsistencia. Donde la Congregación se permitió instalarse en estructuras y métodos que ya no son en absoluto misioneros, la re‐ estructuración puede hacer el esfuerzo de encontrar cohermanos de otras Unidades que mantengan las fundaciones existentes, reforzando así lo que hay en lugar de dinamizar lo que podría ser. Puede suceder que las Provincias funden, mantengan o abandonen funda‐ ciones usando criterios distantes de los valores expresados en las Constituciones. 15. El otro obstáculo para la reestructuración es la exagerada forma de provincialismo que se da en la Congregación y por el que la identificación efectiva de los cohermanos se basa ca‐ si exclusivamente en su pertenencia a la Unidad de origen. Las Provincias continúan sir‐ viendo bien a la Congregación y debemos resistirnos a su desmantelamiento. Por otro la‐ do, la Provincia llega a ser una estructura que ya no es misionera cuando la energía, la imaginación y los recursos económicos que deberían destinarse a la evangelización de los pobres abandonados se orientan más bien a mantener algunas instituciones de la Provin‐ cia que, tal vez, ya no son útiles para la misión hoy. La autonomía de la Provincia no puede ser absoluta si la Congregación desea hallar estructuras que respondan a una misión de ámbito mundial y promover una solidaridad más efectiva respecto a la asignación de re‐ cursos en personal y económicos. El provincialismo, cuando va combinado con un sentido exagerado de nacionalismo o de otras formas de chauvinismo, levanta una barrera casi in‐ superable para la reestructuración. 16. Las normas actuales de la Congregación son insuficientes para abordar la necesidad de la reestructuración. Primero, las Constituciones y los Estatutos parecen imaginar un Instituto en expansión: se erige una Viceprovincia y puede llegar un momento en que eventual‐ mente evoluciona lo suficiente como para ser capaz de convertirse finalmente en Provin‐ cia. ¿Pero qué decir del movimiento contrario, cuando una Provincia o Viceprovincia es in‐ capaz de mantener las instituciones necesarias para su vida apostólica? Las normas de nuestra ley particular no parecen considerar dicha situación que se ha convertido en regla más que en excepción en Europa Occidental, América del Norte y Oceanía. Además, las Constituciones y Estatutos dan muchas más orientaciones sobre la organización de las Unidades individuales que sobre la posibilidad de una colaboración entre las Provincias y Viceprovincias de la Congregación. Por ejemplo, en el Capítulo quinto de las Constitucio‐ nes y Estatutos se dedican nueve constituciones al régimen interno de una Provincia; cinco al Gobierno de una Viceprovincia y seis a la organización de las comunidades locales. En contraste, ese mismo Capítulo contiene tres constituciones bastante anodinas que abor‐ dan la colaboración entre las (Vice)Provincias. Mientras la Constitución 121 anima a la Provincia a trabajar "en comunión con las otras partes de la Congregación” y "bajo la auto‐ ridad del Gobierno General", nuestra legislación propia y, de forma más enfática, la práctica de la Congregación en las últimas décadas, ha consistido en atribuir un alto grado de auto‐ nomía a las Unidades individuales. 17. Así, parece evidente que este Capítulo debe determinar algunas normas provisionales para promover el proceso de reestructuración. Haré algunas recomendaciones concretas después de considerar otras tres áreas preocupantes. Informe del Superior General al XXIV Capítulo General 5 II. Consagración: una vida especialmente dedicada a Dios 18. En el Mensaje del último Capítulo General, los Capitulares comunicaron a la Congregación su percepción de ser llamados "a prestar una particular atención a la calidad de nuestra dedi‐ cación apostólica al Redentor" y "a examinar nuevamente las consecuencias de nuestra pro‐ fesión religiosa" (n.4). El tema propuesto para el sexenio – Dar la vida por la abundante Re‐ dención – ofrecía un punto de partida natural para evaluar esta "convicción" a nivel de Con‐ gregación. De hecho, algunas Provincias hicieron un esfuerzo planificado para usar el tema del sexenio en la animación de los cohermanos. Ha habido una consistente participación en cursos de espiritualidad redentorista promovidos por el Centro de Espiritualidad Redentoris‐ ta; por otra parte, cierto número de Unidades invitaron al Padre Catalá y Mendanha, así como a otros miembros del Consejo General, a dirigir retiros o seminarios. 19. En 2007 el Consejo General propuso que la Congregación celebrara el 275 aniversario de su fundación inaugurando un año especial de reflexión sobre el significado de la vida consa‐ grada. Algunas Unidades y regiones continentales aceptaron esta invitación y planificaron diversos actos. En el trascurso de este sexenio, el centenario de la canonización de San Clemente María Hofbauer, el bicentenario del nacimiento del Beato Pedro Donders y el 170 aniversario de la canonización de San Alfonso también se aprovechó por algunas Provincias como acontecimientos privilegiados para reflexionar y celebrar nuestra vida apostólica. 20. Es claro que, hoy, existen desafíos culturales especiales para nuestro estilo de vida. Una do‐ minante economía de mercado crea, sustenta y mantiene la inseguridad en nuestras Unida‐ des al aislar los intereses individuales frente al bien común. Estas mismas fuerzas promue‐ ven el aumento del deseo, causando confusión entre lo que queremos y lo que necesitamos. Por otro lado, la Congregación está creciendo en las Iglesias jóvenes del hemisferio Sur, y me temo que no hemos dado el suficiente impulso a la inculturación de nuestro carisma a fin de hacer comprensible el testimonio de los Redentoristas dentro de una determinada cultura al adoptar sin sentido crítico valores culturales que son contrarios al Evangelio. 21. Por tanto, este Capítulo debe continuar el esfuerzo por ayudar a los cohermanos a apre‐ ciar el don de nuestro carisma mientras examina la calidad de nuestra respuesta. Primero, nuestra vida apostólica no es simplemente predicar, sino, ante todo, una conversión fun‐ damental y tener a la vez un espíritu evangélico. Por tanto, reducir el significado de la vita apostolica a la actividad pastoral o a otras obras es traicionar su sentido. Estamos llama‐ dos a ser "especialistas" en demostrar la primacía de Dios y la dimensión espiritual de la vida. Como "apóstoles de la conversión", no podemos dar lo que no poseemos, y no te‐ nemos derecho a aconsejar a los demás si no nos tomamos nosotros mismos muy en serio el mismo buen consejo que damos a los demás. Las decisiones de este Capítulo deben presentarse a los cohermanos como parte de nuestra conversión continua, de modo que podamos realizar mejor nuestra vocación y ofrecer un testimonio más claro de nuestra identidad como "cooperadores, socios y servidores de Jesucristo en la gran obra de la re‐ dención” proclamando la Palabra de la salvación a los pobres" (cf. Constitución 2). III. Formación inicial y continua 22. La tercera gran preocupación del XXIII Capítulo General fue la formación de los Redento‐ ristas, formación que los capitulares consideraron "uno de los mayores desafíos para la Congregación hoy" (cf. Orientación 10). El Capítulo exhortó al Gobierno General y a todas las Unidades a promover la colaboración interprovincial en la formación y también a com‐ Informe del Superior General al XXIV Capítulo General 6 prometerse más efectivamente en la preparación de responsables de la formación y a prestar una mayor atención a la calidad de la formación humana, religiosa, académica y pastoral de nuestros candidatos y miembros profesos. 23. Ha habido un progreso en la realización del ambicioso programa propuesto por el XXIII Ca‐ pítulo General; sin embargo, continúan existiendo algunos obstáculos serios. La formación inicial fue una prioridad muy importante del Gobierno General durante todo el sexenio. El tema apareció de una o de otra forma en el orden del día de todas las reuniones extraordi‐ narias y ocupó un puesto significativo en las Visitas generales. El Consejo General aprobó la creación del puesto de Secretario Ejecutivo para la Formación; el Padre Luis Alberto Roballo ha prestado inestimables servicios a la mejora de los programas de formación. 24. El Secretariado General para la Formación elaboró abundante y valioso material, incluyen‐ do un instrumento para que se usara durante la Visita general a fin de evaluar el programa de formación de la Unidad visitada así como un manual para ayudar a los directores de formación. El Secretariado General organizó cursos en inglés y español para preparar a los directores de la formación, al tiempo que se dispone a dar dichos cursos en otras lenguas durante el próximo sexenio. Finalmente, los miembros del Secretariado examinaron el plan (vice)provincial para la formación (Ratio formationis) e hicieron recomendaciones al Consejo General antes de que éste pasase a la aprobación de dicho plan. 25. Se ha dado una creciente colaboración entre las Unidades respecto a los programas de la for‐ mación inicial y continua. Actualmente existen noviciados interprovinciales en Europa, Améri‐ ca del Norte, América Latina, Sureste de Asia, y África. Mucho menos numerosos son los pro‐ gramas de formación compartidos para el post‐noviciado, aunque no faltan ejemplos como el de Italia, Brasil y un importante Centro en el Sureste de Asia. Algunas Provincias comparten la responsabilidad en la preparación de los cohermanos para la profesión perpetua. 26. La colaboración en la formación continua es menos frecuente. En algunas Regiones hay ejemplos de retiros y seminarios interprovinciales, como también de reuniones de coher‐ manos de diversas Unidades que trabajan en el mismo tipo de actividades pastorales tales como las misiones parroquiales o los santuarios. 27. En mi opinión, los dos mayores desafíos que afronta la Congregación en el área decisiva de la formación son el provincialismo y la improvisación. Ambos obstáculos están a menudo relacionados entre sí. Un exagerado sentido de la autonomía lleva a algunas Unidades a rehusar colaborar con otras, incluso si tal negativa supone adoptar un programa de inferior calidad o muy costoso. El cambio frecuente de directores de la formación, o el nombra‐ miento de cohermanos notoriamente carentes de la adecuada preparación para esta fun‐ ción, lleva a la inestabilidad y a la discontinuidad en el proceso de formación. Otro ejemplo de nociva improvisación en la formación se da cuando las Unidades acuerdan colaborar mutuamente en una etapa de la formación y, posteriormente, la colaboración se deshace por una de las Unidades comprometidas; y esto, de forma repentina y sin el suficiente diá‐ logo o sin llevar a cabo los correspondientes esfuerzos para remediar los problemas exis‐ tentes surgidos de tal actitud. El hecho de que la colaboración interprovincial en la forma‐ ción esté muchas veces regida por acuerdos informales entre los Superiores mayores no favorece la estabilidad del programa, especialmente cuando es elegido un nuevo Superior. 28. Les pido que consideren otros dos factores que ponen en peligro la calidad de la forma‐ ción inicial en nuestra Congregación. El primero es la insuficiente financiación de los pro‐ Informe del Superior General al XXIV Capítulo General 7 gramas de la formación inicial. A veces, la falta de recursos económicos fuerza práctica‐ mente a una Unidad a tener que rechazar a jóvenes prometedores. El Gobierno General distribuye la generosa aportación de las Unidades que contribuyen al Fondo de Solidari‐ dad, dando preferencia a los programas de colaboración interprovincial. Sin embargo, durante los últimos cuatro años no hemos podido responder positivamente a diversas peticiones que merecían ser atendidas. 29. El otro problema es el tema de la promoción de nuestra vocación. Por una parte, hay Uni‐ dades que hacen poco, si es que hacen algo, por invitar a los jóvenes a que consideren nuestro estilo de vida. O, caso de que esta promoción se dé, no se propone la vocación a Hermano Redentorista. En otras regiones del mundo, la promoción de vocaciones a la Congregación no se hace de acuerdo con una cuidadosa selección ni con suficiente acom‐ pañamiento de los candidatos. La Constitución 79 nos recuerda que "todos los coherma‐ nos, gracias a la estima y el amor a la propia vocación, deben aplicarse a la pastoral del fomento de vocaciones para la Congregación". Pero el objetivo no es sólo el número, ya que "para continuar su misión apostólica depende del número y de la calidad de los can‐ didatos que quieran incorporarse a la comunidad redentorista". 30. Como ya he notado, en el trascurso de los últimos seis años ha habido un progreso en el desarrollo de las estrategias y de las políticas con respecto a la formación continua o perma‐ nente de los Redentoristas. Provincias, o grupos de Provincias, han promovido retiros co‐ munes así como también seminarios y cursos de espiritualidad, de historia de la Congrega‐ ción, y de actualización en teología pastoral y moral. La Congregación no debe perder de vis‐ ta la importancia de contar con cohermanos especializados en las ciencias sagradas, ya que nuestra misión tiene necesidad hoy más que nunca de tales especializaciones. Como uste‐ des recordarán por mis exposiciones en las reuniones preparatorias de este Capítulo, creo que este mismo Capítulo debe reafirmar nuestro compromiso con la Academia Alfonsiana y considerar cómo reclutar nuevos Redentoristas que formen parte de su cuerpo docente. IV. Economía 31. La cuarta preocupación sobre la que querría llamar su atención es la situación económica de la Congregación. Soy consciente de que el Ecónomo General y la Comisión para el In‐ forme Económico les darán detallada información, así que me limitaré en este Informe a exponer tan solo algunas observaciones generales. Lamento tener que informar que en los últimos seis años las finanzas de la Congregación han sufrido un serio descenso que no puede ignorarse a la ligera y del que nos recuperaremos solamente con un esfuerzo con‐ junto en orden a una mayor solidaridad entre todas las Unidades. Por otro lado, la actual crisis supone para la Congregación una oportunidad especial, e incluso una gracia. Permí‐ tanme explicar ambos puntos. 32. Durante los dos últimos años, la crisis económica mundial provocó que se redujera en más del 45 % el activo del Gobierno General. Las pérdidas incluyen un descenso de casi el 40 % del valor de nuestras inversiones y la pérdida inesperada de 2,7 millones de € a causa de los delitos de fraude de Bernard Madoff, un financiero norteamericano cuyo nombre la mayoría de ustedes conoce. A comienzos del presente sexenio, el Consejo General reservó 10 millones de € del activo del Gobierno General, decidiendo que dicho fondo no podría tocarse excepto con un voto colegial de todo el Consejo, incluyendo al Ecónomo General. En el último año hemos tenido que autorizar la retirada de parte de dicho fondo para Informe del Superior General al XXIV Capítulo General 8 hacer frente a determinados pagos. La crisis ha tenido una grave repercusión en el Fondo de Solidaridad, obligando al Consejo General a tener que negar financiación a casi la mitad de las peticiones que le fueron presentadas por las Unidades durante los dos últimos años. 33. El descenso de ingresos ha limitado la labor del Gobierno General y ha reducido el desa‐ rrollo de algunas instituciones bajo su responsabilidad como la Academia Alfonsiana y el Fondo de Solidaridad. Este Capítulo necesitará pensar sobre el mejor modo de financiar al Gobierno General y a sus instituciones: la Comunità Sant’Alfonso, la Academia Alfon‐ siana, los Archivos Generales, el Instituto Histórico Redentorista y el Fondo de Solidari‐ dad. Además, se espera que la Congregación pueda abordar de modo creativo la necesi‐ dad de financiar nuestra misión en África. 34. Pero esta crisis es también una oportunidad que debe ser aprovechada por la Congrega‐ ción. En primer lugar, las dolorosas lecciones de los últimos años son una invitación a au‐ mentar la vigilancia sobre el modo de cómo financiamos la misión. La Oficina del Ecónomo General, ayudado por el Secretariado General de Economía y por expertos profesionales, está analizando lo que se hizo de forma equivocada y qué tipo de cambios se indican en la actual política económica. En segundo lugar, la zozobra que experimentamos debido a esta crisis debe permitirnos experimentar que formamos parte del mundo real al tiempo que reconocemos que nuestro sufrimiento es minúsculo en comparación con la miseria que es‐ ta crisis está generando a tantas gentes de todo el mundo. En tercer lugar, la crisis nos invi‐ ta a redescubrir el sentido de la pobreza que lleva consigo “la sobriedad y el desprendi‐ miento de las riquezas de la tierra, la dependencia y limitación en el uso y disposición de los bienes, de acuerdo con las normas del derecho propio de la Congregación" (Constitución 68). Finalmente, ya que hemos sido víctimas de la manipulación de los mercados y del fraude de inversionistas avaros, debemos estar mejor dispuestos a escuchar el grito de los pobres y dedicarnos a trabajar por un mundo más justo. 35. Al mismo tiempo que les invito a considerar seriamente el tema de la economía y les pido que vean también en él un problema urgente que debe ser abordado y una oportunidad que debe ser aprovechada, les quiero poner en guardia contra la posibilidad de permitir que las preocupaciones económicas condicionen excesivamente la imaginación de este Capítulo. Cito las palabras de Jesús exhortando a sus discípulos "No se procuren oro, ni plata, ni calderilla en sus fajas; ni alforjas para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento" (Mt 10,9‐10), y comparto con ustedes algo de la sabiduría de Rowan Williams, Arzobispo de Canterbury, que comenta sobre este pa‐ saje de Mateo: “Las palabras de Jesús implican claramente que la iniciativa viene primero y los recursos después. Toda persona implicada en la actividad misionera se enfrenta a un auténtico desafío ante estas palabras. Expresado de forma ligeramente diferente, tene‐ mos que ser muy cuidadosos con no cerrar las puertas con nuestro modo de planificar; es decir, debemos dejarnos llevar por el sentido de dónde está Dios abriendo activamente puertas y poner ahí la iniciativa y la energía con la confianza de que, de algún modo, esa actividad generará los recursos que necesitamos – ‘Pues el obrero merece su salario’”. V. RECOMENDACIONES 36. A la luz de estas cuatro preocupaciones – reestructuración, consagración, formación inicial y economía – me gustaría hacer las siguientes recomendaciones: Informe del Superior General al XXIV Capítulo General 9 a) Que este Capítulo apruebe los seis principios orientadores de la reestructuración tal como fueron presentados por la Comisión para la Reestructuración en la Propuesta 1 del Instrumentum laboris (nn. 89‐100). b) Que este Capítulo apruebe la Propuesta 2 de la Comisión para la Reestructuración (Instrumentum laboris, nn. 101‐107) que organizaría la Congregación en Conferencias. Ustedes han visto que el Consejo General presenta esencialmente la misma propuesta en el n. 173 del Instrumentum laboris. El Capítulo debería también incluir el modo có‐ mo los Coordinadores de las Conferencias se relacionarían con el Consejo General (cf. Propuesta 6, Instrumentum laboris, nn. 122‐125). La autoridad del Gobierno General y su conexión con las Conferencias será vital para no reemplazar el provincialismo por un tipo análogo de "regionalismo" que indudablemente limitaría la eficacia de la Con‐ gregación y perjudicaría su esencial unidad. Las Conferencias y su autoridad serían es‐ tablecidas por un decreto del Consejo General a comienzos del nuevo sexenio para, posteriormente, en 2015, ser evaluadas por el XXV Capítulo General. En ese momento, el Capítulo consideraría si enmendar o no las Constituciones y Estatutos. c) Que este Capítulo apruebe la propuesta 3 de la Comisión para la Reestructuración re‐ ferente a la utilidad de una Red en la Congregación (Instrumentum laboris, n. 108). d) Que este Capítulo preste particular atención al tema del futuro de la Congregación en África, proveyendo las necesarias estructuras para coordinar la misión, la forma‐ ción de nuestros candidatos y estudiantes, al tiempo que garantice, en la medida de lo posible, algunas fuentes estables de financiación. e) Que este Capítulo atrase cualquier decisión sobre la reestructuración del Capítulo Ge‐ neral hasta que las Conferencias hayan sido organizadas y entrado en funcionamien‐ to. La propuesta de la Comisión para la Reestructuración tiene gran mérito; sin embar‐ go, su eficacia, en mi opinión, depende de que la Congregación haya tenido algo de ex‐ periencia sobre su reorganización en Conferencias. Además, parece prudente dar a los cohermanos un período de tiempo para identificarse con la composición y funciona‐ miento de sus propias Conferencias antes de atribuir al nuevo método de organización semejante papel determinante en la composición y función del Capítulo General. f) Que este Capítulo renueve el mandato al próximo Gobierno General y a todas las Unidades de hacer todo el esfuerzo posible por mejorar la calidad de la formación inicial y continua en la Congregación, afirmando una clara preferencia por la colabo‐ ración interprovincial en los niveles de noviciado y de formación post‐noviciado. g) Que este Capítulo provea al próximo Consejo General de algunas orientaciones sobre el establecimiento de comunidades internacionales. Especial consideración debe dar‐ se al futuro de la Congregación en Europa Occidental, América del Norte y Oceanía, así como a la necesidad de una seria reflexión sobre el tema de las relaciones intercultura‐ les en la vida de comunidad y en el ministerio. h) Que el Capítulo apruebe el postulatum presentado por el Consejo General sobre la so‐ lidaridad económica en la Congregación (cf. Instrumentum laboris, n. 175). VI. Una palabra de agradecimiento 37. Concluyo este Informe con una palabra de agradecimiento, una calurosa petición y una oración. Mi sincera gratitud se dirige a mis colaboradores más cercanos durante este sexenio. El Padre Serafino Fiore, Vicario General de la Congregación, se ha mostrado digno Informe del Superior General al XXIV Capítulo General 10 de la confianza puesta en él por el último Capítulo General y ha sido mi confidente, conse‐ jero y amigo durante los últimos doce años. Doy las gracias a los demás Consultores Gene‐ rales, Padres Enrique López, Athanase Nsiamina, Juventius Andrade, Raymond Douziech y Jacek Dembek por la energía y sacrificio personal que caracterizaron su servicio. El Consejo General trabajó en unión y de forma efectiva con los cuatro oficiales mayores de la Con‐ gregación, Padres Joseph Dorcey, Stanisław Wróbel, José Sousa y Antonio Marrazzo. Debo un especial reconocimiento al esforzado y solidario servicio del Padre Wróbel, que aceptó desempeñar el cargo de Ecónomo General cuando el Padre Patrick O Keeffe regresó a su Provincia. El Padre Wróbel comenzó su trabajo en el momento preciso en que el tsunami económico se cernió repentinamente sobre la Congregación. Viviendo con nosotros en nuestra pequeña comunidad, estuvieron los Hermanos Plácido y Antonio así como el Pa‐ dre Félix Catalá, Director del Centro de Espiritualidad Redentorista; su presencia enrique‐ ció nuestra vida comunitaria. 38. El Capítulo querrá reconocer con gratitud a los demás oficiales de la Curia General, cuyo número incluye a tres octogenarios llenos de energía: los Padres Anthony Mulvey, Gabriel Boudreault y Hermann Schmid. Puedo asegurarles que todos los oficiales, encargados de Oficinas y auxiliares asumieron sus respectivas responsabilidades con celo, competencia y espíritu de colaboración. 39. Al concluir mi servicio como Superior General, pido a los miembros del XXIV Capítulo Ge‐ neral que, como representantes de nuestro gran Instituto, no reparen en mis limitaciones y perdonen mis fallos y defectos. La Congregación pidió a un hermano no digno que des‐ empeñara una misión esencial y, en los últimos doce años, los cohermanos me ofrecieron una generosa dosis de ayuda y colaboración. Confío en que ahora no me nieguen su per‐ dón y su comprensión. 40. Que con la intercesión de Nuestra Madre del Perpetuo Socorro y la de todos los santos y beatos de la Congregación nos sintamos inflamados por la caridad que "configura y confie‐ re unidad" a nuestras vidas (Constitución 54). Ante el programa desafiante de este Capítu‐ lo, seamos abnegados y estemos siempre disponibles para todo lo arduo porque compar‐ timos el misterio de Cristo y lo anunciamos con evangélica sencillez de vida y de lenguaje a fin de llevar a todos la redención copiosa de Cristo (cf. Constitución 20). ¡Maranatha! ¡Ven, Señor Jesús! Joseph W. Tobin, C.Ss.R. Superior General octubre de 2009