Tratamiento farmacológico de la dependencia alcohólica

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ÁREA DE TRATAMIENTO
Tratamie nto farmacológico de la de pe nde ncia
alcohólica
Farmacological treatment on alcohol dependence
PONCE, G.*, JIMÉNEZ-ARRIERO, M.Á.* y RUBIO, G.**
*
Unidad de conductas adictivas. Servicio de Psiquiatría. Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid.
**
Servicio de Psiquiatría. Hospital Universitario La Paz. Madrid.
RESUMEN: Objetivo: Los avances en la neurobiología de la dependencia alcohólica han posibilitado
la introducción de nuevos fármacos en el tratamiento del alcoholismo.
Material y métodos: Se revisa el tratamiento farmacológico del alcoholismo.
Resultados: Los fármacos que disminuyen el deseo de beber se han convertido en una alternativa
de primera línea.
Conclusiones: La revisión de los estudios realizados con acamprosato o con naltrexona han demostrado que éstos son más eficaces que el placebo.
Los escasos estudios en los que se han comparado
ambos tratamientos indican que la naltrexona podría ser más eficaz que el acamprosato en determinados variables. Los fármacos antidepresivos suelen constituir una alternativa para los pacientes
alcohólicos con trastornos depresivos asociados.
También en los últimos años han vuelto a publicarse datos sobre la utilidad de los anticonvulsivantes
en el tratamiento de la dependencia.
CLAVE:
Alcohol.
Tratamiento.
PALABRAS
Acamprosato. Naltrexona. Anticonvulsivantes.
ABSTRACT: Objective: Neurobiological advances
on alcohol dependence make feasible using further
drugs in the treatment of alcoholism.
Correspondencia:
GUILLERMO PONCE ALFARO
Unidad de conductas adictivas
Servicio de Psiquiatría
Hospital Universitario 12 de Octubre
Pabellón de Medicina Comunitaria
Avda. de Córdoba s/n
28041 Madrid
37
Material and methods: The farmacological treatment of alcoholism it is reviewed.
Results: Anticraving agents are the first choice in
the pharmacological treatment of alcohol dependence.
Conclusiones: Nearly all studies have shown that
acamprasate and naltrexone are more efficacy than
placebo. Also, when acamprosate and naltrexone
have been compared, naltrexone was more efficacy
than acamprosate in several outcome variables.
Antidepressants are useful agents for patientswith
alcohol dependence and depressive disorders.
Recently the use of anticonvulsivants in the treatment of alcohol dependence is being proposed.
KEY WORDS. Etanol. Treatment. Acamprosate.
Naltrexone. Anticonvulsivants.
Introducción
El tratamiento de la dependencia al alcohol debe ser
un plan terapéutico que incluya desde la desintoxicación (supresión total y programada del consumo de alcohol mediante el empleo de estrategias y fármacos
para hacerlo de la forma más cómoda posible y evitar
las complicaciones, potencialmente graves, inherentes
a la abstinencia), hasta la deshabituación, pasando por
la prevención de recaídas y la reducción de riesgos.
Debe ser un abordaje multimodal y contemplar las características individuales y de vulnerabilidad de cada
paciente. Por otra parte, el conocimiento y comprensión de los mecanismos neurofisiológicos que subyacen a los procesos de dependencia ha permitido
durante la última década el desarrollo de nuevos
fármacos eficaces para algunos fenómenos de la dependencia alcohólica, como el ansia por el consumo
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(craving), o la pérdida de control ante la bebida (priming), y han permitido reforzar cada vez más el
abordaje médico del alcoholismo, como complemento
inseparable de los abordajes psicosociales de la conducta alcohólica y de las aportaciones que otros fármacos, principalmente los aversivos, realizaban previamente. La utilización de estos nuevos fármacos han
incrementado de forma significativa los éxitos terapéuticos, y han proporcionado un profundo conocimiento de los procesos adictivos y un enfoque terapéutico más causal1-6.
Como puede verse en la tabla 1, las principales actuaciones terapéuticas están dirigidas a:
1. Provocar aversión al consumo de alcohol, utilizando fármacos antidipsotrópicos o interdictores, que
actúan inhibiendo la metabolización del acetaldehído
(disulfiram, cianamida cálcica).
2. Disminuir el refuerzo asociado al consumo alcohólico, bloqueando las acciones opioidérgicas del etanol (naltrexona) y los receptores dopaminérgicos (tiapride).
3. Disminuir la intensidad de los síntomas de abstinencia condicionados a las situaciones de consumo y
que incrementan el deseo de beber (acamprosato).
4. Aumentar la capacidad de control (naltrexona,
serotonérgicos, antipsicóticos).
5. Disminuir la sintomatología depresiva, que puede
preceder a la recaída (antidepresivos).
Fármacos antidipsotrópicos,
ave rsivos o inte rdistore s
Inhiben la aldehído deshidrogenasa hepática que cataliza la oxidación del acetaldehído a acetato acumulando acetaldehído, cuyo incremento en sangre produce la típica reacción aldehídica. Se considera que este
tipo de tratamiento es más eficaz cuanto más aceptable
sea el soporte social del que se disponga. Estos fármacos podrían estar indicados en aquellos pacientes alcohólicos que se encuentran abstinentes (mínimo 1 semana) y que acepten este tipo de tratamiento. Antes de
iniciar el tratamiento el paciente debe ser evaluado a
nivel médico y psicosocial e informado de la finalidad,
procedimiento y consecuencias de la administración de
este fármaco si ingiere alcohol.
El mecanismo de acción de estos fármacos puede
estar relacionado con el «freno psicológico» ante circunstancias concretas que incitan al paciente al consumo. De otro lado, el hecho de saber que «no se puede
beber» hace que el sujeto se exponga a determinadas
situaciones ambientales que anteriormente le generaban deseo de beber facilitando la desensibilización a
dichas señales. Los interdictores son útiles mientras
ayuden a mantener una abstinencia absoluta y es importante saber que la ingesta continuada de pequeñas
dosis de alcohol puede terminar por reducir los efectos de estos fármacos. Debido a ello si el paciente em-
Tabla 1. Estrategias para la elección del tratamiento farmacológico
Mecanisco
Agonista
Neurotransmisor
Endorfinas
Bloqueo de
Glutamato
neurotransmisores
Disminuye la función Serotonina
serotoninérgica
Disminuye la función Dopamina
dopaminérgica
Tratamiento
Antagonista opiáceo:
Naltrexona y Nalmefene
Antagonismo de receptor
NMDA: Acamprosato
Inhibidores de la
recaptación de
serotonina
Tiapride
Risperidona, olanzapina
Estimulación
de segundos
mensajeros
Producción de
metabolitos en su
proceso de
degradación
Efecto kindling
de los episodios
de intoxicaciónabstinencia
28
—
Acetaldehído
GABA
NMDA
Inhibición enzimática de la
síntesis de los segundos
mensajeros: litio
Inhibidor de la
aldehidodeshidrogenasa
Efecto clínico
Disminución de efectos reforzantes del alcohol y el
deseo de consumir
Disminuye el deseo de beber y los efectos
displacenteros condicionados al consumo
Disminuye la sintomatología depresiva y ansiosa.
También disminuyen la ingesta etílica durante
las primeras semanas
Disminuye los efectos reforzantes del alcohol y la
ansiedad
Disminuyen los efectos reforzantes y las conductas
agresivas
Disminuye el riesgo de repetición de fases
depresivo-maníacas
Aversivo
Anticomiciales: carbamacepina, Disminuyen la sintomatología ansiosa, la impulsiva
ácido valproico, topiramato,
y puede que el deseo de beber
gabapentina
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pieza a experimentar repetidamente con la ingesta de
pequeñas cantidades de alcohol sería preferible suspender inmediatamente su uso y valorar su reinicio
posteriormente. De todas formas, en la práctica habitual estos fármacos resultan de utilidad y permiten períodos de abstinencia que posibilitan el empleo de
otras medidas rehabilitadoras7-9.
Los fármacos aversivos más utilizados son el disulfiram y la cianamida cálcica, otros fármacos de uso
común que tienen también este efecto, denominado
generalmente «efecto antabús», son el metronidazol,
el ketoconazol y la cefotaxima.
En la mayoría de estudios clínicos sobre el
Disulfiram se observaban efectos beneficiosos, pero
tan sólo un 10% de estos estudios tenían un grupo
control y aún en éstos, algunos sujetos no fueron asignados a tratamiento al azar.
Fármacos que disimule n e l de se o
y la compulsión por la be bida
La utilización de fármacos para disminuir el deseo
y la compulsión a la bebida reduce el número de recaídas y, si éstas aparecen, ayudan a recuperar la abstinencia más fácilmente. Es por ello que estos fármacos
deben mantenerse aunque surjan recaídas. Distintos
autores consideran que este tratamiento debe instaurarse cuanto antes, para evitar las recaídas tempranas,
y que debe mantenerse por un período comprendido
entre 6 y 12 meses. La evaluación de la eficacia de estos fármacos debe realizarse por criterios que consideren aspectos como la disminución del consumo, la
calidad de vida del propio paciente y/o la de sus familiares o las disminución de conductas descontroladas y
no sólo por conseguir el nivel de abstinencia absoluta10.
Naltrexona
Es un antagonista competitivo en los receptores
opioides µ, κ y ∂. Existe una amplia experiencia de su
uso en adicción a opiáceos. En el caso del alcohol,
afecta al deseo de beber que aparece antes y durante la
ingesta etílica. El alcohol provoca un aumento de la actividad opioide que, a su vez, provoca un aumento de
la actividad dopaminérgica en el núcleo accumbens.
Esto, a su vez, es la base de la capacidad del alcohol
para producir refuerzo y para provocar instantáneamente un aumento del deseo de seguir consumiendo y que los pacientes perciben como pérdida de control tras las primeras consumiciones. Mediante el blo39
queo de los receptores opioides los consumos iniciales
de alcohol perderían su capacidad de refuerzo y, además, tras una primera consumición el paciente no perdería el control cayendo en un consumo masivo. La tabla 2 recoge los posibles mecanismos implicados en la
acción de la naltrexona sobre el consumo de alcohol.
Siempre dentro de tratamientos con abordaje psicoterápico, integral e individualizado para cada paciente,
los diferentes estudios realizados hasta la actualidad
coinciden en que la naltrexona es eficaz, y bloquea el
descontrol sobre el consumo y la progresión a la recaída en aquellos pacientes que inician la ingesta de alcohol durante el tratamiento de deshabituación11-16. La
naltrexona puede además combinarse con otros fármacos que tengan capacidad de modular el consumo de
alcohol, como ISRS, tiapride o acamprosato. Puede
instaurarse el tratamiento con naltrexona aunque el sujeto esté bebiendo, como es el caso de los programas
de reducción de riesgos.
Es conveniente iniciar el tratamiento cuanto antes y
mantenerlo entre 6-12 meses. En dos estudios abiertos, de un año de evolución, se ha comparado naltrexona frente a otras estrategias clásicas como aversivos
o tiapride17; y frente a acamprosato18, y en ambos casos naltrexona fue más eficaz en mantener tasas totales de abstinencia al año, en disminuir los días de consumo, en reducir el número de bebidas los días en los
que se bebía, y lo que es más importante, mejoraba el
cumplimiento terapéutico del programa de tratamiento. En un reciente estudio de tres meses de duración
donde se comparaba naltrexona, acamprosato, naltrexona más acamprosato y placebo se evidenciaba que
los tres grupos farmacológicos eran superiores al placebo. En el grupo de naltrexona había una tendencia
(no alcanzó significación estadística) a obtener mejores resultados que con acamprosato en lo relativo al
tiempo hasta la primera copa y en los días hasta la primera recaída. La combinación de naltrexona y acamprosato era más eficaz que el placebo y que el acamprosato, pero no más eficaz que la naltrexona sola19.
Tabla 2. Mecanismos implicados en la reducción del consumo
de alcohol por la utilización de naltrexona
Disminución de la euforia tras la ingesta etílica
Disminución de la capacidad reforzante del alcohol
Disminución de la reactividad hacia las señales asociadas al
alcohol
Disminución de las expectativas de uso
Aumento de la autoeficacia para detener la recaída
Aumento de la sedación o del malestar tras el consumo de
alcohol
Mecanismos inespecíficos
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En una revisión sobre los trabajos publicados con
naltrexona hasta el año 20029 se concluía que la dosis
eficaz de dicho fármaco era de 50 mg/día, que la duración del tratamiento debería prolongarse más de 3 meses, que el tratamiento farmacológico debe ser coadyuvante del psicosocial y que faltaban más estudios
para asegurar que la naltrexona fuese más eficaz que
acamprosato.
Acamprosato
El alcohol también actúa sobre otros múltiples sistemas del SNC, por ejemplo sobre los de aminoácidos
transmisores (GABA y glutamato). La administración
de alcohol produce una disminución de la actividad excitatoria glutamatérgica. Con el consumo repetido, el
organismo «aprende» a predecir cuándo se va a consumir alcohol, por medio de señales condicionadas que le
«avisan» de la proximidad del suceso. Ante estas señales (entrar a un bar, ver a alguien bebiendo, etc.), el organismo reacciona produciendo un incremento de la
actividad glutamatérgica que contrarreste el descenso
que producirá el alcohol. Esto da lugar a la sintomatología ansiosa y disfórica asociada al deseo ante la exposición a estímulos que recuerdan el consumo y que
puede inducir a la recaída. El acamprosato bloquea esa
hiperactividad glutamatégica, actuando sobre el receptor NMDA y con ello impide que aparezcan las sensaciones descritas y favorece que el paciente mantenga la
abstinencia19,20. Se desconoce, aunque no se descarta,
una actividad específica sobre los circuitos de recompensa y aprendizaje, donde el glutamato y el GABA
también tienen un papel fundamental.
El acamprosato no produce aversión por el alcohol
ni inhibe sus efectos gratificantes ni reemplaza o potencia sus efectos. Los estudios a largo plazo indican
que tras un año de tratamiento el porcentaje de pacientes abstinentes tratados con acamprosato superaba en
más del 10% al porcentaje tratado con placebo.
Además, la utilización de aversivos como el disulfiram mejoraba las tasas de abstinencia21. Los resultados de estos trabajos, realizados en el ámbito europeo,
no pueden compararse con los llevados a cabo con
naltrexona. En Europa se entiende por recaída cuando
el individuo ha bebido alcohol, mientras que en
Estados Unidos se considera como tal, cuando se ha
sobrepasado el consumo de riesgo. En el único estudio
sobre un año de seguimiento realizado hasta ahora y
en el que se compara la eficacia de acamprosato frente
a naltrexona la proporción de recaídas era superior en
el grupo de acamprosato que en el de naltrexona22.
30
Tiapride
Además de en la desintoxicación este neuroléptico
también puede emplearse durante la fase de deshabituación, su utilidad es bloquear el efecto dopaminérgico de las sustancias de abuso. El Tiapride es una benzamida con una actividad antagonista específica sobre
los receptores D2 previamente hipersensibilizados.
Por ello, podría disminuir el deseo inducido dopaminérgicamente sin agravar la hipodopaminergia resultante de bloquear el resto de receptores D. Los estudios sobre su empleo en deshabituación no han podido
encontrar un efecto específico, pero en algunos pacientes ayuda a mantener con más éxito la abstinencia
y a alcanzar una mejor puntuación en las escalas que
miden estado anímico y satisfacción23,24.
Fármacos con acción sobre e l siste ma
se rotoniné rgico
Diversos estudios muestran que el consumo de alcohol se incrementa tras la administración de fármacos que disminuyen la función serotoninérgica y que
disminuye cuando se administran fármacos que mejoran dicha función. Existen diversos estudios que
han evaluado la eficacia de agonistas del receptor
5-HT-1A (Buspirona), antagonistas del 5-HT-3 (Ondasentron) e inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina (fluvoxamina, flouxetina y citalopram),
aunque estos últimos son los más utilizados.
Estudios con inhibidores selectivos
de la recaptación de serotonina
Se admite que los ISRS pueden ser eficaces en el
tratamiento de la dependencia del alcohol25-28. La reducción del consumo es próxima al 30% de la ingesta
y especialmente más importante en dependientes moderados. Los efectos parecen dosis-dependiente y están relacionados con la disminución del deseo de consumir. Mientras que las acciones de la fluoxetina
parecen estar más centradas en la disminución del
consumo, el citalopram y la zimelidina incrementan la
abstinencia. Citalopram: en algunos trabajos se señala
la dosis de 40 mg/día como eficaz en la disminución
del consumo de alcohol durante las dos primeras de
tratamiento, particularmente en pacientes que no tienen consumo importante de alcohol (60-100 g/etanol
al día). Sertralina: En un estudio abierto en el que se
utilizó este antidepresivo para la clínica de estrés postraumático en dependientes de alcohol también se evi-
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denció una disminución del consumo etílico.
Fluoxetina: En algunos trabajos se señala la dosis de
40-80 mg/día como eficaz para disminuir el deseo y
consumo de alcohol. Sobre pacientes diagnosticados
de alcoholismo tipo I o II, la fluoxetina se mostraba
más eficaz en los tipo I29,30.
Aunque los resultados de estos estudios indican la
posible acción terapéutica de estos fármacos, existen
desde el punto de vista metodológico, diversas críticas
en relación con la utilización de pacientes con una dependencia de alcohol leve-moderada, al reducido número de pacientes estudiados (< 25), a la duración del
tratamiento (de 1 día a 4 semanas), y a la alta tasa de
abandonos (25-34%). Dado que la serotonina participa
de forma activa en la regulación del apetito, especialmente en los mecanismos que regulan la saciedad, es
posible que los ISRS actúen sobre la conducta de ingesta en general facilitando la aparición de señales de
saciedad en lo que respecta al consumo de alcohol.
Tabla 3. Estrategias para mejorar el cumplimiento terapéutico
farmacológico en la dependencia alcohólica
Evitando los efectos secundarios farmacológicos
Apoyando el cumplimiento farmacológico
Monitorizando los comprimidos
Monitorizando los efectos adversos
Poner en marcha programas de apoyo al cumplimiento (como
el programa BRENDA) que incluyan: evaluación psicosocial, recoger datos sobre expectativas hacia el fármaco y seguimiento de efectos secundarios, actitud empática, contemplar las necesidades terapéuticas del paciente, llevar a cabo
recomendaciones directas y específicas sobre cómo tomar el
tratamiento, seguimiento de la toma del tratamiento
también se han empleado para disminur el deseo, sus
acciones sobre los receptores dopaminérgicos y serotoninérgicos les confieren un interesante perfil para el
tratamiento de algunos de estos pacientes18, 22.
Otros fármacos con potencial eficacia
para tratar el alcoholismo
Conclusione s
Antidepresivos triciclicos: La utilización de antidepresivos para el tratamiento del alcoholismo o para la
prevención de recaídas en enfermos alcohólicos no deprimidos tiene escasa utilidad. Los diferentes estudios
muestran que si el ánimo mejora disminuye la ingesta
de alcohol. Entre los más estudiados están la
Desipramina y la Imipramina26,27,31,32.
Litio: La presencia de diversos problemas metodológicos (selección de la muestra, comorbilidad con
trastornos afectivos) y la elevada tasa de abandonos,
hace que los estudios no sean concluyentes. Pero no
parece que el litio disminuya significativamente la frecuencia de consumo tras la recaída, ni los pacientes
depresivos respondieron de forma distinta33.
Anticomiciales: Distintos fármacos con actividad
anticomicial como la carbamacepina, el ácido valpróico, el topiramato y la gabapentina se han utilizado
para disminuir el deseo de beber34, sobre la base de
que en éste podía subyacer un determinado efecto de
kindling. Aunque se dispone de muestras pequeñas es
posible que estos fármacos pueden ser útiles en pacientes alcohólicos con trastornos de la personalidad o
en sujetos impulsivos35,36.
Antipsicóticos: Los antipsicóticos de nueva generación como la risperidona, olanzapina y quetiapina
41
Seríamos ingenuos, dada la etiología compleja y
multifactorial del alcoholismo, como para pensar que
un paciente alcohólico pueda responder a un único
tratamiento. Debido a la encrucijada biológica, psicológica, social y cultural que supone el ser humano,
cualquier planteamiento terapéutico debe incluir tanto
aspectos farmacológicos como psicológicos o sociales, buscando siempre la acción potenciadora entre todos ellos. La principal estrategia para conseguir buenos resultados en el tratamiento posiblemente sea
aquella que permita una mayor adherencia y cumplimiento terapéutico, así en la tabla 3 se exponen una
serie de recomendaciones para conseguirlo. Ello nos
obliga muchas veces a tener una actitud abierta ante
innovaciones terapéuticas y a ser creativos a la hora de
negociar con nuestros pacientes las metas intermedias
que garanticen su continuidad en el tratamiento. El refugio en actitudes rígidas sólo conducirá a «quitarnos
de encima a ese paciente», eso sí, dentro «de un rigor
científico» que hace impecable nuestra argumentación
«contra» el paciente. Por otra parte, si nos equivocamos al aceptar innovaciones científicas no debemos
asustarnos, el tiempo nos ayudará a quedarnos sólo
con lo que realmente es útil.
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