Batalla ganada para los derechos morales de los artistas

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Batalla ganada para los derechos morales de
los artistas: Decisión hito en Colombia
Pese a que por lo general los autores se desprenden de sus derechos patrimoniales, permanecen en
su haber los derechos morales los cuales son de rango fundamental[1].La peculiaridad de estos
derechos, es que están fuera del comercio, se consideran perpetuos, inalienables e irrenunciables y
comprenden los derechos de paternidad, integridad[2], ineditud, modificación y retracto.[3] ¿Pero
qué ocurre cuando estos derechos entran en disputa con la propiedad del soporte donde se realizó la
obra? ¿Cuál prevalece? ¿Son absolutos aquellos derechos morales del autor? ¿Puede el dueño del
soporte decidir la suerte de una obra?
En el ámbito de las obras pictóricas y en especial el muralismo entendido como el arte de pintar
muros[4], cobran especial relevancia estos interrogantes. Lo anterior pues habitualmente el artista
no es dueño de las paredes donde elabora sus murales, lo cual propicia el surgimiento de
controversias en el ámbito jurídico. Tal como ocurrió el pasado 16 de agosto de 2016 cuando la
DNDA (Dirección Nacional de Derecho de Autor), en ejercicio de sus facultades jurisdiccionales,
condenó al centro comercial SAN DIEGO, en la ciudad de Medellín, a pagar una suma de 100
s.m.l.m.v a favor del artista Gabriel Antonio Calle con fundamento en el desconocimiento del
derecho moral de la integridad del artista. Este fallo entra a ser hito en nuestro ordenamiento
jurídico pues hasta el momento no se había dado una decisión jurisprudencial en este ámbito.
Si bien es algo novedoso en nuestro contexto, el escenario internacional no ha sido ajeno a este
debate, y un buen número de casos similares al que se presentó recientemente en nuestro país ya
han sido resueltos. Como antecedente importante está el caso ocurrido en Nueva York en los años
30 cuando Rockefeller Jr. encomendó al pintor Diego Rivera la elaboración de un mural en el Radio
City Music Hall.[5] Estando avanzada la obra, surge un desacuerdo entre el encargante y el artista, y
ante la negativa del segundo de modificar el mural, Rockefeller decide pagarle una cuantiosa suma
para la época y proceder a destruir la obra. El segundo caso se dio en la India en los años 60,
cuando el gobierno encargó al afamado escultor Amar Nath Sehgal la creación de un mural que se
ubicaría en un importante centro gubernamental de conferencias de la capital. Este mural cobró
vida en 1962, y durante décadas tuvo una excepcional acogida debido a que proyectaba la cultura de
la India y se convirtió en un ícono de la capital. Posteriormente se decidió restaurar los edificios
donde el mural reposaba, por lo cual fue desmontado y enviado a una bodega. Durante décadas el
artista luchó por la reivindicación de sus derechos, y aunque tardíamente, este caso tuvo un
desenlace victorioso para el artista.[6]
El caso colombiano que nos ocupa se presentó debido a que, en el segundo semestre del año 2013,
el Centro Comercial San Diego de Medellín borró el mural denominado “Líder” del artista Gabriel
Antonio Calle Arango, mural que había sido encargada al artista en el 2006 para que embelleciera el
costado occidental del centro comercial. Si bien a comienzos de 2013 el artista se ofreció a restaurar
de manera gratuita el mural pues había sufrido deterioro por el paso de los años y por encontrarse a
la intemperie, la junta directiva rechazó la solicitud y procedió a borrar el mural alegando que tanto
la obra como el soporte de su propiedad presentaban deterioro y por tanto debía ser intervenido. Por
lo anterior el artista decidió interponer demanda contra el centro comercial por la violación de su
derecho moral de integridad.
El 16 de agosto de 2016 el subdirector de asuntos jurisdiccionales de la Dirección Nacional de
Derecho de Autor dictó sentencia condenando al centro comercial por la violación de los derechos
morales del artista sobre su obra “Lider”. Para llegar a dicha conclusión, la DNDA hubo de
comprobar que se tratara de una obra objeto de protección, que el artista fuera el titular de los
derechos morales y que se tratara efectivamente de una infracción. Sobre este último punto se
constató la deformación de la obra, aunque no se probó que estos hechos atentaran contra la
reputación del artista. Habida cuenta de la infracción y el nexo causal, procede a pronunciarse sobre
la responsabilidad por la infracción teniendo como fundamento el artículo 57 de la Decisión Andina
351 de 1993 y el artículo 2341 del Código Civil Colombiano.
Hace énfasis el fallo en la importancia de diferenciar el soporte material de la obra, y la necesidad
de que cuando se esté en presencia de una tensión entre los derechos de unos y otros se resuelva
teniendo como pilar el respeto mutuo y la no afectación de los derechos ajenos. Si bien el centro
comercial era titular de los derechos reales del soporte material del mural en cuestión, no podía
desconocer los derechos morales del artista como efectivamente lo hizo.
Acreditados los elementos de la responsabilidad civil extracontractual, y con fundamento en el
principio de reparación integral, la condena contiene 2 ítems principalmente, el primero de estos
relativo a la indemnización del perjuicio moral y el segundo relativo a una publicación en un
periódico de amplia circulación de Medellín. En lo concerniente al primer ítem y en vista de que
nuestro ordenamiento carece de parámetros normativos que objetivamente permitan determinar el
monto de la indemnización, se tomó como fundamento lo que al respecto ha desarrollado la
jurisprudencia nacional y se tasó el daño extra patrimonial en 100 s.m.l.m.v. Lo anterior atendiendo
a que la acción de borrar el mural, configura la más gravosa de todos los posibles actuares de
deformación de una obra. Por último, respecto del segundo ítem, su propósito es que el centro
comercial declare que la obra “Líder” se encontraba protegida por el derecho de autor, por lo que
debieron respetar su derecho moral de integridad.
Si bien por ahora la batalla está ganada, el centro comercial apeló el fallo y se está a la espera de la
decisión de segunda instancia del presente caso.
[1] Sentencia de la Corte Constitucional C-155 de 1998.Magistrado Ponente: Dr. Vladimiro Naranjo
Mesa
[2] Decisión Andina 351 de 1993 art.11 literal c: El derecho moral de integridad consiste en la
facultad del autor para oponerse a toda deformación, mutilación o modificación que atente contra el
derecho de la obra o la reputación del autor.
[3] Decisión 351 de 1993.Artículo 11 y Ley 23 de 1982 artículo 30.
[4] Dirección Nacional de Derecho de Autor. Informe de relatoría No. 01. Referencia:
1-2015-34057.Pag 3.
[5] Murales y Derechos de Autor.Oscar Montezuma Panez. Disponible en:
http://www.blawyer.org/2015/03/14/murales-y-derechos-de-autor/
[6] Caso tratado en el artículo: El derecho de autor en los tribunales: Los derechos morales ganan la
batalla
del
mural.
Binny
Kalra.Abril
de
2007.Disponible
en:
http://www.wipo.int/wipo_magazine/es/2007/02/article_0001.html
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