Gloria mundi

Anuncio
Traducción propiedad de Santiago Jubany ([email protected]). Toda cita, parcial
o total de esta obra, en la que no conste lo anterior, será denunciada ante la
comunidad de amadores del Arte, para vilipendio público.
Roberto Vallensis. LA GLORIA DEL MUNDO
o la Tabla del Paraíso.
Una auténtica relación de la antigua Ciencia que Adán aprendió del mismísimo Dios y que
Noé, Abraham y Salomón consideraron como uno de los grandes dones de Dios. Es ésta
una ciencia que los sabios de todos los tiempos prefirieron a todas las riquezas del mundo,
siendo considerada como el mayor tesoro del mundo entero, concedida solamente a los
hombres buenos. Esta es, en efecto, la Ciencia de la Piedra Filosofal.
Segunda epístola universal de San Pedro Apóstol 3, 5: Por eso ellos quieren ignorar que en los
tiempos pasados fueron hechos por la palabra de Dios los cielos y también la tierra, que procede del agua y
por el agua subsiste.
La Gloria del Mundo o la Tabla del Paraíso
En este precioso libro se contiene un arte que no tiene igual en la Tierra. Muestra, junto
con otras artes valiosas, la verdad concerniente a la Verdadera Filosofía, a la más noble
medicina y a la Tintura que no tiene precio, así como los instrumentos requeridos por las
Page |1
mismas.
Ahora, en el nombre de Dios, Creador Omnipotente y Guardián de este mundo, me
aventuro a mostrar los misterios secretos de la Naturaleza que Dios ha plantado aquí y que
se digna a revelar a los hombres, para que puedan ver las maravillosas cosas que han sido
creadas y cómo han surgido todo género de objetos naturales. Esto lo hago como
testimonio hacia todos los cristianos creyentes y para confortar los corazones afligidos y
turbados, puesto que todas las cosas creadas perecen y se descomponen para ser renovadas,
multiplicadas, animadas y perfeccionadas una y otra vez, como sus semejantes. Porque nada
de lo que ha sido creado o de lo que ha nacido permanece en calma, sino que diariamente
aumenta o se multiplica por la acción de la Naturaleza, hasta convertirse en lo que ha sido
creado y establecido como el tesoro de toda la Humanidad. Por ello pido a Dios que os dé
sabiduría y entendimiento para que podáis entender este Arte, y que lo convierta con su
bendición en un motivo para su propia gloria y el bien del prójimo.
Si queréis obtener este conocimiento de Dios, debéis confesaros pecadores miserables e
implorar su bendición, que es lo único que os hará dignos de recibir su don. Sabed que os
lo ha concedido por su misericordia, y que vuestro orgullo o vuestra presuntuosa insolencia
provocará su irremisible pérdida, despertando además la ira de Dios y llevándoos a la
condenación eterna. Debéis estar dispuestos a iniciar esta obra santa y divina en el nombre
de Dios, para servicio de todos los cristianos y para la edificación de vuestra fe. Así pues,
seréis buenos soldados en la guerra contra los infieles, os apartaréis de la compañía de los
malvados y no calumniaréis a los justos. Asimismo, compartid vuestras ganancias con los
necesitados, para que tras esta vida podáis recibir la corona del júbilo y la beatitud eternas.
Sabed que este tesoro, que está por encima de todos los tesoros humanos, se concede
solamente a aquél que se muestra humilde, honesto, apacible y fiel, tanto como lo permita
la debilidad de la naturaleza humana. Así sucede también con aquéllos que cumplen las
leyes de Dios, por su generosidad y bendición, otorgándose también a aquéllos que son
incapaces de confundir la verdadera naturaleza del don o abusar de él, lo cual contrariaría
su propio bienestar eterno. Es el don del Espíritu Santo, la abundancia amorosa del Gran
Dios que viene del Padre de la Luz. Aquél que llega a dominar este Arte debe haber pedido
y obtenido sabiduría de Dios, ya que no sólo obtiene oro, plata y todas las riquezas de este
mundo, sino que también goza de una salud perfecta, una larga vida y, lo que todavía es
mejor, el alivio que resulta del tipo tranquilizante de la pasión y muerte de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo, de su descenso al infierno, de su gloriosa y santa resurrección al tercer
día y de su victoria y triunfo sobre el pecado, la muerte, el demonio y el infierno, pues esta
victoria lleva gozo y alivio a todos cuantos tienen aliento de vida.
Dejadme ahora mostraros cómo las naturalezas humana y divina de Jesucristo estaban
unidas en una sola persona. El alma y el cuerpo de Cristo y su divina naturaleza estaban
unidos tan inseparablemente que no podrán separarse en toda la eternidad. No obstante
Cristo tenía que morir y su alma tenía que separarse de su cuerpo, para reunirse de nuevo
con éste al tercer día. De este modo su cuerpo podría ser glorificado y volverse tan sutil
como su alma y su espíritu; esto debía ser así porque recibió su sustancia de la Santísima
Virgen María y, por tanto, debía ser perfeccionado mediante la separación temporal de su
alma y espíritu. Con todo su divinidad permaneció unida en una sola esencia con su cuerpo
y su alma, pues estaba con su cuerpo en la tumba y con su alma en el Paraíso.
El cuerpo de Cristo debía separarse de su alma para poder recibir el mismo poder y gloria.
Pero al morir Cristo, su alma y su cuerpo se unieron de nuevo y permanecieron
irremisiblemente unidos en una sola sustancia. Su divina omnipotencia, recibida del Padre
que gobierna todas las cosas en el cielo y en la tierra, es igualmente perfecta para toda la
eternidad, pues el Padre es ahora una sola persona con Cristo Jesús, que sufrió, murió,
resucitó y ascendió a los Cielos, en poder eterno, gloria, majestad, fuerza y honor.
Por tanto, hombre pecador, da gracias al Dios Todopoderoso por la gracia y el amor
paterno a ti mostrados. Ten por seguro que obtendrás la glorificación que le fueP concedida
age |2
a Cristo, porque Cristo resucitó para abrirte un camino hacia su Padre Celestial. Como Él,
tú también debes ser crucificado en este mundo y pasar por muchas dificultades,
tribulaciones y ansiedades. Pero para entender la glorificación del cuerpo y su regeneración
para la vida eterna deberías considerar de forma atenta el amor paterno y la misericordia de
Dios hacia el hombre caído. Sabe que todas las cosas que vienen de Él son dones buenos y
perfectos. Procura por tanto no abusar de los dones que te han sido concedidos
graciosamente, sin mérito tuyo, para que ello no suponga la destrucción de tu alma. Deja
que todas tus acciones muestren que amas y temes a Dios. De este modo cada obra que
realices prosperará, y desde el principio hasta el final tu labor será exitosa y gozosa.
Encomienda tu cuidado a Dios, confía en su palabra y cumple sus santos mandamientos.
Entonces Dios estará contigo en todas las cosas, bendecirá tu esfuerzo y, por su amor
paterno, impedirá que padezcas cualquier pérdida o daño. Tu Arte será entonces para ti un
verdadero alivio, cubrirá todas tus necesidades, te vivificará ante las dificultades, te
proporcionará el medio de aliviar las necesidades de los demás y constantemente
mantendrá ante tus ojos un modelo viviente de tu propia resurrección gloriosa, así como la
de todos los cristianos creyentes, resurrección por la que abandonamos esta vida terrena y
mortal para alcanzar el gozo eterno y la gloria de una beatitud eterna e incorruptible.
Déjame que te muestre cómo ser un verdadero amante de este Arte, un Arte que fue
concedido por primera vez a Adán en el Paraíso, y sabe que ésta es una auténtica revelación
de multitud de secretos y misterios. Esta Ciencia te muestra la vanidad de tu cuerpo y de tu
vida en este mundo, pero también te consuela con la esperanza de la eterna salvación. Te
permite entender que si Dios ha infundido virtudes tan maravillosas en los objetos
naturales inanimados, a nosotros, que somos mejores que ellos, nos tiene reservado con
toda seguridad algún destino alto y glorioso. Te pido por tanto que desempeñes sabiamente
y sin apresurarte todo lo que hagas, y te ruego también que no reveles este misterio a
hombre mortal alguno, a menos que sea un amante de este Arte y que sea poseedor de un
temperamento misericordioso, sincero y santo. Así obraban los antiguos sabios a quien fue
revelada esta sabiduría por inspiración del Espíritu Santo. Debes confesar también que este
Arte es real, pensando en aquéllos que no creen que Jesucristo procede de su Padre
Celestial Todopoderoso y que nació de una virgen. Más aún, debes pedir a Dios que te
ilumine por medio de su Espíritu Santo para que aguce tu entendimiento, abra tus ojos y te
conceda una clara percepción de esa sabiduría insondable que reside en nuestro Arte y que
ningún sabio ha sido capaz de expresar en sus escritos.
Sabe que hay muchos secretos en la Naturaleza que nuestra humana razón no puede
aprehender sin ayuda. Si sigues mis instrucciones y te dispones a ser guiado por la gracia de
Dios, entonces la labor que emprendes para la gloria de Dios y el bien del prójimo tendrá
un fin exitoso. Da de comer a los hambrientos, da de beber a los sedientos, viste a los
desnudos, conforta a los afligidos, visita a los enfermos y a los presos y obtendrás lo que
deseas.
Robert Valens Rugl.
Hay un espíritu dentro que,
mediante una prudente habilidad, debes separar del cuerpo.
Simplemente debes separar la parte material del vapor.
Añade entonces el agua fría de la fuente.
Con esto debes rociar incansablemente a ambos.
Entonces obtendrás el verdadero Elixir de este Arte.
Exhortación e instrucción a todos los amantes de este Arte, en el que pueden ver,
como en un espejo, todos los requisitos fundamentales y esenciales del mismo,
P a g e así
|3
como si es posible o no alcanzar el Verdadero Arte.
Debo alertar a todos, pero especialmente a vosotros amados discípulos, en un lenguaje
claro y solemne para preveniros de toda enseñanza fantástica y para que escuchéis la
instrucción verdadera que ahora os daré.
En primer lugar debéis apartaros de la alquimia falsa del vulgo. La he experimentado tanto
que no deseo que paséis por lo mismo. Sabed que este Arte se encuentra tan bien
escondido que ningún mortal lo podría descubrir a menos que se encuentren el Sol y la
Luna. Si me hacéis caso podréis alcanzar un conocimiento cierto, en caso contrario seréis
incapaces siquiera de acercaros a él. Sabed también que sólo hay una cosa que entra en la
composición de la piedra y que, por tanto, toda coagulación y toda mezcla de ingredientes
diversos os llevan por el camino equivocado. Si llegarais a realizar todas las operaciones de
vuestro Arte, todas las disoluciones, coagulaciones, descomposiciones, destilaciones,
aumentos, albificaciones... todo ello sería inútil sin un verdadero conocimiento de nuestra
Materia. Nuestro Arte es bueno y precioso, y nadie puede participar de él si no le es
revelado por Dios o si un experimentado maestro no le muestra el camino. Es un tesoro
que no puede ser comprado por nadie. Por tanto hijos míos no malgastéis vuestro esfuerzo
hasta que sepáis sobre qué debéis operar, puesto que aun y conociendo la Materia
adecuada, vuestro conocimiento es inútil si no disponéis del método de preparación. La
Piedra, en su forma final y efectiva, no puede encontrarse en el mundo, ni en los cielos, ni
en la tierra, ni siquiera en metal alguno ni en nada que crezca, y menos aún en el oro o en la
plata. Debe ser preparada, es decir, conducida hacia su forma final. Y a pesar de todo,
hablando estrictamente, no se puede mejorar el modo en que Dios la creó ni puede
prepararse la Tintura a partir de ella. La Tintura debe añadírsele y, por tanto, no tiene nada
que ver con nuestro objetivo principal, puesto que es algo totalmente distinto. Si estuviera
en un metal, deberíamos buscarla en el Sol y en
contenerla, porque sino ya se habría convertido en
mercurio, ni en el azufre, ni en la sal, ni en las
naturaleza. Concluimos aquí nuestra exhortación y
mismo.
la Luna. Aún así, la Luna no puede
Sol hace tiempo. Tampoco está en el
hierbas, ni en cualquier cosa de esa
procedemos a describir el Arte en sí
Se siguen algunos métodos para reconocer nuestra Piedra
I.
Sabed que nuestra Piedra es una y que es llamada con razón piedra. Es una piedra, y no
podría llevar otro nombre más característico que el de Piedra de los Sabios. Sin embargo no
es ninguna de las piedras existentes, sino que su denominación sólo se debe a su similitud
con ellas. La mencionada piedra está elaborada de tal modo que está constituida por los
cuatro elementos, por ello se la ha nombrado de diferentes maneras y asume diferentes
formas, aunque sea una sola cosa y no pueda encontrarse otra igual en la Tierra. Es pétrea y
no una piedra, pues no tiene la naturaleza de una piedra. Es fuego, y sin embargo no tiene
ni la apariencia ni las propiedades del fuego. Es aire, y sin embargo no tiene ni la apariencia
ni las propiedades del aire. Es agua, pero no guarda ningún parecido o afinidad con la
naturaleza del agua. Es tierra, aunque no tiene la naturaleza ni la apariencia de la tierra,
puesto que es una cosa en sí misma.
Otra forma de conocer nuestra preciada piedra
II.
Un antiguo filósofo dijo: “Nuestra piedra es llamada la roca sagrada y se divide o debe
entenderse de cuatro modos. Primero como tierra; en segundo lugar en relación a su
aumento; en tercer lugar como fuego, y en cuarto lugar como llama de la vida. Cualquiera
que conozca el método de disolverla, de extraerle la sal y de coagularla a la perfección
P a g e | 4es
que está iniciado en los misterios de los Sabios. Así, si la sal se vuelve blanca y asume una
apariencia oleaginosa, entonces tiñe”.
Hay tres etapas en nuestro Arte. En primer lugar, la transmutación del conjunto en una sal;
en segundo lugar, convertir tres cuerpos sutiles en intangibles y, finalmente, en tercer lugar,
repetir la solución del conjunto. Si entiendes esto, ponte manos a la obra. La Materia es una
sola cosa, y seguiría siendo una sola cosa aunque se escribiesen cien mil libros sobre ella, y
este Arte es un tesoro tan grande que el mundo entero no sería suficiente recompensa para
su consecución. Se describe mediante términos abstrusos, pero es nombrada abiertamente
por todos y conocida por todos. Pero si todo el mundo conociera su secreto nadie
trabajaría y perdería su valor. Por este motivo sería impío describirla en un lenguaje
inteligible universalmente. Aquél a quien Dios le plazca revelarlo, entenderá estas
expresiones enigmáticas. Pero dado que la mayoría de los hombres no las entienden
tienden a pensar que nuestro Arte es imposible, y los Sabios son tildados de hombres
malvados y estafadores. ¡Doctores cultos que hablais así de nosotros, la tenéis delante de
vuestros ojos cada día y no la entendéis porque no prestais la atención adecuada! Y niegan
la posibilidad de encontrar la Piedra, y no habrá nadie capaz de convencerles de la realidad
de nuestro Arte mientras sigan ciegamente sus gustos y tendencias. En definitiva, son
demasiado sabios para descubrirla, pues transciende el ámbito del intelecto humano y debe
ser humildemente recibida de Dios.
Otra forma de conocer nuestra sagrada Piedra
Morienus, el filósofo, llama a nuestra piedra agua, y tiene buenas razones para llamarla así.
¡Oh agua de gusto amargo, que conserva los elementos! ¡Oh, gloriosa naturaleza, que
supera a la misma Naturaleza! ¡Oh vos, que parecéis la Naturaleza, que disolvéis su
naturaleza tratable, que exaltais a la Naturaleza! ¡Éste es un arte coronado de luz, que
conserva los cuatro elementos y del que se hace la quintaesencia! Sois para los sencillos,
porque sois simple en vuestras operaciones. Al ser concebida por un proceso natural, de
vos surge vapor y sois una buena madre. No necesitais ayuda externa. La naturaleza
conserva a la naturaleza y no se separa de la naturaleza por una operación natural. La cosa
puede encontrarse fácilmente, el conocimiento es sencillo y hasta familiar, pero resulta un
milagro para muchos. Tu solución es gran gloria y todos tus amantes son nombrados en las
alturas.¡Sois un gran arcano y, para la mayoría, parecéis inalcanzable!
Explicación
Sabe, hijo mío, que nuestra piedra es de tal naturaleza que no puede ser explicada
adecuadamente por escrito, pues es una piedra y se convierte en agua por la evaporación;
no es una piedra, y por un proceso químico recibe una forma acuosa. Primero es como
cualquier otro líquido, con la apariencia de un fino fluido, pero su naturaleza no es como
cualquier agua en la tierra. Sólo hay un manantial en todo el mundo del que pueda
obtenerse este agua. Esta fuente está en Judea y se llama Fuente del Salvador o de la
beatitud. Su ubicación fue revelada a los sabios por la Gracia de Dios. Surge de un lugar
secreto y sus aguas fluyen por todo el mundo. Es conocida por todos y sin embargo nadie
conoce el principio, la razón o la forma de encontrar la fuente o de descubrir el camino
hacia Judea. Pero el que no localice el manantial verdadero nunca alcanzará un
conocimiento de nuestro Arte. Por este motivo aquel sabio bien podía exclamar: “¡Oh
agua, de sabor agrio y amargo!”. En verdad resulta difícil encontrar la fuente, pero el que
sabe donde está puede obtener la Piedra sin esfuerzo, trabajo ni problema alguno. El agua
es por su propia naturaleza agria y amarga, de modo que nadie puede tomar parte de ella.
Dado también su escaso uso para la mayoría de la Humanidad, el sabio también
P aexclama:
ge |5
“Oh agua, poco querida por el vulgo, que no percibe vuestras grandes virtudes. En vos se
esconden, por así decir, los cuatro elementos. Tenéis el poder de disolver, conservar y unir
la naturaleza, como no se da en ninguna otra cosa de la Tierra”. Si queréis saber las
propiedades y la apariencia de esta piedra, sabed que su apariencia es acuosa, que el agua
primero se convierte en piedra, después la piedra en agua y el agua, a la larga, en la
Medicina. Si conocéis la Piedra e ignorais el método de su preparación, vuestro
conocimiento os sirve tanto como si conocierais el método auténtico sin conocer la Materia
Verdadera. Por ello nuestros corazones están llenos de gratitud hacia Dios por (haber
recibido) ambos conocimientos.
Lo relativo al Tesoro en la Tintura
Permitidme que os diga que una vez que hayais obtenido la tintura roja, tenéis algo que
todos los tesoros del mundo no podrían comprar. Transmuta a todos los metales en oro
verdadero y es por ello mejor que la preparación del Sol. Como medicina, supera a
cualquier otro oro. Todas las enfermedades pueden curarse bebiendo una gota de la tintura
disuelta en una copa de vino. Tiene también el poder de realizar otras maravillas acerca de
las que no podemos extendernos aquí. Si queréis preparar la tintura para la Luna, tomad
cinco medias onzas de la tintura roja y mezcladlas bien con quinientas medias onzas de
Luna que hayan sido sometidas a la acción del fuego. Fundidlo todo y el conjunto se
convertirá en la Tintura y la Medicina. De esto tomad media onza e inyectadla en
quinientas medias onzas de Venus o de cualquier otro metal, con lo cual se transmutará en
pura plata.
De la tintura roja que has preparado laboriosamente, toma una proporción de una parte
sobre mil de oro, y el conjunto se convertirá en tintura roja. De esto, a su vez, tomaréis una
proporción de una parte sobre mil de Venus o de cualquier otro metal y se convertirá en
oro puro. Para esto no hace falta comprar ni oro ni plata. La primera inyección se puede
hacer con un dracma de ambos. Después podréis transmutar más y más con la tintura.
Debéis saber también que en nuestro Arte distinguimos dos cosas: el cuerpo y el espíritu,
siendo el uno constante y fijo y el otro volátil. Estos dos deben ser transformados el uno en
el otro: el cuerpo debe convertirse en agua y el agua en cuerpo. El cuerpo, por su parte, se
convierte en agua por sus propias operaciones internas, y los dos, es decir, lo seco y lo
húmedo, deberán estar una vez más inseparablemente unidos. Esta conjunción no podría
darse si los dos no se hubiesen obtenido de una sola cosa, ya que una unión permanente
sólo se consigue entre cosas de la misma naturaleza. La unión que se da en nuestro Arte es
de este tipo, ya que las partes constitutivas de la Materia están unidas por una operación de
la naturaleza y no por la mano del hombre. La sustancia se divide en dos partes, como
explicaremos a continuación. Por ejemplo, el Águila es un “agua” que al ser extraída es un
cuerpo muerto e inerte. Para devolverlo a la vida el espíritu deberá unirse otra vez a él, y
eso de una forma única, ya que vemos que devora gradualmente a las águilas. Entonces el
cuerpo pierde toda su tosquedad y se convierte en algo nuevo y puro. Este cuerpo y esta
alma nunca morirán puesto que se han unido de forma eterna, de modo parecido a la unión
de nuestros cuerpos y almas el día del Juicio Final.
Otra descripción de nuestra Piedra
El enigma de los sabios (la Piedra) es la Sal y la Raíz de todo el Arte, y en cierto modo su
llave, sin la que nadie puede abrir o cerrar su entrada secreta. Si un hombre no conoce la
Sal y su preparación, que se produce en un lugar húmedo y caliente, no podrá entender
jamás este Arte. Allí debe darse la disolución de su líquido mientras que su sustancia
permanece intacta. Estas son las palabras de Geber.
Page |6
Explicación
Sabed que la Sal de la que habla Geber no tiene ninguna de las propiedades específicas de la
sal, y aún así se llama una sal y es una sal. Es negra y fétida, y cuando se prepara
químicamente asume la apariencia de la sangre y se vuelve, con el tiempo, blanca, pura y
clara. Es una sal buena y preciosa que, por su propia operación, primero es impura y luego
pura. Se disuelve y se coagula a sí misma o, como dice el Sabio, se abre y se cierra a sí
misma. Solamente la Sal de los Sabios tiene esta propiedad. Su desarrollo químico puede
llevarse a cabo en un lugar húmedo y conveniente, donde su humedad (como dice el Sabio)
puede ser disuelta en el baño maría. Quiere decir que debe estar lo bastante caliente para
que su agua pueda ser destilada, pero no más caliente que el excremento de los caballos,
que no es fresco.
Otra descripción de nuestra Piedra
Alejandro Magno, rey de Macedonia, dice en su Filosofía lo siguiente: “Sabed que la Sal es
fuego y sequedad. El fuego coagula y su naturaleza es caliente, seca y penetrante, incluso en
su parte más interna. Su propiedad es ser blanco como el Sol y la Luna, con variaciones en
los extremos del fuego, a saber, del fuego natural, mientras que el Sol le devuelve la rojez y
la Luna, la blancura. También conduce a los cuerpos a su condición espiritual, mientras que
simultaneamente elimina su negrura y el azufre malo. Con él los cuerpos se calcinan. Éste
es el secreto de las tinturas rojas y negras, el fundamento y raíz de todas las cosas y la mejor
de las cosas creadas después del alma racional del hombre”. Sabe que no hay piedra en
todo el mundo que tenga mayor eficacia, ni puede criatura terrena alguna encontrar el Arte
sin esta piedra. Bendito sea Dios en el Cielo, que ha creado este Arte en la Sal para la
transmutación de todas las cosas, ya que es la quintaesencia que está por encima de todas
las cosas y en todas las cosas. Dios Altísimo tiene en el Cielo no sólo criaturas sagradas de
esta forma, sino que también en esta Sal se reconocen como existentes la gloria, la
excelencia, el poder y la sabiduría. El que pueda disolverla y coagularla conoce bien los
arcanos de este Arte. Nuestra Sal se encuentra en cierta sal preciosa y en todas las cosas.
Por eso los antiguos Sabios la llamaban luna común, ya que todos los hombres la necesitan.
Si queréis enriqueceros preparad esta Sal hasta que se dulcifique. Ninguna otra sal es tan
permanente o tiene tal poder para fijar el “alma” o para resistir el fuego. La Sal de la Tierra
es el alma. Coagula todas las cosas, se encuentra en medio de la tierra cuando la tierra ha
sido destruída y no hay nada en la tierra que se parezca a su tintura. Se llama Rebis (doscosas). Es una piedra, una sal, un cuerpo y, para la mayoría de la Humanidad, una cosa vil y
despreciable. Aun así, purifica y cura los cuerpos, representa la clave de nuestro Arte y
todas las cosas se resumen en ella. Su entrada es tan sutil que pocos la perciben, aunque si
entra en un cuerpo, lo tiñe y lo lleva a la perfección. ¿Qué más se puede pedir a Dios sino
esta sal y la entrada de la misma?
Si un hombre viviera cien mil años no se maravillaría lo suficiente frente al proceso
milagroso de la extracción de las cenizas de este noble tesoro y su reducción posterior a
cenizas. En las cenizas se encuentra la Sal, y cuantas más cenizas se quemen más cenizas
proporciona. Date cuenta también que procede del fuego y vuelve al fuego, que procede de
la tierra.
Todos deben admitir que en la Sal hay dos sales que matan el mercurio. Este es un dicho
muy profundo. El azufre y el líquido radical se generan en una tierra de una naturaleza muy
sutil. Así se prepara la Piedra Filosofal que provoca que todas las cosas (como han
afirmado todos los filósofos) surjan de una sola cosa y de una sola naturaleza, sin añadir
sustancias externas. Nuestra Materia es una de las cosas más comunes de la tierra y
contiene en sí misma los cuatro elementos. Resulta verdaderamente maravillosoPque
a g tantos
e |7
busquen una cosa tan ordinaria y que, sin embargo, sean incapaces de encontrarla.
Podríamos citar otras muchas características de esta sal, pero prefiero que sea el lector el
que elabore este tema y yo me voy a limitar a dar una relación detallada de sus frutos,
entrada y vida, del modo de abrir el jardín para ver de una sola ojeada todas las gloriosas
rosas y del modo en que éstas se multiplican y conciben por millares. También hablaré de
cómo hacer que reaparezca un cuerpo muerto y cómo puede ser elevado a una vida
inmortal, por cuyo poder puede entrar en cuerpos imperfectos, purificarlos y llevarlos a la
perfección y a un estado de permanencia inmutable.
Ahora me propongo hablar de la Piedra bajo tres aspectos: el vegetal, el animal y el mineral
y, de entre estos, el que contiene los cuatro elementos que dan vida a los demás. Coloca
esta única sustancia en un alambique herméticamente cerrado y trátalo de acuerdo con los
preceptos de nuestro Arte, que comentaremos más adelante. Entonces puede ararse el
campo para obtener la Piedra Mineral y el León Verde, que absorbe tanto de su propio
espíritu. Entonces la vida pasa a su espíritu a través del alambique y el cuerpo muerto
permanece en el fondo del recipiente. En este último hay todavía dos elementos que el
fuego no puede separar, ya que al consumirse las cenizas en el fuego la Sal se fortalece. La
tierra debe ser calcinada hasta que se vuelve blanca; entonces la tierra se separa
espontáneamente y se une a su propia tierra, ya que todas las cosas se unen a su semejantes.
Dale de beber el elemento frío y húmedo y déjalo reposar todo durante ocho días para que
pueda mezclarse bien. Entonces ya decidiréis que es lo que conviene hacer, pues ahora no
puedo daros más información. El Sol y la Luna deben copular como un hombre y una
mujer, pues de otro modo no puede conseguirse nuestro Arte, y toda otra enseñanza al
respecto es falsa y errónea. Considerad esta Sal como el fundamento verdadero de nuestro
Arte, ya que supera con creces todos los tesoros de este mundo. Sabed que ella no se
incorpora a la tintura, sino que la tintura se añade a la sal. La sustancia de nuestro Arte
tampoco se encuentra en ningun metal.
Otra descripción de la Materia y del Método (por Senior)
Las cosas naturales, según este sabio, son aquéllas que han sido generadas y producidas a
partir de una sustancia natural y por un método natural. En su primera fase lunar, nuestra
Piedra se obtiene de una tierra blanca coagulada. Como dice el sabio: “Contempla nuestro
Sol en nuestra tierra blanca y aquello por lo que se efectúa la unión en nuestro Arte”. Esta
tierra se transmuta dos veces en agua y su exhalación volátil representa lo más precioso de
nuestra sustancia, que es el mayor consuelo del cuerpo humano. Con esta agua debe
extraerse el mercurio interior de los metales. De aquí se deriva que nuestra Piedra se
obtiene de los elementos de los dos luminares (oro y plata), siendo llamada mercurio y
aceite incombustible, el alma y la luz de los cuerpos - que es lo único capaz de dar vida
eterna y vida a los cuerpos imperfectos y muertos-. Por ello te ruego y te pido, hijo mío,
que tritures el mercurio de nuestra sustancia con inteligencia y gran soltura.
Purgar de tierra superflua a la “Tierra”
Debes purificar o calcinar la mencionada tierra o Materia para extraerle su agua y su
espíritu. Éste último debe encerrarse en una redoma en la que debe verterse aqua vita, hasta
que la sustancia se cubra unos cuatro o cinco dedos. Sométela entonces a la acción del
fuego durante una hora y destilalo todo al baño maría. Lo que permanece debes calcinarlo
otra vez y extraerlo con su agua hasta que no encuentres nada más en la “tierra”. Guarda la
tierra para el segundo estadio del proceso. El agua que hayas extraído, la destilas sobre un
fuego lento. Entonces encontrarás al final del recipiente destilador una sustancia
preciosa
Page |8
semejante al cristal, purgado de toda impureza terrestre y llamada “nuestra tierra”. Esta
sustancia deberá ser colocada en un recipiente destilador de vidrio con forma de calabaza y
calcínada hasta que esté seca y blanca y, al mismo tiempo, líquida. Al acabar habréis
obtenido el tesoro de este mundo, que tiene la virtud de purificar y perfeccionar todas las
cosas terrestres. Entra en todas las cosas y alimenta la sal fija de todas las cosas por medio
del Mercurio o el cuerpo.
Otra descripción de nuestra Piedra
Sabed, hijos míos, que la Piedra de la que se elabora nuestro Arte nunca toca la tierra tras
su generación. Si toca la tierra no sirve para nuestros propósitos, aunque en su primer
nacimiento sea generada por el Sol y la Luna e incorpore ciertos elementos terrestres. Se
genera en la tierra y después se rompe, se destruye y se mortifica. De ella sube un vapor
que es llevado por el viento al mar, para luego volver a tierra, donde desaparece casi de
inmediato. Debe cogerse en el aire, antes de tocar el suelo, porque de lo contrario se
evapora. Tan pronto como llega del mar, apodérate de él en seguida, encierralo en tu
redoma y manipulalo de la forma descrita. Sabrás que se acerca por el viento, la lluvia y los
truenos que lo acompañan. No dejes de tener esto en cuenta. Aunque nazca de nuevo cada
día, ha existido desde el principio de los tiempos. Pero tan pronto como cae al suelo,
resulta inútil para los propósitos de nuestro Arte.
De nuestra tierra surge una fuente fertilizante
de la que fluyen dos piedras preciosas.
La primera se apresura hacia la salida del Sol.
La segunda se dirige hacia la puesta del mismo.
De ellas salen dos Águilas que se precipitan en las llamas
y caen una vez más sobre la tierra.
Ambas tienen plumas, y el Sol y la Luna,
colocados bajo sus alas, se perfeccionan.
Sabed también que dos aguas fluyen de esta fuente. Una de ellas, que es el espíritu, fluye
hacia el Sol naciente y la otra, el cuerpo, hacia el Sol poniente. Las dos son en realidad una
sola agua pura, tan amarga que no es potable. La cantidad de agua que fluye por toda la
tierra es enorme y, sin embargo, no lleva más que al conocimiento de este Arte. Esto
mismo es causa de frecuente abuso por los que la desean. Toma también el “fuego”, pues
en él encontrarás la Piedra y en ninguna otra parte de todo el mundo. Resulta familiar a
todos los hombres, tanto jóvenes como ancianos. Se encuentra en el campo, en los
pueblos, en las ciudades y en todas las cosas creadas por Dios. Aun así, es despreciada por
todos. Los ricos y los pobres la manejan cada día. Es lanzada a la calle por las sirvientas y
los niños juegan con ella. Aunque nadie la valore es, junto con el alma humana, la cosa más
bella y preciosa de la tierra, teniendo además el poder de derrocar a príncipes y reyes. No
obstante, se considera la más vil y despreciable de las cosas terrenas y es repudiada y
desestimada por todos. Es la Piedra que los arquitectos de Salomón rechazaron y, no
obstante, preparada de la forma adecuada, es una perla que no tiene precio y, sin duda
alguna, la imagen terrestre de Cristo, la piedra angular celeste. Así como Cristo fue
despreciado y rechazado en este mundo por el pueblo de los judíos y sin embargo, era más
precioso que el cielo y la tierra, del mismo modo sucede con nuestra Piedra entre las cosas
terrestres, ya que la fuente donde se encuentra se llama fuente de la naturaleza. Del mismo
modo en que todas las cosas que crecen en toda la Naturaleza se generan por la calor del
Sol, así también a través de la Naturaleza nace nuestra Piedra tras haber sido generada.
Cuando hayais encontrado el agua que contiene nuestra Piedra, no debéis extraer nada de
ella ni añadirle nada, ya que debe estar preparada por medio de lo que ella mismaP acontenga.
ge |9
Extraed luego el agua por medio de un alambique y separad lo líquido de lo seco. El cuerpo
seguirá entonces en el cristal, mientras que el agua se desplazará hacia el fondo. Une el agua
una vez más al cuerpo según el modo que antes hemos descrito y tu labor se habrá
cumplido. Sabe también que el agua que se encuentra en nuestra Piedra se compone de
partes equilibradas de los cuatro elementos. En el proceso químico aprenderás a distinguir
la tierra, el aceite y el agua, o lo que es lo mismo, el cuerpo, el espíritu y el alma. La tierra se
encuentra al final del recipiente de cristal; el aceite o el alma está con la tierra, y el agua es el
espíritu que se destila de él. Asimismo te encontrarás con dos colores, a saber, el blanco y el
rojo, que representan a la Luna y al Sol. El aceite es el fuego o el Sol; el agua es el aire o la
Luna, y el Sol y la Luna son la plata y el oro que deben entrar en la unión. Pero basta ya. Lo
que os he dicho en esta epístola basta para encontrar la Piedra, y si con todo ello no la
encontrais, no os esforcéis más, pues nunca la encontrareis. Sé pues un amante del Arte y
encomiendate al Dios Todopoderoso para toda la eternidad.
Escrito en el año 1526 después del nacimiento de Nuestro Señor.
Así escriben los sabios refiriéndose a las dos aguas, que son en realidad una sola agua, y
sólo en ellas podrá encontrarse la Piedra. Sabed también que en la proporción en la que
falte la parte terrestre, en esa misma proporción abunda plenamente la parte celeste. Esta
piedra convierte a todos los cuerpos secos y áridos en húmedos, a todos los cuerpos fríos,
en calientes, y a todos los cuerpos impuros, en claros y puros. Contiene en sí misma toda la
virtud sanadora y transmutadora, insuflada en ella por el arte del Maestro y el espíritu
vivificante del fuego. Demos gracias a Dios por los siglos de los siglos.
El Sol es su Padre, La Luna es su madre
Si tenéis estos dos espíritus, sabed que ellos generan la Piedra, la cual se prepara de una
parte de Azufre o Sol y cuatro partes de Mercurio o Luna. El Azufre es caliente y seco, y el
Mercurio, frío y húmedo. Todo esto debe ser disuelto en agua, que antes era agua, y el
cuerpo, que antes era mercurio, debe convertirse en mercurio otra vez.
Lo relativo a la Primera Materia, o la Semilla de los Metales,
que incluye la del Marido y la de la Esposa
Los metales tienen su propia semilla, como todas las cosas creadas. La generación y el parto
se da en ellos, como en todas las cosas que crecen. Si éste no fuera el caso, nunca
habríamos tenido metales. Ahora bien, esta semilla es una materia metálica que se licúa de
la tierra. La semilla debe ser lanzada a la tierra y crecer allí, como sucede con todas las cosas
creadas. Así pues, debemos preparar la tierra o nuestra primera Materia e introducir en ella
la semilla, para que ésta dé fruto de su mismo género. Se requiere este movimiento para la
generación a partir de una sola cosa, es decir, esa Primera Materia. El cuerpo deberá
convertirse en espíritu y el espíritu, en cuerpo, y de aquí surge la medicina que se transmuta
de un color a otro. Aquello que se busca al blanco produce blanco y lo que se busca al rojo,
produce rojo. La primera Materia es una sola cosa cuya forma presente es obra de Dios y
no del hombre, y es unificada y transmutada en su esencia sólo por la Naturaleza. Esta
materia se toma, disuelve y unifica de nuevo lavándola con su propia agua hasta que se
vuelve blanca y, después, roja otra vez. Esta tierra nuestra, en la que ahora podemos ver
fácilmente nuestro Sol y nuestra Luna, está purificada. Puesto que el Sol es el Padre de los
Metales y la Luna es su Madre, si la generación ha de producirse deben unirse como marido
y mujer. Por sí mismos, ninguno puede producir nada; por ello el rojo y el blanco deben
unirse. Y aunque un millar de libros se hayan escrito sobre ella, la sustancia seguirá siendo
única. Es la tierra en la que sembramos nuestro grano, es decir, nuestro Sol y nuestra Luna,
que después producen frutos semejantes. Si se lanza a los metales, éstos se transforman
en
P a g e | 10
lo mejor, es decir, en el Sol y en la Luna. Esto es verdad. Demos gracias a Dios.
Un relato simple del Verdadero Arte
De acuerdo con los Sabios, ningún cuerpo se disuelve sin la coagulación del espíritu, ya que
tan pronto como el espíritu se transmuta en el cuerpo, la Piedra recibe su poder. Mientras
el espíritu sea volátil y proclive a evaporarse, no puede producir efecto alguno. Una vez que
se ha fijado, empieza a operar. Por lo tanto debes prepararlo como el panadero prepara el
pan. Toma un poco del espíritu y añádelo al cuerpo, del mismo modo en el que el panadero
añade levadura a la masa, hasta que toda la sustancia esté llena de levadura. Sucede lo
mismo con nuestro espíritu o levadura. A la sustancia debe añadírsele continuamente
levadura, hasta que esté llena. De este modo el espíritu purga y espiritualiza el cuerpo, hasta
que ambos se transmutan en una sola unidad. Todas las cosas en las que son proyectadas,
son transmutadas a su propia naturaleza. Los dos se unen mediante un fuego suave y
continuo, proporcionándoles el mismo calor que emplea una gallina para incubar sus
huevos. Debe colocarse después al baño maría, sin que esté ni muy caliente ni muy frío. Lo
húmedo debe ser separado de lo seco y de nuevo unificado con él. Cuando están unidos,
cambian el mercurio en puro oro y plata. De ahí en adelante te librarás de las garras de la
pobreza. Sin embargo no debes olvidar dar gracias a Dios por su don precioso, que
permanece oculto a muchos. Él te ha revelado el secreto para que puedas alabar su santo
nombre y socorrer a tu prójimo necesitado. Por tanto, procura no esconder el talento que
te ha sido concedido, más bien muéstralo por la gloria de Dios y el bien de tu prójimo, ya
que cada hombre está obligado a ayudar a su prójimo y a ser un instrumento de Dios para
aliviar sus necesidades. Ejemplos de esta norma en las Sagradas Escrituras son José,
Habakuk, Susana y otros.
Seguid ahora mi Testamento, que he redactado en favor vuestro,
mis queridos hijos, con todo mi corazón.
Para vosotros queridos estudiantes de este Arte y queridos hijos, he dispuesto redactar este
testamento, con el propósito de instruiros, amonestaros, avisaros e informaros acerca de la
sustancia, el método, las trampas que deben ser evitadas y la única forma de entender los
escritos de los Sabios. Porque del mismo modo en que Dios Todopoderoso ha creado
todas las cosas de los elementos secos y húmedos, puede decirse que nuestro Arte, por la
gracia de Dios, tiene el mismo propósito. Así pues, si cualquier hombre conoce el principio
y el método de la naturaleza creativa, es que debe tener un buen conocimiento de nuestro
Arte. Cualquiera que no esté familiarizado con los métodos de la Naturaleza encontrará
nuestro Arte difícil, aunque en realidad sea tan fácil como moler la malta y fermentar la
cerveza. Cuando al principio, de acuerdo con el testimonio de las Escrituras, Dios hizo el
cielo y la tierra, solamente había una Materia, ni seca ni húmeda, ni tierra ni aire, ni fuego ni
luz ni oscuridad, sino una sola sustancia, que parecía vapor o niebla, invisible e intangible.
Se llamaba Hylé o primera Materia. Si algo debe hacerse de la nada, esa “nada” debe estar
unificada y convertirse en una sola cosa. De esta sola cosa debe surgir una sustancia
palpable; de la sustancia palpable debe de salir un solo cuerpo, al que debe darse un alma
viviente -que obtiene su forma específica de la gracia de Dios-. Cuando Dios hizo la
sustancia estaba seca, pero se mantenía unida por la humedad. Si algo debía crecer de esa
humedad, esa cosa debía separarse de aquello que está seco, a fin de conseguir el fuego y la
tierra en sí mismos. A la tierra había que regarla con agua si algo húmedo tenía que crecer
en ella, puesto que sin humedad nada puede crecer. De la misma forma, nada crece en agua
si no se fija en tierra. Si el agua ha de regar la tierra tiene que haber algo que una el agua a la
tierra. Por ejemplo, el viento impide que toda el agua dulce fluya al mar y permanezca
P a g e | allí.
11
Puede verse, por tanto, que un elemento no puede fructificar sin ayuda del otro. Si no
hubiera nada que moviera el viento, este nunca soplaría -por ello el fuego ha recibido la
función de moverlo y obligarlo a cumplir su cometido-. Esto puede verse también cuando
se hierve agua, pues el vapor que sube es realmente aire, no siendo el agua sino aire
coagulado, y siendo el aire generado sobre el agua por la acción del Sol. El Sol brilla sobre
el agua y la calienta hasta que el vapor sale de ella. Este vapor se convierte en viento, y por
la gran cantidad de agua que contiene, obtenemos humedad y lluvia. Así pues, el aire se
cambia o se coagula en agua o en lluvia y provoca que todas las cosas en la tierra crezcan,
así como que se llenen los ríos y los mares.
Esto mismo sucede con nuestra Piedra, que se genera diariamente del aire por acción del
Sol y de la Luna en la forma de un cierto vapor, incluso en el Mar Rojo. Fluye en Judea en
el canal de la Naturaleza hasta donde nos conviene traerla. Si la cogemos, le cortamos las
manos y los pies, le arrancamos la cabeza e intentamos llevarla al color rojo. Si
encontramos algo negro en ella, lo extraemos con las entrañas y la escoria. Una vez que ha
sido purificada, tomamos sus miembros y los unimos de nuevo para que ya no muera
nunca. Es tan pura y sutil como para llenar los cuerpos duros y volverlos más sutiles que
ella misma. Sabed también que cuando el Dios Todopoderoso puso a Adán en el Paraíso, le
mostró estas dos cosas diciendole: “Mira Adán, aquí hay dos cosas, una fija y permanente y
la otra volátil: su virtud no la debes revelar a ninguno de tus hijos”.
La Tierra, hermano mío, es constante, y el agua, volátil, como podrás comprobar en todo lo
que se quema. Lo que es constante permanece y lo que es volátil, se evapora. Lo que
permanece parece ceniza y si viertes agua sobre él, se convierte en un álcali, pasando la
eficacia de las cenizas al agua. Si clarificas la lejía, ponla en un recipiente de hierro y deja
que la humedad se evapore por el fuego. Encontrarás depositada en el fondo la sustancia
que estaba antes en la lejía, es decir, la sal de la materia de la que fueron obtenidas las
cenizas. Esta sal bien pudiera llamarse la Piedra Filosofal, al ser obtenida por un proceso
similar al que se emplea para preparar la Piedra verdadera, aunque no beneficie de ningun
modo a nuestra labor. De hecho la sustancia que contiene nuestra Piedra es un lejía, no
preparada por la mano del hombre de agua y cenizas, sino unida por la Naturaleza, estando
todo el proceso de acuerdo con la creación y disposición de Dios, mezcla de los cuatro
elementos, que contiene todo lo que se requiere para su perfecto desarrollo químico. Si
tomas la sustancia que contiene nuestra Piedra, la sometes a un baño maría en un
alambique y la destilas, el agua resultante descenderá hacia el antisternium y la sal o la tierra
permanecerán en el fondo. La sal está tan seca que no tiene agua alguna puesto que has
separado lo húmedo de lo seco. Tritura finamente el cuerpo, ponlo al baño maría y exponlo
al calor, hasta que quede bien descompuesto. Entonces, dale de beber de su propia agua
lentamente, en intervalos largos, hasta que se clarifique, ya que se coagula, disuelve y se
purifica a sí misma. El agua destilada es el espíritu que imparte vida a su cuerpo y es
solamente el alma. El agua es el viento (aire), y el viento es vida y la vida está en el alma. En
el proceso químico encontrarás agua y aceite, pero el aceite siempre permanece con el
cuerpo y es, como si dijéramos, sangre quemada. Entonces se purifica con el cuerpo
mediante una calor contínua y suave. No te dediques a este Arte antes de entender las
instrucciones que se te dan al final de esta primera parte en forma de testamento, ya que la
piedra no se prepara de otra cosa más que de esta sustancia, que es esencialmente una.
Aquel que no la conozca nunca conseguirá el Arte. Es la única cosa que no puede ser
extraída de las minas o de las cavernas, como el oro, la plata, el azufre, la sal, etc. sino que
se encuentra en la forma que Dios le dio originariamente. Se forma y se manifiesta por un
excesivo espesamiento del aire. Inmediatamente después de dejar su cuerpo se ve
claramente, pero desaparece sin dejar rastro tan pronto como toca la tierra. Dado que no se
puede volver a ver debe atraparse mientras todavía se encuentra en el aire -como ya os
comenté antes-. La he llamado de varias formas, pero el nombre más sencillo
P a gese quizá
| 12
“Hylé” o el primer principio de todas las cosas. Se llama también la Piedra Única de los
Filósofos, compuesta de elementos hostiles, la Piedra del Sol, la Piedra de los Metales, el
esclavo fugitivo, la Piedra aeriforme, la Piedra Thirniana, Magnesia, la Piedra corpórea, la
Piedra de la Joya, la Piedra de los libres, la Piedra dorada, la fuente de las cosas terrenales,
Xelis o Sílex (pedernal), Xidar o Radix (raíz), Atrop o Porta (puerta). Por estos y por
muchos más nombres se la conoce aunque sólo sea una. Si quieres ser un verdadero
alquimista apartate de otras sustancias, haz oídos sordos a otros consejeros y busca obtener
un buen conocimiento de nuestra Piedra, de su preparación y de su virtud. Hijo mío, ten en
alta consideración este testamento. En él he dado rienda suelta amorosa y compasivamente
al impulso del corazón, que me obliga a revelarte más de lo que debiera. Pero te imploro,
por la Pasión de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo, que no comuniques mi testamento a
hombres malvados, indignos e ignorantes, bajo pena de que la justa venganza de Dios caiga
sobre ti y te lleve al abismo del castigo eterno, del que nos proteja el mismísimo Dios
misericordioso.
No es una nimiedad mostrar la naturaleza de la mencionada Hylé. Hylé es la primera
Materia, la Sal de los Sabios, Azoth, la semilla de los metales, que se extrae del cuerpo de
“Magnesia” y de la Luna.
Hylé es el primer principio de todas las cosas, la Materia primordial. No era ni húmeda, ni
seca, ni tierra, ni agua, ni luz, ni oscuridad, sino una mezcla de todas estas cosas, y esta
mezcla es HYLÉ.
Aquí sigue la segunda parte de este libro.
En el principio, cuando el Dios Todopoderoso creó a nuestro primer padre Adán junto
con todas las cosas terrenas y celestes, lo situó en el Paraíso y le prohibió, bajo pena de
muerte eterna, comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Mientras
Adán obedeció el Mandato Divino tuvo la inmortalidad y poseyó todo lo que necesitaba
para la felicidad eterna. Pero cuando comió del fruto prohibido, fue lanzado a este mundo
por orden de Dios, donde él y su descendencia han sufrido desde entonces la pobreza, la
enfermedad, la ansiedad, la pena amarga y la muerte. Si hubiera obedecido el mandato
divino hubiera vivido mil años en el Paraíso en la más absoluta felicidad y entonces hubiera
sido trasladado al cielo. Un destino semejante hubiera podido gozar toda su descendencia.
Por su desobediencia, Dios se acercó a él con toda clase de sufrimientos y enfermedades.
Pero en su misericordia, también le mostró una medicina por la que los defectos diversos
que le trajo el pecado podían remediarse y resistir los dolores del hambre y de la
enfermedad, al igual que se remedian, en parte, mediante la comida y la bebida.
Fue a causa de este pecado original que Adán, a pesar de su gran sabiduría y las muchas
artes que Dios le había enseñado, no pudo cumplir los mil años. Pero si no hubiera
conocido como conocía las virtudes de las hierbas y de la Medicina, no hubiera vivido tanto
como vivió. Sin embargo, cuando su medicina ya no era suficiente para mantenerlo con
vida, envió a su hijo Set al Paraíso a recoger el árbol de la vida y lo obtuvo de una forma
espiritual. Set buscó y le fueron dadas algunas olivas del Árbol del Aceite de la Vida que
plantó en la tumba de su padre. De ellas creció el árbol sagrado de la Santa Cruz, que a
pesar de la muerte expiatoria de nuestro Redentor, nos pareció a nosotros, hombres
malvados y pecadores, un árbol potente de vida, cumpliéndose así la petición de nuestro
primer padre Adán.
Por otra parte, el sufrimiento, la enfermedad y la imperfección que contrajeron no sólo los
hombres, sino las plantas y los animales por la caída de Adán, encontró un remedio en ese
precioso don del Dios Todopoderoso, remedio que es llamado el Elixir o la Tintura y que
tiene el poder de purgar las imperfecciones no sólo de los seres humanos sino también de
los metales, superando a todas las medicinas, del mismo modo que el brillo Pdel
a gSol
e |hace
13
palidecer la luz de la Luna y de las estrellas. Por medio de esta noble medicina muchos
hombres, desde la muerte de Adán hasta la cuarta monarquía, se procuraron una salud
perfecta y una larga vida. Aquellos que tenían un buen conocimiento de la Medicina
llegaron a los trescientos años, otros a los cuatrocientos, otros a los quinientos, como
Adán. Por otra parte, otros llegaron a los novecientos años, como Matusalén y Noé, y
algunos de sus hijos a un periodo todavía más largo, como Bacham, Ilrehur, Kalix, Hermes,
Geber, Albanus, Hortulanus, Morienus, Alejandro de Macedonia, Anaxágoras, Pitágoras y
otros muchos, que poseyeron en secreto la Medicina de la Piedra Sagrada y no la emplearon
con fines perversos ni la dieron a conocer a los malvados, imitando con ello a Dios, que en
todos los tiempos ha ocultado el conocimiento de Él mismo a los incorregibles, a los
impuros y a los orgullosos. No dudéis que Dios ha dispuesto tal virtud en la Piedra, y que le
ha concedido el poder de curar los cuerpos animales y de perfeccionar los metales, y tengo
la esperanza de explicaros todo esto en las tres partes de mi libro, que he llamado la Gloria
del Mundo. Si aceptais mis enseñanzas y seguís mis instrucciones, seréis capaces de probar
la verdad de mis afirmaciones con vuestra feliz experiencia. Mas cuando hayais alcanzado
este gran resultado, guardaros de esconder vuestro talento. Empleadlo para el consuelo de
los que sufren, para la construcción de escuelas e iglesias cristianas y para la gloria de la
Santísima Trinidad, porque sino Dios os pedirá cuentas eternas por vuestra negligencia
criminal con respecto a su don. ¡Que Dios se digne a alejarnos de tal pecado y que nos
mantenga en su Divina Palabra!
Al lector:
Si os parece aburrido, querido lector, leer y digerir mi libro, os pido que os animéis
teniendo en cuenta la gran meta que os espera. Si así obrais, os acabaréis dando cuenta de
que os encontráis ante una lectura muy agradable y ante un verdadero motivo de alegría.
Puesto que Dios, que su Nombre sagrado y venerable sea alabado por los siglos de los
siglos, en su misericordia inefable me ha concedido el magisterio de este verdadero y noble
Arte, me mueve y me obliga el amor fraternal a mostraros la manera de producir este
tesoro, para que seais capaces de evitar los problemas y las vicisitudes a las que me vi
expuesto a lo largo de una búsqueda larga e infructuosa. Intentaré ser lo más claro y sincero
posible, a fin de defenderme de las acusaciones de fraude, malicia y avaricia. Es mi
intención que el don que Dios me ha concedido no se oxide ni se pudra ni sea inútil en mis
manos, pues esta preciosa medicina está tan llena de gloriosa potencia que puede ser
considerada como el Aceite de la Misericordia, por las razones que vuestro propio
entendimiento os sugerirá. Es, por tanto, del todo innecesario que tenga que abordar esta
cuestión preliminar detenidamente. Puedo proceder de inmediato a explicar este Arte y a
advertirte acerca de los impostores que seducen (con su falso magisterio), en definitiva, a
abrirte un camino gozoso, infalible y verdadero hacia el conocimiento y posesión de la
Piedra y hacia las operaciones de este Arte.
Así pues, yo, que poseo la Piedra y te lo comunico en este libro, te amonesto y te insto a
que mantengas esta mi Tabla del paraíso y Gloria del mundo lejos de todos los orgullosos e
injustos opresores de los pobres; de todos los presuntuosos, necios, insolentes,
calumniadores y personas malvadas, para que no caiga en sus manos, bajo pena del castigo
eterno de Dios. Espero que te tomes a pecho este aviso, pero deseo también que
comuniques e impartas esta tabla a todas las personas justas, pobres, piadosas, honestas y
benevolentes, que agradecidamente venerarán y usarán correctamente del misericordioso
don de Dios y lo ocultarán a los indignos. No obstante, si mi libro llegara a manos de
hombres malvados, Dios los afligirá con ceguera para prevenir que aprehendan la totalidad
de su sentido, y frustrará sus intentos de seguir mis instrucciones, ya que Dios sabe como
confundir a los malvados y anorrear su orgullo, como nos dice David en Psus
a g Salmos:
e | 14
“Aguantarás a tus enemigos en tu mano y los frenarás en las trampas de su mente”. Os
pido pues, hijos míos, que no echéis en saco roto mis enseñanzas, y así podréis pasar esta
vida con salud y felicidad y, con el tiempo, heredaréis el gozo eterno. Ruego que Dios
Padre, Hijo y Espíritu Santo me concedan esta petición.
Un relato del verdadero Arte
Hago saber a todos los estudiantes sinceros de este Arte que los sabios tienen la costumbre
de emplear palabras que pueden llevar a una impresión verdadera o falsa. Lo primero lo
hacen con sus propios discípulos e hijos, y lo segundo con los ignorantes, necios e
indignos. Ten en cuenta que los filósofos jamás afirman en falso, el error, si lo hay, no
reside en ellos, sino en aquéllos cuya torpeza les impide aprehender el significado
verdadero. Así sucede que en vez de las aguas de los Sabios, estas personas sin experiencia
toman piritas, metales y sustancias diversas que, aunque sean caras, no sirven para nuestro
propósito. A nadie se le ocurriría comprar la verdadera Materia a un boticario; sin embargo,
ese comerciante la vende a diario en público como algo sin valor. Sin embargo, la materia
de nuestra Piedra se encuentra en todas esas cosas que emplean los charlatanes ignorantes,
pues es nuestra Piedra, nuestra Sal, nuestro Mercurio, nuestro verdigris, nuestro halonitre,
nuestro salmiac, Marte, azufre, etc. No se extrae con pico de las montañas normales, dado
que nuestra Piedra sale de nuestras montañas y nuestros manantiales. Nuestra sal se
encuentra en nuestra fuente de sal, nuestro metal en nuestra tierra, y del mismo lugar
extraemos nuestro mercurio y azufre. Lo que queremos decir al hablar de nuestras minas y
manantiales, no lo entienden estos charlatanes. Dios ha cegado sus mentes y ha
entorpecido sus sentidos y los ha dejado seguir con sus experimentos con todo tipo de
sustancias falsas; ni siquiera son capaces de percibir su error o de apartarse de sus fantasías
inútiles en vistas de los continuos fracasos. Allí donde deberían destilar con un calor suave,
ellos subliman sobre un fuego vehemente y reducen su sustancia a cenizas, en vez de
desarrollar sus principios inherentes mediante un calor vitalizante. En otras ocasiones, en
vez de disolver, coagulan, y siguen así interminablemente. Mediante estos métodos falsos
no pueden obtener resultado alguno y en vez de culpar a su propia ignorancia, le dan la
culpa al maestro e incluso niegan la autenticidad de nuestro Arte. De hecho, todas sus
equivocaciones resultan de la mala interpretación del sentido de las palabras, que deberían
situarlos en el camino correcto. Por ejemplo, cuando los Sabios hablan de calcinar, estas
personas entienden que significa “quemar” y por tanto, reducen su sustancia a cenizas,
haciendola inservible. Cuando los Sabios “disuelven” o transmutan en “agua”, estos necios
corroen con aqua fortis. No entienden que la disolución debe efectuarse con algo que
contiene nuestra sustancia y no mediante la aplicación de un agente externo. Estos
procedimientos inútiles guardan la misma relación con nuestro Arte que un agujero negro
podría tener respecto a un cristal transparente. Es su propia ignorancia la que les impide
alcanzar el verdadero conocimiento, pero ellos culpan a nuestros escritos y nos llaman
charlatanes e impostores. Afirman que si la Piedra pudiera encontrarse por todos, la
hubieran descubierto hace tiempo, siendo sus ojos tan penetrantes y sus mentes tan agudas.
“Mirad”, dicen ellos, “cómo hemos trabajado día y noche, cuántos libros hemos leído,
cuantos años nos hemos pasado en nuestros laboratorios. Ciertamente si hubiera algo en
este Arte, no se nos habría escapado”. Hablando de esta manera sólo dan muestras de sus
propias pretensiones y de su locura. No tienen ojos, y del blasfemar en contra de nuestro
sagrado y elevado Arte, hacen su argumento. Por tanto, es preciso que antes de que te
dediques a esta labor, primero te familiarices con los secretos del funcionamiento de la
Naturaleza y con los principios elementales del mundo. Tras adquirir este conocimiento, lee
cuidadosamente este libro desde el principio hasta el final. Sólo entonces estarás preparado
para juzgar si nuestro Arte es verdadero o falso. Sabrás también qué sustancia tomar,
P a g e cómo
| 15
prepararla y cómo tu búsqueda ansiosa tendrá un final con éxito. Te ordeno, por tanto,
guardar un estricto silencio, no decir a nadie lo que haces y mantener un corazón puro.
Sólo entonces Dios te concederá el cumplimiento de todos tus deseos.
Aquí sigue mi propia opinión y una sentencia filosófica
Ahora me propongo escribir una breve declaración acerca de mi punto de vista en esta
materia. Aquel que entienda lo que quiero decir, puede pasar de inmediato a las opiniones
de varios Sabios que he colocado al final de mi libro. Aquel que no entienda lo que quiero
decir, lo encontrará explicado en el tratado que lo acompaña.
Desde que conozco el Arte sagrado y verdadero, junto con la naturaleza y la materia de la
Piedra, he creído mi deber comunicaroslo libremente a vosotros. No al estilo de un
abogado, ni en un lenguaje pomposo, sino en pocas y sencillas palabras. Cualquiera que lea
con cuidado y detenidamente este libro con un conocimiento elemental de las relaciones
naturales, no puede perderse el secreto que intento comunicar. Temo verme abrumado con
reproches por hablar tan llanamente, puesto que este Arte, desde el principio del mundo,
nunca ha sido explicado tan claramente como en este libro. No obstante, soy plenamente
consciente de que estoy revelando un secreto que debe permanecer escondido para siempre
entre los sabios de este mundo de aquellos que son presa de su propio engreimiento. Pero
ahora debo seguir y comunicaros el resultado de mi experiencia.
Mis queridos hijos, discípulos y todos cuantos sois estudiantes de este Arte: en la presente
hago saber, con plenitud de fe y caridad cristianas, que la Piedra Filosofal crece no
solamente en nuestro árbol, sino que puede encontrarse, al menos en lo referente a su
efecto y operación, en el fruto de otros árboles, en todas las cosas creadas, en los animales
y vegetales, en las cosas que crecen y que no crecen. Ya que cuando sube, siendo animada y
destilada por el Sol y la Luna, imparte su peculiar forma y propiedades a todas las criaturas
vivientes por una gracia divina. Da a las flores su especial forma y color, sea negro, rojo,
amarillo, verde o blanco. Asimismo, todas las cualidades particulares de todos los metales y
minerales se derivan de la operación de esta Piedra. Todas las cosas que digo están dotadas
con sus características particulares por la operación de esta Piedra, esto es, la conjunción
del Sol y de la Luna, ya que el Sol es el Padre y la Luna, la Madre de esta Piedra, y la Piedra
unifica en sí las virtudes de sus padres. Tales son las características peculiares de nuestra
Piedra por las que puede ser conocida. Si entendéis la operación, la forma y las cualidades
de esta Piedra, seréis capaces de prepararla, pero si no es así, os aconsejo fielmente que
abandonéis toda esperanza de conseguir este objetivo.
Observad además cómo las semillas de todas las cosas que crecen, por ejemplo los granos
de trigo o de cebada, surgen del suelo por la operación de la Piedra y las crecientes
influencias del Sol y de la Luna; observad cómo crecen hacia arriba, maduran gradualmente
y dan fruto, que a su vez debe ser sembrado en tierra apropiada. El campo se encuentra
preparado para el grano tras ser convenientemente arado y abonado con estiércol bien
podrido, ya que la tierra consume y asimila el estiércol como el cuerpo asimila la comida y
separa lo sutil de lo grueso. Además, hace salir la vida de la semilla y la alimenta con su
propia leche, como una madre nutre a su criatura y hace que aumente en tamaño y crezca.
La tierra separa, como iba diciendo, lo bueno de lo malo y lo imparte como alimento a
todas las cosas que crecen, ya que la destrucción de una cosa supone la generación de otra.
Sucede del mismo modo en nuestro Arte, donde el líquido recibe su adecuada nutrición de
la tierra. De aquí que la tierra sea la Madre de todas las cosas que crecen, y debe ser
abonada, arada y bien preparada para que el trigo pueda crecer y triunfar sobre la cizaña y
no ser ahogado por ella. Un grano de trigo sube del suelo por la destilación de la humedad
del Sol y de la Luna si ha sido sembrado en la tierra adecuada. El Sol y la Luna deben
incitarla a dar fruto, si es que ha de dar algún fruto, ya que el Sol es el Padre Pyalag Luna
e | 16la
Madre de todas las cosas que crecen.
De un modo similar, de nuestra tierra y de nuestras semillas crece nuestra Piedra por la
destilación del Sol y de la Luna. Y mientras crece sube hacia arriba, como si se dirigiera
hacia el aire, mientras que su raíz permanece en el suelo. Lo que está arriba es lo mismo que
lo que está abajo. Prevalece la misma ley; no hay error ni equivocación. Así como las
hierbas crecen hacia arriba, brotan flores y dan fruto, así nuestro grano florece, su fruto
madura, es vareado, cribado, se le quita la paja menuda y es puesto de nuevo en la tierra
que previamente hemos abonado, arado y preparado. Una vez colocado en la tierra y
regado con lluvia y rocío, que es la humedad del Cielo, y despertado a la vida por la calor
del Sol y de la Luna, produce fruto de su mismo género. Estas dos siembras son
características peculiares de nuestro Arte, ya que el Sol y la Luna son nuestro grano, que
ponemos en nuestra tierra como alma y espíritu, y según son el padre y la madre, así serán
los hijos que engendren.
Así, hijos míos, conocéis ya nuestra Piedra, nuestra tierra, nuestro grano, nuestra harina,
nuestro fermento, nuestro estiércol, nuestro cardenillo, nuestro Sol y nuestra Luna.
Entendéis nuestro magisterio y podéis congratularos por el hecho de haberos elevado por
encima de esos charlatanes ciegos de los que os hablé. Por esta su misericordia
incomparable demos gracias y alabanzas al Creador de todas las cosas. Por Jesucristo
Nuestro Señor. Amén.
Lo relativo al origen de los metales
Hijo mío, pasaré ahora a explicarte con mayor detalle la generación de los metales y el
modo en el que reciben su crecimiento y desarrollo, con sus formas y cualidades especiales.
Serás, por tanto, capaz de entender desde el mismo fundamento, con una maravillosa
precisión y claridad, el principio que sostiene todo nuestro Arte. Dejame informarte de que
todos los animales, árboles, hierbas, piedras, metales y minerales crecen y llegan a la
perfección sin ser tocados por manos humanas. La semilla crece del suelo, le salen flores y
da fruto simplemente por la acción de influencias naturales. Igual que ocurre con las
plantas, así sucede con los metales. Mientras permanecen en el corazón de la tierra, en su
ganga natural, crecen y se desarrollan día a día por la influencia de los cuatro elementos. Su
fuego es el esplendor del Sol y de la Luna. La tierra concibe en su vientre el esplendor del
Sol y por éste las semillas de los metales se calientan bien y de manera uniforme, como el
grano de los campos. Por medio de este calor se produce en la tierra un vapor o espíritu
que sube hacia arriba y lleva consigo los elementos más sutiles y que bien pudiera llamarse
un quinto elemento, porque es una quintaesencia y contiene las partes más volátiles de
todos los elementos. Este vapor busca ascender hacia arriba a través de las cimas de las
montañas, pero dado que están cubiertas con grandes rocas que se lo impiden, choca
contra ellas y se ve obligado a descender de nuevo: es elevado por el Sol, las rocas le
obligan a bajar otra vez y, a medida que cae, el vapor se transmuta en un líquido, a saber, en
azufre y mercurio. De cada uno de éstos se queda una parte atrás, pero lo que es volátil
sube y desciende otra vez, quedandose cada vez más atrás y fijándose tras cada descenso.
Esta sustancia “fija” son los metales, que se agarran tan firmemente a la tierra y a las
piedras que deben ser fundidos en un horno. Cuanto mayor sea el grosor de las piedras y
de la tierra de las montañas, menor pureza tendrá el metal; cuanto más sutiles sean la tierra
y las piedras, más sutiles serán el vapor, el azufre y el mercurio formados por su
condensación, y cuanto más puros sean estos últimos, más puros serán evidentemente los
metales. Cuando la tierra y las piedras de la montaña son gruesas, el azufre y el mercurio
participan de su grosor y no pueden alcanzar el desarrollo que les es propio. De aquí surgen
los diferentes tipos de metales, cada uno según su género. Porque del mismo modo en que
cada árbol del campo tiene su forma particular, su apariencia y su fruto, así cada
P a gmontaña
e | 17
tiene su ganga particular, siendo esas piedras y esa tierra el campo en el que los metales
crecen. La cualidad de esta tierra depende en gran medida de las influencias planetarias:
cuanto más cerca estén las montañas de los planetas mayor es la cantidad de los metales
que crecen allí, ya que las cualidades de los metales se determinan por las influencias
planetarias. Las montañas que están en dirección al Sol tienen piedras y tierra sutiles y sólo
producen oro; si están convenientemente orientadas para recibir la influencia de la Luna, su
sustancia metálica se convierte en plata. Esto sucede porque todos los metales, cuando se
desarrollan a la perfección, deben convertirse finalmente en Luna y Sol, aunque algunos
precisen la operación del Sol y de la Luna más que otros. El Sol es el Padre y la Luna la
Madre de todas las cosas que crecen. Así ves que el oro brilla como el Sol, y la plata como
la Luna. Los hijos siempre se parecen a los padres, y por ello todos los cuerpos metálicos
contienen las propiedades del Sol. Lo único que puede cambiar los metales vulgares en oro
y plata es el calor solar suave. A este respecto existe una gran analogía entre el crecimiento
animal y vegetal. Cuando el Sol se retira durante el invierno, las flores se marchitan y
mueren, los árboles dejan caer las hojas y todo desarrollo vegetal se detiene durante un
tiempo. En verano, cuando la calor del Sol es abundante y no se calma lo suficiente por las
influencias refrescantes de la Luna, toda vegetación se seca y se quema. Si ha de haber un
crecimiento perfecto, el Sol y la Luna deben trabajar juntos, el uno calentando y la otra
refrescando. Si la influencia de la Luna prevalece demasiado, deberá ser corregida por la
calor del Sol. Por otra parte, el calor excesivo del Sol debe ser templado por la frialdad de la
Luna. Todo desarrollo se sostiene por el fuego solar. Los metales imperfectos son lo que
son simplemente porque no han sido debidamente desarrollados por la influencia solar. Sin
embargo por la gracia especial de Dios es posible conducir este fuego natural hacia los
metales imperfectos por medio de nuestro Arte y proporcionar las condiciones de
crecimiento metálico sin ninguno de los obstáculos que impiden la perfección en un estado
natural. Entonces, por la aplicación de nuestro fuego natural, podemos hacer más por
“fijar” cuerpos imperfectos y metales que el Sol en mil años. Por este motivo nuestra
Piedra tiene también el poder de curar todas las cosas que crecen, actuando en cada una de
ellas según su género. Nuestra Materia representa una unión perfecta e inseparable de los
cuatro elementos, siendo la suma de nuestro Arte y, por tanto, capaz de reconciliar y curar
las discordias en todo tipo de metales y en las cosas que crecen, además de alejar todas las
enfermedades, puesto que toda enfermedad es una discordia de los elementos (en la que
uno se impone sobre el resto), tanto en los cuerpos animales como en los metálicos. Sin
embargo, tan pronto como se aplica nuestra Medicina bendita, los elementos se purifican
en seguida y se unen amigablemente. Los cuerpos metálicos se fijan, los cuerpos animales
se curan de sus enfermedades y las gemas y piedras preciosas alcanzan su propia
perfección.
Deberías saber que todas las piedras se generan por el Sol y la Luna a partir del azufre y del
mercurio volátil. Si no se convierten en metales, ello no se debe más que a su propia
tosquedad. Asimismo, todas las plantas se generan a partir del azufre y del mercurio, y éstos
por el calor del Sol y de la Luna, puesto que el Sol y la Luna son el mercurio en nuestra
Materia. El Sol es caliente y seco; la Luna, caliente y húmeda. En la tierra se esconde un
fuego caliente y seco, y en ese fuego habita el aire húmedo y caliente, y de éstos se genera el
mercurio, que es simultáneamente caliente y húmedo. Así pues pueden distinguirse dos
componentes principales, que son lo húmedo y lo seco, esto es, tierra, aire y agua, a los que
se añade el mercurio, siendo el mercurio a su vez húmedo y seco. El mercurio y el azufre,
en nuestra sustancia y en todas las cosas, salen de lo húmedo y lo seco. Lo húmedo y lo
seco se agitan por el calor del Sol, y son destilados y sublimados según la naturaleza
específica de cada cosa. Nuestra Piedra es ese mercurio que resulta de la mezcla de lo
húmedo y lo seco. Sin embargo, el mercurio común no sirve para nuestro propósito por ser
volátil, mientras que nuestro mercurio es fijo y constante. Por tanto, no hagaisPnada
a g econ
| 18el
mercurio común, sino con nuestro mercurio, que es el principio de crecimiento de todos
los cuerpos, sean humanos, vegetales o metálicos, que imparte a todas las flores, su color y
fragancia. Este mercurio representa una mezcla armoniosa de los cuatro elementos, lo
caliente y lo seco, el Sol y la Luna. Se genera en forma de vapor en los campos y en las
montañas, por el calor del Sol. Ese vapor se condensa en una humedad de la que surgen el
azufre y el mercurio, de los que salen a su vez metales. En este agua y fuego y en ninguna
otra parte es donde puede encontrarse nuestra Piedra, pues el vapor sube con su tierra
sutilísima, su fuego sutilísimo, su agua sutilísima y su aire sutilísimo y representa una unión
cerrada de los elementos más sutiles. Esta es la primera Materia, y se divide en agua y tierra,
que vuelven a unirse por un calor suave; así pues, ocurre como en las montañas y bosques,
en las que el mercurio se une con una tierra rápida y un agua rara mediante un calor suave,
convirtiéndose con el paso del tiempo en metal. Así se ordena en nuestro Arte, y de otro
modo no puede llevarse a cabo el proceso. Cuando veas que nuestra sustancia, habiéndose
primero generado en la forma de un vapor, se deja dividir en agua y tierra, entonces sabrás
que la Piedra se compone de los cuatro elementos. Sabed también que el vapor en las
montañas es verdadero mercurio, lo cual no puede decirse del mercurio ordinario. Cada vez
que hay vapor en las montañas, allí se encuentra el verdadero mercurio, que por ascenso y
descenso, y según lo descrito anteriormente, quedará fijado y no se podrá separar de su
tierra, de lo que se deduce que allí donde uno esté, allí se encontrará también el otro.
De este modo os he explicado de forma bastante llana cómo se generan los metales, qué es
el mercurio y cómo se transmuta en los metales. Concluiré pues esta parte de mi tratado y
te diré en la siguiente sección cómo podrás llevar a cabo el proceso químico. Como puedes
ver no resulta tan increíble que los metales puedan transmutarse en oro y plata y liberar a
todos los cuerpos animales de la enfermedad. Espero y confío que Dios te dejará
experimentar de forma práctica, la verdad de esta afirmación. Ahora te diré como producir
el Fuego y el Agua en el que se prepara el Mercurio necesario para la Tintura Roja y Blanca.
Toma el fuego o la cal viva de los Sabios, que es el fuego vital de todos los árboles en el
que arde el mismo Dios por divino amor. Purifica en este fuego el Mercurio y mortifícalo
para nuestro Arte. Se sobreentiende que es el mercurio vulgar el que quieres fijar en agua o
en fuego. Pero el Mercurio que se esconde en este agua o fuego se fija a sí mismo. El
Mercurio que se encuentra en el fuego debe ser descompuesto, clarificado, coagulado y
fijado con fuego divino, viviente o indeleble, un fuego idéntico al que Dios ha colocado en
el Sol y en el que Dios mismo quema con divino amor para consuelo de toda la humanidad.
Sin este fuego nuestro Arte no puede ser llevado a buen término. Este es el fuego de los
Sabios, el que describen en términos oscuros como la causa indirecta de la ruina de muchas
personas inocentes, hasta el punto de perecer en la pobreza porque desconocían este fuego
de los Filósofos. Es el fuego más precioso que Dios ha creado en la Tierra y tiene mil
virtudes, y además se considera tan precioso que los hombres han asegurado que el mismo
poder divino actúa efectivamente en él. Tiene la virtud purificadora del Purgatorio y todo
es mejorado por él. ¿Acaso no es maravilloso que un fuego sea capaz de fijar y clarificar el
Mercurio y lo limpie de toda tosquedad e impureza? Los Sabios lo llaman el fuego viviente,
porque Dios le ha concedido su propio poder divino y vivificante.
En los escritos de los Sabios este fuego se denomina de distintas maneras. Algunos lo
llaman vino quemado, otros le asignan tres nombres resultantes de la analogía de las Tres
Personas de la Santísima Trinidad, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo; Cuerpo,
Alma y Fuego o Espíritu.
Los Sabios dicen además: “El fuego es fuego y además es agua, y contiene tanto el frío
como el calor, la humedad y la sequedad, de modo que nadie puede apagarlo, tan sólo él
mismo”. Por eso otros dicen que es un fuego inextinguible que siempre quema, que
purifica y tiñe a todos los metales eliminando sus impurezas y combinando al Mercurio
P a g e | con
19
el Sol en una unión tan íntima que llegan a constituir una sola unidad inseparable.
De aquí que nuestros grandes maestros digan que Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu
Santo son tres Personas y un solo Dios. Así, este fuego unifica estas tres cosas, a saber, el
Cuerpo, el Espíritu y el Alma, esto es, el Sol, el Mercurio y el Alma. El Fuego nutre el Alma
que une al Cuerpo y al Espíritu; de este modo los tres son uno y permanecen unidos para
siempre. Igual que sucede con el fuego ordinario, que al serle suministrado combustible
puede extenderse y llenar el mundo entero, así esta Tintura puede multiplicarse y este fuego
puede entrar en todos los metales. Una sola parte del mismo tiene el poder de cambiar
doscientas, trescientas o quinientas partes de otros metales en oro.
Los Sabios también llaman a este fuego el fuego del Espíritu Santo, porque del mismo
modo que la Divinidad de Cristo se encarnó sin renunciar a su Divina naturaleza, así el Sol,
la Luna y Mercurio se transmutan en la verdadera Tintura, que permanece impasible ante
todas las influencias externas y perdurará para siempre. Una vez más y del mismo modo en
que Dios alimenta a muchos pecadores malvados con su sangre, así esta Tintura tiñe a
todos los metales vulgares e impuros sin verse afectada por el contacto con ellos. Así puede
compararse con el sacrosanto Sacramento de la Santísima Eucaristía, de la que no se
excluye a ningún pecador por muy impuro que sea.
Acabais de trabar conocimiento con la milagrosa virtud de este fuego: no olvides que
ningún estudiante de este Arte puede prescindir de él. Otro Sabio dice: “En este fuego
invisible se contiene todo el misterio de este Arte, del mismo modo en que las Tres
Personas de la Santísima Trinidad están unidas en una sola sustancia”. En este fuego el
verdadero Arte se resume en tres cosas palpables que son invisibles e incomprensibles
como el Espíritu Santo. Sin estas tres cosas nuestro Arte no podrá ser llevado nunca a la
perfección. Una de ellas es el fuego; la segunda, el agua, y la tercera, la tierra. Los tres se
encuentran presentes de forma invisible en una sola esencia y son la causa instrumental de
toda la perfección de la Naturaleza.
Ahora describiré la operación de esas tres cosas en nuestro arte y empezaré de inmediato
con ellas. Nuestro sabio maestro Platón dice: “Cuando un hombre siembra buena semilla,
primero escoge un campo fértil, lo ara, lo abona y le quita todas las malas hierbas, y procura
también que su propio grano esté libre de toda mezcla. Una vez sembrado el grano necesita
humedad o lluvia para que el grano se descomponga y para elevarlo a una nueva vida.
También necesita el fuego, a saber, el calor del Sol, para que madure. Las necesidades de
nuestro Arte son de una naturaleza análoga”. Primero debes preparar tu semilla, es decir,
purificar tu Materia de toda impureza, por un método que encontraréis bien explicado en
los dictados de los Sabios que he añadido a este tratado. Luego debes tener una buena
tierra en la que sembrar tu Mercurio y el Sol. De esta tierra deben extraerse todos los
elementos externos si deseamos que produzca una buena cosecha. Luego el Sabio nos
ordena “sembrar la semilla en un campo fértil que haya sido preparado con fuego viviente,
y producirá mucho fruto”.
¿Qué es la orina de los niños?
Ahora os informaré adecuadamente acerca de la orina de los niños y de los Sabios. El
espíritu que se extrae de los metales es la orina de los niños por ser la semilla y el primer
principio de los metales. Sin esta semilla no habría consumación de nuestro Arte ni se
obtendría la Tintura, sea roja o blanca. El azufre y el mercurio del oro es la Tintura roja; el
azufre y el mercurio de la plata es la Tintura blanca. El Mercurio del Sol y de la Luna fija
todo el Mercurio en los metales imperfectos e imparte excelencia y duración incluso en el
mercurio común. Dioscórides escribió un elegante tratado acerca de la orina de los niños,
que él llama la primera Materia de los metales.
P a g e | 20
¿Qué es el Mercurio de los Sabios?
El Mercurio no es sino agua y sal sometidos durante largo tiempo a un calor natural para
que se unifiquen. Esto es Mercurio o agua seca que no es húmeda y que no humedece
nada. Por supuesto no hablo del mercurio común sino del Mercurio de los Sabios. Los
Sabios lo llaman el quinto elemento. Es el principio vital que lleva a todas las plantas a la
madurez y a la perfección. La otra quintaesencia, que se encuentra en la tierra y es en parte
material, contiene en sí misma su propia semilla, que crece de su propia tierra. La
quintaesencia celestial ayuda a la terrenal, elimina la tosquedad de su tierra y lleva la
mencionada semilla a su madurez puesto que el Mercurio y la Quintaesencia Celestial
eliminan toda la humedad perniciosa de la quintaesencia terrestre. Este Mercurio se llama
también el azufre del aire, siendo el azufre un endurecimiento del mercurio. Los podemos
describir también como marido y mujer, de los que nacen muchos hijos en la tierra. No
quiero que penséis que deseo ocultaros el verdadero significado de lo que estoy hablando.
Además seguiré ilustrándolo de la siguiente manera. El azufre vulgar, como sabéis, coagula
mercurio vulgar, y el azufre es venenoso y el mercurio mortal. ¿Cómo puede obtenerse de
cualquiera de ellos algo que perfeccione al otro si ambos precisan de la asistencia de un
agente externo? Por otra parte te puedo decir que tras la conjunción de nuestro azufre
fijado con nuestro mercurio sublimado, si echas una mera partícula de esto sobre mercurio
crudo, éste llega en seguida a la perfección. Podrás percibir claramente que la quintaesencia
de la tierra opera en invierno, cuando la tierra está helada, mientras que la quintaesencia de
las estrellas opera en verano, eliminando todo lo dañino de la quintaesencia inferior y
animándolo todo a crecer de manera vigorosa. Las dos quintaesencias pueden ser llevadas
al agua y conservadas allí. Una manifestación terrestre de esto lo podemos ver en los
colores del arco iris, cuando los rayos del Sol atraviesan la lluvia. Pero ciertamente no hay
piedra, ni animal ni planta alguna que no contenga ambas quintaesencias. Resumiendo,
éstas encarnan el secreto de todo nuestro Magisterio y de ellas se prepara nuestra Piedra.
Hermes, en su Tabla Esmeralda, se expresa de la siguiente manera: “Nuestra Piedra Sagrada,
-que es de buena sustancia y tiene un alma-, sube de la tierra al cielo y vuelve a bajar. Su
trabajo efectivo se da en el aire y se une al Mercurio. El Sol es su Padre y la Luna, su
Madre. El viento la ha llevado en su seno, la tierra es su nodriza y, -en definitiva-, lo que es
arriba, también es abajo”. El conjunto representa una mezcla natural, ya que es una Piedra y
no es una Piedra, fija y volátil, cuerpo y alma, marido y mujer, Rey y Reina. Que lo dicho
por mi baste, en vez de otras muchas palabras y parábolas.
Composición
Albertus se expresa así, refiriéndose a la conjunción de la Piedra: “Los elementos son tan
sutiles que ningún método ordinario de mezcla nos servirá. Primero deben disolverse en
agua, luego han de mezclarse y colocarse en un lugar caliente, donde se unen tras un
tiempo por la acción del calor natural. El Elixir y las dos soluciones se unen en la
proporción de tres partes de Elixir y una parte de cuerpo triturado. Esto a su vez debe ser
coagulado y disuelto, siguiendo así hasta que el conjunto se haya unido, sin transmutación
alguna. Todo esto se cumple por la virtud de nuestra agua mercurial, ya que con ella se
disuelve el cuerpo. Es este agua la que purifica, une, disuelve y convierte en rojo y blanco”.
Aristóteles dice de ella lo siguiente: “Este es el agua en la que Hermes nos pide que
sembremos la semilla”. El cometido del Sol o la Luna es, según considera Senior, la
extracción del agua divina del azufre o del mercurio, que es fuego, calentando y dando
fruto por su virtud ígnea. Éste es el Mercurio y ésta es el agua que no moja las manos. Es el
Mercurio que todos los Sabios han amado y usado, reconociendo su virtud mientras han
P a g e | 21
vivido.
Tercera parte del libro, que contiene los dictados de los Sabios
I.
Ahora procederé a citar las palabras de los Sabios acerca de este punto para que podais
entender su significado. Sabed que Dios Todopoderoso dio primero este Arte a nuestro
Padre Adán en el Paraíso. Tan pronto como le creó y le puso en el Jardín del Edén, se lo
impartió en las siguientes palabras: “Adán, aquí hay dos cosas: lo que está arriba es volátil,
lo que está abajo es fijo. Estas dos cosas contienen todo el misterio. Obsérvalo bien y no
reveles a tus hijos esta virtud oculta, ya que estas dos cosas te servirán junto con todas las
cosas creadas bajo el cielo, y pondré a tus pies la excelencia y el poder de este mundo,
siendo como eres un pequeño mundo”.
II.
Abel, el hijo de Adán, escribió en sus Principios: “Una vez que Dios hubo creado a nuestro
padre Adán y tras ponerlo en el Paraíso, sometió bajo su poder a todos los animales,
plantas, minerales y metales, pues el hombre es la montaña de las montañas, la piedra de las
piedras, el árbol de los árboles, la raíz de las raíces, la tierra de las tierras. Todas estas cosas
se incluyen en él, y por ello Dios le concedió ser el guardián de todas las cosas”.
III.
Set, el hijo de Adán, lo describe así: “Sabed, hijos míos, que cuanto más se cueza el ácido
por medio de nuestro Arte y se reduzca a cenizas, más sustancia se extraerá y se convertirá
en un cuerpo blanco. Si lo cueces bien y lo liberas de toda negrura, se convierte en una
piedra que se llama piedra blanca hasta que es molida. Disuélvela en saliva bien templada y
su blancura pronto se transformará en rojura. Todo el proceso se efectúa por medio de este
ácido potente y por el poder de Dios”.
IV.
Ixindrus: “Nuestra gran y preciosa Materia es el aire, ya que el aire mejora la Materia, sea el
aire espeso o tenue, caliente o húmedo. La espesura del aire viene de la puesta, la llegada y
la salida del Sol; por lo tanto el aire puede ser caliente o frío, seco o rarificado. Los grados
de estas diferencias distinguen el verano del invierno”.
V.
Anaxágoras dice: “Dios y su Bondad son el primer principio de todas las cosas. Luego, la
afabilidad de Dios reina incluso debajo de la tierra, siendo la sustancia de todas las cosas y
también la sustancia bajo la tierra. La benevolencia de Dios se refleja en la misma creación
y su integridad, en la solidez que se encuentra bajo la tierra. No podemos ver su bondad,
excepto en forma corporal”.
VI.
Senior o Pandolphus dice: “Hago saber a toda la posteridad que la finura del aire se
encuentra en el agua y no se separa de los otros elementos. Si la tierra no tuviese su jugo
vital, no quedaría humedad alguna en ella”.
VII.
Aristeus comenta brevemente: “Sabed que la tierra es redonda y no plana. Ya que si fuera
llana por completo, el Sol brillaría en todas partes al mismo tiempo”.
VIII.
Pitágoras: “Aquello que se toca y no se ve y también aquello que se conoce y no se mira, se
encuentra solamente en el cielo y la tierra. Por otra parte, aquello que no se conoce está en
el mundo y puede percibirse por la vista, el oído, el olfato, el gusto o el tacto. La vista nos
muestra la diferencia entre lo blanco y lo negro; el oído, entre el bien y el mal; el gusto,
entre lo dulce y lo amargo; el tacto, entre lo sutil y lo grueso; el olor, entre la fragancia
P a g e | y22lo
fétido”.
IX.
Aristeus, en su Segunda Tabla, dice: “Divide el cuerpo que te he dado a conocer en finas
láminas. Vierte luego sobre él nuestra agua salada, es decir, el agua de vida, y caliéntalo con
un fuego suave hasta que su negrura desaparezca y se convierta primero en blanco y, luego,
en rojo”.
X.
Parménides: “Los Sabios han escrito acerca de muchas aguas, piedras y metales para
confundiros. Vosotros, que deseais un conocimiento de nuestro Arte, renunciad al Sol, a la
Luna, a Saturno y a Venus y escoged nuestra ganga y nuestra tierra. ¿Por qué debemos
obrar así? Cada cosa es de la naturaleza de la nada” .
XI.
Lucas: “Toma el agua viviente de la Luna y coagúlala según nuestra costumbre. Con esas
últimas palabras quiero decir que ya está coagulada. Toma el agua viviente de la Luna y
ponla en nuestra tierra, hasta que se convierta en blanca. Sólo entonces es nuestra magnesia
y la naturaleza se regocija con la naturaleza”.
XII.
Ethel: “Somete nuestra piedra a cocción hasta que sea tan brillante como el mármol blanco.
Entonces se convierte en una Piedra grande y efectiva, habiéndose añadido el azufre al
azufre y conservando sus propiedades”.
XIII.
Pitágoras: “Os mostramos el régimen relativo a estas cosas. La sustancia debe beber su
agua, como el fuego de la Luna que has preparado. Debe continuar bebiendo su propia
agua y humedad hasta que se vuelva blanca”.
XIV.
Philetus: “Sabed, hijos de la filosofía, que la sustancia cuya búsqueda reduce a tantos a la
pobreza no es más que un aspecto de la mayoría de las propiedades eficaces. Es
despreciada por los ignorantes pero altamente considerada por los Sabios. ¡Oh, qué grande
es la locura y la presuntuosa ignorancia del vulgo! Si conocierais la virtud de esta sustancia,
los reyes, príncipes y nobles os envidiarían. Nosotros, los Sabios, lo llamamos el ácido más
potente, y sin este ácido nada puede obtenerse, sea negrura, blancura o Tintura”.
XV.
Matusalén: “Con aire, vapor y espíritu cambiaremos el mercurio vulgar en una plata tan
buena como pueda permitir la naturaleza de los minerales, cuando falta el calor”.
XVI.
Sixion: “Vosotros, hijos de la filosofía, si queréis hacer enrojecer nuestra sustancia primero
la tendréis que blanquear. Sus tres naturalezas se resumen en la blancura y en la rojez.
Toma pues nuestro Saturno, somételo a cocción en aqua vita hasta que se vuelva blanco, se
espese y se coagule y, finalmente, vuelva a ser rojo. Entonces es plomo rojo, y sin este
plomo de los Sabios nada puede hacerse”.
XVII.
Mundinus: “Aprended, ¡oh imitadores de este Arte!, que los filósofos han escrito acerca de
muchas gomas en sus obras, pero la sustancia a la que se refieren no es sino el agua fija y
viviente, la única de la que nuestra noble Piedra puede prepararse. Muchos buscan lo que se
llama la “goma” esencial y no la pueden encontrar. Yo os revelo el secreto de esta goma y
el misterio que contiene. Sabed que nuestra goma es mejor que el Sol y la Luna, y por ello
es muy apreciada por los Sabios, aunque es muy barata. Ellos dicen: Procura no desperdiciar esa
goma nuestra, pero en sus libros no la llaman por su nombre común, y esa es la razón por la
que se esconde de la multitud, de acuerdo con la orden que Dios le dio a Adán”.
XVIII.
Dardanius: “Sabed, hijos míos, que los Sabios toman un agua viviente e indestructible.
No
P a g e | 23
os dediquéis a esta labor a menos que conozcais el poder y la eficacia de este agua, ya que
nada puede hacerse en este Arte sin este agua indestructible. Los Sabios han descrito su
poder y eficacia llamándola la sangre espiritual. Transmuta este agua en cuerpo y espíritu y
entonces, por la gracia de Dios, habréis fijado firmemente el espíritu en el cuerpo”.
XIX.
Pitágoras, en su Segundo Libro, habla de la siguiente manera: “Los Sabios han usado
diferentes nombres para la sustancia y nos han dicho que hagamos el agua indestructible,
blanca y roja. Aparentemente también han indicado varios métodos, pero verdaderamente
hay acuerdo en cuanto a lo esencial. Sólo es el lenguage místico que emplean el que da un
cierto tono de desacuerdo. Nuestra Piedra es una piedra y no es una piedra. No tiene ni la
apariencia ni las propiedades de una piedra y, a pesar de ello, es una piedra. Muchos la han
denominado en función del lugar donde fue encontrada y otros atendiendo a su color”.
XX.
Neophides: “Te pido que tomes esa sustancia mística, la magnesia blanca. Procura que la
Piedra sea pura y brillante. Entonces colócala en su recipiente acuoso y sométela a un calor
lento hasta que ennegrezca, se vuelva blanca y, después, roja. El proceso completo se
cumplirá en cuarenta días. Una vez que hayas hecho esto, Dios te muestra un águila que es
la primera sustancia de la Piedra, la piedra conocida por todos los hombres”.
XXI.
Theophilus: “Toma Magnesia blanca, es decir, mercurio, mezclado con Luna. Trituralo
hasta que se convierta en agua fina. Sométela a cocción durante cuarenta días. Entonces la
flor del Sol se abrirá con un gran esplendor. Cierra bien la boca de la redoma y sométela a
cocción durante cuarenta días. Tras ese tiempo obtendrás un agua bellísima que tratarás de
la misma forma durante otros cuarenta días, hasta que hayas eliminado toda su negrura, sea
blanca y tenga un buen aroma”.
XXII.
Baelus dice: “Te pido que tomes Mercurio, que es la Magnesia de la Luna, y que sometas a
él y a su cuerpo a cocción hasta que sea blando, fino y como el agua que fluye. Caliéntalo
hasta que toda su humedad se coagule y se convierta en una Piedra”.
XXIII.
Basan dice: “Pon la Materia amarilla en el baño junto con su esposa y no dejes que el baño
esté demasiado caliente, a menos que se prive a ambos de conciencia. Mantén el conjunto a
una temperatura suave hasta que el esposo y la esposa sean uno. Rocíalo con su sudor y
colócalo en un lugar tranquilo. Procura no eliminar su virtud por la aplicación de un calor
excesivo. Honra entonces al Rey y a la Reina, y no los quemes. Si los sometes a un calor
suave se volverán primero negros, luego blancos y luego rojos. Si entendéis esto, benditos
sois, pero si no no culpéis a la Filosofía, sino a vuestra torpe ignorancia”.
XXIV.
Aristóteles: “Sabed, discípulos míos, que los Sabios llaman a nuestra Piedra a veces tierra y
a veces agua. Regulad vuestro fuego de acuerdo con la guía de la Naturaleza. En el líquido
hay primero agua, luego una piedra, después la tierra de los filósofos en la que siembran su
grano, que crece hacia arriba y da fruto según su especie”.
XXV.
Agodias: “Somete nuestra tierra a cocción hasta que se convierta en la primera sustancia.
Tritúrala hasta reducirla a un polvo impalpable y enciérrala de nuevo en un recipiente.
Rocíala con su propia humedad hasta que se efectúe la unión. Entonces observa
detenidamente, y si el agua presenta la apariencia de (falta una palabra o un trozo) sigue
triturándola y calentándola, ya que si no la puedes reducir a agua, el agua no puede
encontrarse. Para reducirlo a agua debes agitar el cuerpo con fuego. El agua de la que te
hablo no es agua de lluvia, sino un agua indestructible que no puede existir sin su cuerpo
que, a su vez, no puede existir ni operar sin su propia agua indestructible”.
P a g e | 24
XXVI.
Siretus: “Lo que requiere nuestro Arte es nuestra agua y nuestra tierra, que deben
ennegrecer, enblanquecer y enrojecer, presentando muchos otros colores intermedios que
se muestran de forma sucesiva. Todo se genera a través de nuestra agua viva e
indestructible. Los verdaderos Sabios solamente usan este agua viva que sustituye a todas
las demás sustancias y procesos. La cocción, calcinación, destilación, sublimación,
desecación, humectación, albificación y rubificación se incluyen en el desarrollo natural de
esta sola sustancia “.
XXVII.
Mosinus: “Los Sabios han descrito nuestra sustancia y el método de su preparación bajo
muchos nombres y, por lo tanto, han confundido a muchos que no entendían nuestra
escritura. Se compone de azufre rojo y blanco y de agua fija o indestructible, llamada agua
permanente”.
XXVIII.
Platón: “Que te baste disolver cuerpos con esta agua, a menos que se quemen. Deja que la
sustancia se lave con agua viva hasta que toda su negrura desaparezca y se convierta en una
Tintura blanca”.
XXIX.
Orfulus: “Primero, somete la Materia a una cocción suave, a una temperatura parecida a la
que una gallina emplea para incubar sus huevos para evitar que se consuma la humedad y se
destruya el espíritu de nuestra tierra. Procura que la redoma esté bien cerrada para que la
tierra pueda aplastar nuestra sustancia y permita que su espíritu pueda extraerse. Los Sabios
dicen que el mercurio se extrae de la flor de nuestra tierra y que el agua de nuestro fuego se
extrae de dos cosas y se transmuta en nuestro ácido. Pero a pesar de que hablan de muchas
cosas, todo ello se refiere a una sola cosa, a saber, que ese agua indestructible es nuestra
sustancia y nuestro ácido”.
XXX.
Bathon: “Si conoces la Materia de nuestra Piedra y el modo de regular su cocción y los
cambios cromáticos por los que pasa, como si deseara advertirte de que sus nombres son
tan numerosos como los colores que muestra, entonces podrás realizar la putrefacción o
primera cocción que convierte a nuestra Piedra en negra. Mediante este signo sabrás que
tienes la clave de nuestro Arte y podrás transmutar al blanco y al rojo místicos. Los Sabios
afirman por caridad cristiana y como verdad fundamental que la Piedra se disuelve a sí
misma, se coagula a sí misma, se mortifica a sí misma y se vivifica por su propio poder
inherente, y se transforma en negra, blanca y roja”.
XXXI.
Blodius: “Toma la Piedra que se encuentra en todas partes y se llama Rebis (dos cosas) y
que crece en dos montañas. Tómala mientras está todavía fresca, con su propia sangre. Su
crecimiento depende de su piel, aunque también de su carne. Su comida está en su sangre y
su hogar en el aire. Toma de ella cuanto quieras y métela en el baño”.
XXXII.
Leah, la profetisa, escribe brevemente: “Sabe, Natán, que la flor de oro es la Piedra. Por
tanto, sométela a calor durante un cierto número de días, hasta que tenga la apariencia
deslumbrante de mármol blanco”.
XXXIII.
Alkius: “A diario contemplas las montañas que contienen al esposo y a la esposa. Ve rápido
a sus cuevas y extrae su tierra, antes de que perezca”.
XXXIV.
Bonellus: “A todos vosotros, amantes de este Arte, os digo en fe y amor: Abandonad todos
vuestros métodos y sustancias, ya que nuestra sustancia es única y se llama Pagua
a g eviva
| 25e
indestructible. Aquél que se extravíe en una multitud de palabras sabrá de quienes hay que
prevenirse”.
XXXV.
Hieronymus: “Hombres malignos han oscurecido nuestro Arte pervirtiéndolo con muchas
palabras. Han llamado a nuestra tierra y a nuestro Sol u oro de muchas formas distintas.
Sus salteados, disoluciones, sublimaciones, aumentos, pulverizaciones, reducciones a un
ácido y a azufre blanco, su cocción del vapor ígneo, su coagulación y transmutación en
azufre rojo no son más que diferentes aspectos de la misma cosa que, en un primer estadio,
podemos describir como un azufre incombustible e indestructible”.
XXXVI.
Hermes: “Si no convertís la tierra de nuestra Materia en fuego, nuestro ácido no
ascenderá”.
XXXVII.
Pitágoras, en su Cuarta Tabla, dice: “¡Qué maravilloso es el acuerdo de los Sabios en medio
de la diferencia! Todos dicen que han preparado la Piedra de una sustancia a la que el vulgo
contempla como la cosa más vil de la tierra. Ciertamente, si dijéramos al vulgo el nombre
ordinario de nuestra sustancia, contemplarían nuestras afirmaciones como una falsedad
atrevida. Pero si conociesen su virtud y eficacia no despreciarían lo que es en realidad, la
cosa más preciosa del mundo. Dios ha escondido este misterio de los necios, los
ignorantes, los malvados y los calumniadores, para que no puedan emplearlo con fines
malvados”.
XXXVIII.
Hagienus: “Nuestra Piedra se encuentra en todas las montañas, todos los árboles, todas las
hierbas y animales y en todos los hombres. Tiene diferentes colores, contiene los cuatro
elementos y ha sido designada como un microcosmos. ¿No podéis ver acaso, ignorantes
buscadores de la Piedra, que trabajais en vano con tal diversidad de sustancias y métodos,
que nuestra Piedra es una sola tierra y un solo azufre y que crece en abundancia frente a
vuestros ojos? Yo os diré donde la encontraréis. El primer lugar es en la cima de dos
montañas; el segundo, en todas las montañas; el tercero, entre las inmundicias de la calle; el
cuarto, en los árboles y metales, cuyo líquido es el Sol y la Luna, Mercurio, Saturno y
Júpiter. Sólo hay un recipiente, un método y una consumación”.
XXXIX.
Morienus: “Sabed que nuestra Materia presenta el mismo acuerdo con la naturaleza
humana que con cualquier otra cosa, ya que se desarrolla por la putrefacción y la
transmutación. Si no se descompusiera, nada se generaría de ella. El objetivo de nuestro
Arte no se alcanza hasta que se unen el Sol y la Luna y se convierten en un solo cuerpo”.
XL.
La Tabla de Esmeralda: “Es verdadera y no tiene mácula alguna. Es la suma de la verdad. Lo
que está arriba es como lo que está abajo para la consecución de las maravillas de una cierta
cosa. Así como todas las cosas surgen de una sola Piedra, así también fueron generadas de
una sustancia común que incluye los cuatro elementos creados por Dios. Entre otros
milagros, se dice que la mencionada Piedra procede de la primera Materia. El Sol es su
Padre, La Luna es su madre, el viento la lleva en su seno y la tierra es su nodriza. Ella
misma es el Padre de toda la tierra y de toda la potencia que se deriva. Si se transmuta en
tierra, entonces la tierra separa del fuego lo sutil de lo espeso, operando suavemente y con
un gran artificio. Entonces la piedra asciende de la tierra al cielo y recibe las mejores
influencias del cielo y de la tierra. Si puedes realizar esto entonces tienes la gloria del mundo
y podrás alejar todas las enfermedades y transmutar todos los metales. Supera al Mercurio,
que es sutil y penetra todos los cuerpos sólidos y espesos. De aquí que se compare con el
mundo. Por eso me llaman Hermes, porque poseo las tres partes de la sabiduría de todo el
mundo”.
P a g e | 26
XLI.
Leprinus dice: “La Piedra debe ser extraída de una sustancia doble antes de obtener el
Elixir que se fija en una esencia, y se deriva de una Materia imprescindible que Dios ha
creado y sin la cual no se puede alcanzar el Arte. Estas dos partes deben ser purificadas
antes de ser unidas de nuevo. El cuerpo debe ser diferente y también habrá de serlo el
espíritu volátil. Sólo entonces tienes la Medicina que da la salud e imparte perfección a
todas las cosas. El principio fijo y volátil debe ser unido de forma inseparable, de modo que
incluso supere la fuerza destructiva del fuego”.
XLII.
Lamek: “En la Piedra de los Filósofos se encuentran los primeros elementos y los colores
finales de los minerales, o Alma, Espíritu y cuerpo agrupados en una sola unidad. La Piedra
que contiene todas estas cosas se llama Zibeth y la Naturaleza la ha dejado imperfecta”.
XLIII.
Sócrates: “Nuestro Misterio es la vida de todas las cosas o el agua. El agua disuelve el
cuerpo en espíritu e invoca al espíritu viviente de entre los muertos. Hijo mío, no
desprecies mi mandato práctico, ya que te comunica de forma breve todas las cosas que
realmente necesitas”.
XLIV.
Alejandro: “El Bien no debe ocultarse por causa de los hombres malvados que puedan
abusar de él. Dios reina sobre todos de acuerdo con su Divina Voluntad. Procura por tanto
que la sal de la Piedra se obtenga del mercurio y que sea esa, en efecto, la Materia que
buscamos, puesto que es la más excelente de todas las cosas. Ella misma contiene en sí
todos los secretos. El Mercurio es nuestra Piedra, que se compone de los elementos secos y
húmedos que se han unido mediante una calor suave en una unión inseparable”.
XLV.
Senior nos enseña a hacer la Sal de las cenizas y, entonces, por procedimientos diversos, a
cambiarla por el Mercurio de los Sabios, porque nuestro Magisterio depende solamente de
nuestra agua y no precisa de nada más.
XLVI.
Rosarius: “Es una piedra y no es una piedra, a saber, el águila o piedra. La sustancia tiene
en su vientre una piedra y, cuando se disuelve, el agua que estaba coagulada en ella sale al
exterior. Entonces la Piedra es el espíritu extraído de nuestro cuerpo indestructible. Éste
contiene en su cuerpo mercurio o agua líquida, o también tierra fija, que retiene su
naturaleza. Esta explicación es lo suficientemente sencilla”.
XLVII.
Pamphilus: “La Sal de la Gema es la que está en sus propias entrañas. Asciende con el agua
hasta la parte superior del alambique y después de la separación se unifica de nuevo y se
convierte en un sólo cuerpo por medio de un calor natural. Podríamos decir con el rey
Alejandro que se parece a la unión de un alma con su cuerpo”.
XLVIII.
Demócrito: “Nuestra Substancia es la conjunción de los elementos secos y húmedos que se
separan por un vapor o calor y, luego, se transmutan en un líquido parecido al agua en el
que puede encontrarse nuestra Piedra. El vapor une la tierra más sutil con el aire más sutil,
y contiene todos los elementos sutiles. Esta primera sustancia puede separarse en agua y
tierra, siendo ésta última visible. La tierra del vapor es volátil cuando sube pero se fija
cuando se separan, y al unirse los elementos otra vez se convierte en mercurio fijo. Para el
disfrute de este precioso don, nosotros los Sabios incesantemente alabamos y bendecimos
el Santo Nombre de Dios”.
XLIX.
Siros: “El cuerpo de los Sabios, una vez calcinado, se llama agua eterna, ya que coagula
siempre nuestro Mercurio. Si el cuerpo ha sido purificado y disuelto, la unión Pesatan
g e fuerte
| 27
que resiste todo intento de separación”.
L.
Noé, el hombre de Dios, escribe en su Tabla: “Hijos míos y gentes todas, sabed que no se
encuentra en la tierra piedra que tenga más virtud que ésta. Ningún hombre mortal puede
encontrar el verdadero Arte sin esta Piedra. ¡Bendito sea el Dios del Cielo que ha creado
esta propiedad en la Sal, incluso en la Sal de la Gema!”.
LI.
Menaldes: “El fuego de los Sabios puede extraerse de todas las cosas naturales y se llama la
quintaesencia. Se compone de tierra, agua, aire y fuego. No tiene causa de corrupción ni
otras cualidades contrarias”.
LII.
Hermes, en su segunda Tabla, escribe: “Disuelve las cenizas en el segundo elemento y
coagula esta sustancia en una Piedra. Haz esto siete veces; así como Namán el Sirio fue
purgado de su lepra lavándose siete veces en el Jordán, del mismo modo nuestra sustancia
debe pasar una limpieza séptuple por calcinación y disolución, mostrando una variedad de
colores cada vez más profundos. En nuestra agua se esconden los cuatro elementos, y esta
tierra que traga su agua es el dragón que se traga su cola, es decir, su fuerza”.
LIII.
Nundinus: “El fuego que incluye a todos nuestros procesos químicos es tripartito: tiene el
elemento ígneo del aire, del agua y de la tierra. Esto es todo lo que nuestro Magisterio
requiere”.
LIV.
Ananías: “Sabed, escrutadores de la Naturaleza, que el fuego es el alma de todas las cosas y
que Dios mismo es fuego y alma. Y el cuerpo no puede vivir sin fuego, ya que sin fuego los
otros elementos no tienen eficacia. Es por tanto un fuego divino, terrible y sagrado el que
mora con Dios mismo en la Santísima Trinidad, por lo que también damos gratitud eterna
a Dios”.
LV.
Bonidus: “En la fuente de la Naturaleza se encuentra nuestra Substancia y en ninguna otra
parte de la tierra. Y nuestra Piedra es fuego y ha sido generada en el fuego, sin ser por ello
consumida por el fuego”.
LVI.
Rosinus: “Dos cosas se esconden en dos cosas y muestran nuestra Piedra. Estas son que la
tierra está en el fuego, y el aire, en el agua, aunque sólo haya dos cosas externas que son la
tierra y el agua. El Mercurio es nuestra Piedra, que se compone de elementos húmedos y
secos. El Mercurio es seco y húmedo en su misma naturaleza y todas las cosas crecen de los
elementos húmedos y secos”.
LVII.
Geber: “No podemos encontrar nada permanente ni fijo en el fuego, sino tan sólo una
humedad viscosa natural que es la raíz de todos los metales. Para nuestra Piedra venerable
no se requiere nada sino sustancias mercuriales, y éstas solamente si han sido bien
purificadas por nuestro Arte y son capaces de resistir el calor potente de nuestro fuego.
Esta Substancia penetra hasta la misma raíz de los metales, supera su naturaleza imperfecta
y los transmuta de acuerdo con la virtud del Elixir o la Medicina”.
LVIII.
Aros: “Nuestra Medicina consiste en dos cosas y una sola esencia. Hay un solo Mercurio,
de una sustancia fija y volátil, compuesto de cuerpo y espíritu, frío y húmedo, caliente y
seco”.
LIX.
Arnoldus: “Que tu única preocupación sea regular la cocción de la sustancia mercurial. En
la misma proporción en que sea dignificada, así dignificará los cuerpos”.
P a g e | 28
LX.
Alphidius: “Transmuta la naturaleza y encontrarás lo que buscas, ya que en nuestro
magisterio obtenemos de lo tosco, lo sutil o espíritu; así pues, obtenemos de lo húmedo lo
seco, es decir, la tierra del agua. De esta forma transmutamos lo corpóreo en espiritual y lo
espiritual en corpóreo, lo más bajo en lo más alto, y lo más alto en lo más bajo”.
LXI.
Bernardus: “La sustancia media no es sino mercurio coagulado y la primera Materia no es
sino mercurio doble, pues nuestra Medicina se compone de dos cosas, la fija y la volátil, la
corpórea y la espiritual, la fría y la caliente, la húmeda y la seca. El Mercurio debe ser
sometido a cocción en un recipiente con tres divisiones para que la sequedad del fuego
activo pueda ser cambiado en la humedad vaporosa del aceite que rodea la sustancia. El
fuego ordinario no digiere nuestra sustancia, pero su calor convertido en sequedad es el
verdadero fuego”.
LXII.
Stephanus: “Los metales son cuerpos terrestres y se generan en el agua. El agua extrae un
vapor de la Piedra, y de la humedad de la tierra, por la operación del Sol, Dios permite que
el oro crezca y se acumule. Así, la tierra y el agua se unen en un cuerpo metálico”.
LXIII.
Guido Bonatus describe brevemente la quintaesencia cómo aquello que es más puro que
todos los elementos. La quintaesencia contiene los cuatro elementos, esto es, la primera
Materia, de la que Dios ha creado y sigue creando todavía todas las cosas. Es la Hylé que
contiene en una turbia mezcla las propiedades de cada criatura”.
LXIV.
Alridos: “La virtud y la eficacia de todas las cosas se encuentra en la quintaesencia, sea su
naturaleza caliente, fría, húmeda o seca. Esta quintaesencia emite la fragancia más dulce que
pueda imaginarse. Es por ello que se precisa la mayor perfección”.
LXV.
Longinus I describe el proceso de la siguiente manera: “Que tu recipiente esté bien cerrado
y expuesto a un calor uniforme. Este agua se prepara en cenizas secas y se somete a
cocción hasta que los dos se convierten en uno solo. Cuando uno se une al otro el cuerpo
vuelve a su espíritu. Entonces el fuego debe aumentarse hasta que el cuerpo fijo retenga
aquello que no está fijado por su propio calor. Con esto puedes teñir diez mil veces otras
diez mil sustancias”.
LXVI.
Hermes, en sus Misterios, dice: “Sabed que nuestra Piedra es muy poco apreciada por la
multitud ingrata, pero es muy preciada entre los Sabios. Si los príncipes supieran cuánto
oro puede hacerse a partir de una partícula de Sol y de nuestra Piedra, no permitirían que
saliera nunca de sus dominios”.
“Los Sabios se regocijan cuando los cuerpos están disueltos, ya que nuestra piedra se
prepara con dos aguas. Elimina todas las enfermedades del cuerpo enfermo, sea humano o
metálico”.
“Por medio de nuestro Arte hacemos en un mes lo que la Naturaleza no puede realizar en
mil años. Primero se purifican las partes y luego constituyen una unidad inseparable e
indisoluble”.
LXVII.
Nerón: “Sabed que nuestro Mercurio es seco y húmedo, y está unido con el Sol y la Luna.
El Sol y la Luna, en la naturaleza, son mercurio frío y húmedo y azufre caliente y seco, y
ambos se propagan de forma natural, estando unidas en una sola cosa”.
P a g e | 29
Aquí sigue una verdadera explicación de algunos de los anteriores dictados
filosóficos, siendo claramente expresado el significado,
palabra por palabra y punto por punto
Ahora me propongo decir algo acerca del significado de las expresiones oscuras y alegóricas
empleadas por algunos de los Sabios que he citado. Os aseguro que todos eran verdaderos
Sabios y que sin duda alguna poseían nuestra Piedra. Es posible que la hayan poseído más
personas desde el tiempo de Adán, pero la lista anterior incluye a todos los que yo conozco.
No necesito aquí examinar de nuevo todos sus dichos, ya que las palabras del menor de
éstos sería suficiente para impartiros un conocimiento de este Arte, y mi ambición en este
sentido no va más allá de este propósito. Si he citado tal número de autoridades, sólo lo he
hecho para que entendáis mejor la teoría y la práctica de este Arte y os podais ahorrar todo
esfuerzo innecesario. Por este motivo he expresado esta verdadera filosofía con toda la
habilidad que Dios me ha dado. Espero que el iniciado obviará cualquier inexactitud
terminológica que haya cometido y seguirá mi ejemplo de abstenerse voluntariamente de
extraviar a buscadores ansiosos. Puedo haber cometido algunos errores, pero en lo
referente al conjunto de mi obra, sé que lo que he escrito es la pura verdad.
Explicación del dicho de Adán
Cuando Dios creó a Adán, nuestro primer padre, y lo situó en el Paraíso, le mostró dos
cosas, y éstas eran básicamente la tierra y el agua. La tierra es fija e indestructible, y el agua,
volátil y vaporosa. Estas dos contienen los elementos de todas las cosas creadas: el agua
contiene el aire, y la tierra, el fuego, y de estas cuatro cosas se compone toda la Creación.
En la tierra se incluyen el fuego, las piedras, los minerales, la sal, el mercurio y todo tipo de
metales. En el agua y en el aire, todo género de sustancias vivientes y orgánicas, como las
bestias, los pájaros, los peces, la carne, los huesos, la madera, los árboles, las flores y las
hojas. A todas estas cosas Dios les impartió su eficacia y virtud y las sometió al señorío y
uso de Adán. Así podréis ver cómo todas estas cosas se adaptan al cuerpo humano y sirven
a los requerimientos de su naturaleza. Puede incorporar la virtud de sustancias externas
asimilándolas en forma de comida. Asimismo, su mente está debidamente construída con el
propósito de adquirir un conocimiento racional del mundo físico. Que esto es así puede
verse en el primer capítulo del Génesis.
En el sexto día del primer año del mundo, esto es, el día 15 de marzo, Dios creó al primer
hombre, Adán, de tierra roja, en un campo cerca de Damasco, con un bellísimo cuerpo a
imagen y semejanza suya. Cuando Adán fue creado estaba desnudo frente al Señor y, con
las manos levantadas, le dio gracias diciéndole: Oh Señor, Tus Manos me han moldeado. Ahora
recuerda, te lo ruego, la obra de tus manos, que has vestido con carne y fortalecido con huesos, dame vida y
bondad amorosa.
Así el Señor dotó a Adán con gran sabiduría y de tan maravilloso discernimiento que sin la
ayuda de maestro alguno, simplemente por medio de su virtud primigenia, tenía un
conocimiento perfecto de las siete artes liberales y de todos los animales, plantas, piedras,
metales y minerales. Y lo que es más, entendía a la perfección la Santísima Trinidad y la
Encarnación de Cristo. Más aún: Adán era el Señor, Rey y Monarca de todas las demás
criaturas, que por mandato divino le fueron traídas por el ángel para recibir sus nombres.
Así todas las criaturas reconocieron a Adán como su señor, dado que le fueron dadas a
conocer todas las propiedades y virtudes de las cosas. El conocimiento y la sabiduría de
todas las cosas que Adán había recibido, le permitieron observar las propiedades, el origen
y el fin de todas las cosas. Se daba cuenta de la división y la destrucción, del nacimiento y
del deterioro de las sustancias físicas. Vio que su origen procedía de los elementos secos y
húmedos y que volvían a transmutarse en lo seco y lo húmedo. De todas estas
P a gcosas
e | 30se
daba cuenta Adán y especialmente de aquello que se llama la primera Materia, puesto que el
que sabe cómo las cosas se transmutan en su primera Materia, no tiene porqué preguntar
nada. Era lo que existía al principio, antes de que Dios creara el cielo y la tierra; era también
aquello de lo que podría crearse algo que no hubiera existido jamás, una nueva tierra, fuego,
agua, aire, Sol, Luna, estrellas; en definitiva, era aquello de lo que podría crearse un nuevo
mundo.
Así como al principio todas las cosas se crearon nuevas, asimismo hay una especie de nueva
creación a partir de la primera sustancia en nuestro Arte. A pesar de que Dios advirtió a
Adán que no revelara nada acerca de esta primera sustancia, a saber, los elementos secos y
húmedos, le permitió impartir este conocimiento a su hijo Set. Abel descubrió el Arte por
sí mismo, por la sabiduría que Dios le había concedido, e inscribió un relato del mismo en
tablas de haya. Fue también el primero en descubrir el arte de la escritura; más aún, predijo
la destrucción del mundo por el Diluvio, y escribió todas estas cosas en tablas de madera,
escondiéndolas bajo un pilar de piedra que fue encontrado mucho tiempo después por los
hijos de Israel. Por lo tanto puedes ver que nuestro Arte era secreto desde el principio y
seguirá siendo un secreto hasta el fin del mundo. Por este motivo es necesario considerar
cuidadosamente todo lo que se dice sobre él y especialmente las palabras del Señor a Adán,
ya que muestran de forma concisa, el secreto del Arte.
Explicación del dicho de Abel
Este dicho se explica en parte por sí mismo y en parte se explica mediante las palabras de
Dios a Adán. Aun así añadiré algunos matices. El hombre tiene en sí mismo la virtud y la
eficiencia de todas las cosas, por lo que es llamado un pequeño mundo y se compara al
gran mundo, porque los huesos que se encuentran bajo su piel y que aguantan su cuerpo se
parecen a las montañas y a las piedras, su carne a la tierra, sus venas a los ríos, y sus arterias
a los arroyos que fluyen hacia ellos. El corazón es el mar, al que fluyen los ríos grandes y
pequeños, su pelo se parece a las hierbas que crecen, y así podríamos seguir con todas las
partes de su cuerpo. Por otra parte, sus partes internas, como el corazón, los pulmones y el
hígado, pueden compararse con los metales. Los pelos tienen su cabeza en la tierra (es
decir, la carne) y sus raíces en el aire, y como dicen los Sabios, la raíz de los minerales está
en el aire y su cabeza en la tierra. Aquello que sube por destilación es volátil y está en el
aire. Aquello que permanece en el fondo y está fijo es la cabeza, que está en la tierra. Por lo
tanto, uno debe existir siempre en conjunción con el otro si quiere ser efectivo. El hombre
puede por lo tanto compararse con un árbol invertido, ya que tiene raíces, o su pelo, en el
aire, mientras que otros árboles tienen sus pelos o sus raíces en la tierra. Y de nuestra
Piedra los Sabios han dicho justamente que tiene su cabeza en la tierra y su raíz en el aire.
Esta similitud tiene una doble interpretación. Primero, la relativa al lugar en que se
encuentra nuestra Materia y, en segundo lugar, en relación con la disolución y segunda
conjunción de la Piedra, puesto que cuando nuestra Piedra asciende por el alambique, tiene
su raíz en el aire, pero si deseamos recuperar su virtud y fuerza, debe volver una vez más a
la tierra, y entonces tiene su cabeza y potencia perfecta en la tierra. Por lo tanto, nuestra
Piedra es llamada con propiedad pequeño mundo, y es también llamada montaña de las
montañas de la que nuestra ganga se deriva, dado que se deriva de la primera sustancia de
forma análoga a cómo se creó el mundo. Sabéis que si enterrais cualquier cosa en la tierra y
se pudre, le pasa lo mismo que a la digestión de la comida en el cuerpo humano, donde lo
grueso se separa de lo sutil y lo fétido de lo que es puro; lo que queda es la primera Materia,
liberada por la podredumbre. Si entendéis esto, conocéis el verdadero Arte. Pero guardadlo
para vosotros y no echéis perlas a los cerdos, ya que el vulgo considera nuestro Arte con
ignorante desprecio.
Explicación del dicho de Set, hijo de Adán
P a g e | 31
Mediante la expresión “ácido que debe ser sometido a cocción y transmutado en cenizas”,
el sabio Set quería decir agua destilada, que nosotros llamamos semilla. Si ésta, por una
laboriosa cocción, se condensa en un cuerpo, -que él llama cenizas-, el cuerpo pierde su
negrura al ser lavado, hasta que enblanquece, ya que por la cocción constante toda negrura
e impureza son eliminadas. Si no fuera por esta tierra, el espíritu nunca se coagularía, dado
que no tendría cuerpo en el que entrar, puesto que no puede coagularse ni fijarse más que
en su propio cuerpo. Por otra parte el espíritu purifica su cuerpo y lo enblanquece, como
dice Set. Éste dice además: “Si lo calientas laboriosamente y lo libras de su negrura, se
convierte en una Piedra que se llama la moneda blanca de la Piedra”. Esto quiere decir que
si es calentado lentamente con un fuego suave, a más grados se transforma en un cuerpo
que resiste el fuego y se llama una Piedra. Está fija y tiene una apariencia blanca y brillante.
Se llama moneda porque así como alguien que tiene una moneda pueda comprar pan o
todo lo que necesite, así también el que tiene la Piedra puede comprar para sí salud,
sabiduría, longevidad, oro, plata, gemas, etc. Por ello se le llama justamente la Moneda,
puesto que se puede comprar con ella todo lo que las riquezas del mundo no pueden
procurar. Es acuñada por los Sabios, que en vez de la imagen de un príncipe imprimen en
ella su propia imagen. Es por ello que también se la conoce como la Moneda de los Sabios,
porque es su propio dinero, acuñado en su propia casa de la moneda.
Por otra parte, cuando el Sabio dice “calienta la Piedra hasta que se rompa y disuélvela en el
agua bien templada de la Luna”, quiere decir que la Piedra debe ser calentada por aquello
que está en sí misma, hasta ser cambiada en agua o disuelta. Todo esto se hace por su
propia acción, ya que el cuerpo se llama Luna cuando ha sido transformado en agua y el
espíritu extraído, o agua destilada, se llama Sol. El elemento del aire se encuentra en ella,
pero el cuerpo debe ser roto en su propia agua o disuelto por sí mismo. El “agua bien
templada de la Luna” es el calor interno suave que lo transforma en agua y crea dos aguas,
que son el espíritu destilado y el cuerpo disuelto. Estas dos aguas se unen otra vez por una
cocción lenta y suave, coagulándose el espíritu destilado en un cuerpo y convirtiéndose el
cuerpo disuelto en espíritu. Lo fijo se convierte en volátil y lo volátil en fijo mediante la
disolución y la coagulación, y ambos asumen un color blanco y, después, un color rojo. El
cambio a blanco y a rojo se produce por la misma agua, y a lo blanco siempre le sigue lo
rojo, así como a lo negro sigue siempre lo blanco. Cuando el Sabio, concluyendo, dice “que
el conjunto sólo puede realizarse solamente con el mejor ácido, únicamente a través del
poder de Dios” quiere decir que la sola cosa de la que nuestra Piedra puede ser procurada
puede compararse al ácido más fuerte, y que por medio de nuestro Arte este ácido se
convierte en la mejor de las cosas terrestres, que ni todos los tesoros de todos los reyes y
príncipes pueden comprar.
Explicación del dicho de Isindrus
¡Santo Cielo! Con qué habilidad han procurado los Sabios ocultar este tema. Habría sido
mejor que hubieran evitado escribir sobre ello por completo, ya que la extrema oscuridad
de su estilo ha llevado a la ruina a miles y los ha precipitado en la pobreza más grande,
especialmente a aquéllos que se embarcaron en esta labor sin el más mínimo conocimiento
de la Naturaleza o de los requisitos de nuestro Arte. Lo que han escrito los Sabios es
estrictamente verdadero, pero no puedes entenderlo a menos que estés iniciado ya en los
secretos de este Arte. Aunque fueras un Doctor de Doctores y una lumbrera, no podrías
entender nada en sus palabras sin este conocimiento. Ellos han escrito pero tu sigues
siendo un ignorante. Quisieron comunicar su secreto a la posteridad pero un sentido del
celo les impidió hacerlo en un lenguaje llano. Al lector no iniciado estas palabras de
P a g e | 32
Isindrus no pueden parecerle menos que tonterías: “Grande es el aire, porque el aire corrige
a la cosa, tanto si es delgada o gruesa, caliente o fría”. Pero el Sabio quiere decir que cuando
asciende con el agua, la Piedra es aire caliente, ya que el fuego y el aire contienen nuestra
Piedra como un fuego secreto escondido, y el agua que sube de la tierra, por esta ascensión,
se convierte en aire y en algo sutil. Y cuando desciende, desciende a un agua que contiene
fuego. De este modo la tierra se purifica, dado que el agua toma el fuego para sí al entrar en
la tierra, porque el fuego es el Alma y la Luna el Espíritu. Por ello el aire es grande, porque
lleva consigo el agua y el fuego y los imparte a todas las cosas, aunque por esta pérdida de
agua se convierta en algo frío. Entonces el aire, cuando es transmutado con su fuego al
cuerpo, se espesa, y de este modo el aire corrige la cosa con su espesura, pues extrae
nuestra Piedra al mismo tiempo que la lleva dentro, y la purifica tanto en su ascenso como
en su descenso. Asimismo, el aire purifica todas las cosas que crecen (por ejemplo, las
plantas), les da su alimento (por ejemplo, con el agua) y les imparte su fuego, por medio del
que se sustentan. De esto puedes convencerte mediante una demostración visual, ya que el
aire produce las nubes y las derrama en la tierra en forma de lluvia. Esta lluvia contiene el
fuego secreto derivado de la tierra y los rayos del Sol, por cuya acción subió, y este fuego se
da como alimento a todas las cosas. Aunque los rayos del Sol y de la Luna son
increíblemente sutiles, veloces e intangibles, aun así los rayos de nuestro Sol y de nuestra
Luna son más veloces y sutiles que los recibidos por las plantas durante su crecimiento. La
tierra digiere los rayos del Sol y la Luna, y éstos sustentan de la forma más maravillosa a las
plantas, y los rayos vivientes del Sol y de la Luna nutren a todas las cosas creadas. Mediante
esta digestión obtienen su vida. Por esta razón puede llamarse grande al aire, porque
mediante la gracia de Dios hace grandes cosas.
Por otra parte, cuando el Sabio dice “si el aire se espesa”, es decir, cuando el Sol se desplaza
o cambia de lugar, “tiene un espesor, hasta que sube”. Con esto quiere decir que si el agua
destilada que se toma para el Sol o fuego, se acerca a su cuerpo y se transforma en él,
entonces el Sol desciende a la tierra. De este modo el aire se espesa uniéndose a la tierra, y
si el Sol se eleva una vez más el aire se vuelva más sutil. Esto quiere decir que cuando el
agua se extrae de la tierra por medio del alambique, el fuego sube hacia arriba, es decir, el
Sol es exaltado y el aire se vuelve más sutil. Además, cuando dice “esto también es caliente
y frío, espesor, delgadez o blandura”, el Sabio quiere decir que el Sol es caliente y la Luna,
fría. La tierra, cuando se disuelve, es la Luna, y el agua en la que se encuentra el fuego, es el
Sol. Estos dos deben unirse de forma inseparable, y esta unión les permite reducir los
elementos de todos los cuerpos metálicos y animales en los que sean inyectados para
aumentar su pureza y su salud. Cuando el Sabio añade que el espesor y la finura denotan el
verano y el invierno, quiere decir que nuestro Arte está lleno de espesor y delgadez, o de
dos elementos que deben estar unidos por un calor suave, como el del invierno y el del
verano combinados. Esta temperatura templada, que parece la de un baño, une al Sol y a la
Luna. Por la gracia de Dios, os he interpretado el dicho parabólico de Isindrus.
Explicación del dicho de Anaxágoras
Desde el principio de todas las cosas, Dios es. Se asemeja a la luz y al fuego. Puede
parecerse más al último en su esencia, porque el fuego es el primer principio de todas las
cosas que se ven y crecen. Asimismo, el primer principio de nuestro Arte es el fuego. El
calor impulsa a obrar a la Naturaleza, y en su trabajo se manifiestan el Cuerpo, el Espíritu y
el Alma, esto es, la tierra y el agua. La tierra es el Cuerpo, el aceite el Alma, y el agua, el
Espíritu. Todo esto se cumple por la bondad y lenidad divinas, sin las que la Naturaleza no
puede hacer nada o, como dice el Sabio: “La lenidad de Dios gobierna todas las cosas y
bajo el grosor de la tierra, tras la Creación, reveló la lenidad y la integridad”. Esto quiere
decir que si la tierra se separa del agua y se disuelve a su vez en aceite y agua, elP aaceite
es la
g e | 33
integridad y el agua, la lenidad. El agua imparte el alma al aceite y al cuerpo, y el cuerpo
sólo recibe lo que le imparte el cielo a través del agua, y el agua se revela bajo el aceite, y el
aceite bajo la tierra. El fuego es sutil y asciende hacia arriba desde la tierra con aguas sutiles
y se esconde en la tierra. El aceite, el aire y la tierra se purifican mediante su propio espíritu.
De ello se desprende que el aceite es la integridad en el cuerpo, y el espíritu, la lenidad,
dandose el caso que el espíritu en la primera operación desciende al cuerpo y da vida al
cuerpo. Aunque el aceite sea puro y permanezca con el cuerpo no puede socorrer al cuerpo
sin la ayuda del espíritu, ya que el cuerpo sufre violencia y angustia mientras se disuelve y
purifica. Por otra parte, el “grosor de la tierra” se transmuta en una sustancia fina como el
agua o el aceite, y por tanto, la lenidad puede verse en el cuerpo. El cuerpo es tan dulce y
blando que puede ser cambiado en agua o aceite, aunque antes estuviera bastante seco. Por
lo tanto el aceite puede verse en la tierra, que es la crasitud o la vida del agua, esto es, una
unión de fuego, aire y agua. Dadle ahora de beber agua al cuerpo y volverá a la vida. Y
aunque estos tres elementos han subido de la tierra, la virtud permanece en el cuerpo,
como puede verse disolviéndolo en agua y aceite. Pero el aceite no puede operar sin el
espíritu ni el espíritu puede dar fruto sin el aceite y el cuerpo. Por ello deben permanecer
unidos, y toda lenidad e integridad se ven en el cuerpo cuando se transmutan al blanco y al
rojo.
Explicación de la opinión de Pitágoras
Este Sabio pregunta qué es eso que se toca y no se ve. Quiere decir que la sustancia
preparada por nuestro Arte es una cosa tangible e invisible. Esto quiere decir que se puede
sentir, pero no se puede ver ni se conoce el modo de su operación. Aquél que la conoce
pero no conoce su operación no conoce las cosas como debiera. Esta sola cosa, que sólo
sirve a los propósitos de nuestro Arte, procede de cierto lugar oscuro, donde no es posible
ver, y ni siquiera su operación y virtud son conocidas para nadie, excepto para los iniciados.
Un gran misterio se esconde también en la Materia misma, es decir, en el aire y el fuego, o
el Sol, la Luna y las Estrellas. Esta cosa se esconde ahí y aun así es invisible. Como dice el
Sabio: “Lo que no se ve ni se conoce es el cielo. Aquello que se siente y no se ve, es la
tierra”. La tierra, dice el Sabio, es el espesor o el cuerpo que se encuentra en lo más
profundo de la Materia, el cuerpo que se ha acumulado en la Materia y puede sentirse y
conocerse. Mediante las palabras “aquello que está entre el cielo y la tierra, que se
desconoce” (esto es, en el mundo) quiere decir el Sabio que la Materia de nuestra Piedra se
encuentra en el pequeño mundo, y no en las rocas y montañas ni en la tierra, sino entre el
cielo y la tierra, es decir, en el aire. También cuando dice que “en ella están todos los
sentidos, como el olfato, el gusto, el oído y el tacto”, nos quiere enseñar que en la
naturaleza humana hay una totalidad de mente y percepción, ya que el hombre puede
conocer, sentir y entender. También nos enseñará como nuestra Piedra puede encontrarse,
principalmente, mediante la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto. Por la vista porque la
Materia de la Piedra es espesa o fina y clara y se vuelve negra, blanca y roja. Por el olfato,
porque cuando la impureza ha sido purgada, emite una fragancia muy dulce. Por el gusto,
porque primero su gusto es amargo y desagradable, pero luego se vuelve agradable. Por el
tacto, porque es aquel sentido que te permite distinguir entre lo duro y lo blanco, lo grueso
y lo sutil, entre el agua y la tierra y entre los diversos estadios de destilación, putrefacción,
disolución, coagulación, fermentación e inyección, por las que pasa la sustancia. Los
diferentes procesos de la labor se perciben con los sentidos y deberían cumplirse en el
plazo de cuarenta y seis días.
Resolución del nudo de Aristeo
“Toma el cuerpo que te he mostrado y divídelo en finas láminas”, es decir, toma la tierra
P a g e | 34
adherida a nuestra sustancia, que una vez seca se convierte en visible y cognoscible, pues
entonces es agua y tierra. De este modo se muestra la tierra, y se divide en dos partes, tierra
y agua. Toma esa tierra, colócala en una redoma y ponla en un baño caliente por cuyo calor
se disuelve en agua a través de su propia cocción interna. Esto es lo que el Sabio llama
dividir en finas láminas. El cuerpo que así se obtiene se denomina de formas diversas,
como la Piedra Filosofal o la Piedra de las Hojas. “Añade algo de nuestra agua salada y ésta
es el agua de la vida”. Esto quiere decir lo siguiente: Tras su disolución en agua debe beber
nuestra agua salada, ya que este agua ha sido previamente destilada de ella y es el agua de la
vida, ya que el alma y el espíritu del cuerpo se encuentran escondidos en ella, y se llama
nuestra agua de mar. Éste es también su nombre natural, puesto que se obtiene del mar
invisible y oculto llamado el Mar de los Sabios, el mar del mundo menor, puesto que
nuestro Arte se llama el mundo pequeño y, por tanto, es el agua de nuestro mar. Si este
agua se añade al cuerpo, se calienta y se purifica con él, y el cuerpo es purgado por una
larga cocción. Su color entonces cambia de negro a un blanco brillante, mientras que el
agua se coagula se y forma, por una unión indivisible con el cuerpo, la imperecedera Piedra
Filosofal que debes emplear para la gloria de Dios y el bien del prójimo.
Exposición de los dichos de Parménides
Sabios envidiosos han calificado a muchas aguas, metales y piedras como la Piedra Filosofal
simplemente con el propósito de decepcionaros. Los mismos filósofos te dirán que la han
guardado en secreto por temor a que fuera conocido por todo el mundo. Aquéllos que
siguen sus instrucciones que tengan por seguro que se extraviarán y perderán por completo
el verdadero fundamento de nuestro Arte. El fallo no reside tanto en los Sabios como en la
ignorancia de los lectores. Los Sabios le llaman Piedra y, en efecto, es una piedra extraída
de nuestra mina. Hablan de metales y, efectivamente, hay metales licuados de nuestra
ganga. Hablan de agua, pero obtenemos nuestra agua de nuestro propio manantial. El
azufre rojo y blanco al que se refieren se obtiene de nuestro aire. Su sal se obtiene de
nuestras minas de sal. Es nuestro Sol, nuestro verdegris y halonitre, nuestro álcali, nuestro
oropimente, nuestro arsénico, nuestro veneno y nuestra medicina, etc . Cualquiera que sea
el nombre que le den, no es sino una sola cosa. Es descrita correctamente por los Sabios,
pero no de forma tan llana que pueda ser comprendida por el neófito, ya que un lector de
estas características desconoce tanto la sustancia como la operación. El Sabio dice:
“Renuncia al Sol, a la Luna y a Venus por nuestra ganga”, es decir, que no puede
encontrarse en cualquiera de los metales terrestres, sino solamente en nuestra ganga.
Quienquiera que entienda correctamente las palabras finales del Sabio ha recibido una gran
bendición de las manos de Dios.
Explicación del dicho de Lucas
Mediante la expresión agua viva de la Luna este Sabio se refiere a nuestra agua, que es
doble. El agua destilada es la Luna; el Sol o el fuego se esconde en ella y es el Padre de
todas las cosas. Es comparable con el hombre, porque el Sol está en el agua. También se
llama agua viva, ya que la vida del cuerpo muerto se esconde en el agua. Es el agua de la
Luna, porque el Sol es el Padre y la Luna es la Madre, y son considerados por tanto como
marido y mujer. El Cuerpo es la Luna o la Madre, y el agua destilada o principio masculino
sube de la tierra, y por este motivo a veces se llama Luna, ya que es el agua de la Luna o el
Cuerpo. Ha dejado el Cuerpo y debe entrar otra vez antes de que nuestro Arte pueda ser
perfeccionado. Por ello el Cuerpo o Luna ha sido adecuadamente designada como
principio femenino, y el agua o Sol, como principio masculino, por razones que se han
expuesto de forma suficiente en este libro.
Por otra parte, cuando el Sabio dice “Coagúlalo a nuestra manera”, quiere Pdecir
a g eque
| 35el
cuerpo debe recibir su espíritu para beberlo gradualmente, poco a poco, hasta que recupere
su vida, salud y fuerza. Esto se da por medio del mismo calor suave que digiere la comida
en el estómago y hace madurar las frutas. No hay que olvidar que acostumbramos a comer,
beber y vivir por un calor suave. De acuerdo con este régimen, nuestro cuerpo se conserva
y todo lo inmundo y sin provecho se elimina de nuestro cuerpo. Acorde al mismo tipo de
cocción lenta, todo lo fétido y negro de nuestra Piedra se purga. Cuando el Sabio dice “a
nuestra manera”, quiere enseñarte que la preparación de la Piedra guarda una estricta
analogía con los procesos del cuerpo humano. Mediante las palabras “todo está ya
coagulado”, el Sabio nos muestra que el desarrollo químico de nuestra sustancia es interno,
produciéndose la acción de la Naturaleza y de sus cuatro elementos. La sustancia contiene
todo lo que se necesita; nada hay que añadir ni quitar puesto que se disuelve y se une de
nuevo por sus propiedades inherentes. Cuando el Sabio continúa: “te pido que tomes agua
de vida, que desciende de la Luna, y que la eches a la tierra hasta que se vuelva blanca”,
quiere decir que si el agua y la tierra están separados el uno del otro, entonces el cuerpo
seco es nuestra tierra y el agua extraída es el agua de la Luna o el agua de la vida. Este
proceso de fusión, desecación, atrición, coagulación, etc., se repite hasta que el cuerpo se
vuelve blanco. Entonces sigue la aglutinación, que es indisoluble. “Entonces, -dice el Sabio, tenemos nuestra Magnesia, y naturaleza se regocija con naturaleza”. Su espíritu y su
cuerpo se convierten en una sola cosa. Eran una sola cosa y después de la separación se
vuelven a convertir en una sola unidad; así pues, una naturaleza se regocija en la restitución
de la otra.
Exposición del dicho de Ethelius.
Él dice: “Calienta nuestra Piedra hasta que brille como el mármol reluciente; entonces se
convierte en una Piedra mística y grande, ya que el azufre añadido al azufre la conserva de
acuerdo con su salud”. Esto quiere decir que cuando lo húmedo y lo seco se han separado,
lo seco que permanece en el fondo y que se llama nuestra Piedra, es tan negro como un
cuervo. Este seco debe someterse a la cocción de nuestra agua, que había sido separada,
hasta que pierda su negrura y se convierta en blanca como el mármol reluciente. Entonces
es la Piedra mística que, por la cocción, se ha transmutado en mercurio fijo con la
bendición de Dios. La Piedra es mística o secreta porque se encuentra en un lugar secreto,
en una sustancia universalmente despreciada, en la que a nadie se le ocurriría buscar el
mayor tesoro de este mundo. Bien pudiera llamarse entonces la piedra oculta. Al hablar de la
unión de dos azufres y de su mútua conservación, quiere decir que a por la separación del
espíritu y el cuerpo, parece que haya dos sustancias, aunque en realidad sólo hay una. El
cuerpo que hay abajo es “azufre”, y el espíritu que está arriba es “azufre”. Ahora bien,
cuando el espíritu vuelve al cuerpo, un azufre se añade a otro y ambos se encuentran
unidos por una salud mútua, puesto que el cuerpo no puede ser sin el espíritu, ni el espíritu
sin el cuerpo. Por tanto, hay dos azufres en el cuerpo, el rojo y el blanco; el azufre blanco
se encuentra en el cuerpo negro, mientras que el rojo se esconde debajo del cuerpo. Si el
espíritu se añade gradualmente al cuerpo, se coagula enteramente en el cuerpo. El azufre se
añade al azufre y la perfección se alcanza mediante la salud que existe entre ambos. El
cuerpo no recibe nada si no es su propio espíritu, ya que ha retenido su alma, y lo que se ha
extraído de un cuerpo no puede añadirse a otra cosa, más que a ese mismo cuerpo. En
nada se deleita más el espíritu que en su propia alma y cuerpo. Por ello dice el Sabio:
“cuando el espíritu ha sido devuelto al cuerpo, el azufre al azufre y el agua al agua, y todo se
ha enblanquecido, entonces el cuerpo retiene el espíritu, de modo que no pueda haber ya
más separación”. Por tanto tienes ya la tierra bien purgada de los Sabios, en la que
sembramos nuestro grano hasta el infinito, para que pueda dar mucho fruto. P a g e | 36
Explicación del dicho de Pitágoras
Tienes muchas razones para maravillarte ante las muchas formas con las que los Sabios han
expresado la misma cosa. Y sin embargo sus descripciones han indicado solamente a una
Materia y sus dichos han referido una única sustancia. Cuando nuestro Sabio dice: “te
damos instrucciones relativas a estas cosas. Te decimos que es agua seca, como el agua de
la Luna que has preparado”, quiere decir que nosotros, los Sabios, debemos dar
instrucciones lo mejor que nos sea posible. Si estas instrucciones, bien entendidas, no dan
el resultado deseado, se nos puede culpar justamente de fraude y engaño. Pero si no
entendéis lo que queremos decir, sólo podéis culpar a vuestra propia estupidez, que capta la
letra y no el espíritu de nuestras instrucciones. Cuando el Sabio dice que debe beber de su
propia agua, te enseña que tras la separación de lo seco y de lo húmedo, el agua extraída del
cuerpo es el agua adecuada, el agua de la Luna preparada mediante la putrefacción y la
destilación. Este agua extraída es considerada como el principio masculino, y la tierra o
cuerpo, como el principio femenino. El agua del esposo debe unirse en unión conyugal con
la de la esposa. El cuerpo debe beber a intervalos de su propia agua preparada y ser cada
vez más puro, de modo que cuanto más bebe más blanco se vuelve. Entonces es llamada
“nuestra cal”, y debes verter el agua de nuestra cal en el cuerpo hasta que se coagule y se
tiña. Una vez que el cuerpo está saturado con su propia humedad, una gran brillantez se
apodera de él. Si queréis obtener la tintura roja, deberéis disolver, coagular y pasar por todo
el proceso otra vez. Ciertamente esta es la más pura verdad, una declaración llana, simple y
precisa de los requisitos de nuestro Arte.
Explicación de la Tabla Esmeralda de Hermes
Hermes tiene razón cuando dice que nuestro Arte es verdadero y que ha sido transmitido
por los Sabios. Todas las dudas acerca de él han surgido por una falsa interpretación del
lenguaje misterioso de los filósofos. Pero dado que se resisten a confesar su propia
ignorancia, sus lectores prefieren decir que las palabras de los Sabios son engañosas y
falsas. El error se encuentra en realidad en el lector ignorante, que no entiende el estilo de
los filósofos. Si al interpretar nuestros libros se dejaran llevar por la enseñanza de la
Naturaleza en lugar de atender a sus estúpidas nociones, no errarían tanto. Con las palabras
que siguen, “lo que está arriba es como lo que está abajo”, nuestro maestro describe la
Materia de nuestro Arte, que a pesar de ser una sola se divide en dos partes, el agua volátil
que sube hacia arriba y la tierra que permanece abajo y se fija. Pero cuando se da la unión,
el cuerpo se convierte en espíritu y el espíritu se convierte en cuerpo; la tierra se convierte
en agua y se vuelve volátil, y el agua se transmuta en cuerpo y se fija. Cuando los cuerpos se
convierten en espíritu y los espíritus se convierten en cuerpos, tu trabajo se ha llevado a
término, ya que lo que sube y lo que baja constituyen un solo cuerpo. Por tanto, cuando el
Sabio dice que aquello que está arriba es lo mismo que lo que está abajo, quiere decir que
tras haberse dividido en dos sustancias, habiendo sido una sola, se unen de nuevo en una
única sustancia formando una unión que nunca puede ser disuelta, y posee tal virtud y
eficacia que puede hacer en un momento lo que el Sol no puede hacer en mil años. Y este
milagro se lleva a cabo por una cosa despreciada y rechazada por la multitud. Por otra
parte, el Sabio nos dice que todas las cosas fueron creadas y se generan todavía a partir de
una única sustancia, y que están constituidas del mismo material elemental. En esta primera
sustancia Dios ha fijado los cuatro elementos, que representan un material común en el que
quizá sea posible resolver todas las cosas. Su desarrollo se da por la destilación del Sol y de
la Luna. Opera sobre ella el calor natural del Sol que moviliza su acción interna y multiplica
cada cosa según su especie, impartiendo a la sustancia su forma específica. El alma o
principio nutritivo es la tierra, que recibe los rayos del Sol y de la Luna, y con ellos
P a galimenta
e | 37
a sus hijos como si se tratase de leche materna. Por ello afirma que el Sol es el padre, la
Luna es la madre y la tierra es la nodriza, pues en esta sustancia está lo que necesitamos. El
que la puede tomar y preparar es digno de envidia. Se separa del Sol y de la Luna en la
forma de un vapor y se recoge en el lugar en el que se encuentra. Cuando Hermes añade
que “el aire la lleva en su seno, la tierra es su nodriza y el mundo entero es su Padre”,
quiere decir que cuando la sustancia de nuestra Piedra se disuelve, el viento la lleva en su
seno, es decir, el viento expulsa la sustancia en forma de agua; en este agua se esconde el
fuego, el alma de la Piedra, siendo el fuego el Padre del mundo entero. Así, la sustancia
volátil sube hacia arriba, mientras que aquello que permanece en el fondo es el “mundo
entero”, dado que nuestro Arte se compara con un “pequeño mundo”. De aquí que
Hermes llame al fuego el padre del mundo entero, porque es el Sol de nuestro Arte y
descienden de él el aire, la Luna y el agua. La tierra es la nodriza de la Piedra, es decir,
cuando la tierra recibe los rayos del Sol y de la Luna, nace un nuevo cuerpo, como un feto
en el vientre de la madre. La tierra recibe y digiere la luz del Sol y de la Luna y alimenta al
feto día a día. Esto lo hace hasta que se hace grande y fuerte, abandona su negrura y
contaminación y cambia de color. Esta “criatura”, que se llama “nuestra hija”, representa
nuestra Piedra, que nace de nuevo del Sol y de la Luna. Como podrás ver claramente,
cuando el espíritu o el agua que ha subido se transmuta gradualmente en el cuerpo y el
cuerpo nace de nuevo, éste crece y aumenta de tamaño como el feto en el vientre de la
madre. Así se genera la Piedra de la primera sustancia que contiene los cuatro elementos.
Es traída al mundo por dos cosas, por el cuerpo y por el espíritu. El viento la lleva en su
seno, ya que lleva la Piedra hacia arriba, desde la tierra hasta el cielo, y baja otra vez desde el
cielo hasta la tierra. Entonces la Piedra recibe su aumento de arriba y de abajo y nace una
segunda vez, del mismo modo en que todo feto se genera en el vientre materno. Así como
todas las cosas creadas paren a sus crías, así el aire o el viento paren a nuestra Piedra.
Cuando Hermes añade: “su poder o virtud es entera cuando se transmuta en tierra”, quiere
decir que cuando el espíritu se transmuta en cuerpo, aquél recibe toda su fuerza y virtud.
Porque de momento el espíritu es volátil y no fijo ni permanente. Si debe ser fijado,
procederemos como el panadero al hacer el pan. Sólo debemos darle un poco de espíritu
cada vez al cuerpo, del mismo modo en que el panadero sólo le pone un poco de levadura
cada vez a su masa y, con ello, toda la masa fermenta. El espíritu, que es nuestra levadura,
de forma semejante, transmuta todo el cuerpo en su propia sustancia. Por tanto, al cuerpo
debe añadírsele más y más levadura, hasta que la masa esté llena del poder de la levadura.
En nuestro Arte, el cuerpo fermenta al espíritu y lo transmuta en un solo cuerpo, y el
espíritu fermenta al cuerpo y lo transmuta en un solo espíritu. Y los dos, cuando se han
unido, reciben poder para fermentar todas las cosas en las que se proyectan por medio de
su propia virtud.
El Sabio continúa: “si separas lentamente la tierra del agua, lo sutil de lo espeso, la Piedra
asciende desde la tierra al cielo y vuelve a descender desde el cielo a la tierra, recibiendo su
virtud de arriba y de abajo. Por este proceso obtienes la gloria y la brillantez del mundo
entero. Con ella puedes alejar la pobreza, la enfermedad y la fatiga, ya que supera al
mercurio sutil y penetra todos los cuerpos sólidos y espesos”. Quiere decir que todos los
que quieren realizar esta labor deben separar lo húmedo de lo seco, deben separar el agua
de la tierra. El agua o fuego, siendo sutil, sube, mientras que el cuerpo es duro y permanece
donde está. La separación se da por la aplicación de un calor suave, a saber, en el baño
templado de los Sabios, que actúa lentamente y no es ni demasiado caliente ni demasiado
frío. Entonces la Piedra sube al cielo y desciende de nuevo del cielo a la tierra. Primero se
separan el espíritu y el cuerpo, y después se unen otra vez por cocción lenta, con una
temperatura parecida a la que una gallina emplea para incubar sus huevos. Tal es la
preparación de la sustancia, que vale como todo el mundo, por lo que también es llamada
“pequeño mundo”. La posesión de la Piedra será para ti el mayor deleitePya un
g e alivio
| 38
incomparable. También te mostrará un modelo de la creación del mundo. Te permitirá
alejar todo tipo de enfermedad del cuerpo humano, esquivar la pobreza y entender bien los
secretos de la Naturaleza. La Piedra tiene la virtud de transmutar mercurio en oro y plata, y
puede penetrar todos los cuerpos duros y sólidos como las piedras preciosas y los metales.
No puedes pedir mejor regalo de Dios que éste, el mayor de entre todos los dones. De aquí
que Hermes sea llamado con justicia con el título de Hermes Trismegisto, el que posee las tres
partes de la sabiduría de todo el mundo.
Cuarta parte
Podríamos preguntarnos por qué los Sabios que han escrito acerca de este precioso y
secreto Arte han creído necesario usar tantas expresiones ocultas y alegóricas, pues por
ellas nuestro Arte se oculta tanto a los indignos como a los verdaderos y honrados
estudiantes de nuestro Arte. Las personas necias que leen sus libros y se dan cuenta de las
riquezas y de las cosas buenas que proporciona, experimentan un cosquilleo interior y de
inmediato tienen visiones de ellos mismos sentados en tronos dorados, dominando los
tesoros del universo. Creen que el Arte puede aprenderse en un abrir y cerrar de ojos, y en
seguida se consideran a sí mismos como grandes doctores, y son incapaces de concebir la
posibilidad de caer en el error o extraviarse por las directrices de los Sabios. No son
conscientes de la costumbre de los filósofos de encubrir los aspectos fundamentales de este
Arte para revelarlos a sus hijos y discípulos mediante dichos o sentencias alegóricas. Resulta
imposible leer todo lo que los Sabios han escrito acerca de este tema, y todavía resulta más
inútil buscar en sus libros un conocimiento pleno y suficiente de nuestro Arte, a menos que
Dios, iluminando tu entendimiento, te dé clarividencia acerca de las propiedades naturales
de las cosas y, por tanto, acerca de los dichos de los que hablan de ellas. Solamente la
Naturaleza cumple los diversos procesos de nuestro Arte y, por ello, un conocimiento
verdadero de la Naturaleza te permitirá ver sus secretos. Por ello dice Bason: “No añadas
nada más, ya que es propiedad de nuestra sustancia superar todas las demás cosas”. Y
Bondinus nos dice que todo el proceso se cumple por medio del agua que sale de la Piedra.
Alphidius afirma que la Piedra Filosofal contiene cuatro naturalezas diferentes y, por tanto,
posee una virtud y una eficacia como no pueden encontrarse en ninguna otra piedra. Así
pues, la cuestión del Sabio Real Haly acerca de si existe una piedra tal en la tierra que pueda
compararse con la nuestra y que posea las mismas propiedades maravillosas, es contestada
por Morienus de la siguiente manera: “No tengo conocimiento de otra piedra de igual
excelencia, potencia y virtud, ya que la nuestra contiene los cuatro elementos en una forma
visible, y es una cosa singular entre todas las cosas creadas en el mundo. Si cualquier
persona tomara otra piedra que no sea la indicada por este Magisterio, su trabajo resultaría
vano”. Más aún, el Sabio Arros dice: “Nuestra Piedra es inútil para nuestro propósito, a
menos que se purgue de su tierra vulgar”. Asimismo nos dice Morienus que a menos que el
cuerpo se libere de sus impurezas no puede unirse a su espíritu. Una vez liberado de esta
naturaleza impura, el espíritu se une a él y se deleita en él, porque ambos se han liberado de
toda impureza. La verdad de sus palabras se confirma por Ascanius en La Multitud, dónde
dice: “Los espíritus no pueden unirse a cuerpos impuros, pero cuando el cuerpo ha sido
bien purgado y digerido por la cocción, el espíritu se une a él en medio de una colosal
exhibición de todos los colores de este mundo. El cuerpo imperfecto se tiñe con el
indestructible color del fermento. Este fermento es el alma, por medio de la cual el espíritu
se une al cuerpo y se transmuta con el cuerpo al color del fermento, por medio de lo cual
los tres se convierten en una sola unidad”. Se puede afirmar, aunque sea dicho de forma
enigmática por los Sabios, que se da un unión conyugal entre marido y mujer, y que de los
dos nace un niño semejante a ellos, de modo similar a como los hombres generan a los
hombres, los metales a los metales y todas las demás cosas a sus semejantes. P a g e | 39
Todos los que ejerzan este Arte deberán conocer las propiedades de la más noble sustancia
y seguir las instrucciones de la Naturaleza. Muchos de los que preguntan llevan a cabo sus
operaciones al azar, andan a tientas en la oscuridad y no saben si su arte es una imitación de
la Naturaleza o no. Aun así, pretenden corregir e intensificar las operaciones de la
Naturaleza. De tales personas Arnoldo dice que se acercan a nuestro Arte como el asno se
acerca al pesebre, no sabiendo porque abre la boca. Esto es así porque no saben qué hacer
ni saben que deben escuchar las enseñanzas de la Naturaleza. Buscan hacer las labores de la
Naturaleza pero no observan la mano que han de imitar. Nuestro Arte tiene su fundamento
en hechos naturales, ya que la Naturaleza prepara los metales en la tierra, algunos perfectos
como el oro y la plata, otros imperfectos, como Venus, Marte, Saturno y Júpiter, según el
trabajo y la influencia de los astros. Así pues, aquél que pretenda cumplir nuestro
Magisterio y desee participar en este noble Arte, deberá conocer la semilla de la que los
metales se generan naturalmente en la tierra, la semilla que retiramos por Naturaleza y
purificamos y preparamos mediante el Arte. Esta semilla se convierte en algo tan glorioso y
lleno de potencia, que con ella podemos instantaneamente impartir pureza y perfección a
los cuerpos imperfectos de los hombres y de los metales. La debemos extraer de cuerpos
maduros, puros y perfectos si queremos conseguir el fin deseado. A fin de que alcancéis
este conocimiento fácilmente, he compuesto el siguiente tratado, referido al primer
principio de la Naturaleza y a la creación y generación del hombre, y es este un tratado que
el estudiante de nuestro Magisterio debería repasar, considerar y digerir. Obrando así, no
tomará un camino equivocado.
El temor del Señor es el principio de la Sabiduría
Todos los verdaderos Sabios y Filósofos han intentado alcanzar un conocimiento de Dios
Todopoderoso tal y como se revela en sus maravillosas obras. Este conocimiento fue
alcanzado, teniendo en cuenta los límites de la mente humana, considerando diligentemente
el origen y los primeros principios de todas las cosas. Se les dio a conocer la omnipotencia
del Creador por la contemplación de los poderes secretos y las virtudes milagrosas que
infundió en las cosas naturales. Se les hizo considerar de qué modo podrían emplear su
conocimiento para el bien de la raza humana y cómo lo podrían revelar a otros. Recibieron
sabiduría para exponer los primeros principios de las cosas naturales, pero especialmente
acerca del nacimiento y la muerte del hombre, de la siguiente manera: Al principio Dios
creó todas las cosas de un líquido sutil o un vapor impalpable que no era ni húmedo ni
seco, ni frío ni caliente, ni luminoso ni oscuro, sino un caos confuso. Dios transformó este
vapor sutil en agua y, a continuación, lo separó en dos partes, una sólida y otra líquida, es
decir, en agua y tierra. Del agua elemental surgió el aire, y de la tierra elemental surgió el
fuego, es decir, el fuego elemental. Puede verse en esto que los dos primeros elementos
contienen los dos últimos, ya que la experiencia diaria nos enseña que en el agua hay aire y
que en la tierra hay fuego. De éstos creó Dios el firmamento, el Sol, la Luna y las Estrellas y
todos los objetos naturales. Al final creó un ser a su propia imagen y semejanza que formó
de la tierra húmeda, a saber, en su mayor parte de tierra (que contiene fuego) humedecida
con agua (que contiene aire). Por ello se dice que el hombre fue creado de los cuatro
elementos, y por ello es llamado “pequeño mundo”. Pero el hombre yacía como muerto en
el suelo hasta que Dios insufló en sus narices el espíritu de la vida, y Adán se convirtió en
un alma viviente. De la misma manera, es decir, a partir de los cuatro elementos, Dios creó
a los demás animales y a todas las plantas y minerales. Entonces Dios puso a Adán en el
Jardín del Edén, en el Paraíso, que Dios plantó con sus propias manos y en el que había
todo tipo de flores, frutas, raíces, especies, hojas y hierba. Entonces el corazón de Adán
estuvo lleno de gozo, y entendía el gran poder de su Creador, lo alababa y lo glorificaba.
En
P a g e | 40
ese momento no le faltaba de nada, tenía todo lo que deseaba y fue nombrado señor de
todas las criaturas. El Creador Eterno pidió a los ángeles que trajeran todas las cosas
vivientes a Adán, para que todas le reconocieran como su señor y para que Adán les diera
nombre para distinguirse entre ellas. Dios contemplaba a los animales caminando en el
Paraíso, cada uno con su pareja (excepto Adán, para el que no se encontró pareja). Cuando
Dios vió que se acercaban y que, sin embargo, estaban ansiosos por alejarse de él por el
respeto y el temor que les inspiraba, Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté solo”.
Entonces hizo Dios que Adán cayera en un sueño profundo y tomando una de sus
costillas, no lejos de su corazón, formó una bella mujer, a la que llamó Eva. Así le fue dada
una mujer para protegerla, para que ella le pudiera obedecer y para que pudieran ser
fecundos y se multiplicasen.
La gloria y la excelencia de Adán
Dios había previsto que Adán y Eva pasaran mil años en el Paraíso y luego fueran
trasladados en cuerpo y alma a la Vida Eterna del Cielo. Ese mismo destino glorioso le
estaba reservado a toda su descendencia. En ese momento el hombre era todavía puro,
bueno, sin pecado, y no estaba sometido a ningún tipo de indisposición o enfermedad. Era
grato y perfecto a los ojos de su Creador, que le había hecho a su propia imagen y
semejanza y que le dio todos los frutos del Paraíso para comer, excepto el del Árbol del
Conocimiento, del que nunca debería comer bajo pena de castigo eterno corporal y
espiritual. Pero al hacer caso de las palabras seductoras del Maligno y comer del fruto
prohibido, en seguida se convirtió en pobre y desdichado, dándose cuenta de su propia
desnudez y escondiéndose entre los árboles del jardín. Hubiera merecido la muerte eterna y
le hubiera ocurrido así, a no ser porque el Hijo de Dios, Nuestro Señor y Salvador
Jesucristo, prometió reparar este agravio. Pero en ese mundo, Dios castigó a Adán con un
pesado yugo de infelicidad, tribulaciones, pobreza y enfermedad, y todo ello seguido con la
amarga agonía de la muerte. También lo expulsó del Paraíso y maldijo la tierra para que no
diera fruto limpiamente, para que su fruto saliera con espinas y abrojos. Cuando Adán se
encontró en medio de una tierra salvaje y sin cultivar, obligado a ganarse el pan con el
sudor de su frente y a soportar el sufrimiento, el desasosiego y la angustia, empezó a pensar
seriamente en qué había hecho para provocar la ira de Dios. Empezó también a
experimentar una profunda pena por su grave pecado y a implorar la misericordia y el
perdón de Dios. Sus plegarias aplacaron el corazón paternal de Dios y le llevaron a aligerar
el yugo pesado impuesto sobre Adán. El aspecto central de este castigo seguía siendo la
muerte, que aunque retrasada, finalmente le alcanzó. Pero como digo, Dios mitigó el
castigo de Adán y retiró el yugo grave del sufrimiento, mostrándole el modo de alejar los
golpes de las calamidades inminentes. Con este propósito y por inspiración del Espíritu
Santo, las propiedades naturales de las cosas le fueron reveladas a Adán. Se le enseñó
también a preparar medicinas con hierbas, piedras y metales, con las que podría aliviar su
dura suerte, alejar las enfermedades y mantener su cuerpo en buena salud hasta el final de
sus días, que sólo era conocido por Dios. Ya que aunque al principio Adán tenía un claro
discernimiento acerca del funcionamiento del mundo natural, el mayor de todos los
secretos todavía le estaba vedado, hasta que Dios un día le llamó al Paraíso y le planteó este
maravilloso misterio, -el misterio de nuestra Piedra-, en las siguientes palabras: “Mira Adán,
aquí hay dos cosas, una fija e inmutable, y la otra volátil e inconstante. La gran virtud y
potencia que reside en ellas no la debes revelar a ninguno de tus hijos, ya que las creé por
un motivo especial que ya no te ocultaré más”. Cuando Adán conoció el misterio de la
misma boca de Dios, lo mantuvo en secreto de todos sus hijos, hasta que al final de su vida
obtuvo permiso de Dios para revelar la preparación de la Piedra a su hijo Set. De no haber
tenido conocimiento de este gran misterio, Adán no hubiera podido prolongar
P a g su
e |vida
41
durante trescientos años, y menos aún durante novecientos. Mas en ningún momento se
liberó de su sentimiento de culpabilidad por los terribles males que su desobediencia había
traído sobre él y su descendencia, pues por su culpa estaban todos condenados a la muerte
eterna. Si consideramos esto parecerá asombroso que Adán pudiera mantenerse vivo
siquiera un año después de su caída, y de ello podemos deducir con claridad que tan sólo
pudo alcanzar tan notable edad porque la bondad de Dios le debió conceder algún remedio
para conservar la vida. Si Adán no hubiera poseído nuestra Medicina o la Tintura, no
hubiera podido soportar tanta tribulación, ansiedad, infelicidad, pena, arrepentimiento y
enfermedad. Frente a todos estos males empleó nuestra Medicina, que mantuvo sus
miembros y su fuerza contra la decrepitud, dio vigor a sus facultades, confortó su corazón,
animó su espíritu, aligeró su ansiedad, fortaleció su cuerpo mortal contra todo tipo de
enfermedad y, en definitiva, le protegió de todo tipo de mal hasta el momento final de su
vida.
Con el paso del tiempo Adán se dio cuenta de que el Remedio no tenía ya poder para
fortalecerlo ni para prolongar su vida, así que empezó a aceptar su final, se abstuvo de
aplicarse la Medicina, se entregó a la misericordia de Dios y envió a su hijo Set, a quien
había confiado el secreto, a la puerta del Paraíso para pedir algo del fruto del Árbol de la
Vida. Esta petición le fue denegada, con lo cual volvió llevando consigo la respuesta del
ángel. Fueron noticias graves para Adán, que notaba que su fin estaba cerca, y decidió
enviar a su hijo Set una segunda vez al paraíso para recoger el aceite de la misericordia.
Antes de que Set regresara Adán murió, pero, por mandato de Dios, Set obtuvo del ángel
algunas semillas de oliva del Árbol del Aceite de la Misericordia y las plantó en la tumba de
su padre, donde creció el árbol del que la Cruz de Nuestro Santo Redentor fue hecha. De
este modo, aunque se le negó carnalmente el Aceite a Adán y no impidió su muerte
temporal, en un sentido espiritual le fue libremente concedido, obteniendo para él y toda su
descendencia la vida eterna y el perdón misericordioso, lleno de gracia y limpio de todos
sus pecados, prometiendo Dios que no los volvería a recordar.
Así, por el Árbol Celestial de la Vida, Dios cumplió la plegaria de nuestro primer padre
Adán y le concedió su petición de un modo que inesperado. Ahora experimenta el gozo del
que está a la diestra de Dios y ha sido alejado para siempre del poder hostil del hambre, la
sed, el calor, el frío y todos los males de la carne. Entiende que el Misterio de la Redención
es el más precioso, el más excelente y el más terrible de todos los misterios revelados por
Dios al hombre, un misterio que ningún pensamiento humano puede escrutar y que labios
humanos no podrán pronunciar jamás. Pero de este Misterio Terrible o Medicina del Alma,
Dios también nos ha concedido un antitipo terrenal o Medicina del Cuerpo, por medio del
cual el hombre despreciable puede, incluso en este mundo, protegerse frente a todos los
males del cuerpo, alejar la ansiedad y el desasosiego y refrescar y confortar su corazón en
los momentos difíciles, a saber, el Misterio de los Sabios o la Medicina de los Filósofos. Así
pues, si un hombre desea ser feliz en este mundo y en el otro, deberá buscar honestamente
y poseer devotamente estos dos Remedios. Con este fin debe volcarse hacia Dios con todo
su corazón y pedir su gracia, sin la que ninguno de los dos puede obtenerse y, por encima
de todo, debe ansiar recibir ese Remedio por el que el alma se cura de la enfermedad mortal
del pecado.
Esta es la verdadera fuente de los Sabios. No hay nada comparable a ella en la tierra; es una
sola cosa eterna con la que el cuerpo mortal puede, en este valle de lágrimas, fortalecerse
contra toda enfermedad, escudarse contra las garras de la pobreza y permanecer cuerdo,
sano y fuerte, protegiéndose de la mala fortuna hasta el final. También por ella los cuerpos
metálicos pueden convertirse en oro mediante una vivificación del proceso que la
Naturaleza emplea en el corazón de la tierra. Se considera que la preparación y los efectos
de esta Piedra guardan una gran analogía con la creación del mundo, y por ello creí
conveniente comentarlo debidamente al principio.
P a g e | 42
Ahora pasaré a exponer brevemente mi visión de este Arte que, como testifican todos los
Sabios, se corresponde y se asemeja a la creación y generación del hombre. Intentaré
expresarme de la forma más clara posible por la gloria de la Santísima Trinidad y el bien de
todos los creyentes cristianos. Cuando Dios creó el mundo y lo adornó con todo tipo de
cosas verdes, especies, raíces, hojas, flores, hierba y también con animales y minerales, los
bendijo e indicó que todo debería fructificar y dar semilla de su misma especie. Sólo Adán,
que es nuestra Materia, no estaba en posición de producir fruto de sí mismo. Antes de que
pudiera propagar su especie fue necesario que se retirara una parte de él y que después se
volviera a unir a él, a saber, su mujer Eva. Así pues debemos entender que mientras nuestra
sustancia sea torpe y sin dividir no puede producir fruto alguno. Primero debe separarse lo
sutil de lo espeso, o el agua de la tierra. El agua es Eva o el espíritu, la tierra es Adán o el
cuerpo. Así como el macho no puede engendrar hasta que se une con la hembra, asimismo
nuestra tierra está muerta hasta que se vivifica mediante la unión con el agua. Esto es lo que
el antiguo Sabio Hermes quiere decir cuando afirma que los muertos deben ser elevados a
la vida, y que los débiles han de fortalecerse.
Resulta necesario unir el cuerpo y el alma, y cambiar lo que está abajo en lo que está arriba,
es decir, el cuerpo en espíritu y el espíritu en cuerpo. Mediante esta expresión no debes
entender que el espíritu por sí mismo se transforma en un cuerpo, o que el cuerpo por sí
mismo se transforma en un espíritu. Significa que los dos se unen, y que el espíritu o agua
disuelve o resucita al cuerpo o a la tierra, mientras que el cuerpo atrae al espíritu o agua.
Ambos se unen entonces en una sola sustancia; la tierra se reblandece con el agua y el agua
se endurece con la tierra, como los niños que, jugando en la calle, vierten agua sobre polvo
seco y lo convierten en una masa. Por este motivo los Sabios llaman a nuestro proceso
juego de niños, en el que la muerte del uno es la vida del otro, es decir, en el que la dureza
del uno es aminorada por el otro y viceversa, dado que ambos originariamente estaban
juntos. Al contemplar esta unión el Sabio Hermes exclama: “¡Oh, qué fuerte, victoriosa y
preciosa es esta naturaleza que tan admirablemente conforta a su naturaleza
complementaria!”. Esta naturaleza es agua, que agita y vivifica la naturaleza del cuerpo. Por
ello se dice que Adán o el cuerpo estaría muerto sin Eva, el espíritu, ya que cuando el agua
ha sido destilada de nuestra sustancia el cuerpo permanece muerto y estéril en el fondo del
alambique. Tras la pérdida de su espíritu, éste es descrito por los Sabios como negro,
mortal y venenoso. Si el cuerpo quiere resucitar, debe prepararse para la generación siendo
purgado de su negrura y de su olor fétido. Entonces hay que devolverle su sudor o espíritu.
El espíritu no puede concebir a menos que el cuerpo abrace a su Eva o espíritu. Senior dice
que el vapor más alto debe ser devuelto al vapor inferior. El agua divina es el Rey que
desciende del cielo y que lleva el alma a su cuerpo, mediante la cual se vivifica. Observa que
en el cuerpo hay una sal fija oculta que dormita allí, como la semilla masculina reside en
Adán. El espíritu o Eva lo atrae y se queda embarazada. Esto significa que la semilla del
cuerpo, que hemos llamado sal fija, se extrae del cuerpo con su propia agua, que ha sido
separada antes de él, y es tan sutil y volátil que asciende con el espíritu al cielo. Entonces
decimos que lo fijo se ha convertido en volátil, que lo muerto ha resucitado y que el cuerpo
ha recibido vida de su espíritu. Por este motivo el agua ha sido llamada por algunos Sabios
el agua viviente del hombre, ya que se extrae del cuerpo u hombre. Lucas nos ordena que la
tomemos y la calentemos al modo de la Naturaleza. Otros Sabios llaman al cuerpo la “tierra
negra”, porque en ella la sal fija se oculta a la vista, como la semilla en el suelo. Otros la
llaman el “cuervo negro”, que tiene en su buche a la “paloma blanca”. El agua destilada del
cuerpo es llamada “leche de la virgen”, por medio de la cual la paloma blanca debe ser
extraída del cuervo negro. En definitiva, estas cosas son designadas por los Sabios con una
gran variedad de nombres, pero el significado de todos estos nombres es el mismo. De este
modo, el agua es abrazada por el cuerpo y la semilla del cuerpo, o la sal fija, deja preñada al
agua, puesto que el agua disuelve al cuerpo llevando hacia arriba algunas partículas
sal
P a gde
e la
| 43
fija. Cuánto más a menudo se repita este proceso, más espesa se torna el agua. De aquí que
la repetición del proceso sea un punto muy importante. Hermes dijo que cuando veía que
el agua se espesaba gradualmente y se endurecía, se regocijaba, porque sabía que
encontraría lo que buscaba. El agua entonces debe ser vertida sobre el cuerpo y calentada
con él, hasta que el cuerpo se haya disuelto. Entonces se debe extraer de nuevo hasta que el
cuerpo se haya coagulado. El cuerpo debe estar bien roto y purificado por el lavado. Este
proceso de fusión y extracción debe ser repetido hasta que toda la sal o la potencia y
eficacia se hayan extraído del cuerpo. Esto sucede cuando el agua se enblanquece y se
espesa, de modo que con el frío se vuelve dura y sólida como el hielo, mientras que con el
calor se funde como la mantequilla. Ahora bien, cuando ya nada más puede extraerse del
cuerpo, conviene retirar el residuo, ya que es la parte superflua de la sustancia. Esto es lo
que quieren decir los Sabios cuando afirman: “En la preparación eliminamos todo lo
superfluo”. Por otra parte, nuestro Magisterio se cumple con una sola sustancia, sin
añadirle nada y sin retirarle nada, excepto lo que es verdaderamente superfluo, pues posee
en abundancia todo lo que se necesita, a saber, el agua o la “tierra blanca y laminada” que
debe ser inyectada en “mercurio vivo” para que la transmutación en plata buena y fija
pueda realizarse. Pero hay algo mucho más noble y precioso escondido en este agua o sal
fija que crece y crece como el niño en el vientre de la madre. Así como el embrión en la
matriz, que es una mera semilla, crece y transmuta gradualmente su carne y su sangre
convirtiéndose en una sustancia más gruesa hasta que los miembros se forman, así crece
este agua, pasando del color blanco que la distinguía al principio hasta un cambio total de
color, del mismo modo que el embrión transmuta su color natural con el de la carne y la
sangre). La asunción del color rojo por parte de la sustancia puede compararse con la
formación de los miembros del niño. Es sólo entonces cuando vemos por primera vez en
lo que se va a convertir. Cuando adviertas esta transmutación final, cuyo germen siempre
ha estado en la sustancia, puedes alegrarte, pues has obtenido el objeto de tu deseo.
Queda así descrita la unión del esposo y de la esposa, es decir, del cuerpo y del espíritu, por
medio de la cual el niño se concibe en el agua y la blancura se extrae del cuerpo negro. No
necesitamos más que tiempo y paciencia, como dice Morienus. Este agua coagulada es la
“tierra blanca y laminada” en la que el Sabio nos pide que sembremos nuestro oro y nuestra
plata para que puedan multiplicarse por mil. Ésta es la “fuente clara” del Conde de Trevisa
en la que el Rey se baña sin la asistencia de ninguno de sus siervos, los cuales sólo vigilan su
ropa hasta que se seca la fuente, y entonces convierte a todos sus siervos en señores y
reyes, como lo era él al principio. Pero ahora la dignidad del Rey es tres veces mayor que
antes: lleva una diadema triple en la cabeza y vestimentas que brillan como carbúnculos y
amatistas, y debajo de ellas lleva la túnica de la pureza ceñida con el cinturón de la justícia.
Es el Rey más glorioso de la vida cuyo poder transciende todo pensamiento humano. A su
lado se sienta su pura y casta reina, surgida de su propia semilla, y de ellos nacen multitud
de herederos reales. La rojez se oculta y se conserva la blancura, la cual no debe ser
extraída, sino sometida a una lenta cocción hasta que su plena gloria carmesí fulgure. A esta
blancura se alude en La Multitud: ”Si ves que a la negrura le sigue la blancura, asegúrate de
que a la blancura le siga la rojez, ya que la rojez reside en la blancura y no debería ser
extraída, sino calentada lentamente, hasta que el conjunto enrojezca”. Que lo que os he
dicho, os baste.
Hermes dice: “Debes tener un buen conocimiento del verdadero principio de las sustancias
naturales y artificiales. Aquél que no conoce el verdadero primer principio nunca alcanzará
el fin”.
El Amor a Dios y hacia tu prójimo es la perfección de toda Sabiduría. Querer a Dios es la
mayor Sabiduría, y el tiempo es nuestro patrimonio. Sean para Él todo el honor, toda
alabanza y toda gloria.
P a g e | 44
FIN
Descargar