Hambre Cero – política pública y ciudadanía José Graziano da Silva1 Maya Takagi2 Resumen El artículo expone las principales concepciones y conceptos del Programa Hambre Cero del gobierno federal, hace un balance de un año de su implantación y concluye con la evaluación de algunos desafíos para su consolidación como Política de Seguridad Alimentaria y Nutricional en Brasil. Abstract This paper makes clear the conception and the main concepts of the Zero Hunger Program, analyses its implementation in the first year and the challenges to the Food and Nutritional Security Policy consolidation in Brazil. Introducción El gobierno del presidente Lula puso el problema del hambre en el centro de la agenda política brasileña e internacional, con un claro compromiso: pretende eliminarla del escenario nacional por medio de acciones integradas que estructuren una política permanente de seguridad alimentaria y nutricional. La implantación del Programa Hambre Cero, la creación del Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (CONSEA) y de un órgano ejecutivo y articulador – el Ministerio Especial de Seguridad Alimentaria y Lucha contra el Hambre3, ambos vinculados a la Presidencia de la República de Brasil, ya en el primer acto legislativo del 1 Prof. Titular de la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp/IE), Brasil; coordinador del Proyecto Hambre Cero del Instituto Ciudadanía, Ministro de Seguridad Alimentaria y Combate a la Hambre del gobierno Lula en 2003 y asesor especial de la Presidencia de la República de Brasil. 2 Maestra en Desarrollo económico, espacio y medio ambiente y doctoranda en Economía Aplicada en la Universidad Provincial de Campinas (Unicamp/IE), Brasil. 3 Actualmente incorporado al Ministerio de Desarrollo Social y Lucha contra el Hambre – MDS. 1 entonces recién instalado gobierno4 explicitan claramente que la seguridad alimentaria y nutricional recobró un espacio perdido a lo largo de la última década5. Ese es un hecho histórico de importancia mayor, ya que, tanto dentro como fuera de Brasil, la existencia del hambre es escamoteada, omitida, tratada con negligencia como un hecho del cual los gobernantes se avergüenzan. Si ese hecho fue positivamente recibido por la sociedad civil en general, frente a los crecientes apoyos recibidos, por la mayoría de los formadores de opinión y por los investigadores y militantes del tema, no hubo consenso en cuanto a las formas para la realización de esta meta ambiciosa, pudiéndose identificar en este debate dos grupos principales: a) aquellos que consideran no ser necesarias políticas específicas dirigidas a la lucha contra el hambre por diversos motivos, como: porque la erradicación plena del hambre es una situación irrealizable; porque consideran que el hambre está vinculado fundamentalmente al problema de gestión de la política macroeconómica, relacionando su existencia al problema del desempleo y del subempleo; porque consideran más eficaces los programas de combate a la pobreza en general y no al hambre específicamente; porque no conciben la importancia de políticas públicas federales, pues que la movilización de la sociedad civil y la articulación de las acciones ya existentes en los gobiernos federal, provincial y municipal serían suficientes. b) aquellos que criticaron el programa por su concepción y formato de implementación, que sería incompleto o equivocado, incluyendo visiones como: su supuesta concepción asistencialista, resumiendo el programa a la donación de alimentos; aquellos que consideran que no ha sido dada la debida importancia a la política de seguridad alimentaria, en el sentido que concierne a todos los ciudadanos, restringiéndose a las políticas que tocan solamente a los más pobres; y también aquellos que lo criticaron porque no ha sido posible comprenderlo, o sea, consideraron su formulación muy compleja. 4 Medida Provisoria nº 103, del 1º de enero de 2003, convertida en la Ley nº 10.683, del 28 de mayo de 2003. Este período fue marcado por el agotamiento de la articulación de las acciones y del debate, por las diferentes esferas de gobierno con la sociedad, en lo que concierne a los problemas de inseguridad alimentaria. En resumen, fue un período caracterizado por la ausencia de una política de seguridad alimentaria, ocasionada por la falta de prioridad política a la cuestión. A ese respecto, véase texto del Proyecto Hambre Cero en el sitio Internet www.fomezero.gov.br. 5 2 Además, hay aquellos que, incluidos o no en los grupos a y b, consideraron insuficiente lo que fue realizado en el primer año y, en nuestra opinión, esa posición tiene relación con la excesiva expectativa creada y muchas veces fabricada sobre el programa, que siempre fue colocado como de implantación a medio plazo, reflejando a menudo la disputa político-partidaria de la cual el programa fue objeto. Esa falta de consenso en el ámbito nacional, por su vez, no tuvo eco en el escenario internacional. Organizaciones multilaterales internacionales, como la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), la Unesco, la Unicef, el Banco Mundial y el BIRD hacen elogios no solamente de la prioridad, pero de la concepción del programa. Eso no es fortuito. Las organizaciones de las Naciones Unidas están promoviendo una estrategia de reducción del hambre y de la pobreza en nivel mundial. Para la reducción del hambre, por ejemplo, la meta, de la cual Brasil es signatario, es reducirla por la mitad hasta el año de 2015. Y la conclusión reciente de esas organizaciones es que las metas no serán alcanzadas si las estadísticas continuaren en el ritmo actual y sin una acción planeada de los gobiernos nacionales, citando el Brasil como un ejemplo a ser seguido por otros países. Pasado más de un año de la implantación del Programa Hambre Cero, se reviste de gran importancia hacer un balance de sus concepciones, de lo que ha sido implantado y de lo que falta implantar en dirección a la meta anunciada por el Presidente Lula. Ese texto se divide en tres partes: la primera hace una breve explanación de la concepción que norteó el Programa desde su formulación, pasando por la transformación del proyecto en un programa de gobierno. La segunda hace un balance de los avances obtenidos en el primer año; y la tercera, una evaluación de los caminos que se deben abrir para seguir adelante, en la consolidación del Programa Hambre Cero. 1 Diagnóstico y concepción Es natural que la concepción de un programa o proyecto esté estrechamente relacionada con el diagnóstico de las causas del problema sobre el cual se quiere actuar. Eso es lo que se pretende exponer a seguir. 3 1.1 Inseguridad alimentaria no es sinónimo de hambre El primer aspecto a resaltarse es la importancia de distinguir inseguridad alimentaria de hambre. El concepto de inseguridad alimentaria abarca por lo menos cuatro dimensiones. La primera, que es la más visible, es la dimensión de cantidad. Es necesario un consumo mínimo de calorías, proteínas y vitaminas para una vida activa y saludable. La segunda, no menos visible, es la dimensión de calidad. La población debe tener acceso a alimentos nutritivos. La tercera dimensión es de regularidad: comer por lo menos tres veces al día. Es tomar desayuno, almuerzo y cena todos los días. Y la cuarta, no menos importante, es la dimensión de dignidad. Uno que se alimenta de sobras de comidas de restaurantes o de basuras en los vertederos no tiene seguridad alimentaria, aunque no esté encuadrado en la categoría de los desnutridos por el criterio biológico. La inseguridad alimentaria posee diversas facetas, todas bastante graves. Abarca aquellos que comen poco por falta de renta; los que comen inadecuadamente porque no ingieren los nutrientes necesarios para una vida saludable, aunque puedan ingerir la cantidad necesaria de calorías y proteínas (muchos de ellos, especialmente niños, pueden tener enfermedades asociadas que impiden la absorción de nutrientes); y también los que comen demasiadamente, necesitando de una reeducación alimentaria. El problema del hambre crónica es el más visible, el más urgente. Afecta biológica y psicológicamente el individuo y sus generaciones. El concepto de inseguridad alimentaria lo abarca, pero es más amplio y permite vislumbrar políticas preventivas para evitar que las familias lleguen a tal estado. 4 INSEGURIDAD ALIMENTARIA DESNUTRICIÓN POBREZA EXTREMA OBESIDAD HAMBRE 1.2 Diagnóstico del hambre El hambre es la dimensión extrema de los desequilibrios estructurales del país y así debe ser comprendida para que pueda ser eficazmente enfrentada. La concepción del programa tal como fue formulado es de que no existe solución asistencial para ese desafío. Aunque medidas de urgencia sean necesarias para amenizar la herencia de los graves problemas que nos rodean, el hambre solo será vencida con políticas públicas estructurales y la inclusión de sus protagonistas en el proceso de desarrollo. El Programa reconoce que alcanzar efectivamente la seguridad alimentaria en Brasil exige un modelo de desarrollo que privilegie el crecimiento con distribución de renta, de manera a ampliar el mercado interno del país con generación de empleos, mejoría de los pagos y, más específicamente, recuperación del poder adquisitivo del salario mínimo – que funciona como una especie de “faro” para las rentas de esos segmentos más pobres de la población. Ese constituye el primer eje de actuación de la Política de Seguridad Alimentaria: la integración de las políticas estructurales para generación de empleo y renta. 5 Sin embargo, el diagnóstico más objetivo de la cuestión del hambre en Brasil presente en el programa es de que esta abarca por lo menos tres dimensiones fundamentales: la insuficiencia de demanda, proveniente de la histórica concentración de renta existente en el país y del bajo poder adquisitivo de gran parte de la población brasileña asociado a los todavía elevados índices de desempleo y subempleo; la incompatibilidad de los precios de los alimentos con el bajo poder adquisitivo de la mayoría de su población; y la tercera pero no menos importante, la exclusión de aquella capa de población más pobre del mercado y de la red de protección social, muchos de los cuales son obreros desempleados o subempleados, ancianos, niños y otros grupos carentes, que necesitan de una atención de urgencia. Para romper ese ciclo perverso es necesaria la intervención del Estado, en modo a incorporar al mercado de consumo de alimentos aquellos que están excluidos del mercado de trabajo y/o que tienen ingreso insuficiente para garantizar una alimentación digna a sus familias. Se trata, en suma, de crear mecanismos – algunos de urgencia, otros permanentes – en el sentido de baratear el acceso a la alimentación por esa población de más baja renta, en situación de vulnerabilidad al hambre, por un lado; por otro, incentivar al crecimiento de la oferta de alimentos baratos, mismo que sea a través del autoconsumo y/o de la producción de subsistencia; y, finalmente, de incluir los excluidos, dado que el acceso a la alimentación básica es un derecho inalienable de cualquier ser humano, sin hablar del derecho de un ciudadano, que debería ser garantizado a todos los brasileños. Este constituye el segundo eje, de las políticas específicas de acceso a la alimentación de calidad. El tercer eje fundamental es el aspecto educativo del programa, pues no basta tener acceso a la alimentación en cantidad, pero es necesario tener conciencia de lo que se come, de su calidad y de su origen. Varios estudios evidencian que el problema nutricional de la población brasileña resulta de la adquisición insuficiente de alimentos, pero también de la selección inadecuada de los mismos; por consiguiente, el problema es tanto cualitativo como cuantitativo6. Pero también es más evidente en las familias de ingresos más 6 Monteiro, C.A. A Dimensão da pobreza, da desnutrição e da fome no Brasil: implicações para políticas públicas, 2003, mimeo. 6 pequeños, siendo, por lo tanto, consecuencia del bajo poder adquisitivo. Y ese no es un problema restricto a la población de baja renta, pero a toda la población. 1.3 Políticas específicas emancipatorias ¿Por qué son necesarias políticas específicas de combate al hambre en Brasil? A nuestro ver, ellas son necesarias por dos razones principales: en primer lugar, programas específicos consiguen hacer consciente a la población del “Derecho a la Alimentación Adecuada” como parte de los derechos fundamentales del ser humano. La alimentación deja de ser una obra de caridad o de ser utilizada por motivaciones políticas, como todavía es muy común, y pasa a ser comprendida como un deber del Estado de garantizar ese derecho. En el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas, se puede leer que: Artículo 11 1. Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados, y a una mejora continua de las condiciones de existencia. Los Estados Partes tomarán medidas apropiadas para asegurar la efectividad de este derecho, reconociendo a este efecto la importancia esencial de la cooperación internacional fundada en el libre consentimiento. http://www.cinu.org.mx/onu/documentos/pidesc.htm Es tarea del Estado asegurar ese derecho, de manera que la alimentación no sea proveída solo como fruto de caridad, de favores personales y tampoco sea instrumento de uso político. Ese derecho solo podrá ser atendido a partir de la creación de una Política Nacional de Seguridad Alimentaria, construida de forma participativa con los diversos segmentos de la sociedad. Y esa política fue concebida para integrar las políticas estructurales, dirigidas a combatir las causas del hambre, con las políticas de ampliación del acceso al alimento, orientadas a atender todos los que no tienen acceso a una alimentación saludable. Políticas específicas de combate al hambre son necesarias para romper el círculo de la pobreza y del hambre. El hambre es consecuencia de la pobreza, pero es también su causante, pues compromete la construcción de la ciudadanía y de las generaciones futuras, que sufren las mancillas de un desarrollo humano perjudicado. La lucha contra el hambre, así, trae resultados positivos para la construcción de la ciudadanía y, por otro lado, para la 7 dinamización de la economía, pues más alimentos serán consumidos y producidos. De esta manera, los recursos deben ser canalizados para favorecer la producción y el comercio local de alimentos, así como el vínculo con acciones estructurales (incentivo a la producción local de alimentos por medio de asociación con políticas de compra de alimentos y de construcción de medios para comercialización, construcción de pequeñas obras hídricas como cisternas para la captación de agua de lluvia en el semiárido del Noreste, construcción y mejoramiento de viviendas). Políticas directas de seguridad alimentaria y lucha contra el hambre y otras políticas sociales deben ser adoptadas de manera a que provean los medios básicos para la supervivencia de las familias sin condiciones económicas, pero, al mismo tiempo, que creen mecanismos dinámicos en otras áreas de la economía, como la producción y la distribución de alimentos, constituyéndose así, concomitantemente, en mecanismos para la liberación de la dependencia de esas políticas específicas. En otras palabras: el mayor consumo de alimentos estimula una mayor producción local de alimentos. Además de dar garantías de una población bien alimentada, ya que genera trabajo y renta, esa nueva concepción estimula la agricultura y mueve la economía local. Esta concepción se distingue mucho de la visión corriente, asociada a organizaciones como el Banco Mundial, en la cual el acceso a la educación por los niños es la principal forma de superación de la pobreza y que, si asociado a programas de transferencia de ingresos, sería la mejor manera de distribución de renta. Al contrario, se considera que el acceso a la educación de calidad es uno de los aspectos de medio y largo plazos para la superación de las condiciones de pobreza, pero no es suficiente para generar dinámicas emancipatorias junto a las localidades. Eso se justifica porque el diagnóstico de la pobreza no está restricto a los límites exclusivos de la familia, pero está fuertemente vinculado al bajo dinamismo de la economía del municipio y del entorno regional. Por lo tanto, es imprescindible la articulación con acciones estructurales de carácter territorial. La implantación de un amplio programa de transferencia de renta para compra de alimentos, consubstanciada en el programa Tarjeta Alimentación, fue posteriormente unificada en le Programa Bolsa Familia. La intención es que esos recursos adicionales puedan ser utilizados en los supermercados, las tiendas de comestibles y mercados al aire 8 libre para la compra de alimentos, en sustitución a programas de distribución de canastas básicas alimentarias. Esta es una de las diversas acciones previstas en el Programa Hambre Cero, con miras a garantizar el acceso a la alimentación y también a dinamizar la economía local. En síntesis, las políticas de emergencia de acceso a la alimentación deben incluir en si mismas condiciones para superación de su dependencia, con efectos dinamizadores para la economía y para la organización de la comunidad local. O sea, ellas han sido concebidas para ser: a) educativas, con relación a hábitos y prácticas alimentarios; b) organizativas, para la defensa de los derechos de ciudadanía; c) emancipatorias, con miras a promover la autonomía y no la dependencia de los beneficiarios. Eso implica la superación de la visión bajo la cual políticas que se limitan a las medidas de emergencia y políticas que admiten trabajar medidas de orden estructural se excluyen mutuamente. 1.4 La necesaria articulación de Programas de Seguridad Alimentaria Como las causas del hambre son estructurales, el desafío de la articulación de las acciones gubernamentales remite a un proceso más amplio de iniciativas públicas, con estímulos al desarrollo local, al fomento a la producción familiar, a los incentivos a la generación de empleo y renta etc. Es necesario promover la articulación de las políticas estructurales con las políticas de emergencia de combate al hambre. Entre las políticas estructurales prioritarias del gobierno se destacan las políticas de generación de empleo y renta, como la expansión del micro crédito, la calificación profesional, el estímulo a micro emprendimientos, la realización de una amplia reforma agraria para tornar más equitativa la estructura agraria del país, la expansión de la previsión social para personas en condiciones informales de trabajo, así como para las familias rurales, y una política agrícola de incentivo a la agricultura familiar. Todo eso debe presuponer un modelo de desarrollo que favorezca la generación de empleo y el crecimiento del país. 9 Por ser un conjunto amplio de acciones, la Política de Seguridad Alimentaria y Nutricional no sustituye, pero abarca e integra muchos de los programas existentes, lo que implica una fuerte articulación interministerial para la garantía de su éxito. Esas acciones abarcan desde políticas estructurales, como programas de generación de empleo y renta, hasta políticas específicas realizadas por los ministerios sectoriales y por el propio Ministerio del Desarrollo Social y Combate al Hambre – MDS. Esta es una especificidad institucional de la Política de Seguridad Alimentaria y Nutricional. Se trata, al mismo tiempo: a) de una política de implementación de acciones y políticas específicas de seguridad alimentaria; b) pero también de una política articuladora de iniciativas de competencia de otros ministerios, de otras esferas de gobierno e instituciones de la sociedad civil, en el área social. Este es el mayor desafío, delante a la fragmentación y la fuerte sectorización de las políticas del gobierno. De esa manera, queda claro que la meta del Programa es más que eliminar el hambre: como ha dicho el Presidente Lula, debe garantiza a los brasileños tres comidas con calidad en todos los días del año. Por eso el Hambre Cero no puede ser reducido a un programa de transferencia de renta a la población carente y mucho menos a un programa de combate a la pobreza. Es un programa universal, para toda la población. 1.5 La Importancia de la Participación y de la Movilización Social La pobreza no es solo un fenómeno estadístico o biológico, pero es también político. No es solo un retraso en el acceso a los bienes de consumo, pero de privación de ciudadanía. Ella es la consecuencia estructural de un modelo de desarrollo perverso, que genera privilegios y privaciones. En muchos locales de este país, se trata literalmente de traer luz a la sociedad civil. Sin ella, no se vence la lucha contra la dramática desigualdad brasileña. Por eso, el tercer aspecto del programa es la gestión participativa. Es tornar la comunidad, y no solamente el individuo, protagonista de su propia emancipación. 10 Por eso, la primera acción del gobierno, al lanzar las bases del Programa Hambre Cero, fue la instalación del CONSEA. Como es del conocimiento de todos, conectado al Ministerio Especial de Seguridad Alimentaria y Lucha contra el Hambre (MESA), fue creado, por Decreto del 30 de enero de 2003, el Consejo Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional, el CONSEA. Compuesto por 38 consejeros designados por el Presidente de la República, y más 13 ministros de Estado, el CONSEA es presidido por representante de la sociedad civil y secretariado por el titular del MDS. Le cabe al CONSEA, entre otras atribuciones: - proponer y pronunciarse sobre directivas de la Política Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional de responsabilidad del MDS y otros órganos ejecutores de esta política; - además: movilizar la sociedad civil y estimular la creación de consejos provinciales y municipales de seguridad alimentaria y nutricional – requisito para la implantación del Programa Hambre Cero. También para dar voz a la comunidad, han sido creados comités gestores en los municipios del semiárido, con amplia participación de la sociedad civil organizada y de las familias beneficiarias. Otro aspecto notable es que, por medio del llamamiento del Presidente, la sociedad en general, incluyendo las empresas, están contribuyendo directamente, como ciudadanos de la Campaña contra el Hambre, recreando una red de solidariedad tal como visto en la campaña “Acción de la Ciudadanía contra el Hambre y la Miseria y por la Vida”, conocida como la “Campaña de Betinho”, en el inicio de la década de 90. 2 El primer año de implantación El énfasis de las acciones de seguridad alimentaria implementadas por el Gobierno Federal, en su principio, recayó sobre un importante conjunto de programas7: la complementación de ingreso para el acceso a la alimentación; la ampliación de la merienda escolar; la distribución de emergencia de alimentos; el apoyo a programas creados por gobiernos provinciales, municipales y por la sociedad civil organizada que busquen a 7 Véase el sitio Internet www.fomezero.gov.br, para más detalles. 11 combatir el hambre por medio de restaurantes populares, bancos de alimentos, huertos comunitarios; y la implantación de la compra de la producción agrícola familiar. Entre ese conjunto de acciones, el mayor énfasis fue dado a la ampliación del acceso a la alimentación por las familias que viven en el semiárido y en la región Norte, regiones esas que concentran la carencia en el país, a los niños en edad escolar y a las comunidades específicas: acampados, quilombolas8 e indígenas. El Programa Tarjeta Alimentación (PCA) transfirió R$ 50,00 al mes a las familias en situación de inseguridad alimentaria con ingreso familiar mensual per capita inferior a ½ salario mínimo y que viven en regiones carentes de todo el país, visando garantizarles el acceso a la alimentación diaria, en cantidad suficiente y con la calidad necesaria. Inicialmente, el Programa ha sido implantado en las provincias del Noreste y en el norte de la provincia de Minas Gerais, anticipando la meta de alcanzar a un millón de familias en 2003 en esta región ya en el mes de octubre, y logrando llegar a más del 70% de su población extremamente pobre. Luego se expandió a las regiones Norte, Sur y Sureste del país. Para acompañar y fiscalizar la implantación del Programa, en el año de 2003 fueron implantados 2.132 Comités Gestores en todo el país9. El programa tuvo el mérito de promover la participación de las comunidades en la validación de las familias beneficiarias, el movimiento de las economías locales a través del comercio, el reciclaje profesional y el acompañamiento en salud de sus beneficiarios. En el modelo de los pequeños municipios, fue posible “atar” la punta del consumidor pobre (o sea, con ingreso insuficiente para comprar los alimentos necesarios) a la otra punta del agricultor familiar que es llevado a la quiebra porque no tiene quien le compre su producción. En otras palabras, ese programa de transferencia de renta permitió dirigir el esfuerzo de combate al hambre para los dos polos más graves hoy existentes en el país: la falta de poder adquisitivo de los pobres urbanos con la capacidad ociosa de la agricultura familiar. Y promovió cambios significativos en los pequeños municipios 8 Comunidades de remanecientes de esclavos negros. Los comités fueron instancias locales de control social creadas en los municipios del semiárido y en otras localidades, con la participación de voluntarios de la sociedad civil, de las familias beneficiarias y del poder público local, visando al acompañamiento de las familias y la fiscalización del programa de transferencia de renta. Involucraran la movilización de más de 19 mil voluntarios que tuvieron la tarea de movilizar la sociedad para el Programa Hambre Cero y evaluar la calidad del registro de familias preexistente. 9 12 olvidados por el poder público, teniendo como mayor emblema el municipio-piloto de Guaribas, que se autodenominó “ciudad redescubierta”10. Aunque los resultados no sean los mismos en todos los municipios, el potencial transformador es grande, considerándose que más de la mitad de los muy pobres residen en pequeñas y medias ciudades y otros 20%, en áreas rurales. Eso significa que casi el 70% de la población que hoy está fuera, total o parcialmente, del mercado de consumo de alimentos básicos vive fuera de las regiones metropolitanas del país y en municipios con menos de 75 mil habitantes. Desde octubre de 2003, ocurrió la migración de los beneficiarios de la Tarjeta Alimentación al programa unificado de transferencia de renta, el Bolsa Familia. Este benefició, en diciembre, 3,6 millones de familias en 5.461 municipios, alcanzando la meta establecida inicialmente por el gobierno. El Programa Tarjeta Alimentación contribuyó para incorporar 1,9 millón de familias o 9,7 millones de personas en el Bolsa Familia, en 2.369 municipios, especialmente del Noreste y del Norte del país, para recibimiento del valor mínimo de R$ 50,00. Además de esas familias, fueran atendidas también, de manera distinta y urgente, por medio de canastas de alimentos, poblaciones indígenas, familias acampadas que esperan programa de reforma agraria y poblaciones remanecientes de quilombos (comunidades negras) en estado de inseguridad alimentaria. Han sido distribuidas en total 1,3 millón de canastas básicas alimentarias a 270 mil familias. Al mismo tiempo, están siendo desarrolladas acciones estructurales para esos grupos. Han sido firmados dos convenios con este propósito, uno con el gobierno de la provincia de Mato Grosso do Sul para atender a grupos indígenas y otro, en nivel nacional, a través de la articulación con la Fundação Cultural Palmares, del Ministerio de la Cultura, con miras al incentivo a la producción para autoconsumo en 150 comunidades remanecientes de quilombos. El Programa de Adquisición de Alimentos, creado por la Ley nº 10.696, de 02 de julio de 2003, en su párrafo 19, con el objetivo de incentivar a la agricultura familiar por 10 Vale registrar un hecho emblemático de este cambio. Además de la construcción del pozo que abastece la ciudad con agua tratada por la primera vez, un cambio que marcó la ciudad fue la apertura de la primera peluquería de la ciudad, después de la implantación del programa. Este pasó a ser el símbolo del cambio y de la mejoría de las condiciones de vida en la ciudad, hecho que repercutió en varios artículos de periódicos de la época. 13 medio de la compra de la producción de pequeños agricultores, fue una iniciativa innovadora. El producto comprado a precios de mercado puede ser distribuido a personas en situación de inseguridad alimentaria o para formar reservas estratégicas. Son tres subprogramas: 1) Compra Anticipada y Directa de la producción para el mantenimiento de reservas de seguridad; 2) Compra Local de alimentos por los ayuntamientos, a ser distribuidos en guarderías, asilos, hospitales etc.; y 3) Programa de Incentivo a la Producción y al Consumo de Leche, donde son atendidos los productores que ordeñan hasta 100 litros de leche al día. Cada productor recibe en el máximo R$ 2.500,00 al año, para priorizar efectivamente los agricultores de baja renta que no tienen acceso a los demás programas oficiales debido a los criterios de los mismos. En 2003, han sido beneficiados 41,2 mil agricultores familiares, han sido adquiridas 6.935 toneladas de alimentos de 2.796 productores en la modalidad Compra Directa, en el valor total de R$ 5,3 millones. Han sido beneficiados también 38.448 productores en la modalidad Compra Anticipada, siendo el 55% de ellos en la región Noreste; fueron invertidos R$ 76,2 millones, y fueron adquiridos de manera inédita productos como castaña de Pará, hortigranjeros, jugos, dulces y pulpas de frutas, leche de cabra, carne de cabra, miel, queso, rapadura (azúcar morena en bloques), semillas criollas, azúcar mascabado y varios otros productos de valor regional, además de productos tradicionales como arroz, fréjol (judía), maíz y harina de yuca. Los impactos directos de este programa son: el estímulo a la producción de alimentos en las localidades (ya que agricultores que antes no tenían acceso a recursos para el plantío y también lo han tenido para la venta), con énfasis en productos regionales; la elevación de las reservas de alimentos que estaban prácticamente nulas en el principio del año; y, especialmente, la mejoría de los ingresos de un número mayor de agricultores debido a la recuperación de los precios a niveles justos, en función solamente del anuncio que el gobierno federal compraría la cosecha. En cuanto al subprograma de la leche, ya fueron firmados convenios y transferidos los recursos a diez provincias, totalizando R 61,9 millones. La expectativa es de que sean comprados diariamente cerca de 680 mil litros de leche de vaca y de cabra hasta mayo de 2004. Con eso, se espera la creación de 40 mil puestos de trabajo. 14 Como resultado del Grupo de Trabajo involucrando los ministerios de la Educación, de la Salud y de la Seguridad Alimentaria, han sido implementadas tres acciones para mejoría de la calidad de la alimentación escolar: 1) el aumento al 117% del valor per capita diario de la transferencia para niños de la preescuela, de los R$ 0,06 a los R$ 0,13, beneficiando a 4,3 millones de niños inscriptos; 2) el aumento al 161% del valor per capita diario transferido a la alimentación de los alumnos de escuelas indígenas, de los R$ 0,13 a los R$ 0,34, alcanzando 116.655 alumnos en 1.711 escuelas indígenas; y 3) ha sido implementada la inédita inclusión de las guarderías en el Programa, lo que tornó posible la atención a todos niños de 0 a 3 años inscriptos en guarderías públicas y filantrópicas (881 mil). En total, 5,3 millones de niños en edad escolar son hoy beneficiados por esas medidas. Hay que hacer avances, todavía, en la capacitación de los municipios para la mejoría de la calidad de la alimentación en las escuelas. El fenómeno de la sequía es históricamente un instrumento de dominación en la región del semiárido brasileño. El Gobierno Federal, a través del Programa Hambre Cero, a lo largo del ejercicio de 2003, desarrolló un importante conjunto de acciones, cuyo objetivo fue orientar y subsidiar las familias para la convivencia con el fenómeno de manera sostenible. Entre esas acciones se pueden destacar: - el apoyo a la construcción de cisternas, que son contenedores que captan y almacenan el agua de lluvia para un consumo suficiente de una familia por seis meses, contando con la sociedad con la Articulación del Semiárido (ASA) y con el apoyo de la Febraban (Federación Brasileña de Bancos), totalizando recursos para la construcción de 22 mil cisternas; han sido construidas hasta diciembre 6.144 cisternas y el restante está previsto para el primer semestre de 2004; - la distribución de emergencia de agua por medio de carros-pipa (camión de abastecimiento) proveídos por el ejército y la construcción o el reparo de pequeñas obras hídricas, en sociedad con los ministerios de la Defensa y de la Integración Nacional, en una acción que hasta el final del ejercicio de 2003 ha beneficiado 1.151.554 personas, con la distribución de emergencia de agua. - el Gobierno Federal, a través del Ministerio del Desarrollo Agrario – MDA, también implementó el Programa Garantía Cosecha, beneficiando 35.000 agricultores de 114 municipios del Noreste, que tuvieron pérdida de cosecha. 15 - además de eso, para la atención de emergencia de agricultores familiares que han perdido la cosecha en función de la sequía y no habían sido beneficiados por el Programa Tarjeta Alimentación o por el Programa Garantía Cosecha, ha sido hecha la transferencia de emergencia de renta, de R$ 50,00 mensuales por un período de 6 meses, en una acción que alcanzó 60.551 familias. Se avanzó en el diseño para la implantación de las políticas locales de seguridad alimentaria, como la construcción de Sistemas Municipales (y Micro regionales) de Seguridad Alimentaria, con miras a fomentar y financiar programas integrados de abasto y seguridad alimentaria y nutricional en niveles municipal, micro regional o provincial, por medio de acciones que interfieren en las etapas del flujo de producción, distribución, preparo y consumo de alimentos. Las diversas acciones componen un conjunto integrado, con características distintas segundo el porte de los municipios. Abarcan acciones de: incentivo a la creación de restaurantes populares públicos y privados y cocinas comunitarias en las grandes y medias ciudades; apoyo a la construcción y a la ampliación de redes de bancos de alimentos y cosecha urbana, visando combatir el desperdicio de alimentos; programas de compra local de alimentos para abastecimiento de los programas municipales de alimentación (merienda escolar, guarderías, hospitales, restaurantes populares y asociaciones de beneficencia y asistencia); implantación de huertos urbanos y viveros, jaulas para pájaros o gallinas, asociados a programas de educación alimentar y nutricional; implantación de red de abasto de productos alimentarios a precios accesibles, como varejões11, sacolões12, ferias del productor; fortalecimiento del papel de las centrales regionales de abasto en las acciones de abasto alimentario, compra de la agricultura familiar y reducción del desperdicio. Este diseño permitió la realización de 25 convenios entre provincias y municipios para la implantación de esos proyectos. Este armazón servirá de base para la expansión de esos sistemas en las grandes ciudades. Otra institucionalidad creada es la implantación de los Consorcios Intermunicipales de Seguridad Alimentaria y Desarrollo Local – CONSADs, que son concertaciones micro regionales que reúnen , en media, 25 municipios situados en regiones menos desarrolladas 11 Especie de mercado – almacén, de barrio, que vende directamente al público a precios más bajos de lo normal. 12 Pequeño mercado de barrio, que funciona en espacio adaptado y que vende alimentos (en general vegetales) a precio módico, el mismo para varios tipos de producto/kg. Su nombre deriva de la costumbre de pesar y colocar juntos en una misma bolsa productos diferentes, una vez que se venden a precio único. 16 de las provincias donde serán implantadas acciones estructurales interconectadas para garantizar la seguridad alimentaria e incentivar el desarrollo local, como el micro crédito, la inclusión digital, la institucionalidad de la asociación de los municipios, la elaboración de diagnóstico y del plan de desarrollo regional e incentivo a la agricultura familiar. Los CONSADs han sido capacitados y su implantación será hecha en 2004. Por fin, en un año fue posible implantar acciones directamente a públicos bastante distintos y crear las bases para la expansión del programa, tanto en las pequeñas cuanto en las medias y grandes ciudades. En cuanto a la Campaña Nacional contra el Hambre, esta fue una acción inducida por el Gobierno Federal y abarcada por la sociedad. A lo largo de 2003, 99 entidades hicieron sociedades con el Programa Hambre Cero, y todas presentaron proyectos de inclusión social, la mayoría de ellos con las actividades ya iniciadas en 2003. Además de eso, más de 1.412 instituciones fueron autorizadas a utilizar la logomarca del Hambre Cero en presentaciones artísticas, exposiciones, juegos de fútbol y otros eventos que recaudan alimentos o recursos destinados al Programa. Las donaciones en dinero llegaron a R$ 7.293.722,25 en 2003, y ese valor está siendo totalmente destinado a la construcción de cisternas. 3 Construyendo el futuro La prioridad en el proceso participativo y emancipatorio, la territorialidad de las acciones y la combinación de las acciones estructurales y las acciones de emergencia son los marcos innovadores de la estrategia de implantación del Hambre Cero, con respecto a otros programas anteriormente implantados. Consolidar e internalizar el concepto de seguridad alimentaria y nutricional como un derecho es todavía un proceso en construcción en la sociedad. Implantar efectivamente una política amplia de seguridad alimentaria requiere planeamiento, políticas públicas y la determinación de reciclar la matriz del crecimiento económico para subordinarlo al combate a la exclusión. Fue justamente eso que ha fallado en los últimos años. Sin esos requisitos, todo lo que se consigue es la simple atención a la pobreza, perpetuándola. Algo como secar el suelo con la espita abierta con recursos públicos, con buena intención, con aciertos localizados etc. – pero no se va allá del puntual. 17 Caminando para las consideraciones finales de este artículo, se destacan algunos desafíos que merecen una reflexión con miras a la consolidación futura del programa. El primer desafío puesto es de que tal programa solo será posible a través de una fuerte articulación interministerial y entre los tres niveles de gobierno (federal, provincial y municipal) y de su consolidación como el centro del planeamiento de gobierno en esos niveles Para tornar efectiva esa articulación, es necesario hacer de la implantación de una política de seguridad alimentaria un eje integrador de la política pública brasileña. La seguridad alimentaria es el punto de convergencia de un abanico de acciones estructurales y de orden interministerial. Su objetivo es garantizar que ningún brasileño más sufrirá grandes dificultades para tener acceso diario a, por lo menos, tres comidas en la cantidad necesaria, con la calidad nutricional requerida, todos los días del año y teniendo el derecho de disfrutarlas en un ambiente de dignidad y seguridad. Para tanto, es fundamental una institucionalización capaz de imprimir la acción transversal del gobierno, de manera a que las acciones de cada sector, que tengan fuerte impacto en la superación estructural y de emergencia de la vulnerabilidad alimentar de las familias, sean articuladas, evitando la dispersión. La creación del Grupo de Trabajo del Programa Hambre Cero, con la participación de 18 ministerios y secretarías, con acciones fuertemente vinculadas a los objetivos del Programa Hambre Cero, tornará posible la consolidación de esta propuesta de acción. Esta propuesta contará con una mayor integración de las acciones y recursos de cada ministerio, actuando de forma planeada y articulada. Su implantación a lo largo del mandato del gobierno visa garantizar acceso a la alimentación, ciudadanía, generación de empleo y renta, expansión de la producción y del consumo de alimentos, mejoría de los padrones educacionales y de salud, abastecimiento de agua, expansión de la red de protección social, infraestructura municipal y derechos humanos. La dispersión y la rivalidad política a nivel de los municipalidades y de las provincias dificulta esta posibilidad de integración. Por otro lado, la diseminación de los Consejos Provinciales y Municipales de Seguridad Alimentaria, con carácter articulador de las políticas, pueden fortalecer la integración entre las tres esferas. 18 Es segundo desafío es la expansión del “modelo de implantación” para las grandes ciudades, desafío ese puesto al Programa desde el inicio. La creación de los Sistemas Municipales de Seguridad Alimentaria son las formas encontradas para esta expansión. La transferencia de renta a las familias, con los mismos valores de los beneficios de las pequeñas ciudades, tienen un impacto infinitamente inferior en las grandes ciudades. El carácter estructural de la exclusión es mucho más dominante en las grandes ciudades, donde predominan aspectos como el desempleo, el subempleo, las precarias condiciones de habitación y saneamiento, el destrozarse del núcleo familiar, entre otros. Otro aspecto limitador es que, en los pequeños municipios, el control social se realiza más directamente por el conocimiento efectivo de las familias más necesitadas. El “anonimato de la miseria” de las grandes ciudades dificulta la identificación de las familias más carentes y disminuye el carácter diseminador e integrador de las acciones. Además de eso, los “bolsones de pobreza” de las grandes metrópolis poseen muchos puntos de pérdida de control, la mayoría de los cuales de imposible “reparo” a corto y medio plazos. Por ejemplo, el hecho de vivir en un local y trabajar en otro, muy distante, y en direcciones muchas veces opuestas. Un tercer desafío fuertemente destacado en la II Conferencia Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional, realizada en marzo de 2004, es la institucionalización de la Ley Nacional de Seguridad Alimentaria, cuyo objetivo mayor es garantizar el cumplimiento del derecho humano a la alimentación adecuada, a través de la constitución de un Sistema Nacional de Seguridad Alimentaria. Es fundamental que todas esas iniciativas sean consolidadas y garantizadas en la Ley, cabiendo al Gobierno Federal, juntamente con el Congreso Nacional, instituirla. Para su redacción y conceptuación, es importante considerar los siguientes puntos: a) Acceso a la alimentación: garantizar mecanismos para que todas las personas tengan acceso a la alimentación adecuada, sea a través de la acción gubernamental federal, provincial o municipal (todas las instancias del gobierno deben ser enroladas) a través, por ejemplo, de programas de transferencia de ingresos, de distribución de alimentos y otros programas de acceso a la alimentación, sea a través de la sociedad civil organizada, por medio de los comités del Programa Hambre Cero. Para eso, se deben instituir mecanismos permanentes de identificación de familias elegibles, y de información y capacitación de los 19 consejos y comités existentes, para garantizar el control social y evitar la manipulación política de los programas. b) Fortalecer el vínculo de la expansión de la demanda por alimentos para la agricultura local, por medio de incentivos dirigidos a la agricultura familiar, contribuyendo a la generación de ocupación e ingresos, y la reducción de la desigualdad en la distribución de renta. c) Establecer instrumentos de regulación sobre la seguridad y calidad de los alimentos ofertados, a través de la correcta rotulación de los alimentos y de la orientación de su publicidad, especialmente para niños y grupos vulnerables. d) Incentivo a las donaciones de alimentos y otros bienes a terceros. Todos esos aspectos contribuyen para una lectura: el Programa Hambre Cero es un marco innovador del gobierno y movilizador en la sociedad. Se trata de no perderlo, bajo el riesgo de no tenerse otra oportunidad para rescatar nuestra inmensa deuda social. (traducción de Gisele Noche) 20