¡VEN, ESPÍRITU SANTO

Anuncio
Amor, dulce huésped, descanso, consuelo…
Pentecostés, 27-05-2012
P. Jesús Álvarez ssp.
27 de mayo de 2012.
Ese mismo día, el primero después del sábado, los discípulos estaban reunidos por
la tarde, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se puso de
pie en medio de ellos y les dijo: ¡La paz esté con ustedes! Dicho esto, les mostró
las manos y el costado. Los discípulos se alegraron mucho al ver al Señor. Jesús les
volvió a decir: ¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, así los
envío yo también a ustedes. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el
Espíritu Santo: a quienes absuelvan de sus pecados, serán liberados, y a quienes
se los retengan, les serán retenidos. (Jn. 20,19-23).
Hoy es el cumpleaños de nuestra
Madre la Iglesia, que nació el día de
Pentecostés por obra del Espíritu
Santo, a semejanza de cómo Jesús
había nacido de María.
de
Cristo,
resucitado”.
“testigo
de
Cristo
Como el miedo y la cobardía “encerró”
a los discípulos de Jesús en el
Cenáculo, así los pastores y los fieles
que no acojan a Cristo resucitado
presente en medio de ellos con su
Espíritu, para llenarlos de paz, alegría,
fortaleza y seguridad, caerán en la
inutilidad y en el escándalo. Jesús nos
garantiza: “Estoy con ustedes todos los
días”; “quien vive unido a mí, produce
mucho fruto; pero sin mí, no pueden
hacer nada”.
El
Espíritu
Santo,
la
tercera
Persona de la santísima Trinidad,
hizo surgir toda la creación y la
conserva. No es una paloma,
símbolo con el cual se manifestó en
el bautismo de Jesús, mientras que
el día de Pentecostés se manifestó
en forma de viento fuerte y lenguas
de fuego.
Son muchos otros los signos bajo los
cuales se aparece el Espíritu Santo,
Señor y Dador de vida, y nos dan una
idea más apropiada de él: vida, luz,
calor, aire, agua, brisa, don, consuelo,
dulce
huésped,
descanso,
gozo,
aliento, fortaleza, amor, libertad, paz;
y su misión es dar vida, crear,
enriquecer, alentar, regar, sanar,
lavar, guiar, transformar, liberar,
repartir dones, salvar, resucitar…
Ser testigos de Jesús no se reduce
a repetir sus palabras y su
doctrina, sino que, además, es
necesario imitarlo en sus actitudes
y obras, acogerlo en la vida, darlo a
conocer; lo cual sólo es posible por
la acción del Espíritu Santo en
nosotros, como lo afirma san
Pablo: “Ni siquiera podemos decir:
‘Jesús es el Señor’, si no es bajo la
acción del Espíritu Santo”. “Quien
no tiene el Espíritu de Cristo, no es
de Cristo”. Sin su ayuda “nada
bueno hay en el hombre”, en
nosotros… De ahí la necesidad
inaplazable de invocarlo.
Jesús dice a sus discípulos –los
cristianos somos sus discípulos
también- “Como el Padre me envió
a mí, así los envío yo a ustedes”.
No se trata una consigna en
exclusiva para la jerarquía o el
clero,
sino
también
a
todo
cristiano, por el mero hecho de ser
cristiano, nombre que significa
persona unida a Cristo, portadora
A pesar de ser débiles, pecadores y
deficientes,
Jesús
nos
llama
a
compartir su misma misión –la
salvación de los hombres para gloria
de Dios- confiada a los apóstoles, en
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un mundo atrapado por las poderosas
fuerzas del mal, que nos superan con
mucho. Pero Jesús, al encargarnos su
misión, nos hará capaces con los dones
y carismas para realizarla, como lo
hizo con los apóstoles.
las calles y plazas: la gente escucha y
se convierte al oírlos hablar con
valentía de Cristo resucitado. cada cual
en su idioma.
Antes de la pasión Jesús decía a
sus
discípulos:
“En
esto
reconocerán
que
son
mis
discípulos: en que se amen unos a
otros”; y oraba por ellos: “Padre,
que sean uno, como tú y yo somos
uno, para que el mundo crea”.
Vivían unidos y por eso les creían.
Por eso nuestra primera y principal
ocupación y preocupación tiene que
ser la de vivir unidos a Cristo
resucitado presente; todo lo demás
es relativo, por muy bueno e
importante que sea.
La unión en el amor de Cristo es la
primera condición para la eficacia
salvadora de la evangelización, y es la
palabra esencial que todo el mundo
entiende.
¡Cuánta
esterilidad
y
escándalo por falta de unión en el
amor de Cristo!
San Pablo nos asegura la meta y el
premio: “El mismo que resucitó a Jesús
de entre los muertos, vivificará
también sus cuerpos mortales por obra
de su Espíritu que habita en ustedes”.
Ése es nuestro glorioso destino,
nuestro premio eterno.
Hech 2, 1-11 - Cuando llegó
Grupos, comunidades, catequistas,
familias cristianas, clero y laicos,
sólo harán creíble el Evangelio si
viven unidos en torno a Cristo
resucitado, que sigue enviando su
Espíritu a quienes lo desean, lo
piden y lo acogen.
el día de Pentecostés, estaban todos los
apóstoles reunidos en el mismo lugar. De
repente vino del cielo un ruido, como el de
una violenta ráfaga de viento, que llenó
toda la casa donde estaban, y aparecieron
unas lenguas como de fuego que se
repartieron y fueron posándose sobre cada
uno de ellos. Todos quedaron llenos del
Espíritu Santo y comenzaron a hablar en
otras lenguas, según el Espíritu les
concedía que se expresaran. Estaban de
paso en Jerusalén judíos piadosos, llegados
de todas las naciones que hay bajo el cielo.
Y entre el gentío que acudió al oír aquel
ruido, cada uno los oía hablar en su propia
lengua.
Todos
quedaron
muy
desconcertados y se decían, llenos de
estupor y admiración: "Pero éstos ¿no son
todos galileos? ¡Y miren cómo hablan! Cada
uno de nosotros les oímos hablar en
nuestras propias lenguas de las maravillas
de Dios."
El cristiano –sacerdote o laico- unido a
Cristo en el Espíritu, “es imposible que
no produzca frutos de salvación, como
es imposible que el sol no produzca luz
y calor” (S. J. Crisóstomo), puesto que
lleva en sí al mismo Sol, Cristo
resucitado.
1Cor 12, 3-7. 12-13. -
Nadie
puede decir: “Jesús es el Señor”, si no es
bajo la acción del Espíritu Santo. Hay
diversidad de dones, pero un mismo
Espíritu; hay diversidad de ministerios,
pero un mismo Señor; y hay diversidad de
funciones, pero un mismo Dios que obra
todo en todos. En cada uno se manifiesta el
Espíritu para el bien común. Porque, lo
mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos
miembros, y todos los miembros del
cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo
cuerpo, así es también Cristo.
Los discípulos, unidos a la Madre de
Jesús, comparten el miedo y el
sufrimiento, la oración confiada y la
esperanza. Están cerrados en el
Cenáculo, pero abiertos al Espíritu
Santo. Si se hubieran dispersado, no
habría sido posible el milagro de
Pentecostés, que luego se prolonga en
Parecería que san Pablo exagera al
afirmar que sin la ayuda del Espíritu
Santo ni siquiera podemos decir:
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“Jesús es el Señor”. Pero no se refiere
a pronunciar la frase, sino ante todo a
amar a Jesús como Hijo de Dios,
muerto y resucitado, vivo y presente
entre nosotros. Esa fe no es posible sin
la ayuda del Espíritu Santo.
familia, en el grupo o comunidad,
como valiosa aportación a la obra
de
la
liberación
y
salvación
encabezada
por
Cristo
en
el
Espíritu, para “hacer un solo
rebaño bajo un solo Pastor”.
Pidamos los dones del Espíritu Santo,
como los apóstoles unidos en oración
con María, la Madre de Jesús y madre
nuestra, Madre y Reina de los
Apóstoles.
Asimismo, sólo es posible por la
acción del Espíritu Santo el hecho
de que cada cual asuma con gozo,
convicción y gratitud activa, los
talentos para cumplir su misión en
el mundo, en la Iglesia, en la
P. Jesús Álvarez, ssp
¡Ven, Espíritu Santo,
llena nuestros corazones y
enciende en ellos el fuego de tu amor!
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