3, 2, 1… Azul ¿Una victoria sin Esperanza? Cuando lees un libro que no tiene ilustraciones, tú vas dibujando en tu mente al personaje y los demás elementos de la historia. Y esas formas que vas creando son diferentes de las que se va imaginando cualquier otro lector. Rafael R. Valcárcel Ilustrado por Gabriela Thiery 4 Azul puede tener la bella forma que le ha dado Gabriela, o la que le ha dado Josefina, o la que le dé quien dibuje su cuerpo. Lo que hace única a Azul es que tiene su propia manera de pensar y de actuar; como tú. Cuatro hormigas soldado sentadas alrededor del fuego. A la mente de tres de ellas aún no ha llegado la luz, ni el calor que da el comprender qué armas son las que nos engrandecen. Aunque haya que poner en riesgo la propia vida. Cuatro hormigas soldado sentadas alrededor del fuego. Una lleva horas utilizando sus armas: las palabras. Si las otras descubriesen que ella es del ejército contrario, cogerían sus lanzas y la eliminarían. Cuatro hormigas soldado sentadas alrededor del fuego. Ahora todas ellas son del mismo bando. Ahora otras tres hormigas son conscientes de que hay algo más que el blanco y negro. Ahora también ellas emplearán el arte de la conversación para colorear las mentes de los demás soldados de la Reina Elegida. 8 9 Después de la gran batalla, Azul se replanteó su objetivo. La idea de “vencer al enemigo” dejó de tener cabida en sus pensamientos. Para empezar, a las hormigas que tenían la orden de acabar con ella ni siquiera las consideraba sus enemigas; eran seres irreflexivos cuya razón era preciso despertar. Ahora, su finalidad era que todo el ejército de la Reina Elegida se pasase a su bando, incluida la Reina. “Sí, sí, incluida la Reina”. No obstante, Azul sabía que no lo conseguiría soplando una vela o lanzando una semilla al pozo de los deseos. Requería, ante todo, astucia y valor. De ella y de quienes la apoyaban. Domingo, lunes, marzo, primavera… El número de sus seguidoras fue aumentando al tiempo que las tropas del ejército real disminuían. 10 11 La gran batalla se había librado hacía varios meses, pero la Reina Elegida quiso volver a saborear el resultado: —¿Las huestes de la hormiga azul eliminaron a todos nuestros generales aliados? —A casi todos, Su Majestad. Tuve que encargarme yo misma de los supervivientes —contestó la princesa de ojos rojos. Y para contentar más a su madre, agregó—: Ahora nuestras princesas ocupan los puestos de mando que habían quedado libres. —Bien. Lo único que ahora pueden hacer las reinas de los otros hormigueros es arrepentirse por haberme confiado sus ejércitos. Ya no cuentan con nadie que pueda transmitir sus órdenes. Sus soldados me pertenecen. —¿Eso quiere decir que me autoriza a liquidar a esa rebelde azul? —No. Toca que sean las reinas de las abejas quienes pongan sus ejércitos en mis manos. —Ellas no temerán a las rebeldes. Tras la batalla, quedaron muy pocas. —Repetiremos la fórmula. Queden tres o cien, haré crecer su sombra tanto como me plazca. 12 13 A mediodía, las once princesas llegaron a los límites del calvero. La de ojos rojos ordenó a su comando que se ocultase. Ella iría a espiar. No podía creer lo que allí sucedía. Los soldados reales no eran prisioneros. Se habían unido al enemigo. “¡¿Qué ha ocurrido?! ¿Esa obrera azul es una bruja? Lo averiguaré”. Aguardó, sin pestañar, seis días… hasta que vio su oportunidad. Una leal seguidora de Azul, la mariposa Esperanza, salió a dar un paseo. Sola. 22 23 Cuando se adentraba en el bosque para disfrutar de la naturaleza, Esperanza elegía volar en raras ocasiones. Prefería sentir la tierra. Estar cerca de las raíces. Qué agradable era hundir las patas en el barro y, con los ojos cerrados, percibir la suavidad de la brisa, los olores, los sonidos… —¿Quién anda tras los arbustos? —susurró Esperanza, creyendo que se trataba de algún bicho travieso. —¡Atrapadla! Las princesas la llevaron a un escondrijo. Allí, ante la amenaza de las lanzas, empezó el interrogatorio. —¿Qué brujería les ha hecho la obrera azul a nuestros soldados? —¿Ya ves los colores? —No. Sé que es azul porque la Reina me lo ha dicho. —¿Y si te está mintiendo? 24 25 Los papeles, sin que nadie se percatase, habían cambiado. La interrogada pasó a ser la interrogadora. Esperanza quiso valerse del arte de la conversación para iluminar la mente de sus captoras, quienes solo veían en blanco y negro. —Tú sabes que mintió a las soberanas del bosque para que la nombrasen su Reina Elegida. ¿Crees que eres especial y que por eso a ti no te va a mentir? —No es que lo crea. Soy especial. —Sin duda lo eres. Te ha dicho la verdad. La obrera es azul. Y también es especial. No por su color, sino porque su personalidad es única, como la de cada una de las princesas que te acompañan. Pese a ser una hormiga astuta, la princesa de ojos rojos comenzó a enfurecerse. Sospechaba, pero le faltaban datos para desentrañar el misterio. —¡Atadla! 26 27 La Reina Elegida no solo ha averiguado que su ejército está disminuyendo… ¡Sus hormigas soldado se están pasando al bando de Azul! Esta emplea la palabra para colorearles las mentes y así ganarlas para su causa. Irremediablemente, la gran batalla final se cierne sobre el bosque. Pero Azul ya tiene claro que su lucha no admite el daño a sus congéneres. Ideará una estrategia sorprendente que dará esperanza incluso a sus rivales. 3, 2, 1… Azul