El suelo destruido que alguna vez pisamos Carlos Luis Alvarado Chávez ©2015, Carlos L. Alvarado Chávez Derechos de Autor, Reg. Núm. 03-2015-120209395200-01 © Fotografía de la portada.- Carlos Luis Alvarado Chávez © Diseño de la portada.- Lic. Sandra Soriano Ramírez © Edición y diseño de interiores.- Lic. Braulio B. Cubos Enciso Impreso en México Todos los Derechos Reservados Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, sin permiso previo y por escrito del autor. En memoria de mis padres María de Jesús Galaviz Ochoa Fidel Quezada Ramírez Por todo cuanto fueron. Por todo cuanto son. Contenido 1.-Agripina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 2.-Refugio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 3.- Rufino Ataúlfo . . . . . . . . . . . . . . . . 25 4.-Gertrudis. . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 5.- Linaria Celeste. . . . . . . . . . . . . . . . 49 6.-Berenice . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 7.- Jerónimo, el abuelo. . . . . . . . . . . . . . . 75 8.- Linaria Celeste. . . . . . . . . . . . . . . . 87 9.- Rufino Ataúlfo . . . . . . . . . . . . . . . . 107 10.-Refugio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125 11.-Gertrudis. . . . . . . . . . . . . . . . . . 141 12.-Leonila . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153 13.-Refugio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161 14.-Emiliano . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175 15.- Jerónimo, el abuelo. . . . . . . . . . . . . . . 195 16.-Agripina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211 17.-Berenice . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 245 18.- Jerónimo, el abuelo. . . . . . . . . . . . . . . 263 19.-Emiliano . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295 20.-Nicandro . . . . . . . . . . . . . . . . . . 329 21.-Lázaro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 347 22.-Leonila . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 359 23.-Nicandro . . . . . . . . . . . . . . . . . . 381 24.-Lázaro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 401 25.- Jerónimo, el abuelo. . . . . . . . . . . . . . . 413 26.-Agripina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 435 VII VIII Carlos Luis Alvarado Chávez Bitácora de topografía humana 27.- Linaria Celeste. . . . . . . . . . . . . . . . 453 28.- Rufino Ataúlfo . . . . . . . . . . . . . . . . 473 29.-Lázaro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 491 30.-Refugio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 507 31.-Berenice . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 525 32.-Emiliano . . . . . . . . . . . . . . . . . . 545 33.-Gertrudis. . . . . . . . . . . . . . . . . . 561 34.- Linaria Celeste. . . . . . . . . . . . . . . . 583 35.-Agripina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 607 1 Agripina Ánimas benditas, musitaba la mujer como eslabón macizo de la cade- na de jadeos con que iba, por lo regular con atraso, a la misa de siete. Agripina de la mano de su madre, derechita, sin oír, salvo el reverbero del repique, la convocatoria, ya sin sonido, puras ansias carcomiéndole el apuro. Es que luego la pía señora, nomás llegaba a la banca de la igle­ sia entre santiguadas y elevación de ojos hacia el altísimo en pos de comprensión y obsequio de arrepentimientos, le endilgaba a la niña, para equilibrio y descarga, uno o dos pellizcos en el brazo, urgiéndole a signar la cruz minúscula de nariz y labios. Discreta, agachada y con recato, escuincla, para luego del responso volver también al trote, a los menesteres de la casa, patio de arremedo adjunto y sin vegetación, nomás el tierrero. Ni modo de atreverse, pensar siquiera, en preguntarle a la devota sin arriesgar un manazo en la cabeza: ¿para qué diantres pasar la escoba donde sólo polvo reseco y san se acabó? Agripina, ella sola y para adentro, lo mismo se hacía de la respuesta: pos para quitarle la suciedad, niña. Lo de babosa quedaba en el silencio, circunscrito a las cuatro tapias y las puertas de las habitaciones que, en cuadro, ahí desembocaban. De lluvias no; la ocurrencia y mandato de la jefa de la casa es otro: 1 Carlos Luis Alvarado Chávez El suelo destruido que alguna vez pisamos 2 las tablas. Primero tráetelas y ponlas; segundo: a ver si me les vas raspándoles el lobo. Escurrirse a un ladito, esmirriarse en el rincón de la cocina ante el aprieto de no verse, pasar desapercibida. ¿Otra vez haciéndole al tonto, hija?; ¿cuántas veces te debo repetir que no te pares ahí, y luego volteada contra la pared?; ándale, vete a sacudir las camas, y no me pongas esa trompa, ¿oíste?; puras mortificaciones dios, con esta chiquilla sólo dolores de cabeza; ¿qué he hecho yo para merecer esta carga? El reconcomio dándole vueltas, y cuando no, si en el distraimiento de la sopa, el arroz en la lumbre, la vaina y el alpiste para los canarios, la plancha de carbón sobre la blusa almidonada, la oración al paso ante la repisa donde el crucifijo del pasillo, jalándole el hilacho de la evocación de la diantre chamaca. Ocupaciones aquellas de la soltería sin manera de alivio. En cambio con, ah, pero qué resabio ni que nada, prótesis para la catarsis, profilaxis necesaria. Chica, sí; sin posibles todavía, también y puede que mejor; pero a gusto el desfogue: levanta la cara y mírame a los ojos cuando yo te hable, ¿entendiste?, ¿o es que estoy pintada en la pared? Y Agri o Pina, conforme aquel que se dirigía a la niña o la evocaba así como al desaire, estatuaria, el semblante indeleble, prendiendo el harapo que restaba de la muñeca, o el trapo vil para el sacudidero de los muebles con los adornos y el marco con la boda de sus progenitores, colores sobrepuestos en ánimo de mejoras al realismo ramplón de ambas facciones mustias, nomás repliegues, fijar las pupilas por el susto y como anticipándose al fallecimiento prematuro del hombre. Pestañear cada nunca, en evitación del tortazo en la testa y en provecho de los ratos venideros mientras la madre se ocupaba en los quehaceres. ¿Mañana sí puedo ir al escuela, mamá?; se atrevía al ver a la del gobierno hogareño con talante a modo, sin la herrumbre del apriete, el fruncimiento de la víspera. ¿El uniforme y la mochila ya los tienes listos, o me estás tanteando? Entonces