Rafael albeRti Si Mi VOZ MURieRa eN tieRRa CON Él lO QUe

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buzos — 28 de octubre de 2013
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Rafael Alberti
SI MI VOZ MURIERA EN TIERRA
Si mi voz muriera en tierra,
llevadla al nivel del mar y dejadla en la ribera. Llevadla al nivel del mar y nombradla capitana de un blanco bajel de guerra. ¡Oh mi voz condecorada con la insignia marinera: sobre el corazón un ancla y sobre el ancla una estrella y sobre la estrella el viento y sobre el viento la vela! CON ÉL
Si Garcilaso volviera,
yo sería su escudero;
¡qué buen caballero era!
Mi traje de marinero
se trocaría en guerrera
ante el brillar de su acero;
¡qué buen caballero era!
¡Qué dulce oírle, guerrero,
al borde de su estribera!
En la mano, mi sombrero;
¡qué buen caballero era!
LO QUE DEJÉ POR TI
Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.
Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.
Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.
Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.
A FEDERICO GARCÍA LORCA
Sal tú, bebiendo campos y ciudades,
en largo ciervo de agua convertido,
hacia el mar de las albas claridades,
del martín-pescador mecido nido;
que yo saldré a esperarte, amortecido,
hecho junco, a las altas soledades,
herido por el aire y requerido
por tu voz, sola entre las tempestades.
Deja que escriba, débil junco frío,
mi nombre en esas aguas corredoras,
que el viento llama, solitario río.
Disuelto ya en tu nieve el nombre mío,
vuélvete a tus montañas trepadoras,
ciervo de espuma, rey del monterío.
SE EQUIVOCÓ LA PALOMA...
Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.
Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
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Se equivocaba.
Que las estrellas, rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón, su casa.
Se equivocaba.
Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.
LA NOVIA
Toca la campana
de la catedral,
¡Y yo sin zapatos
yéndome a casar!
¿Dónde está mi velo,
mi vestido blanco,
mi flor de azahar?
¿Donde mi sortija,
mi alfiler dorado,
mi lindo collar?
¡Date prisa, madre!
Toca la campana
de la catedral.
¿Donde está mi amante?
Mi amante querido,
¿en dónde estará?
Toca la campana
de la catedral,
¡Y yo sin mi amante
yéndome a casar!
Rafael
Alberti
(Cádiz, 16 de diciembre
de 1902-28 de octubre de
1999). Importante escritor
español de la Generación
del 27; Su etapa de
estudiante lo vio atrapado
en un entorno sofocante,
opuesto a su inquieta
personalidad artística, y
esto repercutió en una
conducta que lo llevó a la
expulsión. Incursionó en la
pintura, llegando incluso
a exponer algunos de sus
cuadros en Madrid, ciudad
en la que vivió a partir de
los 15 años. La muerte
de su padre en 1920
marcó un hito en la vida
de Rafael: fue ése el momento en que escribió sus
primeros versos. Mientras
se descubría a sí mismo
como poeta, conoció a Federico García Lorca, Pedro
Salinas y Vicente Aleixandre, entre otros brillantes
jóvenes. Durante la Guerra
Civil expresó su postura
a través de la Alianza de
Intelectuales Antifascistas;
más tarde, el exilio lo llevó
a vivir en varias partes del
mundo, desde París hasta
Buenos Aires.
Fue autor de una extensa
lista de poemarios, entre
los que se encuentran Marinero en Tierra, ganadora
del Premio Nacional de
Poesía, Un fantasma recorre Europa, Sonríe China y
Canciones para Altair.
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