Manzur, A. Al-Razi

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AL- RĀZĪ LA CONDUCTA
VIRTUOSA DEL FILÓSOFO
Analía del V. Manzur
I- Presentación
En el presente trabajo analizaremos la obra: La conducta virtuosa
del filósofo de Abū Bakr Muhammad ibn Zakariyyā al-Rāzī (864, m.
925?, 935?), conocido como el Rhazes latino. Nació en Rayy, ciudad
Persa, ubicada al sur del actual Teherán.
El interés que despierta la obra obedece al análisis que hace el autor acerca de las conductas de los hombres, centrando el eje de su
discurso en un elogio a la razón, considerando que el hombre que se
rige por ella puede controlar las pasiones que provocan un gran dolor.
Los siglos IX y X son siglos de un gran desarrollo cultural en el
mundo árabe islámico, por la preservación del legado griego, iranio e
hindú y por las traducciones del mismo al árabe. Los califas se abocaron a adquirir todas las obras posibles de los antiguos con el objetivo de lograr un desarrollo y avance de las distintas artes.
II- Vida y obra
En este contexto surge la figura de Al-Rāzī quien en su juventud
se dedicó a la alquimia y luego a la medicina. Fue un médico reconocido escribió sobre el sarampión y la viruela y entre sus obras de
medicina cabe destacar un libro sobre medicina del cuerpo dedicado
al califa abasí Al – Mansūr (707, 777), fundador de Bagdad, una
especie de enciclopedia médica, donde resume el saber médico de la
época. Su obra fue traducida al latín en el s. XIII, y fue de gran utilidad para la época. Fue el fundador y el primer médico jefe del Hospital de Bagdad.
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En relación a la obra filosófica, contamos por un lado con las
obras originales: El libro de la medicina espiritual y por el otro La
conducta virtuosa del filósofo y lo conservado y reconstruido por
Kraus a partir de las citas de sus oponentes y refutadotes como al
Fārābī, Avicena y Maimónides.
En este trabajo centraremos nuestra atención en las obras originales y que están a nuestro alcance gracias a la traducción realizada por
Tornero (2004) cf. bibliografía. Las citas que realizamos corresponden a esta traducción.
Según afirma Al-Rāzī, como ya había escrito una obra para la cura del cuerpo, debía ahora escribir una para la cura del alma. Coincidimos con la apreciación de Tornero que ambas obras constituyen un
todo, por ello no podemos considerar una sin la otra.
Al-Rāzī es un gran admirador y seguidor de los antiguos y en sus
escritos refleja la influencia del pensamiento estoico, gnóstico y
socrático. El modelo de filósofo es Sócrates a quien considera imām
debido al alto reconocimiento de sus cualidades lo que le infunde un
gran respeto. La figura del imām entre los musulmanes reviste importancia ya que es el que preside la oración y es la persona a quien
la comunidad elige por sus virtudes y su conducta de vida. Del mismo modo, Al-Rāzī adhiere a Sócrates.
Para lograr entender a nuestro filósofo es importante reconocer el
punto de partida de su pensamiento y es el reconocimiento de la
razón como “lo mas grande, beneficioso y útil que tenemos” (p.28).
III- El libro de la medicina espiritual
A- Algunas consideraciones sobre la razón
La obra comienza describiendo los beneficios de la razón la cual
nos permite dominar nuestra naturaleza y a la naturaleza, gracias a la
razón podemos desarrollar la medicina y las demás artes.
La razón es el regalo del Creador, es lo que nos distingue de los
demás seres vivientes y nos eleva a una condición superior. La razón
permite el descubrimiento, el develamiento de la vida y del hombre.
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Si la razón es una donación que el Creador hace al hombre, y por
medio de ella podemos descubrir lo conveniente y lo no conveniente,
entonces, debe considerársela como la única guía para el hombre. La
razón permite distinguir el bien del mal, por ella el hombre puede
organizar y dirigir su vida.
Basta la razón para poder elegir lo mejor, por lo tanto, las religiones y los profetas no son necesarios, más aun, su presencia resultaría
una contradicción con la ciencia divina. Dios otorga la razón, que
pertenece a la esencia divina, para que el hombre se guíe por ella.
Las religiones, por el contrario, son prescriptivas y los profetas se
constituyen en guía del obrar, por otro lado, se observa que los profetas y las religiones, en algunas ocasiones, dicen cosas diferentes y
hasta opuestas. Por lo que de un mismo principio no puede haber
discrepancia. Por lo tanto, la razón es suficiente como rectora del
obrar del hombre.
Según Al-Rāzī, debemos someter todo a la razón y fundamentalmente las pasiones, pues son estas las que corroen, enturbian y desvían
de camino a la razón “impidiendo que el hombre inteligente acierte
con la buena vía (…) a la pasión tenemos que domeñarla, sujetarla,
conducirla, someterla a lo que mande o prohíba la razón (…) si
hacemos esto, brillará para nosotros la claridad de la razón…. Conseguiremos el máximo a que podamos aspirar y seremos felices con
los dones que Dios nos ha concedido por su medio” (p. 29).
La razón permite la reflexión y el pensamiento, que es lo que nos
distingue de los animales, por lo que no debemos someterla a los
impulsos naturales. Por ello, el hombre debe descubrir la razón, conocerla y usarla para lograr la perfección, la sabiduría y la felicidad.
Una vez aceptada a la razón como facultad que permite el camino a la perfección del hombre, hay que comenzar a trabajar con
aquellas afecciones que Al-Rāzī llama males del alma y el cuidado
que debe tener el hombre para corregirlos.
B- Los males del alma
Al-Rāzī considera que es difícil dominar las pasiones por el amor
que el hombre tiene de sí mismo. Este amor a sí mismo, le impide
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ver con claridad sus propios defectos, para ello es importante buscar
un hombre inteligente que lo ayude aplicando como método la observación de las conductas.
Luego de su justificación de la preeminencia de la razón, comienza el análisis de algunas pasiones que, en cierta medida, reúnen a
todas las demás, a saber: la vanidad, la envidia, la cólera, la mentira,
la mezquindad, las preocupaciones, la tristeza, la gula, la borrachera,
el coito, los rangos y honores, el temor a la muerte. En el análisis de
cada una de estas pasiones detalla con ejemplos porqué hay que evitarlas y cómo hacer para mantenerse en el camino de la razón, sometiendo y rechazando la pasión.
Tomaremos, a modo de ejemplo la vanidad, la envidia, la cólera y
la mentira. En cada una de las pasiones llega a la misma conclusión:
“hay que tomar lo necesario de todo y en la proporción en que no
acarree un dolor que supere al placer obtenido”.
La vanidad
“… si posee un hombre la más mínima virtud, éste es grande a
sus ojos y quiere ser alabado por ella por encima de lo que merece,
y si esta situación se reafirma, se convierte en vanidad, sobre todo si
se encuentra gente que le ayude a ello y llega en su elogio y alabanza a lo que él quiere” (p.49). Así, la vanidad anula al hombre, lo
mantiene en una situación estática y no le permite perfeccionarse, ni
cambiar porque considera que no hay necesidad. El que no es vanidoso aspira siempre a más, lo que le permite “crecer y progresar”.
La envidia
“La envidia es una de las afecciones viles que se engendra en el
alma por la conjunción de la mezquindad y la avaricia (…) el envidioso es descrito como aquel que detesta el éxito obtenido por quien
no le ha dañado ni molestado (…)” (p. 51) Es decir que la envidia
produce en el alma tristeza por el bien que consigue el otro, el remedio para ello se encuentra en la razón que permite valorar el bien que
se tiene y alegrarse con el bien obtenido por el otro, el obrar contrario es propio de la ignorancia que sigue las pasiones.
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La cólera
“La cólera ha sido implantada en el animal para que le sirva de
venganza contra aquel que le daña” (p. 57) Esta lleva al deseo de
venganza y de castigo y la consecuencia es el daño a sí mismo. Si ha
sido implantada en el animal, no es lo propio en el hombre. ¿Qué es
lo propio en el hombre? La razón, siguiendo el camino de ella, el
hombre no buscará su propio mal.
La mentira
“… el hombre cuando busca la preeminencia y la primacía en todos los aspectos y situaciones, quiere ser siempre el que informa y
enseña, por la superioridad que supone sobre aquel al que informa y
enseña” (p. 58). El que miente corre el riesgo de caer en contradicciones y al ser puesto en evidencia, la vergüenza es mayor que la
satisfacción de hacer creer al otro algo que no responde a la verdad.
Por otro lado, hay un daño hacia el informado y las consecuencias
pueden ser graves.
C- El dominio de si mismo por la razón
En el desarrollo de cada uno de los excesos y defectos, llega
siempre a la misma conclusión que el vicio reporta más dolor que
placer. El tema del dolor es una constante en cada una de las consideraciones que hace de las virtudes y de los vicios. El dolor empaña el
alma y no le permite ver con claridad, el dolor sume al doliente en
una situación de inferioridad, el dolor hace perder el dominio de sí
mismo.
El dominio del deseo, que trae consigo el dolor, se logra a través
de la filosofía que educa y entrena al hombre para que llegue a adquirir unos hábitos con los que la acción virtuosa le pueda resultar
más fácil.
En la consideración del deseo se ve claramente la postura estoica
de Al-Rāzī, estos sostenían que el deseo corresponde a las pasiones
primarias, por lo tanto irracionales y es a lo que adhiere nuestro filósofo.
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Si bien es cierto que el deseo es una tendencia ya sea esta sensible
o racional hacia un bien que no se tiene, Al-Rāzī, con su influencia
estoica, sólo lo toma en el aspecto sensible, rechazándolo por considerarlo una pasión que no está iluminada por la razón y necesariamente conduce al temor, el dolor y el placer.
IV- El Libro de la conducta filosófica
Esta obra, por lo que se lee en las primeras páginas, constituye
una apología de su propia vida. En ella hace una defensa de su comportamiento ante algunas acusaciones acerca de la manera de vivir de
Al-Rāzī “que ponen en tela de juicio su conducta y su virtud” (p.19).
Es un tratado pequeño donde intenta mostrar la coherencia de su
vida acorde a los principios que sostiene en la obra antes analizada.
Fundamentalmente relata el laborioso trabajo que puso en cada una
de sus obras desarrolladas con responsabilidad y abnegación.
En esta obra, siguiendo el hilo del Libro de la medicina espiritual, sostiene a la razón como elemento rector y enfatiza en la necesidad del hombre de buscar un bien perdurable. Expresamente
afirma la necesidad de coherencia entre la teoría y la práctica. De
nada sirve conocer si ello no nos lleva a obrar correctamente, manteniéndose en el medio entre el exceso y el defecto: “lo situado
entre los dos extremos está permitido y el que se queda ahí no sale
de la filosofía” (p. 101).
Algunas afirmaciones nos traen a la memoria la defensa de
Sócrates en la obra de Platón Apología, cuando Al-Rāzī pide a
aquellos que lo acusan que presenten sus argumentos, con la finalidad de reconocer la verdad o refutar el error.
Por lo tanto, el verdadero filósofo es el que sigue la ciencia y se
mantiene en el medio entre los excesos, viviendo una vida de austeridad alejada del lujo y los placeres del mundo sensible, que entorpecen el alma.
V- CONCLUSIÓN
En estas obras Al-Rāzī presenta una coherencia en su especulación, se rige por una ética normativa y divulga el control de los
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deseos y de las emociones. Esta postura no condice con lo que sostiene el Islam religión que establece la ley o norma y aspira a regular
los actos del hombre. Recordemos que en el Corán están contenidas
la ley, la ética y la política.
-Pone toda su confianza en la razón ya que la razón es parte de
la esencia divina y es el aspecto divino que hay en el hombre.
-Plantea un modelo de ética autónoma que en cierta medida
choca con el Islam que regula las conductas en el seno de la
comunidad.
-El rechazo del placer no es aceptado por los musulmanes ortodoxos. Al Razi considera que al placer acompaña el dolor.
Aceptándose este concepto de placer-dolor, se negaría el placer en el Paraíso, ya que la escatología musulmana sostiene
que en el paraíso se goza del placer donde no existe el dolor.
-Algunos comentaristas sostienen que no fue censurado en su
momento por ser un período de movimiento y acomodamiento,
donde los grupos más ortodoxos estaban organizándose (p.17).
-A pesar de ello, las obras más controvertidas, donde realiza
una fuerte crítica a las religiones, no se han conservado y lo
poco que podemos conocer de ellas es por los comentarios que
realizan sus críticos.
-De todos modos en estas dos obras conservadas, puede observarse el fuerte empeño que pone en colocar a la razón como
aquella que permite el control del ámbito sensitivo, con algunas reminiscencias gnósticas.
-El verdadero filósofo es el que rechaza el placer y se rige por
la razón, evitando las pasiones, el dolor, el temor.
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Bibliografia:
AL-RĀZĪ (2004) La conducta virtuosa del filósofo, ed. Trotta. Traducción, introducción y Enotas de Emilio Tornero, Madrid.
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