Introducción: G: Hoy vamos a rezar con el versículo que nos relata que Jesús se “transfiguró” y éste verbo: “transfigurar”: en griego se dice “metamorfosis”, que significa cambiar forma, transformarse. En las metamorfosis paganas la divinidad asume cuerpo y semblanzas humanas. Aquí la humanidad asume forma y esplendor divino: deja transparentar la Gloria del Hijo. Éste es el destino de todo hombre en el hijo del hombre. S: Nos ponemos en la presencia de la Augusta Trinidad, en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Sto. Amén Mientras exponemos el Santísimo cantamos el canto: PADRE YO TE ADORO Padre yo te adoro yo te ofrezco mi alma y vida, ¡Cómo te amo! JESUCRISTO... ESPÍRITU SANTO... TRINIDAD SANTA... Adoración G: Su rostro se puso brillante como el sol: la Luz es el símbolo más apropiado de Dios: principio de creación y conocimiento, hace que cada cosa sea lo que es y la hace ver tal como ella es. Pero es también fuente de alegría, señal del amor que vuelve luminosas a las personas. El hijo brilla con la misma luz de Dios, primicia de la nueva creación: como todo se ha hecho a través de Él, en Él y por Él, así todo participa de su misma suerte en la luz. G: Los invitamos a compartir una experiencia en la que Jesús los ha iluminado, los llenó de alegría… en este último tiempo…: a cada dos cantamos Estribillo: ESTA ES LA LUZ DE CRISTO, YO LA HARÉ BRILLAR, BRILLARÁ, BRILLARÁ SIN CESAR... (Al terminar, se encienden las luces, dejando siempre el rostro del Icono más iluminado) G: Vamos a beber de las fuentes carismáticas: Madre Isabel, mujer “contemplativa”, nos acerca, nos impulsa y enseña, con sus palabras a la “verdadera Luz”: Jesús. L1: “Al fin sean para ti también luz tales tinieblas y verás en el cielo, donde ya no necesitas la fe, la verdad que te manifiesto: aprende a obedecer, a ser humilde, a reconocerte verdadera soberbia, obstinada, de duro cerebro, más sólo para cambiar y recurrir al más piadoso de los Padres; no me aflijas con tus herejías, más siendo penitente consuela al cielo y a quien te ama. Hoy haz más actos de Fe y esperanza que puedas: haciendo así seguiré siendo para ti Madre, más no podría serlo para quien no cree ni ama a Jesús. Buenos días: sobre La esperanza de esto me reafirmo, tu queridísima Madre” (E 129) (Intervalo de breve silencio entre cada párrafo) L2:“…Convéncete que el Crucificado (bien contemplado) es una oración, luz, fuerza y todo nuestro bien: te contesté así también a la pregunta que me pones a cerca d la oración. ¡Buenos días! Practica todo esto y verás en ti grandes cambios en todo sentido. Tu Madre (E. 53) L3:“ gozo en ver que estás favorecida por luces, sin embargo esto no es suficiente para mi; quiero verte siempre con la hoz en la mano para cortar el primer brote de todas tus pasiones y, para hacer bien esto, lee a menudo las luces sobre tu ser que el Buen Jesús te ofrece. Oh, hija mía, la culpa original es para nosotras una tiniebla que nos esconde a menudo la querida y verdadera luz y por eso sin perderse, hija mía, necesita que ores continuamente para dar muerte a tu amor propio y a ti misma…no te canses de luchar la vida es corta…la corona es eterna” (E 21). G: También nuestro seráfico Padre Francisco, empapado de la luz, divina nos atrae con su ejemplo: L1:“…elevado, en cierto modo, sobre las realidades mundanas, el bienaventurado Padre había sometido con admirable eficacia las cosas de la tierra; y, teniendo puesta siempre la mirada de su entendimiento en la Luz suprema, conocía por revelación no sólo lo que él había de hacer, sino que precedía muchos sucesos con espíritu de profecía, escudriñaba los secretos de los corazones, conocía las cosas lejanas, previa y anunciaba de antemano el porvenir…” (2C 27) (Intervalo de breve silencio entre cada párrafo) L2:“…y cuando el varón de Dios quedaba solo y sosegado, bañaba la tierra de lágrimas, se golpeaba con la mano el pecho, y, como quien ha encontrado un santuario íntimo, conversaba con su señor. allí respondía al Juez, allí suplicaba al Padre, allí hablaba con el Amigo, allí también fue oído algunas veces por sus hermanos… allí lo vieron orar de noche, con los brazos extendidos en forma de cruz, mientras todo su cuerpo se elevaba sobre la tierra y quedaba envuelto en una nubecilla luminosa, como si el admirable resplandor que rodeaba su cuerpo fuera una prueba de la maravillosa luz de que estaba iluminaba su alma… cuando volvía de su oración privada- en la que venía a quedar como transformado en otro hombre…” (LM, 10, 4) G: Después de haber escuchado estos hermosos textos, en un breve silencio los volvemos a leer, para nosotros mismos y sacar provecho para nuestra vida espiritual. Breve silencio (música de fondo suave) Canto: EN LA CAVIDAD DEL CORAZÓN Esto me pide el amor habitar en lo alto, dentro de su corazón y descender siempre al valle / a compartir la fatiga de mis hermanos/. Sentía crecer en mí, una fuerte sensación. De libertad interior Dios me quería toda, toda para Él. Como campo abierto a sus intenciones, elegí vivir por él y por los hermanos. La misericordia, el perdón ahondan las raíces. En la historia de todos en los acontecimientos de ayer. Como espejo yo reflejo cuanto recibo, a los hermanos de esta espléndida tierra mía. G: Ahora tomamos un papelito de color y escribimos en él, aquellas cosas que tengo que dejar “Transformar”: que tengo que “Transfigurar”, y lo tendré presente, como compromiso. También nosotros estamos llamados a ver al Señor “Cara a Cara” y a reflejar con el “rostro descubierto” su gloria, hasta ser “transformadas” en Él, configuradas con el icono del Hijo, el primogénito entre muchos hermanos, estamos llamados a revestirnos de la Luz y ser Luz. El Amor se realiza en el intercambio de lo que uno tiene y de lo que uno es, de tal manera que el que es amado viene a ser forma de lo que ama. La encarnación, que lleva a la cruz (bautismo), hace a Dios igual a nosotros: la transfiguración, prenda de la resurrección nos hace iguales a Él. Queremos elevar nuestra oración hacia EL, con nuestras voces, corazón y alma lo hacemos con el Salmo 27: (Puede ser cantado o rezado a dos coros) “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿A quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida, ¿Ante quién temblaré? Cuando e alzaron contra mi los malvados Para devorar mi carne, fueron ellos, mis adversarios y enemigos, Los que tropezaron y cayeron. Aunque acampe contra mí un ejército, mi corazón no temerá; aunque estalle una guerra contra mí, no perderé la confianza. Una sola cosa he pedido al Señor, y esto es lo que quiero: habitar en la Casa del Señor todos los días de mi vida, para gozar de la dulzura del Señor y contemplar su templo. Sí, EL me cobijará en su tienda de campaña en el momento del peligro; me ocultará al amparo de su carpa y me afirmará sobre una roca” S: Oración: Te Pedimos, Señor, que la claridad de la Transfiguración de tu Hijo ilumine las dificultades de nuestra vida; que no temamos ante la oscuridad de la muerte y podamos llegar un día a la luz que no tiene fin. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén. Canto final: (mientras de guarda al Stmo.) SEÑORA DE LOS ANGELES