Lectio Divina martes 10 de septiembre 2013, vigésima tercera semana Tiempo Ordinario -Ciclo –C- Lecturas: Colosenses 2,6-11; Salmo 144; Lucas 6, 12-19 PALABRA QUE DA VIDA -Reflexionemos- LA FUERZA QUE NOS CURA A TODOS 1. Hagamos las LECTURAS Subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salta de él una fuerza que los curaba a todos. 2. MEDITEMOS la lectura a. ¿Qué dice el texto? Unos son apóstoles y otros discípulos. Los apóstoles fueron llamados por Jesús para compartir su vida y su misión. El número “doce” es simbólico. Con los doce apóstoles Jesús inaugura el nuevo pueblo de Dios, el nuevo Israel por referencia a las doce tribus. Los nombres de los Doce no los podemos reconocer con claridad. Los listados de Lucas no coinciden con los de Mateo (Mt 10,1-4), ni con la lista de Hechos de los Apóstoles (Hech 1,13). Fuesen quienes fuesen, eran personas sencillas elegidas entre sus seguidores. En cuanto a los discípulos, eran muchos más. Provenían de todas las regiones de Israel para “escucharlo y sanarse de sus enfermedades”. Esto nos permite ver que los discípulos de Jesús eran gente sencilla, necesitada de sanación. Jesús reconoce que el Reino de Dios no es una cuestión de individualidades, de mesianismos, y menos de autoritarismos. El Reino de Dios es una cuestión comunitaria, una cuestión compartida entre los seguidores. b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? El Maestro pasa toda una noche en oración, en la soledad de la montaña. Como quien dice, se ha pasado la noche en vela, rezando en un lugar alto y apartado. Pero tiene un significado mucho mayor. La oración de Jesús era para Él una necesidad tan vital como respirar; era el momento del encuentro con su Padre, lejos de la repetición rítmica de frases y plegarias, tiempo de escucha y diálogo. Y pasa toda la noche en oración, en identidad profunda con Abbá Padre suyo y nuestro; esa oración -toda oración- tendrá frutos. En este caso, los frutos de esa oración es la elección de doce discípulos: no es cuestión azarosa, es decisión tan sagrada como es el llamado de todos y cada uno de nosotros y es envío -tal es el significado literal de apóstoles-. Ellos han de ir con Él, su misión será la de Él. Contra todo resabio de espectacularidad, superando cualquier especulación, Jesús elige a hombres con nombre y apellido, desde sus particularidades, con sus luces y sombras, a partir de su diario vivir. Pescadores, recaudadores de impuestos, militantes políticos zelotas-, estudiosos de las escrituras; tendrán sus quebrantos, uno lo traicionará en ese amor, otro lo negará lleno de miedo, todos negarán con fervor la derrota de la cruz. Pero un Dios que es Padre, que mira más allá de cualquier apariencia, los mira y elije con ojos de Madre que sabe ver todo lo que pueden llegar a ser sus hijos, a pesar de renuncias y traiciones. Y allí sí, hay que descender al llano. Multitudes dolientes llegadas de todas partes, agobiadas de dolor y soledad aguardan al Maestro y a los suyos. La fuerza del Reino, la potencia infinita de la compasión y la Misericordia cura, sana y libera. 3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón Como en otras ocasiones muy importantes en su vida, Jesús ora antes de elegir a sus doce apóstoles de entre sus discípulos. Éste es ciertamente un momento muy importante. Él los entrenará, y correrá el riesgo de encomendar a gente débil y falible su propio trabajo y misión. Él sabe que no siempre harán lo mejor que puedan, ya que pasarán por momentos de temor, desaliento, cobardía y componendas. Aun así, él se fía suficientemente de ellos y les ayudará a llevar su trabajo a buen término. 4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios? Padre amoroso: Ayúdanos a vivir al máximo según el evangelio, conscientes como somos de nuestras limitaciones, pero contando con el poder de tu amor y con la presencia entre nosotros de aquél que es tu imagen y tu plenitud, Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén. 5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? Motivación: El culto verdadero comienza y se expresa en la compasión y en el socorro. No hay tarea más santa ni más urgente que alabar a Dios rescatando de la postración a sus hijas e hijos que sufren. JESÚS PROVOCA A SUS DISCÍPULOS Tengo miedo y Él me dice: ¡Ánimo! Dudo y Él me dice: ¡Confía! Me siento angustiado y Él me dice: ¡Tranquilo! Prefiero estar solo y Él me dice: ¡Ven y sígueme! Fabrico planes y Él me dice: ¡Déjalo! Busco bienes materiales y Él me dice: ¡Despréndete! Quiero seguridad y Él me dice: ¡No te prometo nada! Quiero vivir y Él me dice: ¡Da tu vida! Creo ser bueno y Él me dice: ¡No es suficiente! Quiero mandar y Él me dice: ¡Sirve! Quiero comprender y Él me dice: ¡Cree! Quiero claridad y Él me habla en parábolas. Quiero ser el más grande y Él me dice: ¡Sé como un niño! Busco el primer puesto y Él me dice: ¡Ponte en el último lugar! Quiero ser visto y Él me dice: ¡Ora en lo escondido! Busco comodidades y Él me dice: ¡Niégate a ti mismo! Reclamo justicia y Él me dice: ¡Presenta la otra mejilla! ¡No! No entiendo a este Jesús. Me provoca. Me confunde. Al igual que tantos de sus discípulos, también yo quisiera hallar otro maestro que fuera más claro y exigiera menos. Pero me sucede lo que a Pedro: no conozco a nadie que tenga, como ÉL, PALABRAS DE VIDA ETERNA.