Posición del CEUCAT sobre Dimensión Social - Género Enmienda del CEUCAT al texto de CREUP “La Dimensión Social de la Educación Superior y las barreras a la misma” En analizar la distribución por géneros de la población universitaria, sorprende gratamente cómo, en los últimos años, se ha visto significativamente incrementado el número de estudiantes de género femenino, hasta llegar a un actual 60%, aproximadamente; hecho que pone de manifiesto la progresiva equidad por motivos de género entre el estudiantado. No obstante, cabe destacar que existen notables diferencias entre las áreas del conocimiento: es una realidad innegable que a día de hoy la sociedad aún tiene interiorizada la existencia de “carreras de hombres y carreras de mujeres”. Así pues, en Ciencias de la Salud el género femenino tiene una notable presencia, que alcanza el 75% en algunas titulaciones, mientras que en las Ingenierías el género femenino únicamente representa un 25%. Para solucionar estas diferencias hay que trabajar en dos sentidos: si bien hay que potenciar la presencia de personas de género femenino en las áreas del conocimiento dónde no hay la paridad que deseamos, también habría que apostar por hacer campañas en pro de las personas de género masculino en titulaciones como enfermería o magisterio, pues luchar por la paridad también es desestigmatizar estas titulaciones de ser considerados “de menor rango” o, directamente, de “carreras de mujeres”. Aun así, las diferencias de género más alarmantes se ponen de manifiesto en analizar las composiciones de los grupos laborales: entre el Personal de Administración y Servicios encontramos un 65% de personas de género femenino mientras que entre el Personal Docente Investigador este género representa un 40%. Todavía es más alarmante el porcentaje entre las personas catedráticas, puesto que el tanto por ciento de presencia del género femenino disminuye hasta un preocupante 15%, aproximadamente. Estas cifras conllevan dos problemas: por una parte, la inexistencia de referentes de género femenino en muchas de las titulaciones actuales; por otra, ciertas actitudes por parte de los docentes que deberían ser cuestionadas. Una de las líneas de trabajo que hay que adoptar para conseguir la igualdad entre géneros es desvincular el género femenino de los trabajos de curas y cuidados, tradicionalmente asignados a este género. Es una realidad innegable que para las personas de género femenino es mucho más complicado el compaginar la vida profesional y académica con la familiar. Un ejemplo de esto es la poca presencia en la universidad de mujeres que han tenido hijos siendo menores de 22 años: no se han desarrollado en el estado español políticas concretas para que estas mujeres puedan seguir cursando estudios. Además, hay que seguir luchando por eliminar totalmente las agresiones sexistas en la universidad. No son pocos los casos de acoso, agresión sexual y/o verbal que desde el año 2010 muchas mujeres han denunciado producirse en la universidad. Además, es nuestra responsabilidad erradicar comportamientos machistas entre el estudiantado, tomando especial énfasis en situaciones lúdicas, de cohesión o de iniciación. El ambiente festivo no puede ser excusa para tolerar situaciones machistas, de acoso ni de violación de los derechos de las mujeres, y debemos trabajar duramente por conseguir fiestas universitarias libres de machismo. En este mismo sentido, ideas como la adopción de mecanismos de denuncia de acoso durante el horario lectivo serían muy positivas. Consideramos imprescindible que se eliminen de raíz los prejuicios basados en el género de las personas y es imprescindible la incorporación de los valores feministas a nuestras titulaciones, y poner medidas concretas para evitar actitudes machistas en las aulas, teniendo presente que dichas actitudes no incluyen únicamente las agresiones, violaciones, insultos o amenazas; sino que humillar, desvalorizar, ignorar, culpabilizar, usar un lenguaje despectivo e irrespetuoso o humor sexista son también comportamientos machistas. Así apostar por poner en valor las aptitudes y capacidades de las personas, apostando por una igualdad de oportunidades real, que no discrimine personas por razón de género.