CORREO DE LOS TEATROS El miércoles, día por más de un

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CORREO DE LOS TEATROS
El miércoles, día por más de un concepto difícil para los teatros, dio
su función de gracia en Nuevo México, Gerardo López del Castillo. La
concurrencia fue escasa, pero los aplausos, en cambio, abundaron
grandemente.
Allí tuvimos ocasión de felicitar al Sr. Ramón Manterola, autor de
Isabel Lopouloff, interesante drama que se ponía en escena;
saludamos a la Sra. Cañete, que todavía sabe entusiasmar y
conmover en el teatro; apreciamos el afecto con que veía el público la
producción del redactor del Porvenir, y saludamos al Sr. Antonio
Zavala, autor de Los misterios de la vida y de Plagiarios y agiotistas,
obra nueva que debe estrenarse el martes próximo.
Nos dicen que hay en Zavala un gran sentido observador; que
copia fielmente los cuadros terribles que ofrece la vida de las clases
pobres mexicanas; que con lenguaje desnudo y franco, vulgar a
veces pero enérgico, ataca un vicio y estremece con su pintura.
Nosotros hacemos ánimo de ir el martes a Nuevo México, porque el
Sr. Zavala nos inspira natural curiosidad.
En México hay dos sociedades, y debe haber dos teatros, porque
un teatro, si quiere existir, debe ser el reflejo de todas las épocas—
teatro idealista,—o el reflejo de una,—teatro social.
Tenemos un gran grupo literario, refinado, instruido, que traduce a
Byron, que ha leído a Goethe, que sabe teatro griego, que está a la
altura de cualquier público inteligente de otras tierras:—de este grupo
han de esperarse las obras literarias, estudiadas, de todas las
escuelas, hoy poéticas con Echegaray y mañana ultrarrealistas con
Gaspar.
Y hay otra agrupación numerosísima, el verdadero cuerpo social, la
masa inteligente y pobre del país, que sólo puede copiarse a sí
misma, que no puede dar vuelo a su idealismo, porque carece de la
bella forma idealizadora en que no se ha instruido, y que se pone en
escena con sus turbulencias y sus desnudeces, con sus bandidos y
sus seductores, con sus villanos y sus generosos, que son mundo
aparte, forma distinta, caracteres diferentes de los que serían
capaces de pintar los que han atildado y pulido su inteligencia con el
estudio de los grandes modelos del arte. De estos últimos, resultaría
un teatro ecléctico, y no puede resultar otro distinto: de los primeros,
puede resultar un verdadero teatro nacional.
Gerardo López dirá, y tendrá razón, que nada de esto tiene que ver
con su beneficio. Para tener contento al laborioso actor, diremos que
la compañía en que trabaja, es verdaderamente uniforme y
aceptable; que cuenta con simpatías unánimes en la clase popular de
México, y que en su función de gracia cosechó lauros merecidos por
su buena manera de interpretar el proverbio que pusieron en escena.
Y hasta el martes que veamos lo de Zavala.
***
Antenoche, con lleno en palcos y plateas y regular concurrencia en
las lunetas, se repitió en el Principal el último drama de Peón, que
tiene un defecto a juicio del administrador de la Revista: “el de ser
corto”.
Y en verdad, aquello es una explosión de ternura, de poesía, y de
talento dramático. Tiene lunares, pero ¿cuándo afearon los lunares
una cara verdaderamente bella?
Ello es que Peón Contreras fue llamado dos veces a la escena entre
entusiastas bravos, y que no era vulgar por cierto, la concurrencia
que aplaudía en el Principal.
Gil González ha despertado contiendas: unos lo comparan con los
dramas anteriores de Peón, otros lo celebran sin comparaciones,
algunos abultan los escasos puntos negros y no quieren ver los
numerosos puntos brillantes. Vuélvase a hacer, y con esto tendrán
motivo de afianzarse todos en sus opiniones.
Terminó la fiesta con una comedia en que se cansa uno de reír. Se
llama Dar en el blanco, y es de Pina: nunca vimos mayor enredo, ni
más graciosos e inútiles lances: la versificación es de principiante,
pero la trama es magistral. Los que gusten de reír mucho, tienen de
sobra en esta comedia con que satisfacer el apetito.
En cuanto a la ejecución del Gil González, Concha Padilla cautivó
todos los ánimos, y Guasp estuvo a notable altura: fue enérgico, dijo
con pasión, realzó el drama. En Freyre vamos notando verdaderos
adelantos: ya no es el actor de los primeros meses: en el Oidor del
Gil ha estado natural, fiero, bien.
Revista Universal, 26 de febrero de 1876.
[Mf. en CEM]
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