TEMA 3. RESTAURACIÓN DEL ABSOLUTISMO E INTENTOS

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Historia de España
Curso 2010/2011
Prof.: Juan A. Molina
TEMA 3. RESTAURACIÓN DEL ABSOLUTISMO E INTENTOS
LIBERALES DURANTE EL REINADO DE FERNANDO VII.
1. El marco político de la restauración.
2. La restauración borbónica en España.
3. El sexenio absolutista (1814-1820).
3.1.Primeras medidas.
3.2.Política exterior.
3.3.La oposición a Fernando VII.
4. El Trienio Liberal (1820-1823).
5. La Década Ominosa (1823-1833).
6. El problema sucesorio.
1. EL MARCO POLÍTICO DE LA RESTAURACIÓN.
El regreso de Fernando VII a España coincide con los últimos momentos del poder
político de Napoleón pero las conquistas francesas han significado unos importantes cambios
en el mapa político europeo:
• las fronteras de varios países fueron profundamente modificadas por las campañas
napoleónicas, por ejemplo, el antiguo imperio germánico fue sustituido por 16
Estados controlados por el Emperador
(Confederación del Rin) y también fueron
modificados los Estados italianos, Países
Bajos y Polonia.
• Las
tropas
francesas
habían
difundido por toda Europa los principios
liberales con que se inició la Revolución.
• De
forma
involuntaria,
las
invasiones francesas habían despertado un
sentimiento nacionalista como reacción al
invasor.
Una
vez
derrotado
Napoleón, los principales gobiernos
europeos llevaron a cabo una
reestructuración de Europa, para lo
cual convocaron el Congreso de
Viena (1814-1815), que sería la
base de la Restauración.
• La
reestructuración
de
Europa siguiendo el principio
legitimista, que buscaba la
vuelta a la situación política
anterior a Napoleón, es
decir, la vuelta de los
Borbones, y la aceptación de
la situación de hecho
originada por la guerra en
los casos de Alemania, Polonia y los Estados italianos.
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•
Se adoptó una política radicalmente conservadora, intentando eliminar cualquier
manifestación liberal y, para apoyar este espíritu, se creó la Santa Alianza para
intervenir militarmente en aquellos países donde peligrara el orden absolutista.
En definitiva, la Restauración significaba, básicamente, la vuelta al Antiguo Régimen
y la oposición frontal al liberalismo.
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LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA EN ESPAÑA
Durante la guerra, absolutistas y liberales, a pesar de sus diferencias, lucharon
unidos contra los franceses para devolver el trono a Fernando VII. El sector político
moderado había desaparecido el final de la guerra al haber basado su postura en la defensa
de José I.
Los absolutistas aspiraban a la vuelta del Antiguo Régimen, es decir, monarquía
absoluta y sociedad estamental. Por su parte, los liberales buscaban consolidar la soberanía
nacional, la división de poderes y la igualdad legal, conseguida con la Constitución de 1812,
con la jura de la misma por Fernando VII.
En medio de un gran entusiasmo popular Fernando VII entra en España pero,
aconsejado en Valencia por un grupo de diputados absolutistas que le presentaron un
documento denominado “Manifiesto de los persas”, solicitándole la anulación de la
Constitución de 1812, promulga el Decreto de Valencia (4 de mayo de 1814) por el que
declaraba nula y sin ningún valor la Constitución y la obra legislativa de las Cortes de Cádiz.
Fernando VII había abandonado el país como monarca absoluto y debía volver como
un monarca constitucional pero se vuelve a un régimen absolutista y al Antiguo Régimen,
traicionando sus promesas.
EL MANIFIESTO DE LOS PERSAS
Redactado por una representación de 69 diputados serviles –de los que 34 eran eclesiásticos-, fue
presentado a Fernando VII con anterioridad a su decreto de anulación de la obra de las Cortes de
Cádiz /4 de mayo). Toma su extraño nombre de la alusión inicial del texto: “Señor: era costumbre en
los antiguos persas pasar cinco días en anarquía después del fallecimiento de su rey, a fin de que la
experiencia de los asesinatos, robos y otras desgracias les obligase a ser más fieles a su sucesor”. Es
el primer documento de la historia de España que presenta las posiciones de un grupo político, y en
él encontramos una defensa teórica del retorno al absolutismo como forma de gobierno.
“[…] 20. Quisiéramos grabar en el corazón de todos, como lo está en el nuestro, el convencimiento
de que la democracia se funda en la inestabilidad y la inconstancia; y de su misma formación saca los
peligros de su fin […]. O en estos gobiernos ha de haber nobles, o puro pueblo: excluir la nobleza
destruye el orden jerárquico, deja sin esplendor a la sociedad […].
21. La nobleza siempre aspira a distinciones; el pueblo siempre intenta igualdades: este vive receloso
de que aquella llegue a dominar […].
40. En fin, Señor, esta Constitución, firmada el 18 del propio marzo […] dice: Que la Nación española
es libre e independiente y no es ni puede ser patrimonio de nadie, ninguna familia o persona. Y el
artículo 14 expresa que el gobierno de la nación española es una monarquía hereditaria: artículos
inconciliables […].
134. La monarquía absoluta (voz que por igual causa oye el pueblo con harta equivocación) es una
obra de la razón y de la inteligencia: está subordinada a la ley divina, a la justicia y a las reglas
fundamentales del Estado: fue establecida por derecho de conquista o por la sumisión voluntaria de
los primeros hombres que eligieron sus reyes […]. En un gobierno absoluto las personas son libres, la
propiedad de los bienes es tan legítima e inviolable que subsiste aún contra el mismo soberano […]
Madrid 12 de abril de 1814”.
En Rodríguez Alonso, M.: Los manifiestos políticos en el siglo XIX (1808.1874), Barcelona, Ariel, 1988.
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EL SEXENIO ABSOLUTISTA (1814-1820).
2.1. PRIMERAS MEDIDAS
Fernando VII y su gobierno tuvieron que hacer frente a un objetivo imposible:
rehacer un país destrozado por la guerra y con unas colonias en pie de guerra con los viejos
métodos del Antiguo Régimen. Sus gobiernos fracasaron uno tras otro.
Su política represiva no tiene lugar a dudas desde sus primeras medidas: a la
anulación de la Constitución de 1812 se sumarían pronto el restablecimiento de la
Inquisición y de los señoríos, la supresión de la libertad de prensa, la devolución de tierras
amortizadas y la recuperación de privilegios.
Además se tomaron medidas no sólo contra los afrancesados sino contra los liberales.
A los primeros se les acusaba de traidores, a los segundos de revolucionarios; muchos
tuvieron que abandonar el país y se les confiscaron sus bienes.
2.2. POLÍTICA EXTERIOR
La característica principal fue el aislamiento internacional. Lo único destacable fue
la adquisición a Rusia de una flota, en bastante mal estado, para reponer las pérdidas
navales de Trafalgar.
2.3. LA OPOSICIÓN A FERNANDO VII
Naturalmente, el liberalismo no había sido eliminado pero su actividad se vio
obligada a ser clandestina, con frecuencia con el apoyo de la sociedad secreta masónica.
Las más importantes manifestaciones contra el régimen absolutista fernandino
partieron del Ejército. La escasez económica había relegado a segunda fila a oficiales que
habían destacado y ascendido en la reciente guerra napoleónica. Al quedar postergados, se
convirtieron en un sector de permanente descontento, y de él partieron los intentos de
sublevación conocidos con el nombre de “pronunciamientos”, como los de Porlier en Galicia,
Lacy en Cataluña o Mina en Navarra, terminadas en ejecuciones o exilios.
Finalmente, uno de los pronunciamientos tuvo éxito,
el de Riego en 1820. El gobierno había decidido el envío de
tropas a las colonias hispanas de América para sofocar las
sublevaciones independentistas. Este ejército, acampado en
diversas localidades de Andalucía, con centro en Cádiz, a la
espera de embarcar fue arengado por el teniente coronel
Riego para que, en lugar de embarcar para luchar en una
cruel guerra, permanecieran en España sublevándose contra
el absolutismo y restaurando la Constitución de 1812. Los
soldados fueron convencidos con estos argumentos y el 1 de
Enero de 1820 se sublevaron al mando de Riego, que
mandaba el batallón de Asturias para proclamar en Las
Cabezas de San Juan (Sevilla) la constitución de Cádiz,
procediendo
al
restablecimiento
de
autoridades
constitucionales. Tras conseguir el apoyo de otras zonas como
Galicia, Barcelona, Zaragoza y Pamplona, obligaron al rey a
aceptar la Constitución.
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EL TRIENIO LIBERAL O CONSTITUCIONAL (1820-1823)
El trienio liberal o constitucional supone la puesta en vigor de las reformas liberales.
Pero entre éstos se produce una clara escisión: los liberales moderados o “doceañistas”, de
mejor posición económica y herederos de un pensamiento más propio de la Ilustración, y
otro grupo más radical o “exaltados”, que representaban el extremismo romántico y
esperaban acelerar el ritmo de las reformas.
Se recuperó parte de la obra legislativa de Cádiz:
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•
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supresión del Tribunal de la Inquisición
se abolieron los gremios y se aprobaron medidas para liberalizar el comercio y la
industria
se recuperó el programa de desamortizaciones
se llevó a cabo una propuesta de reforma fiscal y penal
se garantizaron los derechos y libertades de los ciudadano
se planteó una reforma educativa
se disminuyó el diezmo
se intentaron suprimir los señoríos y mayorazgos
se creó la Milicia Nacional, como una fuerza cívico-militar para conservar el orden
público y defender el régimen constitucional.
Pero este plan de reformas fracasó por la escisión de los liberales, la inestabilidad de
los gobiernos que se sucedieron (hasta cuatro), los frecuentes desórdenes, especialmente
grave el suscitado entre la Guardia Nacional Real y la Milicia Nacional, la oposición del Clero
y la Nobleza a esta política liberal y la oposición de los campesinos, perjudicados por los
impuestos y sin beneficiarse de las tierras desamortizadas. Los enfrentamientos podrían ser
considerados como una guerra civil. Fernando VII solicita a la Santa Alianza la intervención
militar en España.
TRATADO SECRETO DE VERONA
Extracto del tratado firmado por Austria, Francia, Prusia y Rusia el 22 de noviembre de 1822, que dio pie a la intervención en
España de los “Cien mil hijos de San Luis” (60.000 franceses más 35.000 realistas españoles), al mando de Louis Antoine de
Borbón, duque de Angulema, en abril de 1823, para restablecer a Fernando VII como rey absoluto.
“Los infrascritos Plenipotenciarios autorizados especialmente por sus Soberanos para hacer algunas adiciones al tratado de la
Santa Alianza […] han convenido los artículos siguientes:
Artículo 1. Las Altas Partes Contratantes, plenamente convencidas de que el sistema de gobierno representativo es tan
incompatible con el principio monárquico, como la máxima de la Soberanía del Pueblo es opuesta al principio de derecho
divino, se obligan del modo más solemne a emplear todos sus medios, y unir todos sus esfuerzos para destruir el sistema de
gobierno representativo de cualquier estado de Europa donde exista, y para evitar que se introduzca en los Estados donde no
se conoce.
Artículo 2. Como no puede ponerse en duda que la libertad de imprenta es el medio más eficaz que emplean los pretendidos
defensores de los derechos delas Naciones para perjudicar a los príncipes, las Altas Partes Contratantes prometen
recíprocamente adoptar todas las medidas para suprimirla no sólo en sus propios Estados, sino también en todos los demás de
Europa.
Artículo 3. Estando persuadidos de que los principios religiosos son los que pueden todavía contribuir más poderosamente a
conservar las Naciones en el estado de obediencia pasiva que deben a sus príncipes, las Altas Partes Contratantes declaran que
su intención es la de sostener cada uno en sus Estados las disposiciones que el Clero por su propio interés esté autorizado a
poner en ejecución, para mantener la autoridad de los príncipes, y todas juntas ofrecen su reconocimiento al Papa […]
solicitando su constante cooperación con el fin de avasallar las Naciones.
Artículo 4. Como la situación actual de España y Portugal reúne por desgracia todas las circunstancias a que hace referencia
este tratado, las Altas Partes Contratantes, confiando a la Francia el cargo de destruirlas, le aseguran auxiliarle del modo que
menos puede comprometerles con sus pueblos, y con el pueblo francés, por medio de un subsidio de 20 millones anuales de
francos cada uno, desde el día de la ratificación de este tratado, y por el tiempo de la guerra.
Artículo 5. Para restablecer en la Península el estado de cosas que existía antes de la revolución de Cádiz […] las Altas Partes
Contratantes se obligan mutuamente, y hasta que sus fines queden cumplidos, a que se expidan […] las órdenes más
terminantes […] para que se establezca la más perfecta armonía entre las cuatro Potencias contratantes, relativamente al
objeto de este tratado […]”
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En el Congreso de Verona (1822) se decidió que Francia, cuyo rey era el restaurado Luis
XVIII, enviara un ejército. Este ejército, denominado “los 100.000 hijos de San Luis”
penetró en España en 1823 al mando del duque de Angulema. El ejército francés avanzó
hacia el sur sin apenas resistencia, que demuestra la mentalidad absolutista del pueblo para
el que las tropas francesas venían a salvar al rey, y así Fernando VII recupera el poder
absoluto.
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LA DÉCADA OMINOSA (1823-1833)
Nuevamente, Fernando VII impuso el absolutismo, la constitución fue anulada y se
tomaron medidas regresivas en todos los órdenes y represivas contra los liberales, que volvió
a una actividad clandestina al amparo de Sociedades Secretas, destacando las ejecuciones
de Juan Martín “El Empecinado”, el general Torrijos y el propio Riego.
Pero los problemas económicos llevaron a Fernando VII a adoptar una cierta
liberalización y a la colaboración con el sector más moderado de la burguesía, siguiendo una
política de déspota ilustrado. Esta actitud fue mal vista por el sector más conservador y
tradicionalista, descontentos también porque no se reinstauraba la Inquisición ni se
perseguía con saña a los liberales. De este modo, se va gestando una oposición realista o de
los absolutistas más conservadores que empezó a apoyar al previsible heredero Carlos María
Isidro de Borbón.
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EL PROBLEMA SUCESORIO
Fernando VII no había tenido descendencia en sus tres primeros matrimonios, lo que
hacía pensar que su sucesor sería Carlos María Isidro, quien se había convertido en defensor
de una línea política de absolutismo radicalizado.
Al casar Fernando VII, por cuarta vez, con María Cristina de Borbón y quedar ésta
embarazada, el rey, mediante la Pragmática Sanción, anulaba la Ley Sálica que impedía
reinar a las mujeres. En 1830 nacía una niña, Isabel, que inmediatamente fue nombrada
princesa de Asturias, es decir, heredera al trono, creándose una tensa situación entre el rey
y su hermano.
El conflicto se complicó aún más cuando el rey, presionado por los partidarios de su
hermano, y gravemente enfermo, restablecía la Ley Sálica; pero, al reponerse, volvía
definitivamente a anular la Ley Sálica.
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En 1833 moría Fernando VII dejando planteado un grave problema, no tanto por los
derechos dinásticos de cada uno sino por los grupos políticos que estaban tras ellos: Carlos
era apoyado por los “apostólicos” y absolutistas antiliberales que darán lugar al carlismo,
María Cristina de Borbón no tuvo más remedio que buscar el apoyo de los liberales para
defender el trono de su hija.
El mismo día de la muerte de Fernando VII, Carlos se autoproclama rey. Estallaba así
la primera guerra carlista, que no era una mera lucha entre tío y sobrina sino por un modelo
u otro de sociedad.
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COMPOSICIÓN HISTÓRICA
Realice una composición histórica sobre el reinado de Fernando VII partiendo de los
materiales que se le aportan.
TEXTO.
Desde que la Divina Providencia, por medio de la renuncia espontánea y solemne de mi
Augusto Padre, me puso en el Trono de mis mayores, del cual ya me tenía jurado sucesor el Reino por
medio de sus Procuradores juntos en Cortes (...).
Mis primeras manifestaciones se dirigieron a la restitución de varios Magistrados y otras
personas que arbitrariamente se había separado de sus destinos, pues la dura situación de las cosas y
la perfidia de Bonaparte, de cuyos crueles efectos quise, pasando a Bayona, preservar a mis pueblos,
apenas dieron lugar a más.
Reunida allí la Real Familia, se cometió en toda ella, y señaladamente en mi persona, un
atroz atentado (...), violentando en lo más alto el sagrado derecho de gentes, fui privado de mi
libertad, y lo fui, de hecho, del Gobierno, de mis Reinos, y trasladado a un palacio con mis muy
amados hermanos y tío, sirviéndonos de decorosa prisión, casi por espacio de seis años, aquélla
estancia (...).
Con esto quedó todo a la disposición de las Cortes, las cuales en el mismo día de su
instalación (...) me despojaron de la soberanía (...) atribuyéndola a la Nación, para apropiársela así
ellos mismos, y dar a ésta (...) una Constitución que (...) ellos mismos sancionaron y publicaron en
1812.
Este primer atentado contra las prerrogativas del trono (...) fue como la base de los muchos
que a éste siguieron (...); se sancionaron, no leyes fundamentales de una Monarquía moderada, sino
las de un Gobierno popular (...).
De todo esto, luego que entré dichosamente en mi reinado, fui adquiriendo fiel noticia y
conocimiento (...). Yo os juro y prometo a vosotros, verdaderos y leales españoles que habéis sufrido,
no quedaréis defraudados en vuestros nobles empeños (...).
Por tanto, habiendo oído lo que (...) me han informado personas respetables por su celo y
conocimientos, y los que acerca de cuanto aquí se contiene me ha expuesto en representaciones que
de varias partes del Reino se me han dirigido, (...) declaro que mi Real ánimo es, no solamente no
jurar ni acceder a dicha Constitución, ni a decreto alguno de las Cortes generales y extraordinarias ni
de las ordinarias actualmente abiertas (...), sino el de declarar aquella Constitución y aquellos
decretos nulos y de ningún valor ni efecto, (...) como si no hubiesen pasado jamás tales actos y se
quitasen de en medio del tiempo, y sin obligación en mis pueblos y súbditos de cualquier clase y
condición a cumplirlos y guardarlos.
Dado en Valencia a 4 de Mayo 1814. - Yo el Rey Fernando VII
IMAGEN.
Retrato de Isabel II niña.
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