La ética como “saber vivir”.

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PRIMERA PARTE:
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
DE ÉTICA
“Se puede pensar con toda razón que el porvenir de la
humanidad está en quienes sepan dar a las generaciones
venideras razones para vivir y razones para esperar”
(Const. Gaudium et Spes, Nº 31)
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Genara Castillo Córdova
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Ética y educación en valores
I
NOCIÓN DE ÉTICA
1. La ética como “saber vivir”.
Como sabemos, la vida humana se diferencia de la vida
animal en que el ser humano cuenta con la capacidad de
conocimiento racional. Los animales en cambio, actúan
instintivamente. El hombre, a diferencia del animal, no cuenta
con un instinto que le diga lo que ha de hacer.
El animal no suele equivocarse en su conducta, su
instinto es infalible, En cambio, el ser humano tiene la vida en
sus manos, su conducta no está predeterminada por los
instintos, sino que es él quien ha de dirigir su vida como el
capitán de un barco dirige su navío entre las variadas aguas de
esta vida.
El gran recurso que tiene el hombre para dirigir su vida
es la inteligencia y junto con ella su voluntad libre, que son
las dos facultades rectoras, las que están llamadas a gobernar
la vida humana. La inteligencia humana es la que se encarga
de conocer el modo de dirigir la conducta y la voluntad de
quererlo y llevarlo a la práctica.
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Genara Castillo Córdova
Pero hay que saber ejercitar bien la inteligencia y dirigir
bien la voluntad porque en la conducta práctica cabe el acierto
y el error. Un gran pensador de la Antigüedad, Aristóteles,
solía decir que: “En la vida práctica hay muchas maneras de
equivocarse y sólo una de acertar”.
El acierto en la vida práctica no es fácil. Nuestra vida
práctica discurre de modo muy concreto, particular, y a menudo
nos enfrentamos con situaciones no previsibles. Entonces, el
hombre tiene que echar mano de su gran recurso: la
inteligencia y la voluntad, y emplearlas acertadamente. Para
acertar tiene que partir de unos principios básicos verdaderos, y
proceder de tal modo que efectivamente, la verdad se meta en
la vida práctica.
Cuando la razón teórica incide en la vida práctica se
habla de razón práctica. Ese proceso que sigue la razón
práctica no es fácil, ya que no está libre de influencias, internas
y externas. Externamente se cuenta con la influencia del
ambiente, familiar y social en general: la escuela, la cultura de
la nación y de la época en que se vive, los medios de
comunicación social, el grupo de amigos que se frecuente, etc.
Sin embargo, las mayores dificultades están en nuestro
interior, porque lo de fuera nos influye si dejamos que entre en
nosotros mismos. Interiormente, se cuenta con el propio
temperamento, con el carácter y las propias experiencias, ya
sean positivas o negativas. De modo especial contamos con
nuestras convicciones, afectos, y hábitos adquiridos, que
influyen mucho en nuestra vida, aún inconscientemente.
Saber vivir es muy importante. Es quizá el saber más
relevante, porque en esto nos jugamos la vida misma. Los
demás conocimientos valen muy poco si no se ha aprendido
esta difícil ciencia. ¿De qué valdría la vida si no se sabe
vivirla? Sería algo semejante a tener una inmensa fortuna y no
saber utilizarla, en lugar de hacernos feliz nos daría muchas
amarguras.
Ética y educación en valores
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Desde que tenemos uso de razón estamos en
condiciones de realizar este aprendizaje. Al comienzo,
nuestros padres y maestros nos ayudarán a aprender el modo
como vivir, y poco a poco nos tendrá que facilitar que nosotros
mismos dirijamos nuestra propia vida, aunque, desde luego,
podemos contar con su ayuda y consejo.
Vivir rectamente no es fácil, pero si queremos puede
convertirse en algo verdaderamente apasionante. De todas
maneras no podremos evadir la responsabilidad de dirigir la
propia vida, porque no podremos evitar las consecuencias. No
da igual actuar de una manera u otra.
Las consecuencias que se desprenden de una acción
son diferentes a las de otra. Por ejemplo, no da igual estudiar
o no. En el primer caso, habremos aprendido cosas
importantes que luego podremos utilizar y además habremos
dado una gran alegría a quienes esperan eso de nosotros ya
que estaremos en mejores condiciones de servir.
Para aprender a vivir bien es necesario un saber ético,
es decir, en primer lugar habituarse a reflexionar sobre nuestra
actuación en la vida ordinaria, saber los principios que la
sustentan y especialmente un largo ejercicio de actos positivos.
La vida buena requiere un saber vivir. Ella no surge por
casualidad. Cada uno tiene la propia vida en sus manos,
podemos disponer de ella como queramos, ya que somos
libres. Pero por ello mismo somos responsables de lo que
hagamos con nuestra vida.
Existen muchas maneras de vivir la vida. Sin
embargo, se pueden distinguir dos maneras radicales: vivir
una vida buena, que perfeccione nuestra naturaleza y vivir
una buena vida en el sentido de vida “fácil”, sin principios
verdaderos que la gobiernen. Una “vida fácil” es una vida
abandonada al azar.
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Genara Castillo Córdova
Sin embargo, una vida aparentemente fácil es un gran
riesgo. Es muy importante saber vivir bien. ¿Qué diríamos de
un sujeto que se pusiera a conducir un auto sin saber manejar?
Si puestos a conducir un auto, no supiéramos cómo hacerlo, si
no tuviéramos en cuenta los cambios, ni las carreteras, ni los
semáforos, ni las señales de tráfico, ¿estaríamos dispuestos a
hacerlo?. Es un riesgo muy grande, tanto para nosotros
mismos como para los demás. ¿Qué sucedería si lo
hiciéramos?
Es necesario saber dirigir bien nuestra vida, no sólo
para sostenerla sino para que realice lo propio de toda vida:
su crecimiento. La vida humana, no se sostiene y crece, se
desvitaliza y finalmente muere. Lo más propio de nuestra vida
es el aspecto racional, que está llamado a integrar los demás
aspectos.
Si abandonamos esa integración y no cuidamos de que
todos los otros aspectos estén adecuadamente integrados, si
en nuestra vida práctica no ponemos en ejercicio lo mejor que
tenemos, entonces no crecemos y caemos en una “vida fácil”,
que luego se complica enormemente.
La “buena vida” es la vida abandonada a la
superficialidad, al capricho de los apetitos, al reclamo de
instancias externas que siguen su propio interés. La “buena
vida” es seducida por espejismos de felicidad, de comodidad,
de placer fácil. Y sin embargo, éstos no pueden cumplir su
promesa de felicidad y a menudo dejan un pozo de vacío en la
vida humana, de manera que si un sujeto sigue por ese
camino, termina por desvitalizarse interiormente, cayendo en
situaciones verdaderamente penosas que rompen al ser
humano y le hacen cada vez más infeliz.
Todos los seres humanos buscamos ansiosamente la
felicidad, pero esa tendencia a la felicidad no nos dice en
cada momento qué cosas son las que nos lleva a ser felices, y
cuáles no. Descubrirlo es una tarea que le compete a cada
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uno. Es posible alcanzar la felicidad en esta vida, que si bien
no es completa, es posible.
Pero esa felicidad exige un saber conducir la vida. El
premio del saber vivir es muy grande. Se pueden llegar a
conocer niveles muy altos de felicidad, de alegría. Porque lo
propio de la vida es vivir, como la del ave volar, como la del
marino navegar. De la misma manera, el ser humano está
hecho para ser feliz y cuando sabe vivir, su vida crece, es
cada vez más rica e interesante, y no se cambia por nadie.
A veces se ha hecho creer que la vida buena es sólo
de renuncias y no se ha visto su aspecto positivo, que es un
crecimiento, una coherencia interna, una vida a “pleno
pulmón”, una vida que siempre tiene una meta de crecimiento.
Por esto la vida buena se torna en una vida muy
intensa e interesante, mientras que la buena vida es una vida
floja y aburrida.
La alternativa entre la vida buena y la buena vida, es
una opción que sólo se le presenta al ser humano y es cada
uno quien debe decidir.
Delante de nosotros y a cada instante, tenemos esa
doble posibilidad: vivir una vida plena o una vida vacía, que no
es propiamente vida.
La vida buena se abre al futuro, la buena vida se
instala en el presente. La vida buena se perfecciona,
continuamente, y aunque cuenta con errores trata de
superarlos. La buena vida se desintegra y se hace cómplice
del error, de la mentira, y en definitiva del mal destruyendo al
sujeto y a la sociedad.
Dar cabida a la mentira en la propia vida, adherirse al error
y al mal, eso es una gran desgracia para cualquier ser humano y
fuente de mucha zozobra, inquietud e infelicidad. Tenemos
que descubrir entonces, cuál es la verdad sobre nosotros
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Genara Castillo Córdova
mismos, sobre nuestra vida y obrar coherentemente. Éste
descubrimiento puede hacerse a cualquier edad pero las edades
tempranas son un momento muy propicio, porque de los “sí” y de
los “no” que demos ahí depende mucho nuestra vida futura.
Contribuir a ese descubrimiento, a ese saber, es el
objetivo del presente texto. La ética es la ciencia que nos
ayudará a saber vivir bien. Pero la ética es una ciencia
práctica, orientada a la acción.
Por ello, no nos puede quedar sólo en la simple lectura
de cada una de las unidades o capítulos de este libro.
Es bastante, pero muy poco, lo que en realidad nos
ayudará a saber vivir bien es el que tratemos de llevar a
nuestra propia vida aquello que vamos aprendiendo. Se trata
de aprender no sólo por aprender sino para ser buenos, es
decir para tratar de ser cada vez mejores. Sólo en esa medida
aprenderemos realmente. Esta tarea es personal, como cada
vida es única e irrepetible.
2. Significado etimológico y esencial de “ética”.
Aunque la palabra ética se aplica a la teoría y la moral a
la práctica, en el fondo aluden a lo mismo, tal como veremos.
a. Etimología de la palabra ética:
La ética, como ciencia moral, puede considerarse
fundada por Sócrates en el s. V a.C. cuando se despertó el
interés filosófico por saber qué es el ser humano y por la
conducta moral humana. Inclusive, desde entonces se han
utilizado dos términos para designar esta ciencia: ética y
moral.
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•
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Moral.
El término moral procede del latín “mos, moris” que
significa costumbre. Se refiere a los usos y costumbres, que
son patrimonio de un grupo. Así, la moral es la “ciencia de las
costumbres”. Antiguamente, la costumbre tuvo una gran
influencia. Así mismo la tradición, transmitida a través de las
generaciones, determinó las convicciones de los individuos
que formaban parte del grupo social.
Posteriormente, ha ido desarrollándose el criterio
personal y se ha dado más importancia al ámbito de la
interioridad del ser humano. De esta manera la Moral ya no
estudia sólo las costumbres sociales sino también los
principios morales que rigen la conducta de los individuos.
•
Ética.
El término ética procede del griego “ethos”, que
significa morada o domicilio. Luego pasó a significar el
carácter, los hábitos o las disposiciones interiores del alma
que determinan la manera de ser de una persona. Desde ahí
la ética se ha desarrollado como un saber sistemático, con
objeto y método propio, que pone en condiciones de calificar
una acción humana como moralmente buena o mala. Así
pues, la ciencia ética debe integrar las normas que son puntos
de referencia claves, los bienes a los que nos dirigimos y las
virtudes que son necesarias para alcanzarlos.
b. Significado esencial de ética:
La ética es considerada como parte de otra ciencia
más amplia que es la antropología filosófica, y su objeto de
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estudio es la moralidad del obrar humano; es decir, la ética
considera los actos humanos libres en cuanto buenos o
malos.
Como sabemos, los actos humanos pueden ser
estudiados desde distintos puntos de vista, por ejemplo la
psicología estudia los actos humanos en cuanto acciones que
proceden del alma humana según un determinado proceso; la
lógica estudia los actos cognoscitivos en tanto verdaderos o
falsos, según unas ciertas reglas.
La ética en cambio, se ocupa de los actos humanos
libres, en cuanto buenos o malos. Precisamente, la moralidad
es una cualidad que corresponde a los actos humanos
exclusivamente por el hecho de proceder de la libertad en
orden a un fin último, lo cual determina su bondad o maldad.
•
Actos humanos libres:
La ética distingue entre actos del hombre, que no
son libres, como por ejemplo, la digestión, la respiración, etc.,
y los actos humanos libres realizados con pleno conocimiento
y voluntariedad.
Un acto humano es voluntario cuando se desea
libremente, y se conoce el fin que se busca. Aunque de este
asunto nos ocuparemos más adelante, podemos señalar que
la voluntariedad se destruye por violencia física obligando al
hombre, a realizar actos que no quisiera hacer.
También destruye la voluntariedad la llamada
“ignorancia invencible”. Como toda ignorancia, se trata de la
carencia de un conocimiento debido, para el que se es capaz,
pero difiere de la ignorancia vencible en que no puede ser
eliminada ni aún poniendo la debida diligencia.
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•
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¿Qué significa buenos o malos moralmente?
La ética estudia los actos humanos libres en
cuanto buenos o malos. Los actos humanos pueden ser
considerados en sí mismos, en su origen y facticidad. De esto
se ocupa la psicología. En cambio, la ética se ocupa de la
bondad moral de esos actos, es decir, sí perfeccionan o no a
la naturaleza humana, en su relación con el fin último del
hombre.
Tal es la bondad moral, que es superior a la
bondad ontológica, por la cual todos los seres son buenos en
tanto que poseen el ser. También se distingue la bondad
moral de la bondad utilitaria, que declara ser buenos todos los
objetos en cuanto que son útiles. La bondad moral se refiere
al perfeccionamiento intrínseco del hombre.
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LECTURA
EL ALCANCE DE LA ALEGRÍA
(La alegría prometida a la vida buena)
“Si la alegría es algo que se recibe como un don,
como regalo, fruto de un bien poseído o esperado, ¿cabe
frente a ella una actitud pasiva?
Por supuesto, para que la alegría entre en el
hombre es menester en él una actitud receptiva. Más, en tanto
que nacida de una esperanza activa, de una actividad, ¿no se
puede buscar, alcanzar o producir la alegría?
Nuestra experiencia nos dice que todos queremos
estar alegres, en realidad todos deseamos estarlo, el
problema suele ser que de hecho a veces no lo conseguimos.
El gran error está en confundir la alegría con
placer. Cuando se quiere alcanzar la alegría directamente,
realmente lo que se busca es la satisfacción, el gusto. Se
intenta salir de una situación insatisfactoria para llegara otra
placentera. Y como la satisfacción sensible se hace más
patente y está más a la mano del hombre, el deseo de alegría
se convierte espontáneamente en deseo de placer.
Placer y alegría dan complacencia, satisfacción,
pero, mientras el placer se queda en lo sensible, la alegría es
complacencia de orden espiritual que nace de la posesión de
un bien compatible con la dignidad humana, justificable con la
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razón.(...) Cuando se trata de evitar dolores y dificultades de
la vida utilizando medios que, como los alucinógenos
empiezan a destruir en el hombre el control de la razón,
estaríamos en el caso de la búsqueda de placer, es decir de
satisfacción material, que en este caso es incompatible con
las exigencias de la naturaleza y de la dignidad humana
puesto que desplaza el uso de la razón. Un «sí» al placer
irracional es un «no» a la racionalidad de la vida, a la propia
personalidad.
A costa de la persona se logra el placer. Se deja llevar
uno de los impulsos espontáneos, hace «lo que le parece» y
encuentra placer en ello. Ciertamente el placer se alcanza.
Pero, ¿cuánto dura ese placer? Lo sensible es de suyo
pasajero (...)
La alegría exige conocimiento racional... es un premio
que se nos da por algo bien hecho o bien poseído, por eso es
que ha de buscarse el bien, porque tras él vendrá la alegría.
Paradójicamente, el que intente buscar directamente la
alegría, sin preocuparse por el bien, se condena a no
encontrarla.
(Cfr. GARCÍA HOZ, V., Alegría humana, alegría
cristiana, Folletos MC, Madrid, 1986, p. 18-22.)
Cuestionario:
1. ¿Qué caminos para alcanzar la alegría se les ofrece a los
jóvenes en la sociedad actual?
2. ¿Cuál es la diferencia entre alegría y placer?
3. ¿Cuáles son las limitaciones del placer sensible o material?
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II
EL BIEN Y EL MAL MORAL
Continuamente estamos usando la palabra bueno,
malo, bien y mal. Así por ejemplo, decimos de una fruta que
está buena o mala, con relación a nuestra salud. Si está mala,
probablemente nos haga daño y al contrario, si está buena
contribuirá a nuestra salud corporal, nos mantendrá sanos.
Las nociones de bien y de mal son ordinariamente
bienes relativos (no relativistas), es decir, que se relacionan
con algo hacia lo cual van dirigidos, de manera que se trata de
ver la correspondencia o no de algo con respecto a otra cosa,
otro ser u otra persona.
Esto es así porque se parte de que todos los seres
considerados en sí mismos son buenos, pero que lo importante
es ver si son buenos en relación con la naturaleza de cada ser.
Así tenemos que un insecto puede ser bueno para un batracio,
por ejemplo; pero no lo es para un niño recién nacido porque
puede hacerle daño.
Un insecticida puede ser muy bueno para combatir una
plaga en determinadas plantaciones; en cambio si un ser
humano lo ingiere puede causarle la muerte. Por ello lo bueno
está con relación a la conveniencia o no a la naturaleza del
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sujeto hacia el cual va dirigido. El orden natural es el que se
fundamenta en la naturaleza de los seres.
Cuando se trata del ser humano, hay muchos tipos de
bienes: los que hacen referencia a su salud, a su alimentación,
a su crecimiento, a su educación, a su recreación, etc.; pero
todos ellos están subordinados a un principio fundamental: al
perfeccionamiento de su propia naturaleza humana.
Por esto, el bien moral natural es el bien
correspondiente a lo más propio de la naturaleza humana.
¿Qué es la naturaleza humana? La naturaleza humana es el
conjunto de características que constituyen al ser humano en
cuanto tal y determinan su ser, el conjunto de facultades y
características propiamente humanas, aquellas que le hacen
ser humano y diferente a otro ser. Por ejemplo, la naturaleza
de una planta es diferente de la de un animal y tanto la una
como la otra es diferente de la naturaleza del ser humano.
La naturaleza humana es el principio determinante de
las operaciones propias o más específicamente humanas.
Existen operaciones exclusivas del ser humano, por ejemplo:
hablar, razonar, reír, etc.
Los actos y las operaciones hacen referencia a una
cierta dinámica, es decir, suponen movimientos y cambios.
Desde la antigüedad se consideró a la naturaleza como algo
dinámico. Aristóteles (s. IV a.C.), considera que la naturaleza
no está inicialmente en el hombre de manera acabada, sino
como principio o posibilidad llamada a crecer mediante el obrar.
Por esto el obrar humano tiene una sola finalidad
intrínseca: el desarrollo y perfeccionamiento de esa naturaleza
del hombre. Este perfeccionamiento último es el bien del
hombre en sentido estricto.
Todo ser humano por el hecho de poseer la existencia
tiene una cierta bondad, la llamada bondad ontológica, es
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decir, la bondad que corresponde a su ser considerado en sí
mismo. Pero el bien en su sentido pleno exige perfección,
acabamiento. De ahí que no basta con existir, el bien
propiamente humano es el perfeccionamiento último que se
adquiere por una actuación recta.
En consecuencia, el bien del hombre radica
principalmente en la rectitud de su obrar, en que su conducta
se encamine a la verdadera perfección de su ser humano.
De acuerdo con esto, un hombre es bueno si dirige sus
actos a la perfección de su naturaleza; y malo si en lugar de
ello, lo que hace es degradar o corromper su naturaleza por
medio de los actos que realiza. Por lo tanto, a la pregunta:
¿cómo sabremos si una acción concreta es buena o recta? La
respuesta es, entonces: una acción humana es buena y recta
si perfecciona la naturaleza humana y es mala si la degrada
o corrompe.
Por lo tanto, las acciones que lesionan los fines
esenciales de la naturaleza humana, son intrínsecamente malos.
Por ejemplo, la drogadicción es algo que destruye la naturaleza
humana, por tanto, tomar drogas es una acción mala.
En el pensamiento cristiano el orden natural es
entendido dentro del orden divino, desde el planteamiento
creacionista, Dios es el Autor de la naturaleza humana. Por
eso, las leyes naturales son respetadas como parte del respeto
de las leyes divinas. Por ejemplo, es de ley natural que el ser
humano sea concebido de acuerdo a su naturaleza, en el
seno materno, como persona, no como un objeto o artefacto
cualquiera. Por ello, se va contra el orden que Dios ha puesto
en la naturaleza si se permite la procreación artificial en un tubo
de ensayo.
Sin embargo, se puede pensar que también los animales
se comportan de acuerdo a su naturaleza y que sin embargo,
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Genara Castillo Córdova
no se dice que obran moralmente. Entonces tenemos que
fijarnos en que precisamente la naturaleza humana es racional
y por tanto, es libre, que son las dos condiciones para calificar
los actos humanos de moralmente buenos, o malos.
La bondad moral es la bondad propia de las acciones
libres, es decir, de la voluntad libre del hombre. Los fines
esenciales de la naturaleza humana son fines morales en cuanto
que son la norma y el criterio de la actuación libre del hombre.
Por ejemplo, decimos que son fines morales del hombre el
respeto a la vida y al honor de los demás, la educación, el
conocimiento y el amor de Dios, etc.
El fundamento último del orden moral natural es Dios,
ya que como señalamos, Él es el autor de la naturaleza. De
ahí que toda trasgresión de la ley natural sea una ofensa a
Dios, ya que es una lesión de la ordenación requerida por Dios
y una desobediencia a su voluntad.
En resumen: el mal moral es una trasgresión libre de
las exigencias esenciales de la naturaleza, lo cual no permite
alcanzar el perfeccionamiento humano y su último fin.
Por esto, se puede decir que el mal moral es el único
verdadero mal que puede acaecerle al hombre. El mal físico,
por ejemplo, la perdida de un brazo en un accidente, no es el
mal mayor. Pero, si con sus acciones el ser humano
quebranta el orden moral natural al impedir o dificultar
notablemente la consecución de los fines de la naturaleza
humana, entonces sí que se obtiene un mal muy grande. Por
ejemplo, el homicidio, el uso indebido de drogas, el uso de la
sexualidad de manera desordenada, son grandes males para
un ser humano lo deteriora profundamente.
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Ética y educación en valores
LECTURA
LA NATURALEZA DEL BIEN
El ente y el bien: el bien ontológico
En la vida ordinaria usamos constantemente la noción
de bien. Llamamos buenas a las cosas que reportan alguna
utilidad (un buen trabajo, un buen instrumento); y así decimos
que algo es bueno para la salud, para el descanso, para tal o
cual actividad. También designamos con ese término a las
cosas que están perfectamente acabadas, que gozan de
perfección, por ejemplo, un buen cuadro, un buen poema. Hay
bienes materiales, culturales, morales, científicos, etc.
¿Qué significa esta palabra, bien, al aplicarla a cosas
tan diversas? En último término quisiéramos referirnos al ser
de los entes, y a lo que conserva y mantiene su ser y su
naturaleza: el bien es obrar, vivir, perfeccionarse... en una
palabra, ser. Para cada ente, su bien consiste en ser según su
naturaleza; por eso, males son aquellas privaciones que se
oponen a su perfección natural: a ser, vivir, actuar, saber,
etc. (enfermedades, muerte, ignorancia, vicios.)
Por tanto, en una primera aproximación podemos decir
que ser y bien se convierten o equivalen...
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Genara Castillo Córdova
Lo bueno es el ser en cuanto apetecible
Ahora bien, ¿qué es lo que la bondad añade al ser?
Llegaremos así a determinar con precisión la naturaleza del
bien, el aspecto propio de esta noción.
Bondad añade a ente la conveniencia a un apetito. La
bondad expresa que la perfección de las cosas es apetecible,
amable, susceptible de ser estimada por la capacidad que
tienen algunas criaturas no sólo de advertir el ente sino de
apetecerlo o quererlo...
Conviene observar que el bien de las cosas, su
capacidad de suscitar amor, su valor intrínseco depende de su
ser y no del querer humano. La bondad no es el deseo
despertado en nosotros sino la perfección que los provoca.
Las cosas no son buenas porque las queremos sino que las
queremos en tanto que son buenas. Por eso las personas
tienden a escoger los instrumentos más perfectos o que
consideran más aptos para un determinado objetivo; y por
eso las realidades más nobles -Dios, los seres espiritualesdesencadenan un amor más intenso al ser conocidas. La bondad
es algo objetivo, no dependen de la opinión ni del querer de la
mayoría.
(Cfr. ALVIRA, Tomás y otros, Metafísica, Pamplona
EUNSA, 1982, pp. 157-160)
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Cuestionario:
1. ¿Todas las cosas en cuanto tienen ser son buenas? ¿Por
qué?
2. Explica por qué el bien es objetivo.
3. ¿En qué consiste el bien en cuanto apetecible?
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III
EL FIN ÚLTIMO DEL HOMBRE
El ser humano posee una voluntad que se mueve sólo
ante la presencia de un bien. De lo contrario, no se movería.
Siempre que se actúa es por la consecución de un fin
considerado como un bien que se quiere alcanzar. Por ejemplo,
cuando un campesino siembra la tierra, lo hace con un fin: el de
recoger sus frutos, éstos a su vez se recogen con un fin: la
alimentación propia o ajena o también el venderlos para
procurarse vestido, vivienda, educación, etc.
Siempre hay un fin que se quiere alcanzar, el cual a su
vez es buscado por otro y éste por otro, hasta que se llega a
un fin último o absoluto, después del cual ya no hay otro.
Hacia este fin se dirigen todos los fines parciales que se
denominan fines relativos, porque se buscan con relación a
algo particular (son bienes en parte), hasta que se logra el fin
definitivo, último o absoluto.
¿Cuál es el fin último que persigue el hombre? ¿Cuál
es el fin último que se debe perseguir cuando se quiere hacer
una acción moralmente buena? Es decir, ¿Cuál es el Bien
Absoluto al cual tender? Es importante empezar por distinguir
dos aspectos del fin último del ser humano: Un fin subjetivo y
un fin objetivo.
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Genara Castillo Córdova
El fin subjetivo es el que hace referencia al propio
sujeto, a lo que él busca intrínsecamente, y el fin objetivo es el
que se refiere al objeto extrínseco, que está fuera o es
independiente del propio sujeto.
¿Cuál es el fin que todo sujeto trata de conseguir? Sin
duda, la felicidad. Todos deseamos con todas nuestras fuerzas,
ser felices. Por tanto, se puede afirmar que el fin último
subjetivo hacia el que se dirigen necesariamente todas las
acciones humanas es la consecución de la felicidad. La
felicidad es aquel estado de plena satisfacción de las más altas
aspiraciones humanas en el que ya nada se echa en falta.
Como decíamos, todos deseamos alcanzar la felicidad.
La consecución de la felicidad es algo que ningún ser humano
puede dejar de querer, es un fin que necesariamente siguen
todas las acciones humanas, ya sean buenas o malas. Aún
cuando el ser humano se equivoca y quiere un mal, lo quiere
por una razón de bien, porque piensa que con ello será feliz.
Por ejemplo, el suicida al procurarse la muerte, que es un mal,
busca anhelantemente un bien: la felicidad.
De ahí podemos darnos cuenta que el fin subjetivo no
puede decidir por sí mismo qué tipo de acciones humanas
son rectas o buenas moralmente, ya que a veces involucra
tanto a las buenas acciones, como a las malas, ya que tanto
con unas como con las otras se busca la felicidad.
¿Dónde estará la verdadera felicidad? Si la felicidad es
la consecuencia de la posesión de un bien, la verdadera felicidad
estará en la posesión de un bien que sea totalmente acorde
con la naturaleza humana. Deberá satisfacer lo más propio
que existe en el ser humano, que es su dimensión espiritual.
Aristóteles sostiene que vivir es una función común al
hombre y a las plantas; la sensibilidad es poseída también por
los animales, en cambio, lo más propio del hombre “será el
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acto del alma conforme a la razón”. Lo que diferencia al ser
humano de los demás seres vivos son sus operaciones propias:
el conocimiento intelectual y racional, y junto con el
conocimiento está, el amor, que para ser verdadero tiene
que ser muy lúcido, es decir, inteligente.
Por ello, el hombre buscará, en lo más profundo de su
ser, aunque no sea consciente de ello, un bien que sea capaz de
satisfacer enteramente su inteligencia y su capacidad de amar.
El ser humano no tiene suficiente con el bien propio de los
vegetales, ni en el que se deleitan los animales. Aún cuando los
busque equivocadamente como si fueran propios de su
naturaleza, más pronto o más tarde advierte que no le
satisfacen enteramente y descubre que los bienes materiales
están sujetos al desgaste o a la pérdida, que los bienes
sensibles son limitados y llevan al hastío, que la fama y el
honor pueden perderse, que la fortuna puede ser adversa,
etc. Y en definitiva, aunque todo ello pudiera tenerse de
manera estable, descubre un anhelo de mayor completitud,
una nostalgia de algo más perfecto todavía.
De ahí que una definición completa de felicidad sea la
siguiente: La felicidad humana es la obtención estable y
perpetua del bien totalmente perfecto, amable por sí mismo,
que sacia todas las exigencias de la naturaleza humana y
colma todos sus deseos.
Se trata entonces de la consecución de un bien supremo
que no deje sombra de infelicidad. Sería un bien que no fuera
incompleto o parcial, sino total; un bien que no estuviera
sujeto a pérdida porque en ese momento acaecería la infelicidad;
un bien que no terminara nunca, que no se acabara, que
existiera siempre y que fuera alcanzable por la propia naturaleza
humana.
¿Puede existir un ser, un fin o bien con esas
características? ¿Existe un bien supremo, ilimitado, perfecto,
40
Genara Castillo Córdova
estable, perenne y alcanzable por el hombre? ¿Existe un bien
sin defecto alguno, sin sombra de mal, ni de ignorancia?, ¿Ese
Bien supremo es personal, es decir puedo relacionarme con Él
como persona?
La razón dice que sí. Por un proceso que ahora no
podemos detallar, la inteligencia puede llegar a la conclusión
de que sí existe un bien supremo.
La experiencia nos dice que en las cosas, en el universo
y en las personas hay grados de bien, pero no de modo
absoluto, ya que siempre nos topamos con algún defecto,
detectamos alguna ausencia, algún mal.
Sólo un bien que no tuviera defecto, que fuera el bien
en plenitud puede colmar los anhelos más íntimos del ser
humano, los cuales quedarían frustrados sin él. Se trata del
Bien Absoluto, al cual han llegado a vislumbrar las culturas
paganas. Después de siglos de tradición cristiana se cuenta
con la Revelación cristiana que da noticia de un Dios
personal.
Dentro de un planteamiento creacionista, el ser humano
está en condiciones de conocer y amar a Dios, como el Bien
Supremo, el ser más pleno y capaz de satisfacer las exigencias
más grandes del corazón humano.
Quizá la desacralización de la sociedad actual sea una
de las causas más profundas de su quiebra ética, ya que si no
se respeta lo más sagrado es muy difícil respetar al ser humano,
y por otra parte éste se desvitaliza porque si Dios es el fin
último al cual hay que tender, entonces todas las energías se
tensan en torno a ese Fin tal alto, en cambio, de no hacerlo
así uno se dispersa interiormente, cae en pérdida, además de
que evidentemente no alcanza la felicidad ya que como dice
S. Agustín, el corazón humano está inquieto hasta que no
descanse en Él.
Ética y educación en valores
41
Por tanto, si en la educación, no sólo aquella de
inspiración cristiana, se hace justicia, tendríamos que
reconocer que el fin último objetivamente considerado es
Dios mismo. A este Bien Supremo puede acceder el ser humano
a través del conocimiento y del amor, dándole gloria de un
modo mucho más alto e intenso que cualquier otra criatura,
animal o vegetal, de este mundo.
Tal determinación del fin absoluto no supone que se
dejen de lado o se desprecien los otros bienes relativos. Éstos
tienen su auténtico valor y merece la pena conseguirlos. Hay
muchas realidades creadas que son bienes honestos en sí
mismos y se debe procurarlos, pero sin dejar de considerar su
relación con el fin último.
El Fin último no es el único bien honesto, aunque sólo
él sea querido de modo absoluto. Es bueno, por ejemplo, que
el padre de familia se mueva por el bienestar de los suyos,
que el trabajador se procure el salario que cubra sus
necesidades básicas, que los ciudadanos busquen el bien común
de la sociedad, que los estudiantes busquen el saber, etc.
Pero todos estos bienes deben subordinarse al Bien
Absoluto. De lo contrario, si no se busca en definitiva el fin
último, se prepara todo para la infelicidad. Sabemos que hay
muchas maneras de buscar la felicidad, pero se trata de acertar
dónde está la verdadera felicidad y qué es lo que nos conduce
a ella. Por ejemplo, si se busca egoístamente la felicidad, el
fin último es el propio yo, y entonces se excluye a Dios y a las
demás personas. Pero, la verdadera felicidad, según la
naturaleza del ser humano, no se consigue de manera
individualista, sino saliendo de sí para darse.
Se puede perseguir la felicidad de un modo recto o de
un modo poco sincero, pero eso es algo que corre a cargo de
cada uno, ya que cada uno gozará o sufrirá las consecuencias
de sus propios actos. La verdadera felicidad atiende a la
42
Genara Castillo Córdova
naturaleza humana, y es el resultado de sus acciones más
nobles, las que son propias de su conocer y de su amar, que
sólo se hacen plenas cuando se dirigen a su más grande objeto:
el Ser o Bien Supremo.
Si bien esta felicidad no se puede obtener de modo
continuo en esta vida, el esfuerzo del hombre que busca
sinceramente alcanzar el conocimiento y amor del bien supremo
y todo lo que a él conduce, se ve recompensado con creces,
ya aquí en esta tierra, a pesar de los fallos y quiebras de la
propia y de la ajena condición humana.
43
Ética y educación en valores
LECTURA:
LA FELICIDAD
“Pocos términos han tenido una vigencia permanente
a lo largo de tantos años de historia como el de la felicidad,
hasta el punto de continuar en la actualidad en la cresta de la
ola de los anhelos del hombre. La felicidad, qué duda cabe, es
uno de esos conceptos imprescindibles. A lo que parece la
vieja afirmación aristotélica de que “todo hombre apetece ser
feliz”, continúa siendo una realidad irrenunciable, incluso
para el hombre de hoy.
Pero acontece que en el hombre de hoy el concepto
de felicidad está un tanto oscurecido, tergiversado, incluso
astillado. La felicidad hoy se confunde con lo que no es: con
el placer, con el consumo de bienes materiales, con el
entreguismo momentáneo a las experiencias de éxtasis que
hunden sus raíces en apenas contactos interpersonales
epidérmicos, triviales y superficiales.
Es como si la felicidad hubiera dejado de consistir en la
posesión del supremo bien, que ahora, -por desdibujado en el
horizonte cultural del momento- deviniera en puro hedonismo
fugitivo sin norte y sin asideros. Pero no, la felicidad continúa
coincidiendo con la sabiduría, con la virtud, con una cierta
“beatitud” que tiene vocación de eternidad. La felicidad, en
44
Genara Castillo Córdova
última instancia no es sino la posesión del mismo Dios, algo
que infinitamente supera -y se distingue- del poder, del
prestigio, del éxito y de cualquier otra voluptuosidad, cualquiera
sea su naturaleza”.
(Cfr. POLAINO, A. Prólogo a GONZALO, Luis, La
Felicidad, libros MC, Madrid, 1990, p.5 y 6.)
Cuestionario:
1. ¿Cómo se encuentra el concepto de felicidad en el hombre
de hoy? ¿A qué se debe esta situación?
2. ¿En qué se cifra la felicidad en la actualidad?
3. ¿Dónde estará la verdadera felicidad?
4. ¿Cuáles son las dificultades para conseguirla?
5. ¿Qué medios se pueden emplear para conseguir acercarse
a la felicidad?
45
Ética y educación en valores
IV
LA NORMA DE LA MORALIDAD O LEY MORAL
En un sentido muy amplio, se denomina ley a todo lo
que ordena un acto u operación. De ahí que se pueda hablar
tanto de leyes físicas, como de leyes técnicas y de leyes
morales. La ley física determina el comportamiento de cualquier
ser material. Por ejemplo, es una ley física la caída de todos
los cuerpos por efecto de la gravedad.
La ley técnica ordena un acto humano con la finalidad
de obtener un resultado o producto técnico. Por ejemplo, un
artefacto eléctrico se rige por leyes técnicas tanto en su
fabricación como en su uso.
Sin embargo, tales leyes no son del mismo nivel que las
leyes morales. Incluso en la vida humana pueden darse muchas
leyes biológicas, psicológicas, morales, etc. Todas ellas indican
el modo como tiene que “funcionar” el ser humano, pero no
son todas de la misma índole. Las leyes biológicas, por ejemplo,
a diferencia de la ley moral, no tienen en cuenta la voluntad
libre del hombre.
La ley moral es aquella que ordena los actos humanos
de acuerdo a la naturaleza humana y a su fin último. Se pueden
distinguir tres tipos de leyes morales.
46
Genara Castillo Córdova
1. Ley natural y ley positiva.
2. Ley positiva divina y
3. Ley positiva humana.
Debido a que la ley divina ya está recogida en la doctrina
cristiana y es explicada por el catecismo y la teología, nos
ocuparemos básicamente de la ley natural y de la ley positiva
humana que se denomina también ley civil, la cual debe estar
formulada coherentemente, teniendo en cuenta la naturaleza
humana, para que juegue a favor y no en contra del ser
humano.
1. La ley natural.
Su existencia se prueba por experiencia. Todos los seres
humanos conocemos leyes naturales en el plano de la actividad
propiamente humana.
Por ejemplo todos tenemos como un bien natural a la
conservación de nuestro propio ser. Igualmente, normalmente
respetamos la vida y la propiedad ajena. Esto es un dato de la
experiencia, y es necesario que así ocurra ya que las leyes
naturales están impresas por Dios en nuestra propia naturaleza,
en orden a Él que es su último fin.
Conocer tales leyes naturales, es por tanto, tener de
una manera natural la noticia de la ordenación divina o ley
eterna en cuanto directiva de nuestra propia naturaleza
racional. Normalmente se tiene tal noticia, de lo contrario se
ha corrompido tanto la naturaleza que el conocimiento de la
Ética y educación en valores
47
ley natural se ha oscurecido. La ley natural tiene dos
propiedades: es universal e inmutable.
.Universal porque se extiende a todos los hombres, y
es para siempre y en todas las circunstancias
.Inmutable, porque no está sujeta a los cambios que
puedan introducir los seres humanos, los cuales tampoco tienen
en su mano ni crearla, ni inventarla. Si a alguien se le ocurriera
inventar una “ley natural”, simplemente fracasaría porque al
ser gratuita, no encontraría correspondencia en la naturaleza
de los demás seres humanos.
Por ello, los cambios históricos, sociales, culturales,
tecnológicos no afectan a la ley natural, sino que al contrario,
ellos pueden ser ocasión para que se replantee la ley natural.
Tampoco la ley natural depende del sentir y de la opinión
de la mayoría, sino de lo que debe hacerse, según la recta
razón. Por ello, aunque la mayoría de los miembros de una
sociedad, violentando mucho la ley natural, afirmaran que el
asesinato es bueno, no por ello desaparecería la ley natural
que indica el respeto a la vida ajena.
La ley natural contiene todos los bienes y fines
esenciales que el hombre debe conseguir y respetar para
lograr su perfeccionamiento integral y alcanzar su finalidad
última.
Cabe considerar al ser humano en los tres niveles de
sus operaciones vitales: En cuanto al nivel vegetativo, le es
natural al hombre la conservación de su vida humana. Por
esto tiene la obligación de procurarse la nutrición y le está
prohibido el suicidio. Así mismo, el ser humano está inclinado
de manera natural a la procreación y al cuidado de sus hijos.
Ésta es una inclinación natural que sólo obliga a la especie,
en cambio, la alimentación obliga a cada individuo.
Además, en los seres humanos la ley natural referida
a la procreación incluye, a diferencia de los animales, y en
48
Genara Castillo Córdova
razón de que quien viene al mundo es un ser humano, la tarea
de su cuidado material y la formación o educación necesarias
para que aquel ser se pueda desarrollar y alcanzar su
finalidad propia.
Además, la tendencia natural del hombre a agruparse
con otros seres humanos se diferencia de la de los animales
en que constituye una sociedad en vistas a la colaboración
mutua. Esta convivencia con otros seres de su misma especie
le impone la obligación moral de esforzarse en su propio
mejoramiento y de ayudar a los demás a conseguirlo, por lo
cual, por ejemplo, ha de procurar formarse y salir de la
ignorancia y a vivir con los demás pacíficamente.
Dentro de ese deber, el de procurarse el saber necesario
y que esté a su alcance, para perfeccionarse en cuanto ser
humano, está el deber principalísimo de conocer el origen y
finalidad más radicales de su ser. Por otra parte la tendencia o
inclinación más específicamente humana es la del saber y la del
amor.
También por esto, existe la libertad religiosa que respeta
el derecho, que es a la vez un deber, de buscar, conocer y
amar al Dios verdadero, en lo cual el ser humano se juega su
felicidad. De todo ello se deduce que el deber de conocer y
amar a Dios es el más importante de la ley natural y la razón
última de todos los demás.
La ley natural va muy ligada a la sindéresis, en cuanto
que las dos están en impresas en la naturaleza de modo innato.
Todo orden moral natural descansa sobre un primer principio,
el del hábito de la sindéresis: hay que hacer el bien (y en
consecuencia, evitar el mal). La ley natural se basa en la
sindéresis que es un hábito innato, y la ley natural es ese
conjunto de principios que el hombre puede descubrir y conocer
en él mismo y en el mundo que le rodea. Todos esos principios
señalan una manera de hacer el bien.
Ética y educación en valores
49
La ley natural se diferencia también de la conciencia
en que ésta es un juicio moral práctico que no es general
como la ley natural sino que es concreta, se refiere a una
acción, aquí y ahora.
La ley natural es como una brújula que se encuentra
en la misma naturaleza del ser humano por la cual un hombre
cualquiera puede orientar su conducta.
Por ejemplo, cuando uno de nosotros ve que una persona
le roba a otra, enseguida podemos notar nuestra repulsa.
Esto quiere decir que en nosotros hay un principio de honradez
por el que inmediatamente dictaminamos en contra del robo.
El respeto al otro y a lo suyo está inscrito en la naturaleza
humana y hace falta violentarla para actuar de otra manera.
Pero en este caso estaríamos actuando en contra de nuestra
naturaleza y nos degradaríamos.
Cuando uno trata de violentar su propia naturaleza
produce muchos destrozos no sólo en uno mismo, sino en los
demás. Es algo semejante a lo que ocurriría si forzáramos el
cauce de un río, las aguas se desbordarían e inundarían lo que
estuviera a su alrededor, causando daños en los sembríos o
instalaciones. Igualmente sucedería si tratáramos de ir contra
las leyes físicas, como por ejemplo, la ley de la gravedad. Si
nos lanzáramos desde una altura considerable, sin tener en
cuenta la ley de la gravedad, nos estrellaríamos contra el
pavimento. De la misma manera, cuando transgredimos la ley
natural impresa en nuestro ser, por ejemplo, cuando se comete
un robo, se perjudica a aquellos que tienen derecho a gozar de
ese bien.
La ley natural está impresa en la inteligencia y en el
corazón de todos los hombres. De acuerdo con ella todos
apreciamos la conservación de la propia vida y el respeto de
la de los demás, el cuidado de los padres respecto de sus
hijos, su afán de saber, sus actos de solidaridad y de amor a
50
Genara Castillo Córdova
sus semejantes, así como, decir la verdad, cumplir las promesas
o compromisos, respetar la propiedad ajena, respetar la buena
fama y la honra de los demás, etc.
No es redundante señalar, sin embargo, que la ley
natural lleva al fundamento de todas las acciones o conducta
humana, a su Fin Último, al conocimiento y amor de ese Bien
Supremo, hacia el cual ordenar todas las acciones y los fines
particulares o relativos que tengamos. Por ello hemos señalado
desde el comienzo que la ley natural es la que está de acuerdo
a la naturaleza y la que pone en relación con el Fin Último.
De alguna manera, todas nuestras acciones, aún las
buenas u honestas, como el respeto a la vida ajena y a sus
propiedades, la formación o educación de los hijos, etc. se
deben dirigir a su fin último, el cual de algún modo tiene que
ser querido al realizar aquellas obras.
Sin embargo, a pesar de todo lo dicho sobre la ley
natural, queda en pie una pregunta: ¿Por qué no todos los
hombres conocen del mismo modo la ley natural?
Se trata entonces de ver la influencia de las
disposiciones morales en el conocimiento de la ley natural. El
conocimiento moral está fuertemente influenciado por el orden
o no de la libertad humana con respecto a sus fines propios.
La ley natural puede ser conocida por todos los seres
humanos y sin embargo, no todos la conocen con la misma
extensión y claridad. La razón es que la voluntad mueve a la
inteligencia para que se aplique al bien que quiere, y por eso
es necesario que la recta vida moral consolide la capacidad
para conocer la ley natural.
Se entiende así que los hombres que llevan una vida
recta puedan conocer con mayor amplitud e intensidad la ley
natural. La vida moral desordenada es expresión de una voluntad
que libremente decide apartarse del bien, y lleva necesariamente
a un oscurecimiento de las verdades que hacen referencia al
Ética y educación en valores
51
fin último y, a las de la ley moral. En el fondo, esta posibilidad
radica en una debilidad original que hay que remediar.
La persistencia en la mala conducta tiende a obnubilar
el conocimiento prudencial (es decir el conocimiento moral
concreto), ya que cuando no se quiere rectificar el desorden
de una acción singular una y otra vez, la voluntad inclina a la
prudencia a que juzgue sin atender a la norma moral.
Una persona que roba, advierte las primeras veces que
esas acciones son malas. Pero si el robo se convierte en un
hábito estable, la conciencia puede llegar a cauterizarse y
terminar oscureciéndose y no discierne la malicia de sus actos.
Inclusive, si la voluntad persiste en esa conducta
sobreviene un afán de justificar las malas acciones en el ámbito
de conocimiento universal. De esta forma, el hombre puede
corromper la misma ciencia moral, convirtiéndose en autor de
una nueva norma moral que, en realidad es un proyecto
subjetivo de auto justificación extensible a toda su vida.
Por ejemplo, es el caso del que juzga que universalmente
el divorcio, el aborto, etc., no son malas acciones. Esto es un
grave deterioro porque es una corrupción moral en la que ya
no existe un conocimiento anterior que pueda servir como
punto de referencia para una posible rectificación. Por esto
se ha llegado a decir que es mejor reconocerse un
sinvergüenza, (por cuanto no actúa de acuerdo a unos
principios morales), pero dejando intactos los principios morales,
para poder tener un “norte” en caso que un día quisiera
regresar y rectificar su conducta. Pero si los anula, si trata de
convencerse que son falsos o que en su lugar rigen
otros distintos, entonces habrá borrado el camino de regreso
a una vida recta y le será más difícil rectificar.
52
Genara Castillo Córdova
2. La ley civil.
La ley civil surge de la necesidad de organizar la
sociedad. La ley natural no es suficiente para asegurar el
recto orden social. El ser humano no alcanza por sí mismo
toda su perfección sino que tiene que contar con los demás
miembros de la sociedad.
La ley civil consiste, pues, en dirigir la razón en orden
al bien común, promulgada por quien tiene a su cargo la
comunidad. Lo importante de la ley civil es que mediante el
bien común haga accesible a cada hombre la consecución del
perfeccionamiento de su naturaleza y de su fin último o felicidad.
La ley civil debe fundamentarse en la ley natural y
debe facilitar su conocimiento mediante preceptos que
expresan las normas naturales y extraen sus conclusiones. De
esta manera remedian el desconocimiento más o menos
culpable que algunos pueden tener de la ley natural.
La ley civil que prohíbe el homicidio, por ejemplo, recoge
un principio de Derecho Natural, la que regula el uso de algunos
fármacos peligrosos, y aplica aquel principio a una situación
particular.
Además la ley civil determina lo que es justo en
determinadas circunstancias cuando la ley natural ofrece varias
posibilidades de actuar y también deben exigir coactivamente
un mínimo de cumplimiento de la ley natural. Así cumplen con
la función de evitar la arbitrariedad en los juicios personales.
La ley civil toma su fuerza y fundamento de la ley
moral natural y de modo mediato en la ley eterna. La ley civil
es una participación de la ley natural y en razón de esto es
que es obligatoria.
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Ética y educación en valores
LECTURAS:
1. LA LEY
“El derecho primario del hombre es el derecho a ser
tratado como lo que es. Ya hemos visto lo que es el hombre.
Pero al hombre no podemos estudiarlo en el vacío. El hombre
existe en el universo. El universo, que por cierto no es un
caos, tiene unas leyes y el hombre está sujeto a ellas.
Al explorar el universo va el hombre descubriendo cada
vez más sus leyes. Con cada ley que descubre aumenta también
su libertad. Si al oír esto por primera vez nos suena como una
paradoja, es porque pensamos que las leyes del universo, las leyes
de Dios, en forma análoga a las leyes fabricadas por los
hombres.
Las leyes del hombre sólo nos obligan cuando se ponen
en vigor, por lo cual cada nueva ley puede parecernos una
nueva interferencia. En cambio, cuando un científico, pongamos
el caso, anuncia una nueva ley de la naturaleza, no la pone en
vigor, lo único que hace es descubrirla. Las leyes del universo
existen siempre y nos afectan, las conozcamos o no.
No tenemos necesidad de conocer la vitamina B para
morir de desnutrición por falta de ella. El niño recién nacido
puede perecer a causa de la ley de la gravedad ni más ni
54
Genara Castillo Córdova
menos que Isaac Newton. Así el descubrimiento de esas leyes
por el hombre no es el principio de su sujeción a ellas.
Por el contrario, una vez que sabemos lo que son estas
leyes podemos aprender el modo de cooperar con ellas y por
medio de esta cooperación aumentar nuestra propia libertad
dentro de ellas. La libertad del hombre sólo es posible dentro
de ellas, no precisamente huyendo de ellas.
Con el descubrimiento de las leyes del vuelo el hombre
se halló en condiciones de adaptarse a ellas más perfectamente,
logrando así la libertad de las alturas. La suprema libertad del
hombre consiste en la obediencia a las leyes del universo, en la
armonía con el universo y con sus leyes.
Pero la libertad así lograda ¿es una libertad real o una
libertad ilusoria? La respuesta depende de lo que sea aquello
a lo que así nos sometemos y con lo que nos ponemos en
armonía. Si por encima del universo hay una Persona divina
que es responsable de sus leyes, entonces la sumisión al
universo es sencillamente sumisión a esa Persona y, por lo
tanto, verdadera libertad y no servidumbre, puesto que no es
servidumbre armonizar la propia inteligencia con una mente
que tiene un conocimiento ilimitado y su correspondiente
voluntad con un amor perenne.
Pero si no existiese tal persona, sino únicamente el
universo y nada más, entonces la sujeción a él es sujeción a
algo que carece de inteligencia y no puede ser sino esclavitud:
sólo que nos movemos más amplia y cómodamente con una
cadena más larga. Para un ser inteligente no hay libertad, sino
únicamente degradación, en armonizarse con un puro
mecanismo.
Es sencillamente grotesco e indigno estar forzados a
ponernos en armonía con cosas inferiores a nosotros mismos.
De una manera o de otra todos los pensadores nos han dicho
Ética y educación en valores
55
que debemos estar a tono con el universo... Si no creemos en
Dios debemos vernos a nosotros mismos como tocando en
una orquesta con un director que no sabe lo que dirige, que ni
siquiera sabe que es el director.
No puede haber avasallamiento tan total como el de
las inteligencias sometidas a algo que no tiene inteligencia. Y
si el universo no depende de una inteligencia, entonces algo
que carece de inteligencia tiene la última palabra, como había
tenido la primera.
Pero en realidad existe la inteligencia de Dios y con Él
es con quien hemos de estar a tono, y obedeciendo a sus
leyes es como hemos de hallar la libertad, y el crecimiento
irrestricto.
(...) Como el universo no es un caos, tampoco lo es el
hombre; así al aprender el hombre las leyes que le gobiernan a
él mismo, se hace más libre. Es invariable esta dependencia
que la libertad tiene de la ley”.
(Cfr. SHEED, F.J. Sociedad y sensatez, Barcelona,
Herder, 1961, pp. 73-75)
Cuestionario:
1. El conocimiento de las leyes del universo, ¿es una ventaja
para el hombre?, ¿Por qué?, ¿Favorece su libertad?
2. De no existir un Autor de las leyes del universo, ¿sería esto
comprensible?, ¿Por qué?
56
Genara Castillo Córdova
2. VERDAD Y LIBERTAD
Decíamos anteriormente que fruto de la capacidad de
conocer la verdad, es nuestra posibilidad de ser libres. Cuando
decidimos hacer algo voluntariamente es porque antes tenemos
una serie de datos y después actuamos de acuerdo con esos
datos previamente conocidos. Ahora bien si nuestro
conocimiento sobre esos datos ha fallado, si nos hemos
equivocado, es indudable que nuestro actuar no habrá sido
realmente libre; es más podemos haber hecho, incluso, lo
contrario de lo que deseábamos.
Por ejemplo, yo quiero agradar a una persona de la que
estoy convencido que tiene predilección por las rosas rojas;
veo un precioso ramo, lo compro y lo regalo a esa persona.
Posteriormente me entero de que detesta las rosas.
Indudablemente, habré actuado movido por un buen deseo,
pero no he hecho lo que realmente quería. ¿Por qué?
Sencillamente por haber actuado movido por un error.
Toda formación irá por tanto, encaminada a
proporcionar los supuestos precisos para que nuestro actuar
sea verdaderamente libre, para que no sea un moverse
engañado por el dato falso.
La verdadera formación no aliena, no priva de libertad,
sino que ha de ser dadora de libertad precisamente. Una buena
Ética y educación en valores
57
formación, por tanto, no debe partir del negativismo de evitar
el error, no debe fomentar la falsa seguridad de llevar a nadie
de la mano; sí que debe promover el amor a la verdad, a la
libertad y a la responsabilidad, al conocimiento claro y profundo
de las cosas, a estimar la virtud de la prudencia que nos
capacita para elegir los medios adecuados a unos fines
claramente definidos”.
(Cfr. CABELLOS, Pablo, Formación de la conciencia,
Madrid, Folletos MC, 1972)
Cuestionario:
1. ¿El conocimiento proporciona libertad?, ¿Por qué?
2. ¿La verdadera formación es alienante, priva de la libertad?
Fundamente su respuesta y ponga dos ejemplos prácticos.
58
Genara Castillo Córdova
59
Ética y educación en valores
V
LA CONCIENCIA MORAL
1. Noción:
La conciencia es la capacidad del entendimiento por la
que sabemos lo que hacemos y juzgamos si está bien o mal,
moralmente. Es un hecho de experiencia universal que le
permite al ser humano juzgar las acciones.
Es probable que hayas escuchado la afirmación, más o
menos acertada, de “me lo dicta la conciencia” cuando alguien
ha sido interrogado acerca de su conducta. Es cierto que la
conciencia tiene hoy día una alta valoración, pero ¿es la
panacea que resuelve en un juicio lo acertado?. Para que lo sea
realmente es necesario que tenga en cuenta algunas
condiciones que luego veremos.
2. Momentos de la conciencia
a. La conciencia anterior
Es el juicio sobre la bondad o malicia del acto antes de
que lo realicemos. Tiene la misión de guiar la voluntad. Es un
60
Genara Castillo Córdova
juicio práctico sobre la moralidad de los actos que vamos a
hacer. Sus actos son:
.Mandar: cuando establece que algo debe ser hecho.
.Prohibir: cuando establece que no debe ser hecho.
.Permitir: cuando establece que algo no está prohibido
y se puede hacer.
.Aconsejar: cuando establece que algo no se manda
pero que es mejor hacerlo.
Esta conciencia es la responsable del conocimiento y
de la libertad del acto humano.
b. La conciencia posterior o consecuente
Es el juicio que emite la conciencia sobre los actos ya
realizados. En estos casos, la conciencia es el juez que
examina nuestra vida pasada. Los actos propios de esta
conciencia son:
.Condenar o remorder, cuando son actos malos.
.Alabar, cuando son actos buenos.
.Excusar, cuando la voluntad no tiene responsabilidad.
3. Elementos de la conciencia
En la conciencia moral se pueden distinguir tres
tipos de elementos:
a. Juicios prácticos de carácter racional
La conciencia, para ver si algo es bueno o malo razona
elaborando un razonamiento o silogismo con dos premisas y la
Ética y educación en valores
61
premisa mayor la constituyen los principios morales y la menor
es el caso concreto. A esto le sigue una conclusión. Son
juicios objetivos y racionales que no siempre coinciden con
los sentimientos que provoca.
b. Elementos no racionales
Pueden ser sentimientos, pasiones y tendencias morales
que son utilizados por la conciencia para provocar mociones
favorables al bien y opuestas al mal. Sin embargo, tales
elementos pueden hacer que no se concluya acertadamente.
c. Elementos de procedencia social
Son los recibidos por la educación y el ambiente social
o cultural. Por medio de la educación se forma al hombre y se
comunica ideas y costumbres que pueden facilitar el
razonamiento moral o pueden obscurecerlo.
d. La conciencia posterior
Tiene, a su vez, los elementos siguientes:
La culpabilidad: sentimiento de haber hecho algo malo y de
ser responsables de la falta cometida.
El remordimiento: es la actitud de rechazo de la falta cometida
como consecuencia del juicio de la conciencia
que lo considera un acto malo. Presupone la
aceptación de la falta cometida.
El arrepentimiento: es el deseo de no volver a realizar la falta
cometida. Tiene dos vertientes: una dolorosa
que mira al pasado y una gozosa que mira al
futuro. Tiene un efecto positivo en la voluntad
porque ésta deja de adherirse a la mala acción
realizada, y se ennoblece con el bien.
62
Genara Castillo Córdova
La sanción:
es el premio o castigo que corresponden a un
acto calificable moralmente. La sanción puede
ser impuesta por la propia conciencia, por los
demás y por Dios. Las dos primeras formas
de sanción pueden ser precipitadas y son
imperfectas y no guiarse de criterios objetivos.
Sólo la sanción divina consigue una auténtica
justicia.
4. La sindéresis.
La moralidad de un acto viene determinada
fundamentalmente por la conciencia antecedente que juzga
antes de realizar la acción y por el juicio de la razón práctica
que determina la bondad o maldad del acto de un modo racional
y objetivo. La realización de este juicio moral es la sindéresis.
a. La sindéresis es el hábito de los primeros principios prácticos
acerca del bien y del mal, y fundamento de los juicios
morales. Es un hábito natural y espontáneo que se encuentra
tanto en las personas cultivadas como en las incultas.
b. La sindéresis juzga de modo inmediato de los actos que
realizamos sin necesidad de proponerse ese juicio. Se puede
referir a la conducta propia y ajena, se puede formular
antes o después del acto.
Suele ir acompañado de un sentimiento de culpa o
aprobación, que puede ser suprimido aunque la conciencia
sabe que se ha apagado ese sentimiento. El ejercicio de la
sindéresis no depende de la presión social ni de las opiniones
de los demás.
Ética y educación en valores
63
c. la sindéresis, al formular sus juicios, tiene en cuenta las
tendencias naturales del ser humano, teniendo una
captación natural y espontánea de lo que es bueno o malo.
5. Estados de la conciencia
a. Conciencia verdadera
Es aquella que coincide con los primeros principios de
la sindéresis y los aplica correctamente.
b. Conciencia errónea
Es la que no aplica correctamente los principios del
actuar moral. Esta conciencia errónea puede ser de dos tipos:
• Escrupulosa, que aplica estrictamente los principios morales
y todo lo considera falta.
• Laxa, que hace una aplicación demasiado amplia de los
principios morales y todo le parece correcto. Por
ejemplo, considera que por motivos sociales o
humanitarios, se puede defender el aborto o la
eutanasia.
Esta misma conciencia errónea, desde el punto de
vista de la facilidad que tengamos para su rectificación y
superación puede ser de dos tipos:
La conciencia invenciblemente errónea es aquella que no
podemos superar; esta conciencia puede tomarse, mientras
64
Genara Castillo Córdova
dura el error, como norma subjetiva de moralidad, ya que se
presenta con iguales garantías que la conciencia verdadera.
La conciencia venciblemente errónea por error culpable o
inculpable. No puede ser norma subjetiva de moralidad, ya
que somos responsables del error que estamos cometiendo
por no habernos formado adecuadamente.
c. Estados de la conciencia
La conciencia, por el grado de asentimiento que provoca
en el sujeto, puede ser de dos tipos:
Conciencia probable
Es el asentimiento de nuestra mente, pero con temor a
errar, pues no excluimos la verdad de la afirmación contraria.
No es norma subjetiva de moralidad, porque cabe la
posibilidad de errar, y el peligro de obrar deshonestamente.
La conciencia dudosa
Es la que suspende el juicio porque vacila entre dos
extremos contrarios. La conciencia dudosa no es suficiente
para obrar honestamente, porque la duda destruye la
conciencia, supone actuar sin conciencia cierta.
Conciencia cierta
Es aquella que juzga sin temor alguno a equivocarse.
Puede ser norma subjetiva de moralidad, aunque después se
demuestre que estaba equivocada. Para obrar moralmente
es necesaria la certeza, para así eliminar la probabilidad de lo
Ética y educación en valores
65
contrario y se evita, por tanto, el peligro de obrar
deshonestamente.
La conciencia cierta pero errónea también es norma
de la conciencia; si obedece a ese dictamen la conciencia
obra bien, siempre que el error no sea culpable.
.Si es inculpable, el error es una es una deficiencia de
la inteligencia, pero no ha sido querido por la voluntad, y, por
tanto, no cumple las condiciones de un acto humano.
.Si la conciencia es culpablemente errónea, el error se
da en un sujeto que tiene conciencia de su ignorancia y
sospecha de su error. Entonces es una conciencia dudosa o
probable, con la cual no es posible obrar.
De todo lo anterior se puede ver la importancia de
formar adecuadamente la propia conciencia para evitar grandes
errores.
66
Genara Castillo Córdova
67
Ética y educación en valores
LECTURAS:
1. EL ECLIPSE DE LA VERDAD
Papini imagina en una de sus obras a un personaje
llamado Blake, que vive pacíficamente en su casa de Londres.
Pero un buen día cruza por su cabeza una idea que le inquieta:
¿dónde estará se pregunta, en qué lugar de la tierra se
encontrará el paraíso terrenal, de donde fueron arrojados
nuestros primeros padres?. Nada tiene de extraña semejante
pregunta, que muchas personas quizá se la habrán formulado
alguna vez.
A Blake le obsesionaba de tal modo la idea, que decide
no regatear esfuerzos y se lanza a recorrer el mundo para
encontrar la respuesta al problema que le inquieta. Como un
peregrino recorre por espacio de largos años maravillosos
paisajes: sus ojos contemplan bosques frondosos y valles
fertilísimos; sus pies incansables cruzan los senderos de
montaña, verdes llanuras y dejan sus huellas sobre la arena de
las playas junto al mar. Pero en todas partes le parece
que reina el sufrimiento y las sombras de la muerte, en ningún
sitio hallan el verdadero paraíso terrenal.
Una noche, decepcionado y afligido, se duerme el
peregrino sobre el musgo de una caverna. La inquietud que le
oprime va a encontrar respuesta en un sueño que tiene: se le
68
Genara Castillo Córdova
aparece un personaje de cabello blanco y mirada profunda
que le contempla con ojos penetrantes; a nuestro hombre le
parece reconocer en él al Creador, pintado por Miguel Ángel
en la Capilla Sixtina, que habla así al desesperado peregrino.
En vano recorres la Tierra buscando el lugar donde
estuvo el jardín destinado a ser morada de Adán. Como premio
a tu fe y a tu constancia, te revelaré la verdad... El paraíso
terrenal es toda la tierra con todas sus regiones, con sus
alturas y sus aguas. Adán y Eva no fueron expulsados de un
lugar cerrado, sino que fueron cegados. Las espadas llameantes
de los querubines cambiaron la visión de sus ojos, los
obnubilaron y no reconocieron el asilo de las delicias.
Sus ojos ofuscados vieron malezas y espinas donde
había flores esplendorosas..., lugares nebulosos donde brillaban
cielos resplandecientes, horrendos abismos donde había valles
bendecidos por la sonrisa del sol. El mundo ha quedado tal
cual fue en su creación desde el primer día, pero los hombres,
debido a la alteración de su mirada, ven en el paraíso, ya un
doloroso purgatorio, ya un horrendo infierno.
Si el hombre pudiera recuperar la limpieza de sus pupilas
obcecadas..., “entonces todo se le aparecería como es en la
realidad, como se le apareció el primer día, antes del pecado”.
Y el personaje de cabello blanco extendió su mano y
tocó los ojos del durmiente. Al percibir aquella sensación, Blake
se despertó sobresaltado y salió de la caverna.
Los rayos de sol arrojaban las primeras luces del alba;
ya amanecía y pudo comprobar que el Señor no le había
engañado: lo que en la tarde anterior se le había antojado un
paisaje pedregoso y estéril, lo veía ahora con una belleza
multicolor de prados y flores.
Ética y educación en valores
69
Toda la naturaleza se le aparecía con una luz nueva:
su mirada interior se había cambiado y todo su ser quedó
transido de estupor ante el descubrimiento de lo que se le
ofrecía: “Y yo-concluye diciendo Blake-, después de agradecer
al Señor con un canto nuevo, regresé a mi ciudad, a mi pobre
casita, y me di cuenta de que hasta mi reducida huerta de
Londres era un rincón, hasta entonces ignorado, del Edén
Eterno”.
Nuestro peregrino puede ser la imagen viva y palpitante
de muchos hombres de hoy. Quizá la pregunta que inquietaba
a Blake se desplace ahora a cuestiones de capital importancia:
¿dónde está la verdad?, ¿dónde el bien?, ¿dónde el amor
auténtico?, ¿cuál debe ser mi conducta ante los problemas
que me plantea a diario la vida? ¿cuál es el sentido del dolor,
del mal, de la muerte?
No podemos caminar sin rumbo fijo, sin una tierra firme
sobre la que pisar y sin un norte que guíe nuestros pasos:
estamos necesitados de unos puntos cardinales claros en el
horizonte de la existencia”
(Cfr. GARCÍA-PRIETO SEGURA, José A. Sinceridad
de vida, Folletos MC, Madrid, 1990, pp.7-10)
Cuestionario:
1. ¿Puede suceder que a veces nuestra conciencia se nuble,
como le sucedió a la vista del peregrino?, ¿por qué?. Nos
puede parecer que estamos ciertos de algo, y a lo mejor
nos equivocamos, ¿qué hacer entonces?
70
Genara Castillo Córdova
2. ¿Por qué es necesario formar nuestra conciencia?
3. ¿La formación de la conciencia es una ayuda?
71
Ética y educación en valores
VI
LA ESPECIFICACIÓN DEL ACTO MORAL
Los actos morales se especifican con tres elementos:
1. El objeto
Es el término objetivo de la realización de un acto,
independientemente de cualquier otra circunstancia. Así la
acción de robar es apoderarse de lo ajeno.
El razonamiento moral tiene que tener los criterios
para saber si un objeto es bueno o malo. Por ello debe de
tener en cuenta:
Los primeros principios éticos: “hay que hacer el bien y
evitar el mal”, que son verdades que pueden ser
fundamentadas pero no demostradas.
El conocimiento de los hechos concretos de experiencia
a los que se aplican los principios.
La conclusión resultante de la correcta aplicación de
tales principios a un caso concreto.
72
Genara Castillo Córdova
El conocimiento de si un objeto es bueno o malo, no es
simplemente cuestión de intuición o sentimiento, sino resultado
de un proceso racional, sujeto a errores y equivocaciones,
que es necesario analizar, justificar y en ocasiones rectificar.
2. El fin
Es lo que se propone el sujeto que realiza la acción, y
que no siempre coincide con el fin de la acción realizada. Se
puede distinguir entre el fin de la obra y el fin del agente.
El fin de la obra: o fin objetivo que persigue la acción.
Así el fin de la limosna es socorrer al pobre.
El fin del agente: o fin que persigue el sujeto que realiza
la acción. Así, se puede trabajar por enriquecerse, por obtener
prestigio o porque no queda más remedio.
El principio moral fundamental: el fin del sujeto
especifica la moralidad de un acto bueno, pero no puede
modificarla sustancialmente. No puede hacer buena una
acción mala, pero sí puede hacer mala una acción buena.
3. Las circunstancias
Son las condiciones accidentales que modifican la
moralidad de un acto bueno. Se debe considerar el sujeto y la
acción realizada en circunstancias como el lugar, los medios
utilizados, el motivo o fin, el estado de ánimo, el tiempo.
73
Ética y educación en valores
LECTURAS:
1. LA CONCIENCIA DE UN HOMBRE PROFUNDO
“Un rey según el corazón de los hombres y según el
corazón de Dios”, fue la idea glosada por el cardenal belga
Daneels en el solemne funeral por el rey Balduino, el 7 de
agosto de 1993.
“Este rey-pastor ha sido, sobre todo, el modelo para su
pueblo. Le ha dado ejemplo de una conciencia firme, sensible,
infinitamente delicada, dócil a las menores prescripciones
morales y espirituales. Para él la conciencia era un absoluto:
era la voz del hombre profundo y la voz de Dios. Siempre la
siguió, incluso arriesgando sus intereses personales,
arriesgándose a poner en juego su realeza.
Pensaba que la vida tiene ese precio. Se ha dicho que
era demasiado sensible a la dimensión moral. Pero, en medio
de la intención crítica de dicha afirmación, él lo consideraba
como un elogio. Si se llama demasiado moral a la defensa de
los valores de la civilización occidental e incluso universal, la
promoción de la familia, la prioridad concedida a quienes no
tienen trabajo, a los excluidos, a los desprotegidos, a los
derechos del hombre, al orden internacional, “¿no deberíamos
todos, de acuerdo con su ejemplo ser demasiado morales?”.
(Cfr. Revista PALABRA, nº 345, X-93, pp. 81-82)
74
Genara Castillo Córdova
Cuestionario:
1. ¿Qué característica resaltante tuvo el Rey Balduino de
Bélgica?
2. ¿Crees que abundan hombres como él?, ¿por qué piensas
que hay quienes se dejan llevar por sus impulsos?
2. LOS ERRORES DEL INDIVIDUALISMO
“Dostoievsky inmortalizó en Crimen y Castigo la tragedia
de una conciencia auto engañada por exceso de individualismo.
Raskolnikof es un joven estudiante de Derecho convencido de
que se puede demostrar que la conciencia es una imposición
social. Para ello planea fríamente el asesinato de una vieja
usurera, justificándolo porque no destruía a un ser humano sino
el principio de la conciencia.
Después del asesinato, el criminal asegura no tener
remordimientos y haber vencido el principio social de conciencia:
“¿Mi crimen? ¿Qué crimen? ¿Es un crimen matar a un
parásito vil y nocivo?. No puedo concebir que sea más glorioso
bombardear una ciudad sitiada que matar. Ahora comprendo
menos que nunca que se pueda llamarse crimen a mi acción.
Tengo la conciencia tranquila”.
Naturalmente la vida de Raskolnikof se va tornando
desequilibrada y acabará en la cárcel. Y mientras cumple
Ética y educación en valores
75
condena en Siberia, tendrá una pesadilla inquietante. Sueña
que el mundo es azotado por una plaga de microbios que
transmiten a los hombres la extraña locura de creer que cada
uno está en posesión de la verdad.
Con ello surgen discusiones interminables pues nadie
considera que deba ceder, y se hacen imposibles las relaciones
familiares, sociales: el mundo se convierte en un insoportable
manicomio. En dicho sueño, los hombres afectados aparecen
como auténticos locos, pues sus juicios son completamente
subjetivos e inamovibles y no responden a la realidad de las
cosas. Así, Raskolnikof llegará a descubrir que su teoría para
justificar el crimen es parecida a la conducta de los locos
soñados.
Y así nos advierte Dostoievsky acerca de los riesgos
del individualismo que justifica el pecado -asesinato, aborto,
hedonismo, corrupción- con inverosímiles teorías; y que más
allá de la conciencia y de la moral sólo se encuentra el abismo
de la locura”
(Cfr. ORTIZ LÓPEZ, J. Vivir en la verdad Folletos MC,
Madrid, 1994, pp.42-43)
Cuestionario:
1. ¿Por qué Raskolnikof cayó en un autoengaño de su
conciencia?
2. ¿Qué sucedería en la sociedad si cada quien quisiera obrar
de espaldas a unos criterios morales objetivos?
76
Genara Castillo Córdova
77
Ética y educación en valores
VII
LOS ACTOS HUMANOS
1. Condiciones de los actos humanos.
Para que una acción sea considerada propiamente
humana se tienen que considerar las siguientes condiciones:
a. Conocimiento
Para que la acción sea moral es necesario que el sujeto
esté debidamente informado por su inteligencia de lo que va a
hacer y de sus consecuencias.
b. Voluntad libre
Es necesaria la libertad para que el sujeto pueda elegir
entre varias posibilidades, sin que esté determinado a realizar
una sola. Se considera entonces que los actos libres pueden
ser:
Elícitos: cuando la voluntad actúa sobre su propia
facultad decidiendo que va a hacer algo. Así son la volición, la
intención, la elección y el consentimiento.
78
Genara Castillo Córdova
Imperados: cuando la voluntad actúa sobre otras
facultades sometidas al control voluntario.
Los impedimentos de los actos voluntarios son:
•
La ignorancia
Es la carencia de conocimiento de un sujeto capaz. La
ignorancia puede ser de dos tipos:
Antecedente: es la ignorancia que precede al acto de
la voluntad. Por ejemplo, es involuntaria la muerte de un
soldado que pisa sin saberlo un campo minado.
Consecuente: es la ignorancia voluntaria, ya que no
se quiso el efecto de la acción, pero si voluntariamente quiso
desconocer los efectos, es responsable de tales consecuencias
de su ignorancia. Por ejemplo, un médico ignorante que receta
una medicina de la que desconoce los efectos y produce la
muerte de ese paciente es culpable de su muerte.
•
La pasión:
Es la tendencia que nos arrastra hacia algún objeto
conocido por facultades sensibles: La pasión puede ser:
Antecedente: cuando precede y es causa del acto
voluntario. La pasión puede ser tan fuerte que perturbe el uso
de la inteligencia y disminuya la voluntariedad y libertad del
acto. Por ejemplo, el crimen pasional, por celos.
Ética y educación en valores
79
Consiguiente: es posterior al acto de la voluntad o
consecuencia de la decisión que uno ha tomado. En este
caso la voluntad mueve voluntariamente las pasiones para
conseguir con más facilidad su objetivo y tiene responsabilidad
2. Propiedades de los actos humanos
a. La responsabilidad
Es la capacidad que tiene el sujeto de, por ser libre, de
asumir los actos que realiza y las consecuencias que originan.
La responsabilidad se puede sentir de los actos indeliberados
o involuntarios, pero con propiedad sólo pertenece a los actos
humanos libres.
La responsabilidad siempre exige una autoridad ante
la cual tenemos que responder de nuestros actos. La
responsabilidad se puede tener ante sí mismo, ante los demás
y ante Dios.
•
Ante sí mismo
La conciencia nos reprocha las acciones mal hechas y
aprueba las buenas acciones. Es una responsabilidad variable,
pues no todos tienen el mismo grado de sensibilidad moral.
•
Ante los demás
Cuando respondemos ante una autoridad humana:
Socialmente: cuando se responde ante los grupos
humanos organizados. Por ejemplo se censura la falta de
solidaridad con los demás.
80
Genara Castillo Córdova
b. Civil o jurídicamente: cuando respondemos ante los
tribunales de justicia.
•
Ante Dios
Es una responsabilidad que presupone un conocimiento
y admisión del fin último del hombre y un conocimiento de la
ley moral como reflejo de la ley divina.
Es el último fundamento de la responsabilidad, ya que
se puede callar la conciencia individual y se puede eludir la
justicia humana, pero no la justicia divina.
b. El mérito
Es la recompensa a la que tiene derecho un ser humano
por la realización de un acto moral imputable a su persona.
El demérito es la disminución del mérito por haber
realizado una acción mala imputable.
La realización de actos morales aumenta o disminuye
el valor moral de un hombre. El receptor de un acto moral no
siempre aprecia y premia las acciones morales con la debida
recompensa. Pero la ética no fundamenta el orden moral en
las recompensas de los demás hombres, sino que fomenta
una actitud desinteresada basada en el cumplimiento del
propio deber y confiando en la justicia definitiva.
Ética y educación en valores
81
Ejercicio:
Leer con atención los siguientes versos, y extraer de
ellos un mensaje:
1) “La falsa y vil libertad
la venden por verdadera
y muchos de esta manera,
su bolsa logran llenar;
su bolsa logran llenar
pues no hay negocio que quiebre
vendiendo gato por liebre
a incautos sin paladar”
2)”Depende de mi libertad
de cómo sepa jugarla
según la forma de usarla
podré perder o ganar.
Por eso debo pensar
la carta a que he de quedarme:
si libre para enredarme
o libre para volar”.
82
Genara Castillo Córdova
83
Ética y educación en valores
VIII
EL INFLUJO DE LAS PASIONES EN LA MORALIDAD DEL
ACTO HUMANO
Las pasiones son actos o movimientos de las tendencias
sensibles del ser humano que indican actitudes de atracción y
repulsa que el sujeto siente respecto a un bien captado por los
sentidos.
Se diferencian de los actos de la voluntad en cuanto
que en las pasiones participan los sentidos y tienen una base
orgánica, es decir que tienen efectos corporales.
Así por ejemplo, la cólera, el deseo, el miedo, etc.,
tienen manifestaciones corpóreas como cambiar el color de la
cara, acelerar el ritmo cardíaco, temblores en las piernas,
agitación, etc.
El ser humano posee dos tipos de apetitos sensibles:
el apetito concupiscible y el apetito irascible. El apetito
concupiscible tiende a la consecución de un bien placentero
sensible. Por su parte el apetito irascible consiste en la
tendencia hacia bienes difíciles de conseguir.
Los sentimientos que se producen en el apetito
concupiscible son:
84
Genara Castillo Córdova
a. Independientemente de la ausencia o presencia del bien o
mal sensibles:
-respecto del bien: el amor sensible,
-respecto del mal: el odio
b. Si el bien o mal sensibles se encuentran ausente, es decir,
no poseído, tenemos que:
-respecto del bien: se produce el deseo.
-respecto del mal: se produce la aversión
c. Si el bien o mal sensible se encuentran presentes o poseídos:
-respecto del bien: el gozo sensible.
-respecto del mal: la tristeza.
Los sentimientos del apetito irascible son:
a. Si el bien o mal sensible difícil se haya ausente:
.respecto del bien:
-si es alcanzable: produce esperanza.
-si es inalcanzable: desesperación.
.respecto del mal:
-si no es posible de ser alejado: temor
-si es posible de ser alejado: audacia.
b. Si el mal está presente:
Se produce el sentimiento de ira.
La voluntad humana es una facultad superior que junto
con la inteligencia está llamada a gobernar y dirigir las pasiones
humanas. Se diferencia de los apetitos sensibles en que es
una tendencia humana que es de índole no sensible, sino
espiritual y por ello tiene actos que pueden ser independientes
Ética y educación en valores
85
de los sentimientos y pasiones sensibles. Por ejemplo, la
alegría espiritual es compatible con la tristeza sensible.
Debido a la índole racional del ser humano, sus pasiones
deben estar sometidas al gobierno de la razón y de la voluntad.
Estas facultades superiores del ser humano pueden influir en
las pasiones moderándolas, encausándolas, etc.
Los modos como pueden intervenir las facultades
superiores en las pasiones son las siguientes:
a. La voluntad puede querer elegir directamente una pasión.
Por ejemplo, cuando una persona quiere encolerizarse para
agredir a otro con mayor fuerza.
b. El acto de la voluntad puede incidir en la sensibilidad. Por
ejemplo, cuando la voluntad actúa sobre un mal deseo
rechazándolo.
c. La voluntad puede desencadenar una pasión a través del
entendimiento y la imaginación. Por ejemplo, cuando uno se
imagina las consecuencias vergonzosas de un miedo sin
fundamento.
A su vez, las pasiones pueden intervenir en el
entendimiento y la voluntad. Es decir, pueden influir en el
modo de valorar las cosas. Además, cuando las pasiones son
desordenadas, pueden llegar a anular la actividad del
entendimiento y de la voluntad.
Las pasiones tienen valor moral en cuanto son
provocadas, permitidas o guiadas por la voluntad pues en esa
medida participan de la libertad.
Por lo tanto experimentar pasiones no es en sí mismo
ni malo ni bueno moralmente. Las pasiones humanas son
buenas o malas según que su objeto y el modo de actuarse
sean conforme o no a la recta razón.
86
Genara Castillo Córdova
Por esto la moralidad de las pasiones depende de la
bondad de su objeto. De ahí que la tarea moral del hombre no
sea extinguir las pasiones sino moderarlas, dirigiéndolas hacia
los bienes verdaderos y haciendo que actúen en forma debida.
Gran parte de la tarea humana consiste precisamente
en integrar las diferentes instancias humanas, de manera que
la conducta humana pueda ser lo más acertada posible. De
manera general, las pasiones se controlan con los hábitos
positivos buenos, las virtudes, básicamente la fortaleza y la
templanza, la primera le permite enfrentar las dificultades, y
la segunda moderar la tendencia al placer, sujetándola a la
razón.
87
Ética y educación en valores
LECTURA:
ATADURAS
“Hay quien ve la verdad; y la conoce a fondo, incluso;
pero se queda ahí: sin llevar a cabo lo preciso para hacerla
suya.
Son aquellos que perciben la luz, pero no hacen nada
por constituirla en norma de conducta. Son aquellos que
intuyen suficientemente la identidad Verdad-felicidad, pero a la
hora de buscar esta última lo que escogen son falsificaciones;
falsificaciones vulgares: el poder, la importancia social, el placer
sensorial, la fama, el dinero...
Y no se mueven hacia la verdad porque se lo impiden
poderosas cadenas; o pegajosas ligaduras, según. En todo
caso, ataduras que inmovilizan para aquel movimiento, o
permiten tan sólo una marcha notoriamente insuficiente por
su lentitud o su torpeza.
También aparecen divididas estas ataduras, de modo
similar a la anterior; porque las hay endógenas (o sea de
origen inherente al propio ser del individuo) y exógenos (o
sea, provenientes de ciertas influencias ajenas al mismo)
Las primeras son las taras personales; y forman un
apretado haz derivado de una base común. Igual que el lastre
dificulta la ascensión del globo, ellas dificultan la elevación de
88
Genara Castillo Córdova
la persona. Tienen diversos nombres: la envidia, la pereza, la
lujuria, la ira... Son eso cuyo denominador común es el pecado;
defectos que, integrados en el potro sin doma adecuada,
dificultan el señorío del jinete cuando aquel se obstina en no
moverse, o hacerlo solamente por las sendas más apetecibles.
Y no hemos de olvidar dos importantes taras, que
podríamos llamar defectos menores, pero que atan lo suyo: la
rutina y el apego. La primera es enemiga del trabajo bien
hecho, del buen acabado, de la finura en el detalle, del cuidado
en las pequeñas cosas; y de la ilusión en cierto modo. El
segundo es denunciante ya, en su propio nombre, de hasta
qué punto se opone por definición al desprendimiento y a la
generosidad.
Si no se profundiza en el estudio de la conducta humana
se tiende a suponer que las trabas obstaculizantes de la libertad
son agentes externos que operan contrariando el pensamiento o
limitando las posibilidades de acción. Y no es así. Las
verdaderas trabas son internas:
Sin trabas quise vivir
pero algo me lo impedía
mirando a ver qué sería
cadenas, dentro, me vi.
Cadenas dentro, me vi,
su hierro me sujetaba
y yo ni cuenta me daba
de que era esclava de mí”.
(Cfr. CORNIERO, Alejandro, ¡Seamos Libres! Folletos
MC, Madrid. 1981, pp.23-24)
Ética y educación en valores
89
Cuestionario:
1. ¿Por qué algunos no se mueven por la verdad, aun
conociéndola?
2. ¿Qué tipos de ataduras pueden impedirlo?
3. ¿Cómo crees que se puedan superar esas limitaciones
internas?
90
Genara Castillo Córdova
91
Ética y educación en valores
IX
LAS VIRTUDES
Los hábitos morales son la huella que la operación
libre deja en el hombre, y que le hacen progresivamente
bueno o malo, virtuoso o vicioso.
1. Naturaleza de la virtud
La virtud es un hábito operativo bueno. Las virtudes
perfeccionan las potencias operativas. Estas potencias
perfeccionadas por las virtudes pueden realizar actos buenos
con facilidad y prontitud, con agrado y naturalidad.
Para que se dé un acto humano bueno no basta la
buena voluntad; es necesaria también la rectitud de las
tendencias sensibles y el uso recto de las potencias exteriores.
Los apetitos sensibles, por tener un movimiento instintivo
propio, pueden rebelarse frente a las potencias superiores y
necesitan ser perfeccionados por las virtudes morales.
Las virtudes son necesarias para perfeccionar la
libertad, ya que sin esos hábitos y disposiciones interiores no
se puede realizar el bien aunque se quiera.
92
Genara Castillo Córdova
2. Clases de virtudes
Existen dos tipos de virtudes:
a. Las virtudes intelectuales, que inciden y perfeccionan a la
inteligencia especulativa o práctica, y
b. Las virtudes morales, que perfeccionan la voluntad y las
tendencias sensibles.
a. Las virtudes de la inteligencia especulativa son:
•
El entendimiento, o hábito de los primeros principios teóricos
y prácticos.
•
La sabiduría, que es el hábito de considerar las cosas desde
la Causa última de toda la realidad, y
•
La ciencia, que es el hábito de considerar las causas últimas
de cada género de cosas, sacando desde ellas a las
conclusiones.
Los hábitos intelectuales dan la capacidad de conocer
bien, pero no aseguran el recto uso de esa facultad. Por
ejemplo, alguien puede usar la ciencia o técnica para hacer el
mal.
b. Las virtudes morales
Son hábitos electivos que se forman gracias a la
repetición de actos buenos. Consisten en un término medio
(evitando los extremos viciosos) y que está regulado por la
recta razón en la forma que lo regularía el hombre
verdaderamente prudente.
Ética y educación en valores
93
Las virtudes (y los vicios) se adquieren y aumentan por
la repetición de actos. Las virtudes disminuyen por el ejercicio
de actos contrarios a los de la virtud.
Propiedades:
a) Consiste en un término medio.
b) Están conectadas entre sí.
Las virtudes morales cardinales: constituyen el actuar
virtuoso.
Pueden considerarse como virtudes generales
(prudencia, justicia) y como virtudes particulares específicas
(fortaleza y templanza):
1) La prudencia es la reina de las virtudes y consiste en actuar
teniendo en cuenta la recta medida de lo que se ha de
obrar. Por medio de esta virtud se buscan los medios más
adecuados para conseguir el fin mejor o más conveniente.
Supone varios actos: una adecuada información, una justa
deliberación y una acertada elección.
2) La justicia es la virtud que inclina a dar a cada uno lo suyo,
lo que le corresponde
3) La fortaleza es la virtud que regula al apetito irascible y
tiene por objeto la realización del bien arduo y difícil de
conseguir. Tiene dos actos: la resistencia al mal o a las
dificultades y el acometimiento de un bien, aunque ello
suponga esfuerzo. Son virtudes derivadas de la fortaleza:
94
Genara Castillo Córdova
la reciedumbre, la laboriosidad, la paciencia, la constancia,
la magnanimidad y la magnificencia.
4) La templanza perfecciona el apetito concupiscible que se
dirige al bien deleitable, moderando los placeres corporales,
según el orden de la razón. Entre sus virtudes derivadas
están: la sobriedad, el pudor, la castidad y la modestia.
3. Los valores.
El valor es una propiedad del bien, por tanto es objetivo
porque tiene un fundamento en la realidad externa al sujeto y
también tiene un aspecto subjetivo porque hace referencia al
reconocimiento de esos valores por parte del sujeto.
95
Ética y educación en valores
LECTURAS:
1. EL BOSQUE ANIMADO
“Sucedió en la fraga de Cecebre... Así nos lo cuenta W.
Fernández Flores en su obra: El bosque animado, considerada
como la más entrañable, poética y humana obra de este autor,
incluso su predilecta de entre las muchas de su producción
literaria.
La fraga, en Galicia, no es un bosque sin más. Es un
bosque, efectivamente, pero “entregado a sí mismo, en el que
se mezclan las más variadas especies de árboles”. La fraga es
un ser hecho de muchos seres... como la ciudad. “Es un tapiz
de vida apretado contra las arrugas de la tierra: en sus cuevas
se hunde, en sus cerros se eleva, en sus llanos se iguala...”
Pues bien, allá los árboles y arbustos, los matorrales y
las plantas más insignificantes, en medio de una ingenuidad
encantadora, tratan de conservar su armonía haciéndose
partícipes de alegrías y dolores...
Las especies mayores asombran a las menores.
Cualquier brote puede surgir en cualquier sitio, ausentes por
completo de toda vanidad, puesto que ignoran en absoluto
96
Genara Castillo Córdova
que con su sola presencia están colaborando activamente al
embellecimiento del paraje.
En la fraga, los árboles nunca se aburren porque no
miran a la tierra sino al cielo... de ahí el deseo ferviente de las
especies más jóvenes de hacerse sitio para ser pronto dueños
de su ración de sol. No faltan tampoco egoísmos, pero sin
malicia, impuestos sin duda por la necesidad vital: por la
propia ansia de subsistir. Y así, al esparcir las raíces bajo
tierra, algunos estorban a otros en su legítimo empeño de
alimentarse.
Todos eran felices en la fragua de Cecebre, con
frecuencia el viento y el agua hacían cantar a los árboles las
pocas melodías que a lo largo del tiempo habían logrado
componer. Susurros, cadencias, réplicas a murmullos marinos,
tintineos de gotas de lluvia precipitadas sobre hojas muertas
procedentes de ramas vivas...
Pero he aquí que un día cualquiera llegaron unos
hombres..., con gran decisión practicaron una hendidura en la
piel de la fraga, “clavaron un poste y lo aseguraron aprisionando
guijarros y tierra a su alrededor. Subieron luego por él,
prediciéndole varios hilos metálicos y se marcharon para
continuar el tendido de la línea”.
El asombro fue general, en la fraga se produjo una
explicable expectación medrosa, por lo desacostumbrado del
acontecimiento. Nadie se atrevió a articular palabra. Varios
días permaneció muda la floresta.
Después, silenciosa y discretamente, la noticia del
hecho circuló veloz: “el eucalipto a través de sus hojas que
rozaban al pino, el castaño por sus ramas que rozaban el
eucalipto y el abedul al roble con cuyas ramas se
entremezclaban...” “¡Han plantado un árbol nuevo!”. Todos
querían verle. Los más altos miraban por entre las copas de
los demás; los más bajos y apartados se asomaban cuando el
Ética y educación en valores
97
viento separaba la fronda...: “Es una especie muy rara comentó el pino que se hallaba en sus proximidades-: tronco
negro hasta más de una vara sobre la tierra y después blanco
grisáceo. No obstante, resulta elegante”. “Sus frutos blancos
como piedras de cuarzo y más lisos y más brillantes que las
hojas del acebo. Sus ramas delgadísimas y tan largas que no
se puede ver dónde terminan...”
Nadie se atrevía a dirigirle la palabra. Y él tan tieso,
tan rígido..., hasta que por fin, el pino que se hallaba en las
cercanías, decididamente tomó la iniciativa y rompió el
silencio que ya empezaba a ser molesto.
-¿No quiere Ud. cantar con nosotros?
-Yo no canto nunca, susurró apenas...
Hasta que un buen día, aburrido el poste, se decidió a
pasar al ataque. Con sus palabras puso de manifiesto su
desagrado por todo lo que observaba a su alrededor. Todo le
parecía mal en los demás. Sólo él cumplía una misión que valía
la pena. Y en constante monólogo decía cosas como éstas:
-“A través de mí pasan las conversaciones
hombres...”
de los
-“Vivo consagrado a la ciencia y yo mismo soy ciencia”
-“Lo que ustedes hacen lo reputo bagatela y sensiblería”
-“Repruebo esa debilidad que induce a los árboles de
este bosque a servir de hospederos a tantas avecillas inútiles...,
los pájaros que yo soporto son de vidrio o porcelana”
-“Más le valdría no presumir de collares de resina y
dejarse explotar científicamente para ser útil...”
Y cosas por el estilo.
Y cuando un día, el viento se tornó en vendaval
y un viejo cedro no pudo más -no obstante el apoyo que le
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Genara Castillo Córdova
prestaban los árboles más inmediatos- y se desplomó
estrepitosamente, sólo el poste se alegró diciendo:
“Ahora harán puertas con él”
La vida en la fraga se hizo incómoda. Todo,
absolutamente todo, era objeto de crítica por parte del poste.
Todo eran tonterías, actitudes ingenuas e insustanciales. Y la
paz en la fraga se acabó y también la alegría. Algo sucedía
que no iba bien allí, con apariencias de ciencia o de eficacia.
Pasó mucho tiempo... Y un día cualquiera vinieron
unos hombres, removieron el poste y lo derribaron. Al caer
contra el suelo se rompió en varios trozos: estaba todo
carcomido por larvas de insectos...
Todos ansiosamente, se dirigieron al pino para que les
contase lo que había sucedido, ya que él lo había presenciado
todo gracias a su privilegiada posición.
-¿Qué tenía dentro?
-Polilla.
-¿Y qué más?
-Polvo
-¿Qué más?
-Muerte. Ya estaba muerto. Siempre estuvo muerto...
¡Y la fraga recuperó, de pronto, su alma ingenua!...
(Cfr. GALERA, José A. Sinceridad y Fortaleza, Madrid,
Palabra, 1974, pp. 86-89)
Ética y educación en valores
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Cuestionario:
1. ¿Qué virtud está ausente en el poste?
2. Si el poste es la personificación de la soberbia, ¿en qué se
manifiesta?
3. ¿Por qué los árboles del bosque viven felices, antes de la
implantación del poste?
4. ¿Por qué te parece que la fraga pueda representar el
mundo con sus variadas especies de mentalidad y
actitudes?.
5. ¿Por qué el poste se llena de autosuficiencia?. ¿Qué hace
que uno considere como propio lo que tiene en depósito o
sencillamente prestado?. ¿Cómo se manifiesta esto en el
poste?.
6. ¿Por qué piensas que con la soberbia del poste se acabó la
ternura y el amor, en aquel lugar?
7. ¿Qué tenía por dentro el poste?. ¿Por qué la soberbia es
hueca y ahueca?
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Genara Castillo Córdova
2. LA FÁBULA DE NARCISO
“¿Sabes lo que le ocurrió a Narciso?. Cuenta la leyenda
que Narciso era hijo de un río y de una Ninfa. Y por lo visto era
un chico muy guapo, demasiado guapo y demasiado tonto,
como veremos después. Lo cierto es que su madre deseando
saber si iba a vivir muchos años, se lo consultó a un famoso
adivino, el ciego Tiresias, que contestó que tendría una larga
vida, siempre que no se mirara a sí mismo.
No entendieron por entonces las palabras del ciego:
pasó el tiempo y la respuesta cayó en el olvido.
Narciso fue creciendo; era un apuesto joven que
rechazaba cuantos amores se le ofrecían, permanecía insensible
al cariño de los demás. Así fueron transcurriendo los años hasta
que un buen día de mucho calor, después de una cacería,
el muchacho se detuvo en una fuente para refrescarse. Y al
inclinarse para beber, Narciso vio su imagen reflejada en las
aguas...
Y ¿qué crees que pasó?. Que se enamoró perdidamente
de sí mismo. Y la fábula cuenta que se quedó Narciso, días y
días, semanas y semanas, meses y meses, indiferente a todo
lo que le rodeaba. ¿No te parece una postura tonta?. Era un
joven incapaz de darse cuenta de lo que los demás hacían por
él. No tenía ojos más que para verse a sí mismo. Y en la
fuente, contemplándose en las aguas, inmóvil como una
Ética y educación en valores
101
estatua, se dejó consumir por el hambre y la soledad hasta
desvanecerse y caer sin vida sobre la hierba.
Cuenta el poeta latino Ovidio -que recoge en un largo
poema esta metamorfosis- que cuando fueron a recoger su
cuerpo para quemarlo en la pira funeraria, el muchacho había
desaparecido. Y en el mismo lugar encontraron una flor del
color del azafrán, cuya corola está rodeada de pétalos blancos.
“Esta es la flor que llamamos Narciso”.
(Cfr. URTEAGA, J. Compañerismo Colección Juvenil
MC, 6ta. edic., Madrid, 1990, pp. 34-35)
Cuestionario:
1. Piensa para ti mismo: ¿No serás un Narciso que sólo tiene
ojos para tus cosas?
2. Si desde la mañana a la noche está uno pensando en sí,
exclusivamente en sí; si esto me parece bien, si me agrada, si
me desagrada, ¿qué consecuencias se desprenderán de eso?
3. ¿Cómo mirar un poco alrededor de uno mismo? ¿Cómo
ejercitar la amistad, la generosidad, el compañerismo y la
caridad?
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Genara Castillo Córdova
3. A MODO DE RELATO: “CON PAPELES DE COLORES”
“Mira, lo que hace esta chica de dieciséis años. Ha
entendido bien lo que se nos pide como compañerismo.
Escribe lo siguiente:
‘Yo soy de ahora y por eso mismo me gusta todo lo
difícil, y me gusta ¡Por qué no decirlo! mis dieciséis años, y
todos los quince, dieciséis, diecisiete o dieciocho años de los
que me rodean; también me encantan los cuarenta de mi
madre y los casi cincuenta de mi padre, y los ochenta de mi
abuela. Nosotros podemos hacer mucho por nuestros padres.
Hace tiempo que me he dado cuenta de sus angustias, aunque
ellos tratan de disimularlo delante de los hijos, ¿No es esto
heroicidad?. Dios me ha concedido una alegría con la cual puedo
aliviar el peso que llevan mis padres. Trato, aunque no siempre
lo consigo de envolver la vida de los míos con papeles de colores.
Todo esto que se me ocurre lo procuro poner en
práctica, pero cuando se me olvida y dejo escapar el “no
puedo más”, entonces abro el Evangelio y busco en todas sus
páginas el “no puedo más del Señor, y al no encontrarlo, le
pido perdón y continúo. Y resulta que, a veces hasta me
resulta fenomenal todo; otras no, pero ¡qué importa!. Para eso
soy joven y puedo ir envolviendo la vida de los demás en
papeles de colores’.
Ética y educación en valores
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Este sí que puede ser tu heroísmo: envolver la vida de
tus padres con alegres papeles de colores. Tú tienes que
ingeniártelas para hacerles desfruncir el seño, cuando han
cogido un enfado o un enojo. Tú que tienes tanta imaginación,
estudia la forma, mientras vas a tu casa, de darles una alegría,
para aliviar el peso que llevan sobre sus hombros”.
(Cfr. URTEAGA, J. Compañerismo Colección Juvenil
MC, 6ta. edic., Madrid, 1990, pp.38-39)
Cuestionario
1.¿ Como vive el compañerismo el protagonista de este relato?.
2.¿Qué heroísmo conlleva el tratar de vivir pensando en los
demás?.
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Genara Castillo Córdova
4. EL PUDOR.
“Hemos dicho antes que el pudor es el hábito o tendencia
a mantener la propia intimidad a cubierto de extraños. El análisis
del pudor en función de la vivienda, considerada como
proyección espacial de la intimidad, nos añade algo a aquella
primera definición: El pudor, por ser aquella actitud espiritual
que nos inclina a mantenernos en posesión de nuestra propia
intimidad, y a mantener ésta en buen estado, es también algo
por lo que nuestra propia intimidad es nuestra y no de todo el
mundo, y por consiguiente, es aquello por lo cual nos es posible
hacer entrega de la misma a una determinada y concreta
persona, con la cual queremos compartirla.
Aplicados ahora al vestido estos presupuestos se
obtiene el siguiente resultado: el pudor en cubrir el propio
cuerpo significa que el propio cuerpo se tiene en posesión,
que no está a disposición de nadie más que de uno mismo,
que no se está dispuesto a compartirlo con todo el mundo y
que, por consiguiente, se está en condiciones de entregarlo a
una persona o de no entregarlo a nadie. Éste es el sentido
que tiene el celo que manifiesta el marido o el novio por la
decencia en el vestir de su esposa o prometida.”
(Cfr. CHOZA, J. La supresión del Pudor y otros ensayos,
Pamplona, EUNSA, 1980, pp.24-25)
Ética y educación en valores
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Cuestionario:
1. ¿En qué consiste la virtud del pudor?
2. ¿Qué ámbitos de la intimidad se deben guardar respecto a
los extraños?
3. ¿Cómo se podría revalorar un poco más esta virtud?
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Genara Castillo Córdova
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Ética y educación en valores
X
ALGUNAS TEORÍAS ÉTICAS
1. El Estoicismo
Es una escuela filosófica que apareció el s. II a.C. Sus
representantes principales son Marco Aurelio y Séneca.
Éticamente sostenía que lo propio del hombre era cumplir la
ley que descubría racionalmente y aceptar con
imperturbabilidad de ánimo el destino que le venía impuesto.
Todo lo que sucede tiene, entonces, una razón de ser en el
conjunto del cosmos, por lo cual la actitud que corresponde al
sabio debe ser de profunda resignación.
El ser humano, debía, por tanto, aceptar resignadamente
su vida y sus circunstancias, tal como viniere, con sus
desgracias, sorpresas, placeres y dolores, sin esperar ninguna
recompensa.
Es la ética de la resignación, donde no puede haber
ni mérito, ni demérito, ya que todo viene impuesto. Por tanto,
no propone un perfeccionamiento continuo del hombre, sino
sólo una resistencia.
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Genara Castillo Córdova
2. La Ética formal kantiana
Kant sostiene que el fin que asegura la felicidad y la
rectitud moral de la conciencia es el cumplimiento de la ley
por ella misma, el cumplimiento del deber por el deber. Por
tanto, no puede actuarse por un fin exterior a la norma o
deber mismo; ello supondría una voluntad no desinteresada,
egoísta y no recta.
Para Kant la moralidad de un acto se mide
exclusivamente por la intención del que obra. Para poder
asegurar el desinterés de todas las acciones humanas el hombre
debe obedecer al imperativo categórico universal, que es una
ley o máxima moral que se formula de la siguiente manera:
“Actúa siempre de tal modo que las acciones de tu
voluntad puedan servir de principios para una legislación
universal”.
“Obra de modo que te tomes a ti y a los demás hombres
como fin y nunca como medio”.
Con la moral kantiana se intenta fundamentar la ley
moral en el ser humano. Esto llevaría a identificar los criterios
de la conciencia humana con los juicios de la justicia divina
exigiéndoles igual obediencia. Se confunde el cumplimiento de
la ley con la ley misma, con lo cual entiende que la
obligatoriedad es ya la bondad moral. A partir de aquí se cae
en un subjetivismo que fundamenta la moral en la propia
conciencia. Así queda preparado el camino para que otros
exalten la propia conciencia como criterio absoluto de moralidad,
¿pero qué sucede si esa conciencia no está bien formada?.
Ética y educación en valores
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3. La Ética existencialista
Su representante más importante es J.P. Sartre quien
pretende sostener una ética sin Dios. Su único compromiso es
con la existencia propia (el “para sí” de la propia conciencia) y
el “en sí” de las cosas, pero esta existencia está desvinculada
de todo fundamento trascendente.
El “para sí”, es libertad pura, espontánea, que se
propone a sí misma sus propios fines. El único móvil de la
conducta, lo que le produce autenticidad es su Proyecto Vital.
Las consecuencias de esta ética son las de una gran
arbitrariedad y una profunda soledad. No es de extrañar,
entonces que la existencia humana se encuentre frente al
hastío, la angustia de la nada y la vaciedad del ser.
Sartre identifica la bondad moral con la libertad absoluta
en cuanto desvinculada en su ser y en su origen.
4. El hedonismo
Toma su nombre de la palabra “hedoné” que significa
placer y propone el placer como el bien máximo y absoluto.
Tuvo sus orígenes en los cirenaicos y epicúreos (ss. III y IV a.
C... Los epicúreos identifican el bien con el placer y el mal con
el dolor. Para Epicuro el placer es fundamentalmente ausencia
de dolor. Por tanto lo bueno es lo placentero y lo malo es lo
contrario.
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Genara Castillo Córdova
La ética hedonista es una ética individualista. Identifica
equivocadamente el bien que es objetivo con el placer
subjetivo que provocan. Se pierden de vista que el placer es
una consecuencia de la obtención de un bien objetivo. Por
esto cae en el individualismo. Se confunde la causa con el
efecto y, además, dejan de integrar el dolor y el sufrimiento en
la vida humana.
5. El Utilitarismo
Es una corriente filosófica moderna (ss. XVII al XIX),
que sostiene que el bien se fundamenta en su utilidad. Por ello
erigen a ésta como el máximo bien o valor posible. Sus escuelas
más importantes son: el utilitarismo de J. Bentham, el utilitarismo
social de Stuart Mill y el Pragmatismo de W. James y J. Dewey.
El utilitarismo reduce el bien al beneficio utilitario que se
pueda obtener de una acción, por ello cae en un relativismo
porque supedita la justicia, el bien, la ley, etc. a la utilidad
que puedan tener en una circunstancia o para un individuo.
6. La Ética de los valores
Sus representantes son M. Scheler y N. Hartmann.
Surge como una reacción al formalismo ético que reduce el
bien a la intención subjetiva del agente y frente a las éticas
que reducen los valores objetivos al placer, a la utilidad, al
servicio de valores económicos.
Ética y educación en valores
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La ética de los valores propone una ética basada en la
defensa del hombre y de la dignidad de la Persona Humana.
Sostiene que los valores son algo totalmente objetivo
para la conciencia del hombre, con anterioridad a cualquier
experiencia y con independencia del contexto social en el
cual se dan. M. Scheler sostiene que hay: valores de la persona
(que tienen como fin a la persona), los valores espirituales (sobre
bienes no sensibles) y los valores sobre cosas bienes: materiales
y sensibles.
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Genara Castillo Córdova
LECTURA
LA EXALTACIÓN DE LA CONCIENCIA
INDIVIDUALISTA
“En algunas corrientes de pensamiento moderno se ha
llegado a exaltar la libertad hasta el punto de considerarla
como un absoluto que sería fuente de los valores. En esta
dirección se orientan las doctrinas que desconocen el sentido
de lo trascendente o las que son explícitamente ateas. Se
han atribuido a la conciencia individual las prerrogativas de
una instancia suprema del juicio moral, que decide
categóricamente sobre el bien y el mal.
Al presupuesto de que se debe seguir la propia
conciencia se ha añadido indebidamente la afirmación de que
el juicio moral es verdadero por el hecho mismo de que
proviene de la conciencia. Pero de ese modo, ha desaparecido
la necesaria exigencia de la verdad en aras de un criterio de
sinceridad, de autenticidad, de ‘acuerdo con uno mismo’, de tal
forma que se ha llegado a una concepción radicalmente
subjetivista del juicio moral.
Como se puede comprender inmediatamente no es ajena
a esta evolución la crisis en torno a la verdad. Abandonada la
Ética y educación en valores
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idea de una verdad universal sobre el bien, que la razón humana
puede conocer, ha cambiado también inevitablemente la
concepción de la persona, que debe aplicar el conocimiento
universal del bien verdadero en una determinada situación y
expresar así un juicio sobre la conducta recta que hay que
elegir aquí y ahora; y más bien se orienta a conceder a la
conciencia del individuo el peligro de fijar, de modo autónomo,
los criterios del bien y del mal, y actuar en consecuencia. Esa
visión coincide con la ética individualista, para la cual cada
uno se encuentra con su propia verdad, diversa de los demás.
El individualismo llevado a las extremas consecuencias
desemboca en la negación de la idea misma de naturaleza
humana.
Estas diferentes concepciones están en la base de las
corrientes de pensamiento que sostienen la antinomia entre
ley moral y conciencia, entre naturaleza y libertad”
(Cfr. Veritatis Splendor, 32 a, b, c)
Cuestionario
1. ¿Por qué la conciencia individual no puede decir
arbitrariamente lo que está bien o mal?.
2. ¿Por qué es importante la verdad en la formación de la
conciencia?
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