Derecho a vivir en condiciones dignas

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“Derecho a vivir en condiciones dignas”
Queridos diocesanos:
En noviembre de 2007, la Conferencia Episcopal Española, instituyó una Jornada
específica por la Vida a celebrar todos los años el día 25 de marzo, fiesta de la
Encarnación del Señor. Pocas fechas son tan aptas, pues el misterio de la
Encarnación del Señor nos recuerda que el Hijo de Dios comenzó su vida en la tierra
en el seno de su Madre y nos invita así a considerar la grandeza y dignidad de la vida
humana. La vida humana tiene un valor sagrado, que todos debemos reconocer,
respetar y promover porque es un don de Dios.
1. Gravísimas amenazas a la vida humana
Son muchas las amenazas que se ciernen sobre la vida: el hambre, la violencia
doméstica, los accidentes de tráfico y los accidentes laborales, la tragedia del SIDA,
las drogas y sobre todo, el drama del aborto. El pasado 4 de marzo, el Boletín Oficial
del Estado publicaba la llamada Ley de Salud Sexual y Reproductiva y de la
Interrupción Voluntaria del Embarazo. En realidad no es otra cosa que una
liberalización total del aborto, considerado como un derecho de la mujer, mientras se
conculcan los más elementales derechos del hijo que lleva en sus entrañas.
Recordemos, sin embargo, que no todo lo que es legal es moral. El aborto procurado
será siempre una inmoralidad y un delito. Juan Pablo II en su viaje a España de 1982
dijo: “Quien negara la defensa de la persona humana más inocente y débil, de la
persona humana ya concebida aunque todavía no nacida, cometería una gravísima
violación del orden moral. Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente. Se
minaría el mismo fundamento de la sociedad”.
Tampoco el aborto libre significa progreso social, sino regresión y una vuelta a las
cavernas. En realidad es un ‘crimen abominable’, como lo calificó el Concilio Vaticano
II. "Cuando se buscan razones para legitimar los errores, ha afirmado el arzobispo de
Santiago, se pone de relieve la decadencia civil y religiosa, ética y moral en que nos
encontramos y ante la que la conciencia de la ciudadanía debe responder con el
convencimiento de que la defensa de la vida ha de sacar lo mejor que la persona tiene
para no destruir el mismo fundamento de la sociedad". Por ello, bienvenida sea la
Jornada de la Vida, que quiere ser una invitación a las comunidades cristianas a orar y
proclamar el valor sagrado de toda vida humana desde su comienzo en la fecundación
hasta su ocaso natural. De la oración debe brotar un compromiso decidido para
sustituir la “cultura de la muerte” por una cultura que acoja y promueva la vida. Como
cristianos hemos de vivir y anunciar el Evangelio de la Vida.
2. “¡Es mi vida! Está en tus manos”
La jornada de este año tiene como lema “¡ES MI VIDA! ESTÁ EN TUS MANOS”. Este
mensaje aparece gráficamente explicado en el cartel anunciador por un niño recién
nacido que pronuncia la primera frase: “¡Es mi vida!”. Sostenido por las manos y
brazos del padre y de la madre se lee, abajo, la segunda parte del lema: “Está en tus
manos”.
‘Es mi vida!El titular único del derecho a vivir, desde su concepción hasta su muerte
natural, es el hijo exclusivamente. Nadie, ni la madre, ni el padre, ni la sociedad,
pueden asumir la propiedad de una vida que no les pertenece. El hijo vive en el seno
de la madre, pero ella no es propietaria del “nuevo ser humano” al que está unida.
¡Está en tus manos! Al padre y a la madre, que le han hecho nacer, les corresponde
cuidarlo, defenderlo, apoyarlo. No pueden eliminarlo ni abandonarlo. Ningún legislador
humano puede tampoco otorgar ni arrebatar ese derecho a nadie. Sería ir contra la
propia dignidad humana. El niño indefenso o el anciano necesitado de cuidados, no
son agresores de los que tengamos que defendernos. Tienen muy poca fuerza y lo
que buscan con la mirada de sus ojos son corazones abiertos y manos amigas.
Cuidémoslos entre todos.
Cuando una madre, o una futura madre, se encuentra desvalida e indefensa, seremos
todos los encargados de apoyarla. El verdadero progreso de una sociedad es apoyar a
las madres que necesitan ayuda para dar a luz a su hijo. Visité hace poco un Centro
de acogida de Menores en nuestra diócesis, en la parroquia de O Barqueiro. Las
Hermanas habían recibido una niñita a los pocos de meses de nacer. Padece una
enfermedad muy seria y su madre la había abandonado. Sobraban las palabras, pero
hablaban los hechos. Allí había encontrado la pequeña todo el amor y más que otros
la negaron. Pude tener a la niña en mis brazos unos momentos. Me miraba
agradecida. Hay más hogares de este tipo y más religiosas y voluntarios seglares que
acogen a madres o a niños con problemas. Muchos más tendrían que conocer estos
Centros y apoyarlos.
3. Aumenta el número de personas e instituciones a favor de la vida
Me consta que son muchas las personas que trabajan y apoyan iniciativas a favor de
la vida. Aumentan cada día sin cesar. Los cristianos, aunque algunos no quieran
entenderlo, defenderemos siempre la dignidad de la persona humana y predicaremos
el Evangelio de la vida. Esto no es de ayer, es de siempre. No está en nuestras
manos trastocar verdades fundamentales del Evangelio de Jesucristo, a pesar de
nuestras deficiencias y limitaciones. Porque somos discípulos de este Maestro, que
ama la vida humana, que nos entrega la suya, y que la valora en los más humildes,
humillados, indefensos e injustamente tratados, defendemos la vida humana en todas
sus fases, sobre todo en los seres humanos más inocentes e indefensos, como son el
concebido aún no nacido, el enfermo, el anciano, el que padece orfandad o
desamparo, destierro o violencia de cualquier género.
Agradezco a la Delegación Diocesana de la Familia y de la Vida su trabajo durante
cada día del año y, sobre todo, en Jornadas como ésta. Dios quiera que llegue
también el día en que el aborto sea suprimido de nuestras leyes y todos apoyemos la
vida humana en toda su trayectoria. Que la Madre de Jesús y madre nuestra nos guíe
por los senderos de la vida.
Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.
+Manuel Sánchez Monge,
Obispo de Mondoñedo-Ferrol
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