Hollywood talkies - Cineclub Sabadell

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Cinema Documental | 2 de maig de 2013 | Horari: 21.00 h
Hollywood talkies
2012,
Óscar Pérez i Mia de Ribot
Sinopsi
Fa més de 70 anys, un grup de
joves actors espanyols van partir
rumb a Amèrica amb la il·lusió de
convertir-se en estrelles. Eren els
inicis del cinema sonor i els estudis
de Hollywood, per a no perdre el
mercat hispànoparlant, començaven a produir versions en espanyol
de les seves pròpies pel·lícules.
Fitxa tècnica
Direcció . . . . . . . . . . . . . . . Óscar Pérez
Mia de Ribot
Guió . . . . . . . . . . . . . . . . . . Óscar Pérez
Mia de Ribot
Producció . . . . . . . . . . . . . Óscar Pérez
Luis Miñarro
Jordi Ambrós
Jordi Balló
Muntatge . . . . . . . . . . . . . . Óscar Pérez
Mia de Ribot
Fotografia . . . . . . . . . . . . . . Mia de Ribot
So . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Oriol Cuspineda
Durada . . . . . . . . . . . . . . . . 61 min
Els directors,
ÓSCAR PÉREZ (Girona, 1973)
MIA DE RIBOT (Girona, 1976)
Óscar Pérez estudió cine en el London
Institute y Mia de Ribot, Comunicación Audiovisual en la Universidad
Pompeu Fabra de Barcelona, donde
actualmente ambos son profesores de
Documental de Creación. Juntos, han
colaborado en varios documentales de
corto y mediometraje que se han proyectado en festivales internacionales
como IDFA Amsterdam, Chicago, DocLisboa, Locarno o Mar del Plata. Su
cortometraje El sastre, rodado en el
interior de una pequeña sastrería del
barrio barcelonés El Raval, fue seleccionado en más de 40 festivales y obtuvo premios al Mejor Cortometraje en
el IDFA y el Premio del Público en el
Silverdocs de Washington. En 2010,
Pérez fundó Getsemaní Produccions,
que junto a Eddie Saeta produce Hollywood Talkies.
Filmografía: Hollywood Talkies (2011)
If the Camera Blows Up (2009)
Ventrada (2008)
El sastre (2007) Salve Melilla (2006) Xavó-Xaví (2002) Crítica
Crítica
“Con la aparición del sonoro la obra de
arte deja de ser una cosa única y original. De cada película hay centenares de
miles de copias” WALTER BENJAMIN
En 1985, el cineasta alemán Wim Wenders -autor de títulos emblemáticos
como París, Texas (1984) o El cielo sobre
Berlín (Der himmel über Berlin, 1987)cogió una cámara y viajó hasta Tokio (Japón) para buscar las huellas y el rastro
que quedaba en la ciudad sobre el legado de Yasujiro Ozu, magnífico cineasta que durante cuarenta años creó una
filmografía llena de títulos fascinantes,
como Primavera tardía (Banshun, 1949),
Cuentos de Tokio (Tokyo monogatari,
1953), El sabor del sake (Samma no aji,
1962), entre otros. Wenders se encontró
una ciudad en continua metamorfosis y
que ya nada se parecía a la que retrataba
con tanto ingenio el cineasta nipón, sólo
sus técnicos y amigos recordaban el cine
de Ozu. De aquel viaje nació Tokyo-ga.
Hollywood talkies (nombre con que se
denominaban en aquella época los primeros films sonoros) con un tono diferente también habla de un viaje, un viaje
hacia el pasado desde el presente y nos
invita a visitar los lugares, o lo que queda de ellos, de una ciudad, Hollywood.
Si el género documental, entre muchas
otras cosas, es un ejercicio para recuperar la memoria de unos personajes y
unos hechos que se han olvidado en el
limbo de la historia, el trabajo de Oscar
Pérez y de Mia de Ribot es un buen ejemplo de esto. ¿Qué fue de aquellos españoles que, con sus trajes color ceniza, sus
zapatos de charol y sus maltrechas maletas de cartón, dejaron una España gris y
pobre para conquistar la meca del cine?
El origen de esta película se debe a un
libro, Mi último suspiro, la autobiografía
de Luis Buñuel que cuenta la anécdota
que en su primer viaje a Los Angeles se
encontró en el barco con un grupo de actores españoles que iban a Hollywood a
trabajar en las versiones españolas de los
films estadounidenses en los que trabajaban estrellas como Bela Lugosi o Greta
Garbo. A finales de los años veinte, con
la aparición del sonoro, y sin que todavía se hubiera inventado el doblaje, en
Hollywood se les ocurrió la idea, para no
perder el mercado hispanoparlante, de
volver a hacer sus películas utilizando
los mismos decorados y vestuario pero
con actores que hablasen en español, dirigidas por otros directores y rodadas en
tan sólo 11 días cuando invertían cuatro
meses en rodar las americanas. De repente, se vieron en la obligación de contratar
actores o señores que hablasen español.
Pérez y de Ribot se alejan del tono documental apoyado en entrevistas y con
imágenes de archivo que retraten aquella
época (sólo utilizan unas pocas fotografías). Su propuesta es diferente, navega
por diferentes mundos, por una voz en
off en inglés que va relatando anécdotas
de aquellos españoles, cómo vivieron,
qué gastaron y su deambular cotidiano
por un país que nunca los acogió y en
el que ellos, tal como fue retratado por
Javier Rioyo y José Luís López-Linares,
se sentían “extranjeros de sí mismos”. Su
propuesta está salpicada por fotografías
de archivo en las que se nos muestra a
aquellos españoles durante los rodajes,
subidos en majestuosos automóviles, en
la playa posando sonrientes (en una de
ellas descubrimos a Buñuel…) que nos
miran a nosotros, los espectadores, interpelándonos para que cada uno imagine
su propia película. Y también incluye
algunas instantáneas donde se compara
el original americano con la copia en español.
Está filmada en Los Angeles, en los lugares que quedan, que no son muchos; esos
lugares fantasmagóricos habitados por
los espectros de aquellas personas que se
quedaron en alma en aquellos lugares: vemos estudios vacíos, bañados por una luz
artificial, teatros sin nadie, playas desiertas, lugares sin alma, sitios de otro tiempo
donde se intenta infructuosamente hallar
las huellas que dejaron los hombres y
mujeres del pasado que llegaron cargados
de ilusión para conseguir fama, fortuna e
inmortalidad y que cuando Hollywood
finiquitó las versiones españolas por falta de público, a mediados de los años
30, de este grupo de personas, los pocos
afortunados que encontraron matrimonio
se quedaron en la ciudad de los sueños,
pero la mayoría volvieron más viejos, más
cansados y más abatidos, con las maletas
cargadas de nada. Además, se vieron desplazados y olvidados hasta en su propio
país, quedaron atrapados en ningún lugar,
quizás en aquel Hollywood de los años 30
o quizás en el limbo de las ilusiones perdidas y los sueños frustrados.
Una película que necesita de la complicidad del espectador para que se encuentre
envuelto en este viaje hacía el silencio,
hacia el pasado, hacia otro mundo, hacia
nosotros mismos, hacia aquellos lugares
que sólo se ven en nuestro interior. Como
apunta uno de los directores, “Un ejercicio de depuración, con qué nos quedamos, con las anécdotas, con aquello más
frágil, más volátil, que no existe en ningún sitio, de alguna manera te permite
hacer un retrato más profundo, incluso
de un estado de ánimo, de un momento
muy crucial, y curiosamente, quizá queda lo más frágil, lo que uno ha vivido, lo
más inmediato, pero casi lo de detrás de
la cámara, lo que pasa antes y después, lo
más familiar, lo más íntimo”.
Hollywood talkies evoca indudablemente El crepúsculo de los dioses (Sunset
boulevard, 1950), de Billy Wilder, donde
se retrataba a unas figuras del cine mudo
olvidadas en sus desvencijadas mansiones por la aparición del sonoro, unos
personajes que bien podrían ser aquellos
españoles, igualmente olvidados pero
expulsados del paraíso al que creyeron
pertenecer en algún instante de sus vidas. La maquinaria destructiva de Hollywood sigue creando monstruos para
cuando dejen de servirle expulsarlos y
olvidarlos para siempre.
Uno de los directores, menciona que “Todo
cine está basado en un hecho del pasado,
aunque sea un cine directo, el cine, lo quiera o no, es una reminiscencia del propio
cine, todas las películas te evocan a otras
películas que ya has visto antes”.
Disfruten de este viaje al pasado a través
del presente, y conozcan una parte de la
historia del cine. Porque el cine no solo
se alimenta de los éxitos, sino también, al
igual que la vida, vive de los fracasos y lo
que pudo y lo que no pudo ser. Pónganse
cómodos que el viaje va a empezar.
José Antonio Pérez Guevara
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