136 E . H.-PACHECO (30) ques lávicos y fragmentos escoriáceos que se observa en una de las fotografías. Atestiguan la poderos^, erosión que estos antiguos mantos de lava han sufrido, no tan solo los abundantes cantos y fragmentos de lavas cordiformes, sino la formación á veces de espesa capa de tierra vegetal, rica en principios nutritivos para las plantas. Por lo general estas llanuras se destinan á pastos; pero en algunas, como en la próxima á Arrecife, los campesinos la han limpiado de piedras, que han reunido en grandes montones, y entonces se utilizan para campos de cereales. Los numerosos majanos repartidos por todo el viejo mal-país hacen que visto desde una altura se pueda reconocer muy bien la extensión superficial que ocupan, distinguiéndose en cualquier caso sus límites por el talud elevado de dos á cuatro metros que en sus bordes existe, indicando el espesor que alcanza el campo lávico. Las llanuras tobáceas abundan hacia la costa de sotavento entre las alineaciones montañosas más próximas á esta costa y el mar. Se distinguen fácilmente de los territorios que acabamos de describir, por la ausencia de cantos sueltos de lava en gran cantidad. Son llanuras en general perfectamente niveladas y no aprovechables para el cultivo, y constituidas por el apelmazamiento de granos esponjosos de arena volcánica, cementados por infiltraciones calcáreas y productos arcillosos resultantes de la descomposición de los lapillis. Tanto unas como otras llanuras presentan un aspecto de sequedad y pobreza grande: ningún árbol anima el paisaje, y sólo espinosas matas esteparias, principalmente la camellera y la aulaga, crecen espaciadas aquí y allá, resultando de la falta de vegetación paisajes de fisonomía árida y desértica. Volcanes y mal-países modernos.—Aspecto especialísimo presentan los territorios de la isla formados por los materiales lávicos que surgieran en épocas históricas ó en fechas, que si bien nos son desconocidas, podemos juzgar, por la escasa alteración que han experimentado las rocas, no deben datar de largo tiempo. Sin embargo, debe hacerse distinción entre unos y otros t e rritorios, pues mientras en los primeros, ó sea en los formados en el siglo xvnr, la erosión y alteración ha sido casi nula, dando