“ Apacienta Mis ovejas” George H. Warnock Contenidos Prefacio Capítulo 1 – El llamado del Pastor Capítulo 2 – Autoridad delegada Capítulo 3 – La autoridad del Hijo de Dios Capítulo 4 – Betesda, Casa de misericordia Capítulo 5 – La relación colectiva Capítulo 6 – Nuevo vino en odres nuevos Capítulo 7 – El cordero­pastor Satisfecho de ser un Hijo “Apacienta mis ovejas” – George H. Warnock PREFACIO Como sugiere su título, este librito es un llamado especialmente a aquellos que son llamados por Dios a ministrar a “las ovejas de su prado”. Pero también animaríamos a las ovejas a leerlo igualmente, porque necesitan conocer las cosas que hay escritas aquí. Además, como veremos más adelante, no hay diferencia entre una oveja y un pastor, en lo que respecta a su carácter. Porque los verdaderos pastores de Dios son ovejas antes que pastores; y siguen siendo ovejas DESPUÉS de haberse hecho pastores. Una vez que reconozcamos este principio, caerán las barreras que se han levantado para segregar a las ovejas de los pastores, y ambos se hallarán juntos en el rebaño común del Pastor Principal. Puesto que la diferencia entre ambos es una diferencia de “llamamiento” en el cuerpo de Cristo. En carácter y en naturaleza las ovejas y el pastor son idénticas. En este escrito no pretendemos explorar en detalle las áreas de verdad en relación al pastoreo del rebaño de Dios, sino sacar a la superficie ciertos aspectos de la Verdad que con frecuencia son descuidados, pero que son absolutamente vitales al pueblo de Dios, a aquellos que quieren ser sujetos obedientes y leales en Su Reino. Porque Dios está preparando un pueblo para Él mismo que camine en una unión total con Él, un pueblo que sólo hable Sus palabras, que sólo haga Sus obras, que sólo camine por Sus caminos. No alcanzar esto es no alcanzar el deseo de Dios para Su pueblo… no importa lo grande que pueda ser nuestro llamamiento, o lo poderosa que pueda ser la Palabra que podamos estar ministrando. Tampoco debemos encogernos por causa de la grandeza de Su llamamiento… porque Él puede llevarnos a eso y cumplir cada deseo de Su corazón en nosotros, cuando nosotros creemos en ello y abrazamos la Verdad que Él implanta en nuestros corazones. ­­George H. Warnock— Capítulo 1 – El llamado del Pastor “Apacienta mis ovejas” –George H. Warnock Capítulo 1 – El llamado del pastor “ Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.” (Juan 21:15­17) El llamado del Verdadero Pastor una vez más vuelve a oírse en la tierra y hay un nuevo sentir de esperanza y de expectación levantándose en los corazones de las ovejas de Dios, que por tanto tiempo han estado dispersadas por las montañas “como ovejas que no tienen pastor”, o alimentándose en pastos que por mucho tiempo han sido estériles y secos… o bebiendo de aguas que han sido corrompidas por los escombros eclesiásticos que han sido arrojados a la corriente pura de la Palabra de Dios. Y sin embargo, junto con este nuevo sentir de esperanza y de expectativa, hay con frecuencia un sentimiento entremezclado de frustración y de desánimo, e incluso un espíritu de inquietud… al retroceder aparentemente la visión de la gloria de Dios, o al alargarse su cumplimiento. Esto es cierto en lo que respecta a las ovejas del prado de Dios; y también es cierto en lo que respecta a los pastores. Agradecidos como estamos por lo que Dios ha hecho por Su pueblo, no podemos evitar reconocer que aún estamos muy lejos de la plenitud de la gloria de Dios en medio de Su pueblo, y aquellos cuyas almas tienen hambre y sed de Dios, saben de lo que estamos hablando. Que esta hambre y sed aumenten más y más y que nosotros no hagamos nada para intentar minimizar nuestra necesidad de Dios o intentar dispersar la preocupación que existe entre el pueblo de Dios, dándoles alguna clase de sedante espiritual que pueda aliviar el dolor sin quitar la causa que lo provoca. Dios siempre ha estado preocupado, muy preocupado por el bienestar de Su pueblo, y ha anhelado guiarlos hacia ámbitos de gloria como por los que Jesús mismo anduvo cuando estaba en la tierra. De hecho, el Señor mismo oró a ese fin: “La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.” (Juan 17:22,23). Y ahora, por casi dos mil años, Él ha sido nuestro abogado para con el Padre en los cielos, escogido para ese oficio por el Padre… no para representar solamente al Padre en su justa y santa voluntad para Su pueblo, sino también para llevar sobre Sus hombros, como el Sumo Sacerdote del Antiguo Pacto, la responsabilidad por Su pueblo, y presentar Su causa ante el trono de la Gracia. Qué incapaces nos sentimos al querer persuadir a Dios a moverse en favor nuestro, en medio de nuestra gran inquietud y necesidad. Pero Cristo está en el trono, actuando a favor nuestro, e intercediendo por Su pueblo, aquellos que son miembros de hecho de Su propio Cuerpo. Por tanto, al escuchar la Voz del Pastor en la tierra, declarando el propósito de Dios para Su pueblo y la certeza de su cumplimiento en la tierra… arrojemos de nuestras mentes cualquier pensamiento de incredulidad con el que podamos haber sido infectados por causa de la fragilidad de nuestra naturaleza humana y nuestra tendencia al fracaso y a la desobediencia… y estemos seguros de una vez para siempre que lo que Dios ha declarado y lo que Dios está haciendo en la tierra es algo que Él está haciendo por causa de Su propio Nombre y por causa de Aquel que reina a Su diestra, con todo el poder y la autoridad para hacer lo que Dios Le haya comisionado que haga. No importa lo bien que oremos o cuánto tiempo hayamos orado, sigue siendo un hecho que “no sabemos orar como conviene” y por tanto, el Espíritu de Dios toma nuestra causa en favor nuestro en la tierra, comunica nuestra causa directamente al Hijo de Dios en el cielo, y Él lleva nuestra causa “sobre Sus hombros” ante la misma presencia de Dios. No somos “de nuestra propiedad” porque hemos sido “comprados por precio”. El Salmista dijo “somos Su pueblo y ovejas de Su prado”. Somos la heredad de Dios. Podemos pensar que nuestra necesidad es muy grande… pero si nuestra necesidad es grande, la necesidad de Dios es aún mayor… porque el corazón de Dios se duele por el dolor de Su pueblo de una manera mucho más allá de todo lo que podamos entender. Dios dijo, “Ovejas perdidas ha venido a ser mi pueblo; sus pastores las han descarriado, haciéndolas vagar por los montes; han andado de monte en collado y han olvidado su lugar de descanso” (Jer. 50:6). Entonces, este deambular de las ovejas, no es debido siempre a alguna clase de falta inherente en ellas... Con mucha frecuencia es culpa de los pastores. Las ovejas de Dios no son como cerdos. Tienen que tener pastos buenos y limpios y beber de corrientes de aguas puras y refrescantes. De otro modo caerían enfermas. Esto es algo que los pastores no parecen comprender. ¿Por qué razón las ovejas se vuelven tan inquietas? ¿Por qué razón no pueden establecerse donde están y trabajar fielmente para su iglesia, y contentarse con su porción? Por supuesto, muchas han hecho esto… no porque estén de veras satisfechas con las condiciones presentes, sino porque no pueden ver otra forma de salir. Muchos nunca han recibido la visión de “la iglesia gloriosa” que Dios ha prometido producir… con cada miembro caminando en el Espíritu y vitalmente unido a Cristo en una fructificación permanente; y muchos otros que sí han visto la visión, se han cansado por el camino y han sucumbido a la tentación de simplemente “asistir a la iglesia” y hacerse activos en alguna forma de ejercicio religioso, con la esperanza de satisfacer ese profundo anhelo interno de ser un miembro verdaderamente fructífero y que contribuya al Cuerpo de Cristo. Jesús nos prometió que vendría el tiempo cuando Él reuniría a Sus ovejas dispersas en un solo rebaño, y las ovejas “entrarían y saldrían y hallarían pasto”. Él nos ha prometido que nos llevaría por corrientes de agua viva, y satisfaría nuestra alma en la sequía. Él nos ha asegurado que en el momento de la reunión de Sus ovejas, habría “UN rebaño y UN Pastor”. Desde el mismo principio, Dios ha deseado para Él mismo un pueblo que entraría en una unión y relación íntima con Él... no solo por causa de ellos, sino para satisfacer el anhelo y el deseo de Su propio corazón de verdadera comunión. Esto es el significado de la Redención; y esto es lo que significa el Templo de Dios. Dios quiere habitar con el hombre y ser su Dios, y Él quiere que Su pueblo tenga una relación personal e íntima con Él mismo. Esperemos en el Señor Pero como siempre ha sido a lo largo de la historia del pueblo de Dios, las ovejas del prado de Dios se han cansado en la búsqueda de este llamamiento a la comunión con Él; y cuando la visión comienza a hacerse borrosa, se impacientan en espíritu y se disponen a conformarse a los patrones de vida y de conducta que observan en otros alrededor de ellos. Esto es lo que sucedió en los primeros días de Israel, después de haberse establecido en la tierra de su heredad. Dios había sido su Señor y Rey desde que los sacó de la esclavitud, y los apartó a una relación especial con Él mismo. Pero ahora, en los tiempos de Samuel, comenzaron a hartarse de todo, y desearon un rey como las naciones que había alrededor de ellos. Esto entristeció el corazón de Dios. Desde el principio y a lo largo de todo el tiempo, la razón de su propia existencia como nación se basaba en el hecho de que Dios había anhelado una heredad propia en un pueblo que fuera separado de los otros pueblos, y que fuera muy DISTINTO de las otras naciones. No era simplemente el deseo de tener un rey lo que desagradó al corazón de Dios… sino el hecho de querer conformarse al patrón que habían observado en las naciones alrededor de ellos. De hecho, Dios había planeado que Su pueblo tuviera un rey en la consumación de los tiempos. Pero el plan de Dios para ellos era un rey que los haría DIFERENTES de las naciones, en lugar de hacerlos COMO las naciones. El rey de Dios sería un hombre conforme a Su propio corazón… alguien que haría que el pueblo dijera, “Dios es verdaderamente nuestro Rey… David, tú no eres realmente nuestro rey… Tú eres el hombre que Dios escogió para estar delante de Él, y para hacernos conocer a Aquel que es el Rey de toda la tierra.” De este modo, David fue un verdadero rey­pastor, un hombre conforme al propio corazón de Dios, porque enseñó al pueblo a cantar “Jehová es mi Pastor, nada me faltará”… (Salmos 23:1) “Nosotros somos Su pueblo y ovejas de Su prado”. (Salmos 103:3) “Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria. Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, Y alzaos vosotras, puertas eternas, Y entrará el Rey de gloria.” (Salmos 24:7,8) Sin embargo, el pueblo no estaba preparado para esta clase de rey a esa fecha… ni el mismo rey estaba preparado tampoco. Cierto, estaban en constante conflicto con los amalecitas y con los filisteos, y con el remanente de las naciones que Dios había dejado en Canaán para probar sus corazones y para examinarlos. Con frecuencia caían bajo terribles ataduras con estas naciones, y clamarían a Dios por liberación. Cierto, querían liberación, pero no estaban todavía preparados para la SEPARACIÓN. Querían ser librados de las naciones que había a su alrededor, y a la par, ser COMO ellos. Suena extraño pero era cierto… y es cierto incluso hoy día. Queremos la libertad del Espíritu de Dios en medio de nosotros… y profesamos que queremos que Cristo tenga Su señorío en nuestras vidas… pero al mismo tiempo estamos prestos a establecer un patrón de vida de iglesia y de ritual muy similar a las viejas formas a las que estábamos acostumbrados en nuestra previa esclavitud. Esta parece ser la mejor salida. “Danos un rey”, dijeron a Samuel, “alguien que vaya delante de nosotros y que luche nuestras batallas…” Seguir la visión de Dios y buscar Su voluntad para nuestras vidas se ha convertido para algunos en una ardua tarea. “Danos un líder”, dicen, “alguien que nos diga lo que se supone que tenemos que hacer.” Con demasiada frecuencia el liderazgo se ha convertido en una forma muy conveniente de escapismo… una salida para evitar las responsabilidades que vienen a aquel que está dedicado a un caminar personal con Dios. El llamado a una relación íntima Hay mucha enseñanza en la tierra hoy día sobre el Cuerpo de Cristo… cómo Dios ha enviado Sus dones sobre el pueblo para unirlos en un compañerismo común, y para investirlos con el poder y la unción para que puedan convertirse en miembros vitales del glorioso Cuerpo de Cristo. Y aún así, es triste decirlo, parece haber muy poca evidencia en nuestras asambleas de la presencia permanente y poderosa de Cristo y de Su Señorío en las vidas de Su pueblo. Creo que la razón es bastante evidente. Queremos Sus bendiciones y Sus dones y Su poder que obra milagros y clamamos por más y más de todo esto… pero Él responde, “Mi deseo es que os unáis en tal unión conmigo y que caminéis en Mi Verdad, en Mi vida, en Mi santidad, en Mi paciencia, en Mi longanimidad, en mi amabilidad, en Mi misericordia, en Mi Amor… quiero que seáis UNO CONMIGO en todas las cosas”. Y Tú contestas, “No estoy interesado en ninguna de estas extrañas doctrinas… lo único que quiero es más poder, más bendición y más de tus dones…” Pero Dios contesta. “Hijo mío, Dame tu corazón…” Y así, esta vida abundante en Cristo nos es negada, y nos seguirá siendo negada hasta que estemos dispuestos a confesar, “SI, Señor, es cierto… queríamos un rey para poder ser como otros (denominaciones)… queríamos un sistema de iglesia hermoso en nuestra comunidad para que no fuéramos ya más un reproche a otras iglesias… Nos dijiste lo que sucedería y así ha sucedido… Nos dijiste que el rey que escogiéramos tomaría a nuestros jóvenes por siervos para ir delante de él y para llevar sus carros… nos dijiste que nos obligaría a sembrar sus cosechas y a recogerlas, y preparar su munición… Nos dijiste que tomaría a nuestras jóvenes como sus cocineras y sus costureras… y como tu siervo Samuel profetizó, así ha sucedido” (lee 1ª Sam. 8:10­18). ¿No es extraño que en cuanto un pueblo es llevado por el Señor a nuevos caminos en el Espíritu, y comienza a funcionar en una relación colectiva como Dios había querido… inmediatamente surgen voces que claman para que alguien sea su rey… alguien que pueda hacerlos como las demás iglesias… alguien que pueda organizar bien, y que pueda involucrar a todo el mundo en alguna clase de actividad religiosa? Se cansaron de su atadura y servidumbre en ese ámbito, solo para regresar a esa misma atadura aunque bajo el disfraz de la libertad. No estamos diciendo que no hay lugar para salidas de varias clases. Dios tiene mucho trabajo para que Su pueblo lo desarrolle… pero lo que Dios persigue primero y principalmente, es a TI y a MI. Este es el Día de Su Señorío... y porque Dios quiere ser tu Rey para hacerte diferente, Él rehúsa darte el deseo de tu corazón si al hacer eso, vas a seguir siendo el MISMO en tu interior. O puede que quizás durante un tiempo encuentres un sentir de renovación y de refrigerio al ser liberadas aguas vivas del trono de la Gracia… y puede que comiences a sentir confianza de que al fin has subido un poquito hacia áreas en el Espíritu que antes te estaban vetadas. Pero tarde o temprano, hay otra prueba, otro examen, otra derrota, otro ataque por parte de Amalec o de los filisteos… y entonces comienzas a preguntarte de qué va todo esto. No puedes agradar a Dios trabajando para Él. No puedes volverte espiritual haciéndote muy activo en alguna forma de actividad de iglesia o cosa semejante. El clamor de Dios y Su anhelo a lo largo de los tiempos de la eternidad, ha sido un HOGAR, un lugar de reposo en un pueblo hecho a Su propia imagen… y Dios no va a dejar que halles reposo en tus propias obras. Dios no va a dejar que descanses hasta que encuentres ese descanso en UNIÓN CON ÉL SOLAMENTE. Entonces, por supuesto, habrá actividad, una actividad mayor… pero en un ámbito muy distinto. Los sacerdotes de Dios no sudan… por eso a los sacerdotes antiguos en el templo se les exigía que vistieran de lino, en lugar de lana. Debían servir a Dios sólo en unión con Él, vestidos con el lino fino de Su propia justicia… y por ellos mismo no podían hacer nada. Y así, el Llamado del Pastor continua saliendo por toda la tierra… llamando a las ovejas de Su prado a esta íntima comunión y relación con Él mismo. Y las ovejas están respondiendo, porque conocen la Voz del Cordero y al extraño no seguirán. O quizás durante un tiempo las ovejas puedan estar inseguras, al mezclarse el llamado de los pastores con el clamor de los asalariados, pero todo esto siendo parte del proceso por el que deben pasar las ovejas al querer aprender a discernir Su voz y a entender lo que Él está diciendo. Entonces toda esta perplejidad da lugar a una certeza positiva, cuando sus sentidos espirituales se vuelven cada vez más ejercitados en los caminos del Señor y pueden “discernir el bien y el mal…” Y al discernir lo que es BUENO y lo que es MALO, pueden encontrar en Él gracia suficiente para seguir lo que es BUENO y aborrecer lo que es MALO. La línea de demarcación entre ambas cosas está definida claramente y ya no llaman más BUENO a lo malo ni MALO a lo bueno. (lee Heb. 5:14, Is. 5:20). Debemos llegar a conocer la Voz La verdadera carga del Espíritu de Dios en la tierra hoy día es que los hombres que por todas partes quieren venir a la plenitud de Cristo, puedan tener una fuerte percepción para escuchar y conocer la Voz del Pastor cuando Él habla a Su pueblo. Las ovejas seguirán prestas… porque las ovejas tienden a seguir. Tienen una naturaleza que se inclina a eso. Qué gran preocupación tiene el Señor de que lleguen a conocer la VOZ. “EL que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias…” Ése es el desafío que repite una y otra vez el Gran Pastor a las siete iglesias. Por tanto, la controversia de Dios ha sido principalmente con los pastores que han hecho que se pierdan las ovejas: “Los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado.” (Is. 56:11). “Aullad, pastores, y clamad; revolcaos en el polvo, mayorales del rebaño; porque cumplidos son vuestros días para que seáis degollados y esparcidos, y caeréis como vaso precioso. Y se acabará la huida de los pastores, y el escape de los mayorales del rebaño. ¡Voz de la gritería de los pastores, y aullido de los mayorales del rebaño! porque Jehová asoló sus pastos.” (Jer. 25:34­36). Y así, puesto que Dios tiene un corazón de Pastor, se preocupa grandemente por las “ovejas de Su prado” y en esta hora envía la Voz del Verdadero Pastor para llevar a Su pueblo de vuelta a los pastos de verdad y de justicia. “Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas. Por tanto, pastores, oíd palabra de Jehová: Vivo yo, ha dicho Jehová el Señor, que por cuanto mi rebaño fue para ser robado, y mis ovejas fueron para ser presa de todas las fieras del campo, sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí mismos, y no apacentaron mis ovejas; por tanto, oh pastores, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas; ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les serán más por comida. Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré. Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré mis ovejas, y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad. Y yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a su propia tierra, y las apacentaré en los montes de Israel, por las riberas, y en todos los lugares habitados del país. En buenos pastos las apacentaré, y en los altos montes de Israel estará su aprisco; allí dormirán en buen redil, y en pastos suculentos serán apacentadas sobre los montes de Israel. Yo apacentaré mis ovejas, y yo les daré aprisco, dice Jehová el Señor. Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada; vendaré la perniquebrada, y fortaleceré la débil; mas a la engordada y a la fuerte destruiré; las apacentaré con justicia.” (Ezequiel 34:6­16) Uno no puede evitar ver con qué énfasis el Señor declara que SÓLO ÉL es el Verdadero Pastor, y que SÓLO ÉL tomará la responsabilidad de pastorear al rebaño de Dios por Sus caminos. “Iré a ellas, las libraré, las alimentaré…” son repetidos constantemente en este pasaje y Él lo ha confirmado con un juramento: “Como vivo Yo, dice el SEÑOR…” Cierto, Él usará hombres para cumplir Sus propósitos, como siempre lo ha hecho… pero cuando entendamos que SÓLO DIOS es el Verdadero Pastor de las ovejas, entonces llegaremos a entender que los verdaderos pastores aquí en la tierra, son sólo buenos pastores en tanto en cuanto caminen en los caminos del Pastor Verdadero y hablen las palabras del Pastor Verdadero, y hagan las obras del Pastor Verdadero. No son verdaderos pastores por derecho propio, en virtud de algún oficio que les haya sido conferido por Dios o por el hombre. Capítulo 2 – Autoridad delegada “Apacienta mis ovejas” –George H. Warnock Capítulo 2 ­­ Autoridad delegada Aparece el Pastor Verdadero Cuando el Señor Jesús vino del corazón de Dios, fue la respuesta de Dios a las necesidades de las ovejas dispersas de Dios… Aquel de quien hablaron los profetas, que vendría a reunir a los rebaños dispersos del pasto de Dios y a hacer que descansaran en lugares deleitosos. Él tenía el corazón del Dios­pastor, con quien anduvo en una unión total; y por tanto, al mirar a las multitudes que se apretujaban alrededor de Él para escuchar Su palabra y ser sanados de sus enfermedades, tenía compasión de ellos, al ser “como ovejas que no tienen pastor”. Eran, no obstante, ovejas de Dios… no todas, pero si muchas… y Jesús sabía que todas las que el Padre le había dado vendrían a Él y oirían Su voz. No seguirían al extraño. El “extraño” había intentado muchas veces conseguir que le siguieran, y durante un tiempo podía haber habido una cierta cantidad de perplejidad, pero la voz no sonaba la correcta. Jesús dijo, “Al extraño no seguirán”. Enviado por el Padre La historia de Su encarnación, y su ministerio en la tierra, es hermoso cuando lo consideramos… reunir al rebaño de Dios a Su alrededor, y nutrirlos en los caminos de Dios. Había conflicto con los asalariados, como era de esperar; pero el verdadero Pastor habla, y las verdaderas ovejas siguen. No pueden evitar seguir. Lo que escuchen puede sonar extraño a veces, poco ortodoxo o no sujeto a las Escrituras… pero continúan siguiéndole. Conocen la Voz. Lo que no comprenden, están preparadas para dejarlo en Sus manos, sabiendo que un día SI entenderán. “¿A quién iremos? Sólo Tú tienes palabras de vida eterna.” Pero poco a poco las escamas les son quitadas de sus ojos, y las ovejas comienzan a ver y a oír con más claridad, y a comprender lo que el pastor está intentando enseñarles. Y poco a poco, las Escrituras se iluminan y ven en las Escrituras lo que oyen de la Voz… y la Voz que una vez parecía no sujeta a las Escrituras, repentinamente comienza a brillar de todas las páginas de las Santas Escrituras. Porque Jesús vino del corazón de Dios para congregar para Sí a las ovejas que Dios Le había dado, y para llevarlas de regreso al mismo corazón de Dios, en donde serían UN rebaño y UN pastor. Parece casi imposible… porque incluso en ese día había sectas y divisiones entre el pueblo de Dios. Había escribas y fariseos, saduceos, herodianos y celotes. Todos querían ser escuchados, y todos reclamaban un seguimiento, pero el verdadero pastor no les escuchaba. Jesús también dijo a las ovejas que había reunido que tenía otras ovejas que no pertenecían al rebaño de ellos… pero que también las traería para que hubiera UN rebaño y UN Pastor. Fue algo muy inquietante para ellos cuando esto sucedió de hecho, pero en ese momento, al menos, no pareció perturbarlas. No entendían realmente… no se les ocurrió que un día se mezclarían libremente con los Samaritanos, y con los Egipcios, Edomitas y los Griegos… en un vínculo común de compañerismo… y que no habría distinción entre ellos… lavados por la misma sangre, renovados y llenos con el mismo Espíritu, y pastoreados por el mismo Señor. Mientras tanto, había un “rebaño pequeño.” Y porque era “pequeño”, necesitaban ánimo. “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el Reino”. Siguieron abrazando esta promesa. Estaban seguros de que Él era el rey y estaban ansiosamente esperando este maravilloso Reino del que los profetas y los visionarios habían hablado y que Jesús mismo les había asegurado que sería de ellos mismos. Tragedia Repentina Entonces un día hubo una tragedia repentina… el Buen Pastor fue crucificado y las ovejas fueron dispersadas. Fue calamidad en extremo. No obstante era en concordancia con las Escrituras; porque estaba escrito, “Hiere al Pastor, y las ovejas serán dispersadas”. ¡Su Pastor­Rey había sido crucificado! Y con Su crucifixión sus expectativas fluctuantes también se desvanecían. Todavía tenían que aprender que era en la herida del Pastor que las ovejas serían redimidas. Todavía tenían que aprender que era en el levantamiento del Pastor de entre los muertos, que la reunión de las ovejas en un solo rebaño sería de hecho conseguida. Llevó mucho tiempo, pero poco a poco, les vino el entendimiento de lo que había sucedido. El Pastor tenía que morir como el Cordero. El Pastor debe levantarse de nuevo como el Rey­pastor. Pero el propósito de Dios era todavía producir un engrandecimiento aún mayor, lo que les llevó a una perplejidad aún mayor. El Pastor debe ascender al Sión celestial para poder reunir a las “otras ovejas” que continuaban vagando muy lejos del rebaño. El verdadero Pastor es glorificado ¿Pero cómo conseguiría todo esto desde Su trono en los cielos? ¿No sería ciertamente mucho mejor si Él permaneciera en la tierra? ¡Pero no! Dios tenía un plan diferente. Él enviaría a Su Espíritu desde su morada del Trono y el Espíritu de Dios en la tierra continuaría dirigiendo a las ovejas a pastos de Verdad y las refrescaría con aguas desde el trono. La obra que Él comenzó en la tierra no sería frenada, o descuidada, o estorbada en manera alguna por causa de Su partida. En lugar de eso, Su marcha a los cielos sería precisamente lo que traería en la tierra un cumplimiento mayor de los propósitos de Dios de lo que habría sido posible si Él hubiera permanecido en medio de ellos. Porque el Espíritu de Dios en Su pueblo no sería simplemente una influencia de gracia desde el Cielo, para animarles e inspirarles en los caminos del Señor. En lugar de eso, sería el mismo ESPÍRITU DE VERDAD en la tierra. Sería el MISMO JESÚS caminando con ellos, pero en forma espiritual. Cuando Jesús estaba aquí en la tierra, la verdad estaba CON ellos en la carne, pero ahora Él estaría EN ELLOS, en el Espíritu. Jesús les dijo claramente que la venida del Espíritu Santo para morar dentro de ellos, sería MEJOR para ellos y GLORIFICARÍA AÚN MÁS A DIOS que si Él mismo permaneciera en la tierra en forma corporal. Esto es algo que yo siento que apenas ha sido descubierto por el pueblo de Dios, y como desearía yo poder enfatizarlo como lo hizo Jesús justo antes de Su partida: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.”(Juan 16:7). ¿Podemos alcanzar a comprender el significado de lo que Jesús dijo? Jesús dijo, “Yo os digo la verdad…” como para impresionar sobre los corazones el impacto de lo que Él dijo tan clara y definitivamente: “Os digo la verdad: Os conviene que Yo me vaya… es por vuestra causa, es por vuestro propio bien… es para beneficio vuestro… Nada os faltará por causa de Mi partida, porque el Espíritu Santo morando en vosotros, será para vosotros TODO LO QUE YO FUI CUANDO ANDUVE A VUESTRO LADO…” Ahora bien, antes de proseguir, tenemos que enfatizar una cosa. Cuando Dios declara Verdad, tengamos fe y gracia para ABRAZARLA tanto si vemos o no los frutos; porque es al abrazar la Verdad que se convertirá en la semilla de Verdad en nuestros corazones, y producirá REALIDAD en el cumplimiento del plan y del propósito de Dios. ¡Qué gran revelación esto supuso a mi corazón al contemplar la Escritura mencionada arriba! Y cómo fui tentado a pensar, como tantos otros… suena bien… si fuera posible… ¡Si hubiera funcionado así! Pero ahora he llegado a comprender que la Verdad declarada por Dios que permanece SIN CUMPLIR ¡Es la promesa de Dios para ti y para mi, la cual debemos abrazar hasta que se cumpla! ¡Y aún más, su cumplimiento en la consumación del plan y del propósito de Dios es TAN CERTERO como cualquier otra declaración de Su Palabra! ¡Qué dispuestos estamos siempre que leemos las Escrituras y llegamos a alguna Verdad de gran hermosura y asombro… a echarnos atrás para admirarla y lamentarnos por el hecho de que no pueda ser posible! Pero ahora nos animamos a alcanzarla, y a aferrarnos a ella, a abrazarla sabiendo que TIENE QUE LLEGAR A CUMPLIRSE porque Dios lo ha declarado. La Palabra que Él envía desde el trono no volverá a Él vacía… ¡Cumplirá el deseo de Su corazón al enviarla! (lee Isaías 55:11). Pienso que como cristianos, todos reconocemos que si Jesús hubiera permanecido en la tierra después de Su resurrección y hasta este día… tendríamos un testigo infalible en la tierra respecto de la Verdad de Dios, y la voluntad de Dios para Su pueblo. Quizás, muchos de nosotros nunca habríamos tenido la oportunidad de hablar con Él personalmente en tiempos de necesidad y de perplejidad. Pero algunos ciertamente tendrían esa oportunidad, y entonces nosotros podríamos recibir de ellos lo que ellos hubieran recibido de Él. ¡Pero no es así como tenía que ser! ¡Ni siquiera fue un plan suficientemente bueno para Dios! ¡El plan de Dios era mucho mejor! Jesús se marcharía pero Otro Abogado vendría en Su lugar, y ÉL, EL ESPÍRITU SANTO, SERÍA PARA TI Y PARA MI EN LA TIERRA TODO LO QUE JESÚS FUE MIENTRAS ESTABA AQUÍ… ¡EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA! ¿Pero de qué forma conseguiría todo esto? El Espíritu de Dios haría Su morada en vasos humanos; hombres normales, redimidos por la Sangre del Cordero y ungidos de Dios, que continuarían desarrollando la obra que el Buen Pastor había comenzado; y el Espíritu de Dios también permanecería en Su pueblo, y los dirigiría y guiaría A TODA LA VERDAD. No habría interrupción en el programa de Dios por causa de la tragedia repentina de Su muerte… puesto que Su muerte era parte del plan de Dios incluso antes de que sucediera… aún más, las ovejas ya habían sido advertidas...”vosotros seréis dispersados… y me dejareis solo…” Pero el plan de Dios era que después de la dispersión hubiera una nueva reunión; y Él seguiría haciendo los preparativos en los corazones de Sus escogidos para que desarrollaran la obra que Él había comenzado; Y el Espíritu de Dios morando en Su pueblo. No hablaría “DE” Sí mismo… Sólo hablaría lo que había oído al Hijo… Revelaría lo que aún había de suceder… Glorificaría a Cristo en todas las cosas… Tomaría las cosas que pertenecían a Cristo, Y las manifestaría a ti y a mí. (lee Juan 16:7­15). Delegados desde el Trono Lo que Jesús hizo en la tierra, lo hizo como el Hijo de Dios enviado desde el corazón del Padre. Así que ahora, en la exaltación, Él enviaría a Sus propios apóstoles (“enviados”) y ellos continuarían la obra que Él había empezado. La autoridad de ellos no sería impedida por causa de la debilidad de ellos… habiendo venido Él como el Hijo de Dios por nacimiento, mientras que ellos eran pecadores. Porque ellos también llegarían a ser hijos de Dios por el nuevo­nacimiento… y aunque no compartieran Su lugar en igualdad de majestad, ni posición, ni gloria… compartirían Su lugar en la perfección de la naturaleza de Cristo dentro de ellos, porque el Espíritu de Dios—el Espíritu de Jesús—moraría en ellos y andaría en ellos. De este modo ellos vivirían como Él vivió, hablarían como Él habló, y amarían como Él amó. Todas las frustraciones previas por las que pasaron al buscar un lugar de preeminencia terrenal para su Rey (y por supuesto, de forma indirecta para ellos mismos), todo esto tenía que pasar, y tenían que aprender por experiencia que los verdaderos pastores servirían a las ovejas y no a ellos mismos. Alimentarían a las ovejas, cuidarían de las ovejas, y no estarían preocupados por su propio bienestar. De hecho pondrían sus vidas por las ovejas, como el Buen Pastor puso Su vida por ellos. De hecho, ellos fueron delegados por el Hijo para ministrar Su Reino en la tierra, como el Hijo fue delegado por el Padre, para que las obras que ellos hicieran en Su nombre, fueran “mayores” de las que hizo cuando estaba aquí en la tierra. No porque fueran mayores, de hecho eran muy inferiores… sino porque el Cristo resucitado había ascendido a un trono mucho mayor y a un ámbito de gloria también mayor en comparación con el que tuvo mientras estuvo aquí, en los días de Su carne. Y ahora Sus escogidos participarían de Su gloria por causa de Su ascensión a la diestra del Padre… donde pediría y recibiría del Padre las provisiones que fueran necesarias para los Suyos. En realidad, no se trataba de Pedro, ni de Santiago, o Juan o Pablo, o Apolos, haciendo “mayores obras”… era el Cristo vivo… viviendo, moviéndose y andando en Sus escogidos en la tierra por Su Espíritu Santo. El poder de la autoridad delegada Cuando Dios establece verdaderamente Autoridad en la tierra, también proyecta en las manos de esa Autoridad, el poder que se necesita para la ejecución de ese oficio; y la Autoridad ha de dar cuentas a Dios, que la estableció. Esto es cierto en lo que concierne a gobiernos en el ámbito terrenal o en la Iglesia. Un hombre con autoridad de Dios no necesita pedirla a la gente, ni siquiera buscarla… simplemente estará ahí. Si Dios la dio, la confirmará, y los que tengan el Espíritu de Cristo, estarán contentos de dejar completamente en manos del Señor su vindicación y la defensa de cualquiera que sea el propósito que Dios tenga en mente. Dios envió a Moisés, le dio una vara de autoridad… y Dios fue fiel en permanecer detrás de Él cuando Coré, Datán y Abiram se enfrentaron a esa autoridad. De hecho, Moisés simplemente cayó sobre su rostro ante el SEÑOR, y Dios hizo todo el resto. De igual manera, Dios vindicó a Aarón e hizo que su vara reverdeciera en el Tabernáculo, mientras que las otras varas permanecieron inertes. Dios estableció la autoridad de Samuel para que ninguna palabra cayera en tierra, y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, supo que había sido establecido como profeta del Señor. De igual modo, en el ámbito del gobierno terrenal: “Porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.” (Rom. 13:1­2). Y otra vez, “porque no en vano lleva la espada” (v. 4). Con cada autoridad gubernamental ordenada por Dios, hay una cierta medida de poder para apoyarla y reforzar las leyes y decretos de esa autoridad. Pero en este estudio estamos particularmente centrados en la autoridad y el poder que Dios ha investido en Sus escogidos. Y no necesitamos mirar muy lejos en las Escrituras para ver lo grande que era ese poder. Pedro y los apóstoles tenían poder en la tierra, y poder en el cielo (Mat. 16:19, 18:18). Pablo tenía autoridad de Dios para “edificar” la Iglesia, y esto incluía cualquier autoridad que fuera necesaria para disciplinar a los que no estaban andando en los caminos de Dios. Tenía autoridad que podía utilizar como una vara de disciplina, o algo que pudiera manifestar en un espíritu de amor y de mansedumbre (1ª Cor. 4:21). En cada casa era Dios quién establecía la Autoridad Él mismo, y el ministro en cuestión simplemente caminaba en los caminos de Dios, y Dios permanecía detrás de Él. Ningún ministerio con la autoridad de Dios sobre sí necesita buscar, y mucho menos desear, cualquier otro apoyo para ese ministerio. Dios lo confirma y lo establece Él mismo, y Él da a cada uno de Sus escogidos el poder y la autoridad que sean necesarios para la fiel ejecución del ministerio que Dios ha impartido. Peligros relacionados con la autoridad delegada Antes de avanzar en el tema de la Autoridad Delegada, haremos bien en considerar algunos de los peligros que yacen en el sendero de aquel que tiene autoridad de Dios, pero que puede andar escaso en Gracia y Misericordia. Los Ministros que tiene poder y autoridad investidos sobre ellos mismos por Dios, están en un lugar de tremenda responsabilidad. Porque pueden usar la autoridad que tienen para bien o para mal, para cumplir los propósitos de Dios o para justificar o recomendarse a sí mismos. Por esto es absolutamente importante que cualquier ministro que ejerza autoridad gubernamental entre en una relación con Dios más alta que la de su oficio... una relación tan íntima que de hecho ministre desde el mismo corazón de Dios. A menos que ese ministro busque esa meta, su propio oficio le destruirá, además de causar estragos entre el pueblo de Dios. En tiempos de crisis espiritual en la Iglesia, cuando el pueblo de Dios está siendo constantemente sacudido respecto de su relación con las instituciones establecidas dentro de la estructura de la Iglesia, siempre hay un estrechamiento de las cuerdas del liderazgo en un intento por evitar que el sistema eclesiástico caiga en pedazos. Esto parece ser lo que está sucediendo hoy día, y estamos persuadidos de que este énfasis presente en el liderazgo de la Iglesia y en la estructura de la Iglesia, es indicativo de un cierto temor de que las jerarquías eclesiásticas estén siendo sacudidas. Este temor está justificado, puesto que hoy es el tiempo de que los juicios comiencen “por la Casa de Dios” y Dios siempre comienza con “los hombres antiguos”… los ancianos, los líderes, cuando Él comienza a juzgar Su Santuario (lee Ezequiel 9:6, 1ª Ped. 4:17). Son los pastores, no las ovejas, que pisotean los pastos y ensucian las aguas con sus pies. Son los “sacerdotes del SEÑOR” a quienes Dios llama a “llorar entre la entrada y el altar”. Y Su preocupación no es la de “dejar que las ovejas aprendan a seguirme…” sino más bien, “Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se enseñoreen de ella.” Por tanto, es importante para los ministros de Dios saber que pueden tener autoridad y poder de Dios por causa de su oficio, y a pesar de eso, seguir caminando en desobediencia. Citemos unos pocos ejemplos temibles: (1) Moisés tenía autoridad para golpear la roca y sacar agua para saciar la sed del pueblo de Israel, pero él mismo fracasó en llegar a la tierra prometida por causa de su desobediencia (lee Números 20:12). (2) Saúl tenía autoridad para matar a los sacerdotes del SEÑOR… y cuando su guardia personal, que estaba sujeta a la obediencia a su señor, rehusó hacerlo, Doeg el Edomita tomó el desafío y mató a los ungidos de Dios. Doeg estaba simplemente obedeciendo instrucciones de la autoridad sobre él, pero escucha lo que Dios tuvo que decir sobre sus actos: “Por tanto, Dios te destruirá para siempre; Te asolará y te arrancará de tu morada, Y te desarraigará de la tierra de los vivientes.” (lee 1ª Sam. 22:18: Salmos 52:5). Doeg no fue absuelto sólo por haber obedecido órdenes de una autoridad más alta. (3) Pedro acababa de recibir el oficio de su apostolado. “Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos” (Mat. 16:23). En ese primer instante, Pedro acababa de recibir la revelación maravillosa del Cristo, el Hijo de Dios… y su autoridad como apóstol siguió inmediatamente después de esa revelación. Pero en un segundo instante, estaba hablando como el viejo Pedro, el pescador… inspirado por Satanás. ¡Qué locura abrazar el pensamiento de que recibimos cualquier cosa o todo de lo que enseñe un apóstol o un profeta, simplemente por ser de hecho un apóstol o un profeta! (4) Pilatos tenía autoridad de Dios, por la que de hecho crucificó al Hijo de Dios (Juan 19:10,11). Sabemos que Cristo murió por el “consejo predeterminado y el conocimiento previo de Dios”, pero el hecho es que estas manos que ejecutaron los hechos, eran “manos perversas”. Recuerda lo que Jesús dijo a Pilatos, “Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba” (Juan 19:11). (5) Caifás, el Sumo Sacerdote, que dio la sentencia de muerte a Jesús, también profetizó por la Palabra del Señor, diciendo” Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo…” Dios dio a este malvado Sumo Sacerdote una expresión profética divina, en vista del alto oficio que tenía… No lo habló “de sí mismo”. No lo pensó… no surgió de su propia sabiduría… Dios lo inspiró a decirlo. (lee Juan 11:51). Jesús podría haber llamado a más de doce legiones de ángeles en Su ayuda mientras permanecía colgado de la Cruz, porque Él era el Mesías. Pero porque estaba más preocupado por hacer la voluntad de Dios que por cumplir su propio papel como el Mesías­­­escogió permanecer en la Cruz. ¿No estamos contentos por esto? Dios ha dado una amplia advertencia en las Escrituras de lo que puede suceder cuando Su ministros equivocados pretender sacar ventaja de la autoridad que tienen, para servir a sus propios propósitos… y estos sirven como solemnes recordatorios para aquellos que imaginan que pueden usar la autoridad y el poder que el Cristo exaltado les ha investido, conforme lo consideren conveniente. Su juicio será muy severo y creo que deberíamos orar fervientemente: “Señor, cómo necesitamos el poder y la autoridad del Cielo para ministrar las necesidades de una humanidad sufriente y para librar a tus ovejas que han sido esparcidas y heridas en el desierto de la vida. ¡Pero Señor!, Oramos que no pongas bajo nuestra confianza, ninguna medida de autoridad y poder que no sea bien contrapesada con una misma medida de gracia, humildad, mansedumbre, paciencia, benignidad, longanimidad, misericordia y sabiduría. Guarda este poder y autoridad en Tus propias manos, oramos, como la espada de Goliat fue quitada de las manos de David, envuelta en vestiduras sacerdotales, y escondida en el Santuario hasta que fue preparado por Dios para tenerla permanentemente y para usarla sabiamente. Sigue guardándonos en el hueco de Tu mano como una espada afilada, para ser usados por Ti a Tu discreción. Sigue puliéndonos como el dardo en la flecha, y guárdanos en Tu temor, para que cuando Tu consideres apropiado enviarnos, no perdamos el blanco, sino que golpeemos el corazón del enemigo sin error alguno. Guarda Tu poder para Ti mismo solamente, porque Tuyo es el Reino, y el Poder y la Gloria… y que solo participemos de ello al llegar a una armonía y unión Contigo. “¡Amen!”. Nuestra relación con el gobierno terrenal En este estudio estamos principalmente centrados en la naturaleza del gobierno de Dios en la Iglesia y nuestra relación con ello. Y aunque es cierto que Dios ha establecido un Gobierno para Su pueblo en la Iglesia que es enteramente ajeno a los gobiernos de este orden mundial… el hecho es que el “dios de este mundo” se ha propuesto arrebatar el Gobierno de Dios en la Iglesia y sentarse en el mismo Templo de Dios. No hay duda de que ha tenido un gran éxito en conseguirlo en el pasado, al menos en cierta medida… y seguirá teniendo un éxito aún mayor en los días por venir. Es extremadamente importante que entendamos nuestras responsabilidades hacia “el gobierno” como tal, tanto si es en el mundo o en la Iglesia… porque estos gobiernos no siempre se han confinado a sí mismos dentro de sus límites. Este asunto puede parecer irrelevante a muchos hoy… viviendo como vivimos en una nación que está dedicada a la búsqueda de la libertad por parte de sus individuos. Pero puede que no siempre sea así, y debemos conocer la Verdad que nos hará libres incluso cuando la libertad nos sea negada. Los gobiernos terrenales y eclesiásticos parecen estar acercándose cada vez más hacia un estado de anarquía en muchas áreas de la tierra. Mientras esto tiene lugar, y un orden gubernamental es sustituido por otro, hay inevitablemente mucha perplejidad y confusión entre el pueblo, cuando éste intenta determinar a donde pertenece su verdadera lealtad. Pero Dios quiere que Su pueblo tenga paz en tiempos así. Dios quiere que Su pueblo sepa que tienen que obedecer a Dios primero y principalmente, sin que importen las leyes eclesiásticas y terrenales a las que puedan estar sujetos. Por otro lado, simplemente reconocemos a cualquier gobierno al que nos hallemos sujetos como un gobierno enviado por Dios… y no debemos hacer nada, por medios terrenales o carnales… para derrocar una estructura de gobierno que Dios haya establecido o tratar de restituir o de sostener una estructura de gobierno que Dios esté derrocando. Esta es la clara enseñanza de la Escritura: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.” (Rom. 13.1). “Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. (1ª Ped. 2:13,14). Cuando Pablo y Pedro escribieron sobre las autoridades superiores, no se referían a una forma de gobierno que fuera simpatizante de la causa Cristiana. La referencia inmediata era al Gobierno Romano, que en ese momento ejercía un dominio mundial, se oponía al Cristianismo, y en breve se dedicaría a la tarea de aplastar la nueva religión cristiana para borrarla de la faz de la tierra. No hay sugerencia en absoluto a que si un gobierno se vuelve perverso, u opresivo a la causa Cristiana, entonces el Cristiano tiene el derecho de volverse en contra de ellos. Los gobiernos de otras naciones, muchos de los cuales están gobernados por dictadores y reyes que incluso ahora están persiguiendo a la Iglesia de Jesucristo, están tan igualmente ordenados por Dios como lo están nuestros gobiernos en una sociedad democrática. Por tanto, el Cristiano se someterá a cualquier forma de gobierno a la que se halle sujeto, reconociendo como Jesús reconoció, que no tienen poder para ejercer sobre los hombres que Dios no les haya conferido (Juan 19:11). El Cristiano obedecerá a estos gobiernos y se sujetará a ellos… siempre que tal obediencia no entre en conflicto con su entrega a Aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida. Nuestra verdadera ciudadanía está en los Cielos. Nuestro caminar verdadero está en los Cielos. Nuestra batalla es en los Cielos. Y en este ámbito celestial el Cuerpo de Cristo está en posición de hacer la voluntad de Dios y tomar autoridad sobre los principados y las potestades del mundo espiritual, conforme a la voluntad y al propósito de Dios. Y estemos seguros de que esta batalla efectiva en el Espíritu producirá los cambios en los ámbitos terrenales y eclesiásticos que Dios ha determinado. No estamos hablando de meros observadores pasivos en un mundo que es gobernado por fuerzas anti­cristianas. En el Espíritu todavía hemos de convertirnos en un ejército vital y poderoso, y solamente en el Espíritu pelearemos la batalla efectiva y triunfante contra las potestades de la oscuridad. Es así como era en los principios de la Iglesia, y el impío Imperio Romano que estaba entregado a la destrucción del Cristianismo de sobre la faz de la tierra, fue literalmente sometido y conquistado por un ejército de santos y de mártires que no sacaron espada para apoyar su causa, sino la poderosa Espada del Espíritu. Daniel vio esto mismo en una visión muchos siglos antes… vio a los santos del Altísimo tomando el Reino, y una Piedra cortada de la montaña y no por mano, golpeando al Imperio Romano en los pies y llevándolo a la nada. Desde entonces, la Piedra ha estado creciendo… creciendo…. Creciendo… y aún ha de llenar toda la tierra. El pueblo de Dios debe estar completamente persuadido de que esta es la Verdad; porque aunque ahora no pueda parecer importante a aquellos de nosotros que vivimos en zonas de la tierra que disfrutan de una relativa libertad religiosa, puede que no siempre tengamos esta clase de libertad. Y si perdemos o cuando perdamos esa libertad, debemos estar preparados para enfrentarnos a cualquier situación que Dios pueda permitir que se levante en la tierra, y por la posibilidad de que un día podamos ser gobernados por un gobierno que se oponga al Nombre de Cristo y que comience a aprobar leyes y decretos que estén diseñados para aplastar a los santos del Altísimo y destruir su testimonio en la tierra. Los Tres Jóvenes Hebreos El caso de los tres jóvenes Hebreos es un ejemplo clásico de lo que debería ser nuestra postura cuando seamos confrontados con decretos de gobierno que sean contrarios a las leyes de Cristo. Estos hombres jóvenes habían sido llevados a cautiverio después de la caída de Jerusalén. Jeremías ya había advertido al pueblo lo que sucedería si no se arrepentían, pero no escucharon. Y toda la nación sufrió como resultado de su desobediencia. Pero estos jóvenes eran distintos. Conocían y adoraban al verdadero Dios de Israel. Eso era algo que estaba zanjado en sus corazones. Pero ahora en el cautiverio, se encontraron viviendo bajo un gobierno que estaba comenzando a hacer demandas de ellos que eran contrarias a sus convicciones. En esta ocasión concreta, habían de inclinarse y adorar una imagen que Nabucodonosor había levantado en las llanuras de Dura. No sería algo que sería demandado permanentemente, pero en estas ocasiones festivas se convirtió en un decreto. Podían seguir teniendo su religión, pero ante todo, ahora se encontraban bajo la autoridad del Gobierno de Babilonia. De hecho, Jeremías había dicho al pueblo que fueran a Babilonia y sirvieran al rey de Babilonia (lee Jer. 27:17). Así que el asunto estaba muy claro: obedecer al rey como ciudadanos de un nuevo país, o ser fieles a sus convicciones. No parecía haber la más mínima duda en sus mentes en cuanto al curso que tomar. “Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.” (Daniel 3.18). Dad honor a quien es debido Todavía parece haber mucha confusión en las mentes del pueblo de Dios en cuanto a lo que es su responsabilidad con respecto al Gobierno que es ordenado de Dios. Cuando la Palabra dice, ““Sométase toda persona a las autoridades superiores”, esa palabra no abroga ni anula mil exhortaciones que encontramos en las Escrituras de servir al Señor Dios y a Él solamente. ¿Consideró Jeremías hacer una lista de excepciones a la regla que había hecho antes cuando dijo al pueblo que “sirvieran al rey de Babilonia”? No había necesidad de ello. Sabían lo que Moisés y los profetas enseñaron al respecto, y no se entretuvieron en su corazón ni un solo instante con el pensamiento de desobedecer a Dios porque el gobierno así lo demandara. Las aparentes contradicciones de la Palabra armonizarán en nosotros como una hermosa sinfonía cuando comencemos a caminar en la Verdad. Y así sucede con nuestra responsabilidad hacia el Gobierno. Dios pone en el poder a quién Él quiera…sea un dictador, un rey, un presidente, un primer ministro. Porque honramos a Dios, honramos a quienes Dios ha puesto en posiciones de autoridad sobre la tierra. No los calumniamos; pero si fuera necesario, debemos declararles los caminos de la Justicia y la Verdad. Les apoyaremos en el Espíritu, al orar por ellos, y pelear la batalla espiritual contra los principados y potestades en las regiones celestes que están ejerciendo tremendas presiones sobre ellos para promulgar leyes y estatutos en contra de Dios y en contra de Cristo. Las oraciones e intercesiones de esta naturaleza son efectivas y pueden derrocar estos poderes invisibles y hacer que el gobernador terrenal que se encuentra bajo ellas se someta a Dios. Por otro lado, si la nación no se arrepiente y no se somete a Dios, y Dios ha decretado juicio contra la tierra por causa de abundante pecado e iniquidad, no habrá suficiente cantidad de oración que prevalezca, porque el Espíritu de Dios conoce la mente de Dios y no dejará que ores de forma efectiva en el Espíritu, pero opuesto a la voluntad de Dios. La Palabra es clara en cuanto a nuestra responsabilidad hacia todos los hombres, la comunión de los santos, los gobernadores en la Iglesia, los gobernadores en el mundo. Al caminar en la Verdad, no demandamos engorrosas listas de “excepciones” a la regla… sabemos lo que la Ley de Cristo dice… y sabemos que no vamos en contra de Su santa ley en un intento vano por satisfacer o por apaciguar a alguna dignidad inferior. “Sométase toda persona a las autoridades superiores… “Pero Pablo, que fue quién habló estas palabras, puso su cabeza sobre el madero de la guillotina a la orden de la autoridad superior, porque rehusó dejar de predicar a Cristo. “Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.” (Efesios 5:24). La mujer virtuosa se sujeta a esto y encuentra que esto es su gozo y libertad al hacerlo, porque sabe que es el orden de Dios. Pero incluso cuando toma su lugar como el vaso frágil, conociendo con gozo que eso es la voluntad de Dios… entonces conocerá la fortaleza de su Señor para oponerse a su marido si éste e pide que mienta, engañe, robe, o cometa adulterio con sus compinches… No necesita una lista de excepciones a la regla… la Ley de Cristo en su corazón y en su mente, y no hay controversia en ella, ni duda en su mente en cuanto a lo que hay o no que hacer. Apenas parecería necesario que nosotros utilizáramos ilustraciones de esta índole, pero a veces parece necesario “golpear” a una persona en sus sentidos si se ha vuelto extremadamente embotada en su oír. El hecho es que no hay el más mínimo indicativo en las Escrituras de que sea el deber del hombre obedecer a ninguna clase de gobierno en la tierra o en la iglesia, cuando ésta comience a invadir el ámbito de la conciencia del hombre o áreas que correspondan a su relación personal con Dios. El deber completo del hombre tal y como lo establece el Antiguo Pacto o el Nuevo, es obedecer al Señor primero y siempre… y entonces, por supuesto, obedecer a cualquier clase de gobierno que pueda haber de dignidad inferior. De toda la gente que hay sobre la faz de la tierra, el pueblo de Dios ha de cumplir la ley; y el desprecio por la autoridad delegada establecida no debe hallar cabida en él. Pero cuando la autoridad delegada establecida comience a invadir áreas del alma y del espíritu que pertenecen sólo a Dios, entonces no hay duda en cuanto al curso que hay que tomar. Cristo o la Política Desde que el emperador Constantino pusiera la Cruz sobre su estandarte de batalla, y comenzara a cristianizar al Imperio Romano, la Iglesia se ha confundido en cuanto a sus responsabilidades hacia los gobiernos terrenales. Hasta esa fecha, los cristianos eran un PUEBLO SEPARADO, que caminaba en el poder del Espíritu Santo, y que era odiado y aislado por la Roma pagana. Pero cuando Constantino subió al trono, la estratega global del Enemigo de Cristo cambió repentinamente. Creemos que se debió a las tácticas sutiles de Satanás el hecho de que Constantino pretendiera cristianizar el paganismo, al hacer del Cristianismo la religión del estado, bautizando a sus ejércitos en la nueva religión Cristiana, elevando al ministerio a lugares de liderazgo en la tierra, y concediendo a la Iglesia Cristiana todo tipo de favores terrenales. De esta unión profana de la Iglesia y el Estado, la Iglesia de Jesucristo nunca se ha recuperado. Ahora suena como doctrina extraña a la mayoría de los Cristianos y a la mayoría de los hombres en el ministerio, que el Señor pretendiera que la Iglesia fuera SEPARADA de la estructura del mundo. Si Satanás es de hecho el “dios de este mundo” y el “príncipe de la potestad del aire”, entonces solo en el poder del Espíritu vamos a poder librar una batalla espiritual efectiva contra las fuerzas anticristianas que operan en la tierra. (Lee Efesios 6:10­18). Si los males de nuestra nación o de cualquier otra nación, se considera que son meramente de naturaleza política o económica, entonces no importa verdaderamente tanto si nuestros hombres de estado son paganos o Cristianos; y los hombres impíos apoyarán efectivamente a cualquier hombre que busque poder político siempre que la ECONOMÍA, en lugar de CRISTO, sea el tema principal… siempre que nuestro estándar de vida siga creciendo… siempre que se entienda a modo general que el estilo de vida de Sodoma con todo su libertinaje y su incalificable condición licenciosa, no sea seriamente alterado. La economía de Sodoma era una de las mejores de su día, pero Dios no estaba impresionado en absoluto con su abundancia y prosperidad. De hecho, Dios consideró que su economía floreciente era su pecado fundamental: “He aquí que esta fue la maldad de Sodoma tu hermana: SOBERBIA, SACIEDAD DE PAN Y ABUNDANCIA DE OCIOSIDAD…” (Ezequiel 16:49). ¡Qué bien describe esto la situación tal y como existe hoy día, especialmente en el mundo occidental! Dios quiere que Su pueblo esté convencido y seguro de que la única respuesta que Dios tiene para la necesidad humana es un pueblo lleno del Espíritu Santo, enseñado por el Espíritu Santo, ungido por el Espíritu Santo y dirigido por el Espíritu Santo. Y Él está en el proceso de crear a tal pueblo. Aparte de un arrepentimiento nacional y de una vuelta a Dios, la Biblia no da ninguna esperanza en absoluto para el avivamiento de nuestra sociedad—ni tampoco hemos de intentar cambiarla a través de otros medios. Cuando los hombres continúan en su rebelión, Dios literalmente aparta Su Gracia protectora y entrega a la sociedad a “una mente reprobada”, que significa “una menta vacía de discernimiento moral”… no es ya más capaz de conocer el bien y el mal, sino que llama a lo malo BUENO y a lo MALO bueno… y cree de hecho en la mentira. (Lee Romanos 1:24­28). De este modo, cuando Dios suelta Su mano de gracia, las fuerzas del mal reciben mano libre en esta última hora, en este día de la Cosecha. De igual modo que el Misterio de Cristo llega a su plenitud en Su pueblo, así, el Misterio de iniquidad llega a su plenitud en la simiente del maligno. Ha de haber una aceleración del mal en estos últimos días… así como una aceleración de la Justicia. “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.” (Apoc. 22.11). Prosiga en la justicia… incremente en ella… ¡LLEGUE A SU PLENITUD! Los vientos del juicio están a punto de ser liberados en la tierra y cuando las mesas de Dios sean volcadas, y los juicios de Dios envuelvan a la tierra, Dios nos dará a conocer las causas de todo ello… POR haberse vuelto los corazones de los hombres tan extremadamente depravados y corruptos, como en los días de Noé y de Lot… y un Dios santo y justo no pueda por más tiempo sujetar Su mano en el juicio. POR haber tenido éxito nuestros educadores e intelectuales en lavar el cerebro de la nación y en persuadir a los jóvenes a creer que sólo son animales en el proceso de la evolución… sólo un brote espontáneo del lodo procedente del lecho de algún océano primitivo… y ahora, después de muchas eternidades, convertido en un simio sin pelo… pero elevándose gradualmente cada vez más alto por causa de su conocimiento y sabiduría… de modo que no hay un estándar definido de justicia o moralidad… y aquello que la sociedad considere correcto, es correcto… o si lo consideran incorrecto, entonces será incorrecto… que no hay tal cosa como un hombre creado a la imagen de Dios que pecó contra su Dios… que Dios (si hay un Dios) no es un Ser perfecto y santo con quién tenemos que tratar, sino meramente una clase de fuerza impersonal cuyo nombre todavía tenemos que usar en ocasiones por causa de nuestra incapacidad para definir ciertos aspectos del universo que parecen todavía estar más allá de la comprensión de la ciencia… y poco a poco, cuando la ciencia comience a comprender estos misterios y a explicarlos… entonces se podrá prescindir por completo de la idea íntegra de Dios como un Ser sobrenatural. POR haberse endurecido de tal modo los corazones de los hombres en el pecado y la inmoralidad que no queda por más tiempo un verdadero sentido de valores morales. Y los pecados más bajos son considerados honrosos y respetables… pecados tan viles que uno dudaría de hasta mencionarlos por nombre en una conversación educada, o incluso por escrito… y en medio de todo esto, son defendidos y honrados incluso por hombres que se hallan en posiciones muy altas en la tierra como un pueblo a ser deseado y alabado. Tal y como lo pone el apóstol Pablo, “no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.” (Rom. 1:32). POR haberse convertido aquellos que profesan ser Cristianos y que profesan honrar la Biblia… en la Iglesia tibia de la profecía, respecto de los cuales, Jesús dijo que si no se arrepentían, “los vomitaré de mi boca…” Jesús dijo, “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.” (Mateo. 5:13). Pero en medio de todo este caos y conflicto que se levantará en la tierra, no desespere el “pequeño rebaño”, que clama al Señor día y noche, por causa de todas las abominaciones que son cometidas en la tierra y en la iglesia… y anímense en la promesa de nuestro Señor, que dijo, “¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Luc. 18:7,8). Retirándose de la Autoridad Establecida Uno podría imaginar que si la autoridad establecida o cuando la autoridad establecida se vuelva opresiva o perversa, especialmente en la Iglesia— entonces Dios tomará medidas inmediatos para anular esa autoridad. Pero los caminos de Dios no son nuestros caminos. Él sabe como tratar con poderes en la tierra o en la Iglesia y así lo hará a Su tiempo. ¿Qué pasa entonces con aquellos que están obligados a vivir bajo esta clase de autoridad? ¿Cuándo, y bajo qué circunstancias, tendrán permiso para desechar esa autoridad incorrecta? La cuestión en lo que se refiere al Gobierno de la Iglesia no es “¿Tienen los apóstoles y los profetas poder y autoridad para gobernar en la Iglesia hoy?” Las Escrituras enseñan claramente que Dios “ha establecido” estos ministerios en la Iglesia. Y aceptamos esto como un hecho, animando a los creyentes a reconocer y a honrar a los ministros a quién Dios ha puesto en la Iglesia para traer orden y armonía al pueblo de Dios. Pero la cuestión que parece estar en duda en las mentes de muchos Cristianos es más bien: “¿He de dar de forma incuestionable mi obediencia y mi sometimiento a un ministerio válido y establecido en la Iglesia? Ó, ¿Tengo el derecho de ‘probar a los que dicen ser apóstoles’? ¿Tengo el derecho de probar sus palabras, sus decretos, sus acciones… y en medio de todo ello mantener una línea abierta y directa de comunicación con Dios solamente, y rehusar permitir que cualquier ministro de Dios u otros, dificulten esta línea de comunicación por causa de su oficio especial?” Tenemos muchas ilustraciones de situaciones en el ámbito de los gobiernos terrenales y eclesiásticos, en las que el pueblo de Dios tenía que decidir si obedecer a la Autoridad, o a Dios, que está por encima de toda Autoridad. Y de la misma manera nosotros tenemos muchos ejemplos de la provisión de Dios para los Suyos en la hora de su opresión. Hasta que llegue la hora de Dios, no hay nada que el pueblo de Dios pueda hacer al respecto, sólo obedecer y someterse a cualquier forma de gobierno terrenal o eclesiástico al que se hallen sujetos. Al rendir esta clase de sometimiento, por supuesto, no están bajo la obligación de violar sus principios justos de conducta en un intento de satisfacer a la Autoridad. Pero en la medida que permita su conciencia, querrán rendir la obediencia debida, hasta que llegue el tiempo en que Dios les traiga liberación. Israel permaneció bajo el yugo egipcio y no tenía otra elección en el asunto hasta que Dios intervino. Fueron llevados a cautiverio babilónico, y fueron exhortados a “servir al rey de Babilonia”, lo cual hicieron. Pero cuando el asunto se convirtió en una cuestión de servir a Dios o al rey, supieron donde había que trazar la línea divisoria. Hemos tenido situaciones parecidas en el ámbito de los gobiernos eclesiásticos a lo largo de la larga historia de la Iglesia. Tremendos han sido la agonía, los temores, y los exámenes de conciencia de los escogidos de Dios, al encontrar necesario en ciertos momentos enfrentarse a la Autoridad establecida y apartarse de su dominio. Siendo guiados por Dios, fueron vistos por los que permanecieron leales a la Autoridad… como renegados y apóstatas. Pero Dios los vindicó una y otra vez, al defender valientemente la Verdad, frente a todo el poder y la fuerza de las autoridades eclesiásticas y terrenales juntas. Quisiéramos recordar al pueblo de Dios que no pueden simplemente desechar la autoridad por causa de ciertos desacuerdos que hayan surgido, o por causa de ciertas presiones a las que hayan estado sujetos. Dios debe indicar Su voluntad en el asunto, y traerá la liberación a Su tiempo y a Su manera. Puede parecer que Dios llega tarde conforme al estándar del hombre, pero Él siempre llega a tiempo. Había necesidad de Reforma muchos, muchos años antes de que Lutero entrara en escena, pero el tiempo de Dios aún no había venido. Y nadie puede leer la historia de la Reforma sin darse cuenta del tremendo examen de conciencia y la agonía de alma que estos hombres de Dios conocieron y experimentaron cuando fueron enfrentados con la decisión de apartarse de la autoridad eclesiástica establecida. Muchos de nosotros hemos pasado por experiencias similares—y aunque quizás no puedan compararse en magnitud con la batalla y la confusión que hemos leído en la Historia de la Iglesia, estamos convencidos de que la agonía de alma y de espíritu fueron igual de amargas. David atravesó por una experiencia similar cuando Dios le sacó de la autoridad y del dominio de Saúl. Dios no abrogó la autoridad de Saúl y David siguió reconociendo a Saúl como el Ungido de Dios, incluso hasta el día de la muerte de Saúl. Pero David sabía que Dios le había librado de la autoridad de Saúl. Habría vuelto con gozo al reino de Saúl y se habría sometido a su dominio de nuevo si Saúl hubiera cambiado sus caminos y hubiera caminado delante del Señor. Pero David nunca vivió para ver ese día, y tuvo que caminar en obediencia delante de Dios, completamente aislado de sus hermanos en el reino de Saúl. Grande fue la agonía de su alma… no simplemente por causa de estar sujeto a ese deambular, sino por causa de que el “ungido” de Dios andaba en perversidad, y David y su banda estaban expulsados, exiliados de la heredad de Dios. “Mi vida está entre leones; Estoy echado entre hijos de hombres que vomitan llamas; Sus dientes son lanzas y saetas, Y su lengua espada aguda….Red han armado a mis pasos; Se ha abatido mi alma; Hoyo han cavado delante de mí; En medio de él han caído ellos mismos.” (Salmos 57:4,6). Las Ovejas de Dios buscan verdadero Reposo Algunos de los pastores de Dios han sido lentos en comprender el sufrimiento y la agonía de las ovejas de Dios en momentos de sequía espiritual y apostasía… y cuando Dios comienza a llamar a las ovejas hacia Si, a una unión consigo mismo solamente, y comienzan a salir de los sistemas y estructuras de Iglesia establecidos… hay con frecuencia consternación y desmayo entre el liderazgo. Y con frecuencia esto produce una mayor tensión de las cuerdas del liderazgo para coaccionar a las ovejas a la obediencia a su autoridad. La cuestión del asunto es que las ovejas, las ovejas de Dios, anhelan verdadera dirección y verdadero liderazgo, pero sus corazones se cansan y sus almas se secan y se llenan de sed al ir de un pasto a otro en busca de verdadero descanso. La mayoría de los pastores no comprenden porque ellos mismos nunca han sido ovejas. No tienen el corazón de una oveja y por tanto, no tienen el corazón de un pastor. Sabemos que siempre habrá las rebeldes y las altivas que nunca vendrán bajo ninguna clase de autoridad… pero estas no son las ovejas del rebaño de Dios. Son las cabras. Las ovejas de Dios buscan verdaderos pastores y verdadero liderazgo… Y por eso, muchas de ellas salen de una clase de atadura, y casi inmediatamente después se someten a otra. Hasta que eventualmente muchas se rinden en desesperación y o bien se establecen en alguna estructura eclesiástica, o se apartan completamente de cualquier cosa que tenga algún parecido con una congregación significativa del Cuerpo de Cristo. Muchos de nosotros hemos conocido mucho de la Gloria del Señor en tiempos pasados y no podemos hallar consuelo en las garantías que recibimos de vez en cuando de que si nos sometemos a este orden concreto de iglesia del Nuevo Testamento, o proseguimos en este fundamento firme, o nos sometemos a este cobertura o a esta otra… todo estará bien. Y aunque en la voluntad de Dios muchos de nosotros nos hemos sometido a alguna forma de orden de iglesia establecida durante un tiempo, sabíamos con certeza que tristemente, la Gloria del Señor faltaba, y seguíamos esperando y orando… y anhelando el amanecer del Nuevo Día en que el Señorío de Cristo dominara cada congregación en Su Nombre del Pueblo de Dios, y en la que cada miembro del Cuerpo supiera lo que era adorar al Señor en Espíritu y en Verdad. Por supuesto, al decir esto, no estamos sugiriendo que deberíamos esperar un regreso de la Gloria que hemos conocido en el pasado. Simplemente reconocemos que la Gloria que hemos conocido en el Pasado es un anticipo y una prueba de lo que Dios tiene en mente, y no podremos estar satisfechos hasta que exploremos toda la herencia. Caleb y Josué no estaban interesados en hacer una segunda incursión en la tierra de Canaán para poder traer otro racimo de uvas de Escol y unas pocas granadas más… sino que habiendo probado ese precioso fruto, no podían quedarse satisfechos por más tiempo con el maná que caía cada mañana por el campamento, con el agua que salía de la Roca o con la Nube de Gloria que cubría el Tabernáculo de día y de noche. Apreciaban todo eso… y nosotros seguimos apreciando todo el camino por el que el Señor nos ha guiado… pero simplemente reconocemos que a pesar del maná, y a pesar del agua de la roca, y a pesar de la nube de gloria de día y la columna de fuego de noche… ESA GENERACIÓN DE ISRAELITAS NO IBA A NINGUNA PARTE. Iban a morir ahí mismo en el desierto. No iban a entrar a disfrutar de la herencia para la que les estaban preparando sus bendiciones del presente. Por toda la tierra testificamos de muchas cosas maravillosas, al derramar Dios de Su Espíritu sobre toda carne. Y a pesar de eso y en medio de todo eso, nos entristecemos viendo una gran medida de la bendición y del poder de Dios en medio de Su pueblo, sin que con frecuencia haya ninguna expectación por entrar en la herencia que es nuestra en Cristo Jesús… ni siquiera el revestirnos de la misma estatura e imagen del Señor Jesús. Y sabemos que si esta no es la visión, y si esta no es la esperanza, si esta no es la expectativa del pueblo de Dios, entonces toda esta bendición, gloria y entusiasmo que prevalece mucho hoy día, significa poco o nada porque no lleva al pueblo de Dios a ningún sitio. Sin embargo, podemos agradecer al Señor que hay un nuevo hambre y una nueva visión desarrollándose en los corazones de los hombres… y muchos están despertando al descubrimiento de que hay de hecho mucha más tierra para ser poseída, y nuevas fronteras en el Espíritu que explorar. Capítulo 3 ­­ La Autoridad del Hijo de Dios “Apacienta Mis Ovejas” – George H. Warnock Capítulo 3 – La autoridad del Hijo de Dios El principio de la autoridad delegada no nos es tan difícil de comprender puesto que está relacionado con nosotros en el ámbito de los gobiernos terrenales. Enviamos embajadores a otros países y ellos envían embajadores a nuestro país. Estos embajadores son delegados por el gobierno del país del que proceden para declarar en su nombre el mensaje que quieren que el otro país tenga. Vive en medio de nosotros... y recibe ciertos derechos, privilegios y garantías de seguridad, aunque el país al que representa pueda en muchos aspectos ser hostil al nuestro. Cuando habla, habla lo que considera que está en la mente del gobierno que él representa. Hasta aquí no es muy difícil hacer la analogía. Jesús dijo, “El me recibe a Mí, recibe al que me envió.” (Juan 13:20). Serían verdaderamente Sus representantes en la tierra, declarando la Verdad de Dios a un mundo enemigo del Gobierno del Cielo. Pero la conclusión a la que con frecuencia llegan los hombres desde este principio no está fundada apropiadamente. “Estos hombres son enviados de Dios y por tanto, nos someteremos a ellos y les obedeceremos a pesar de lo que enseñen… Sabemos que como hombres son débiles y sujetos a debilidad, y puede que no siempre caminen como Jesús anduvo… no obstante han sido delegados por el Señor para representarle en la tierra, y debemos someternos a ellos y obedecerles incluso si en ciertos momentos no tenemos un testimonio claro en nosotros mismos con respecto a sus enseñanzas o las cosas que pretendan establecer…” Este concepto de la Autoridad de los ministros de Dios ha surgido en la Iglesia, con diferentes grados de énfasis, desde los principios más tempranos de su apostasía. Y después de cada nuevo mover del Espíritu de Dios en la tierra… cuando la presencia soberana de Dios comienza a disiparse… tarde o temprano hay una reaparición de la misma enseñanza en una u otra manera. Eso ha resultado en la formación de muchas nuevas denominaciones en la Iglesia a lo largo del tiempo… y también ha producido otras estructuras y sistemas de Iglesia que no han estado tiempo suficiente para hallar su lugar en la historia, y que generalmente no son reconocidas como una estructura denominacional… pero que llevan el mismo sello si las miras fijamente. La fraseología cambia de vez en cuando, pero los conceptos básicos de la doctrina permanecen intactos. Un hombre enviado de Dios tiene la autoridad de Cristo conferida sobre él y debe ser obedecido por causa de esta autoridad y no necesariamente porque sus enseñanzas sean siempre completamente correctas o infalibles. Puede estar equivocado en muchas de las cosas que esté buscando promocionar y puede errar a veces en su entendimiento de lo que Dios está diciendo al pueblo… pero eso es algo entre él y el Señor… (Dios le corregirá en su error). Pero tú y yo debemos darle nuestro sometimiento si hemos de permanecer seguros bajo la cobertura de Dios. Sentimos por tanto que es importante que el pueblo de Dios tenga un entendimiento sano de las Escrituras respecto de todo este asunto de la autoridad delegada; porque aunque estas órdenes eclesiásticqas pronto pasan y se desvanecen, especialmente hoy día cuando Dios está llevando todas las cosas a un final rápido y definitivo… también es cierto que nuevos reinos de naturaleza similar surgen constantemente. Y aunque para muchos Cristianos pueda parecer un asunto insignificante ahora mismo, deberíamos darnos cuenta de que muy pronto puede llegar el día en que los gobiernos terrenales y eclesiásticos de nuevo caminen juntos mano a mano (mientras el misterio de la iniquidad se acelera hasta verse realizado); y el pueblo de Dios va a tener que estar en pie en el poder del Espíritu de Dios contra el poder combinado del Hombre de Pecado y el dios del mundo presente, mientras éste se sienta en el mismo Templo de Dios en la tierra. Persigamos este asunto de la autoridad al estar relacionado con el Hijo de Dios cuando estaba aquí en la tierra. Jesús dijo, “…Me envió el Padre viviente” (Juan 6:56). Todos los cristianos reconocen esto. Pero sigamos un poco más adelante: “Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta…” (Juan 14:10). Literalmente, Él estaba diciendo; “No hablo por mi mismo”, porque el Hijo de Dios en la tierra no fue solo delegado por el Padre para hablar la Palabra de Dios al pueblo, sino que el Padre viviente moraba de hecho en Él y el Hijo hablaba desde el mismo corazón de Dios. La autoridad y el poder que Él manifestó en la tierra no eran como los del embajador que tenía que buscar en su corazón la respuesta que consideraba que agradaría al gobierno en su país natal. Esto era algo muy distinto. Ni tampoco usaría simplemente su buen juicio en asuntos que parecían más allá de Su capacidad de comprensión como hombre. Habiendo aprendido la obediencia por medio de lo que sufrió, era el Hijo que caminaba en unión total con el Padre, de forma que las mismas palabras que hablaba y las obras que hacía… aunque salían de sus labios o emanaban del toque de Su mano… era en realidad Dios el Padre mismo hablando y obrando… al caminar en Su Hijo, hablar en Su Hijo, vivir en Su Hijo y mostrar el amor y la misericordia de Su propio Corazón en Su Hijo. De hecho, no como una clase de robot bajo el poder y el control de un tercero y de forma involuntaria… sino como el Hijo que al venir a la tierra había propuesto en Su corazón hacer la voluntad de Dios y no la Suya.”Vengo, oh Dios, para hacer Tu voluntad”. Cristo nunca fue culpable de actuar por sí mismo, por causa de la autoridad delegada. Conforme al Pacto de la Encarnación, rehusó hacer eso. “He aquí, que vengo, Oh Dios, para hacer TU voluntad.” Fue sujeto a una presión constante para hacer Su propia voluntad, pero permaneció fiel al pacto. Satanás trató de conseguir que actuara para Sus propios intereses como el Hijo de Dios en el Monte de la Tentación (… si eres el Hijo de Dios…) pero Él rehusó firmemente. Los discípulos trataron de conseguir que actuara por Sí mismo, porque estaban seguros de que Él era el Mesías… y sabían que Él sería aclamado como el Mesías simplemente sometiéndose a la voluntad del pueblo, pero Él rehusó ser presionado. No fue por falta de poder o de autoridad que dijo, “NADA puedo hacer por Mí mismo.” (Juan 5:30)… sino fue por causa de la relación de pacto que Él tenía con el Padre. “Nada puedo hacer por Mí mismo porque Me he propuesto hacer y decir todo… EN UNIÓN CON MI PADRE, y no como algo que brote del deseo de Mi propio corazón.” Por tanto, al caminar Jesús en unión total con el Padre, la voluntad del Padre se convirtió en Su voluntad y las obras del Padre en Sus obras… y nunca hubo ningún deseo por Su parte de que fuera de otra forma. Pero fue en obediencia extrema al Padre que aprendería esta clase de unión y sería a través de mucho sufrimiento y angustia que tendría que resistir todos los intentos, fueran humanos o satánicos, de actuar como el Mesías bajo Su propio buen juicio, con la autoridad que el oficio de Mesías llevaba consigo. Habiendo aprendido esta clase de obediencia, se convirtió en UNO con el Padre en todos los aspectos… de forma que incluso en las oscuras horas de angustia en Getsemaní, cuando se encontraba bajo la presión y la carga de los pecados del mundo sobre Sí… clamó en la angustia de Su alma: “Padre, si es posible, pase de Mí esta copa”. Incluso entonces estuvo presto a responder, “Pero no se haga Mi voluntad, sino la Tuya”. Conquistó la tentación de obrar en derecho propio sobre el Monte de la Tentación… Conquistó la tentación de obrar en derecho propio bajo la presión de la gente que quería hacerle rey… y conquistó en Getsemaní bajo la presión de los poderes de la oscuridad para que desechara la copa que Dios le había dado a beber. Fue bueno que Jesús se marchara Ahora bien, parecería lógico que esta clase de Hombre continuara viviendo en la tierra y acabara la obra que comenzó por medio de reunir a las ovejas perdidas de la heredad de Dios. Pero para el desmayo de los discípulos, les dijo que tendría que marcharse… pero que marcharse sería bueno para ellos. Repitamos una y otra vez para que podamos atrapar el significado de estas palabras tremendas: “OS CONVIENE QUE YO ME VAYA… ES BENEFICIOSO… ES BUENO… ES CONVENIENTE… VENTAJOSO PARA VOSOTROS… que Yo me vaya. Porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros…” De la forma más hermosa y más clara que pudiera ser expresada por una traducción, Jesús nos diría que el Espíritu Santo, tomando Su habitación en el Cuerpo de Cristo en la tierra, sería absolutamente TODO LO QUE JESÚS ERA CUANDO ESTUVO AQUÍ en los días de Su carne. Pero sería MEJOR para el pueblo de Dios y daría mayor gloria a Dios porque el Cristo que estaba limitado y confinado por Su humanidad, se universalizaría y se expandiría para abrazar a un CUERPO que llenaría a toda la tierra… y alcanzaría hasta los cielos, por medio de Su exaltación hasta la diestra de Dios. Ahora bien, lo que queremos enfatizar con respecto a la autoridad del ministerio de Cristo en la tierra es simplemente esto: que Su Autoridad EMANABA DE SU UNIÓN CON EL PADRE, Y NO DE SU OFICIO MESIÁNICO. No fue un oficio mesiánico lo que Él vino a cumplir, sino Su unión con el Padre lo que hizo vital a Su Oficio Mesiánico, llenándolo de validez y de significado. La conclusión de todo este asunto es ahora bastante evidente… que los ministros de Dios por todas partes y todo el pueblo de Dios… halle gracia para comprender el significado de esta bella enseñanza. El Unigénito Hijo de Dios no hablaría, obraría o ministraría… en virtud de Su oficio. Entonces, ¿Dónde está ese apóstol, o profeta, o maestro, o sanador, o hacedor de milagros… o anciano o diácono… que pretende ministrar en virtud de su oficio, en lugar de en virtud del Cristo que permanece en él? ¿O el que asume autoridad espiritual sobre las almas de los hombres en virtud de su oficio, en lugar de en virtud del Cristo que domina sus palabras y su estilo de vida por completo? Pero prosigamos con este tema. Cuando Jesús estuvo en la tierra, Él fue el profeta del que habló Moisés, que vendría al mundo, y al que todos los hombres deben oír y obedecer. Él era el Apóstol, el Sumo Sacerdote de nuestra profesión. Él era el Evangelista, el portador de buenas nuevas. Él era el Maestro, que congregaba a su alrededor a los discípulos y les revelaba los misterios del Reino de Dios. Y también era el Buen Pastor… el Buen Pastor que pondría Su vida por las ovejas. Con otras palabras, Él era la plenitud de TODO MINISTERIO. Pero ahora se encuentra exaltado a la diestra de Dios y ha enviado la plenitud de Su ministerio (la plenitud de los cinco ministerios) a la Iglesia. Los cinco ministerios no son otra cosa que un fluir desde Su Trono exaltado en los cielos, del ministerio que era Suyo exclusivamente mientras ministraba en la tierra. Pero ahora Él es glorificado, y como resultado de Su glorificación, Él puede enviar desde Su propio corazón un ministerio colectivo a la tierra que ministre como Él ministraba mientras estaba aquí… pero incluso haciendo “obras mayores” porque Él ha ascendido a un Trono mayor. Entonces, ¿No deberíamos aprender de Su ejemplo? No es por que fuera Apóstol que reclamaba autoridad para derribar el viejo templo, y edificar el nuevo. Fue porque había llegado a una relación Padre­Hijo, y estaba simplemente haciendo lo que Dios hacía. No es porque fuera el Profeta predicho por Moisés que Él esperaba que los seguidores de Moisés escucharan Su Palabra… Era porque estaba mostrando la verdad de Dios, que los hombres que amaran la Verdad (la Verdad de Dios… la Verdad que Moisés había dado... la Verdad que los profetas traían)… entonces Le amarían, porque Él hablaba la Verdad directamente del corazón de Dios. El Hijo honraba al Padre en todas las cosas, y sólo por esta causa Él esperaba que los hombres que amaban a Dios Le honraran a Él. Muchos ladrones y salteadores habían venido antes que Él… y muchos vendrían después. Pero vendrían en Su propio nombre, pretendiendo tener la autoridad del Mesías y afirmando ser el Mesías. Pero Jesús simplemente afirmó HABLAR LA VERDAD Y VIVIR LA VERDAD, y por tanto, aquellos hombres y mujeres que estaban buscando la Verdad, reconocieron la Voz de la Verdad y Le siguieron. POR ESA RAZÓN Y POR NINGUNA OTRA. ¿No nos hemos preguntado por qué Jesús aparentemente evadía el tema de Su mesianismo cuando era enfrentado por los líderes religiosos de Su día? Porque Él no estaba interesado en satisfacer su curiosidad… Sólo estaba interesado en que los hombres llegaran a conocer la Verdad. Decir a los eruditos y sabios teólogos quien era, podría darles algo sobre lo que discutir, pero eso no cambiaría sus corazones. Pero si ellos buscaban la Verdad, descubrirían la Verdad en las palabras que Él hablaba, en la vida que Él vivía y en las obras que Él hacía. Jesús sabía que Él era el Mesías, y Juan había testificado antes que Él era el Mesías; y los sabios de Oriente reconocieron que Él era el Mesías. Pero al proseguir Jesús Su camino en el Ministerio en la tierra, Él no apuntaba a ninguna de estas cosas vindicándose a Sí mismo, o estableciendo Su autoridad sobre la gente. Su único deseo era que los hombres OYERAN y CONOCIERAN la Verdad, y que al conocer la Verdad, pudieran ser hechos libres. Cuando Juan envió una delegación de sus discípulos a Jesús para que pudieran confirmar la convicción temprana de Juan de que Jesús era el Mesías… Jesús podría haber dicho algo así: “Recordad a Juan del tiempo cuando me bautizó en el Jordán… cómo oyó una voz del cielo que decía, “Este es Mi Hijo Amado, en quien tengo complacencia… Recordadle la visión que tuvo de la paloma descansando sobre Mi cabeza… “ ¡No! Porque Jesús quería asegurar a Juan no meramente el gran oficio que tenía como el Mesías, sino que Él era de hecho la viva expresión de la Verdad de Dios en la tierra. “Id”, les dijo, “Y contad a Juan las cosas que habéis VISTO y OIDO: como los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados y los ciegos ven, los muertos son resucitados, y el Evangelio es predicado a los pobres. Bienaventurado el que no halle tropiezo en Mí.” (Lucas 7:22­23). Porque Jesús debía ser honrado y recibido por todos los hombres solo y exclusivamente porque verían al Padre mismo obrando en Él y hablando por medio de Él. Sus ministros deben aprender a honrar por la misma razón, y por ninguna otra. De hecho, Pablo enseñó lo mismo… pero esto es escasamente apreciado. “Seguidme…” (¿Por qué soy el apóstol a los Gentiles? ¡No!) Sino, “Seguidme, así como yo mismo soy seguidor de Cristo…” Si el Gobierno Divino fuera el propósito final de Dios, entonces un Mesías justo y fuerte, gobernando en equidad, quizás podría ser la respuesta. Y si el Gobierno Divino en la Iglesia fuera el objetivo final de Dios… entonces apóstoles y profetas fuertes y justos, ministrando con autoridad y poder, quizás podrían ser la respuesta. Pero el objetivo final de Dios es HIJOS… Hijos de la raza de Adán… caída tan bajo… pero aún por ser levantada tan alto… hasta un UNIÓN CONSIGO MISMO… Hijos caminando en amor, en verdad, en mansedumbre, en misericordia, en gracia… Por tanto, Su propio Hijo debe ser el HIJO PATRÓN, y CONVERTIRSE EN EL CAMINO… porque en todas las cosas, incluso en Su vida aquí en la tierra, debe tener la preeminencia. Lo que hemos observado respecto del ministerio no es una doctrina inverosímil que estemos tratando de promocionar. Jesús no es sólo la VERDAD y la VIDA. Él también es el CAMINO… Y debemos seguirle como el CAMINO, si es que vamos a entrar a la plenitud de la VERDAD y de la VIDA. Dios mismo, en Sus expresiones soberanas desde el Cielo, tuvo mucho cuidado de mostrar al Hijo como el CAMINO y por medio de Él, mostrarnos a ti y a mi EL CAMINO. En ninguna ocasión dijo el Padre: Este es vuestro Rey; este es vuestro Mesías; este es Mi Profeta… someteos a Él. Invariablemente la Palabra era simplemente: “Este es Mi Hijo Amado, en quien tengo complacencia…” Ó, “Este es Mi Hijo, a Él oíd…” “Si eres el Cristo, dínoslo claramente”, le dijeron los judíos (Juan 10:24). Casi parecía que el Señor estuviera evadiendo el tema, y solíamos preguntarnos por qué. Pero declararse a Sí mismo como el Mesías y ser recibido por el pueblo como el Mesías no iba a cambiar sus corazones…pero sí, recibir la Verdad que Él declaraba. Todos andaban buscando al Mesías pero muchos de ellos no anhelaban caminar en la Verdad. Por tanto, Jesús esperaba que todos los hombres Le honrasen, simple y exclusivamente porque Él era el Hijo de Dios, y honraba al Padre en todas las cosas, en las Palabras que hablaba, en las Obras que hacía y en la Vida que vivía. ¿Es necesario sugerir que Dios pueda estar exigiendo menos que esto de Sus ministros en la tierra hoy? ¿O vamos a creer que Dios dará más honor a sus ministros delegados en la tierra hoy día del que daría a Su propio Hijo? ¿O dejarles asumir autoridad espiritual sobre el pueblo de Dios hoy, que ni Su propio Hijo Amado asumiría? ¡Dios nos libre! Porque Sus ministros deben aprender a caminar en los pasos del Señor que los envió, y declarar la Verdad al proceder directamente desde el trono de Dios en el cielo. “Un siervo no es mayor que su Señor, ni es mayor el que es enviado que Aquel que le envió…” Pero cuando Sus ministros aprendan el CAMINO, entonces las ovejas oirán la voz de Dios de nuevo y seguirán. Y entonces será cumplida la Palabra, tal y como está escrito: “El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. ” (Juan 13:20). Capítulo 4 – Betesda, Casa de Misericordia “Apacienta Mis Ovejas” – George H. Warnock Capítulo 4 – Bestesda, Casa de Misericordia “ Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua.” (Juan 5:2,3). Un cuadro de la Humanidad sufriente ¡Qué cuadro tenemos aquí de la humanidad sufriente, que yace desvalida en los cinco pórticos de la Casa de Misericordia! Somos llamados Cristianos y nos enorgullece ser miembros de los “llamados fuera” conocidos como la Iglesia de Jesucristo. Y en esta Iglesia tenemos un ministerio con cinco aspectos designados como Apóstoles, Profetas, Evangelistas, Pastores y Maestros. (Lee Efesios 4:11). Ya hemos observado cómo estos ministerios son simplemente el fluir del ministerio exaltado del Cristo que gobierna en el Sión celestial. Quizás recuerdes como la entrada al Tabernáculo en el desierto estaba compuesta por cinco pilares, sobre los que se colgaba una cortina de lino que formaba la entrada; porque esta era la entrada al lugar ungido, el lugar del ministerio sacerdotal. Este Lugar Santo contenía tres piezas de mobiliario, La mesa de los panes de la proposición, el altar del incienso y el candelabro. En tipo hablaban del Lugar Ungido al que hemos entrado en la Iglesia… un lugar de festejo del Pan del Sabbat, un lugar de Verdadera Adoración, un lugar de iluminación y del resplandor del Espíritu de Verdad. No es el Lugar Santísimo… ese ámbito está aún más adelante… pero es el Lugar Santo del ministerio y de la adoración ungidos… Y creo en el anti­ tipo al que hemos llegado hasta ahora… mientras Dios continúa preparando a Su pueblo para ese ámbito permanente en el mismo Lugar Santísimo. Aquí, en la entrada a la Iglesia, hay “una gran multitud de PERSONAS IMPOTENTES…” No necesitamos centrarnos en esta declaración. ¡Personas impotentes! ¡Sentados a las puertas de la Iglesia! ¡Apiñados en la Puerta de las Ovejas, como ovejas que han sido golpeadas y rotas, heridas y sangrantes, clamando por ayuda! De vez en cuando hay un mover de las aguas… y los que no están demasiado cojos para levantarse y caminar hasta el agua, o demasiado inválidos para moverse… pueden llegar a tumbos hasta las aguas de la mejor forma que saben, para ver si por casualidad, podrían ponerse a la cola para recibir un toque celestial mientras hay aún unción. La unción puede que no dure mucho, o quizás el hombre de Dios se canse antes de tener oportunidad de tocarles… y entonces estos tengan que esperar a que llegue la siguiente reunión de liberación. “Había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.” (versículo 5). Había una multitud de personas impotentes en ese lugar, y sé con certeza que Jesús podía haber sanado a cada uno de ellos. Tampoco puedo imaginar que Su preocupación por las multitudes en Betesda fuera inferior que la preocupación y la compasión que se derramaba de Su corazón en muchas otras ocasiones. Además de todo esto, Él era el Mesías y Él mismo ya había citado las Escrituras que caracterizarían Su ministerio en la tierra: “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18,19) Un hombre sanado Jesús había venido del Padre para hacer todas las cosas que hemos citado en el pasaje de las Escrituras antes mencionado. Entonces, ¿Por qué no busco cumplir Su gran oficio Mesiánico en Betesda y sanar a cada una de las personas impotentes que estaban en los pórticos del estanque, desvalidas, abatidas y rotas? Simplemente porque no vino desde el corazón de Dios para cumplir ninguna clase de “oficio” como tal, sino que vino para HACER LA VOLUNTAD DE DIOS; Y al hacer la voluntad de Dios, cada aspecto de Su llamamiento Mesiánico se cumpliría como Dios había querido, en el tiempo de Dios, y en el orden de Dios. “He aquí que vengo, oh Dios, para hacer Tu voluntad”. Qué importante es que aprendamos a reconocer que Dios tiene un aspecto muy definido y muy explícito de Su voluntad para cada miembro del Cuerpo de Cristo, como hizo con Su propio Hijo; y que hay un tiempo y un momento para el cumplimiento de cada aspecto de Su voluntad en las vidas de Su pueblo. Un apóstol, un profeta un evangelista, un pastor, un maestro, un sanador, un obrador de milagros… estos pueden salir en poder y en autoridad en virtud de su gran oficio y querer cumplir las Escrituras conforme a su llamamiento. PERO LOS HIJOS DE DIOS que quieren caminar en unión con el Padre, no pueden hacer eso. Sus “tiempos” están en Sus manos y su “camino” es dispuesto por el Señor. Sólo pueden ministrar al caminar en armonía con Dios y conforme a Sus caminos, y conforme a Su tiempo, no porque quieran cumplir las Escrituras, sino porque el Autor de las Escrituras les lleva a hacerlo. Antes de que nadie pueda llegar verdaderamente a la perfecta voluntad de Dios, debe haber una completa dedicación de nuestras vidas a Él, hasta que los pensamientos, las intenciones y los motivos de nuestros corazones sean purgados en extremo de todo aquello que pertenezca a la vida del yo. Y desde ahí en adelante, Él continuará guiándonos individualmente hasta que podamos “PROBAR… cual sea la BUENA VOLUNTAD DE DIOS, AGRADABLE Y PERFECTA.” (Lee Rom. 12:1,2). Antes de que podamos cumplir las Escrituras debe haber una completa renovación de la mente y un cambio de nuestro carácter a la imagen de Cristo. La Verdad no es un entendimiento intelectual que perseguimos, sino el carácter de Cristo que es formado en nosotros. Al seguir por el camino de la obediencia a la voluntad conocida de Dios… estando atentos siempre a escuchar la suave y apacible Voz de Dios… poco a poco subimos por la escalera de la Verdad que nos lleva cerca del mismo corazón de Dios. Se nos ha dicho que el Señor Jesús, de niño creció “en sabiduría, y en estatura”. Poco a poco comenzó a comprender que María era Su madre y que Dios era Su Padre, y finalmente, a la edad de 12 años, sabemos que era plenamente consciente de que DIOS ERA SU VERDADERO PADRE. (Por eso consideró él que lo normal era que se quedara un rato en la casa del Padre mientras María y José le buscaban). También es bastante evidente que a la edad de 12 años había adquirido gran sabiduría y entendimiento respecto de las Escrituras; Y por tanto, Él debía ser plenamente consciente del peso del ministerio que sería puesto sobre Él en los días aún por venir. La vida sencilla del Señor Jesús Entonces, ¿Qué hizo Él al respecto? ¿Comenzó a actuar sobre las Escrituras que Le relacionaban con Su Mesianismo, y entonces comenzó a cumplir lo que había leído y estudiado? Su camino estaba claramente establecido en la Palabra. Simplificó Su vida caminando en unión con el Padre Celestial… y como resultado SE CUMPLIÓ TODA LA ESCRITURA QUE DIOS QUERÍA CUMPLIR en el corto ministerio que tuvo en la tierra… y lo que quedó sin cumplirse, Él estaba preparado para confiarlo en las manos del Padre que le había enviado. Hacer la voluntad de Dios era MAS IMPORTANTE para Jesús que intentar cumplir Su oficio Mesiánico. ¿Con qué resultado? Su ministerio fue acortado porque Él fue “cortado de la tierra los vivientes…” Pero hizo exactamente lo que Dios quería que Él hiciera… y las Escrituras que no cumplió mientras estaba en la tierra serán aún cumplidas en Su Cuerpo, mientras Él se sienta en el trono a la diestra de Dios en los cielos. Puede que esto no parezca muy importante para algunos… pero es vitalmente importante. Porque si entendemos este CAMINO, entonces podemos librarnos a nosotros mismos de todas las frustraciones y ansiedades innecesarias que un ministro de Dios tiene que sufrir cuando se propone cumplir un ministerio del Nuevo Testamento, o producir una Iglesia del Nuevo Testamento. No leamos las Escrituras con el pensamiento de que depende de ti y de mi luchar por cumplir todo lo que leemos. En lugar de eso, leamos la Palabra en busca de nuestro pan diario, para que podamos tener la fortaleza y la sabiduría para hacer sólo lo que Dios quiere que hagamos HOY, y gozarnos en la esperanza de la promesa que parece aún imposible de alcanzar. Y estemos seguros de que cada promesa gloriosa de la Palabra que Dios nos ha dado… con todo lo alta e inalcanzable que nos pueda parecer, sin embargo es tuya y mía para abrazarla cuando Dios avive la Verdad de ella en nuestros corazones. Y al caminar nosotros fielmente en obediencia en el ámbito en el que Dios nos ha concedido que andemos HOY, ciertamente llegará el momento en que nosotros también caminaremos en un ámbito que en el presente está mucho más allá de nuestro alcance. No estoy “sujeto a la Escritura” cuando trato de cumplir la Escritura. Sólo estoy sujeto a la Escritura cuando ando en comunión con el Espíritu y en unión con el Hijo… y al hacer eso, doy lugar a que la Palabra se aferre de mi Espíritu y nutra y renueve al hombre interior. “Amado Señor, al meditar en Tu Palabra, ayúdame a saber que tengo en mis manos el plan y el anteproyecto de la mayor y la más maravillosa obra de arte de Tu poder creativo que Tú te hayas comprometido en producir. Porque cuando hiciste los cielos y la tierra… los cielos y sus maravillosas galaxias y universos, y la tierra adornada de hermosura y majestad… Tú tan solo hablaste una Palabra, y fue hecho. Pero cuando consideraste apropiado manifestar Tu obra de arte, la Iglesia del Dios viviente, compuesta de hijos redimidos de la raza caída de Adán, Tú tuviste que descender a las partes más profundas con ellos en la Persona de Tu Hijo, para que en Su muerte, resurrección y exaltación hasta los cielos más altos, también nosotros seamos levantados desde profundidades insondables a alturas inalcanzables, en virtud de Tu propia gracia, sabiduría y poder. Y ahora en este Libro que Tú nos has dado para que leamos, Tú has establecido cada minuto e intrincado detalle de Tu plan y propósito respecto de Tu pueblo. ¿Quién soy yo para poder comenzar a formular y preparar mi vida y mi llamamiento, o las vidas de Tu pueblo, conforme a Tu anteproyecto divino? Lo tengo en mis manos… Lo leo… Lo memorizo… Medito en ello... Pero, ¡Señor! No hay nada que Tú digas que esté en mi deseo el cumplirlo, o en mi poder el lograrlo, a no ser que tu Espíritu en mi sople sobre la Palabra que Tú has hablado, y la convierta en Vida en mí. Por tanto, déjame leer Tu Palabra consciente de que Tú estás haciendo que el mismo rocío del Cielo caiga sobre ella, para que avive el corazón de Tu siervo y tome forma y realidad en mi vida al ser recibida por mí. Dame sólo lo que necesito para hoy porque así nos enseñaste a orar. “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. No tengamos codicia por obtener sabiduría y conocimiento, sin estar aún preparados para digerirlos. Porque otra vez dijiste, “¿Hallaste miel? Come lo que te basta, No sea que hastiado de ella la vomites.” (Prov. 25:16). Estemos felices al caminar dando un solo paso cada vez, siempre que haya unión Contigo, con una Palabra aquí y otra allí a las que podamos aferrarnos. Pero no nos aferremos de las Escrituras como un obrero indisciplinado e ineficiente al coger sus herramientas… para levantar pilares y muros, e instalar el mobiliario… mientras que el fundamento escasamente ha sido puesto. Porque así declaraste Tú que Tu Palabra sería cumplida en un pueblo que entraría en Tu reposo”. “Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá; porque en lengua de tartamudos, y en extraña lengua hablará a este pueblo, a los cuales él dijo: Este es el reposo; dad reposo al cansado; y este es el refrigerio; mas no quisieron oír.” (Isaías 28:10­12). Y como Israel no oyó, la Palabra de Dios, cuyo propósito era llevarlos al reposo, en lugar de eso les haría “venir y caer de espaldas y ser quebrantados, enlazados y presos”. (versículo 13). “Porque si la luz que hay en ti es tinieblas”, dijo Jesús, “¡Cuanto más serán la tinieblas!” Jesús no formuló ningún plan para cumplir las Escrituras, ni para Su propio ministerio… y nosotros tampoco deberíamos hacer nada de eso. Él simplemente anduvo con el Padre en perfecta armonía. Al proceder así, se cumplió todo lo que Dios quería y las Escrituras también fueron cumplidas. Cuantas veces leemos la frase, “para que se cumpliera conforme está escrito…” De ese modo comenzó Él Su ministerio, porque al entrar en la sinagoga de Nazaret después de Su unción y bautismo, y se puso en pie a leer, abrió el rollo en el lugar dónde estaba escrito sobre de Su gran ministerio Mesiánico. Después, habiendo leído la porción que le pertenecía PARA ESA HORA, cerró el libro y lo entregó al ministro de la sinagoga diciendo, “ESTE DÍA se ha cumplido esta Escritura delante de vuestros oídos…” (Lucas 4:21). Habría otros días para cumplir otras Escrituras. Pero para este día eso era suficiente, era relevante y además, Dios era verdaderamente glorificado. Los ministros de Dios con frecuencia se jactan: “Esto es la Biblia y yo la voy a predicar… “Pero Jesús estaba confinado a esa porción de la Palabra que Dios estaba hablando HOY. Dios tiene un anteproyecto para tu vida Dios tiene un maravilloso anteproyecto para tu vida y para la mía, y es un anteproyecto que va más allá de esto para abrazar la expresión colectiva de Cristo en la tierra. Pero sólo el Hijo de Dios es responsable de la ejecución de estos planes en la tierra; y el Vicario de Cristo (el Espíritu Santo de Dios) es el único responsable de manifestarlo… a la manera de Dios, en el tiempo de Dios y bajo la dirección de Dios. Y si fallamos en cualquiera de estas tres operaciones, hemos fallado a la voluntad de Dios. El Estanque de Betesda, la Casa de Misericordia, tenía cinco pórticos… cuyas aguas eran movidas ocasionalmente trayendo alivio a uno o a dos a lo sumo… no era la respuesta final de Dios a la necesidad humana. Pero en medio de la multitud de personas impotentes que languidecían en aquel lugar… caminaba el Hijo de Dios, que era la respuesta Él mismo. “¿Quieres ser sano?”, preguntó Jesús al hombre impotente. “Señor” contestó, “No tengo a nadie que me lleve al estanque cuando el agua es movida…” Ahora bien, damos gracias al Señor por mover las aguas, pero tenemos que darnos cuenta de que ésta no es la plena intención de Dios. Con qué frecuencia hemos testificado de situaciones como esta… “No, no fui sanado…Estaba al final de la cola y la reunión acabó antes de mi turno… había demasiadas personas y el hombre de Dios estaba exhausto antes de que me llegara el turno…” Algunas cosas maravillosas han sucedido en el Estanque de la Casa de Misericordia, pero no esto no ha sido la completa intención de Dios, porque no ha satisfecho las necesidades de una humanidad sufriente. Pero “un cierto hombre” encontró la respuesta. No estaba en el estanque y no estaba en los cinco ministerios… estaba en el Hombre de Galilea. Estaba en Aquel que anduvo en total unión con el Padre. Si tan solo hubiera caminado entre la muchedumbre como el Mesías, como el Profeta, como el Sanador… entonces cada uno habría sido sanado. Pero repitamos de nuevo: Jesús no fue al Estanque de Betesda para tener un ministerio de sanidad, para cumplir Su llamado Mesiánico. Fue allí porque el Padre Le estaba llevando y Le estaba mostrando lo que tenía que hacer. Reacción violenta de los teólogos Por supuesto, cuando alguien comienza a caminar por este ámbito, o a animar a otros a caminar en este ámbito… podemos esperar recibir mucha condenación de los teólogos. Sucedió el día del Rabat. Un poquito de sabiduría y de previsión por parte de Jesús, y podría haberse ahorrado a Sí mismo esta vergüenza. Jesús podría haber esperado al día siguiente. Después de todo, el hombre había estado paralítico durante 38 años… un día más no habría significado tanto. Parecía un intento deliberado de contrariar al orden religioso establecido de ese día. Y quizás lo era… pero no era la obra de Jesús. Porque Jesús no estaba caminando en ningún plan de Su propiedad. Era el plan del Padre Celestial. Y cuando Jesús fue confrontado por los Judíos por esta “gran obra” que Él hizo en el Sabbat, Él inmediatamente declinó su responsabilidad. “Mi Padre trabaja, y Yo trabajo”, dijo. Y esta declaración sólo sirvió para incrementar el problema. Ahora estaba afirmando ser el Hijo de Dios. ¿Te das cuenta de que si Jesús simplemente se hubiera movido en el ámbito de la autoridad delegada, en virtud de Su Oficio Mesiánico, habría sido aclamado como el Rey de los Judíos? La gente siempre está preparada para ir en pos de un líder y para exaltar a un héroe. Y lo intentaron con Jesús. En una ocasión, nos cuenta que se reunieron y trataron de hacer a Jesús Rey “por la fuerza”, pero Él nunca fue arrastrado (Juan 6:15). Pero por afirmar que caminaba en unión con el Padre y que era UNO con ÉL en todas las cosas, Le clavaron en la Cruz. (Meditemos mucho en este asunto). Por tanto, Jesús negó su responsabilidad directa no sólo por “la gran obra” que hizo, sino por haberla hecho en el Sabbat. “De cierto, de cierto os digo: NO PUEDE EL HIJO hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.” (Juan 5:19). Un apóstol, o un profeta, o un maestro, o un evangelista, o un pastor… pueden hacer cosas maravillosas por causa de la efectividad de su oficio. Hombres muy poderosos en la Iglesia o en el mundo no tienen problema en hacer lo que quieran hacer; pueden conseguir un seguimiento para ellos mismos, pero el Hijo de Dios está INCAPACITADO para hacer nada. La incapacidad del Hijo de Dios Eso es decir, el Hijo es incapaz en Él mismo; porque ser un Hijo implica una dependencia total y absoluta del Padre para todas las cosas… no sólo para Sus necesidades físicas y espirituales como tales… sino para la operación del mismo ministerio que Le ha sido confiado. Esto es cierto del Hijo, pero también de los muchos otros hijos. Y Dios solo es glorificado cuando llegamos realmente a esta relación; porque en esta relación nos convertimos en nada en nosotros mismos, para que Él pueda convertirse en el TODO. Qué diferencia cuando los hijos de Dios… disciplinados y aprobados por el Padre… comiencen a ministrar efectivamente en el Cuerpo de Cristo. Habrá pasado toda la confusión, la frustración y la perplejidad de aquellos que están desesperadamente buscando el cumplir su llamamiento y el establecer el Gobierno Divino en la Iglesia, en virtud del oficio para el que hayan sido nombrados, o del ministerio que hayan recibido de Dios. “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente.” (Juan 5:19). Vamos a parafrasearlo un poco. Jesús había sido acusado de hacer algo contrario a la Ley… sanar a un hombre en el sabbat. Pero Jesús contestó, en efecto, “¿Sanar a un hombre en el sabbat? ¡Ese no era mi plan en absoluto! El Hijo no puede hacer nada conforme a Su propio deseo. Vi al Padre sanando al hombre en el sabbat, y Yo sólo hago lo que veo hacer al Padre. Fue el Padre, no yo, quién sanó al hombre… porque Él ha estado trabajando hasta ahora, y ahora Yo estoy trabajando junto con Él.” “Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; Y MAYORES OBRAS QUE ESTAS LE MOSTRARÁ, DE MODO QUE VOSOTROS OS MARAVILLÉIS.” (v. 20). “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; Y AÚN MAYORES HARÁ, porque yo voy al Padre.” (Juan 14:12). Fíjate en esto: LAS OBRAS MAYORES que Jesús dijo que el Padre mostraría al Hijo, han de ser cumplidas en Sus muchos hermanos en la tierra, mientras que Él mismo es glorificado a la diestra de Dios. Repitamos de nuevo lo que ya hemos indicado: si Jesús se hubiera conformado con encerrar Su discurso y Sus obras en Su oficio mesiánico, no habría habido ningún problema con el pueblo. Pero el propósito completo de Dios en el hombre es LA CONDICIÓN DE HIJO, no el ministerio… EL CARÁCTER DIVINO, no el Gobierno Divino. De este modo el Señor Jesús vino a mostrarnos el Camino y a convertirse en el Camino. Como el Hijo Modelo, no “viviría” tan solo por el Padre, sino que ministraría en unión total con el Padre, para que nosotros, que seguiríamos después, también pudiéramos caminar por el camino que nos lleva cerca del corazón de Dios. Ahora era de hecho una “gran obra” la que había hecho en un cierto hombre en el estanque de Betesda. Y Dios ha estado haciendo una “gran obra” a través de su ministerio escogido en la tierra, a favor de unos cuantos que yacían desvalidos en la puerta de las Ovejas, en los cinco pórticos de la Casa de Misericordia. Pero Jesús prometió que habría “mayores obras que éstas”, que harían que los hombres se maravillasen… obras que manifestarían la misma vida de resurrección de Jesús. Hemos probado algo de esto, eso es cierto. Pero todavía ha de ser cumplido en su plenitud cuando los HIJOS salgan en unión con el Padre, en lugar de MINISTERIOS con un oficio profético o apostólico. Muchos cristianos siguen clamando por alguien grande… alguien como Pablo, Elías o Juan el Bautista… o alguien como los grandes hombres que Dios levantó en la historia tardía de la Iglesia. Pero esa no es la respuesta. El corazón de Dios continúa clamando por HIJOS… hijos en naturaleza y carácter como Su Unigénito, que simplemente caminen en Dios. Paralítico durante treinta y ocho años ¡Paralítico durante 38 años! ¿Qué podría significar esto? ¿Por qué 38 años? Al menos tenemos una pista excepcional en la Biblia en cuanto al significado del número 38. En un momento dado durante el segundo año del éxodo de Egipto, Moisés envió espías a la tierra de Canaán para ver la tierra, y que el pueblo pudiera recopilar cierta información vital respecto de la naturaleza de esa tierra y la fortaleza del enemigo, antes de que avanzaran para conquistarla. Todos acordaron que la tierra era muy fértil y productiva, pero diez de los espías desanimaron al pueblo por el poder del enemigo; y los hijos de Israel se apartaron en temor e incredulidad. Ahora bien, los espías habían pasado 40 días investigando la tierra y con el propósito de juzgarles por su desobediencia e incredulidad, Dios decretó que andarían errantes 40 años en el desierto. Los espías habían investigado la tierra durante el segundo año; ahora, en el año cuarenta, la vieja generación había cumplido su sentencia y habían desaparecido por completo de la escena: “Y los días que anduvimos de Cades­barnea hasta cuando pasamos el arroyo de Zered fueron treinta y ocho años; hasta que se acabó toda la generación de los hombres de guerra de en medio del campamento, como Jehová les había jurado.” (Deut. 2:14) ¡Treinta y ocho años de desesperación, sin ninguna esperanza! Pero para este tiempo Dios había levantado una nueva generación y Dios estaba preparándolos para la conquista de Su herencia. Incluso antes de cruzar el Jordán, Dios les daría un anticipo de la herencia que había delante de ellos, y dijo a Moisés: “Hoy comenzaré a poner tu temor y tu espanto sobre los pueblos debajo de todo el cielo, los cuales oirán tu fama, y temblarán y se angustiarán delante de ti.” (Deut. 2:25). En ese tiempo Israel tomaba la tierra de Galaad y de Basán en conquista, bajo el liderazgo de Moisés, al lado oriental del Jordán; y la tierra fue dada a Rubén y Gad a la media tribu de Manasés, por petición propia. Estaban satisfechos con la rica tierra de pastos y no tuvieron deseo de proseguir más allá del Jordán. Hay muchos hoy día en la Iglesia como Rubén, Gad y Manasés, que sienten que han avanzado suficiente. Hablar de la herencia más allá del Río en las montañas y en las colinas de Canaán… se considera una enseñanza demasiado “lejana”. Lo que tenemos es bueno. ¿Para qué preocuparse por lo que pueda haber más allá del Río? Acampemos aquí, en las riberas orientales del Jordán, y busquemos crecer con lo que ya hemos recibido. Hablamos en lenguas como los Pentecostales. Tenemos los dones del Espíritu. Profetizamos. Tenemos sanidades. Tenemos una alabanza y adoración muy hermosas. ¿Para qué animarnos con cosas “distantes” más allá del Jordán? Pero la “multitud de desvalidos” sigue yaciendo a la entrada de la Iglesia… golpeados, rotos, física y espiritualmente enfermos. ¿Y como descansaremos hasta que veamos lo que Jesús prometió: “mayores obras que estas de modo que vosotros os maravilléis?” Mayores obras que éstas Ahora que “las obras mayores” han de ser cumplidas en la tierra en virtud del hecho de que el Hijo ha regresado al Padre, y ha enviado al Espíritu de Dios a los corazones de Su pueblo. Él es el Cristo exaltado, el Ungido… y ahora, en exaltación, el aceite fluye de la barba de Aarón “hasta el borde de sus vestiduras”. Somos ungidos con la “misma unción.” (1ª Juan 2:27). Y con esta “misma unción” debemos aprender a caminar por el mismo camino por el que caminó el Señor cuando estaba aquí, no en emulación… sino en el conocimiento de la misma unión con el Hijo que Él conoció con el Padre. Lo que Dios hizo en la iglesia primitiva fue solo el comienzo de las “obras mayores”. Dios siempre reserva el “mejor vino” para el final; y el tiempo de la cosecha siempre es más fructífero que el tiempo de siembra de la semilla. Todavía hemos de testificar en la tierra la medida completa de lo que Jesús prometió justo antes de que se marchara: “…Y mayores obras que éstas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis. Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. (Juan 5:20­21). ¡Vida de Resurrección! ¡No un mero evento histórico del futuro, sino el Cristo viviente caminando y viviendo en los corazones de los hombres! La Iglesia primitiva tuvo una gran medida de este vida, mientras Dios se movía poderosamente en gloria y poder. “Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano.” (Hechos 4:10). Sabemos que habrá un día de resurrección en el que los muertos “oirán la voz del Hijo de Dios” y saldrán en vida de resurrección…pero recordemos el hecho de que la Vida de Resurrección no es meramente un evento que tiene lugar, sino una Persona que está viva y con nosotros hoy. Jesús dijo, “Yo soy la Resurrección y la Vida…” Y Dios quiere que nosotros andemos en la gloria y el poder de esta vida. “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” (Rom. 8:11). Hay tantas, tantas Escrituras en el Nuevo Testamento que enfatizan esta Vida… y todos nosotros las hemos leído muchas veces. Pero este seguros de que Dios todavía producirá un testimonio poderoso respecto de esta Verdad, como lo ha hecho con otros aspectos de la Verdad. Sabemos que en gran medida la Verdad se perdió o se oscureció en el Oscurantismo… Pero Dios, en gran soberanía comenzó a restaurar Luz y Verdad; Y así como lo hizo, confirmó poderosamente la Palabra que Él mismo envió, con una poderosa operación de Su Espíritu. Toma Hebreos 9, el capítulo conocido como las verdades fundamentales del Evangelio. Cuando Dios comenzó a restaurar estas verdades fundamentales—una a una—Él mismo dio testimonio a la Verdad con una poderosa manifestación de Su Gloria. Arrepentimiento de obras muertas. Desde los tiempos de la Reforma y en adelante, hubo poderosas operaciones de Dios en esta área, al ser llevados los hombres al descubrimiento de que sus obras religiosas no eran otra cosa que obras “muertas” a los ojos de Dios, y sin ninguna clase de provecho para nada. De la fé en Dios. El arrepentimiento era el aspecto negativo… pero éste era el positivo. La “fé” se convirtió en una nueva verdad en la tierra… estaba ahí, en la Palabra, eso es cierto… pero muy poco de la misma en los corazones de los hombres hasta que Dios envió la Palabra de Fe… y las naciones literalmente fueron sacudidas bajo el impacto que Dios había enviado. Lo siguiente era… La doctrina de bautismos. Hay “un bautismo”, pero hay diferentes aspectos del bautismo. Hay un bautismo externo, con agua. Pero el bautismo real es un bautismo espiritual. “Porque por un Espíritu somos todos bautizados en un mismo cuerpo…” Este es un bautismo colectivo en Cristo, de la misma manera que todo Israel fue bautizado en Moisés “en la nube y en el mar”.”Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.” (1ª Cor. 12:13). De este modo, el bautismo en el Espíritu Santo se convierte en algo muy personal e individual igualmente. Siempre había estado ahí, en la Palabra, y los hombres habían leído de ello y habían hablado de ello. Pero llegó el tiempo de la restauración cuando Dios puso un énfasis poderoso en ello, y los hombres y las mujeres comenzaron a experimentar Pentecostés, con el poder y gloria que lo acompañaban. Una vez más la Iglesia fue sacudida… y las naciones fueron sacudidas cuando Dios restauró Pentecostés a Su pueblo. Y de la imposición de manos. Esto vino después. Estaba desde tiempo atrás en la Palabra, y se practicaba con frecuencia la “imposición de manos”. Pero normalmente era el mero hecho de un ritual sin significado. Pero de nuevo Dios lo trajo en poder y fuerza, y Dios confirmó la verdad de ello a corazones hambrientos. Y de nuevo la Iglesia fue sacudida y la tierra fue sacudida, cuando Dios restauró Sus dones y ministerios a corazones hambrientos. Y de la resurrección de los muertos. ¡ESTO ES LO SIGUIENTE! Hemos hablado de ello. Profesamos tener la Vida de Resurrección de Jesús dentro de nosotros… porque la Biblia dice que la tenemos cuando recibimos a Cristo, y creemos la Palabra. Pero Dios aún hará manifiesta la plenitud de la Vida de resurrección de Jesús aquí en la tierra. Lo testificamos en el bautismo... y al seguir sometidos a los tratos de Dios, andaremos aún en la plenitud de Su Vida. “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” (Rom. 6:4). No te desanimes si descubres, como la mayoría de nosotros hemos descubierto, que este maravilloso milagro de la vida no sucedió inmediatamente cuando bajaste a las aguas. Y no pienses ni por un instante que un segundo o tercer bautismo… podría de alguna manera obrar el milagro de Vida que deseas tanto. Simplemente reconoce que ahí estaba, en el bautismo, que indicaste tu fe en Cristo y tu deseo de ser UNO CON ÉL. Si tu matrimonio parece haber fracasado, no lo achaques a los votos matrimoniales... simplemente reconoce que en verdad no te UNISTE al Señor, y continúa siguiendo a esa visión hasta que esa unión se convierta en algo significativo, vital y real. Cuando bajaste a las aguas del bautismo con tu Señor, indicaste tu intención de convertirte en UNO CON ÉL en todas las cosas… ahora el Señor quiere sujetarte a eso. Jesús oró que sería así: “Como Tú, Oh Padre en Mí, Yo en ellos, para sean UNO en nosotros…” Tú testificaste que así sería cuando Le tomaste en el bautismo. Ahora bien, ¿Por qué temes abrazar la Verdad de ello, al querer Dios atarte a Sí mismo, hasta que de hecho estés en una unión total con Dios? “Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección.” (Rom. 6:5). ¿Cuándo? ¿En el Día de la Resurrección, en un futuro lejano? Cierto, ese día vendrá y nosotros esperamos el día en que esta “mortalidad” sea absorbida por la vida”. Pero incluso ahora, Él manifiesta esta Vida DENTRO de nuestra mortalidad: “Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia.” (Rom. 8:10). “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros…llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la VIDA de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la VIDA de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.” (2ª Cor. 4:7,10,11). Por causa de la debilidad de nuestra carne, tenemos a veces que nunca llegaremos a conocer al plenitud de la VIDA hasta que nuestros cuerpos sean cambiados. Y de hecho, en este cuerpo “gemimos”, anhelando la glorificación completa. Pero no queremos perdernos la experiencia de la VIDA DE RESURRECCIÓN aquí y ahora, al participar de Sus padecimientos, y saber lo que es que la misma Vida de Jesús “sea manifiesta en nuestra carne mortal”. La Unión con Cristo glorifica al Padre Cuando Jesús habló de ser UNO con el Padre, el pueblo dijo que Él blasfemaba… que se estaba haciendo a sí mismo igual que Dios. Pero de hecho, no lo era… “Mi Padre mayor es que Yo”, dijo, y de nuevo: “Nada puedo hacer por mi mismo…” En este ámbito Dios es realmente glorificado; porque en este ámbito debemos menguar para que Él pueda crecer. En este ámbito no podemos hacer NADA, para que Él pueda ser el que hace TODAS LAS COSAS. En este ámbito no tenemos justicia propia, ni verdad propia. Todo esto lo tenemos que sacrificar. Todos los propósitos y ambiciones egoístas deben ser echados a un lado. Todos los talentos, los dones, las capacidades, han de ser puestas sobre el Altar de la ofrenda quemada… el altar del sacrificio total. (Recuerda, Ismael debe se desechado, pero Isaac el amado tiene que ser puesto en el Altar de la Ofrenda Quemada.) A partir de aquí debemos caminar sólo en Su Vida, en Su Verdad, en Su Justicia. Su propósito en nuestras vidas es lo único que nosotros perseguimos y hacer Su voluntad se convierte en nuestro premio supremo. A partir de aquí debemos vivir y trabajar y ministrar sólo en TOTAL UNION CON ÉL. Los requisitos imposibles del Nuevo Pacto ya no son una piedra de tropiezo para los hombres de fe, porque han aprendido que Dios es el Dios de lo imposible. Y una vez más, que podamos repetir la promesa de Jesús que Él nos dejó justo antes de Su partida… y que podemos parafrasear de la siguiente manera: “Os digo la verdad cuando digo que es para vuestro bien y para vuestro bienestar que Yo me marche… para que Yo, que soy la Verdad que mora con vosotros, pueda entonces morar en vosotros… y ser para vosotros todo lo que Yo soy ahora, mientras permanezco aquí, en medio de vosotros…” Por supuesto, todos somos muy rápidos en afirmar que el Espíritu Santo ha venido a morar en nosotros, como el fiel Abogado de Dios en la tierra. Y estamos convencidos que sólo hablará las palabras de Cristo y sólo hará Sus obras. Pero habiendo afirmado esto, inmediatamente nos excusamos a nosotros mismos por poner nuestras propias ideas y por formular nuestras propias doctrinas y hacer nuestras propias obras… y después, pedir al Espíritu Santo que venga a nosotros y nos ayude en nuestros valiosos esfuerzos. ¿Cuándo va a llegar la Iglesia de Jesucristo al solemne descubrimiento de que hemos hecho prácticamente imposible al Espíritu Santo el cumplimiento del propósito por el cual vino a la tierra: hablar sólo las Palabras de Cristo y hacer sólo Sus obras? ¿Cuándo vamos a darnos cuenta que cuando Él habla, Él debe hablar por tus labios y los míos, y que cuando Él ministra, Él ministra por tus manos y las mías, y cuando Él camina en la tierra, Él camina en tus pies y en los míos? ¿Cuánto tiempo ha de pasar hasta que nos demos cuenta que NOSOTROS SOMOS EL TEMPLO del Espíritu Santo? ¿Por cuánto tiempo intentaremos USARLE en lugar de ser USADOS por ÉL para hacer Su obra? ¿Por cuánto tiempo todavía vamos a pedirle que unja nuestras palabras y que confirme nuestras doctrinas, en lugar de reconocer que no tenemos derecho a nuestras propias enseñanzas…. Y que SÓLO hemos de hablar lo que Él está hablando? ¿Cuánto tiempo aún vamos a estar intentando edificar la Iglesia de Dios, con Su ayuda y ánimo, en lugar de darnos cuenta de que Él es el Constructor del Templo de Dios en la tierra, y que nosotros simplemente hemos de trabajar junto con Él, haciendo sólo lo que Él está haciendo? Si Él viniera a habitar en un templo hecho de madera y piedra, entonces yo podría excusarme a mí mismo por mis limitaciones, y podría honrar al que hablara desde el oráculo del Templo. Pero si Él viene a habitar en el TEMPLO QUE YO SOY, entonces no tengo elección en el asunto. Él debe poseerme completamente porque Él está BAJO LA OBLIGACIÓN de no hacer nada, y de no decir nada “de Sí mismo”, sino sólo aquello que procede del Hijo de Dios glorificado en los cielos. Avancemos abrazando esta Gloriosa Verdad: Porque una vez que abrazamos la Verdad, incluso aunque aún no esté completamente en nuestra posesión… no obstante nos proyectamos a nosotros mismos en una medida mayor de cautividad hacia Él, y a la par, hacia un reino de libertad más alto en Él, del que hemos conocido antes, porque siempre es cierto que cuánto más cautivos nos hacemos de Él, que es quien nos ha liberado, más libertad disfrutaremos de hecho. Otro Abogado El Espíritu Santo es llamado el “Otro Abogado”… porque Jesús es el que se sienta entronado en los cielos como Hombre glorificado; mientras Él, el Espíritu Santo, es el que mora en el Cuerpo de Cristo en la tierra. No nos volvamos “teológicos” sobre esto. ÉL es llamado “Otro abogado” sólo por el hecho de que el Cristo mismo en el tiempo presente esté separado de nosotros corporalmente; y puesto que nosotros somos DOS, y aún así UNO (porque somos un pueblo colectivo, y sin embargo uno con la Cabeza)… así el abogado es DOS, y sin embargo UNO. De hecho, Él es el mismo Cristo que anduvo un día en la tierra, pero que ahora habita en nosotros en forma espiritual. “No os dejaré huérfanos”, dijo Jesús, “Vendré a vosotros”. Y al hacer esta promesa, Él se estaba refiriendo a la venida del Espíritu Santo a habitar en Su pueblo (lee Juan 14:18). El Espíritu Santo, por tanto, es el Espíritu de Jesús (lee Hechos 16:7). Él es el Espíritu del Hijo de Dios (Gál. 4:6). Y cuando Él viene a tomar Su habitación en el Templo no hecho de manos, Él lleva la misma relación con el Hijo en el trono que la que el Hijo tiene con el Padre. Ahora bien, somos el CUERPO en el que mora el Espíritu Santo. “Estamos unidos al Señor” y por tanto somos “UN ESPÍRITU” con Él (1ª Cor. 6:17). Él, el Espíritu de Dios, siendo la vida del Cuerpo de Cristo, hace posible esta clase de relación. Es el deseo del corazón de Dios para los suyos. Es parte de Su plan. Jesús disfrutó esta unión íntima… pero también dijo que era MEJOR que se marchara, para que sus muchos hermanos también pudieran participar de esta gloriosa relación. Para que todos sean Uno… “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean UNO EN NOSOTROS; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean UNO, ASÍ COMO NOSOTROS SOMOS UNO. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en UNIDAD, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.” (Juan 17:21­23). La enseñanza que tanto prevalece en la Iglesia hoy de que los Cristianos en todos los sitios deberían olvidar sus diferencias y unirse en una extensa unión, no tiene nada que ver con el cumplimiento de esta maravillosa oración de Jesús. Jesús oró por esto: que pudiéramos llegar a una unión perfecta con Él mismo, como Él está en una unión perfecta con el Padre, y de este modo, revelar la perfección y la gloria de Cristo en un mundo de pecado y de incredulidad. Ahora bien, el Espíritu de Dios habita el Cuerpo de Cristo en la tierra para hablar y para declarar lo que Él oye decir al Hijo. Esa es la razón por la que hay muchos, muchos hoy día en la tierra que están comenzando a oír estas palabras. Lo hemos leído muchas veces en los años pasados… y lo reconocimos como una oración muy hermosa…. Algo que revelaba el deseo del corazón de Jesús… pero por supuesto sabíamos que simplemente no podía suceder. Entonces, repentinamente escuchamos al Espíritu declarándolo en la tierra… y al caminar en el Espíritu, la Voz se vuelve cada vez más pronunciada, y somos empujados a decir: Jesús oró por esto, Jesús declaró esto, el Espíritu de Dios está declarando esto… Yo debo declararlo. ¡Que gran diferencia supondrá cuando el Ministro de Cristo en la tierra comience a hacer este compromiso sincera y verdaderamente: “Señor, Tú has declarado cosas tan maravillosas en Tu Palabra… y hemos tratado de explicarlas y de exponer muchas cosas que hemos leído. Pero de ahora en adelante, que Tú selles nuestros labios con las palabras del Pacto Padre­Hijo, “He aquí que vengo, Oh Dios, para hacer Tu voluntad.” Quita de nuestros corazones cualquier deseo de exponer las Escrituras que Tú no estés iluminando por Tu Espíritu, o de declarar misterios que Tú no hayas escogido desenmarañar a la fecha. Y que nuestros oídos sean verdaderamente perforados por la circuncisión de tu Espíritu para que sólo escuchemos las Palabras que Tú estás pronunciando directamente desde el trono, y entonces, tener la gracia y la autoridad para declarar la Verdad a las ovejas de Tu prado.” “No hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere.” (Juan 16:13) No hablará DE LO SUYO. Y puesto que Él habita en el Cuerpo de Cristo en la tierra, y es de hecho la misma vida del Cuerpo, significa que los miembros de Cristo en la tierra no pueden permitirse el lujo o el privilegio de predicar y de enseñar desde los depósitos de su estudio y aprendizaje, ni tampoco de lo que han descubierto en las Escrituras. No es suficiente que Dios haya visto apropiado registrarlo en las Escrituras… lo importante es esto: “¿Estoy escuchando lo que el ESPÍRITU ESTÁ DICIENDO a las iglesias, en este preciso momento?” De hecho es un llamamiento muy alto, e imposible de lograr por medio de ningún esfuerzo humano. Pero cuando captemos la visión de la relación Hijo­Padre, los vínculos de esta relación tomarán un cada vez mayor control de nuestras lenguas, de nuestro ser íntegro, y de nuestra completa forma de vivir… de modo que hablaremos, declararemos, trabajaremos y ministraremos simple y exclusivamente de la manera que el Cristo exaltado envíe Su Palabra por Su Espíritu. Este es el Standard de Dios y Dios no va a permitir nada menos que esto por la simple razón de que Él ha provisto para el Standard que Él demanda. Si Él hubiera de permitir menos que eso, entonces tendría que condonar la incredulidad del hombre en este asunto, algo que Él no va a hacer. Todo lo que ahora tenemos de Dios… justificación por la fe, el bautismo del Espíritu Santo, los dones del Espíritu en sus varias operaciones externas… todas estas cosas estaban en el ámbito de lo imposible en un momento dado. Pero cuando llego el tiempo de que Dios lo trajera al ámbito de la experiencia humana, Dios proveyó completamente a ese fin y envió Su Palabra respecto de eso. Después, cuando el pueblo de Dios captó la Palabra que Él enviaba, ésta comenzó a obrar en sus corazones hasta que finalmente dio a luz en la Tierra aquello que Dios había provisto. Hoy, Dios está enviando Su Palabra respecto de este alto y santo llamamiento de UNIÓN TOTAL CON SU HIJO, no sólo en lo que respecta al ministerio de la Palabra, sino en lo que respecta a la vida y al caminar del Cuerpo de Cristo completo… y Él envía esta Palabra para que podamos abrazarla, y finalmente para que nos apropiemos de ella y caminemos en ella. En la operación de la fe siempre hay un proceso que tiene lugar… y Dios simplemente está pidiendo a Su pueblo que continúe sometiéndose a Sus tratos, y al mismo tiempo, que crea y abrace Su Palabra hasta que Él haya logrado el deseo de Su propio corazón. Dijimos que Dios no es indulgente con el fracaso humano… pero si hace provisión para ello… y precisamente de eso va la gracia de Dios. Por tanto, nosotros simplemente reconocemos que no hemos alcanzado este alto estándar que Dios tiene en mente, y seguimos buscando Su rostro a ese fin. Mientras tanto, confesemos que todos estamos sujetos a error por causa de nuestra debilidad, tropezando a veces en nuestros propios caminos… y no permita Dios que las ovejas de Su prado en ningún momento se aferren a ninguna palabra que proceda de nuestra boca que primero no procediera de la boca de Dios. No permita Dios que ninguna de Sus ovejas siga voluntariamente a ningún ministro de Dios en ningún modo de comportamiento o enseñanza que no se origine en el corazón de Dios. Bienaventurados son los que tienen hambre y sed Incluso cuando hablamos del propósito del ministerio de traer al pueblo de Dios a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo… reconocemos que hay muchos que se sienten descuidados y frustrados porque han sido presionados en circunstancias y situaciones que no parecen tener como objetivo la revelación del carácter de Cristo en ellos… Y sin embargo al mismo tiempo, sienten en sus corazones un tremendo anhelo y deseo de ir todo el camino con el Señor, y hacer Su voluntad. Entonces, que el pueblo de Dios que se encuentra sujeto a pruebas de esta naturaleza, descanse confiado en el conocimiento de que lo que el hombre o el diablo pretenda para mal, Dios lo tiene pensado para tu bien. Y aunque tú anheles y tengas sed de la lluvia del Cielo que refresque tu Espíritu y te anime en tu crecimiento en el SEÑOR… y aún así te encuentres a ti mismo en una tierra baldía y sedienta, un desierto árido y aterrador… ten por cierto que: Dios es fiel y hará que Su Palabra descienda como rocío sobre tu vida mientras esperas en Él. Con frecuencia tendrás que andar en oscuridad… con frecuencia, aislado de tus hermanos. Pero un día, cuando la prueba del desierto haya cumplido su propósito, y haya llegado a su fin, descubrirás que lo que te faltaba de la lluvia, Dios lo proveyó en el rocío. Porque ahí mismo, sobre el rocío, caía el maná del Cielo mientras dormías, y ahí mismo lo recogerás por la mañana, antes de que el calor del sol lo haga derretir. Capítulo 5 – La relación Colectiva “Apacienta mis ovejas” – George H. Warnock Capítulo 5 ­­ La relación colectiva Dios está edificando un Templo Dios está edificando un Templo en la tierra no hecho de mano, un Templo cuya gloria resplandecerá por toda la tierra. Si alguna vez ha habido necesidad de un liderazgo genuinamente dado por Dios en el ministerio, es ahora. Y “si la gloria postrera de la casa será mayor que la primera”... entonces podemos estar seguros de que aquellos a quienes Dios ha ordenado para enseñar, para instruir y para dirigir al pueblo de Dios en Sus caminos, serán tan cuidadosamente escogidos y disciplinados por el Señor como lo fueron los líderes de los templos menores de Dios de tiempos pasados. Es Dios quien escoge, ordena y establece en el Cuerpo de Cristo a aquellos a quienes Él ha escogido y a quienes ha preparado para dirigir a Su pueblo a la tierra de su heredad. Ningún hombre toma esta honra por sí mismo, sino que Dios mismo nombra conforme a Su propia voluntad; y son enviados al pueblo directamente desde el trono. Dios puede o no usar a otros hombres para designar a Sus vasos escogidos; puesto que Josué fue designado por Moisés y Pablo por Ananías, y los ancianos de las iglesias fueron puestos en su lugar y designados por otros ministerios en la Iglesia. Pero el oficio conferido de esta forma sobre tal ministerio, procede directamente del trono y no de aquel a quien Dios puede haber usado para ordenarle. Jesús mismo fue designado por Juan el Bautista, pero Dios puso un sello especial sobre Él en forma de paloma del cielo y una voz que dijo, “Este es Mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” Fíjate de nuevo que fue al Hijo a quien Dios ordenó, no al Mesías; y al ser ordenado y designado como HIJO, Él sabía que debía caminar constantemente en el ámbito de la CONDICIÓN DE HIJO, lo cual implica obediencia absoluta y total al Padre en todas las cosas. “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por los siglos de los siglos.” (Heb. 1:8). Y otra vez, “Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres; pero la palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre. “ (Heb. 7:28). Él era el Mesías, el Cristo. Otros Mesías habían venido en Su propio nombre… otros vendrían aún en su propio nombre… Pero Él es el único HIJO­ MESÍAS, lo que implica que Dios el Padre permanece como el Soberano supremo por encima de todo, incluso mientras el Hijo reina en el trono. Porque cuando Él fue exaltado al cielo más alto, y al recibir un nombre que es por encima de todo nombre, esto no fue en modo alguno una división de la Autoridad de la Deidad… fue mas bien el ejemplo de Cristo, CONVIRTIÉNDOSE DE HECHO EN ESA AUTORIDAD, sentado a la diestra de Dios, hasta que todos sus enemigos hayan sido puestos bajo Sus pies. Mientras tanto Él reina en medio de Sus enemigos y está preparando un pueblo, haciéndoles un pueblo dispuesto para este Día de Su poder. (lee el Salmo 110). Nuestra relación con el Cuerpo de Cristo Cuando los propósitos de Dios se aceleran en su cumplimiento, El que se sienta entronado a la diestra de Dios está literalmente sacudiendo “los cielos y la tierra”… y está haciéndolo así en nombre de Su pueblo, que son participantes de Su Reino inconmovible. Mientras tanto, al pasar el viejo orden en el mundo y en la Iglesia para dar lugar al nuevo, Dios no quiere que seamos meros espectadores, observadores que están ahí viendo lo que va a suceder. Los hombres de visión han de ser hombres de fe… no deben ver solo lo que Dios está haciendo, deben abrazarlo y llegar a involucrarse. Y al hacer eso, comienzan a descubrir una nueva relación en el Cuerpo de Cristo, una relación que jamás habían conocido anteriormente. Quizás una de las primeras cosas que descubrimos es el hecho de que no podemos por más tiempo ser una ley para nosotros mismos. Ni podemos tampoco imaginar que en nuestra relación personal e individual con Cristo podemos alcanzar el estándar que Dios quería para nuestras vidas, aparte de una relación recta con nuestro hermano. Esto no es simplemente un arreglo arbitrario por parte de Dios. Brota del hecho de que Dios demanda (en virtud de los infinitos anhelos de Su propio corazón), un CUERPO en el que Él pueda morar y por medio del cual Él pueda expresar toda su plenitud gloriosa. Cierto, Él encontró Su Cuerpo en la Persona de Su propio Hijo… y Dios halló deleite supremo en Él. Pero el amor de Dios y el propósito de Dios no podía pararse aquí; y la expresión del corazón de Dios en Su propio Hijo debe hallar un ensanchamiento aún mayor en Sus muchos hermanos. Sobre la tierra Jesús era de hecho el mismo Templo de Dios. Pero ahora y en adelante, en Su exaltación, Él se convertiría… no en el Templo, sino en la Piedra angular de un Templo engrandecido compuesto por Sus muchos hermanos. Por tanto, esta ha sido la carga del Espíritu de Dios en la tierra desde Su exaltación en los Cielos… y particularmente en este momento presente, en el que los propósitos de Dios se apresuran hacia su cumplimiento completo. Una vez que abrazamos completamente esta revelación, no queda más lugar ni deseo de un espíritu de individualismo que ha prevalecido en tiempos pasados, con respecto a nuestra relación con el Cuerpo de Cristo. No puedo “ir solo a través de esto”. Sólo soy un miembro de un vasto Cuerpo, y como tal, tengo responsabilidades con mi hermano al venir a sujeción a la Cabeza del Cuerpo que es Cristo. La cabeza gobierna desde el Cielo, y ha puesto ministerios en la Tierra. “Para el perfeccionamiento de los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo.” Por tanto, estoy directamente relacionado con el resto de los santos de Dios, si es que soy un miembro de Su Cuerpo. No debemos perder esta visión porque nuestra relación individual con el Señor dependerá grandemente de nuestra relación colectiva con el resto del Cuerpo. Por vía de ilustración, observemos: Israel debe salir de su esclavitud como pueblo colectivo. La aproximación “individual” que Moisés intentó 40 años antes, sólo podía fracasar; El plan de Dios era para toda la nación. Israel debe cruzar el Mar Rojo como nación; y al pasarlo, fueron “bautizados en Moisés” como nación, “en la nube y en el mar.” Deben someterse al gobierno que Dios ordenó para ellos en el desierto como nación. Había doce tribus. Cada tribu tenía su propio liderazgo, con todas las cabezas tribales formando un liderazgo colectivo bajo Moisés y Aarón. Fueron juzgados como nación cuando rehusaron ir a la Tierra de la Promesa… muriendo la vieja generación y abriendo camino para una nueva generación que se levantaría para tomar la heredad. La nueva generación debe cruzar el Jordán como nación. Caleb y Josué no podían entrar solos. Tenían que esperar a la nueva generación que Dios estaba preparando en el desierto La nueva generación fue circuncidada como nación. Era una nueva circuncisión, preparándoles para la nueva tierra. Deben poseer la tierra como nación. Las dos tribus y media que se contentaron con su heredad al lado oriental del Jordán no podían poseer su heredad hasta que toda la tierra hubiera sido conquistada. No podían vivir para sí mismos… aunque eran tribus distintas dentro de la nación. Dios estaba tratando con un pueblo. Lucharon sus batallas como nación, lograron la victoria como nación, sufrieron la derrota como nación. De hecho, cuando un hombre pecaba, Dios decía. “Israel ha pecado” y toda la nación sufría derrota por causa de la idolatría de un hombre. (lee Josué 7:1­12). Creemos que estas cosas fueron escritas para nuestra amonestación e instrucción, para que podamos conocer como hemos de relacionarnos unos con otros, como co­ ciudadanos de la “Santa Nación” de Dios. El propósito de la Liberación de Dios Dios es un Dios de orden. Todo lo que Dios hace, lo hace en orden y en armonía. El gobierno divino va precisamente de eso. Sin embargo, necesitamos recordar el propósito de Dios no sea que caigamos en la trampa de pensar que el deseo de Dios es establecer alguna clase de jerarquía en la tierra, y que su propósito final sea simplemente el Gobierno Divino. El Gobierno divino es más bien los medios. Su propósito es orden, armonía, unidad… y finalmente LIBERACIÓN. La creación está anhelando la liberación mientras gime y tiene dolores de parto y su gemir está dando a luz a HIJOS DE DIOS, no a reyes ni dictadores… no apóstoles, ni profetas ni evangelistas, ni pastores ni maestros… “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los HIJOS DE DIOS.” (Rom. 8:19). Estos HIJOS puede que en el presente sean padres, madres, hijos, hijas… o pueden ser apóstoles, o profetas o ancianos, o diáconos… Pero en su entrenamiento y discipulado final es dónde se convertirán en los LIBERTADORES que Dios tiene en mente para un mundo en oscuridad y en esclavitud. No importa lo que pueda ser tu llamamiento en la vida (y sepamos todos aceptar nuestro llamamiento como el llamamiento de Dios para nosotros, si de hecho estamos comprometidos a hacer Su voluntad)… no importa cual se tu llamamiento, no debes ser negado el privilegio ni la responsabilidad de aprender obediencia y sometimiento a la voluntad de Dios…. Y en realidad ESTO ES LO ÚNICO QUE IMPORTA. Y si consideras el llamado de tu hermano de un orden superior al de tu propio llamamiento, entonces puedes estar convencido de que también su responsabilidad será mayor. Tu llamado está en las manos de Dios. Es realmente “Su llamado” y es solamente tuyo porque Él te lo encomendó, y eres exhortado a “quedarte en el estado (llamamiento) en que fuiste llamado” (1ª Cor. 7:20). Tener dones mayores y un llamamiento exaltado no coloca a nadie en un lugar de mayor favor con Dios. De hecho, estas mismas cosas podrían estar en detrimento del crecimiento hacia la madurez si la persona en cuestión no permanece muy humilde a los pies de Cristo. Un diácono con frecuencia es considerado de poca importancia en las cosas de Dios. Sus servicios con frecuencia son normalmente considerados en relación con lo físico y lo temporal. Pero esto no es así. Si tomas tu concordancia descubrirás que el servicio también pertenece a las cosas espirituales. Y del diácono se dice que “puede obtener para sí un grado de estima…” porque por la misma naturaleza de su oficio, es llamado a SERVIR. Nunca olvidemos que es el SIERVO el que es aprobado para la promoción en el Reino de Dios. Con frecuencia los niños están muy ansiosos por “crecer”. Pero los niños tienen una maravillosa oportunidad de aprender la obediencia, el sometimiento a sus padres, el sometimiento a sus maestros, el sometimiento a la autoridad en general. Mientras son pequeños, los niños pueden aprender la justicia, la verdad, la mansedumbre, la amabilidad, y otras muchas cualidades infantiles que son inherentes del Reino de Dios. Las esposas con frecuencia se resienten de su papel y hay un anhelo de hacer valer la igualdad con el hombre y arrojar de sí el yugo del sometimiento bajo el disfraz de la “liberación”. Pero al hacer eso, está de hecho desechando la oportunidad dorada que Dios le ha dado de participar de tales virtudes de gracia, de mansedumbre, de sometimiento y de quietud de espíritu… sin las cuales no habrá promoción en el Reino de Dios. El marido, por otro lado, en virtud de su llamamiento, es el gobernador y la cabeza de la esposa y del hogar. Pero el hombre dominante está lejos del Reino de Dios y a menos que se sujete a la voluntad de Cristo, y aprenda la humildad, la mansedumbre, la humildad de mente, nunca podrá gobernar y reinar con Cristo en Su Reino. El empleado con frecuencia se resiente de su papel en la vida. Pero del empleado que verdaderamente toma el lugar de un “siervo”, se dice que es LIBERTO del Señor (1ª Cor. 7:22). Una vez que reconoce que está realmente sirviendo al Señor y no a su maestro terrenal… entonces es realmente libre, porque el sometimiento a Cristo siempre trae verdadera libertad… Y si es contado por fiel como un empleado (o un “verdadero siervo”)…de igual modo será contado por digno de recibir “la recompensa de la HERENCIA” (Col. 3:24). Por otro lado, el patrón está en cierto modo en desventaja, porque está en lugar de autoridad. (Y recordemos, estar en un lugar de autoridad nunca prepara a nadie para un lugar en el ámbito del Reino). Pero si en verdad desea caminar en la Verdad, él también será hecho LIBRE. ¡Pero sólo será libre al tomar su lugar como “siervo” (un “doulos”… un “esclavo”) del Señor! Y no sólo eso, sino si también reconoce que es un “siervo”, habrá descubierto la clave que abrirá la puerta al Reino de Dios y que también le hará vivir humildemente delante de los hombres, honrar y respetar a sus siervos como gobernadores potenciales en el Reino de Dios y de la misma manera que él desearía ser honrado y respetado por su Señor. No todos los hombres nacen iguales… ni todos los hombres se hacen iguales en esta vida… y ni siquiera esto es importante. Porque todos los hombres pueden participar igualmente en el Nuevo Nacimiento y en la Gracia y en la Misericordia de Cristo y llegar a un lugar de igual favor con Dios. Una vez que somos conscientes con toda certeza de que el propósito de Dios es la LIBERACIÓN de la humanidad, y que Su llamamiento hacia nosotros es prepararnos a ese fin… entonces no nos preocupamos más si somos apóstoles, profetas, evangelistas, pastores, maestros, ancianos, diáconos, maridos, esposas, hijos, hijas, maestros, esclavos, reyes, o siervos. En todos y cada uno de los casos, estamos en sometimiento a una autoridad aún mayor, y es en el aprender la obediencia en este ámbito dónde podemos ser aprobados como HIJOS DE DIOS… aprobados del Padre y tomados por dignos de gobernar con Cristo como co­herederos en el Reino de Dios. El propósito de Dios—La maduración de Su Pueblo Por tanto, el propósito de Dios al enviar a Sus ministros desde el trono, es preparar en la tierra esta clase de pueblo… un pueblo que llegue a la plena madurez, a la estatura de Cristo. Hay un gran énfasis en la Iglesia hoy respecto del pastoreo del rebaño de Dios; pero con mucha frecuencia, no se enfatiza el propósito de Dios al enviarles a las ovejas de Su prado. Hay con frecuencia vagas referencias a la palabra “perfección” o interpretaciones apologéticas del significado de la palabra. Parece ser un ideal demasiado alto a poner ante el pueblo de Dios. Pero recordemos que es el ideal de Dios y también Su responsabilidad el darlo a luz. Ahora bien, la palabra “perfección” en su uso más común significa “madurez”. Pero, ¿Qué es la “madurez”? ¿Cuál es el Standard de Dios en cuanto a la “madurez”? “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio…” Paremos aquí un momento: EL PROPÓSITO DEL MINISTERIO ES EQUIPAR AL PUEBLO DE DIOS PARA QUE TODOS PUEDAN CONVERTIRSE EN SIERVOS MINISTRADORES PARA EL CUERPO. ¿Y cual es el propósito final del “ministerio” en el Cuerpo y por el Cuerpo? “HASTA que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un HOMBRE PERFECTO.” Porque el Cuerpo de Cristo en su plenitud final es visto como un HOMBRE PERFECTO EN CRISTO, y el estándar es nada menos que el estándar del Cristo viviente: “A LA MEDIDA DE LA ESTATURA DE LA PLENITUD DE CRISTO” (Efesios 4:12,12). Dios siempre es fiel en enviar verdaderos líderes para llevar a Su pueblo a nuevos caminos en Dios, cuando llegue el tiempo de que Su pueblo entre. Y Dios es fiel en hacer esto hoy. Por eso es tan importante que el ministerio, así como el pueblo, “escuche lo que el Espíritu está hablando a las iglesias”… no sea que el ministerio por un lado asuma un lugar de autoridad y de liderazgo carnal que no tenga relación con lo que Dios está haciendo hoy… y no sea que el pueblo por otro lado se someta a una autoridad tal bajo la falsa noción de que éste es el camino al Reino de Dios. El ministerio no debe tomar el lugar de un Mediador… porque “hay un Mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1ª Tim. 2:5). Ni tampoco es el ministerio de un “marido”… la relación entre el ministerio y el pueblo nunca debe convertirse en una relación marido­esposa. En lugar de eso, el ministerio busca preparar al pueblo para que se convierta en la “esposa” sin mancha de Cristo (2ª Cor. 11:2). El ministerio ha cumplido ampliamente su propósito en la tierra si tiene éxito en declararle, en hablar de Él, y en llevar a otros a una directa unión con Él. Y habiendo cumplido Su objetivo divino, simplemente debería estar dispuesto a “extinguirse” (como Moisés y Elías desaparecieron en el Monte de la Transfiguración), para que el pueblo de Dios pueda “OIRLE” y ver a “JESUS SOLAMENTE”. Moisés y Elías tenían un importante papel que jugar… y el ministerio que es enviado del Trono como el don de Dios a la Iglesia tiene un papel muy importante que cumplir. Pero es importante por un único propósito, que es… llevar a los hombres a unión más cercana con Cristo, en la que puedan escuchar Su voz, y ver Su rostro, y tener una comunión íntima y personal con Él que es la cabeza. Al crecer el gobierno de Cristo en los corazones de Su pueblo, los ministros de Cristo deben menguar. Cuando el corazón del verdadero hijo comienza a madurar y a desarrollarse, entonces el siervo de Dios (porque los verdaderos ministros son “siervos”), deber estar presto y dispuesto a soltar los lazos de fidelidad que de alguna manera pueden haber surgido al intentar dirigir al hijo de Dios hacia la madurez; y animarles a caminar sólo con Dios. (Por “solo” me refiero al hecho de que no importa con cuantos miles estés caminando, tu caminar con Dios pretende ser individual y único). El Ministerio en el Lugar Santo debe dar lugar a la CONDICIÓN DE HIJOS en el Lugar Santísimo, del mismo modo que la fe debe dar lugar a la esperanza, y la Esperanza al amor… como la brizna da lugar al grano, y el grano da lugar a la espiga… del mismo modo que la esclavitud en Egipto da lugar a un caminar de disciplina en el desierto… y el desierto da lugar a la fertilidad en la tierra de Canaán. Con otras palabras, el ministerio ha cumplido su propósito si ha tenido éxito en llevar al pueblo de Dios a una comunión íntima y directa con el Señor. La herencia del Individuo La ley Divina, el orden y el gobierno fueron muy importantes en llevar a Israel como nación al lugar que Dios deseaba para el pueblo: por nombre, liberación y fructificación en la Tierra Prometida. Pero porque Dios estaba tratando con ellos colectivamente, esto no disminuía en modo alguno la medida de libertad que Dios tenía en mente para cada individuo. Las leyes, normas y gobiernos a los que fueron sometidos pretendían salvaguardar y garantizar los derechos del individuo a su propia herencia personal en la tierra. En modo alguno le privaron de esos derechos. Dios siempre establece y vindica al liderazgo que Él da a Su pueblo, y desde la perspectiva de ellos, su única preocupación es que las ovejas de Su prado estén salvaguardadas, y sus derechos garantizados. Uno de los más fundamentales de todos nuestros derechos básicos, sea en el ámbito del Gobierno de la Iglesia, o en el Gobierno terrenal, es la libertad del corazón y del alma del individuo para servir a Dios. No solo es CORRECTO que nosotros disfrutemos, es una RESPONSABILIDAD que nos ha sido concedida y no podemos permitirnos el lujo de renunciar a ella en manos de cualquier gobierno, en la Iglesia o en el mundo. Es la morada de Dios exclusivamente y no debe ser usurpada ni entregada a un tercero. Las fuerzas del bien y del mal seguirán batallando en esta área, y los verdaderos pastores pelearán la batalla espiritual en nombre de aquellos que quieran retener su porción de la herencia… no se quedarán despreocupados cuando otros busquen quitárselo a ellos. La Conciencia, el oído y el ojo del Alma La conciencia del hombre es su propia herencia privada de las manos de Su Creador. Mira que ningún ángel ni hombre, ningún sacerdote u obispo, ningún pastor o anciano, ningún rey o dictador… te la quite. Dale tus posesiones, si no queda más remedio, y toma el despojo de tus bienes con gozo. Dale tus campos, tus viñas… tus rebaños, tus valores, tus bonos, tus casas, tus tierras. Dales el esfuerzo de tus manos sin recompensa, si no hay más remedio… pero no vendas tu conciencia. Porque esta es la joya que Dios ha puesto en el corazón del hombre cuando lo creó a Su imagen… una joya que negó a todas las bestias y animales. Te la dio porque fuiste hecho a Su imagen y fue una impartición de Él mismo que haría posible la comunión y la participación con Él. Y es precisamente para la verdadera comunión y participación que Él te creó. Con la “conciencia”, dispones de un conocimiento innato, interno, porque eso es lo que implica la palabra. Los animales tienen “instintos”… y nos maravillamos ante la aparente sabiduría y discreción que muestran sin que sean conscientes de ello. Porque con el instinto tienen una sabiduría interna que los relaciona con su entorno y salvaguarda su propia existencia. Pero tú eres más alto que los animales, y tienes una “conciencia”—que te hace consciente, sin saber como, de que ESTO es correcto y AQUELLO es malo. Y cuando alguien tiene éxito a conciencia o no, en robarte de esta tu herencia… te quedas como un barco sin timón, como un ave sin alas, como un pez sin aletas… un hombre sin visión. Porque es en el conocimiento de lo que es VERDAD y de lo que es el ERROR que prosigues tu curso en la vida en este mundo, y es tu reconocimiento y tu búsqueda de la VERDAD lo que te hará libre. ¿Es la conciencia mi guía? Por supuesto, lo que hemos dicho levanta muchos interrogantes: ¿Ha de ser mi Conciencia mi guía en la vida? ¿No es la Biblia mayor y debería tener ella más autoridad sobre mí que mi conciencia? Si soy un ser caído por naturaleza, ¿Cómo puedo estar seguro de que mi conciencia me dé un verdadero sentido de lo bueno y de lo malo? Antes que nada, lleguemos a un entendimiento claro de lo que es la conciencia. De acuerdo con el significado de la palabra, y de acuerdo con su uso en la Escritura, corresponde a esa conciencia interna y entendimiento de lo que es bueno y de lo que es malo. (La palabra griega “Suneidesis”—el conocimiento de uno mismo—Dr. Young). El hombre, tal y como fue creado originalmente, sólo conocía el bien por naturaleza. Pero desde la caída, conoce el “bien y el mal” y desde la CAÍDA, esa conciencia interna ha estado ahí: ley o no ley, gobierno o no gobierno. Es la ley de Dios escrita en el alma interior del hombre… para acusarle cuando va en contra de ella, o para excusarle si rehúsa violarla. (Rom. 2:15). Ahora bien, desde la Caída hasta este día, los hombres han persistido en sus malos caminos, hasta llegar incluso a la corrupción de su conciencia… de manera que el compás que una vez apuntaba infaliblemente a la Verdad, ya no apunta más así. Y el hombre ha llegado a un lugar en el que él puede llamar a lo bueno malo y a lo malo bueno… y creer de hecho la mentira. Cuando los hombres persisten en sus malos caminos, contrarios a su conciencia, su conciencia se cauteriza y se encallece de tal modo que pierde la sensibilidad a esa señal de peligro interno que antes solía oír tan fielmente. Por tanto, el hombre no puede salvarse siguiendo a su conciencia; ni podemos decir que la conciencia de un hombre sea en modo alguno una guía certera en la vida. Ni tampoco ese fue su propósito. Es más bien ese sentido interno de oír, ese sentido interno de ver, esa capacidad interna que el hombre tiene para entrar en contacto con Dios y con la verdad. Y si por casualidad, se ha endurecido o encallecido, necesita ser avivada y hecha sensible por el Espíritu de Dios para que el hombre, endurecido a la Verdad por mucho tiempo y cegado por la incredulidad, pueda ser de nuevo restaurado a un punto de sensibilidad. Esto es lo que sucede cuando la Palabra de Dios viene a él en poder, como una aguda espada de doble filo, y le desafía con la Verdad. Por supuesto, la Palabra de Dios está “por encima” de toda conciencia humana, puesto que Dios está por encima del hombre, como la luz de este mundo está “por encima” de mi visión. Pero sin una visión clara no puedo ver lo que la luz revelaría. Y cuando un hombre es enseñado a caminar en un cierto camino por causa de ciertas reglas y normas de Iglesia, sin tener en cuenta la conciencia del hombre, esto tendría el efecto de robar a ese hombre la dignidad que Dios le dio cuando le creó a Su imagen. La facultad de la conciencia es algo profundamente implantado en el hombre… relacionado quizás, con lo que dijo el hombre sabio: “Lámpara de JEHOVÁ es el espíritu del hombre, La cual escudriña lo más profundo del corazón.” (Prov. 20:27). Es sólo una lámpara pero escudriña los pensamientos más profundos y los motivos del corazón. Puede que parpadee muchas veces… incluso puede apagarse. Pero Dios ha puesto esa lámpara ahí y la luz de Su verdad brilla sobre él y la llama es encendida. En ese mismo instante, el hombre es llevado cara a cara con una nueva conciencia de Dios y de su necesidad de Dios, y así, puede salir y aferrarse a la VIDA. Ahora bien, la Palabra de Dios no anula tu conciencia más que podríamos decir que la luz del sol anula tu vista. Por supuesto, podría cegarte si persistes en tu desobediencia. Porque Jesús dijo: “Si la luz que hay en ti es tinieblas, ¡cuanto más serán las tinieblas!” (Mateo 6:23).Pero el propósito de la luz no es cegar, sino dar dirección. Y así, tu conciencia es ese ojo interno que te permite ver el camino por el que debes andar… no es tu guía. Sólo la Palabra de Dios es tu guía al ser ministrada para ti por el Espíritu. Pero no sigues ciegamente a la Verdad. ÉL la aviva en ti para que sepas con toda certeza en ti mismo que “Este es el camino, andaré en él.” Tú lo VES y lo OYES por ti mismo. De otro modo no te es de provecho alguno. Esta facultad de “conocer el bien y el mal” era una conciencia que vino sobre el hombre después de la Caída… porque hasta que pecó, sólo conocía el bien. ¿Cómo podía conocer el mal si no existía el mal? Pero esa facultad interna estaba ahí por creación, y en cuanto pecó, fue consciente de pecado y trató de esconderse a sí mismo de la presencia de Dios. Ahora bien, cuando Dios nos lleva de vuelta a la imagen de Dios, esa imagen será un orden mucho más alto de lo que Adán conoció antes de su caída, porque el primer hombre era de la “tierra, terrenal, pero el segundo es el Señor del Cielo.” Ni tampoco Dios pretendía llevarnos a un estado de inocencia. El conocimiento del mal se convierte en una parte inherente de su conciencia; y en medio de todo el mal y de toda la oscuridad que nos rodea, Dios tendrá un pueblo que llegará a la plena madurez en Cristo, cuyos sentidos hayan sido “ejercitados para discernir el bien y el mal” (Heb. 5:14). Con otras palabras, entenderá claramente: Esto es la Verdad y ESO es el error; Esto es lo bueno y Eso es lo malo. Esta mezcla de luz y de oscuridad, este llamar a lo malo bueno y a lo bueno malo… esta mezcla de carne y de Espíritu, no co­existirá siempre en medio del pueblo de Dios. Porque los santos de Dios, al ser “destetados de la leche y apartados de los pechos” y participar del “alimento sólido”, “tendrán una visión clara y les hará tener una visión y un sentido de dirección, y conocerán con certeza los verdaderos caminos del Señor. Una vez más Dios está en el proceso de separar la Luz de las tinieblas, y la Luz será llamada DÍA y las tinieblas, serán llamadas NOCHE. Alimento sólido para hombres maduros Fíjate en la función del “alimento sólido” de la Palabra viva de Dios. Su propósito es impartir en el pueblo de Dios esa conciencia interna de la Verdad y del Error para que ellos mismos puedan saber dónde trazar la línea divisoria. La “leche de la Palabra” siempre será necesaria para nutrir a los bebés recién nacidos en la Iglesia de Dios. Se les da de comer con cuchara… y no hay orden en ninguna de sus preguntas. Simplemente la reciben porque les fue dada por uno de las “nodrizas” (1ª Tes.2:7). Así, ayude el Señor a cada ministro que ministra la “leche no adulterada de la Palabra” para que pueda ser de hecho… pura, entera y fresca. Pero al crecer los hombres hacia la madurez, la comida sólida les hará tener una visión y una percepción claras. Por tanto, los pastores verdaderos y los padres en la iglesia, no buscarán mantener al pueblo en un perpetuo estado de infancia, sino que tratarán de llevarlo a una relación más alta y más directa con el Verdadero Pastor. Sólo se puede ser un verdadero pastor y padre siguiendo este objetivo. Que Dios pruebe los corazones de sus ministros por todas partes para que puedan discernir cuales son sus verdaderos motivos: Llevar al pueblo de Dios a la libertad de la verdadera relación de HIJO con el Padre… o mantenerlo bajo su control como bebés, bajo alguna forma de estructura eclesiástica. (Yo pienso que solo hay una cosa más triste que ver a un niño retrasado mental… y es ver a una congregación de personas que se sientan en los mismos bancos semana tras semana, mes tras mes, año tras año, década tras década… sin ningún otro deseo que su botellita de leche cada Domingo por la mañana, quizás un poco más sólido el Miércoles o el Jueves por la noche… Cristianos retrasados espiritualmente… y que aparentemente, lo disfrutan). ¿Qué hay de la búsqueda individual de la libertad? ¿Qué hay de una relación personal y directa con Dios? Todo esto es parte de la herencia. Cierto, no puedo tomar esta herencia por mis propios esfuerzos aislados y debo reconocer que hay un orden Divino que me lleva a relacionarme apropiadamente con todos los demás miembros del Cuerpo de Cristo. Es un orden que surge conforme a la ley del Espíritu de Vida que funciona en el Cuerpo. Y si hallamos gracia para tener la vida de Primera de Corintios Trece impartida profundamente dentro de nosotros, no tendremos problema en esta área. Por otro lado, también necesitamos recordar que nuestra herencia en Dios es algo muy personal y muy individual… algo con lo que ningún gobierno eclesiástico o terrenal puede interferir. Hay una ley y un orden y gobierno en todo lo que Dios creó. Pero la ley que gobierna al cuerpo de Cristo (aunque sea ministrado por los labios de hombres) es en realidad LA LEY DEL ESPÍRITU DE VIDA EN CRISTO JESÚS, también definida como LA PERFECTA LEY DE LA LIBERTAD. Necesitamos dirección, y cuidado, corrección, instrucción, y castigo. Pero no nos atrevemos a alterar el curso de la VIDA que Dios preparó para cada miembro individual del Cuerpo de Cristo. El verdadero pastor debe guiar al rebaño, pero no teme soltarlos en los pastos abiertos. El pastor llama a Sus ovejas por nombre, y las ovejas conocen su nombre y responderán. La oveja no es un mero número entre quinientas ovejas. Tiene su propio nombre, un NOMBRE del que ninguna otra oveja sabe nada en absoluto; porque su relación con el Pastor es muy especial, incluso aunque el Pastor pueda tener diez mil veces diez miles en su rebaño. El hortelano ha de cuidar sus plantas, regarlas, fertilizar la tierra, arrancar las malas hierbas… pero el propósito completo de su cuidado por las plantas es que la VIDA dentro no sea en modo alguno estorbada o frenada, o enfermada por causa de los efectos adversos de la Caída. Eso es lo único que puede hacer. La Ley de la Vida debe hacer el resto. El hortelano no tiene autoridad para alterar el curso de la vida que funciona en la planta....conforme al plan de Dios que puso ahí cuando la creo. Pablo dijo, “Yo planté, Apolos regó, pero el crecimiento lo da Dios”. (1ª Cor. 3:7). ¡Qué tremendo CRECIMIENTO vamos a ver cuando los hortelanos de Dios se contenten con sembrar la semilla… o con regarla, o con arrancar las malas hierbas y dejar que Dios dé el crecimiento como Él considere apropiado en lugar de querer alterar el curso de la VIDA que Dios designó especialmente para cada miembro individual de Su Cuerpo glorioso! La tierra de la promesa Cuando la tierra hubo sido conquistada y las siete naciones abominables de Canaán fueron sometidas, hubo una división inmediata de la herencia. Cada hombre había de recibir su porción “a suertes”. Con otras palabras, Dios había de designar la porción que había de ser asignada a cada individuo. Este tipo de decisiones no fueron dejadas en manos de los líderes de las tribus. Puede que fuera usado para echar a suertes…pero era Dios quien tomaba las decisiones; “La suerte se echa en el regazo; Mas de Jehová es la decisión de ella.” (Prov. 16:33). Pablo nos dice que Dios ha puesto a los miembros en el Cuerpo “como Él quiso”. Puede que hayan recibido su don y llamamiento “por profecía e imposición de manos”… pero en modo alguno esto alteraba la intención de Dios para su vida. Simplemente la conformaba y la establecía con una unción mayor. El liderazgo tiene como propósito llevar a los santos a su herencia personal en Dios. El Verdadero Pastor siempre busca llevar a Sus ovejas a ese lugar individual en Dios donde brote verdadera libertad y fruto. Cierto, este camino a menudo puede llevar a encierros; pero después del confinamiento hay ensanchamiento. David dijo, “Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, Y es hermosa la heredad que me ha tocado” (Salmos 16:6). Estas cuerdas definen la extensión de su heredad… porque Dios “echó las naciones de delante de ellos; Con cuerdas repartió sus tierras en heredad, e hizo habitar en sus moradas a las tribus de Israel.” (Salmos 78:55). Pablo habla de la “medida de fe” que Dios dio a cada uno. Ningún individuo puede tener la “plenitud de Dios”: Esta herencia es tan vasta que Dios designó a un CUERPO para abarcarla. Porque sólo en unión con el vasto Cuerpo de Cristo podemos conocer y alcanzar la PLENITUD Y LA TOTALIDAD de Cristo, teniendo la “medida” que me une efectivamente a toda la heredad. “Para que seáis plenamente capaces de comprender CON TODOS LOS SANTOS cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis LLENOS DE TODA LA PLENITUD DE DIOS”.(Ef. 3:18,19). No seamos “descuidados” en el aferrarnos a esa medida que Dios ha puesto a nuestro alcance, como la tribu de José. Se quejaron de no tener suficiente. Josué contestó: “Es por vuestra culpa… subid a los montes y tomad la tierra… es toda vuestra.” Dijeron: “No podemos hacer eso… hay demasiados enemigos…” Josué dijo: “Podéis hacerlo si queréis… con carros o sin ellos… “Pablo dijo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Comiencen ahora los santos de Dios a explorar la heredad que tienen en Dios. No se echen atrás por causa de la grandeza de ello y por causa de la fortaleza y el poder del Enemigo que se te va a oponer. Y al ser capacitado por el Espíritu de vez en cuando para hacer pequeñas incursiones en la tierra… Muestra interés estando ahí, y no te desanimes cuando la gloria de Su presencia parezca extinguirse, y sientas que estas perdido. Ningún hombre podrá aferrarse a la plenitud de Dios hasta que el Cuerpo de Cristo esté preparado para poseerla como un conjunto colectivo. ¡Pero muestra interés! (Cuando Dios revele Su verdad a tu corazón, aférrate a ella. Di: “Si, Señor, la creo, y la abrazo…” incluso aunque parezca ser imposible en extremo). Y recuerda, cuando Caleb finalmente llegó a la tierra de la Promesa, después de una paciente espera de 45 largos años… tuvo la misma tierra sobre la que él había caminado y reclamado 45 años antes. Dios se la había reservado. Pero no la poseyó realmente hasta después de 7 años de haber entrado en la Tierra. Estaba demasiado preocupado y ocupado ayudando al resto del pueblo a encontrar su propia heredad, más que por la suya propia. El SEÑOR estaba tan preocupado por la parcela individual de los Israelitas, que cuando Zelofehad no tuvo hijos para llevar su nombre en la heredad, se decretó que sus hijas tendrían derecho a la tierra después de morir su padre. Para evitar que al casarse la heredad pasara a otra tribu, debían casarse dentro de la tribu de su padre. Recordemos que “por causa de nosotros” fueron escritas estas cosas… porque Dios esta muy preocupado por cada individuo y su relación y unión personal con Él. Esta es toda nuestra herencia: toda nuestra esfera de VIDA EN DIOS. Porque somos “herederos de Dios y co­herederos con Jesucristo.” Ningún líder de las tribus, ningún sumo sacerdote o rey, tiene lugar para interferir aquí. Cuando Acab trató de quitar la herencia de Nabot, Dios le castigó muy severamente. Era el rey… pero no le dio prerrogativas en esta área. Ser el rey ponía una mayor responsabilidad sobre él… garantizar y proteger los derechos de Nabot, no quitárselos. “Ahora sois el Cuerpo de Cristo…” y esto necesita ser enfatizado continuamente. Pero nunca va a funcionar de forma apropiada como el Cuerpo de Cristo hasta que cada miembro individual llegue a las fronteras de su propia herencia y se encuentren en un lugar de fruto “bajo su propia viña y su propia higuera”: Los ministros en el Cuerpo no pueden definir estas fronteras para ellos. Lo único que el ministro puede hacer es “echar a suertes”… como Eliezer el sacerdote. Lo único que podía hacer era ministrar fielmente la Verdad… y la Verdad, al comenzar a aferrarse de los santos de Dios, individualmente serán animados a seguir al Señor y a probar por ellos mismos “cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Cada individuo debe ser animado por la Palabra del Señor a buscar muy en serio al Señor, hasta que encuentre su lugar en el Cuerpo como “miembro en particular”. Hasta que esto no suceda, el Cuerpo de Cristo no llegará a ser más de lo que es ahora… miembros aislados y divididos… sentados juntos en los mismos bancos, visitándose de vez en cuando unos a otros de forma social, predicados desde el púlpito y manteniendo una unidad social… pero no un organismo vital, latiendo con la vida de Cristo… cada hombre en su propia heredad en Dios… cada uno haciendo su propia contribución al bienestar del Cuerpo completo por causa de una unión personal, vital con su Señor. No estás siendo realmente justo con las ovejas del prado de Dios si pones un cabestro en ellas, o un bocado y brida, como lo harías con un caballo o un mulo. Las estarás robando de su herencia si defines la voluntad de Dios para ellas… y ellas, a cambio (bajo la apariencia de sometimiento y obediencia) encuentran en ti un oráculo para dirigir sus pasos. Un discípulo de esta clase llegará a descubrir para su propio lamento y tristeza, que en la misma forma simple en que fue hecho un discípulo, fue de hecho privado del acceso a los mismos pasos que Dios había planeado para su madurez… pasos que tuvieron que dar muchos hombres como Abraham, y Moisés, como David y los hombres de Dios de todos los tiempos… … Pasos de profundo examen interior, y tiempos de perplejidad y frustración, al querer conocer la dirección de Dios para su vida… …Tiempos de caminar a solas… con frecuencia en la noche… al clamar a Dios y los cielos parecer estar en silencio… …Tiempos en los que buscó a Dios en ayunos intensos y oraciones, al llegar a cruces de caminos… y sabiendo en sí mismo que él no se atrevía a dejar que nadie decidiera por él el camino por el que había de ir… …Largas noches de luchar con Dios en su Peniel, estando seguro de haber visto el Rostro de Dios… y sin embargo, sin haber podido evitar de algún modo resistir y devolver la lucha… hasta que el Angel de Dios le toca el hoyo de su muslo y le deja cojo… y entonces no es privado de nada… no deja que se le escape… y Dios no puede librarse de él. Y en todo esto y a través de todo esto, este hombre viene a conocer al Señor Dios… solo un poco más, solo un poco mejor… solo un poco más íntimamente de lo que antes Le había conocido. David y sus renegados Un reino dividido contra si mismo no puede permanecer. Todos los reinos reconocen esto y cualquier división que aparezca en un reino es ciertamente causa de alarma inmediata; y pienso que esto tiene mucho que ver con el temor que parece estar alcanzando más y más alto los ámbitos eclesiásticos… de modo que algunos de entre el pueblo de Dios están llegando a ser un poco demasiado libres. El hecho es que Dios ha estado trayendo división en medio de los reinos desde el día en que comenzaron los reinos… por la simple razón de que Dios tiene un “reino eterno” en mente, y cualquier reino que no da lugar al reino eterno, está destinado al fracaso. No es difícil reconocer esto en lo que respecta a los reinos de este mundo, pero como cristianos nos resulta difícil a veces reconocer que Dios con frecuencia traiga divisiones a los rangos de los reinos eclesiásticos. Por supuesto, no son llamados reinos… usamos nombres distintos... como Pentecostales, Bautistas, Presbiterianos, Luteranos, Episcopales… y paramos ahí por falta de tiempo y de espacio. Pero Dios tiene un Reino en mente, el “Reino de Su amado Hijo”. Los herederos de este reino están en su mayoría dispersos por los otros reinos… pero el plan de Dios es para “un rebaño y un Pastor”. Para esto están los ministros… para reunir a los rebaños dispersos de Dios. Por eso suena extraño cuando algunos de estos ministros dicen: “Estás bien donde estás… sólo permanece en estos otros reinos… en realidad no es importante.” El propósito de Dios al enviar al Ministerio está declarado abiertamente en la Palabra: “Para el perfeccionamiento de los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo HASTA QUE TODOS LLEGUEMOS a la unidad de la fe, y del conocimiento del Hijo de Dios, a un HOMBRE PERFECTO CONFORME A LA MEDIDA DE LA ESTATURA DE LA PLENITUD DE CRISTO.” (Efesios 4:12,13). Somos conscientes de que muchos buenos hermanos que han sido iluminados respecto del mover del Espíritu Santo en la tierra hoy, no se dan cuenta de que Dios quisiera sacarlos de las viejas estructuras eclesiásticas, y nosotros reconocemos que sólo Dios puede aclarar estos asuntos a Su manera y en Su tiempo. Pero no trabajemos bajo el engaño de que de algún modo Dios va a remodelar las viejas estructuras eclesiásticas para que la cosa nueva que Él está haciendo pueda ser acomodada en algún odre viejo que haya sido rejuvenecido con aceite carismático. El Rey­Pastor continúa llamando a las ovejas que están esparcidas por los montes, llamando por nombre a Sus propias ovejas, y hay una respuesta. Un nuevo sentir de oído está alcanzando a sus escogidos y ellos se están levantando y viniendo hacia su Pastor. Así fue con David y los desanimados y turbados que trabajaban bajo el dominio de Saúl. No era rebelión, ni desobediencia, ni odio o falta de sometimiento… era simplemente una situación en la que Dios les urgía a salir. No podían estar satisfechos donde estaban. Muchos otros insatisfechos permanecían donde estaban porque les faltaba el valor, o la visión o quizás ambas cosas. Pero un puñado de valientes recurrieron a David, y él se convirtió en el capitán de ellos. Ahora bien, en cuanto esto comienza a suceder, hay una inquietud aún mayor en el reino de Saúl… y un odio mucho mayor se desarrolla en el corazón de Saúl contra David y su compañía. Esto es inevitable. Pero desde tu punto de vista y el mío, lo único que podemos hacer es reunirnos por amor a nuestro David y seguir a dónde Él nos lleve. Seremos tenidos por renegados y rebeldes por el mulero Saúl, pero debemos recordar que la Unción de Dios está todavía ahí en muchos de esos viejos reinos de la casa de Saúl, y no tenemos parte en tratar de derribar lo viejo, al ver a Dios abriendo camino para lo nuevo. (se desintegrará por decisión propia). Simplemente queremos asociarnos con hermanos que han recibido la visión de lo que Dios está haciendo… y Dios nos libre de que nos regocijemos por causa de cualquier inquietud que pueda llegar a los rangos de aquellos que permanecen en el viejo orden eclesiástico. Incluso ahora, muchos están en cruces de caminos… ¿Qué haremos? Lo único que podemos decir es: “Oye la Voz del Pastor…” Y cuando hable, anímate para seguir Su llamado. No estás siendo rebelde, ni te estás levantando contra la autoridad establecida si Aquel que es el Autor de toda Autoridad te ha llamado a avanzar con Él. Una Lección solemne de un Profeta equivocado Esta es una historia bastante trágica. Es la historia del profeta de Dios que tuvo una clara Palabra de Dios pero actuó de forma contraria a ella por consejo de otro profeta. Fue enviado a Betel desde Judá para clamar contra las prácticas idolátricas del rey Jeroboam, y su profecía fue confirmada justo delante de sus ojos. Cuando el rey que le resistía extendió su mano, su mano se secó y el altar idolátrico se partió en dos, esparciendo las cenizas sobre la tierra. Pero hubo otro profeta de Dios que vivía en Betel en aquel tiempo, y naturalmente, cuando oyó lo que había sucedido, quiso tener un poquito de comunión con el hombre de Dios que vino de Judá. Así que enalbardó el asno y fue al encuentro del profeta de Judá, que ya había comenzado su viaje a casa por otra ruta, tal y como el Señor le había mandado… y quiso llevarlo a su casa para comer. “Pero no puedo hacer eso” dijo el profeta de Judá, “Porque Dios me dijo que no comiera pan ni bebiera agua en este lugar, y que no regresara a casa por el mismo camino”. “Pero espera un momento”, dijo el viejo profeta de Betel, “Yo también soy profeta y Dios me dijo que te trajera a comer, y a tener un poco de comunión”. Así, el profeta de Judá regresó. Y al sentarse a comer en la mesa, vino la PALABRA del Señor al viejo profeta de Betel “y clamó al varón de Dios que había venido de Judá, diciendo: Así dijo Jehová: Por cuanto has sido rebelde al mandato de Jehová, y no guardaste el mandamiento que Jehová tu Dios te había prescrito, sino que volviste, y comiste pan y bebiste agua en el lugar donde Jehová te había dicho que no comieses pan ni bebieses agua, no entrará tu cuerpo en el sepulcro de tus padres.” (1ª Reyes 13:21,22). El profeta de Judá siguió su camino y poco después, un león saltó de un arbusto y lo mató… cumpliendo trágicamente la profecía verdadera de un profeta mentiroso. Estas cosas pueden sonar extrañas a nuestros oídos pero Dios quiere que sepamos que cuando Él habla a tu corazón y al mío, y sabemos que es el SEÑOR… no hay profeta, ni apóstol ni sacerdote ni rey que tenga autoridad para cambiar lo que Dios te ha dejado muy claro. El consejo y la comunión con otros es bueno y beneficioso… y hemos de “someternos” a nosotros mismos unos a otros cuando reconocemos la voz del Señor… pero la voluntad de Dios para tu vida es parte de tu herencia individual de parte de Dios. Y cuando Dios te indica Su voluntad para ti, ningún hombre tiene derecho a invadir este lugar santo. Una lección de un Profeta justo Lo que hemos mencionado bien podría ser considerado como una situación muy extrema… y no esperamos que sucedan cosas así entre los verdaderos hermanos. Esto puede ser así; pero tú y yo tenemos una responsabilidad personal en el asunto, buscar la voluntad de Dios por nosotros mismos, y esto no depende de si el apóstol o el profeta con quien tengo comunión, es verdadero o falso. En cualquier caso, cuando Dios indica Su voluntad para ti, esto es definitivo. Aprendamos una lección de Jeremías y sus tratos con los Recabitas. Jeremías fue a la casa de los Recabitas por palabra del SEÑOR, les metió en una de las cámaras del Templo, puso vino delante de ellos y les dijo: “Bebed vino…” Él no estaba tendiéndoles una trampa... estaba haciendo simplemente lo que Dios le había dicho que hiciera. Pero los Recabitas tenían otras convicciones. Dios sabía esto; pero no tenemos razón para creer que Jeremías sabía nada de eso. Debió ser una prueba muy grande para estos hombres, porque ellos reconocían a Jeremías como a un hombre ciertamente enviado por Dios, y no dudaron en ir al Templo cuando el hombre de Dios les pidió que así lo hicieran. ¿Qué harían entonces en cuanto a esta orden? Quizás, de forma apologética, pero sin dudar, contestaron, “No lo haremos…” Y explicaron por qué. Su padre les había enseñado entre otras cosas a dejar el vino. Eran hombres maduros e independientes—pero aún respetaban la enseñanza que habían recibido en los días de su infancia. Entonces, después de que los Recabitas hubieran rehusado en obedecer al profeta, la Palabra del SEÑOR vino a Jeremías de nuevo diciendo: “Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Ve y di a los varones de Judá, y a los moradores de Jerusalén: ¿No aprenderéis a obedecer mis palabras? dice Jehová.” Y así, siguió mostrando como un hombre piadoso había instruido de tal manera a sus hijos en los caminos de justicia, que sus hijos lo abrazaron y se aferraron a ello, y nada podía sacudirlos de sus convicciones… ni siquiera la Palabra del SEÑOR a través del profeta Jeremías… mientras Dios se había levantado temprano y había enviado profetas a Su pueblo diciendo: “Envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde temprano y sin cesar, para deciros: Volveos ahora cada uno de vuestro mal camino, y enmendad vuestras obras…. mas no inclinasteis vuestro oído, ni me oísteis.” (lee Jeremías 35:13­ 15). Veamos el final de la historia. Dios pronunció una bendición sobre la casa de los Recabitas por todas las generaciones por venir, por su valor y su firmeza en lo que ellos creían que era lo BUENO. Y podemos concluir, como resultado de esta bendición, que debe haber en la tierra hoy día descendientes de los Recabitas que están sirviendo al Señor Jesucristo... y puede ser atribuido al hecho de que hace muchos siglos, un hombre llamado Jonadab, instruyó a Sus hijos en los caminos de la verdad, y ellos a cambio, tuvieron el coraje de desobedecer al profeta del SEÑOR que inconscientemente dio órdenes que eran opuestas a sus convicciones. Libertad para hacer la voluntad de Dios Ahora bien, ese asunto de conocer la voluntad de Dios y de cumplirla es uno de los aspectos más vitales de la Verdad en la Palabra de Dios. “Por que el que hace la voluntad de Dios, permanece para siempre.” (1ª Juan 2:17). Por tanto, es muy importante tener la seguridad de que estamos haciendo la voluntad de Dios y no podemos dejar que nada se entrometa y pueda estorbar nuestra búsqueda de la plenitud de la intención de Dios para nuestras vidas. Puede que reciba ayuda de mis hermanos en esta área, al tener comunión juntos. Puede que conozca a hombres fieles en el ministerio que den buen consejo y orientación. Pero en el análisis final, todos debemos “probar cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Rom. 12:1,2). Fíjate que hay un progreso también en este ámbito: (1) lo que es BUENO. (2) lo que es ACEPTABLE ( o AGRADABLE). (3) Lo que es PERFECTO. Tú y yo podemos estar en la voluntad de Dios ahora. Pero no podemos conformarnos con eso. Tiene que haber una avance hacia la perfección en esta área también… mientras Dios nos lleva de una fase de sus tratos hacia otra, y cuando participamos más y más de Su naturaleza y Su carácter. Y recordemos que la voluntad de Dios es principalmente un LUGAR ESPIRITUAL EN DIOS, y no una localización geográfica. Cierto, al caminar en Su voluntad, es importante que nos encontremos en ese lugar geográfico específico donde Dios quiere tenernos…pero esto es solamente fortuito. Estar localizado espiritualmente en la Tierra de nuestra heredad es lo más importante… y de ahí en adelante, los asuntos materiales y terrenales relacionados con la voluntad de Dios, encuentran su propia secuencia. Ya mencionamos que el individuo en Canaán recibía su heredad “a suertes”. Pero esto no implica que era un juego de “casualidades”. Esto era el método de Dios de asegurarnos a ti y a mí que sólo Él podía escoger y disponer el camino por el que Él quería que anduviésemos. Eso es realmente lo que quiere decir la palabra “predestinación”. Él marca de antemano toda la esfera de vida que pertenece a Sus escogidos. La “suerte” es echada… y tanto en nuestra vida parece ser por mera “casualidad”, pero Dios está preparando el camino fielmente delante de los suyos… teniendo en mente y por objetivo, nada menos que la conformidad a la imagen de Su Hijo. La “suerte” que estaba echada no era un juego de dados, ni nada de esa naturaleza. Era algo que Dios había dispuesto… y sin duda alguna se refiere al Urim y al Tumim, ese algo desconocido llamado “LUCES Y PERFECCIONES” que se hallaba en el pectoral del Sumo Sacerdote. Este precioso don de Dios daba dirección perfecta e infalible conforme a la voluntad de Dios. El Sumo Sacerdote era el único ministro a quien Dios usaba para poner su mano sobre estas gemas preciosas… o fueran lo que fueran. (Ni siquiera queremos saber lo que eran… porque el “secreto del SEÑOR” es para los que Le temen, y Dios deliberadamente ha envuelto en secreto estas preciosas provisiones de Su gracia, como un tipo apropiado de la sabiduría escondida, del conocimiento y de la mente del Señor, que Él imparte a aquellos que Le aman y caminan con Él en el lugar secreto). Y si por casualidad hubiera desobediencia por parte de aquel que buscaba el consejo del SEÑOR… incluso entonces el Urim y el Tummin no daban respuesta y el Sumo Sacerdote quedaba imposibilitado para hacer nada al respecto. Es absolutamente necesario para cualquier hombre o mujer que deseen sinceramente avanzar con el SEÑOR, caminar en obediencia ante Él y a la luz de Su Palabra, en unión personal con Cristo. Obtén la ayuda que puedas de este o este otro ministro, de este o de este otro hermano… pero el verdadero pastor querrá iluminar el Urim y el Tummin en tu propio espíritu para que puedas decir por ti mismo: “Este es el Camino, por él debo andar”. La comunión y la unión con nuestros hermanos en el Cuerpo de Cristo no tomará ni podrá tomar el lugar de este conocimiento interno y conciencia del deseo de Dios para ti. Pablo pone Su rostro como un pedernal El apóstol Pablo tenía una clara dirección del Señor. Había de ir a Jerusalén para asistir a una de las fiestas de los Judíos; y entonces, después de eso, había de ver Roma. Leemos, “Pablo se propuso en espíritu (podría haber escrito en el “Espíritu”) ir a Jerusalén, después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: Después que haya estado allí, me será necesario ver también a Roma.” (Hechos 19:21). Al proseguir en su ministerio, dejó Éfeso, pasó por Macedonia, después a Grecia, después de nuevo a Macedonia… parando aquí y allí en su viaje de regreso a casa… presionado en su Espíritu por regresar a Jerusalén. A lo largo de todo el camino, en prácticamente cada ciudad donde ministraba, había profecías y expresiones que indicaban que se dirigía a prisiones y problemas. Al hablar a los ancianos de Éfeso que habían venido a Mileto para recibir una palabra de despedida del hombre que les había dado una ayuda tan tremenda y tanto ánimo, les recordó: “Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu (Espíritu), voy a Jerusalén, sin saber lo que allá me ha de acontecer”(Hechos 20:22). Pero ninguna de estas cosas le hicieron cambiar de opinión… sabía que todas estas cosas eran parte del “curso” que debía terminar, y del ministerio que tenía que cumplir. El Señor ya le había mostrado en tiempos pasados “cuantos sufrimientos tendría que pasar por causa de Su Nombre.” Cuando llegó a Tiro y se reunió con los discípulos, sucedió lo mismo de nuevo. El Espíritu le reveló que se dirigía a muchos problemas si iba a Jerusalén. Los discípulos dijeron a Pablo “por” el Espíritu, que no debía subir a Jerusalén (Hechos 21:14). Era su buen consejo pero era “por” la revelación que habían recibido por el Espíritu que Pablo se dirigía a muchas dificultades. La siguiente parada era Cesarea, y aquí fue donde un profeta de Dios muestra muy claramente a Pablo por señas que sería atado y entregado en manos de los gentiles. De nuevo, vemos muchos y buenos consejos: de Lucas, de los discípulos de Cesárea y otros de la compañía de Pablo… quizás Sofater, Aristarco, Segundo, Gayo, Timoteo, Tíquico y Trófimo. (Estos hombres habían estado con él antes en el viaje, y es posible que al menos algunos de ellos le hubieran acompañado hasta Jerusalén). “No lo hagas, Pablo… Dios nos ha advertido lo que va a pasar.” Lloraron intentando persuadirle a que escuchara todas las advertencias que había recibido por el camino. Pero Pablo respondió:”¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón? Porque yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús.” (Hechos 21:13). ¿Y como respondieron los hermanos a esto? “Y como no le pudimos persuadir, desistimos, diciendo: HÁGASE LA VOLUNTAD DEL SEÑOR.” Después de que todo su buen consejo y dirección hubiera sido rechazado, finalmente tuvieron que confesar que Pablo estaba haciendo la voluntad de Dios. ¿Y que es lo que el Señor mismo tenía que decir sobre todo este asunto, después de que Pablo comenzara a tener sus dificultades, que bien podría haber evitado si hubiera recibido el consejo de los hermanos? “Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma.” (Hechos 23:11). Esto es exactamente lo que el Espíritu había puesto en Pablo unos meses antes: “Debo ir a Jerusalén… y después de eso veré Roma”. (Por supuesto, algunos discutirán a este día que Pablo se equivocó al no ceder a los hermanos, y por causa de todos los conflictos en los que se vio involucrado: Pero todas estas dificultades eran parte del plan de Dios para este hombre de Dios que fue llamado a “sufrir grandes cosas” por causa de Su Nombre. Y de todos estos sufrimientos surgieron las grandes Epístolas del apóstol Pablo a las Iglesias, algunas de las cualas fueron escritas desde la celda de una cárcel en Roma… pero liberadas a la Iglesia de su día, así como a la Iglesia de cada una de las generaciones posteriores… epístolas de verdad que no tendríamos si el apóstol Pablo hubiera cedido al consejo bien intencionado pero equivocado de sus hermanos. Es correcto y apropiado ser flexible, sometido y cooperador con los ministros compañeros en el Cuerpo de Cristo. Pero hay un lugar donde tendrás que estar solo y donde tendrás que resistir a cualquier hermano y a cada ministro que quiera estorbarte en tu caminar por el sendero que Dios ha definido con toda claridad delante de tus ojos. Capítulo 6 – Nuevo Vino en Odres Nuevos “Apacienta mis ovejas” – George H. Warnock Capítulo 6 ­­ Nuevo vino en odres nuevos Hay muchas canciones y mucha enseñanza hoy día sobre la cosa nueva que Dios está haciendo… y el nuevo vino que Dios está trayendo a Su pueblo. ¿Pero que hay de los nuevos odres para el vino nuevo? “Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se derramará, y los odres se perderán.” (Lucas 5:37). Sin embargo, no es difícil discernir en medio del gozo y del regocijo de la nueva cosa que Dios está haciendo… un intento desesperado de preservar los viejos odres para que no se rompan por sus costuras. Vino Nuevo… Renovación… Restauración…Avivamiento… Refrigerio… Glosolalia… Carismático… y todo esto en odres viejos. No es sorprendente que haya un intento por fortalecer las costuras y enmendar las rajas de las viejas estructuras, y una advertencia a las ovejas a seguir a sus pastores… porque si no se hace algo a este respecto, parecería que todo esto pudiera resquebrajarse completamente y que el nuevo vino pudiera perderse. Jesús ya nos advirtió lo que sucedería si intentábamos renovar las viejas formas con la Nueva Vida del Espíritu. Sólo puede suceder durante un plazo de tiempo breve… las cosas viejas se desintegrarán y se perderá el vino. Entonces, ¿Qué vamos a hacer con todo esto? Lo mismo, sugiero yo, que hicimos antes de que Dios trajera el nuevo vino. Reconocer que las formas viejas ya no son adecuadas, y buscar a Dios intensamente para que dé la nueva provisión y el nuevo camino que Él tiene en mente para Su pueblo. Cuando Dios hace una “cosa nueva” en la tierra, realmente es una revelación progresiva de lo que Él tenía en mente desde el principio, pero es algo NUEVO manifestándose en la tierra. Siempre tendremos a los que resistan cualquier cosa “nueva”…dicen que Dios nunca hace nada “nuevo” que no haya hecho antes. Cierto, nosotros tenemos la SEMILLA de todo aquello que Dios quitaría a su tiempo… incluso llegando hasta “Génesis”. Pero en la operación de Sus propósitos hay constantemente nuevos horizontes, nuevas operaciones, nuevos templos, nuevas formas y estructuras, nuevas operaciones de Su Espíritu… al sacar a Su pueblo de la esclavitud y llevarlo a la plenitud de la Vida de la Nueva Creación. “He aquí se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas; antes que salgan a luz, yo os las haré notorias. Cantad a Jehová un nuevo cántico, su alabanza desde el fin de la tierra.” (Isaías 42:9,10). Hay un nuevo cántico Dios está declarando “cosas nuevas”… y cada vez que Dios declara una “cosa nueva” hay un “nuevo cántico” que acompaña a esa declaración. El nuevo cántico del Espíritu que se está cantando por toda la tierra hoy día, no es la obra de unos pocos buenos músicos cuyos talentos han encontrado una nueva expresión (aunque algunos puedan tratar de sacar partido de ello)… pero el nuevo cántico del Espíritu es un acompañamiento a la “cosa nueva” que Dios está declarando respecto de Su pueblo. “Cantad a Jehová un nuevo cántico, cantad a Jehová toda la tierra…” (Salmos 96). Es el cántico que Dios dio a David en la dedicación del Arca de Dios sobre el Monte Sión… y tenía que ver con la “cosa nueva” que Dios estaba haciendo entonces. Pero realmente era profético de la “cosa nueva” que Dios está haciendo ahora. Es el cántico de Su gloria, la canción de Su Reino, el cántico de Sus justos juicios en la tierra. Hay una nueva expectación Cuando Jesús iba a aparecer por primera vez, se nos dice que todos los hombres tenían una gran “expectación”. Dios pone ahí esa expectación porque las vueltas que el Espíritu de Dios da sobre Su pueblo, levantan esa nueva vida que está dentro de la cáscara. El embrión del ave dentro de la cáscara tiene ese sentimiento de falta de espacio y de presión. Se siente obstaculizado y estorbado… y de alguna manera sabe que hay algo mejor… pero no puede ver qué es. Es el Espíritu de Vida lo que pone este sentimiento de estorbo y de falta de espacio… y el anhelo por llegar a ser libres es algo que Dios pone ahí cuando Él pretende llevarnos a un ámbito de mayor libertad y de mayor entendimiento de Sus caminos y de Su verdad. Sin ese anhelo y ese continuo picoteo de la cáscara… nunca podremos llegar a la libertad y al gozo de la nueva vida. Esta presión constante contra la cáscara finalmente producirá un resquebrajamiento completo, aunque a Dios eso no le preocupa en absoluto. El propósito de la cáscara era solamente el de proteger contra los elementos durante las fases de formación de nuestro crecimiento. Necesario entonces… y quizás durante un poquito más de tiempo… pero completamente innecesario cuando el ave está completamente formada, y surge en nueva vida. No nos preocupemos demasiado sobre las formas externas y el marco de la vida y de la actividad de la Iglesia, ni consideremos que todo está perdido cuando comienza a desintegrarse. Cuando la cáscara ha sido desechada, todavía esta pasando algo. ¿Qué es lo que es? Un nido ha sido preparado para albergar a las avecillas, para protegerlas de los elementos, mientras son alimentadas y nutridas, y mientras crecen hacia la madurez. Pero el nido también es una cosa temporal… porque de la misma manera que la Ley de Vida continúa funcionando en el pájaro que está creciendo, el viejo nido va cada vez perdiendo más significado. De hecho, no pasa demasiado tiempo cuando se convierte en un lugar sin espacio, apagado y aburrido para vivir en él. ¿Qué es lo que hace que el ave continúe con expectativa, a pesar del cambio constante y de las presiones que siente cuando va madurando cada vez más? Es la ley de Vida en su interior lo que produce nueva esperanza y nuevos deseos de ser LIBRE. Y sí, en breve, el nido mismo, que fue una vez símbolo de descanso y de seguridad… se vuelve sin significado, y repentinamente el ave comienza a darse cuenta por qué había tanto descontento con las viejas formas y rituales que estaban asociadas con la vida en la cáscara y en el nido. Repentinamente, el ave descubre su verdadero elemento… en la atmósfera pura y sin nubarrones por encima de ella. Y comienza a volar en su nuevo entorno… para siempre libre de la cáscara y del nido, pero moviéndose en un orden perfecto y bajo la perfecta ley (la Ley de Vida)… y también en PERFECTA ARMONÍA CON TODA LA CREACIÓN DE DIOS. No nos preocupemos demasiado por el resquebrajamiento de las cáscaras y el derribo de los nidos. (Por otro lado, tú y yo tampoco debemos entrometernos en eso). Dios tiene algo NUEVO para Su pueblo; algo mucho más allá de todo lo que hemos conocido en la vida de la Iglesia. Ningún hombre tiene el patrón de ello. Solamente el Gran Arquitecto y Constructor conoce el patrón, y el Espíritu Santo (el “Abogado” de Dios en la tierra con Su pueblo), lo llevará a una manifestación gloriosa a Su manera y en Su tiempo. Mientras tanto, sigamos permaneciendo “bajo la sombra del Altísimo”, incluso bajo el abrigo de Sus alas. Y estemos seguros de que si Dios permite que las cáscaras y las formas de nuestras actividades de Iglesia se desintegren, es porque tiene algo mucho mejor en mente. En Su objetivo final divino, lo único que Dios quiere en la tierra, es un pueblo NACIDO del Espíritu, LLENO del Espíritu y CAMINANDO en el Espíritu. Hay un nuevo cruce Primero hubo el cruce del Mar Rojo, que sacó al pueblo escogido de la esclavitud en la tierra de Egipto. Pero ahora tiene que haber otro cruce. Salir de Egipto no sacó a Egipto de ellos. El propósito del desierto era ése precisamente, si se sometían a Dios. No meramente el “desierto” como tal, sino los tratos de Dios con ellos en el desierto. Pero la vieja generación no llegó a conocer los caminos de Dios y el carácter de Egipto se prolongó en ellos hasta el final. Sin embargo, la nueva generación entraría hasta el final. Para ellos había de existir un avance más allá de la cáscara de la vida del desierto hacia los nuevos ámbitos de la vida de Canaán. Los sacerdotes del SEÑOR habían de llevar el arca hacia delante, paso a paso, dentro del Jordán, y quedarse en medio del Jordán mientras el pueblo cruzaba el río. La gente estaba muy identificada con el ministerio… pero sólo en la medida en que el ministerio LLEVABA EL ARCA DEL PACTO. “Cuando veáis el ARCA DEL PACTO de Jehová vuestro Dios, y los levitas sacerdotes que LA LLEVAN, vosotros saldréis de vuestro lugar y marcharéis en pos de ella (no en pos de “ellos”).” (Jos. 3:3). Ningún hombre podía mirar hacia delante y decir, “¿Verdad que Eleazar es un sacerdote maravilloso? ¡Seguro que si sigo a Eleazar, lo voy a conseguir!” Ningún otro podía decir: “Tengo toda mi confianza en Itamar… Voy a ser su discípulo… Estoy seguro de no va a hacer que me aparte del camino”. La cuestión de todo este asunto es que los israelitas escasamente podían ver a estos hombres, porque estaban al menos a media milla de ellos por delante en el camino. Lo único que podían ver era la NUBE DE GLORIA suspendida sobre el Arca del Pacto, y quizás, muy vagamente, una compañía de objetos que se movían que cualquiera supondría que eran hombres corrientes. Dios advirtió al pueblo que los sacerdotes y el arca habían de tener unos 2000 codos por delante de ellos, PARA QUE TODOS PUEDIERAN VER A DONDE SE DIRIGÍAN. ¿Te das cuenta que mucha gente que en este día y en esta hora están muy animados por causa de la “cosa nueva” que Dios está haciendo, no saben en realidad a dónde van porque siguen sin rechistar a los talones de sus ministerios­ídolos? Solo la visión de Su GLORIA puede llevarte a ti y a mí por el buen camino. Y además, si resulta que Finees o Itamar caen un poco, o desarrollan una conversación teológica realmente irrelevante al viaje…ninguno de ellos cae porque lo único que pueden ver es la GLORIA, y lo único que pueden oír es la Palabra del SEÑOR: “Santificaos, porque mañana el Señor hará maravillas entre vosotros… Mirad, el arca del pacto del SEÑOR de toda la tierra pasará delante de vosotros al Jordán…” Ciertamente Dios había disciplinado a la nueva generación, de igual modo que Él quiere disciplinar a la nueva generación en nuestro día. Y una de las cosas que debemos aprender mediante dura disciplina es que ningún hombre es nada, ningún apóstol o profeta es nada, y ningún pastor o maestro es nada… A MENOS QUE LLEVE LA GLORIA DE DIOS SOBRE SUS HOMBROS. Cuando el pueblo comenzó a cruzar el Jordán, en lugar de parar en el camino para admirar a Eleazar y a sus maravillosos hijos que estaban en medio del río… pasaron de largo y los dejaron ahí solos… y el pueblo del Señor entró en Canaán PRIMERO, ¡Incluso antes que los sacerdotes! Mientras tanto, los sacerdotes permanecían en un lugar de MUERTE… quizás recordando cómo Nadab y Abiu habían ofrecido fuego extraño delante del SEÑOR y cómo fueron consumidos en el mismo instante. Se encontraban en un lugar de MUERTE… las aguas apiladas en lo alto a ambos lados de ellos… pudiendo ser arrastrados en un instante si no eran diligentes en obedecer la Palabra del Señor. Pablo dice: “Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos.” (1ª Cor. 1:9). Y otra vez, “Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres.” (1ª Cor. 4:9). Y otra vez, “Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida.” (2ª Cor. 4:11­12). Solo cuando el ministerio está en el lugar de la MUERTE EN CRISTO, el pueblo de Dios puede levantarse para andar en novedad de vida. Hay una nueva circuncisión La vieja generación había sido circuncidada pero la nueva que había nacido en el desierto no había sido circuncidada. La circuncisión significa un corte de la carne… y la nueva generación tenía que entrar en la tierra completamente cortados de la vieja vida de Egipto. Todavía llevaban el “reproche de Egipto”… que habían heredado de sus padres. La vieja vida seguía agarrada a ellos. La vieja generación no podía sacudírsela porque no tenían la visión de la tierra de la Promesa. Qué intentos tan desesperados han hecho los hombres para librarse de los viejos caminos, los viejos hábitos, las viejas lascivias… solo para encontrarse a sí mismos exactamente igual que antes, después de cada reunión de oración, de cada reunión de liberación, de cada visitación de Su presencia. No negamos que se pueda experimentar una obra del Espíritu muy repentina y definitiva en nuestras vidas. Pero tal cosa como la “perfección instantánea” no existe. Si no hay un corazón abierto a Dios, un deseo de avanzar todo el camino con Él hasta la misma plenitud de la Vida de Cristo… tarde o temprano la vieja vida reaparecerá y se prolongará. Pero Dios tiene para Su pueblo una “nueva circuncisión” para prepararnos para una nueva vida en Dios y para “quitar el reproche de Egipto”. La circuncisión del Antiguo Testamento tiene su contrapartida en el bautismo del Nuevo Testamento. “En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos” (Col. 2:11,12). Pero de la misma manera que la circuncisión REAL era una obra interna en lugar de una ordenanza externa (Rom. 2:29, Deut. 10:16)), igualmente el bautismo REAL va mucho más allá que una mera ordenanza y es en realidad esa obra interna del Espíritu que paraliza completamente a la vida vieja y anula las obras de la carne “por la circuncisión de Cristo”. Pienso que la mayoría de nosotros estamos dispuestos a admitir que nuestra experiencia en las aguas del Bautismo no nos llevó a la realidad de la vida de Resurrección de Jesús. No obstante, testificamos de ese hecho en el bautismo; y realmente debemos seguir abrazando la verdad de ello hasta que se convierta en REALIDAD dentro de nosotros. Y cuando el Cuerpo de Cristo se identifique vitalmente con los sufrimientos de Cristo, vamos a experimentar también el poder de Su Vida de Resurrección. Aquí se encontraba un ejército completo de hombres jóvenes, junto a la orilla occidental del Jordán, completamente paralizados por causa de la circuncisión, y desvalidos, expuestos a sus enemigos. Sin embargo, el temor de Dios estaba sobre los habitantes de la tierra, y estaban completamente aterrorizados. Todavía debemos descubrir que es en nuestra absoluta debilidad y en nuestra nada donde podemos esperar entrar en el poder y en la fuerza de Su vida de Resurrección y donde podemos ser revestidos con toda la armadura de Dios. Hay un nuevo alimento “Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año.” (Jos.5:12). El maná fue un alimento del desierto con el propósito de prepararles para Canaán. Era suficiente para cada necesidad en ese ámbito. Era pan “espiritual” porque fue dado por Dios para probarles, para examinarles, y para hacerles tener hambre… para que pudieran “saber que no sólo de pan vivirá el hombre, más de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.” (Deut. 8:3). El desierto fue un área necesaria de disciplina por la que Dios prepararía al pueblo para la vida en Canaán. No pretendía ser un castigo, sino una preparación. (Se convirtió en un castigo a los que rehusaron entrar en la tierra, pero fue preparación para los que sí entrarían). El maná que no podía satisfacer su apetito pretendía hacerles tener hambre de Dios Pero para la vida de Canaán necesitaban el “fruto de la tierra”. Con otras palabras, era “fruto de los graneros”. Estaba PREPARADO para ellos y crecía ahí mismo en la tierra. La Tierra habla de toda una esfera completa de vida en Cristo en el ámbito celestial…en el ámbito permanente del Espíritu. En el desierto permanecíamos en lugares áridos y secos… con cada provisión para nuestra necesidad… pero en realidad, sin ir a ningún sitio y sin llegar a nada permanente en Dios. El maná era de arriba… el agua de la roca… sanidad cuando se necesitaba… la nube de Su presencia en medio de nosotros para guiarnos y para protegernos. Pero aún así nos quedábamos hambrientos e insatisfechos… o quizás deberíamos decir, nos quedábamos sin satisfacer. En la Tierra llegamos a un lugar preparado… no hay nada en este ámbito que podamos hacer por nuestros propios esfuerzos. Es enteramente la obra del Espíritu, y al estar en unión con el Espíritu, estamos en unión con el Hijo… haciendo sólo tal y como Él hace… hablando solo tal y como Él habla… pensando sólo como Él piensa. Es un lugar en el que constantemente PERMANECEMOS en el ámbito del Espíritu…corrientes de aguas, arroyos… viñas fértiles e higos… maíz, trigo, y miel… casas construidas que no tuvieron que construir, huertos plantados que no tuvieron que plantar. ¡Qué día glorioso cuando el Cuerpo de Cristo comience a entrar en su heredad y el pueblo de Dios comience a darse cuenta de que ya no trabaja más para Dios (pues somos “colaboradores” con Él)… y ya no más lanzamos cruzadas y programas para Dios… y ya no más edificamos iglesias del Nuevo Testamento… y descubrimos que lo que Dios tiene en mente para Su pueblo, ya ha sido previamente preparado por el Espíritu de Dios en la tierra y nosotros simplemente NOS UNIMOS A ÉL Y HABITAMOS LA TIERRA! Jesús vivió en este ámbito constantemente y al hacerlo así, ha mostrado el Camino, o más bien, se ha CONVERTIDO en el Camino. Por eso nunca ha habido ninguna frustración, ansiedad o perplejidad al hacer la voluntad de Dios. Todo estaba PREPARADO. Por supuesto, esta no es una clase de vida automática de pulsar botones… ni siquiera para Jesús. Tuvo que esperar en Dios… orar largas horas junto a la montaña… aprender obediencia a través del sufrimiento… llevar el reproche de andar solo, además de ir en contra del orden establecido del día. Pero todo esto fue la COMIDA de Su heredad. “Yo tengo una comida que comer que vosotros no conocéis…” Después, al mostrarle el Padre lo que Él mismo había preparado, el Hijo caminaba en ello e inmediatamente el plan y el propósito de Dios tomaba forma visible y se manifestaba en la tierra, además de cumplirse las Escrituras. ¡Que diferente de esos días antiguos de la Iglesia, en los que tomábamos las Escrituras e intentábamos que funcionaran! Por supuesto, cuando el pueblo de Dios camina en este Camino, serán reconocidos por el orden religioso como un pueblo extraño y peculiar… como pasó con Jesús, si había de hacer la voluntad del Padre… entonces debía abandonar las grandes reuniones y salir por su camino para hablar a una mujer necesitada junto al Pozo de Samaria. Significaba ignorar los clamores de Sus íntimos amigos cuando Le imploraban que viniera y sanara a su hermano Lázaro, que estaba enfermo. Significaba sanar a un hombre enfermo en el Sabbat… cuando bien podría haber esperado al día siguiente para evitar ponerse en contra del orden religioso del día. Significaba quedarse lejos de Jerusalén durante los días de la fiesta, cuando podría haber ido como un hacedor de milagros y haberse hecho de un nombre para Sí mismo. Significaba afirmar el rostro para ir a Jerusalén en el tiempo equivocado… cuando todo el mundo sabía que significaría muerte certera. En breve, significaría escoger la Cruz conforme a la voluntad de Dios en lugar de tomar su propio lugar como el Mesías. Pero anduvo en el ámbito de una VIDA PREPARADA… preparada por el Padre y como el Padre mostraba al Hijo lo que Él mismo estaba haciendo, estas mismas cosas las hacía igualmente el Hijo. Los hombres sólo veían la forma visible que surgía y se maravillaban de Sus milagros, de Su sabiduría, de Sus enseñanzas, de todas las obras maravillosas que Él hacía. Pero el Padre simplemente mostraba al Hijo lo que Él mismo estaba haciendo en el ámbito del Espíritu, y al permanecer el Hijo en el Padre, simplemente caminaba por la tierra que Dios Le mostraba, manifestando abiertamente todo aquello que el Padre ya había hecho. Por tanto, no debe ser nuestra preocupación establecer Iglesias del Nuevo Testamento ni Gobiernos de Iglesia, ni tampoco involucrarnos en cualquier otra causa buena y digna. Esta es la responsabilidad del Espíritu Santo, el Abogado de Dios en la tierra… hacer que suceda en la tierra lo que el Abogado a la diestra de Dios ha decretado. Sea lo que sea que Dios tenga en mente, será dado a luz en hermosa perfección, cuando nosotros venimos a la Tierra y participamos del “fruto” y CAMINAMOS EN EL ESPÍRITU. Por esa razón oramos, “Venga Tu Reino, Hágase Tu voluntad así en la Tierra como en el Cielo…” Su Reino es seguro, firme y muy REAL… pero está EN LOS CIELOS. Nuestra oración es que tome manifestación en nuestras vidas y por todo el Cuerpo de Cristo, y finalmente en toda la tierra. Hay un nuevo liderazgo Puede que hayamos mencionado esto al principio de nuestra lista de “cosas nuevas”… pero lo hemos dejado al final a propósito. Porque aunque Josué era el nuevo líder, y fue nombrado por Moisés para sucederle después de su muerte… Josué debía descubrir justo antes del ataque a gran escala contra el enemigo, que uno mayor que Moisés y mayor que Josué, había de convertirse en el líder verdadero. Dios ya había dicho a Josué, “Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo…” (Jos. 1:2). El ministerio de Moisés fue grande y poderoso, pero se identificaba con la vieja generación que no quiso obedecer a Dios; y cuando su ministerio llegó a su fin, y la nueva generación estaba lista, Dios le quitó para dar lugar al nuevo liderazgo bajo Josué. Con gran autoridad y poder, Josué, el nuevo líder, comenzó a mostrar al pueblo los caminos del SEÑOR, y a prepararlos para el nuevo día que había delante de ellos. Dios vindicó a Josué en todo y Josué fue engrandecido a los ojos del pueblo. Pero antes de que Josué pudiera comenzar la conquista de la Tierra, tenía que aprender que tener la Autoridad de Dios no era suficiente. Tenía que aprender que… después de que todo fuera dicho y hecho… no era en realidad el nuevo líder. Un día, mientras Josué observaba las fortalezas de Jericó, contemplando los caminos y los medios para tomar la Tierra… vio a un extraño personaje en pie, con una espada apretada en su mano. Con valentía, Josué camino hacia él y le pregunto: “¿Eres de los nuestros o eres nuestro adversario?” Josué estaba a cargo de los ejércitos de Israel. ¿Qué estaba haciendo esta persona ahí, con una espada desenvainada en la mano? Pero la respuesta vino con una repentina reprimenda: “No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora. Entonces Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró; y le dijo: ¿Qué dice mi Señor a su siervo? Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo.” (Jos. 5:14,15). “Querido Señor, concede a Tus siervos en todo lugar, a quienes Tú has escogido para dirigir a tu pueblo a nuevos ámbitos de tu herencia celestial, una confrontación tan directa contigo, que puedan saber con certeza que Tú, oh Señor, eres el único responsable como el Capitán de nuestra salvación, y como el Arquitecto y el Constructor de Tu Iglesia, trae a Tu pueblo a la heredad que has preparado para ellos. Y concede que estos Tus siervos puedan estar preparados para quitarse el calzado de sus pies y a partir de ahí, que puedan caminar solo en los pies de Otro. Porque sólo entonces será válido su liderazgo. Y sólo entonces tendrá Tu pueblo asegurada la victoria total.” ¿Qué hay de la Nueva estructura de la Iglesia? Si ha de haber un “nuevo odre” para el “nuevo vino”… ¿qué vamos a hacer al respecto? Sólo recordemos al pueblo de Dios en todo lugar que Dios será tan Soberano en traer los nuevos odres como lo fue al traer el nuevo vino, y no tenemos que entremezclarnos en esto en modo alguno. Seamos abiertos de corazón ante el Señor y lleguemos a darnos cuenta con certeza de que el Espíritu Santo está morando en Su Cuerpo como la viva Presencia de Cristo mismo—no solo para influenciar a Sus siervos con ciertos impulsos de gracia que les inspiren a cumplir la Palabra de Dios, sino que de hecho Él es el SEÑOR SOBERANO DE LA IGLESIA. No importa lo sinceros que puedan ser los ministros de Cristo, no Le van a persuadir de que tienen el patrón correcto para el orden de la Iglesia del Nuevo Testamento, y que por tanto debería venir y coronar sus esfuerzos con Su bendición. La “Iglesia gloriosa” que Cristo está dando a luz es tan distinta de la Iglesia del Nuevo Testamento como la calabaza es tan diferente de su propia semilla. Cierto, son una e iguales en POTENCIAL. Pero en la formación de la calabaza hay funciones y leyes que operan que no fueron relevantes al brote de la semilla bajo la tierra o a la formación de la flor en la viña. Y sin embargo, en todo ello hay UNA LEY que permanece en operación constante, y sin ninguna remisión, de nombre, la LEY DE VIDA. Ahora bien, Cristo fue la verdadera Simiente, porque Él era la Palabra y la Cosecha es el fin de los tiempos, tal y como dijo Jesús. Así que podemos estar confiados de estar ahora en la hora de la formación del FRUTO. Ha habido UNA LEY funcionando en el Cuerpo de Cristo desde sus principios tempranos hasta este día, llamada “La ley del Espíritu de Vida en Cristo Jesús”. Pero a lo largo de todo el proceso completo en estos 2000 años pasados, ha habido un continuo cambio de la forma y de la estructura de la planta en sí; y todo esto ha sido consistente por completo con LA LEY DE LA VIDA. La verdadera vida no puede someterse a ninguna clase de patrón de estereotipo. Y sin embargo, desde casi los mismos principios de la vida de la Iglesia, y a lo largo de toda su larga historia… en tiempos de apostasía y en tiempos de refrigerio y de restauración… hemos tenido líderes de Iglesia que se han reunido para tratar de mantener las formas y las estructuras que sentían que Cristo instituyó al principio, o restaurando otras que se habían perdido. En medio de todo ello, el Espíritu de Dios que es el Soberano Señor de la Iglesia y el Vicario de Cristo en la Tierra, simplemente ignora los esfuerzos de los hombres y avanza para obrar exactamente lo que se ha propuesto el Hijo en los Cielos. Ahora hemos llegado al día de la Cosecha, y la “Iglesia gloriosa” que Dios prometió está a punto de ser dada a luz. Los hombres continúan estableciendo patrones de gobierno y estructuras de Iglesia que sienten haber descubierto en la Iglesia primitiva y que por tanto, han de ser reinstaurados. Y el Señor de la Iglesia simplemente ignora todo ello, y avanza para cumplir lo que tiene en mente. Porque cada hortelano sabe que cuando la pequeña calabaza comienza a tomar forma sobre la planta, no tiene que tomar una vieja cáscara de calabaza y colocarla cuidadosamente sobre el pequeño brote que ha comenzado a formarse para asegurar que sepa la forma que se supone que tiene que tomar al crecer más y más. De algún modo, el hortelano sabe que si simplemente la riega, quita las malas hierbas de la tierra… y quizás hace un poquito de poda aquí y allí… de algún modo, descubre que la calabaza tomará su forma hermosa y su estructura sin intervención alguna por su parte. Y espera completamente que el fruto de la cosecha sea mucho más glorioso que la semilla que plantó… y tan enteramente diferente que no podría comenzar a comparar ambas cosas. ¿Cómo puede estar seguro de esto? Realmente es bastante simple. Sabe que el proceso completo es gobernado por la LEY DE VIDA EN LA SEMILLA. La semilla debe caer en tierra y morir. No se preocupa por eso. Está preparado para dejar que la forma de la semilla se pudra y se desintegre… confía en que cualquiera que sea la intención de Dios cuando hizo la semilla, brotará en una hermosa manifestación en el FRUTO… mucho más glorioso aún y más hermoso que el pequeño grano que fue plantado en tierra. Una vez que vemos esto, cesamos de preocuparnos por las formas y patrones de estructura de Iglesia. Porque entonces estamos seguros de que el gobierno de la Iglesia así como el marco y la estructura de la vida de la Iglesia están tan sujetos al cambio espiritual y al crecimiento, como cualquier otro aspecto del Reino de Dios. Porque Dios ciertamente nos dio un Hijo modelo, pero nunca nos dio un modelo de Iglesia de Nuevo Testamento. Sin embargo, sí que tenemos en el Nuevo Testamento la intención de Dios para el objetivo de la Iglesia del Nuevo Testamento, y todavía ha de ser dado a luz. “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.” (1ª Cor. 1:10). Ahora bien, la Iglesia de los Corintios de ninguna manera es una Iglesia modelo… pero en las cartas de Pablo a la Iglesia de Corinto, ¡Sí que podemos ver la intención del Dios! “Completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.” (Fil. 2:2). La iglesia en Filipo no es la Iglesia modelo.... ¡Pero en la epístola a los Filipenses sí que tenemos la semilla de la intención de Dios! “Y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de TODA LA PLENITUD DE DIOS” (Efesios 3:19). La Iglesia en Éfeso no es la Iglesia modelo… ¡Pero en la epístola de Pablo a Éfeso tenemos la semilla de la intención de Dios! “A fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha” (Efesios 5:27). ¡De nuevo tenemos la semilla de la intención de Dios! “Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, COMO ÉL es justo.” (1ª Juan 3:6,7). “…El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha PERFECCIONADO el amor en nosotros….” (1ª Juan 4:16,17). ¡Ahí está, en forma de semilla! Y podríamos avanzar más y más declarando la intención de Dios tal y como es revelada en la Semilla. ¡No está en su plenitud en ninguna Iglesia del Nuevo Testamento, pero está ahí en la semilla! Por tanto, en lugar de intentar reconstruir el patrón de la semilla, el plan de Dios es que simplemente PLANTEMOS la semilla en los corazones de los hombres, si es así que Dios les conceda la gracia para recibirla, para creerla y abrazarla… y después dejar que Dios la de a luz en la consumación del tiempo, en el cumplimiento de Sus propósitos, y en la gloria y hermosura de la Vida de la Nueva Creación. Que se ahorren los ministros de Dios en todo lugar los problemas y la frustración de intentar establecer una Iglesia del Nuevo Testamento en su comunidad o en cualquier otro lugar de la tierra. Dios tiene en mente algo mucho más allá de lo que podemos imaginar o incluso contemplar. Cada deseo de Dios que ha expresado en el Nuevo Pacto, se cumplirá… puesto que el Nuevo Pacto es simplemente las Nuevas Voluntades que Cristo dejó para Su pueblo, y que ratificó por Su muerte en la Cruz. El Cristo glorificado es ahora el Mediador del Pacto, y el Espíritu Santo está en la Tierra para ser para la Iglesia de Cristo TODO lo que Jesús fue mientras estuvo aquí, y para establecer en la tierra lo que el Hijo ha decretado en los cielos. Tratemos de evitar acercarnos al Nuevo Pacto como algo que consideramos que Dios nos ha delegado, para mediar en la tierra. Hemos de ministrarlo simplemente y declararlo como fieles ministros del Nuevo Pacto. Porque cuando lleguemos a reconocer que el Nuevo Pacto no es simplemente una compilación de cartas apostólicas y de mandatos judiciales, sino que realmente es una PALABRA CREATIVA que sale de la boca de Dios, entonces tú y yo quedaremos aliviados de cualquier otra responsabilidad que no sea esta: caminar en el Espíritu y declarar la Palabra que procede, viva y creativa, de la boca de Dios. Estamos hablando de lo que Dios está haciendo. Estamos hablando de la Nueva Creación de Dios. Estamos hablando del Cristo viviente edificando un Templo viviente y soplando Su propia vida en ese templo, tan cierto como Él sopló el aliento de vida en la nariz de Adán… solo que en un plano muy superior. Puesto que el primer Adán vino de la tierra… polvo de la tierra… y Dios sopló en él aliento de vida, vida del alma que sería sostenida de la tierra de la que salió. Pero el último Adán vino del Cielo… se convirtió en un ESPÍRITU “vivificador”… Tiene “vida en sí mismo”… y el poder para impartirla a los demás. Si estamos seguros de haber nacido de Adán y de haber heredado su vida, su vida del alma… y la muerte que conlleva… ¿Es demasiado para nosotros creer que si somos nacidos de nuevo en el Último Adán, entonces hemos heredado Su Vida, Su Vida del Espíritu, y que esa Su Vida, aún ha de surgir en la plenitud de Su imagen en Su pueblo? Capítulo 7 – El Cordero­Pastor “Apacienta mis ovejas” – George H. Warnock Capítulo 7 ­­ El Cordero­Pastor “ Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. ” (Apoc. 7:17). El propósito del Ministerio El propósito de todo ministerio que procede del Cristo exaltado es ministrar de tal forma la Verdad, que las ovejas del prado de Dios puedan entrar en una unión personal directa y sin estorbo con el Señor. Los ministros del Nuevo Pacto no han de ser “mediadores”—como lo fue Moisés o como lo es Jesús. Son más bien “siervos” (griego “doulos” o “esclavos”). Los esclavos no tienen derecho de llamar suyo a nada… ni siquiera al ministerio que Dios les dio. En otra analogía, son administradores de la casa de Dios (1ª Cor. 4:1). Son particularmente responsables de revelar los “misterios” – o secretos de Dios—a los miembros de la familia de Dios. Es simplemente una confianza que se les ha entregado para su cuidado. Hacen discípulos para Cristo, pero no pueden hacer discípulos para ellos mismos. Otra cosa es tener compañerismo, porque en el compañerismo hay comunión, compartir, dar y recibir… y el verdadero ministro descubrirá que a menos que reciba nutrición espiritual de otros, él mismo no podrá ministrar nutrición espiritual a ellos. En otra analogía, los ministros de Dios son agricultores que plantan la semilla o los que riegan la planta que está creciendo, o los que recogen la cosecha. No deben entrometerse con la semilla, o con la planta que está creciendo. Dios es el verdadero labrador, y es Él quien da “el crecimiento”. Así pues, “nada es el que planta, y nada es el que riega, sino Dios, que da el crecimiento”. Los “padres” en la familia son algo parecido a lo que José era para Jesús. Recibió la responsabilidad de cuidar al niño Jesús hasta que creciera… pero José sabía que él no era el verdadero padre. Pablo se comparó con un padre… a los Corintios… a Timoteo. Pero no se entrometió con la relación de ellos con Cristo. Su objetivo era poder presentar a la Iglesia “como una virgen pura a Cristo” (2ª Cor. 11:2). Así es con los “pastores”. Ha habido demasiada “posesividad” entre los pastores en relación con las ovejas de Dios. Ellos no pueden decir legítimamente, “mis ovejas”, “mi rebaño”, “mi iglesia”. No es algo que ellos construyan y tampoco es algo con lo que ellos puedan comerciar con alguien. No pueden aceptar un pastorado que les sea ofrecido ni dimitir a su propia voluntad. No es suyo el tomarlo ni es suyo el dejarlo. Simplemente se mueven en medio de la Iglesia de Dios como Sus ministros... viniendo a una asamblea del pueblo de Dios y ministrándoles siempre que Dios indique Su voluntad sobre ese asunto, para después avanzar en la dirección que Dios dé. Cuando Pablo dejó Éfeso, no tenía otra provisión para ellos sino encomendarlos a Dios y a la Palabra de Su Gracia… y después prosiguió su camino. No hizo promesas de llevar los asuntos a la central en Antioquía, ni de que recibieran un pastor lo antes posible. La “palabra de Su gracia” sería suficiente y Dios sería fiel en enviarles de vez en cuando a cualquier apóstol, o profeta o evangelista o pastor o maestro que necesitaran para una mayor edificación. Mientras tanto, los ancianos de la Iglesia en Éfeso recibían el encargo de “alimentar al rebaño de Dios” o literalmente “pastorear” o “guiar” al rebaño. El pueblo no era alimentado con leche para el resto de sus días mientras que un pastor tras otro negociaba su puesto con los demás… en lugar de eso, eran arrojados en medio del mar de la vida con la Gracia de Dios como su único recurso, y dependía del pueblo “probar” a los ministerios que llegaran a ellos… algunos de los cuales buscarían simplemente un lugar donde aterrizar… “para atraer a los discípulos tras de sí”. ¿Es que no era suficiente la gracia de Dios para ellos? Escucha lo que Jesús tiene que decir sobre la Iglesia en Éfeso… quizás 35 años más tarde: “Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado” (Apoc. 2:2,3). Muy loable, es lo que probablemente dirías, para una iglesia recién nacida que quedaría en manos de unos pocos ancianos, y que en ese momento eran recién convertidos a Cristo. Pero verdaderamente no quedaban en sus manos… era la Iglesia de Cristo y Él era el Señor de la Iglesia, y habían sido enseñados a escuchar la Voz del Pastor por el apóstol Pablo… para que cuando sonase la voz falsa, pudieran decir: “Es un mentiroso… la voz no suena como la Voz del Pastor”. Saúl, Hijo de Cis… Un Falso Pastor Saúl no era realmente el hombre de Dios. Pero querían un rey “instantáneo”… no estaban preparados para esperar al rey que Dios tenía en mente… y Dios les dio el deseo de su corazón. Algunos podrían cuestionar a Dios al dar a Israel a un rey como Saúl, sabiendo que Saúl sería un rey rebelde y terco. Pero esto es consistente con los caminos de Dios. Dios siempre da gobernadores como Él considera apropiado, sin que importe la elección del pueblo; y es de acuerdo con Sus juicios justos. El gobernador que Dios da puede ser de la clase que ellos QUIERAN, o de la clase que ellos NECESITEN, o de la clase que ellos MEREZCAN… conforme al juicio de Dios sobre ese asunto. Ahora bien, Saúl era la clase de rey que QUERIA el pueblo (y como resulto ser, era de la clase que ellos MERECÍAN)… Y hubo una respuesta inmediata del pueblo cuando vieron al hombre que Samuel había ungido. “¡Dios salve al Rey!”, gritaron. Israel no podía haber tomado a un hombre más a semejanza de ellos mismos, ni aún habiendo votado ellos mismos. Era un rey rebelde, duro de cerviz e indisciplinado. (Parece significativo que Saúl estuviera persiguiendo BURROS cuando Samuel le encontró. Llamar por nombre a los burros, no conseguiría nada… él tendría que seguirlos a donde quiera que fueran… y terminaría perdido. Hizo algo parecido cuando era rey: cuando el pueblo fue “disperso”—tomó los asuntos en sus manos y por sí mismo y ofreció ofrenda quemada, contrario a la Palabra del Señor. Cuando el pueblo salvó a Agag, y rescató lo mejor del ganado y de las ovejas—Saúl siguió adelante con su idea. Si esto parecía lógico y aparentaba tener sentido… y si además, esto ayudaba a mantener al pueblo unido… entonces esto aparentaba ser más importante que obedecer la Palabra del Señor.) Un Rey­Pastor de Belén Siempre podremos estar seguros de que el plan de Dios podrá retrasarse, pero nunca frustrarse por el fracaso humano. E incluso en ese así llamado “retraso”—Dios puede obrar y hacer que sea parte del plan. Porque es en la hora de aparente futilidad y frustración que Dios, detrás de la escena, está haciendo una preparación muy diligente para lo nuevo que Él ha planeado dar a luz. Siempre tenemos que recordar esto. Dios no espera a que el hombre fracase para hacer provisión para ese fracaso. Pero incluso mientras que al hombre aparentemente todo le vaya muy bien, y parezca que no hay necesidad de intervención divina, aún así Dios sabe que está abocado al fracaso e incluso en ese momento, Él está preparando un pueblo que esté en la brecha en el día de la repentina calamidad. En los campos de Belén había un joven llamado David, que pastoreaba ovejas. Él era aquel que Dios tenía en su mente para el pastoreo de Israel, pero apenas estaba listo para ello. Tampoco Israel estaba listo: tenían un buen rey, Saúl, hijo de Cis… fornido y fuerte, y capaz de dirigir a los ejércitos de Israel contra cualquier enemigo que se atreviera a atacarles. Pero Dios sabía que Saúl no andaría en Sus caminos, y debía preparar a un hombre para pastorear a Su pueblo cuando el reino de Saúl quedara en nada. Todos sabemos sobre la trágica caída de Saúl y no necesitamos extendernos en esto. Samuel lamentó por Saúl, pero Dios le envió a Belén para ungir a un nuevo rey de la familia de Isaí. Ni siquiera era considerado apto y no se molestaron en invitarle a la fiesta de coronación. Pero estaba LISTO. Cuando fueron a buscarle, fue fácil encontrar a David. (No estaba persiguiendo a burros como Saúl… estaba cuidando ovejas cuando Dios le llamó). Era un buen pastor y sus ovejas estaban cerca de su corazón. Estaba dispuesto a arriesgar su vida para salvarlas del león o del oso. Llamaba a sus ovejas por nombre porque estaban cerca de su corazón. Y ellas conocían su voz y le seguían.”Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es.” (1ª Sam. 16:12). ¡Un nuevo rey para la nación de Israel! ¡Ungido para ser el rey­pastor de la heredad de Dios! Pero todavía falto de preparación a esa fecha…. El nuevo Pastor debe convertirse en una Oveja Los verdaderos pastores sobre la heredad de Dios son ovejas antes de llegar a ser pastores y después de convertirse en pastores, siguen siendo ovejas. Y así, David, ungido para ser el pastor de Israel, debió aprender primero el camino de la oveja. Tuvo que pasar una dura disciplina para poder dar la talla como pastor del rebaño de Dios. Tuvo que aprender a tomar el corazón de oveja. Tuvo que aprender la paciencia. Tuvo que aprender lo que significa estar bajo la ira de un rey enfadado y ser perseguido como un cordero que huye de un lobo voraz. “Pero por causa de ti nos matan cada día; Somos contados como ovejas para el matadero. ” (Salmos 44:22). Las ovejas de Dios han conocido y experimentado una horrorosa cantidad de sufrimiento… no solo en manos de reyes y gobernadores terrenales, sino también en manos de los reyes y gobernadores eclesiásticos. Dios demanda que Sus pastores tengan el corazón de la oveja. Por tanto, David tuvo que hacerse oveja para poder ser un verdadero pastor de Israel en los días aún por llegar. “Jehová es mi pastor, nada me faltará… “, cantaría él años más tarde. Así, los sufrimientos de David no solo le prepararon para el papel que habría de jugar como el pastor de Israel, sino que en cierto sentido, por así decirlo, se convirtió en el cordero que había de ser muerto para la redención de ellos. (Conforme a la ley, cada primogénito de asno había de ser redimido con un cordero, o de otro modo, su cerviz había de ser rota.) Todo esto es parte del proceso que los escogidos de Dios tienen que pasar para llevarlos a la naturaleza de cordero que Dios desea que tengan. Puesto que es el Cordero que reina con Cristo en el trono y por tanto, un pastor no tiene preeminencia por encima de una oveja. Si somos “pastores” en esta vida, seguimos siendo las ovejas del “Pastor Principal”, y nuestro lugar en Dios será determinado por el buen “ejemplo para la grey” que hayamos sido. Por otro lado, si somos “ovejas” en esta vida, entonces al desarrollarse las cualidades de la mansedumbre, la tolerancia, la paciencia y la bondad… de este modo nos hacemos herederos del Reino de Dios, puesto que “Bienaventurados son los mansos, porque ellos heredarán la tierra.” La Bienaventuranza de la oveja Por tanto, que las ovejas tomen su lugar como “ovejas de Su prado”, aprendiendo la obediencia a través del sufrimiento, aprendiendo el sometimiento los unos a los otros, y a los pastores que están sobre ellas en el Señor, siempre obedeciendo al escuchar la Voz del Pastor. Porque si hallan gracia en este ámbito, su porción en Dios no será menos que la de los apóstoles y los profetas. Y que los pastores, cuyo llamamiento es mayor en esta vida, reconozcan que con el llamamiento mayor también les ha sido conferida una responsabilidad mayor; y la tarea de “aprender la obediencia” (sin la cual, no serán tomados por dignos de ser reyes­pastores del Reino eterno)… su tarea de aprender la obediencia les será más difícil que a las ovejas, por causa de la tentación de su oficio. Un grado de “obediencia” no se demanda de los asalariados, pero si de los pastores. Sin él, puede haber una gran cantidad de éxito en esta vida, pero sin él, no habrá reinado con Cristo en Su trono. Recordemos que nuestro Señor no se sienta en el trono en los Cielos como Gobernador de este Universo, porque fue Divino en Su nacimiento, y Mesiánico en Su oficio… pero por ser un CORDERO EN SU CARÁCTER… …Fue porque “se consideró a Sí mismo sin reputación” (literalmente “Se despojó a Sí mismo”). …Fue porque viniendo como hombre, tomó la forma de siervo (“doulos”... o “esclavo”). …Fue porque como esclavo, aprendió la obediencia. …Fue porque en obediencia, anduvo todo el trayecto, hasta la muerte de la cruz. “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre.”(Fil. 2:5­10). Juan lloró desconsoladamente en Patmos cuando no se halló a nadie digno de abrir el Libro y soltar los sellos. Pero el ángel le consoló con las palabras: “No llores... Juan, el León de la tribu de Judá ha vencido y abrirá el Libro…” Y al secarse los ojos Juan para ver al León, ¿Qué es lo que vio? “Un cordero inmolado…” Y fue Él quien vino y tomó el Libro de las manos del que se sentaba sobre el trono. Un cordero ensangrentado se convirtió en el triunfante León de la Tribu de Judá. Pero incluso asumiendo ese carácter, seguía siendo el Cordero inmolado… y los vencedores que hallamos surgiendo en el libro de Apocalipsis, son los que “siguen al Cordero”, no los que siguen al León. Dios ha prometido que levantaría pastores para Su pueblo conforme a Su propio corazón. Pastores que alimentarían a Su pueblo con verdad y conocimiento… el verdadero conocimiento de Cristo. Pastores que tendrían en su corazón el bienestar de las ovejas. Pastores que usarían cuidadosamente la vara de instrucción y de la corrección sobre otros… sabiendo que al recompensar a las ovejas de su pasto, también pueden esperar que el Pastor principal los recompense a ellos. Pastores que busquen ser ejemplos de la grey, no señores. Pastores que sean siervos, no maestros. “Y levantaré sobre ellas a UN PASTOR, y él las apacentará; a mi siervo David, él las apacentará, y él les será por pastor” (Eze. 34:23). David, un Pastor­Señal David, como profeta, fue un profeta­señal y como pastor, fue un pastor­señal. No solo fueron proféticas las cosas que declaró. Las cosas que sufrió fueron también proféticas de los sufrimientos y de las pruebas por las que el Verdadero Pastor tendría que pasar para poder convertirse en el “el Gran Pastor de las ovejas”. A través de todos estos sufrimientos, David reconocería la mano de Dios, el propósito y el plan de Dios, y conocería además la unción de Dios. La unción que en un principio recibió de las manos de Samuel habría de incrementar hasta llegar a estar saturado con ella. “Seré ungido con aceite fresco” (literalmente mezclado) (Salmos 92:10). Como la ofrenda de alimentos, que se “mezclaba con aceite”, su vida entera había de mezclarse y de dar nueva vida con la presencia de Dios, hasta que la Unción no sólo fuera efectiva para su oficio como el rey­pastor, sino que también transformara su mismo carácter. Aprendería la obediencia, la paciencia y la mansedumbre, al sufrir la aflicción con Saúl. Alcanzaría tal lugar de gracia en su vida que aprendería a mostrar misericordia y gentileza cuando en realidad, legalmente podría haber tomado venganza entrando al ámbito de la autoridad real que le había sido prometida. Pero su corazón estaba puesto en Dios y se propuso simplemente caminar con Dios y dejar que Dios cumpliera Su propósito a Su manera y en Su tiempo. Por tanto, al surgir la paciencia y la gracia en su carácter, y al caminar en la presencia de Dios, supo que no le correspondía a él intentar cumplir la promesa de Dios. (Aquí es dónde nosotros fallamos con tanta frecuencia). David no tomó la Palabra que Dios le había dado para intentar hacer que se cumpliera. Simplemente “escondió” esa Palabra en su corazón… y Dios se encargó de ella haciendo que se cumpliera. No era un oportunista. No buscaba “puertas abiertas” como si fueran el llamado de Dios. Varias veces Dios soberanamente abrió una puerta al reino y él pudo haber matado a Saúl, a quien Dios había rechazado. Pero habiendo aprendido la gracia y la misericordia como el camino de Dios… él mismo cerró la puerta sabiendo que era mucho más importante para él mostrar misericordia a los demás, de la misma manera que Dios le había extendido a él Su misericordia... que no el intentar entrar en su oficio. Debemos estar listos para abrazar el cumplimiento de las promesas de Dios; pero primero que nada, tenemos que aprender los caminos de Dios, ser conscientes del tiempo de Dios y llegar a conocer el corazón de Dios… no sea que seamos tentados a tomar el reino “por violencia”. Algunos agarrarán el poder y la autoridad del Reino de este modo (con una cierta cantidad de aparente éxito)… pero los hijos de Dios no pueden hacer eso. Toman el Reino como Jesús lo tomó… como un Cordero que fue inmolado. Un Cordero­Pastor se sienta en el Trono Incluso ahora, estando Cristo sentado a la diestra del Padre, Él reina en virtud del hecho de que es un Cordero. Reina como un Cordero­Pastor porque Dios está levantando corderos­pastores por toda la tierra, y es el trabajo oficio del Espíritu Santo en la tierra establecer en el Cuerpo de Cristo la naturaleza, el carácter y también la autoridad… de Aquel que se sienta en el Trono. “El me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo hará saber.” (Juan 16:14). La obra del Espíritu Santo no es solo impartir a Su pueblo el PODER de Dios, sino “TODAS LAS COSAS” que pertenecen al Cristo exaltado… Su misma naturaleza, carácter y vida. El Gran Pastor de los pastores no está en absoluto obstaculizado en Su oficio de cuidar ovejas por causa de Su entronización en los cielos. Más bien fue allí para que la obra que comenzó en la tierra al reunir al “rebaño pequeño” alrededor de Él… tomara un incremento y una consumación mayores por el hecho de habitar el Espíritu Santo en Su pueblo. Porque Él está aquí en la tierra, morando en Su Cuerpo, para ser para ti y para mí, TODO LO QUE JESÚS FUE TODO EL TIEMPO QUE ESTUVO AQUÍ. Así, leemos,”el Cordero que está en medio del trono los pastoreará” (Apoc. 7:17). Y de nuevo, respecto de los vencedores, Él dice, “Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va.”(Apocalipsis 14:4). ¿A quién siguen? ¡AL CORDERO! ¿Por qué no siguen al Pastor? Porque el Pastor es un Cordero; y Él es adorado, reverenciado y obedecido por las ovejas de Su prado, por ser Él un Cordero. Una Palabra de ánimo En esta hora tremenda, al salir el Cordero llevando a las ovejas de Su prado a ámbitos que no hemos conocido antes, déjame dar una palabra de ánimo a todos aquellos cuyos corazones anhelan y tienen sed de Verdad y de Realidad. Si sabéis y sois conscientes en vuestro interior de que todavía no habéis llegado en ningún grado de plenitud a ese “lugar de reposo” que Dios tiene para los suyos, entonces debéis continuar obedeciendo la Voz del Pastor cuando os habla: “Pueblo mío, ¡Sube más arriba!” No temáis ascender por caminos desconocidos que llevan a alturas mayores en Dios, siempre que escuchéis al Pastor llamándoos. Sabéis en vuestro propio corazón si habéis entrado o no en el verdadero descanso. Si otros han hallado suficiente pasto en las orillas orientales del Jordán, como las tribus de Rubén, Gad y Manasés… entonces el llamado a avanzar hacia delante y hacia arriba, hacia las colinas y montañas, no es para ellos. A ellos les parece oneroso. Pero con vosotros es diferente. No estáis contentos en vuestra habitación presente. Sabéis en vosotros mismos que hay en vuestro interior un profundo clamor por avanzar más alto en los ámbitos celestiales en Cristo, hacia la perfecta unión con el Padre. Y de este modo, no podéis hallar descanso en ninguna doctrina o enseñanza que os desanime en vuestro descubrir a Dios en vuestra propia herencia. Lleváis en vuestro corazón y mente la “piedrecita blanca” de Su pacto con vosotros, una muestra de Su afecto personal por vosotros como individuos. Porque tú eres un individuo especial para Dios, creado a Su imagen y semejanza, para tener comunión personal con Él y sólo con Él. Sigue puliendo esa piedrecita, y guárdala bien. No dejes que ningún hombre se entrometa para estropear su hermosura. No dejes que ningún hombre te la quite. Que ningún apóstol, profeta o sacerdote, te persuada por causa de su autoridad, para que se la entregues a él. El pacto de Dios contigo es que Él es tuyo y tu pacto con Dios es que tú eres Suyo. Y al aferrarte a esto (dando honor a quien es debido, respeto a quien es debido y sometimiento a quien es debido)... entonces experimentarás el gozo de conocerle por ti mismo, como ninguna otra persona puede conocerle. Porque tu herencia en Dios es distinta que la de cualquier otro ser creado, y la herencia de Dios en ti es igualmente algo muy distintivo y especial. En el Cuerpo de Cristo, tu eres “un miembro en particular”… que tiene una función muy especial y una relación muy individual con tu Señor. Como oveja de Su prado, no eres simplemente una oveja entre muchas “ovejas” por eso Él te llama por un nombre especial. Cada uno tiene un lugar especial en Dios y cada uno trae un gozo y un deleite muy especial a Su corazón. Por eso Él da a cada uno un “nombre” especial, que indica lo que tú como individuo significas para Él. Es un nombre que Él no ha dado a ningún otro. Es un nombre que ningún hombre puede corromper o deshonrar… porque ningún hombre sabe lo que es. Es un nombre que revela el gozo y el deleite interno del corazón del Padre al tener comunión contigo a solas. Porque al afirmarse Su amor en ti, y tu descubres que tu corazón responde a ese amor… entonces Él encuentra un placer especial en tu presencia y el gozo de Su corazón se incrementa, porque Él dijo: “Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos con él morada.” (Juan 14:23). Es este gozo y deleite especial del corazón del Padre lo que tú sientes cuando caminas a solas con Él. “Jehová está en medio de ti, poderoso, Él salvará; se gozará sobre ti con alegría, Callará de amor, se regocijará Sobre ti con cánticos.” (Ssofonías 3:17) Hace muchos años, en un momento en el que el asunto del liderazgo de la Iglesia parecía estar tomando un énfasis indebido, me desperté una mañana con estas palabras en mi mente: “Simplemente satisfecho de ser un Hijo”. Al meditar en ello, un mensaje pareció desarrollarse en forma de poema, que me gustaría compartir con nuestros lectores al final: Simplemente satisfecho de ser un Hijo Simplemente satisfecho de ser un hijo Sin ambición por el éxito En ámbitos de la tierra y sin necesidad De aclamación pública De obtener un nombre para mí Sirviendo a Cristo porque Él ha de ser El Señor por la eternidad Ver Su rostro y oír Su voz, Y cumplir sus órdenes es mi elección Simplemente satisfecho de ser un hijo Un hijo de Dios sin un hogar, Donde quedar, donde ir, esperar o vagar sin rumbo… De aquí y a lo lejos sin un plan, Llevado por el Espíritu, no por el hombre No tendré un monumento de alabanza Pero tendré paz en los caminos de Dios; Y aunque pise sobre los terrones de tierra, Caminaré con Él, viviré en Dios. Simplemente satisfecho de ser un hijo Incomprendido, pero aun así, sabiendo Que el camino que tome fluirá con Vida abundante, y con gracia. Solo necesito correr la carrera, Con paciencia, esperando, viéndole… Oyendo esa voz baja y silenciosa en el interior Si otros quieren que tiemble la tierra… Yo escucharé Su voz cuando me despierte Simplemente satisfecho de ser un hijo Sin palabras que decir… nada más que lo que Él dice; Sin obra que hacer… más que lo que Él hace; Sin temor, sin preocupación ni inquieta ansiedad Vivo con Él, compartiendo Su yugo Sin nombre que conseguir, Él escribe el Suyo Sobre la reluciente piedra del corazón; Sin vida que vivir, la entrego entera, Comparto Su cruz… y vivo de nuevo. “AL QUE VENCIERE, DARÉ A COMER DEL MANÁ ESCONDIDO, Y LE DARÉ UNA PIEDRECITA BLANCA, Y EN LA PIEDRECITA ESCRITO UN NOMBRE NUEVO, EL CUAL NINGUNO CONOCE SINO AQUEL QUE LO RECIBE” (Apoc. 2:17) &