`si` a dios no se piensa

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Cartilla N°° 302
Marzo de 2011
EL ‘SI’ A DIOS NO SE PIENSA
“María dijo al Ángel: ‘¿Cómo puede ser esto…?’ El Ángel le respondió: ‘El Espíritu Santo
descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y se lo
llamará Hijo de Dios’… María dijo entonces: ‘Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que
has dicho’. (Lc 1,34-38)
P. Ricardo E. Facci
No es sencillo meditar sobre el sentido profundo del título que hoy hemos elegido para reflexionar en
este mes. El `sí’ a Dios no se piensa. Abraham respondió positivamente ante el pedido de Dios de sacrificar a
su hijo Isaac (Cfr. Gén 22,1-18). ¿Hubiera sido posible la misma respuesta si lo pensaba detenidamente?
¿Podría haber entregado a su hijo si pesaba las consecuencias de la decisión?
La respuesta de María realizada de modo inmediato, ¿fue pensada? ¿Midió las consecuencias? Al
llamado que Dios le hace, le responde sin pensar. Al decir “Hágase…” no piensa la respuesta, sino que
responde inmediatamente. No pesa consecuencias, actúa.
Del mismo modo, podemos decir de los profetas, de los apóstoles, de los tantos santos de la vida de
la Iglesia. De quienes lo dieron todo por llevar el nombre de Cristo a toda la humanidad. De aquellos que se
dispusieron a evangelizar la familia en todo el recorrido de la vida de Hogares Nuevos. No se piensan las
consecuencias de las opciones. Se dice ‘sí’ y, luego, se piensa cómo ir concretando lo relativo a la respuesta
dada. No hace mucho llamé por teléfono a un matrimonio para solicitarle su presencia en un Congreso, su
respuesta positiva fue inmediata, para después decir, ya veremos cómo resolvemos lo del trabajo y la familia.
Lo mismo debe ocurrir con uno, se responde, después se ven las consecuencias. Los llamados
vocacionales no se piensan en la respuesta. Los enamorados no piensan, después se dan cuenta de quién es
el otro, y las consecuencias a las que condujo un enamoramiento. Se sueña con un hijo, pero no se piensa la
repercusión que tendrá en la vida la llegada de un nuevo hijo. Quienes piensan todo esto generalmente dicen
‘no’.
Los llamados a consagrar la vida no piensan en la respuesta, se lanzan y después, paulatinamente,
toman conciencia de la envergadura del paso que se dio. Cuando uno piensa, calcula demasiado y, tal vez, no
se embarca en la aventura de una vida entregada Dios.
Cuando Dios me llamó a iniciar Hogares Nuevos no lo pensé, los primeros no teníamos conciencia de
que estábamos iniciando una Obra de Dios, después uno piensa y se da cuenta de lo que ha ocurrido.
Cuando se piensa puede ocurrir lo de Jeremías, quien se midió a sí mismo (Cfr. Jer 1,4-10); o lo de
Pedro que se puso a comparar con Juan (Cfr. Jn 21,18-23).
Es importante que aclaremos: ¿qué es pensar? En un sentido estricto ‘pensar’ es ‘pesar’. Se ‘pesa’ lo
conveniente o lo inconveniente de cada cosa o decisión, se ‘pesan’ el pro y el contra de una determinación.
Pensar es transitar el camino que va desde lo conocido a lo desconocido, de las causas a los efectos. El día
que se inicia la vida matrimonial de dos novios, no miden ni calculan todo lo que vendrá, ni siquiera conocen
el camino y las vicisitudes de la vida. Envueltos en un gran sueño se lanzan en la búsqueda de que el sueño se
haga realidad.
Pensar es examinar con mucho cuidado un asunto o una cuestión para tomar una decisión o formarse
una opinión sobre ella. En este caso ante un requerimiento de Dios o un llamado de Él se respondería:
‘pensaré en lo que me propones, lo meditaré, y la semana que viene te respondo’.
Lo que hay que tener claro es que el llamado es de Dios, que lo solicitado provenga de Él. Esto es muy
importante, porque puede ser un antojo personal o de alguien a quien uno le coloca el rótulo de ‘pedido de
Dios’. Por supuesto, generalmente Dios no tiene contacto directo, llama a través de alguien o de una
situación o circunstancia determinada. El discernimiento debe pasar por tener claro que es el Señor quien
pide. Pero cuando se intuye que es de Dios, cuando se ve claramente que pide lo que siempre nos enseñó en
el Evangelio, debemos decirle ‘sí’. Un criterio muy sencillo para descubrir las inspiraciones de Dios es valorar
lo que surja en nuestro interior como positivo, evangélico, enriquecedor, además, posible.
Cuando se piensa y se hace cálculos siempre se corre el riesgo de responder ‘no’. Las cosas de Dios no
se piensan, uno se lanza en la respuesta sin medir las consecuencias. Una vez respondido de modo positivo,
allí es necesario pensar para que la respuesta sea la mejor, sin hacer daño a otros, poniendo todo lo
necesario para perseverar en los buenos propósitos.
La experiencia dice que cuando se le pide algo a alguien y responde ‘sí’ es ‘sí’, cuando responden el
lógico ‘lo conversamos’ en el caso de matrimonios o cuando varios están en el tema seguro que es ‘sí’, pero
cuando se responde ‘lo pensamos’ o lo ‘pienso’ seguro es ‘no’.
Es similar a muchos ámbitos de vida. Cuando la mamá en la familia solicita una ayuda a un hijo, la
respuesta inmediata es ‘sí’, pero cuando se piensa demasiado las respuestas pasan por otro lado: hace calor,
o frío, o no llego a tiempo, o queda lejos.
En la medida en que se es capaz de estar siempre disponibles para amar, tanto al Señor como al
hermano, se encontrará prontitud para responder ante las necesidades. ¿Se imaginan a la Hermana Teresa de
Calcuta pensando y calculando si podía recoger a tal necesitado de la calle? ¿Se imaginan a una comunidad
realizando cálculos para ver si puede invitar a un matrimonio a vivir la experiencia de Hogares Nuevos? ¿O
unos padres pensando si podrán acompañar al hijo para que viva una hermosa experiencia con otros jóvenes
que le hará crecer en valores?
Convengamos, la gente en general no piensa. Se dejan llevar por sentimientos, por motivaciones
externas, sensaciones, por influencia de los medios o de opiniones de otros. Pero, al mismo tiempo, ante la
posibilidad de un compromiso, se evita asumirlo o se piensa la escusa o los argumentos que puedan sostener
una postura facilista y negativa.
Ante la situación de vida que exija amar, imposible pensar la respuesta, se dice ‘sí’, después se piensa
‘cómo’. Ante todo lo que pida el Señor en el ámbito familiar, comunitario o del accionar evangelizador a favor
de la familia, la respuesta debe ser inmediata y positiva. Dios nos de la gracia de la disponibilidad. Jamás
preocuparse por lo que implica el mañana, Dios nunca abandona. ‘Yo estaré con ustedes todos los días hasta
el fin del mundo’ (Mt 28,20). Si los pájaros del cielo y los lirios del campo, tienen todo, cuánto más los seres
humanos que deciden responder a cada llamado de Dios, con actitud pronta y generosa (Cfr. Mt 6,24-34).
Oración
Señor Jesús, gracias por llamarnos,
dándonos la oportunidad de experimentar tus mimos para con nosotros,
sentirnos elegidos por Ti.
Te pedimos la gracia de poder responderte con prontitud y disponibilidad,
que no midamos consecuencias ni aquello que nos compromete,
sólo nos entreguemos plenamente a Ti y a tus llamados.
Que sepamos amar en todo momento, y que esto se note,
en las respuestas que nos pides. Que nunca nos falte la gracia. Amén.
Trabajo Alianza
1.- ¿Somos disponibles para Dios o regateamos nuestra entrega en lo que Él nos pide?
2.- Recordar una respuesta que se haya dado en nuestro hogar ante un llamado de Dios.
3.- ¿Qué debemos trabajar para ser más generosos con el Señor?
Trabajo Bastón
1.- ¿Por qué, en general, cuesta ser disponibles para Dios?
2.- ¿Nos damos cuenta de que Dios nos envía permanentemente a evangelizar? ¿Somos generosos en
responder al llamado del Señor: ‘vayan a evangelizar’?
3.- ¿Cuánto tiempo semanal dedicamos a la evangelización? ¿Cuántos matrimonios visitamos por mes para
ayudar a perseverar o para invitarlos a integrarse en la comunidad de Hogares Nuevos? Dar respuesta exacta.
Experimenten una Semana Santa diferente.
Te esperamos con toda tu familia en Virrey del Pino
(Aporte económico, sólo padres, hijos gratis)
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