las “artes oscuras” en los libros antiguos españoles

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Revista ARATIKOS
ISSN 1695-5439
Año X Nº 9 · Sep 2009 - Jul 2010
LAS “ARTES OSCURAS” EN LOS LIBROS ANTIGUOS ESPAÑOLES EXTRACTO CÉSAR GONZÁLEZ ROYO Hoy trato de desmitificar la mala reputación que han sufrido ciertos títulos que engloban lo que despectivamente se denominan supercherías. Libros y autores que en su época trataron, de una forma más o menos acertada, dar una explicación a todo aquello que les rodeaba, manejando las herramientas con las que contaban en su momento, que eran más bien pocas. En definitiva son ejemplo de curiosidad y espejo de una época en la que se intentaba caminar hacia delante en un terreno confuso y oscuro, donde la Ilustración andaba ya cerca y el hombre se preparaba para la modernidad. Durante muchos siglos la magia fue ciencia y la ciencia fue magia, esta sutil barrera queda reflejada en la multitud de títulos que asoman en nuestra bibliografía y que voy a recorrer de la mano de una sorprendente exposición que se realizo en 2007 en la Universidad Complutense de Madrid bajo el epígrafe de “Biblioteca Mágica”. En ella y a través de un centenar de obras se mostró la evolución del concepto de magia durante tres siglos. Estos libros se utilizaron para aprender ya que su contenido representa el conocimiento científico divulgado en las aulas. Según dice su rector en el prólogo del catálogo de la exposición, ‐“los maestros de lo oculto”, los “lectores de estrellas” o “los compiladores del mal” practicaban un tipo de ciencia que, por sus características, era la ciencia de la época y que por lo tanto, estos libros forman parte del avance del pensamiento científico‐. Nuestro concepto actual de magia es sinónimo de artificio, engaño, artimaña, fraude, nada que ver con el concepto que se tenía de ella en la Edad Moderna, entonces la magia residía en todas las cosas de la naturaleza. Al adentrarnos en las obras que la reflejan nos damos cuenta que las disciplinas que 1
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la engloban se multiplican y la encontramos en religión, filosofía, antropología, botánica, astrología astronomía, etc. Es decir ciencia. Muchos de estos aspectos quedaban englobados en lo que se conoció en los siglos XVI y XVII como Historia Natural. Muchas veces el esfuerzo por explicar y comprender los mecanismos de la naturaleza se acogían a motivaciones espirituales, en su apremio por darle un sentido aunque fuera exterior a la lógica. Aquí entraba la magia en acción. No se tenía dudas sobre la influencia de los astros sobre los acontecimientos y las cosas, al igual que ciertas propiedades de la materia. De ese modo, por ejemplo, se tenían por mágicas algunas virtudes de las plantas o incluso el magnetismo. Con el paso del tiempo lo que en un principio fue oscuro e inescrutable, fue iluminándose y desentrañándose de manera que la astrología dio paso a la astronomía, la alquimia a la química, los herbarios a la farmacia y las posesiones a la epilepsia. Pero estos libros de los que en España contamos con algunos ejemplos acompañaron, a su modo, a la ciencia en su devenir. A pesar de que con la Iglesia en general y con la Contrarreforma en particular se impuso la guerra a la superstición, no fue difícil encontrar libros de autores como Agrippa, Paracelso, Trithemius, Ficinio, Fludd, Schott, della Porta en nuestro país y sus obras engrosaron los anaqueles de las bibliotecas, como los ejemplares que se mostraron en la exposición de la complutense. Pero la edición española también conoció curiosas obras que trataban extraños temas y que pudieron sortear “casi todas” a la Inquisición con sus expurgos y prohibiciones. …//… Están aquellos libros que pretenden luchar directamente contra el mal. La sociedad de la Edad Moderna creía firmemente en la capacidad del diablo para tener conocimiento de todas las cosas corporales y sus propiedades, así como su uso y capacidad de sometimiento. Su comprensión de los saberes de la época era superior a la de todos los sabios del mundo. Por lo cual esa inteligencia superior, esa fuerza diabólica, era utilizada por él y sus secuaces para dominar y atraer al ser humano bajo su manto maléfico. De ahí la importancia de saber reconocer al demonio y sus manifestaciones, saber diferenciar las cualidades benéficas o maléficas de las tormentas, tempestades, enfermedades, plagas o inundaciones. Por ende la importancia primordial del peor de los ataques demoníacos, la 2
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anulación de la voluntad humana; la posesión. Los sacerdotes tenían las armas necesarias para luchar contra el diablo. Entre los siglos XIV y XVII se abrió la veda, y se dio lugar a la gran caza de Satanás. Todo esto tuvo su reflejo en los libros y sirva este título como pequeño ejemplo de ello. La obra del canónigo de la iglesia de Jesús Nazareno de Montearagón, natural de la villa de Aranda de Moncayo, Gaspar Navarro, “Tribunal de superstición ladina, explorador del saber, astucia y poder del demonio; en que se condena lo que puede correr por bueno en Hechizos, Agüeros, Ensalmos, Vanos saludadores, Maleficios, Conjuros, Arte notoria, Caualista, y Paulina, y semejantes acciones vulgares.” En Huesca, por Pedro Blusón, impressor de la Uniuersidad. 1631” Artículo completo en:
http://ilustracionbibliofila.blogspot.com/2010_02_01_archive.html
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