a elecciones presidenciales las mismas que terminaron en un

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Academia Nacional de Historia Militar
a elecciones presidenciales las mismas que terminaron en un
completo fracaso. La creciente agitación política contra el gobierno
de los “progresistas” fue tomando los ribetes de una verdadera
revolución. Los pronunciamientos populares en varias provincias
configuraban un ambiente propicio para un cambio radical.
El 5 de junio de 1895 en Guayaquil, una Asamblea Popular
proclamó la Jefatura Suprema del Gral. Eloy Alfaro, quien a la fecha
estaba radicado en Nicaragua. Tan pronto como se le informó
emprendió viaje y llegó a Guayaquil el 18 de junio. La noticia del
pronunciamiento del 5 de Junio circuló de inmediato por todo el
país. En cada lugar causó distintas reacciones. Unas de entusiasmo y
otras de rechazo. Eran tiempos en que la militancia política activa se
definía por principios doctrinarios y militante lealtad. Había coraje,
valentía y determinación tanto en los sectores conservadores como
en los liberales.
En Cuenca, estaban claramente diferenciados los liderazgos.
De una parte los conservadores y de otra los liberales. La absoluta
mayoría de la población, sin distingo de sector social ni económico,
se definía profundamente católica y sus líderes más destacados
eran: Antonio Vega Muñoz, Rafael María Arízaga, Alberto Muñoz
Vernaza y el obispo Miguel León. Entre los liberales, que eran pocos,
se destacaban José Peralta, Luis Malo, Juan Bautista Mármol, Pablo
Chica Cortázar, José Antonio y Rafael Aguilar, Abelardo Andrade,
Agustín Peralta, Antonio Merchán.
Debido a la persecución política, en esa época José Peralta se
encontraba en el valle de Yunguilla y en sus Memoria Políticas escribió:
“A mediados de junio recibí una posta del coronel Manuel Serrano, anunciándome
el triunfo de la revolución en la costa y llamándome con toda urgencia. Transmití
tan plausibles nuevas, sin pérdida de tiempo, a Girón y Cuenca”3.
Mientras la noticia en Cuenca causó resistencias, en Girón
despertó entusiasmo y entre los más motivados estaban José Félix
Valdivieso, Herminio Arteaga, Mariano Ambrosi. Desde luego, más
era el entusiasmo que la fuerza real, si bien todos tenían revólveres,
3. PERALTA, José, Ob. Cit., p. 58.
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Segundo semestre •
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