113 LA FIESTA DEL CORPUS EN LA MARCHENA BARROCA

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LA FIESTA DEL CORPUS EN LA MARCHENA BARROCA.
ESCENOGRAFÍA Y ELEMENTOS SIMBÓLICOS1
Ramón Ramos Alfonso
Archivo Municipal de Marchena
«…la muchedumbre, que llena calles y ventanas,
se arrodilla en profunda adoración, sin atreverse
a levantar la vista hasta que desaparece
el objeto de su religioso temor»2
A
bordamos en este trabajo el estudio de la más importante de las fiestas
marcheneras del periodo moderno: la fiesta del Corpus Christi. Ninguna
como ésta se nos presenta con carácter tan popular pero, al mismo tiempo,
como signo palpable de la jerarquización de la vida y de la concepción de la fiesta
como escaparate social.
Este trabajo es sólo parte de una investigación más amplia iniciada hace algún tiempo por Vicente
Henares y por mi, en el que pretendemos abordar la festividad del Corpus en Marchena desde las
primeras noticias tardomedievales hasta el siglo XX, en definitiva analizar una liturgia festiva a lo largo
de nuestra historia. Evidentemente ante una perspectiva cronológica tan extensa, tenemos dificultades
de sincronía documental, pero pese a ello, podremos comprobar cómo evolucionan, desaparecen o se
transforman sus distintos elementos a tenor de la variación del pensamiento, de las restricciones
políticas o económicas. En nuestra medida, intentamos ofrecer una nueva herramienta para el
conocimiento de la historia local, acudiendo para ello a diferentes fondos documentales: archivo municipal,
archivos parroquiales, archivos de hermandades, protocolos notariales… Al no existir narraciones,
referencias impresas, ni Relaciones sobre la festividad en Marchena, como ha ocurrido en las capitales
de provincia, ni conservarse descripciones ni ordenanzas reguladoras como las que presentan Écija o
1
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Ramón Ramos Alfonso
La aproximación a la fiesta del Corpus que hoy presentamos parte de una
fuente documental muy concreta: los libros de propios del Archivo Municipal de
Marchena, dejando a un lado el resto de fondos. Y esto se justifica en una doble
vertiente: de una parte, la aproximación a la realidad histórica de la fiesta a partir de
una documentación exclusivamente civil, y de otra conocer la intervención del Cabildo
Municipal de la villa a partir de la huella documental propia que ha dejado su acción
de gobierno.
En definitiva, las bases de esta comunicación las constituyen, casi en su totalidad,
las cuentas de gastos del periodo que va de 1600 hasta 1780. Se consigue así una
serie, relativamente completa, con lagunas importantes en el periodo de 1679 a 1700.
Se trata de noticias económicas sin ningún interés por la descripción, lo cual impide la
visión colorista de otras fuentes, como las relaciones o descripciones como la que
presenta en este mismo volumen el profesor García Bernal sobre las fiestas jesuitas,
pero que creemos, nos permiten acercarnos a la participación del cabildo en la fiesta
del Corpus durante los siglos XVII y XVIII.
Es durante el Siglo de Oro cuando la fiesta3 adquiere una dimensión teatral sin
precedentes. La vida misma se impregna de una teatralidad, de un afecto por el
Carmona, la casi única tipología documental disponible para conocer el desarrollo del Corpus proviene
de los libros de gastos, tanto de los de carácter municipal, libros de propios, como los de carácter
eclesiásticos, libros de fábrica, completados con las Actas Capitulares de nuestro cabildo, la
documentación notarial y distintos expedientes eclesiásticos que tocan superficialmente este tema.
2
J. BLANCO WHITE, Cartas de España, carta novena (1822), Madrid, 1986, pp. 233-234.
3
La bibliografía sobre la dimensión antropológica de la fiesta, y de ésta, en el Barroco, así como la
simbología, la imagen, la teatralidad en esta época, es amplia. De entre ella me gustaría destacar los
trabajos de S. RODRÍGUEZ-BECERRA, Las fiestas de Andalucía. Una aproximación desde la Antropología
cultural, Sevilla, 1985, y Religión y fiesta, Sevilla, 2000, así como el trabajo de R. ESCALERA PÉREZ, La
imagen de la sociedad barroca andaluza. Estudio simbólico de las decoraciones efímeras en la fiesta
altoandaluza. Siglos XVII y XVIII, Málaga, 1994, y los trabajos de T. FERRER VALLS, «La fiesta en el siglo
de Oro. En los márgenes de la ilusión teatral», Teatro y fiesta del siglo de Oro en tierras europeas de los
Austrias, Madrid, 2003, pp. 27-37, y «Las fiestas públicas en la monarquía de Felipe II y Felipe III»,
Glorias efímeras. Las exequias florentinas por Felipe II y Margarita de Austria, Madrid, 1999, pp. 4352, de A. BONET CORREA, Fiesta, poder y Arquitectura, Madrid, 1990, de A. CÁMARA MUÑOZ, Arquitectura
y sociedad en el siglo de Oro, Madrid, 1990, de J. BERNALES BALLESTEROS, «Fiestas de Sevilla en el siglo
XVII. Arte y espectáculo», Barroco en Andalucía, Tomo 1, pp. 222, 1984, de E. DE LA TORRE GARCÍA,
«LosAustrias y el poder. La imagen en el siglo XVII«, Historia y comunicación social, 5 (2000), pp. 1330, de J. A. MARAVALL, La cultura del Barroco, Barcelona, 1981, de J. M. DÍEZ BORQUE, Los espectáculos
del teatro y de la fiesta en el siglo de oro, Madrid, 2002, de G. M ARTÍNEZ LEIVA , «Fiestas cortesanas en
Versalles y Madrid», Cortes del Barroco. De Bernini y Velázquez a Luca Giordano, Madrid, 2003, pp.
318-331. M. J. CUESTA GARCÍA DE LEONARDO, Fiesta y ar quitectura efímera en la Granada del siglo
XVIII, Granada, 1995. Y como no, los trabajos publicados en los catálogos de las exposiciones del
ProyectoAndalucía Barroca, 2007; a destacar Andalucía Barroca. Exposición itinerante , Sevilla, 2007,
y Fiesta y simulacro , Sevilla, 2007.
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La fiesta del Corpus en la Marchena barroca
gesto, por la imagen cifrada y el concepto alambicado, que responde muy bien a una
sensibilidad barroca. El gusto por lo asombroso, por lo maravilloso, por el artificio,
encuentra en la fiesta un lugar privilegiado de expresión, que se manifiesta en
espectáculos que buscan «suspender» al público, utilizando un término de la época,
dejarlo absorto con lo nunca visto, como repiten incansablemente los cronistas de
este tipo de acontecimientos. Los decorados urbanos de la fiesta, por su carácter
efímero, invitan a desatar la imaginación, y contribuyen a crear la ilusión de una
realidad mejorada, de una ciudad transformada ante los ojos de los ciudadanos, de un
espacio que, durante unos días, pretende dejar de ser lugar de fatigas cotidianas para
convertirse en el espacio de la diversión y del espectáculo. La fiesta no sólo es la
expresión de las necesidades lúdicas del ser humano, válvula de escape de la monotonía
cotidiana, sino que, como en toda sociedad políticamente organizada y madura, la
fiesta está íntimamente relacionada con una visión del poder que, como puso de relieve
Maravall4, cifra en parte su conservación en la imagen que es capaz de crear de sí
mismo, particularmente en un momento histórico de crisis, de duda y desasosiego.
La festividad del Corpus Christi tiene sus orígenes en la Edad media, tras la
publicación en 1264 de la bula Transiturus de hoc mundo5. Ésta se debe a la voluntad
del Papa Urbano IV quién, además de participar directa e indirectamente de dos
acontecimientos milagrosos6 que demandaban esa celebración, esgrimía un arma eficaz
contra los movimientos heterodoxos que negaban la presencia real de Cristo en la
Eucaristía.
Pero la prematura muerte del Papa y la conflictiva situación política, que
afectó a los distintos pontificados sucesivos, no favorecieron la implantación del Corpus.
De hecho, no es hasta 1311 y después del Concilio de Viena, cuando el Papa Clemente
V pudo hacer efectiva y general la prescripción anterior para todo el mundo católico,
e instituir como día oficial para dicha celebración el jueves siguiente a la Trinidad. A
los pocos años, Juan XXII terminaría de reglamentar la fiesta del Santísimo Sacramento
y su octava, ordenando a todas las parroquias hacer procesión por la calles para la
contemplación y adoración pública de la Sagrada Forma, tan atacada en ocasiones
anteriores.
Estas especiales características del Corpus, que lo hacen manifestación pública
de una iglesia triunfante, van a ser protagonistas dentro del conflicto religioso del siglo
XVI. En la sesión XIII del Concilio de Trento, se trató a favor de aquella celebración,
J. A. M ARAVALL , La cultura... .
V. LLEÓ CAÑAL, Fiesta grande. El Corpus Christi en la historia de Sevilla, Sevilla, 1992, pp. 18-19.
6
Las visiones de la religiosa Juliana de Monte Cornilon y la Misa de Bolsena. Cfr. L LEÓ CAÑAL, Fiesta
grande... pp. 17-18.
4
5
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en su sentido de exaltación victoriosa de la Verdad contra la Herejía, convirtiéndose
en la fiesta más importante de la estrategia contrarreformista.
Los términos con que se hacía referencia al modo y manera de cómo deberían
aplicarse y celebrar la festividad del Santísimo Sacramento la encontramos en la bula
Transiturus de hoc mundo:
«Así los clérigos, como los legos, gozosos, se levanten en cánticos de alabanza; los
corazones, los afectos, las voces y labios de todos tributen himnos de saludable
alegría; cante la fe, dance la esperanza, salte de placer la caridad, haga aplauso la
devoción, el coro jubile, la pureza se alegre; todos y cada uno con ánimo regocijado
y pronta voluntad, se junten y ejerciten en sus habilidades, para celebrar la grandeza
de tan soberana fiesta»7
Desde este mismo momento, y ya para siempre, se van a asentar las bases y
elementos que van a caracterizar y definir la jornada del Corpus Christi como
manifestación alegre del triunfo de la Fe, en la que participa toda la comunidad a
modo de cortejo en el que se porta la hostia entre cánticos e himnos, galas y aderezos.
Esta exaltación de lo lúdico y lo festivo va a propiciar la coexistencia de dos
celebraciones paralelas, una oficial y otra, digamos popular, que además de mantener
una relación bivalente de transgresiones y represiones, mantendrá viva esta
manifestación durante el transcurso de los siglos.
Al igual que Urbano IV, los prelados del Concilio de Trento (1545-1564) insisten
en la celebración festiva del Santísimo Sacramento:
«Declara además el santo Concilio, que la costumbre de celebrar con singular
veneración y solemnidad todos los años, en cierto día señalado y festivo, entre
sublime y venerado sacramento, y la de conducirlo en procesiones honoríficas y
reverentemente por las calles y lugares públicos… [es para] que la verdad victoriosa
triunfe de tal modo de la mentira y herejía, que sus enemigos a vista de tanto esplendor,
y testigos del grande regocijo de la iglesia universal, o debilitados y quebrantados
se consuman de envidia, o avergonzados y confundidos vuelvan alguna vez sobre
sí»8
Haciendo de ella una jornada de exaltación de la fe en contra de la herejía, que
volvía una vez más a negar la presencia real de Cristo en la Sagrada Forma, apostando
Bula Transiturus de hoc mundo, 11 de agosto de 1264.
Sacrosanto, Ecuménico y General Concilio de Trento, Sesión XIII, Decreto sobre el Santísimo
Sacramento de la Eucaristía, Capítulo V, Biblioteca Electrónica Cristiana (BEC), http://
www.multimedios.org/docs/d000436/
7
8
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La fiesta del Corpus en la Marchena barroca
fuertemente a favor de la solemnidad, el aderezo, la ostentación triunfalista de la
iglesia e insistiendo sobre los valores pedagógicos de las imágenes y de éstas inmersas
en un vasto ceremonial.
La celebración de la festividad del Corpus alcanzó durante el Barroco su mayor
desarrollo plástico, entendiendo este término en su mayor acepción. Primero, por la
transformación del espacio urbano en otro irreal propiciado por la exuberante decoración
de calles y plazas, en las que se levantaban altares, arcos, invenciones, pasos para las
representaciones y danzas. Segundo, por el propio carácter de cortejo que albergaba
a todos los grupos sociales jerarquizados, cada uno con sus mejores galas y atributos,
y los elementos fantásticos en él incluidos como la tarasca y mojarrillas.
Con la implantación de la monarquía ilustrada asistimos al desmantelamiento
de la estructura del Corpus barroco: en 1765 se prohiben los autos sacramentales, en
1780 se prohibe la presencia de la tarasca y gigantes junto con las danzas en los
desfiles procesionales. De esta forma la Ilustración acaba con los elementos simbólicos
y elementos mas lúdicos y festivos de esta festividad. También por estas fechas se
prohibieron las fiestas de toros.
No obstante la jornada del Corpus siguió siendo el gran día de la exaltación de
la Iglesia Católica, aunque sin el esplendor parateatral de su manifestación barroca
En cuanto a su celebración en España9 se afirma que comenzó antes en la
parte oriental que en la occidental, a causa de haber asistido el rey de Aragón al
Concilio de Viena, comenzándose a celebrar en Barcelona en 1322, Vich en 1330,
Lérida hacia 1340, Valencia en 1355 y Palma de Mallorca en 1371. En León hacia
1378 y Salamanca 1396. Para Toledo hay autores que sitúan la celebración de esta
festividad ya para 1290.
En Sevilla10 aparece desde 1454, aunque ya es un corpus con cierta evolución.
En Granada, a causa de la Reconquista, no será hasta el siglo XVI cuando aparezca11.
9
J. E SPINÓS, La fiesta del Corpus Christi en Madrid, Madrid, 1985. P. J. PRADILLO ESTEBAN, El Corpus
Christi en Guadalajara. Análisis de un liturgia festiva a través de los siglos (1454-1931), Guadalajara,
2000. G. FERNÁNDEZ J UÁREZ Y F. MARTÍNEZ G IL (coords.), La fiesta del Corpus Christi, Cuenca, 2002. J.
E. LÓPEZ GÓMEZ, La procesión del Corpus Christi de Toledo ,Toledo, 1987. A. CORTÉS LATRE, Corpus de
Valencia. De las Rocas al Patriarca. Valencia, 1999. L. RUBIO GARCÍA, La procesión del Corpus en el
siglo XV en Murcia, Murcia, 1987.
10
V. LLEÓ CAÑAL, «Un libro de dibujos inédito sobre el Corpus Christi sevillano en el siglo XVI»,
Archivo Español de Arte, 48: 190/191, Madrid, 1975, pp. 243-258; Arte y espectáculo. La fiesta del
Corpus Christi en Sevilla en los siglos XVI y XVII, Sevilla, 1975; Fiesta grande...1992; «La fiesta del
Corpus en Sevilla en el siglo XVIII», La Sevilla de las Luces, Sevilla, 1991, pp. 120-131. N. BRUZZI
COSTAS , «Decoración y simbolismo en una procesión de Corpus», Actas del VIII Congreso de la
Asociación Internacional de Hispanistas (1983), Madrid, 1986, pp. 275-283. F. DÍAZ BUIZA Y M. C.
RODRÍGUEZ MARTÍN, Corpus Christi. Fiesta grande de Sevilla, Sevilla, 1996. A. ROMERO A BAO, «La
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Ramón Ramos Alfonso
Hasta ahora, y en cuanto a la documentación de nuestro archivo municipal, la
referencia más antigua a la celebración de la festividad del Corpus en Marchena es
del siglo XVI, concretamente de 1568, pero tengo que decir que la investigación está
abierta y todavía no está consultada la documentación referente a años anteriores y
tampoco están vistas las Actas Capitulares de principio del XVI, recientemente
incorporadas a nuestro Archivo Municipal. De todas formas el Corpus del último
tercio del XVI es un Corpus ya evolucionado, los datos que aparecen para estas
fechas nos confirman que la celebración de la festividad del Corpus en Marchena es
muy anterior a 1568. Será en el siglo XVII y en la primera mitad del XVIII cuando
alcance su máximo apogeo en nuestra población.
LA FIESTA DEL CORPUS EN MARCHENA. ESCENOGRAFÍA Y ELEMENTOS SIMBÓLICOS
Pero pasemos a analizar como era esta festividad en Marchena para la época
que presentamos hoy. Qué elementos son característicos de esta fiesta y para el
periodo estudiado, siglo XVII y XVIII.
La Tarasca12 era un elemento indispensable de la procesión del corpus barroco.
Era un monstruo que puede adoptar forma de serpiente o dragón, montado sobre un
carro y confeccionado con madera, pasta de papel y tela, portado por uno o varios
hombres que se escondían en su interior y era el símbolo del mal y del pecado, los
vicios, y huye delante de la sagrada forma, pero que llegará a ser un aditamento
lúdico de la fiesta, fundamentalmente un divertimento para el pueblo.
Para Marchena tenemos constatada su presencia en 1568, el cabildo ordena
«que salga la tarasca»13 , en 1599 el cabildo marchenero pagó al pintor Juan Alonso y
fiesta del Corpus Christi en Sevilla en el siglo XV», La religiosidad popular, Vol. 3, 1989, pp. 19-30. F.
LEDESMA G ÁMEZ, «La vida en la calle. Notas sobre la religiosidad, fiestas y teatro en osuna (Siglos XVIXVII). II. La procesión del Corpus», Apuntes, Osuna, 1998, pp. 194-232. 8 tiras dibujadas de la
procesión del Corpus de Sevilla, 1747, Sevilla, 1991.
11
V. SÁNCHEZ RAMOS, «El culto eucarístico en la Berja barroca. Una propuesta de análisis para el ámbito
granadino», La religiosidad popular y Almería. Actas de las III jornadas, Almería, 2004, pp. 357-392.
R.A NGUITA HERRADOR , «El Corpus en la ciudad de Jaen», Cuadernos de Ar te, nº XVIII, Granada, 1987,
pp. 25-32. M. P. BERTOS HERRERA, El tema de la Eucaristía en el arte de Granada y su provincia,
Granada, 1986; La custodia del Corpus Christi de Granada (siglos XVI XX), Granada, 1992. M. J.
CUESTA GARCÍA DE LEONARDO, «Las fiestas del Corpus Christi en el paso del Antiguo Régimen a la época
contemporánea (El caso de Granada)», La fiesta del Corpus Christi, Cuenca, 2002, pp. 179-213.
12
El nombre de Tarasca viene como consecuencia de la repercusión de la fiesta de la Tarasque, celebrada
en la localidad francesa de Tarascón. Esta fiesta surgió a raíz de la leyenda que afirmaba que en los
bosques próximos a esa localidad existió un horrible monstruo que atormentaba a sus habitantes, hasta
que milagrosamente fue reducido por Santa Marta, celebrando desde entonces aquel acontecimiento. R.
ESCALERA PÉREZ, La imagen de la sociedad..., p. 194.
13
A RCHIVO MUNICIPAL DE MARCHENA (en adelante A.M.M.), Libro 5, Actas Capitulares, 17 de mayo de 1568, s/f.
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La fiesta del Corpus en la Marchena barroca
al carpintero Cristóbal Díaz cinco ducados por aderezar la tarasca14, en 1603 se le
pagan a Cristóbal Díaz porque hizo una tarasca15 y en 1667 se le pagaron al carpintero
Francisco Martín 600 reales por hacer una tarasca y a dos hombres que anduvieron
dentro de la tarasca gobernándola, 90 reales16.
Las Mojarrillas 17, también llamados diablillos, acompañaban a la tarasca, y al
igual que ésta, tenían un marcado carácter alegórico. Es la turba que acompaña a los
vicios, al diablo, a la tarasca y como ella, preceden a la procesión, y generalmente
iban acompañados de numerosas personas, la mayoría jóvenes que gozaban de sus
extravagancias. Estos diablillos iban vestidos con trajes grotescos y de colores y
llevaban en sus manos vejigas hinchadas y con piedrecillas en su interior para hacer
más ruido.
En Marchena se documenta su presencia desde 1656 que se pagaron 16
reales a Hernando de Padilla, sastre, por hacer los trajes de los diablillos18 y perdurará
hasta 1765. Normalmente eran dos los diablillos que participan en la procesión del
Corpus. Y aparecen numerosos pagos a sastres por su trabajo en hacer los trajes de
los diablillos, al igual que por la compra de carátulas (caretas).
Para el siglo XVIII, en Marchena hay una distinción entre mojarrillas y diablillos.
En 1703, se recoge lo siguiente:
«En la segunda danza de Mojarrillas se gastó lo siguiente: 22 varas de bayetas de
diferentes colores que se compraron para hacer 8 vestidos de Mojarrillas por no
alquilarlas (180 reales), al sastre que las hizo a 8 reales cada vestido (64 reales), de
botones, ojales y seda (30 reales), más 8 pares de zapatos que se dieron a los sujetos
que salieron con dichas vestiduras a 10 reales cada uno (80 reales), mas 50 reales que
se les dio de agasajo (50 reales)… más la compra de carátulas para las mojarrillas (15
reales)»19.
A partir de 1760 los diablillos vendrán unidos a las danzas. Así en 1761, se le
pagaron a las danzas de turcos y diablillos, 208 reales20. Y en 1765, se le pagaron a la
danza de 8 gitanos y un diablillo, 174 reales21.
A.M.M., leg. 96, s/f, año 1599.
A.M.M., leg. 96, s/f, año 1603.
16
A.M.M., leg. 103, s/f. año 1667.
17
R. ESCALERA PÉREZ, La imagen de la sociedad... , p. 195, y V. LLEÓ CAÑAL, Fiesta grande... , pp. 39-42.
18
A.M.M., leg. 101, s/f, año de 1656.
19
A.M.M., leg. 104, s/f, año de 1703.
20
A.M.M., leg. 116, fol. 115v, año de 1761.
21
A.M.M. (Adición), leg. 126, s/f, año de 1765
14
15
119
Ramón Ramos Alfonso
Como veremos mas adelante con otros elementos, estos diablillos y mojarrillas,
recibirán parte de su salario en especie: carne y vino, sobretodo, pero también zapatos.
Otros elementos que acompañaban a la tarasca y mojarrillas, pero que no
hemos podido constatar para Marchena, eran los gigantes y gigantillos o, popularmente
más conocido como gigantes y cabezudos.
Estos elementos contribuían al aspecto más lúdico y carnavalesco de la
procesión y por ello Carlos III por Real Cédula de 1780 las prohibía «ya que su
concurrencia sólo servía para aumentar el desorden y distraer o resfriar la devoción
de la Majestad Divina»22 .
Otro elemento que acompaña a todos los actos festivos es la música y muy
unida a ésta, las danzas. Desde un principio están vinculadas a la procesión del
Corpus y estaban distribuidas a lo largo del cortejo. Quizás por una lectura muy literal
de la bula Transiturus:
«cante la fe, dance la esperanza, salte de placer la caridad».
Lleó Cañal23 nos dice que estas danzas se dividían en dos grupos: por un lado
las llamadas de «sarao» o «cuentas», que se ejecutaban al son de instrumentos
considerados más aristocráticos como el laúd y el arpa, y por otro lado las llamadas
danzas de «cascabel», mucho más populares, bailadas al son de guitarras, panderos y
castañuelas, tamboril y flauta. De entre éstas destaca: la de las espadas, la chacona,
la morisca, la de cascabel, la de gitanos24 , diablillos, negrillo o la «tan denostada
zarabanda que tanto escándalo ocasionaba a los moralistas de la época»25 . En
1780, en el reinado ilustrado de Carlos III, las danzas serán suprimidas.
Al igual que la Tarasca, las danzas tienen documentada su presencia en la
festividad del Corpus marchenero desde un primer momento, es decir, desde 157826 ,
y se mantendrá hasta 1780. Así que encontramos muchas referencias de pagos a
danzas. De estas referencias podemos observar:
-Que en la mayoría de los años serán dos danzas las que se contraten para
dicha festividad. Sólo en los primeros años de 1600 aparecerán tres danzas por año,
y en periodos de crisis, sólo una.
-Que los tipos de danzas que aparecen en la documentación son las llamadas:
danzas de gitanos, danza de cascabeles, danza de mojarrillas y danzas de turcos.
V. LLEÓ C AÑAL, Fiesta grande..., p. 75.
Ibíd., p. 42.
24
M. LÓPEZ MOLINA, «Gitanos y Corpus Christi en Jaén en la primera mitad del siglo XVII», Estudios
Giennenses, nº 176, Jaén, 2000, pp. 737-750.
25
V. LLEÓ C AÑAL, Fiesta grande..., p. 42.
26
A.M.M. , Leg. 5, Actas Capitulares, 16 de mayo de 1578.
27
A.M.M., leg. 107, s/f, año de 1715.
28
A.M.M., leg. 96, s/f, año de 1600.
22
23
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Siendo las más frecuentes la de gitanos y la de turcos (ésta aparece por primera vez
en 171527 ). Pero también hemos observado grandes diferencias en el costo de estas
danzas, sobre todo para el siglo XVII. Por ejemplo las danzas contratadas en 160028
fueron las siguientes: danza de Beltrán Bustamante, gitano 22 ducados, la danza de
Diego López y sus compañeros, 28 ducados, y la danza de Bartolomé del Olmo y
compañeros, 48. Como vemos, la diferencia entre ellas llega a más del doble. ¿Puede
ser la explicación, como dice Lleó Cañal, que unas fueran de las llamadas «de sarao»,
por lo tanto consideradas más aristocráticas y otras «de cascabel» o populares?.
-Que la mayoría de las danzas son de Marchena, y sólo en algunos años se
recurre a la contratación de danzas de los pueblos cercanos como Morón de la Frontera
y Osuna. En 160529 y 1607 30 se trae una de Morón, la danza de Diego de Segura, que
era una danza de «cascabeles», y en 160931 se le pagan a Juan García Heredero,
vecino de Osuna, por dos danzas, 90 ducados.
-También hemos podido constatar que en algunos años (1633 y 1634)32 a alguna
de las danzas contratadas se les dio más dinero del que tenían estipulado por «haber
tenido mucha costa y haber sido aventajada».
-Al igual que las mojarrillas y diablillos, también cobrarán en especie, sobre
todo carne y vino. Así en 1765 a la danza de 8 gitanos y un diablillo se le pagaron 174
reales de esta forma: «140 en que se ajustaron, 16 reales para nueve libras de
carne, ocho para berros y 10 por media arroba de vino»33.
-De igual manera aparecen numerosos pagos por la compra o alquiler de los
vestidos y libreas para las danzas, traídos casi siempre de Sevilla34.
-Y para terminar con las danzas, decir que éstas eran nombradas la mayoría de
las veces por el tipo que representaban, así: «pago a las danzas de gitanos» o «pagos
a las danzas de turcos» o solamente «pago a las danzas». Pero también aparecen los
nombres de los encargados o capataces de las danzas que muchos eran «maestros
de danzas». Se nombran a Bartolomé Olmo, Urbano Benítez, Diego López, los citados
Diego de Segura de Morón y Juan García Heredero de Osuna, Sebastián García,
Lorenzo García Bejines, los maestros de danzar Diego Fernández, Pedro de Aguilar
y Francisco Vivaque (capataz de danzas de turcos) y a los gitanos Sebastián García,
Beltrán Bustamante, Diego Salguero, Francisco Heredia, Baltasar de los Reyes y
A.M.M., leg. 96, s/f.
Ibíd.
31
Ibíd
32
A.M.M., leg. 99, s/f.
33
A.M.M., (Adición), leg. 126, s/f.
34
A.M.M., leg. 102, s/f. 1664, 1665, 1666. A.M.M., leg. 103, s/f., 1667 y 1669.
29
30
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Ramón Ramos Alfonso
Nicolás Montoya, y una sola mujer, en 166935 se le pagan a María Parla, gitana, por
dos danzas.
En cuanto a la música, su presencia está documentada en los libros de Propios
a partir de 1673:
En un primer momento aparecen los Ministriles36, y en concreto aparece su
participación en la víspera. De estos músicos, la documentación nos dice «a los
músicos de la iglesia mayor del señor San Juan por tocar la noche de la víspera
en el balcón principal de dichas casas capitulares al tiempo que se dispararon
y quemaron los dichos fuegos» 37
A partir de 1761, a los ministriles se le incorporará la capilla de música (formada
por dos tenores, dos contraltos, dos bajos y cuatro mozos de coro, junto con el maestro
de la capilla) y participarán en la procesión, especificando la documentación «por su
asistencia en la iglesia, en la plaza principal y estación» Incluso algún año se
aumenta con la traída de Sevilla algún músico más, como en 1761 que traen al clarinero
Ignacio Núñez de la Gracia para la víspera y día38 .
En este capítulo incluir también la presencia de pagos al campanero de la
Iglesia Matriz por los repique de campanas39.
En pocas fiestas no adquieren significación las luminarias que se disponían en
las calles, o los fuegos de artificios con los que finalizaban las celebraciones. Pero
estas luces, no sólo se colocaban en los espacios públicos (plazas, calles, etc.) o en
las arquitecturas ficticias (arcos, altares, etc.) sino que también los integrantes de la
procesión debían portar cirios. Y a pesar del alto precio de la cera en esta época, las
relaciones de gastos nos constatan el gran desembolso que hacia el cabildo en la
compra de la cera para la procesión del corpus, y demás festividades; y para Marchena
está documentada su presencia desde los primeros datos encontrados, en 1576 «Todos
los oficiales de este cabildo vayan en procesión con velas encendidas delante
del santísimo Sacramento» 40.
A.M.M., leg. 103, s/f, 1669.
Las Catedrales y las ciudades contrataban conjuntos de instrumentos de viento constituidos
principalmente por chirimías, cornetas, sacabuches y bajones (y ocasionalmente flautas y orlos), a los
que se les conocía en España como Ministriles o Chirimías. Los ministriles tocaban en los oficios
litúrgicos, precedían y daban brillo a las procesiones, anunciaban las fiestas, e incluso marcaban el
comienzo de las ventas en los mercados. En cuanto a los ministriles sevillanos, la catedral hispalense
contaba con tres chirimías y dos sacabuches contratados para las fiestas más importantes.
37
A.M.M., leg. 103, s/f, 1673; leg. 113, fol. 205v-212v, 1754 y Adición, leg. 123, 1755.
38
A.M.M., leg. 116, s/f., 1761.
39
Ibíd..
40
A.M.M., Actas Capitulares, Libro 5, 8 de junio de 1576.
35
36
122
La fiesta del Corpus en la Marchena barroca
Hay numerosos pagos por la compra de cera. La cantidad de cera comprada
oscilara a lo largo de los años y van desde las 7’5 libras41 de 166442 a las 86 libras de
178243.
Además de los señores de Marchena, ¿quiénes eran los portadores de las
velas? La documentación nos habla de los siguientes personajes: «los señores justicias
capitulares, jueces de audiencia, vicario, párroco, preste y otros eclesiásticos,
escribanos del numero, procuradores, abogados, médico, cirujano, oficiales
de la escribanía de cabildo, campanero, ministros, juez de Montes, guardas del
campo, oficiales de tropa, tenientes coroneles y demás dependientes de la villa
en fuerza del estilo observado» 44.
Lo normal es que la cera fuera contratada en Marchena, pero hubo años que
se trajeron de Sevilla, Antequera o Écija45.
Las luminarias se utilizaban para alumbrar calles y plazas la tarde-noche de la
víspera de la festividad. La documentación es muy numerosa para los siglos XVII y
XVIII y nos habla de tres tipos de luminarias: barriles y lebrillos, que ardían con pez
y virutas y se colocaban por toda la plaza arriba y en la torre de San Juan, y las
hachas que portaban velas y decoraban la fachada de las casas capitulares. También
aparecen pagos a carpinteros por la preparación de este material46.
Al igual que otros elementos los fuegos artificiales están documentados desde
un primer momento. Al principio con expresiones muy simples como «por los fuegos
se pagaron tanto dinero, maravedies o reales» o «por ciertas invenciones de fuego» y
ya para el siglo XVIII la documentación es más rica, incluso relacionando los tipos de
fuegos. Así aparecerán los cohetes voladores, el árbol de cohetes, los cohetes que
llaman valencianos, la rueda de cohetes y dentro de estas ruedas las coronadas o las
sencillas, los castillos de fuegos, los fuegos de manos, etc.47
Libra: 460,093 g. Cuarterón: 1/4 de libra. Onza: 1/16 de libra. 28,7 g.
A.M.M., leg. 102, s/f.
43
A.M.M., leg. 123, s/f.
44
A.M.M., leg. 116, s/f., 1761; Adición, legs. 124 y 126, s/f., 1762 y 1765.
45
A.M.M., leg. 102, s/f., 1665; leg. 116, s/f., 1761; leg. 123, s/f., 1782.
46
A.M.M., legs. 103, 104, 107, 108, 109, 112, 113, 116, 121.
47
En 1607 se pagó a Diego Navarro «por ciertas invenciones de fuegos »º,A.M.M., leg. 96, s/f. En 1703
se pagaron 607 reales por «25 docenas de cohetes voladores, árbol de cohetes, tres docenas de cohetes
artificiales que llaman valencianos, tres montantes de cohetes y media docena de ruedas de cohetes»,
A.M.M., leg. 104, s/f. En 1722 los fuegos consistieron en: «cohetes y otros juguetes, 12 docenas de
cohetes sencillos, una docena de valencianos, una rueda coronada y seis ruedas sencillas», A.M.M.,
leg. 108, s/f. En 1755, «por los fuegos que se quemaron la noche de la víspera en la plaza arriba frente
de las casas capitulares y en la referida celebración en la procesión, a los músicos de la iglesia mayor
por haber tocado la víspera en el balcón principal de las casas capitulares al tiempo que se dispararon
y quemaron los fuegos», A.M.M., Adición, leg. 123, s/f. Y en 1762 se le pagaron a «José Romero,
41
42
123
Ramón Ramos Alfonso
Estos espectáculos de fuegos artificiales, que ya dijimos que se acompañaban
de música, se realizaban en la víspera, y en el día de la procesión a su paso por las
casas capitulares.
En las festividades civiles y religiosas que jalonaban el calendario ordinario y
extraordinario de las ciudades y villas españolas del Siglo de Oro, el encierro de
vaquillas, vacas, bueyes o toros que se corrían por las calles o que se soltaban con
artificios espectaculares más peligrosos, como los del toro de fuego o los
enmaromados, representaban una de las formas de entretenimiento más populares.
Estas fiestas de toros solían terminar con capeas improvisadas y el sacrificio de los
animales para el reparto o venta de su carne entre los vecinos. Sin duda, el
entretenimiento taurino más importante era la corrida48 que se realizaba en plazas
públicas y señoriales.
Para Marchena sólo hemos encontrado un pago que hace referencia a las
corridas de toros: en 1656 «a los que hicieron el toril para las fiestas, a Blas García y
compañeros que trajeron los toros»49. Esto no significa que no existieran, sino que el
cabildo marchenero no corría con los gastos50 .
En cuanto a los juegos no están documentados que se realizaran en la
festividad del Corpus o por lo menos no eran sufragados por el cabildo, pero por su
importancia y porque aparecen en otras celebraciones 51 merecen un escueto
comentario.
Las tradiciones de los juegos ecuestres52 de armas que practicaba la nobleza
desde la Edad Media se mantenía vigente, más ritualizada y menos violenta, realizando
juegos caballerescos de desafío como las cañas y los torneos, y ejercicios ecuestres
de habilidad como la sortija o las cabezas.
maestro cohetero, vecino de esta villa por los fuegos que hizo y se quemaron la víspera en la noche y
día del señor, así en la plaza mayor, como en la torre y calles principales por donde transitó la
procesión», A.M.M., Adición, leg. 123, s/f.
48
B. J. GARCÍA GARCÍA, «Diversiones de la fiesta», Teatro y fiesta del siglo de Oro en tierras europeas
de los Austrias, Madrid, 2003, pp. 178-179.
49
A.M.M., leg. 101, s/f.
50
Para otras celebraciones está constatada la presencia de fiestas de toros; así en 1704 por las victorias
en la guerra de Sucesión, también en 1707 por el nacimiento del príncipe. Cfr. J.A. ARENILLAS, Arquitectura
civil en Marchena durante el siglo XVIII, Marchena, 1990, pp. 16-18.
51
Historia del origen y fundación del colegio de la compañía de Jesús de la villa de Marchena, serie de
rectores y sucesos acaecidos en él. Cuenta con edición crítica y amplio estudio preeliminar de Julián
José L OZANO NAVARRO, La compañía de Jesús... , que toma como manuscrito para la trascripción la copia
del original, hoy perdido, que se conserva en el AHPASI de Granada.
52
B. J. GARCÍA G ARCÍA, «Diversiones de la fiesta», Teatro y fiesta del siglo de Oro en tierras europeas de los
Austrias, Madrid, 2003, pp. 180-181. VV. AA., «Del torneo medieval al juego de cañas», X Congreso de
Historia del deporte, Sevilla, 2005. J. M. FERNÁNDEZ FUSTER Y J. C. FERNÁNDEZ TRUHÁN, «Génesis de los
juegos de cañas como juegos de combates», X Congreso de Historia del deporte, Sevilla, 2005.
124
La fiesta del Corpus en la Marchena barroca
De origen morisco, el célebre juego de cañas, que no solía faltar en cualquier
día de fiesta importante, se componía de una serie de cuadrillas de caballeros, cada
una con cuatro, seis u ocho miembros, según la amplitud del lugar donde se realizaba.
Iban montados en sillas de jineta y en su brazo izquierdo portaban una adarga (escudo
de cuero en forma ovalada o de corazón) donde estaba representada la divisa y el
mote que identificaba a la cuadrilla, dejando el derecho libre para jugar las armas.
Después de reconocer la plaza desfilando con sus respectivas cuadrillas se daba
paso al enfrentamiento con las espadas o con cañas (lanzas).
Con el transcurso del tiempo, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, los
entretenimientos cortesanos para demostrar la maestría en la equitación, la prestancia
en el porte y el lujo del atavío, fueron sustituyendo al Juego de Cañas por otras
actividades físicas ecuestres menos peligrosas, como el correr sortija, el correr
alcancías, la carrera pública, la máscara, la encamisada, e incluso el estafermo, que
antiguamente se había empleado para el entrenamiento de las justas.
Al mismo tiempo también hay que destacar la presencia de géneros teatrales y
parateatrales53 escritos expresamente para la fiesta, que, como es obvio, se aproximan
más al texto argumental-narrativo de la representación escénica, pero que mantienen
en su hechura y realización importantes dosis de parateatralidad. Nos referimos a los
cuadros alegóricos, simbólicos ¯ ya sean fijos o con acción¯ representados en carros
móviles, que acompañan a la cabalgata o procesión y que, en muchos casos, son la
parte más vistosa de la misma y vienen a convertirse en la máxima expresión en la
que confluyen teatro y fiesta, como una tierra de nadie con las fronteras un tanto
borrosas. De nuevo es la procesión, el recorrer de la calle, llena de altares y arcos,
que son a su vez escenario, lo que da unidad de sentido a estos fragmentos dispersos
de teatralidad.
La fiesta del Corpus era la principal cita del calendario teatral para las
compañías profesionales de comediantes, pues en ella se cubrían con creces los fuertes
gastos en vestuario que realizaban estas compañías y se podía obtener además el
premio de la joya a la mejor representación y puesta en escena. En ciudades como
Madrid, Sevilla o Toledo este premio ascendía a elevadas sumas. Las compañías
tenían que incrementar el número de miembros de sus agrupaciones hasta llegar a
doblarlo para poder preparar estas complejas representaciones alegóricas de los autos
y ofrecer las actuaciones ordinarias en los corrales de comedias desde la Pascua de
Resurrección hasta el Corpus.
B. J. GARCÍA GARCÍA, «Fiesta sacramental y religiosa», Teatro y fiesta del siglo de Oro en tier ras
europeas de los Austrias, Madrid, 2003, pp. 191-192. A. L. RUBIO MORAGA , «El teatro barroco,
instrumento del poder (1). Aspectos parateatrales de la fiesta barroca», Revista Latina de Comunicación
Social, 16, Tenerife, 1999.
53
125
Ramón Ramos Alfonso
La representación se realizaba en tablados y carros, rocas o castillos móviles
adosados en los que venían los comediantes con un rico y complejo aparato escénico.
Se recurría a artificios escenográficos de tradición medieval como la nube, que se
hacía subir o bajar al escenario llevando con ella algún personaje, pero también a
otras máquinas accionadas mediante poleas y contrapesos que dotaban de movimiento
a las figuras alegóricas empleadas en la representación (globos terráqueos,
rompimientos de gloria, imágenes infernales, relojes, naves, carros, planetas...), y
diversos artificios de fuego y luces para crear apariencias y efectos espectaculares
de apariciones y desapariciones en escena. Este tipo de elementos era frecuente en
las comedias de santos y de temas marianos que se ofrecían en otras fiestas religiosas
y patronales.
En Marchena este género parateatral estará presente en la festividad del Corpus
a través de los carros o pasos y de las representaciones teatrales. Una y otra con
dos características comunes: sólo las tenemos documentadas en el siglo XVI54 y
están supeditadas al control del poder55.
En los pasos se representaran escenas de las sagradas escrituras: «aderezar el
carro donde se han de hacer los pasos e coger la gente para ello y que se
sacase un paso de la Sagrada Escritura por 28 ducados»56 , «..se hagan algunos
pasos de las Sagradas escrituras y no más de 50 ducados» 57 , y «…como otros
años se hagan algunos pasos de las Sagradas Escrituras para regocijar la
fiesta…» 58
En cuanto a las representaciones teatrales, decir que también eran controladas
por el poder eclesiástico: «…que se revise por teólogos» 59 y que las dos noticias
sobre la presencia de representaciones en nuestra festividad del Corpus hacen
Los carros y pasos sólo aparecen en la documentación de los años 1568, 1569, 1571, 1572 y 1600.
A.M.M., legajos 5 y 96, s/f. Y las representaciones teatrales en los años 1575 y 1578. A.M.M., leg. 5, s/f.
55
Las referencias a que estos pasos o rocas deben estar revisadas o aprobadas por las autoridades
eclesiásticas son constantes: en 1571, «Se hagan pasos aprobados por teólogos», en 1572, « se revise
por el prior de Santo Domingo». Pero el documento más revelador, quizás, del control al que sometían
al pueblo es el de 1569, donde aparecen no solo el poder eclesiástico sino también el civil: «…al presente
está en esta villa Pedro Pérez, farsante, el cual suele sacar semejantes pasos, que el señor Asistente,
juntamente con el Alguacil Mayor y el Regidor hablen y entiendan lo que pueda salir y examinando con
los señores Prior de San Pedro Mártir y Rector de la Compañía y Vicario de esta villa para que
representado en su presencia y examinado, concierten con el dicho Pedro Pérez lo que se le ha de dar
para que los dichos representen…». A.M.M.. Libro 5, Acta Capitular de 13 de mayo de 1569, s/f.
56
A.M.M., Libro 5, Actas capitulares, 14 y 21 de junio de 1568.
57
A.M.M., Libro 5, Actas Capitulares, 23 de abril de 1571.
58
A.M.M., Libro 5, Actas Capitulares, 13 de mayo de 1569.
59
A.M.M., Libro 5, Actas Capitulares, 21 de marzo de 1575.
54
126
La fiesta del Corpus en la Marchena barroca
referencia a que hay que contratarlas en Sevilla: «…se contrate a Pedro Montiel,
vecino de Sevilla, representador de comedias…» y «se hagan algunos autos…,
y se escriba a Sevilla para que vengan personas que hagan algunas
representaciones»60.
Las celebraciones festivas contribuyeron a alterar la fisonomía del espacio
urbano y natural en el que éstas se ofrecían61. La villa, mientras duraba la fiesta,
sufría una gran transformación. Estos cambios eran ineludibles, ya que se debían
ocultar las pobres casas, aquellas construcciones en mal estado, los edificios derruidos
o sucios, los malolientes espacios vacíos. Se necesitaba una arquitectura de apariencia
que por un lado ocultara o disimulara lo viejo y por otro exaltara la nueva ciudad. De
esta forma se mostraba una villa irreal, utópica, ficticia, de teatro, de tramoya… en
definitiva una villa distinta.
Serán los carpinteros, pintores y demás artesanos quienes conviertan y
transmuten los espacios urbanos: se hacían efímeros altares, perecederos arcos
triunfales e «invenciones», se pinten fachadas y se fingan materiales nobles; pero
además se disfrazan los edificios con colgaduras, telas, tapices, lienzos, alfombras,
etc62.
Pero en verdad no era toda la ciudad la que se transformaba. La «nueva ciudad»
se circunscribe al espacio festivo, es decir, a la plaza y a las calles de la procesión.
Será la plaza principal la que acoja al mayor número de personas. Es en la plaza
mayor donde se va a desarrollar la mayor parte de las actividades. A manera de gran
teatro o corral, en la plaza mayor tenían lugar los juegos de toros y de cañas, las
representaciones, se adornaba, se transformaba, donde se disponían los más
importantes castillos de fuegos e interpretaciones de las danzas y los ministriles. En
efecto, su función mercantil desaparecía y se convertía en el espacio festivo más
importante de la ciudad donde los poderes políticos y religiosos dispondrán sus exornos
más exuberantes. Al igual que la plaza, la calle, las calles por donde discurría la
procesión también se convertirán en escenario para la fiesta, adecentándose y
arreglándose días antes de las celebraciones.
Hay numerosos gastos en la preparación del espacio: de la plaza y de las
calles.
A.M.M., Libro 5, Actas Capitulares, 21 de marzo de 1575 y 16 de mayo de 1578.
J. M. PERCEVAL V ERDE, Opinión pública y publicidad (siglo XVII). Nacimiento de los espacios de
comunicación pública en torno a las bodas reales de 1615 entre Borbones y Habsburgo (http://
www.tdx.cbuc.es/TDX-1124104-171942/index.html, 2003). B. J. G ARCÍA GARCÍA, «Espacios para la
fiesta», Teatro y fiesta del siglo de Oro en tierras europeas de los Austrias, Madrid, 2003, pp. 128-137.
62
N. BRUZZI C OSTAS, Decoración…, p. 278.
60
61
127
Ramón Ramos Alfonso
En primer lugar se empezaba varios meses antes de la celebración con el
empiedro de calles. Numerosos pagos en los que encontramos «por el empedrado
de las calles por donde pasa la procesión del Corpus»63 , pero en ninguno de ellos
aparece una relación de estas calles y así poder reconstruir el itinerario. Al ser una
documentación estrictamente económica no es prolija en relacionar exhaustivamente
cada uno de los conceptos por lo que se hace un gasto.
Después, ya más cercano a la festividad, se limpia la plaza y calles de la procesión.
Hay numerosos pagos por escombrar la plaza, por limpiar, desterrar y regar la plaza64 .
En los días previos se colocaban monteras y toldos65 en algunos lugares de la estación
para suavizar los rigores del incipiente verano, al igual que se iniciaban los trabajos de
decoración de las casas capitulares. Numerosos son los pagos «al repostero o al
guardarropa del Duque por colgar las casas de cabildo» 66 o pagos «al
mayordomo de la hermandad del santísimo Sacramento de la iglesia de San
Sebastián por las colgaduras que puso en las casas capitulares»67 y otras por
«el alquiler de las colgaduras que se pusieron en ventanas y balcones que se
trajeron de las hermandades de la iglesia de San Miguel»68.
Y se terminaba los preparativos, el mismo día de la procesión, con el reparto de
la juncia por las calles de la procesión. Se encuentran pagos por segar la juncia, por
traerla, por almacenarla… y el volumen irá desde una «carga» de juncia hasta seis69 .
Pero el elemento imprescindible para crear la «nueva ciudad» es lo que se ha
denominado arquitectura efímera o temporal. El artista o artesano que realizaba
esta clase de construcciones que se dispondrían en la fiesta era consciente de su
carácter eventual; en ellas se utilizaban materiales perecederos, como maderas,
cartones, pastas o telas, no sólo por su mismo concepto de provisionalidad sino porque
debían realizarse en muy poco espacio de tiempo. Estas arquitecturas provisionales,
tanto arcos triunfales, altares o invenciones70, se pueden considerar obras completas,
Años de 1637 a 1640, 1667, 1669 y 1673.
Años de 1667, 1715, 1722, 1725, etc. Hasta un total de 28 referencias. Destacar una curiosidad: en
1658 se le pagan a los berberiscos que limpiaron la plaza y éstos serán los mismos que lleven las andas
de la custodia, pero en el XVIII, pasará lo mismo con los gallegos que limpien la plaza, que también
llevarán la custodia. A.M.M., leg. 101, s/f.
65
A.M.M., leg. 101, 1656, s/f.
66
A.M.M., leg. 101, 1658, s/f.
67
A.M.M., leg. 113, 1754, s/f.
68
A.M.M., leg. 116, 1761, s/f.
69
Numerosos son los pagos por la traída de la juncia: 1666, 1667, 1669, 1673, 1703, 1704, 1705 (en
este año las calles se cubren con juncias y cañas), 1725, 1727, etc. Y hasta un total de 25 referencias.
70
B. J. GARCÍA G ARCÍA, «Arquitecturas y efectos de la fiesta», Teatro y fiesta del siglo de Oro en tierras
europeas de los Austrias, Madrid, 2003, pp. 138-157.
63
64
128
La fiesta del Corpus en la Marchena barroca
ya que existe una combinación entre arquitectura, escultura, pintura y literatura, de
ahí que un gran número de personas unieran sus esfuerzos para proyectar el más
digno y esplendoroso espectáculo visual.
No hemos tenido la suerte de encontrar para Marchena, relaciones exhaustivas
de la fiesta y su procesión, por lo que no conocemos como serían aquellos altares,
arcos e invenciones. Sólo podemos constatar su existencia, ya que las noticias
económicas son muy parcas en la descripción del gasto. Para el siglo XVII la
documentación nos dice: «por los arcos y pasos que hizo en la calle de la fiesta»
o «a Cristóbal Díaz por dos arcos, uno junto a San Francisco y otro a la carrera
de la plaza»71 , también «por tres arcos triunfales y sus invenciones»72 . Y para el
XVIII las referencias nos comunican que se hacen varios altares, y uno de ellos en el
«pórtico del cabildo»73.
Al ser una festividad eminentemente religiosa celebrada en todo el orbe y
auspiciada por el Papa, el promotor será la jerarquía eclesiástica, a la que se sumará
el cabildo municipal, y, para el caso de Marchena, también el duque. La fiesta del
Corpus, como otras tantas fiestas en la que participaba el municipio (desde mediados
del XVIII de forma obligatoria) se financiaba a base de propios y arbitrios, y eran
autorizados, en un primer momento, por el Duque y a partir de 1743 por la corona74.
A.M.M., leg. 96, año 1600, s/f.
A.M.M., leg. 96, años 1601 y 1609, s/f.
73
A.M.M., leg. 104, años 1703, 1704 y 1705, s/f.
74
A.M.M., leg. 1682, págs. 354v-360. «…Donde se declara ser del cargo y obligación de esta villa
celebrar y costear anualmente las funciones y festividades eclesiásticas, supliendo y gastando del
caudal de sus propios lo necesario, cuyas festividades y gastos han de ser en la forma siguiente: Para
la festividad del señor San Sebastián, patrono de esta villa que anualmente se celebra en su parroquia
de esta villa, 1536 reales vellon. Para la festividad de la aparición del señor San Miguel,copatrono de
esta villa la cual se celebra en su propio día y en su parroquia de esta villa, 137 reales de vellon. Para
la festividad del Corpus Xpti que anualmente se celebra en esta villa 2200 reales de vellon, aumentando
como su merced aumenta sobre 1589 reales que por el citado testimonio consta se gastaban en dicha
función, 611 reales vellon a fin de que se celebre dicha festividad del Corpus Christi con mas decencia
y culto por hallarse informado dicho señor Juez que en los años antecedentes se ha hecho la referida
función eclesiástica con menos decencia dela que le corresponde. Para la festividad del señor San
Roque, copatrono de esta villa que anualmente se celebra en su propio día en la ermita del señor San
Lorenzo, 212 reales y 17 maravedies. Para la fiesta del señor San Agustín copatrono de esta villa que
anualmente se celebra en su propio día y convento de esta villa, 316 reales de vellon. Para la festividad
de nuestra Señora del Rosario que en su octava se celebra anualmente en el convento del señor Santo
Domingo de esta villa, 120 reales de vellon. Para la festividad de Desagravios del Santísimo Sacramento
del Altar que anualmente se celebra en la parroquia del señor San Juan en el domingo infraoctavo de
la Concepción inmaculada de la Virgen María nuestra señora. 538 reales y 32 maravedies. Para la
asistencia y procesiones de Letanías y de la santa Bula de la Cruzada y su publicación que anualmente
se celebran en esta villa, 98 reales. Cuyos gastos y partidas componen 5155 reales y 15 maravedies de
vellon. Para la festividad de nuestra Señora de la Concepción, no se asigna cantidad alguna respecto
71
72
129
Ramón Ramos Alfonso
La gran masa de la población estaría encuadrada en la categoría de
espectadores. La mayoría de la población ocuparía las calles y plazas o los espacios
eclesiásticos donde tendría lugar los acontecimientos festivos. Durante unas horas o
unos días la anónima población se echaba a la calle en una época en la que había muy
pocos motivos para la alegría y se dejaría arrastrar por el suave embeleso de los
sentidos.
Suave embeleso de los sentidos75, así expresan algunos autores el efecto que
producía en el pueblo los innumerables elementos festivos que los sorprendían y
cautivaban. En la fiesta como manifestación importante de la cultura del barroco,
existe una continua apelación a los sentidos. Así la vista se alegrará con la
contemplación del escenario: altares, arcos triunfales, decoración, vestimentas,
danzas… y resaltadas por la noche por la luminaria (cera, barriles, hachas, lebrillos…)
y los fuegos artificiales. También el oído se recreaba; tuvo gran papel en la fiesta del
Corpus la música (la de las danzas, de los ministriles y capillas de música), así como
los repiques de campanas y el ruido de los fuegos artificiales. Pero el olfato y el
gusto tampoco serán olvidados. Las flores, las juncias y cañas se derramaban por
todo el recorrido de la procesión, sin olvidar el olor a incienso, cera, el olor de las
luminarias, de la pólvora… También era habitual la celebración de meriendas o
banquetes por parte del cabildo así como el reparto de comida a los pobres, e incluso
el pago en especie a los actores de la procesión.
Ya hemos visto como se pagan en especie (carne, vino y refrescos) a algunos
de los actores de esta festividad: danzas, mojarrillas, ministriles, capilla de música;
pero también a los sirvientes del cabildo76.
También se repartirá comida a los pobres de la cárcel: «seis hogazas de pan
o 16 reales para que comiesen dicho día del Corpus en honor de esta
celebración»77.
El cabildo dará una merienda en las casas capitulares que se institucionalizará
en el XVIII, y la documentación dirá casi siempre «por el refresco que dio para el
agasajo a la villa», entendiendo villa no a toda la población, sino a sus representantes,
de hallarse su merced bien informado que esta función la celebra anualmente la casa del Exmo. Señor
Duque de Arcos en la iglesia y Parroquia de Santa María de la Mota con octavario que principia el
propio día de la Concepción costeandolo todo con las rentas de este señorío sobre que se halla
impuesta y dotada…»
75
R. ESCALERA PÉREZ, La imagen de la sociedad barroca andaluza. Estudio simbólico de las decoraciones
efímeras en la fiesta altoandaluza. Siglos XVII y XVIII , Málaga, 1994. p. 14.
76
A.M.M., leg. 108, año 1725, « una ternera para repartir entre los oficiales y demás personas que
sirven a esta villa».
77
A.M.M., leg. 113, año 1754; y leg. 116, año 1761.
130
La fiesta del Corpus en la Marchena barroca
a los capitulares, y que luego se irá ampliando a los ministros y sirvientes de ella.
¿Quiénes eran todos éstos?. En 1761 se dice «a Don Carlos de Miranda, confitero
por los dulces y refrescos que se dieron a los señores Justicias, capitulares,
jueces de Audiencia dependientes de la villa, médico, cirujano, abogado,
procuradores, oficiales de la escribanía de cabildo, juez de campo, guardas y
ministros ordinarios la víspera de dicha función» 78 y hasta podemos saber incluso
lo que merendaban. Así en 1722 se trajeron de Sevilla para la víspera los dulces
siguientes: «42 piezas de cándido, 30 piezas de papelillosa, 20 de colación, 6 de
panales, 8 de bizcochos abiertos, mas dos de plata y dos de panaleras» 79, esto
se completaba con bollos, bizcochos, mistela y helados.
Para terminar, comentar que a través de la documentación estudiada no
podemos conocer como se articulaba la Procesión80 . Sólo tenemos noticias indirectas
del principal elemento, la Custodia81 . En 1605 aparece por primera vez «la llevada
de la custodia del Santísimo Sacramento», lo llevan 16 clérigos82 . En 1634 seis
sacerdotes llevarán el palio con la custodia83. Y en 1649 empezaran a llevarlos cuatro
palanquines, «parece que por haberse hecho unas andas84 nuevas en el tiempo
de esta visita para llevar a la custodia en la dicha fiesta del Corpus, en su
octava, y por ser pesadas las han llevado estos años cuatro palanquines y se
han pagado nueve reales a cada uno». Al aumentar la partida de gastos por los
palanquines y para que no haya aumento de éstos, de 16 se bajen a 12 los sacerdotes.
En 1662 vuelven a sacar las «andas pequeñas antiguas y quitar las andas grandes
nuevas» y vuelven los 16 sacerdotes a llevar la custodia. Hacia 1670 vuelven a llevar
la custodia palanquines, y desde entonces el cabildo pagará a los que lleven la custodia
el día del Corpus y la iglesia pagará a los palanquines en su salida el día de su octava85.
A.M.M., leg. 116, s/f.
A.M.M., leg. 108, s/f.
80
B. J. GARCÍA GARCÍA, «El cortejo procesión», Teatro y fiesta del siglo de Oro en tierras europeas de
los Austrias, Madrid, 2003, pp. 158-171; «Fiesta sacramental y religiosa», Teatro y fiesta del siglo de
Oro en tierras europeas de los Austrias, Madrid, 2003, pp. 190-197.
81
J. L. R AVÉ P RIETO, Arte religioso en Marchena. Siglos XV al XIX, Marchena, 1986, pp. 29-37.
82
A RCHIVO PARROQUIAL DE SAN JUAN DE MARCHENA (A.P.S.J.M.), Libro de Fábrica A-7, del año 1605, fol. 278.
83
A.P.S.J.M, Libro de Fábrica A-10, de 1634.
84
Para 1783 están documentadas otras andas. Cfr. J. A. ARENILLAS, «El proyecto de andas de José Ponce
para la custodia de Marchena», Atrio, nº 3, 1991, pp. 147-149.
85
Habría que destacar que los que portan o llevan la custodia son nombrados en la documentación como
«de nación extranjera», así serán: berberiscos, turcos, franceses y gallegos. De estos últimos, subrayar
la permanencia del apellido de uno de ellos en nuestra población, Losquillos. A.M.M., Adición,
leg. 127, año 1768, s/f.
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