Aspectos inclusivos y exclusivos de la fe nuevoapostólica

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Iglesia Nueva Apostólica Internacional
Aspectos inclusivos y exclusivos
de la fe nuevoapostólica
Después de hablar en el artículo anterior sobre los aspectos inclusivos y exclusivos del Antiguo y el Nuevo Testamento, ahora trataremos lo exclusivo e
inclusivo dentro de la fe nuevoapostólica. Lo haremos a partir de nuestra interpretación de apostolicidad, de Iglesia, de Sacramentos y de la esperanza en
el futuro (escatología).
Elementos inclusivos en la interpretación nuevoapostólica de Iglesia
La Iglesia de Jesucristo no puede ser equiparada con una denominación o congregación religiosa. Sin embargo, la Iglesia de Jesucristo se hace realidad en diferente
medida en las Iglesias presentes históricamente. En el cumplimiento de los elementos
esenciales de la Iglesia: unidad, santidad, universalidad y apostolicidad, se reconoce
en qué dimensión la Iglesia de Jesucristo se evidencia en cada una de las Iglesias o
denominaciones existentes.
En virtud de la cuestión de la apostolicidad y de su realización histórica en una denominación, se pueden hacer evidentes los aspectos inclusivos y exclusivos de la
interpretación nuevoapostólica de Iglesia. La apostolicidad es un rasgo característico
tan importante de la Iglesia, que es lo que decide si esta puede cumplir en todos sus
aspectos la tarea recibida del Señor de transmitir salvación.
Conforme la interpretación nuevoapostólica, la apostolicidad tiene un aspecto contextual y uno personal. El aspecto contextual de apostolicidad guarda estrecha relación
con el anuncio de los Apóstoles de la primera época cristiana. El Nuevo Testamento
testifica, sobre el anuncio de los Apóstoles, que los Apóstoles del cristianismo temprano
anunciaban a Jesús como el Mesías esperado por Israel, el Cristo. Además predicaban que Jesús es el Hijo de Dios, que murió en la cruz para los hombres, que resucitó de los muertos y que vendrá nuevamente. En la primera epístola a los Corintios
se mencionan los elementos básicos del anuncio cristiano temprano. Pablo escribe:
“Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por
nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al
tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Co. 15:3-5). Pablo destaca el significado de la
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resurrección de Jesús y la relaciona directamente con la resurrección de los muertos
(comparar con 1 Co. 15:12 ss.). Asimismo habla claramente del retorno de Cristo,
con el cual también está ligada una resurrección de los muertos (comparar con 1 Ts.
4:16 ss.). El retorno de Cristo constituye una parte esencial del anuncio cristiano
temprano. Esto queda demostrado ya en las palabras de los ángeles en la ascensión
de Jesús. Los ángeles prometieron a los Apóstoles, es decir, los testigos de este hecho: “Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le
habéis visto ir al cielo” (Hch. 1:11). El anuncio de los primeros Apóstoles del cristianismo
constituye el parámetro para el anuncio actual. Cada anuncio cristiano debe orientarse
en este testimonio destacándolo en una forma acorde a la época. El anuncio de los
aspectos centrales del Evangelio –la muerte, la resurrección y el retorno de Jesucristo–
constituye un elemento común esencial entre las Iglesias. La apostolicidad como una
manera de traer al presente los contenidos esenciales de la prédica del cristianismo
temprano, no está limitada a un ministerio o a una Iglesia. Está en todas partes donde
se confiese y se anuncie a Jesucristo como Señor y Redentor.
El segundo aspecto de la apostolicidad es de naturaleza personal. Está relacionado
con el llamamiento de algunos discípulos como Apóstoles y con la fe de que la actividad de los Apóstoles no queda limitada al primer tiempo del cristianismo, sino que es
necesaria en toda la Iglesia hasta el retorno de Cristo. Los Apóstoles contemporáneos,
llamados a partir de 1832, no querían fundar una Iglesia propia, sino servir a la Iglesia
en su totalidad y a su unidad. La Iglesia, que es una, debía ser una Iglesia conducida
por Apóstoles. Los Apóstoles debían ser garantes y señales de la unidad. Sólo por
ello es comprensible por qué los Apóstoles ingleses buscaron la cercanía de clérigos
y políticos para entusiasmarlos por la causa de una Iglesia conducida por Apóstoles.
Los esfuerzos de los Apóstoles ingleses por lograr la inclusividad fracasaron; así surgió
dentro de la Iglesia de Cristo una especial “Obra de Dios conducida por Apóstoles”,
que se hizo realidad históricamente primero en la Iglesia Católica Apostólica y luego
en la Iglesia Nueva Apostólica.
El ministerio de Apóstol ha sido provisto por Jesucristo de amplias tareas, que en
parte son cumplidas sólo por los Apóstoles y por lo tanto pueden entenderse como
una expresión de exclusividad. Esta exclusividad no se la han atribuido los mismos
hombres, sino que tiene su origen en la voluntad y el encargo de Jesucristo. En Mateo
28:20, el Resucitado encomendó a los Apóstoles anunciar el Evangelio y bautizar.
Forma parte necesaria del anuncio del Evangelio, la dispensación de los Sacramentos,
por eso básicamente están muy relacionados con el apostolado.
Los efectos inclusivos del Bautismo con Agua
Ahora bien, la transmisión de salvación no queda limitada al ministerio de Apóstol,
puesto que toda la Iglesia está al servicio de la transmisión de salvación, ya que en ella
es anunciado el Evangelio, en ella está activo el Espíritu Santo, que genera fe, afirma
en el seguimiento de Cristo, y es dispensado el Sacramento del Santo Bautismo con
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Agua. El Bautismo con Agua está confiado a la Iglesia en general. El hecho de que
sea así se fundamenta en la voluntad salvífica universal de Dios. El Bautismo con Agua
es el primer paso para salir del distanciamiento de Dios y llegar a estar cerca de Él. El
acceso a la salvación, que este conlleva, fue concebido por Dios en forma muy amplia.
El Bautismo con Agua es dispensado con plena validez en todo lugar donde se realice
con agua y en el nombre de Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¹
Por el Bautismo es lavado el pecado original y el bautizado se convierte en cristiano.
Por consiguiente, es el vínculo que une a todos los cristianos. Todos los bautizados
son llevados a la muerte y resurrección de Jesucristo siendo entonces partícipes del
mérito de Cristo.
El “sí” fundamental dado por Dios, manifestado en el Bautismo, está dirigido a todos los
bautizados, que luego son llamados a hacer realidad el Bautismo en su vida mediante
el seguimiento a Jesús y el confesarse a Él. A través de ello –y este es un elemento
inclusivo esencial de la interpretación de Bautismo y de Iglesia– el ser humano es integrado al cuerpo de Cristo formando ahora parte de la Iglesia invisible.
El Sellamiento como señal escatológica de salvación
Mientras que el Bautismo con Agua está confiado a toda la Iglesia, el Bautismo con
Espíritu sólo es llevado a cabo por los Apóstoles (comparar con Hch. 8:12 ss.; 19:1-6).
El Bautismo con Agua y el Bautismo con Espíritu producen conjuntamente el renacimiento del hombre. El efecto de este hecho es la filiación divina, cumpliéndose así
una importante condición previa para alcanzar la primogenitura. La “infancia divina”
representa al mismo tiempo una anticipación de la futura condición de primogénitos
y del “sacerdocio real” (comparar con 1 P. 2:9). A esta anticipación también alude 1
Juan 3:2: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que
hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él,
porque le veremos tal como él es”.
La “infancia divina” es, en este sentido, aquella posición del hombre frente a Dios que
se caracteriza por la recepción de todos los Sacramentos y por la orientación de la
vida al retorno de Cristo conforme a la prédica debida del Evangelio.
Independientemente de ello, todas las personas pueden ser consideradas hijos de
Dios, pues fueron creadas por Dios y toman parte de la semejanza de Dios. Por ende,
todo hombre puede adorar a Dios como el “Padre nuestro que está en los cielos”.
¹ Un Baustismo sólo puede ser reconocido legalmente, cuando la congregación en la que fue realizado al menos responde en
sus líneas generales a la interpretación de Trinidad, como expresaban los primeros concilios y como fue establecido por la Confesión de Nicea-Constantinopla.
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Con el renacimiento está vinculada además la condición previa para alcanzar la primogenitura. El sellado, por lo tanto, todavía no ha alcanzado la condición de primogénito,
sino que se halla en camino para lograrlo. Le ha sido asignada la tarea de permanecer en el seguimiento de Cristo y dejarse preparar por la palabra y los Sacramentos
para el retorno de Jesucristo. Esto a efectos de que los Apóstoles puedan reunir a la
comunidad nupcial que será arrebatada hacia el Señor que volverá. El “primogénito“
o la “primicia” es aquel que será arrebatado en el retorno de Cristo, perteneciendo
entonces a la “novia del Señor”.
Otra tarea esencial asignada al apostolado, es la dispensación de los Sacramentos para
los difuntos. También esto es expresión de la voluntad salvífica de Dios, que abarca
tanto a los vivientes como a los muertos. Por consiguiente, la salvación no sólo puede
ser alcanzada estando con vida el cuerpo, sino asimismo después de la muerte física.
La salvación anticipada
En el retorno de Cristo sólo será arrebatada aquella parte de la Iglesia que es llamada
el “hijo varón”. Otra parte de la Iglesia, representada según Apocalipsis 12 por la
imagen de la “mujer vestida del sol”, en cambio, debe acreditarse en la tribulación del
tiempo final. Sin embargo, esta parte de la Iglesia también experimentará la protección
y el acompañamiento de Dios a través del Espíritu Santo. Algunos de esta parte de
la Iglesia morirán por la fe en Jesucristo y se convertirán en mártires. En la venida de
Cristo en poder y gran gloria, es decir cuando se establezca el reino de paz, estos
mártires resucitarán y serán sumados al sacerdocio real, que reinará con Jesucristo
por mil años. En ese tiempo será anunciado el Evangelio a todos los seres humanos:
a los que están vivos y a los muertos, a los bautizados y a los no bautizados. En este
período del plan divino de redención, la fe en Jesús como el Cristo y Redentor también
será llevada a los que pertenecieron al pueblo del antiguo pacto.
Entonces quedará en claro que la preparación de la comunidad nupcial para el retorno
de Cristo, que acontece a través del apostolado, no es un fin en sí mismo ni es expresión de egoísmo por la salvación. Más aún, la preparación de la comunidad nupcial
también sirve para equipar como corresponde a los que pertenecerán al sacerdocio
real para su futura tarea en el reino de paz. El arrebatamiento de las primicias tiene
como consecuencia la comunión perfecta con el trino Dios. Esta comunión no está
limitada a la comunidad nupcial, debe ser concedida aún a muchos seres humanos en
el transcurso de la historia de la salvación. Por lo tanto, la salvación que es concedida
a las primicias se trata de algo anticipado, de algo que no queda reservado para ellas,
sino que apunta a la expansión, a la universalidad.
Aquellos que no participen del arrebatamiento en el primer retorno de Cristo, no quedarán excluidos de la salvación, pues en el reino de paz, en el que el mal ya no podrá
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obrar, existirá para todos los hombres la posibilidad de lograr una relación apropiada
con Dios. En esta época de la historia de la salvación será llevado el Evangelio a todos los hombres, a los vivos y a los muertos, sin que influencias negativas puedan
impedirlo. Todos los seres humanos de todos los tiempos tomarán conocimiento de
Él y se podrán decidir por una vida con Cristo.
En el tiempo que seguirá al reino de paz, esta relación con Dios tendrá que ser puesta
a prueba. Aquel que se acredite, finalmente llevará con el sacerdocio real en la nueva
creación una vida en comunión con el trino Dios. En la nueva creación, la salvación
será concedida en la misma medida a todos los que pertenecen a Jesús y lo siguen.
Precisamente en los enunciados sobre el tiempo final queda en claro que la fe
nuevoapostólica no pretende dejar fuera ni excluir de la salvación, sino que más bien
señala qué caminos existen para lograrla. Hace evidente cuál es la voluntad salvífica
universal, que no se deja imponer ningún tipo de límites.
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