Localización. Si pudiéramos viajar hacia atrás en el tiempo y al zar el vuelo, pasando en un hermoso día primaveral del siglo XVI a. de C. por encima de la costa septentrional de Creta, donde hoy bulle de turistas el gracioso puerto de Herakion, quizá nos asombraríamos: a cuatro kilómetros del Egeo, sobre una suave y extensa colina, aparecería la mole del más fascinante complejo arquitectónico del mundo occidental del segundo milenio a. de C., el enorme “palacio-ciudad” de Cnosos, La civilización minoica y su zona de y las cercanas residencias de algunos influencia. aristócratas y de algunos ricos mercaderes creando una corona a su alrededor, y un entrelazado de carreteras enlosadas, y gente…, tanta gente al menos diez mil. Resonancias mitológicas. Mucho de lo que hemos visto en este imposible y breve viaje en el tiempo aflora hoy del suelo de Creta. Cnosos sigue sobresaliendo, como en la época en que era la poderosa ciudad que la mitología griega ha vinculado a figuras fascinantes e inquietantes, cada una de las cuales oculta retazos de historia antiquísima; ¿cómo no recordar a Minos, el cruel soberano que obligaba a la Atenas del rey Egeo a pagar un horrible tributo anual de jóvenes vidas; o la invención del Laberinto por parte de Dédalo (y el laberinto no era otra cosa que el propio “palacio-c iudad”); o la aventura de Teseo y Ariadna contra el monstruo del Laberinto, el Minotauro? Cnosos es el primero entre los muchos lugares arqueológicos de una Creta inagotable de interés y fascinación porque, a principios del siglo XX, un genial y testarudo inglés, Arthur J. Evans, realizó decenas de excavaciones sobre lo que podía ser reconocido en aquel tiempo –o casi-, junto con los “palacios-ciudad” de otros lugares de la isla, como un documento fundamental del espléndido florecer de la isla mediterránea durante la Edad del Bronce, proporcionando las bases cronológicas del desarrollo de Teseo matando al Minotauro. una civilización entonces desconocida, la cretense, definida por el propio Evans como “minoica” en honor a Minos; aquí se efectuaron precoces restauraciones de conservación que muy pronto degeneraron en una ruinosa reconstrucción arbitraria y selectiva de piezas del complejo… Un poco de historia. Antes de adentrarnos en el análisis de este “palacio-ciudad” (la definición refleja bien la idea de una estructura que se extiende por miles de metros cuadrados, con más de un millar de estancias y conexiones entre ellas sobre dos, tres o cuatro plantas, reunida alrededor de un patio central casi tan grande Reconstrucción hipotética del palacio de Cnosos. como un campo de fútbol), conviene ilustrar brevemente qué características y evolución tuvo la civilización cretense. Es hacia finales del tercer milenio a. de C. cuando Creta inicia una extraordinaria parábola histórica: impone su hegemonía comercial a las muy florecientes islas Cícladas, recorre el Egeo y el Mediterráneo oriental con una gran flota mercantil, extiende sus intereses hacia la Grecia continental Otros yacimientos minoicos en Creta. y el Peloponeso, como bosquejan algunos mitos. En pocas palabras, sienta las bases para la que será reconocida desde la antigüedad como la primera talasocracia, un poder sobre el mar que, en su constante incremento, despertará durante siglos respeto, admiración y búsqueda de lazos comerciales convenientes incluso por parte del Egipto faraónico y de los reinos medioorientales. Entre el 2000 y el 1750 a. de C., a principios de la Edad La taurocatapsia o o salto sobre el toro en un fresco de Cnosos. del Bronce, surgen los primeros “palacios-ciudad” en Malia, Festo, Cnosos, vastas residencias reales que acogen a cientos, quizá miles de personas, espacios culturales, administrativos, zonas de servicio logístico como almacenes y tiendas y talleres: parecen expresiones del poder y del prestigio de soberanos absolutos, dotados, según algunos estudiosos, de prerrogativas no distintas de los La sala del trono en el palacio de Minos. faraones egipcios. Y ha habido quien ha lanzado la hipótesis de que en el nombre de Minos puede reconocerse un término –minos- que designa a este tipo de soberano, es decir, un personaje en el límite entre la historia y la leyenda: la hipótesis parece más que aceptable. Muchos afirman sensatamente que puede adscribirse a este tipo de realeza el mérito del impulso de la transformación de Creta, una isla por lo demás rica en recursos de todo tipo, en la primera auténtica talasocracia mediterránea. Las condiciones de seguridad en la cual actúan los cretenses parecen confirmadas por la inexistencia de estructuras defensivas alrededor de los complejos palaciegos. Menos cierta, en cambio, resulta la articulación de la sociedad cretense. Muy pronto emerge, en esta fase, el papel dominante de algunos centros isleños que parecen repartirse el control del territorio y gestionar directamente las florecientes actividades productivas y comerciales, basadas en el intercambio de productos alimenticios y manufacturas de alta artesanía artística, obra de ceramistas, ebanistas, toréuticos, orfebres asentados en los talleres de los palacios-ciudad. El 1750-1700 a. de C. sella el abandono de una primera forma de escritura jeroglífica, quizá de uso religioso, a favor de la aún no descifrada Lineal A, que podía servir principalmente para la contabilidad interna de los palacios-ciudad. Hacia 1700 a. de C. , sin embargo, por causas no del todo aclaradas (se propone la hipótesis de una serie de catastróficos terremotos), los palacios-ciudad son destruidos, pero también rápidamente reedificados, y de forma más amplia y lujosa. Es sobre todo en base a las excavaciones de estos últimos complejos, que señalan la aparición de la fase neopalaciega (o minoico medio III), que han sido definidos los caracteres-tipo de los palacios-ciudad como el de Cnosos, ahora enriquecido por fastuosos propileos, largos corredores porticados, espacios abiertos escalonados, interpretados normalmente como prototipo de teatros al aire libre, no resulta claro si para celebrar Detalle de la decoración pictórica del ritos o asistir a espectáculos; por mégaron de la reina en Cnosos. otro lado se registra también la difusión de toda una variedad de tipologías de asentamientos: palacios menores, quizá propiedad de aristócratas o de ricos burgueses, villashaciendas en el campo (la más hermosa parece ser la de Hagia Triada, cerca de Festo) núcleos rurales que son testimonio de un Pithoi o grandes tinajas de almacenamiento. desarrollo demográfico sin par en el mundo occidental de eneolítico. Viviendas y tumbas acogen importaciones de mercancías de luja, quizás ofrendas, quizá regalos, de Oriente y de Egipto. Calles enlosadas (en Cnosos, por ejemplo) unen los centros menores al palacio-ciudad y a los complejos de interés religioso o funerario. Un proceso de minoicización envolvió las Cícladas meridionales: en Thera, la actual Santorin, el yacimiento de Akrotiri albergó un floreciente hábitat con casas de hasta cuatro plantas, estancias con lujosos frescos y pruebas de una riqueza que una cruel catástrofe anuló de la historia. En un período datado –con extrema incertidumbreentre la primera mitad del siglo XVI y mediados del XV a. de C el volcán entró en actividad ye hizo saltar por los aires a la mitad de la isla, convirtiendo a la Thera minoica en la primera Pompeya de la historia y sepultándola bajo una capa de cincuenta metros de cenizas. Los habitantes tuvieron tiempo de abandonar la isla (hasta ahora no se han hallado cadáveres), pero los efectos colaterales fueron –según diversos arqueólogos- al menos uno de los factores desencadenantes del declive de la actividad cretense: a los terremotos y maremotos debieron unirse lluvias de cenizas y el consiguiente oscurecimiento que hemos podido –en tiempos cercanos a nosotros (1997) en la isla caribeña de Montserrat, provocando quizá graves alteraciones climáticas. Fue pues una Creta debilitada la que sucumbió, entre 1450 y 1400, a la creciente expansión micénica en el Egeo y a la invasión que puso fin a la independencia de las entidades políticas centradas en los palaciosciudad. El palacio de Minos. La estructura del palacio de Cnosos evidencia una sorprendente capacidad de proyección y articulación de un Vista aérea cenital del palacio. colosal complejo de más de un millar de estancias, dispuestas sobre dos, tres o cuatro plantas, servidas por escaleras, recorridas por corredores y rampas para carros, distribuidas –en el caso de las estructuras residenciales- alrededor de pozos de luz que proporcionan iluminación y ventilación: todo ello alrededor de un vasto patio central casi perfectamente rectangular. Criterios en absoluto casuales y mucho menos caóticos, como una cierta crítica ha subrayado a menudo, forman la base de esta realización, totalmente desprovista de fortificaciones. De hecho, la lógica distributiva de las funciones en las distintas alas del laberíntico palacioSir Arthur Evans, principal ciudad queda claramente ilustrada por la colocación de los almacenes y de las arqueólogo de Cnosos. tiendas en secuencia, al oeste, de la recogida ubicación de la Sala del Trono al nivel del patio (sobresalen de hecho el trono alabastrino considerado del soberano y los bancos perimétricos de un eventual consejo), de la pertinencia del llamado distrito de la servidumbre adyacente a los distritos residenciales reales, provisto de servicios higiénicos tan eficientes como suntuosos. Las pesadas restauraciones de las que se ha hablado reproducen fragmentos del complejo cnosio en cemento pintado con los presuntos colores originales, subrayando sin embargo, en las estructuras portantes la pragmática y eficaz combinación de bloques y cuñas de piedra con una solidísima armazón de madera, sostenida con un amplio uso de la típica columna de madera minoica: esta última, fuertemente ahusada en la parte inferior y provista de un bajo capitel en collar y una base de piedra, sostenía airosos porticados y luminosos pozos de luz, solemnizando los pasadizos públicos más frecuentados y espectaculares del conjunto, decorados por muchos de los magníficos frescos conservados en el Museo Arqueológico de Heraklion y aquí sustituidos por buenas copias. Un gozoso deleite por la espectacularidad preside la concepción sinuosa, pero en absoluto casual, de los corredores procesionales y de las rampas de conexión entre las diversas plantas y las distintas alas del palaciociudad, sistemáticamente panorámicos y aparentemente destinados a destruir la homogeneidad de las conexiones arquitectónicas, introduciendo constantes variaciones funcionales en el paisaje circundante, tanto Detalle de la escalera central en una parte de como horizonte del palacioCnosos. ciudad que como punto de vista sobre él. Es aquí donde triunfan sobre todo el refinado gusto por la decoración arquitectónica y la incomparable vivacidad cromática de los cretenses, nunca obsesionados por el misticismo. Recorreremos la llamada calle real toda ella enlosada, desde la explanada del teatro, identificado por muchos como edificio para espectáculos por la presencia del bajo graderío (en realidad más adaptado a un público de pie que sentado) y de la cimentación de una estructura definida como palco real, para alcanzar la monumental puerta oeste, donde empieza el llamado corredor de las procesiones, adornado con copias de frescos entre los cuales destaca el príncipe de los lirios, obra maestra de la pintura minoica. Entre las muchas estancias de difícil lectura están ciertamente dos complejos situados significativamente uno frente al otro: por un lado el que Evans afirma ser una capilla, por el otro los lujosos apartamentos reales, dotados de refinados servicios y accesorios y decorados por algunos célebres frescos (entre los cuales el fresco de los delfines). Alrededor del palacio-ciudad son visibles, pero visitables con dificultad, muchos de los complejos arquitectónicos residenciales excavados por Evans y sus sucesores: muchos constituyen la base esencial para conocer la tipología de los hábitats del minoico medio y reciente, y están relacionados con las numerosas áreas funerarias de Gypsades, Zafer Papoura, Kefala, Isopata y las inmediaciones de Heraklion.